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De El rastro de los huesos a la huesera de Chicas muertas: diálogos, continuidades, transformaciones

De El rastro de los huesos à mulher dos ossos de Chicas muertas: diálogos, continuidades, transformações

From the El rastro de los huesos to the bone woman in Chicas muertas: dialogues, continuities, transformations

RESUMEN:

El artículo propone un diálogo entre la crónica-reportaje de Leila Guerriero El rastro de los huesos (2008) y el libro de no ficción de Selva Almada Chicas Muertas (2014), llevando en consideración los diversos momentos figurados en ambos textos en lo atinente a la lucha por la memoria y la justicia en el contexto posdictatorial argentino. Para ello, se examinan las prácticas y saberes mobilizados en ambos textos, sus vínculos con las narrativas de formación, el papel de lo que Jelín (2007) ha denominado familismo o su contrapartida, la presencia de lo unheimlich en el espacio doméstico, y la emergencia de una dicción de género que redefine los contornos de los derechos humanos.

Palabras clave:
Crónica y literatura de no ficción argentina; Memorias posdictatoriales; Leila Guerriero y Selva Almada

RESUMO:

O artigo propõe um diálogo entre a crônica-reportagem de Leila Guerriero El Rastro de los Huesos (2008) e o livro de não ficção de Selva Almada Chicas Muertas (2014) levando em consideração os diversos momentos figurados em ambos os textos no que tange à luta pela memória e a justiça no contexto pós-ditatorial argentino. Para tanto, examinam-se as práticas e os saberes mobilizados em ambos os textos, seus vínculos com as narrativas de formação, o papel do que Jelín (2007) denominou familismo ou sua contrapartida, a presença do unheimlich no espaço doméstico, e a emergência de uma dicção de gênero que redefine os contornos dos direitos humanos.

Palavras-chave:
Crônica e literatura de não ficção argentina; Memórias pós-ditatoriais; Leila Guerriero e Selva Almada

ABSTRACT:

The article proposes a dialogue between the chronicle reportEl Rastro de los Huesos(2008) by Leila Guerriero, and the non-fiction bookChicas Muertas(2014) by Selva Almada. It will consider the various moments featured in both texts regarding the struggle for memory and justice in the post-dictatorial context in Argentina. To this end, the practices and knowledge depicted in both texts are examined, as well as their links with 'narratives of education' (Bildungsroman), the role of what Jelín (2007) has calledfamilism, or its counterpart, the presence of theunheimlichin the domestic space, and the emergence of a genre diction that redefines the contours of human rights.

Keywords:
Chronicle and Argentine non-fiction literature; Post-dictatorial memories,. Leila Guerriero and Selva Almada

I

En 2008, la argentina Leila Guerriero publica en la revista “Gatopardo” El rastro de los huesos, crónica-reportaje dada a conocer en una versión previa en el suplemento “El País Semanal” (2007) bajo el título de La voz de los huesos. En 2010 su texto es contemplado con el Premio Nuevo Periodismo CEMEX-FNPI. Desde entonces ha sido republicado en compilaciones editadas por la propia autora (Frutos extraños. Crónicas reunidas 2001-2008), así como en antologías organizadas por terceros (Mejor que ficción. Crónicas ejemplares, 2012, selección de Jorge Carrión) y disponibilizado en sites de dominio público.

El texto principia estableciendo lacónicamente coordenadas espacio-temporales. El lugar: “No es grande. Cuatro por cuatro”, un “departamento antiguo” en pleno barrio del Once, Buenos Aires; un departamento “discreto” pero “al que nadie llega por casualidad” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
https://gatopardo.com/reportajes/el-ras...
, s.p)1 1 Todas las notas corresponden a la versión publicada en la revista “Gatopardo”, disponible en el site oficial de educación del Gobierno Argentino: http://www.educacion.gob.ar . De inmediato, la mirada de la narradora conduce al lector en dirección a restos que descansan sobre el suelo y que enumera siguiendo una gradación precisa: despojos de accesorios (de los accesorios de un cuerpo) primero; huesos, muchos, después.

El piso de madera está cubierto por diarios y, sobre los diarios, hay un suéter a rayas -roto-, un zapato retorcido como una lengua negra -rígida-, algunas medias. Todo lo demás son huesos. Tibias y fémures, vértebras y cráneos, pelvis, mandíbulas, los dientes, costillas en pedazos. Son las cuatro de la tarde de un jueves de noviembre. Patricia Bernardi está parada en el vano de la puerta. Tiene los ojos grandes, el pelo corto. Toma un fémur lacio y lo apoya sobre su muslo. -Los huesos de mujer son gráciles. Y es verdad: los huesos de mujer son gráciles (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.).

Así se cierra el fragmento inicial, el más breve de los diecinueve que componen El rastro/La voz de los huesos. Con una mujer diciéndole/mostrándole a otra que “los huesos de mujer son gráciles” y con una austera palabra autoral referendándolo: “Y es verdad: los huesos de mujer son gráciles”. Primer testimonio de una crónica-reportaje de la cual se ha destacado su condición “coral” (Moure, 2018MOURE, Clelia. Crónica y poesía: la resistencia de la memoria. In: Congreso Internacional CELEHIS de Literatura, VI. Anales, Mar del Plata: Universidad Nacional de Mar del Plata, p.1565-1571, 2018. Disponíble en: https://fh.mdp.edu.ar/encuentros/index.php/ccelehis/6celehis/paper/view/1816/1228/
https://fh.mdp.edu.ar/encuentros/index.p...
, p. 1567; Bonano, 2020BONANO, Mariana. Las crónicas de Leila Guerriero y las modulaciones de la voz. Mirada, subjetividad y autoficción. Perífrasis, Revista de Literatura, Teoría y Crítica, v. 11, n. 22, p. 100-111, 2000. Disponible en: https://doi.org/10.25025/perifrasis202011.22.06.
https://doi.org/10.25025/perifrasis20201...
, p. 105), ese fragmento inaugural hace escuchar la voz de Patricia (Tati) Bernardi, una de las primeras integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (en adelante, EAAF). A lo largo del texto Guerriero orquestará una multiplicidad de voces que se entrecruzan constantemente y aquí lo hacen por primera vez: las voces de los vivos (que se ramifican y proliferan en las de los numerosos entrevistados); las voces (los rastros) de los muertos (que se dejan oír a través de las anteriores).

El segundo fragmento introduce un relato retrospectivo que remonta al período dictatorial (1976-1983), el secuestro, tortura y desaparición forzada de personas enterradas como NN (no identificadas) y el arribo a Argentina, durante el primer año del retorno a la democracia (1984), de una pequeña delegación de miembros del Programa de Ciencia y Derechos Humanos de la Asociación Americana por el Avance de la Ciencia (Washington DC), invitada por las Abuelas de Plaza de Mayo (dirá Guerriero en su texto), pero asimismo por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), con el propósito de auxiliar a dichos organismos. De ese grupo se destacará la figura de Clyde Snow, antropólogo forense internacionalmente reconocido. Si la máquina estatal dictatorial era una máquina “que tragaba personas y escupía sus huesos” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.), Snow será convocado para dar principio a la tarea inversa: identificar en los huesos, en lo que ellos puedan decir todavía o ayudar a conjeturar a quien sepa leerlos, los rastros de una vida y de su aniquilación.

Durante aquel viaje inicial, que sería el primero de muchos, Snow dicta una conferencia en la ciudad de La Plata sobre ciencias forenses y desaparecidos. Su traductora, “abrumada por la cantidad de términos técnicos, renunció en la mitad. Entonces un hombre rubio, todo carisma, dijo yo puedo: yo sé inglés” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p). Es de esa forma accidental que un joven estudiante de medicina de 26 años de edad, Morris Tidball Binz, se cruza en la vida de Snow y pasa a participar de las primeras exhumaciones que éste realiza a pedido de jueces y familiares de desaparecidos. Cuando la tarea excede a Snow, ya que debe desenterrar siete cuerpos de una única vez, solicita ayuda al Colegio de Graduados de Antropología, sin resultados. Su joven e improvisado intérprete propone una alternativa:

Y fue entonces cuando Morris Tidball Binz dijo: “Yo tengo unos amigos”. Los amigos de Morris eran uno: se llamaba Douglas Cairns, estudiaba antropología en la Universidad de Buenos Aires y esparció el mensaje -“Hay un gringo que busca gente para exhumar restos de desaparecidos”- entre sus compañeros de estudio (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.).

Esa primera llamada tendrá un modesto (y visto retrospectivamente portentoso) efecto multiplicador: en lugar de solo uno, cuatro jóvenes responden al llamado2 2 En la progresión del relato como tiempo de la historia - no en el discurso - el número describe dos trayectorias: la sumatoria o agregadora, que dará cuenta de la genealogía y desarrollo del EAAF y de la incorporación de nuevos integrantes a lo largo de décadas: “A fines de los noventa se unieron otras personas - Miguel Nievas, Sofía Egaña, Mercedes Salado - y, durante mucho tiempo, no fueron más de doce. Pero a principios del nuevo siglo la posibilidad de aplicar la técnica de ADN a los huesos obligó a muchas incorporaciones y ahora son 37” (Guerriero, 2008, s.p.). En la actualidad, de acuerdo con la información que consta en el site oficial, el EAAF cuenta con más de 60 integrantes (https://eaaf.org/). La otra evolución del número multiplica vertiginosamente el cómputo del exterminio: de los siete cuerpos que harán a Snow pedir ayuda en 1984 al arribar a Argentina a los 366 hallados en 1988 al ser convocados “para excavar en el sector 134 del cementerio de Avellaneda, un suburbio de Buenos Aires donde los militares habían enterrado a cientos” y cuando (otra vez el uso expresivo del número) “pocos de ellos [esos primeros jóvenes] tenían más de 22 [años]” (Guerriero, 2008, s.p.). . En la voz de todos ellos, la orquestadora discreta que se deja entrever en las operaciones de selección y montaje de las voces/testimonios, en las intercalaciones y deslizamientos temporales, en el ordenamiento de los fragmentos que van tramando el texto, dará a escuchar el miedo, la sorpresa, la inexperiencia, pero también la curiosidad y apertura de esos jóvenes que ayudarían a torcer el curso de la historia:

-Yo estoy habituada a desenterrar guanacos, no personas -dijo Patricia Bernardi, 27 años, estudiante de antropología, huérfana de padres, empleada en la empresa de transporte de su tío. -A mí los cementerios no me gustan -puede haber dicho Luis Fondebrider, estudiante de primer año de antropología, empleado de una empresa de fumigación de edificios. -Yo nunca hice una exhumación -dijo Mercedes Doretti, estudiante avanzada de antropología, fotógrafa y empleada de una biblioteca circulante. Pero después pensaron que no perdían nada si iban a escuchar, y así fue como a las siete de la tarde del 14 de junio de 1984, Patricia Bernardi, Mercedes Doretti, Luis Fondebrider -y Douglas Cairns- se encontraron con Clyde Snow -y Morris Tidball Binz- en un hotel del centro de Buenos Aires llamado Hotel Continental (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.).

Si me detuve en los dos segmentos iniciales es porque allí despuntan una serie de procedimientos que se tornan recurrentes a lo largo de los diecinueve fragmentos que componen la crónica: la alternancia/contraste entre el adentro y el afuera, ámbitos regidos por temporalidades disonantes no obstante interconectados. Adentro, el tiempo moroso de quien limpia y examina huesos o restos de prendas, los despliega disponiéndolos como quien arma un rompecabezas, suma a ellos testimonios, datos e informaciones documentales, recomienza una y otra vez. De allí que una serie de marcadores de tiempo ‘no funcionen’ o parezcan ser indiferentes en el adentro: “Llueve, pero adentro es seco, tibio. Es martes, pero es igual” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.); “Es Viernes, pero es igual” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.). De allí el contrapunto con lo que ocurre afuera: “Alrededor [de las oficinas del EAAP], vendedores ambulantes, autos, buses, los peatones: la banda de sonido de una ciudad en uno de sus puntos álgidos” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.). Adentro, en esa “especie de archivo con algo de santuario desacralizado y silencio de cementerio”, de acuerdo con la certera caracterización propuesta por García (2018GARCÍA, Laura Rafaela. Un modo de leer los restos del pasado: “La voz de los huesos” de Leila Guerriero. In: CAMPUZANO, Betina; Gutiérrrez, Maria Verónica. Eslabones de la memoria reciente - La crónica urbana latinoamericana. Salta: Universidad Nacional de Salta, 2018. p. 97-106., p. 99), el tiempo iterativo y ritual de la restitución de un nombre, de la entrega de esos restos resignificados y devueltos a sus deudos, del duelo finalmente posible. El recomienzo. Afuera (visto de afuera), el riesgo de la insignificancia o de la indiferencia, el papel en blanco que nada dice, ni afecta. Por eso la narradora entra una y otra vez, por eso mira y muestra, escucha y da a escuchar: para afectar al lector por medio de una escritura sensible y sempre atenta al detalle material.

Llueve, pero adentro es seco, tibio. Es martes, pero es igual. En una de las oficinas del Laboratorio habrá, durante días, un ataúd pequeño. Lo llaman urna. En urnas como ésas devuelven los huesos a sus dueños. -¿Ves? -dice una mujer con rostro de camafeo, una belleza oval-. Esto, la parte interna, se llama hueso esponjoso. Y hueso cortical es la externa. Bajo sus dedos, el esqueleto parece una extraña criatura de mar, al aire sus zonas esponjosas. -Esto es un pedacito de cráneo. En el cráneo, el hueso esponjoso se llama diploe. Cuando termine de reconstruir -de numerar sus partes, sus lesiones, de extender lo que queda de él sobre la mesa- el esqueleto volverá a su caja y esa pequeña paciencia de mujer oval terminará, años después -si hay suerte- con un nombre, un ataúd del tamaño de un fémur y una familia llorando por segunda vez: quizá por última. En el vidrio de una de las ventanas que da a la calle hay un papel pegado: la cuadrícula de una fosa y el dibujo de 16 esqueletos. Al pie de cada uno hay anotaciones: 5 postas más tapón de Itaka, desdentado en maxilar superior, 5 proyectiles. Ninguno tiene nombre, pero sí edad -30 en promedio- y sexo: casi todos hombres. Desde la calle, cualquiera que mire hacia arriba puede ver ese papel pegado a la ventana. Pero lo que se vería desde allí es una hoja en blanco. Y, de todos modos, nadie mira (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.).

Al vaivén entre el adentro y el afuera (que es asimismo un vaivén entre configuraciones temporales) se yuxtapone el ir y venir entre el hoy y el ayer que va trazando la genealogía de una práctica, su paulatina institucionalización (la constitución del EAAF como asociación civil sin fines de lucro), la llegada de algunos fondos, becas y donaciones, la ampliación de las misiones a otras latitudes (Ciudad Juárez, Kosovo, Togo, Sudáfrica, Timor, Paraguay), la introducción en la carrera de medicina de la Universidad de Buenos Aires de la antropología forense como disciplina curricular. Una práctica que, como se sostiene en cierto momento, no poseía antecedentes ni prestigio en el país a comienzos de los años 1980 (“-Nadie entendía lo que hacíamos. ¿Sepultureros especializados, médicos forenses? -dirá Mercedes Doretti” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.)). Y que fue llevada a cabo por esos jóvenes sin experiencia alguna gracias al saber pero sobre todo a la sabiduría de Snow. Por eso se trata también, de cierto modo, de una narrativa de formación: “Yo nunca había estado en un enterratorio, pero con Clyde lo difícil pareció ser un poco más fácil. Él se tiraba con nosotros en la fosa, se ensuciaba con nosotros, fumaba, comía dentro de la fosa. Fue un maestro en momentos difíciles”, dice Patricia Bernardi (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.).

Genealogía de una práctica, relato de aprendizaje, el texto de Guerriero recuenta simultáneamente el processo de constitución um organismo colectivo, de una comunidad que principia aunando cuerpos apavorados (“Como tenían miedo, iban siempre juntos. Y, como iban siempre juntos, empezaron a llamarlos ‘el cardumen’” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.)); o compartiendo pesadillas (“-Todos soñábamos con huesos, esqueletos -dirá Luis Fondebrider- Nada demasiado elaborado. Pero nos contábamos esas cosas entre nosotros” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.)). Y que con el paso del tiempo deviene gestión cooperativa, pues como afirma una de las primeras integrantes del EAAF a propósito de una beca que le fuera otorgada en 2007 por la fundación Mac Arthur, “la beca es personal pero yo no trabajo sola” (Mercedes Doretti). Por eso “Todos los salarios que recibimos por esas misiones internacionales van a un fondo común -dice Luis Fondebrider” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.).

Sin embargo, lo colectivo no acalla la singularidad de cada una las voces reunidas en la crónica, ya que, del mismo modo que los miembros del equipo se lanzan a la tarea de identificar marcas peculiares en fragmentos óseos o restos de vestimenta, Guerriero busca y captura en las palabras de cada integrante del “cardumen” un tic, una mania, un detalle, una anécdota pasada o reciente que condensa, sin ánimo totalizador, una vida singular. De la obsesión por los dientes de Tati Bernardi (“Patricia Bernardi dice que tiene deformaciones profesionales. La más: le mira los dientes a las personas.-No me doy cuenta. Hablo y les miro la dentadura. Porque nosotros siempre andamos buscando cosas en los dientes” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.)), al trauma de la bióloga española Mercedes Salado con los cráneos (“con una sonrisa suave, dirá que tiene un trauma: que no puede meter cráneos dentro de bolsas de plástico, y cerrarlas. -Me da angustia. Es estúpido, pero siento que se ahogan (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.)). De los síntomas de Miguel Nievas, un treintañero que pasa de un trabajo en la Morgue de la ciudad Rosario a una misión en Kosovo poco después de ingresar al EAAF (“porque todo el día relacionado con esto, te termina brotando. Cada uno tiene su forma de brotarse. -¿Y la tuya es...? -La soriasis. Y hace años que no recuerdo un sueño” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.)), a su contrapartida, al efecto benéfico de la entrada en el equipo, dos décadas antes, para Darío Olmo (“Este trabajo me salvó. Yo tomaba bastante, trabajaba caratulando expedientes, no era un buen alumno en la facultad. Esto era lo opuesto a la rutina” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.)). O a la pudorosa y esquiva confesión de Carlos Somigliana sobre el deseo de imaginar un fin para la tarea asumida y sobre sus efectos en la vida privada.

-¿Podrías dejar de hacer este trabajo? -Sí. Yo quiero terminar este trabajo. Para mí es importante creer que puedo prescindir. Este trabajo ha sido muy injusto en términos de otras vidas posibles para muchos de nosotros. -¿Y afectó tu vida privada? -Sí. -¿De qué forma? -Ninguna que se pueda publicar (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.).

Vinculada a esa cuestión, la de las vidas posibles (las fantasmales, las fantaseadas, las postergadas, las sacrificadas), cabe destacar la trama urdida por el texto con diversas figuraciones de una instancia decisiva en el contexto de la lucha por la justicia y la disputa por los sentidos del pasado en la esfera pública argentina: la familia, célula asociada a un fenómeno que Jelín (2002JELÍN, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. Madrid: Siglo XXI, 2002.; 2007JELÍN, Elizabeth. Víctimas, familiares y ciudadanos/as. Cadernos Pagu, v. 27, p. 37-60, 2007.) ha denominado “familismo”, para referirse al papel de los afectados directos del terrorismo de Estado como agentes hegemónicos productores de memoria en las primeras décadas posteriores al retorno a la democracia. Familiares de desaparecidos y detenidos por razones políticas (1976) y, muy especialmente, Madres (1977) y Abuelas (1977) de Plaza de Mayo, politizaron esos roles sin renunciar a sus figuraciones tradicionales ni a los ideologemas constitutivos de la familia nuclear.

El rastro de los huesos no convoca de manera directa las cuestiones planteadas por Jelín, que problematiza las tensiones existentes entre los discursos producidos por los afectados y legitimados desde dicha condición, y las posibilidades de irrupción de otras voces que habiliten a una reflexión sobre el pasado dictatorial desde el lugar de la ciudadanía más que del familismo. Pero la crónica se inscribe en ese horizonte en la medida despliega en varios registros y con diversas funciones el significante de lo familiar, haciéndolo extensivo a los miembros del EAAF. Por ejemplo, al emparentar aquellos jóvenes inexperientes que practican las primeras exhumaciones con los restos que retiran de las fosas, mediante la mención a atributos compartidos (“Ellos aprendieron en los cementerios, desenterrando personas de su edad -vomitando al descubrir que tenían sus mismas zapatillas” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.)), lo cual promueve una identificación de doble mano:

Con poco más de veinte años […] pasaban los fines de semana en cementerios de suburbio, cavando en la boca todavía fresca de las tumbas jóvenes bajo la mirada de los familiares. - La relación con los familiares de los desaparecidos la tuvimos desde el principio - dirá Luis Fondebrider-. Teníamos la edad que tenían sus hijos al momento de desaparecer y nos tenían un cariño muy especial. Y estaba el hecho de que nosotros tocábamos a sus muertos (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.).

O al destacar el tipo de trabajo integral, de punta a punta, que llevan a cabo, estrechando el vínculo con los parientes de las víctimas, tal como expresa Silvana Turner:

En otros ámbitos, esto suele hacerse como un trabajo más técnico. Es impensable que la persona que estudia los restos haya hecho la entrevista con el familiar, haya ido a campo a recuperar los restos, y se encargue de hacer la devolución. Nosotros hemos hecho eso siempre (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.).

A lo largo del texto no son pocas las escenas de restitución balbuceadas, entrevistas o narradas: la del hijo de Juan Gelman (cuyos restos “fueron velados en público. Pero antes su madre, Berta Schubaroff, quiso despedirse a solas [...] en las oficinas del equipo, trece años después de haberlo visto por última vez, al fruto de su vientre lo besó en los huesos”. (GUERRIERO, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.). La de la hermana de Margarita Pinto (de quien “los antropólogos hablan como si la hubieran conocido” (GUERRIERO, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.)). La de “Josecito”, notable tanto debido a la potencia fugazmente vivificadora del gesto materno, como a la implicación afectiva de la integrante del equipo que lo testimonia, Analía Gómez Simonett:

La llevamos [a la madre] donde estaban los restos. Antes de ponerlos en una urna los extendemos, en una mesa como ésas. “Josecito”, decía, y tocaba los huesos. “Ay, Josecito, a él le gusta...”. La forma de tocar el hueso era tan empática. Y de repente dice: “¿Le puedo dar un beso en la frente?” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
https://gatopardo.com/reportajes/el-ras...
, s.p.).

Por otra parte, los lazos familiares también cobran visibilidad al referir la incorporación de nuevas integrantes al EAAF que van sumándose con el paso del tiempo:

Inés Sánchez, Maia Prync y Pablo Gallo trabajan haciendo investigación preliminar: a través de fuentes escritas, orales, diarios, generan hipótesis de identidad para los huesos. Inés Sánchez, apenas más de veinte, es hija de desaparecidos. -Yo llegué al equipo hace dos años, más o menos. Nuestra tarea es hacer hipótesis de identidad […] Selva Varela tiene porte de bailarina, pelo largo, ojos claros, gafas. Está inclinada sobre una de las mesas. En el hueco de la mano, apretado contra el pecho, abraza un cráneo como quien acuna. Tiene treinta años y está en el equipo desde 2003. Sus padres fueron secuestrados por los militares y ella adoptada por compañeros de militancia que, a su vez, fueron secuestrados en 1980. Se crió con vecinos, abuela, una tía y en 1997 llegó al equipo buscando a sus padres. -Después estudié medicina, antropología, y cuando me dijeron que acá faltaba gente, vine y quedé. Pero no estoy acá buscando a mis viejos. Pienso en los familiares de las víctimas (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
https://gatopardo.com/reportajes/el-ras...
, s.p.).

Esa suerte de transferencia del centro de gravedad tanto en términos de acción como de sentido, enunciada en la cita desde una posición especial (y quizás con algo de denegación, ya que se llegó buscando lo que se dice no se estar buscando), parece ser común a los retratados en el texto. Como si la prioridad de los integrantes del equipo, y en cierta medida sus propias existencias, se hubiesen desplazado hacia esos familiares y los huesos de sus deudos. De allí el sentimiento de urgencia que se agudiza a medida que el tiempo transcurre “y que tiene que ver con la sobrevida de la gente a la que le vamos a contar la noticia de la identificación”. Porque “Llegás a una familia para contar que identificaste al familiar y te dicen: “Ah, mi padre se murió hace un año”. Y cuando te empieza a pasar seguido decís: “me tengo que apurar”, sostiene Carlos/Maco Somigliana (GUERRIERO, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
https://gatopardo.com/reportajes/el-ras...
, s.p.). De allí las menciones reiteradas a la errancia y el nomadismo de los miembros del EAAF, a la familias ‘propias’ no formadas o preteridas, aspectos en relación a los cuales el testimonio de la española Mercedes Salado resulta elocuente:

Y es que esto no es un trabajo, sino una forma de vida. Está por encima de tu familia, de tu pareja, por encima de tu perspectiva de tener hijos. Nos hemos olvidado de cumpleaños, de aniversarios de boda, pero no nos hemos olvidado de una cita con un familiar (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
https://gatopardo.com/reportajes/el-ras...
, s.p.)3 3 Cito otro pasaje en la misma dirección, del cuarto fragmento: “En la oficina donde suele trabajar Sofía Egaña cuando está en Buenos Aires —36 años, llegada al equipo en 1999 cuando le propusieron una misión en Timor Oriental y ella dijo sí y se marchó dos años a una isla sin luz ni agua donde el ejército indonesio, en 1991, había matado a 200 mil — hay un escritorio, una computadora [...] En dos días más, Sofía Egaña estará en Ciudad Juárez, donde el equipo trabaja en la identificación de cuerpos de mujeres no identificadas o de identificación dudosa y, hasta entonces, debe resolver algunas cuestiones urgentes: tratar de vender la casa donde vive, quizá pedir un préstamo bancario, quizá mudarse. En un panel de corcho, a sus espaldas, hay una mariposa dibujada y una frase que dice Sofi te quiero con caligrafía de sobrina infantil. Hay, también, una foto tomada durante su estadía en Timor. —Ésos son mis caseros. Ellos me alquilaban la casa donde vivíamos. Cada tanto me llaman, para saber cómo estoy. Como yo no tengo teléfono estable, tienen que llamar a casa de mis padres. Hace más de once años que estoy viajando. No tengo placard. Tengo dos maletas. Pero cuando se junta el hueso con la historia, todo cobra sentido” (Guerriero, 2008, s.p.). .

De allí las maternidades de excepción, algo que la palabra de la cronista nota:

Ella [Mercedes Doretti] fue la primera mujer miembro del equipo en ser madre, un año atrás. La segunda fue Anahí Ginarte, que vive en la ciudad de Córdoba desde 2003, cuando viajó allí para trabajar en la fosa común del cementerio de San Vicente, un círculo de infierno con cientos de cadáveres, y conoció al hombre que les alquilaba la pala mecánica para remover la tierra, se enamoró, tuvo una hija. -Es mucha adrenalina, muy romántico, pero también es ver la vida de los otros y no tener una vida propia -dice Anahí Ginarte-. Yo estuve un año sin pasar un mes entero en Buenos Aires. Tenía un departamento donde no había nada, ni una planta, cerraba con llave y me iba. Pero decidí parar. Salvo ellas dos -Mercedes, Anahí- ninguna de las mujeres que llevan años en el equipo tiene hijos (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
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, s.p.).

Leída y escuchada bajo el signo del tiempo de la historia narrada, más que del discurso que la narra, la crónica de Guerriero parece reportar a un tiempo marcado por el familismo de los organismos que le dieron cuerpo a la lucha por la verdad, la justicia y la memoria durante las primeras décadas posdictatoriales, y con respecto a los cuales los integrantes del EAAF parecen ocupar a menudo una posición cercana a la filial. Leída y escuchada bajo el signo de ese tiempo, la crónica de Guerriero parece reportar a un tiempo en el que la flexión de género es todavía secundaria con respecto al género de los huesos y también de quienes los exhuman, no obstante la presencia mayoritaria de mujeres en cada uno de los fragmentos/escenas del texto. No faltaba demasiado, sin embargo, para que otras configuraciones y voces se hiciesen escuchar4 4 En el ámbito de las organizaciones civiles, en 1995 se constituye otro organismo, Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S), varias de cuyas integrantes producirán, a partir de mediados de los años 2000, diversas manifestaciones artísticas (películas, videoinstalaciones, biodramas, blogs, columnas periodísticas, libros impresos), que implicarán una serie de desplazamientos con respecto a los discursos sobre el pasado, los formatos testimoniales, sus tonos y procedimientos, bien como con respecto a la representación de los vínculos familiares, la posición filial y las problemáticas de género. Esa especie de tercera instancia en relación a los dos momentos/inflexiones abordados en este artículo será objeto de otro trabajo más extenso, actualmente en desarrollo, que supone el examen de dos obras en especial: Aparecida (2015) de Marta Dillon, sobre el hallazgo, identificación y sepultura de los restos óseos de su madre, Marta Taboada, y Oración. Carta a Vicki y otras elegías políticas (2018) de María Moreno, quien en las secciones El legado del deseo (p. 177-180), Política capilar (p. 181-198), El juego de las diferencias (p. 199-205), Hijas en red (p. 209-216) y Huesos (donde aborda la trayectoria de Dillon con énfasis en Desaparecida, p. 217-223), relee en el sentido fuerte de esa palabra dichas producciones, motivo por el cual afirma el propósito de “conjugar a los hijos con puntitos en femenino (H.I.J.A.S)” (Moreno, 2018, p. 178). .

II

En 2014, la escritora Selva Almada publica Chicas muertas, mixto de crónica íntima e investigación sobre los asesinatos de tres adolescentes ocurridos a mediados de la década de 1980, cuando aún se ignoraba, como sostiene la autora, el término femicidio. Tres crímenes no resueltos, como tantos, en el presente de la escritura y también después.

El libro comienza con un recuerdo doméstico:

La mañana del 16 de noviembre de 1986 estaba limpia, sin una nube, en Villa Elisa, el pueblo donde nací y me crié, en el centro y al oeste de la provincial de Entre Rìos. Era domingo y mi padre hacía el asado en el fondo de la casa. Todavía no teníamos churrasquera, pero se las arreglaba bien con una chapa en el suelo […] Cerca de la parrilla, acomodada entre las ramas de la morera, una radio portátil, a pilas, clavada siempre en LT26 Radio Nuevo Mundo. Pasaban canciones folclóricas y a cada una hora un rotativo de noticias […] Fuera de algún accidente en la ruta siempre algún muchacho saliendo de un baile, los fines de semana pasaba poco y nada. […] Esa madrugada me había despertado el ventarrón que hacía temblar el techo de la casa. Me había estirado en la cama y había tocado algo que hizo que me sentara de golpe, con el corazón en la boca. El colchón estaba húmedo y unas formas babosas y tibias se movieron contra mis piernas. Con la cabeza todavía abombada, tardé unos segundos en componer la escena: mi gata había parido otra vez a los pies de la cama […] Cuando me desperté solamente mi padre estaba levantado. Mi madre y mis hermanos seguían durmiendo. La gata y sus crías no estaban en la cama […] Salí al patio y le conté a mi padre que la gata había parido pero que ahora no la encontraba ni a ella ni a sus cachorros. Estaba sentado a la sombra de la morera, alejado de la parrilla pero cerca como para vigilar el asado. En el piso tenia el vaso de acero inoxidable que siempre usaba, con vino y hielo […] Entonces dieron la noticia por la radio. No estaba prestando atención, sin embargo la oí tan claramente. Esa misma madrugada en San José, un pueblo a 20 kilómetros, habían asesinado a una adolescente, en su cama, mientras dormía. […] Yo tenia trece años y esa mañana, la noticia de la chica muerta, me llegó como una revelación […] En los días siguientes supe más detalles. La chica se llamaba Andrea Danne, tenia diecinueve años, era rubia, linda, de ojos claros, estaba de novia y estudiaba el profesorado de psicología. La asesinaron de una puñalada en el corazón. Durante más de veinte años Andrea estuvo cerca. Volvía cada tanto con la noticia de otra mujer muerta […] Un verano, pasando unos días en el Chaco, al noreste del país, me topé con un recuadro en un diario local. El título decía: A veinticinco años del crimen de María Luisa Quevedo. Una chica de quince años asesinada el 8 de diciembre de 1983, en la ciudad de Presidente Roque Sáenz Peña. María Luisa había estado desaparecida por unos días y, finalmente, su cuerpo violado y estrangulado había aparecido en un baldío, en las afueras de la ciudad. Nadie fue procesado por este asesinato. Al poco tiempo también tuve noticia de Sarita Mundín, una muchacha de veinte años, desaparecida el 12 de marzo de 1988, cuyos restos aparecieron el 29 de diciembrre de ese año, a orillas del río Tcalamochita, en la ciudad e Villa Nueva, en la provincial de Córdoba. Otro caso sin resolver. Tres adolescentes de provincia asesinadas en los años ochenta, tres muertes impunes ocurridas cuando todavía, en nuestro país, desconocíamos el término femicidio (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 13-18).

Cité de forma entrecortada ese extenso pasaje de la primera sección de un total de once, más um epílogo, que componen el libro, porque permite situar los asesinatos de las tres jóvenes alrededor de los cuales orbita la investigación de Almada y al mismo tiempo captar el tono subjetivo de su escritura, no obstante esa escritura de sí esté permeada del comienzo al fin por un ‘nosotras.

El espacio: pequenas ciudades del interior argentino, pobres o empobrecidas - como Villa Elisa, donde nació y creció Selva Almada. Pueblos tan pobres como las chicas: María Luisa, quince años de edad, “pero parecia de doce” (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 24), empleada doméstica. Sarita, veinte años, un hijo de cuatro, una hermana de catorce embarazada, una madre enferma y sin recursos, una relación abusiva con un hombre bastante mayor que ella, Dady Olivera - Almada dará a ver por medio de la historia de esas hermanas y, otra vez, de un recuerdo personal referido a un tío suyo, el rastro de la prostitución como medio de sobrevivencia naturalizado en esas pequeñas localidades. Andrea, diecinueve años, estudiante - como Almada, que rememorará a lo largo del relato episodios de su época de facultad en los que coexisten la abertura de perspectivas y las nuevas experiencias con circunstancias de acoso o de riesgo inminente. Ese vaivén entre las chicas y el yo principia evocando el sobresalto de uma Almada adolescente, motivado por la gata pariendo al pié de la cama, los flujos sanguinolentos, las formas babosas y tíbias de la cría moviéndose entre sus piernas. Pero la narradora despierta, mientras que Andrea, la chica muerta geográficamente más próxima, no.

El tiempo: también él escandido por la vida/muerte de esas jóvenes, también él principiando por Andrea. No en el orden cronológico de la historia sino en el calendario que marca la propia vida. La noticia de la chica muerta que provoca una “revelación”: “Yo tenia trece años y esa mañana, la noticia de la chica muerta, me llegó como una revelación. Mi casa, la casa de cualquier adolescente, no era el lugar más seguro del mundo. Adentro de tu casa podían matarte. El horror podia vivir bajo el mismo techo que vos” (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 17). Lo familiar (lo heimlich), a lo largo del texto, estará asombrado permanentemente por lo unheimlich, por las variadas formas de violencia propias de la domesticidad y del modus vivendi de esos pequeños pueblos o ciudades interioranas: padres, primos, tíos, hermanos, novios, amantes, vecinos, protagonizan tanto la investigaciones llevadas a cabo por medio de entrevistas, como los flashes de recuerdos íntimos que dialogan con ellas5 5 Aunque no es el objeto del presente trabajo examinar la mirada crítica de una serie de lugares comunes asociados a la representación de lo rural en la tradición literaria argentina, remito al lector interesado al trabajo de Luis Mosse (2020) “La desmitificación del interior en la literatura argentina contemporánea. Reflexiones en torno a lo rural desde la intersección entre género y clase “en el cual se examinan tres textos: Distancia de rescate (Schweblin, 2014), El viento que arrasa (Almada, 2012) y Chicas muertas (Almada, 2014). A los dos títulos de Almada analisados por Mosse ciertamente podría sumarse otro de su autoria: El desapego es una manera de querernos, de 2015. .

Ya en el orden cronológico de la historia, esas tres muertes, todas ocurridas “en los años ochenta” y en lugares distantes de la capital del país, sucedieron, la primera de ellas, la de María Luisa, en algún momento entre su desaparición el 8 de diciembre de 1983 y el domingo 11 de diciembre, cuando el cuerpo es encontrado en un baldío (“La habían ahorcado con el mismo cinto de cuero que se había puesto la mañana que salió de su casa al trabajo” (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 26)). Ese mismo domingo, “en Buenos Aires, a 1107 kilómetros, a esa hora recién se apagaban los ecos de las fiestas populares por la asunsión de Raúl Alfonsín, el primer presidente constitucional de los argentinos después de siete años de dictadura” (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 26). Mientras tanto, en Sáenz Peña, la gente había estado pegada a la televisión acompanhando los actos y festejos transmitidos por cadena nacional. Al anochecer, también allí la gente se había dirigido a la plaza central para festejar.“Mientras todos celebraban, los Quevedo seguían buscando a María Luisa” (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 27). Diciembre de 1983. Alfonsín asumía la presidencia. alfonsina, primer periódico de mujeres concebido por María Moreno, nacía6 6 El primer número del periódico alfonsina, importante en la trayectoria periódístico-literaria de Moreno, así como respecto a las discusiones sobre género y las plurales modulaciones de la lucha feminista en la Argentina de esos años, se distribuye en los quioscos el 15 de diciembre de 1983. Hasta junio de 1984, cuando deja de ser editado, son publicados un total de once números. Sobre la iniciativa puede consultarse artículo de Tania Diz (2011) “Tensiones, genealogías y feminismos en los 80: Un acercamiento a alfonsina, primer periódico para mujeres”. . Por esos mismos días, María Luisa, moría. La muerte de Andrea ocurre un par de años después, la madrugada del 16 de noviembre de 1986. La de Sarita en algún momento indefinido entre el último día en que fuera vista con vida, el 12 de marzo de 1988, y finales de diciembre, cuando “el tambero Ubaldo Pérez encontro restos de un esqueleto humano, enganchados en las ramas de un árbol, a orillas del río Tcalamuchita” (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 28).

Años ochenta: años de aprendizaje de “Antropólogos”, como pasará a ser llamado el “cardumen” con el tiempo. Años de exhumaciones en fosas comunes con docenas o centenas de osadas. Años de reconocimiento colectivo, nunca desprovisto de conflitos, de avances y retrocesos, del terrorismo de Estado y los crímenes cometidos contra los derechos humanos. Sin embargo, el sexismo y la violência de género tributários de la dominación patriarcal aún parecían quedar restritos por esos años al marco estrecho de lo individual o a los lugares discriminatorios y sensacionalistas de expresiones tales como “crimen pasional”, como sostiene Falbo (2017FALBO, Graciela. Discípulas de Walsh. Revista Anfibia, 24/07/2017. Disponible en: Disponible en: https://www.revistaanfibia.com/discipulas-de-walsh/ . Acceso em: 15 Mayo 2023.
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, s.p.) al revisar la producción de algunas mujeres escritoras o periodistas escritoras de comienzos del siglo XXI que considera “discípulas de Walsh” (título del artículo de su autoría), y cuya producción transita por el doble carril de los derechos humanos y la violencia de género. En la penúltima sección de Chicas muertas, refiriéndose a la muerte de María Luisa, esa postergación y diferencia de tratamento se torna explícita:

La muerte violenta de una persona joven, en una comunidad pequeña, siempre es una conmoción. La noticia del crimen de María Luisa Quevedo estuvo tratada, casi desde el principio, con pluma novelesca por la prensa local. Tardó un par de días en aparecer, en un recuadro chiquito de el diário Norte, el más importante de la provincia de Chaco. Titulada: Misteriosa muerte de uma menor, compartía sitio con otra: Menor buscado. Al principio, el llamado Caso Quevedo, debió competir con los temas que ocupaban la agenda del flamante gobierno democrático y el interés de los ciudadanos: la apropiación ilegal de bebés y niños de la ditadura, el hallazgo de cadáveres no identificados en el cementerio de Sáenz Peña, las primeras citaciones a jerarcas militares para que declarasen en causas de secuestros y desapariciones durante el período 1976-1982. Pero rapidamente ganó espacio y protagonismo, transformándose en la serie de horror y misterio del verano chaqueño de 1984. Un relato de intrigas, sospechas, pistas falsas y falso testimonio que la gente seguía por los diarios y la radio como si fuera un culebrón o un folletín por entregas” (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 151-152).

De hecho, el universo interiorano, doméstico y a primera vista ‘poco politizado’ de Chicas muertas busca restituir espacios faltantes en el mapa, piezas ausentes en el rompecabezas, se orienta a desvelar el carácter estructural de esa otra violencia, la de género, repolitizándola y legitimando su inclusión en el ámbito rediseñado y expandido de de los derechos humanos; pleitea para ella un lugar en la escucha social, en la memoria colectiva, en la agenda pública. De allí la posibilidad de leer ciertas continuidades y discontinuidades con respecto al texto anterior. Por ejemplo, en lo que atañe al proceso de identificación con las víctimas, que aquí se acentúa debido al giro marcadamente subjetivo asumido por el relato. En contraste con la ‘neutralidad’ de la orquestadora que registra ese proceso en las palabras proferidas por los entrevistados del EAAF, el constante ir y venir entre las historias de las chicas investigadas y la propia, las referencias a situaciones de peligro comunes, van delineando una autofiguración que guarda puntos de contacto con la figura del sobreviviente, como sostiene Cabral (2018CABRAL, María Celeste. Chicas muertasde Selva Almada. Nuevas formas de la memoria sobre el femicidio en la narrativa argentina. Revista Orbis Tertius, v. 23, n. 28, e094, 2018. Disponible en:https://doi.org/10.24215/18517811e094.
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, p. 4), e instaura el deber testimoniar al mismo tempo que señala su imposibilidad e incompletud, concebidas en los términos planteados por Agamben (2000AGAMBEN, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo sacer III. Valencia: Pre-textos, 2000.). Porque, en efecto, "Almada reconstruye su propia historia como sobreviviente al afirmar que el libro “comenzó a escribirse en 1986, cuando la chica muerta [Andrea] se cruzó en mi camino” (Cabral, 2018CABRAL, María Celeste. Chicas muertasde Selva Almada. Nuevas formas de la memoria sobre el femicidio en la narrativa argentina. Revista Orbis Tertius, v. 23, n. 28, e094, 2018. Disponible en:https://doi.org/10.24215/18517811e094.
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, p. 4) y agregar: “Ahora tengo cuarenta años y, a diferencia de ella y de las miles de mujeres asesinadas en nuestro país desde entonces, sigo viva. Sólo una cuestión de suerte” (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p.182). Una suerte no compartida por muchas, que la autora invoca nominalmente en el epílogo, mediante el listado de los femicidios cometidos en un pasado cercano al presente puesto en escena por la escritura:

Hace un mes que comenzó el año. Al menos diez mujeres fueron asesinadas por ser mujeres. Digo al menos porque estos son los nombres que salieron en los diarios, las que fueron noticia. Mariela Bustos asesinada de 22 puñaladas en Las Caleras, Córdoba. María Soledad Da Silva, a golpes y arrojada a un pozo, en Nemesio Parma, Misiones. Zulma Brochero, de un puntazo en la frente, y Arnulfa Ríos, de un disparo, ambas en Río Segundo, Córdoba. Paola Tomé, estrangulada, en Junín [...] (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 181).

Una serie que dialoga con otra situada al comienzo del libro y que enlaza la memoria de Andrea con la de tantas otras chicas muertas:

Durante más de veinte años Andrea estuvo cerca. Volvía cada tanto con la noticia de otra mujer muerta. Los nombres que, a cuentagotas, llegaban a la primera plana de los diarios de circulación nacional se iban sumando: María Soledad Morales, Gladys Mc Donald, Elena Arreche, Adriana y Cecilia Barreda, Liliana Tallarico [...] (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 17).

Por otro lado, también en el caso de Chicas muertas cabría pensar en la puesta en escena fragmentaria de una narrativa de formación asociada, en este caso, a las figuras femeninas. Porque paralelamente a la serie de los padres, primos, tíos, hermanos, novios, amantes o vecinos que desfilan por el libro corre otra serie en la que madres, tías, hermanas, primas, vecinas o amigas, a partir de un sinnúmero de historias moldadas por el rumor, van dando forma uma “pedagogia clandestina” (Cabral, 2018CABRAL, María Celeste. Chicas muertasde Selva Almada. Nuevas formas de la memoria sobre el femicidio en la narrativa argentina. Revista Orbis Tertius, v. 23, n. 28, e094, 2018. Disponible en:https://doi.org/10.24215/18517811e094.
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, p. 6) destinada tanto a evidenciar la violência como a transmitir estratégias de protección y cuidado. Si en ambos textos se pone en juego la construcción y transmisión de saberes que en el espacio-tiempo inaugural de esas historias no poseen reconocimiento ni legitimidad, la sistematización de las prácticas llevadas a cabo por “Antropólogos”, los vínculos de éstas con discursos de cuño científico, la institucionalidad y el reconocimiento progresivos de su quehacer distan mucho de las prácticas socialmente depreciadas de las que se nutre el aprendizaje/saber de esas mujeres7 7 Recuperando las consideraciones de Nora Catelli acerca del rumor, Celeste Cabral en el artículo mencionado sostiene que la crítica argentina: “ubica en el uso del “rumor” el origen del psicoanálisis y de la literatura moderna, explica que, en su etimología, la palabra “chisme” tiene dos significados. Designa tanto la idea de cisma, división y conspiración de un sector de una comunidad contra el otro, como la idea del fragmento roto que se ha desprendido de una cosa, lo ínfimo, lo menor. La escritora explica que el “chisme” es considerado por algunos autores como una “antitaxonomía, una acumulación de informaciones no clasificables” que conforman no sólo “un saber caótico e incompleto, sino, históricamente, un arte precioso y devaluado, inmemorialmente asociado, en el pensamiento occidental, a sirvientes, homosexuales y mujeres” (2007, p. 79). Así el rumor o chisme en Chicas muertas de Selva Almada no es únicamente información falsa para el regodeo de entrometidos, sino que constituye también una forma de resistencia de las mujeres que procura pasar inadvertida [...] Ocultándose en el caos aparente de su forma, el rumor y la habladuría transmiten un saber como una pedagogía clandestina.[...] El testimonio subterráneo de los femicidios circula allí donde nadie lo nota: en los márgenes, la memoria de las muertas se camufla en nuevas formas para ser transmitida y el relato se detiene en lo minúsculo de la violencia señalando el peligro” (Cabral, 2018, p. 6). .

Desde esa perspectiva, cabe destacar un recurso atípico que se incorpora a la dimensión investigativa del libro, constituido por numerosas entrevistas a personas allegadas a las víctimas, consultas de legajos judiciales y periódicos de la época en que ocurrieron los crímenes e incursiones al lugar de los hechos, aspectos que han habilitado la lectura de Chicas muertas en el marco de la tradición Walshiana (Falbo, 2017FALBO, Graciela. Discípulas de Walsh. Revista Anfibia, 24/07/2017. Disponible en: Disponible en: https://www.revistaanfibia.com/discipulas-de-walsh/ . Acceso em: 15 Mayo 2023.
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; Cabral, 2018CABRAL, María Celeste. Chicas muertasde Selva Almada. Nuevas formas de la memoria sobre el femicidio en la narrativa argentina. Revista Orbis Tertius, v. 23, n. 28, e094, 2018. Disponible en:https://doi.org/10.24215/18517811e094.
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; García, 2018GARCÍA, Laura Rafaela. Un modo de leer los restos del pasado: “La voz de los huesos” de Leila Guerriero. In: CAMPUZANO, Betina; Gutiérrrez, Maria Verónica. Eslabones de la memoria reciente - La crónica urbana latinoamericana. Salta: Universidad Nacional de Salta, 2018. p. 97-106.; Amado, 2019AMADO, Abril. Discursos alternativos: ¿disidentes o coincidentes? El rol del discurso esotérico en Chicas Muertas de Selva Almada. Revista Luthor, v. 40, n. 9, p. 37-46, 2019. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/9056156.pdf.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/art...
). Junto al régimen de verdad y tratamiento de las fuentes propios de la no ficción y el testimonio, el texto incluye “elementos díscolos”, como los denomina Cabral (2018CABRAL, María Celeste. Chicas muertasde Selva Almada. Nuevas formas de la memoria sobre el femicidio en la narrativa argentina. Revista Orbis Tertius, v. 23, n. 28, e094, 2018. Disponible en:https://doi.org/10.24215/18517811e094.
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, p. 5). Se trata de prácticas alternativas asociadas a la cultura popular, a las cuales recurren primeramente los Quevedo y el novio de Andrea Danne, quienes consultan varias videntes en busca de respuesta ante la inoperancia del aparato estatal, y luego la narradora/investigadora, que mantendrá varios encuentros con “la Señora”, una tarotista a la que llega por recomendación de sus amigos, en un intento de comunicarse con las víctimas y acceder a datos del pasado de éstas (entre esos episodios, el sujeto de la escritura intercala otra vez una serie de recuerdos íntimos: el curandero del pueblo al que solía ir de niña con la abuela, las habladurías y el temor que acompañaban la periódica aparición de las gitanas).

En la primera entrevista, “la Señora” le pregunta a su interlocutora si conoce la leyenda de la Huesera. Ante la respuesta negativa, cuenta la historia de esa “vieja que vive en algún escondite del alma” y cuya tarea “consiste en recoger huesos”, reuniendo “todo lo que corre riesgo de perderse” (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 50). Sorteando todo tipo de obstáculos para encontrarlos, la Huesera retorna diariamente a su choza cargando una cantidad de huesos de animales con los que arma un esqueleto y luego entona una canción. A medida que canta la criatura cobra vida y deviene una mujer que corre libre rumbo al horizonte. “Tal vez sea esa tu misión: juntar los huesos de las chicas, armarlas, darles voz y después dejarlas correr libremente hacia donde sea que tengan que ir” (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 50), afirma la Señora.

Un último detalle digno de mención refuerza el entramado entre los textos que vengo comentando. Nueve meses después del descubrimiento de la osada de Sarita, el test de DNA, tal vez (no cuesta demasiado imaginar) hecho por medio de “Antropólogos”, comprueba que esos huesos no son suyos. Una desaparecida más, Sarita, cuya madre habría recibido años más tarde “un llamado misterioso” diciendo que la hija había sido vendida a una red de trata y “estaba en un prostíbulo de Valladolid” (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014., p. 127), creencia a la cual la madre se aferra, pero de la cual su hermana descree. En el tarot de la Señora, la única de las chicas que no comparece en ninguna de las sesiones es Sarita, la desaparecida.

Semejante y distinto al trabajo de “Antropólogos” retratado en El rastro/La voz de los huesos, el de la narradora de Chicas muertas busca dar voz a quienes no la tenían y hacerlas ingresar ingresar tanto la memoria colectiva como en la agenda común, ensanchando el espectro de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.8 8 En 2012, la antropóloga Rita Segato, nombre insoslayable en la reflexión sobre violencia de género, proponía una tipificación que permitiese al mismo tiempo aunar criterios en el ámbito de la lucha feminista y llevar en cuenta las consecuencias jurídicas de esas categorías teniendo en mente su imprescriptibilidad, en “Femigenocidio y feminicidio: una propuesta de tipificación”.

Chicas muertas se publica en 2014. En 2015 el colectivo Ni una menos irrumpe en el espacio público argentino expandiéndose rápidamente por América Latina y el resto del mundo. Al año siguiente en una de sus convocatorias públicas asume la consigna “Vivas nos queremos”, lema en el que resuena el reclamo de las Madres de Plaza de Mayo, cuatro décadas antes, por la aparición con vida de sus hijos e hijas: “Vivos se los llevaron. Vivos los queremos. Continuidad y discontinuidad, analogía y transformación pautan la relación con El rastro de los huesos.

Referencias

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  • SEGATO, Rita. Femigenocidio y feminicidio: una propuesta de tipificación. Revista Herramienta, v. 49, 2012. Disponible en: http://repositorio.ciem.ucr.ac.cr/jspui/bitstream/123456789/151/1/RCIEM132.pdf.
    » http://repositorio.ciem.ucr.ac.cr/jspui/bitstream/123456789/151/1/RCIEM132.pdf.
  • 1
    Todas las notas corresponden a la versión publicada en la revista “Gatopardo”, disponible en el site oficial de educación del Gobierno Argentino: http://www.educacion.gob.ar
  • 2
    En la progresión del relato como tiempo de la historia - no en el discurso - el número describe dos trayectorias: la sumatoria o agregadora, que dará cuenta de la genealogía y desarrollo del EAAF y de la incorporación de nuevos integrantes a lo largo de décadas: “A fines de los noventa se unieron otras personas - Miguel Nievas, Sofía Egaña, Mercedes Salado - y, durante mucho tiempo, no fueron más de doce. Pero a principios del nuevo siglo la posibilidad de aplicar la técnica de ADN a los huesos obligó a muchas incorporaciones y ahora son 37” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
    https://gatopardo.com/reportajes/el-ras...
    , s.p.). En la actualidad, de acuerdo con la información que consta en el site oficial, el EAAF cuenta con más de 60 integrantes (https://eaaf.org/). La otra evolución del número multiplica vertiginosamente el cómputo del exterminio: de los siete cuerpos que harán a Snow pedir ayuda en 1984 al arribar a Argentina a los 366 hallados en 1988 al ser convocados “para excavar en el sector 134 del cementerio de Avellaneda, un suburbio de Buenos Aires donde los militares habían enterrado a cientos” y cuando (otra vez el uso expresivo del número) “pocos de ellos [esos primeros jóvenes] tenían más de 22 [años]” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
    https://gatopardo.com/reportajes/el-ras...
    , s.p.).
  • 3
    Cito otro pasaje en la misma dirección, del cuarto fragmento: “En la oficina donde suele trabajar Sofía Egaña cuando está en Buenos Aires —36 años, llegada al equipo en 1999 cuando le propusieron una misión en Timor Oriental y ella dijo sí y se marchó dos años a una isla sin luz ni agua donde el ejército indonesio, en 1991, había matado a 200 mil — hay un escritorio, una computadora [...] En dos días más, Sofía Egaña estará en Ciudad Juárez, donde el equipo trabaja en la identificación de cuerpos de mujeres no identificadas o de identificación dudosa y, hasta entonces, debe resolver algunas cuestiones urgentes: tratar de vender la casa donde vive, quizá pedir un préstamo bancario, quizá mudarse. En un panel de corcho, a sus espaldas, hay una mariposa dibujada y una frase que dice Sofi te quiero con caligrafía de sobrina infantil. Hay, también, una foto tomada durante su estadía en Timor. —Ésos son mis caseros. Ellos me alquilaban la casa donde vivíamos. Cada tanto me llaman, para saber cómo estoy. Como yo no tengo teléfono estable, tienen que llamar a casa de mis padres. Hace más de once años que estoy viajando. No tengo placard. Tengo dos maletas. Pero cuando se junta el hueso con la historia, todo cobra sentido” (Guerriero, 2008GUERRIERO, Leila. El rastro de los huesos. Gatopardo, México, n. 88, 2008. Disponible en: https://gatopardo.com/reportajes/el-rastro-de-la-dictadura-argentina-en-los-huesos/.
    https://gatopardo.com/reportajes/el-ras...
    , s.p.).
  • 4
    En el ámbito de las organizaciones civiles, en 1995 se constituye otro organismo, Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S), varias de cuyas integrantes producirán, a partir de mediados de los años 2000, diversas manifestaciones artísticas (películas, videoinstalaciones, biodramas, blogs, columnas periodísticas, libros impresos), que implicarán una serie de desplazamientos con respecto a los discursos sobre el pasado, los formatos testimoniales, sus tonos y procedimientos, bien como con respecto a la representación de los vínculos familiares, la posición filial y las problemáticas de género. Esa especie de tercera instancia en relación a los dos momentos/inflexiones abordados en este artículo será objeto de otro trabajo más extenso, actualmente en desarrollo, que supone el examen de dos obras en especial: Aparecida (2015) de Marta DillonDILLON, Marta. Desaparecida. Buenos Aires: Sudamericana, 2015., sobre el hallazgo, identificación y sepultura de los restos óseos de su madre, Marta Taboada, y Oración. Carta a Vicki y otras elegías políticas (2018MORENO, María. Oración. Carta a Viki y otras elegías políticas. Buenos Aires: Random House, 2018.) de María Moreno, quien en las secciones El legado del deseo (p. 177-180), Política capilar (p. 181-198), El juego de las diferencias (p. 199-205), Hijas en red (p. 209-216) y Huesos (donde aborda la trayectoria de Dillon con énfasis en Desaparecida, p. 217-223), relee en el sentido fuerte de esa palabra dichas producciones, motivo por el cual afirma el propósito de “conjugar a los hijos con puntitos en femenino (H.I.J.A.S)” (Moreno, 2018MORENO, María. Oración. Carta a Viki y otras elegías políticas. Buenos Aires: Random House, 2018., p. 178).
  • 5
    Aunque no es el objeto del presente trabajo examinar la mirada crítica de una serie de lugares comunes asociados a la representación de lo rural en la tradición literaria argentina, remito al lector interesado al trabajo de Luis Mosse (2020MOSSE, Luis. La desmistificación del interior en la literatura argentina contemporánea. Reflexiones en torno a lo rural desde la intersección entre género y clase. Prácticas de Oficio. Investigación y Reflexión en Ciencias Sociales, Buenos Aires, v. 1, n 24, p. 31-44, 2020. Disponíble en: https://revistas.ungs.edu.ar/index.php/po/article/view/5/
    https://revistas.ungs.edu.ar/index.php/p...
    ) “La desmitificación del interior en la literatura argentina contemporánea. Reflexiones en torno a lo rural desde la intersección entre género y clase “en el cual se examinan tres textos: Distancia de rescate (Schweblin, 2014), El viento que arrasa (Almada, 2012) y Chicas muertas (Almada, 2014ALMADA, Selva. Chicas muertas. Buenos Aires: Literatura Random House, 2014.). A los dos títulos de Almada analisados por Mosse ciertamente podría sumarse otro de su autoria: El desapego es una manera de querernos, de 2015.
  • 6
    El primer número del periódico alfonsina, importante en la trayectoria periódístico-literaria de Moreno, así como respecto a las discusiones sobre género y las plurales modulaciones de la lucha feminista en la Argentina de esos años, se distribuye en los quioscos el 15 de diciembre de 1983. Hasta junio de 1984, cuando deja de ser editado, son publicados un total de once números. Sobre la iniciativa puede consultarse artículo de Tania Diz (2011DIZ, Tania. Tensiones, genealogías y feminismos en los 80: Un acercamiento a alfonsina, primer periódico para mujeres.Mora, Buenos Aires, v. 17, n. 2, 2011. Disponible en: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1853-001X2011000200004&lng=es&nrm=iso.
    http://www.scielo.org.ar/scielo.php?scri...
    ) “Tensiones, genealogías y feminismos en los 80: Un acercamiento a alfonsina, primer periódico para mujeres”.
  • 7
    Recuperando las consideraciones de Nora Catelli acerca del rumor, Celeste Cabral en el artículo mencionado sostiene que la crítica argentina: “ubica en el uso del “rumor” el origen del psicoanálisis y de la literatura moderna, explica que, en su etimología, la palabra “chisme” tiene dos significados. Designa tanto la idea de cisma, división y conspiración de un sector de una comunidad contra el otro, como la idea del fragmento roto que se ha desprendido de una cosa, lo ínfimo, lo menor. La escritora explica que el “chisme” es considerado por algunos autores como una “antitaxonomía, una acumulación de informaciones no clasificables” que conforman no sólo “un saber caótico e incompleto, sino, históricamente, un arte precioso y devaluado, inmemorialmente asociado, en el pensamiento occidental, a sirvientes, homosexuales y mujeres” (2007, p. 79). Así el rumor o chisme en Chicas muertas de Selva Almada no es únicamente información falsa para el regodeo de entrometidos, sino que constituye también una forma de resistencia de las mujeres que procura pasar inadvertida [...] Ocultándose en el caos aparente de su forma, el rumor y la habladuría transmiten un saber como una pedagogía clandestina.[...] El testimonio subterráneo de los femicidios circula allí donde nadie lo nota: en los márgenes, la memoria de las muertas se camufla en nuevas formas para ser transmitida y el relato se detiene en lo minúsculo de la violencia señalando el peligro” (Cabral, 2018CABRAL, María Celeste. Chicas muertasde Selva Almada. Nuevas formas de la memoria sobre el femicidio en la narrativa argentina. Revista Orbis Tertius, v. 23, n. 28, e094, 2018. Disponible en:https://doi.org/10.24215/18517811e094.
    https://doi.org/10.24215/18517811e094...
    , p. 6).
  • 8
    En 2012, la antropóloga Rita SegatoSEGATO, Rita. Femigenocidio y feminicidio: una propuesta de tipificación. Revista Herramienta, v. 49, 2012. Disponible en: http://repositorio.ciem.ucr.ac.cr/jspui/bitstream/123456789/151/1/RCIEM132.pdf.
    http://repositorio.ciem.ucr.ac.cr/jspui/...
    , nombre insoslayable en la reflexión sobre violencia de género, proponía una tipificación que permitiese al mismo tiempo aunar criterios en el ámbito de la lucha feminista y llevar en cuenta las consecuencias jurídicas de esas categorías teniendo en mente su imprescriptibilidad, en “Femigenocidio y feminicidio: una propuesta de tipificación”.

Editado por

Editor-chefe dos Estudos de Literatura:

Silvio Renato Jorge

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    18 Mar 2024
  • Fecha del número
    2024

Histórico

  • Recibido
    01 Mayo 2023
  • Acepto
    19 Nov 2023
Programas de Pós-Graduação em Letras da Universidade Federal Fluminense (UFF) Rua Professor Marcos Waldemar de Freitas Reis, s/n, Bloco C - sala 518, CEP 24210-201 - Niterói, Rio de Janeiro, Brasil., Telefone +55 21 2629-2600 - Niterói - RJ - Brazil
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