Open-access La división social del espacio en una ciudad neoliberal: el caso de Medellín (2005-2018)

The social division of space in a neoliberal city: the case of Medellin (2005- 2018)

Resumen

Oculto bajo el mercadeado ‘modelo Medellín’ yacen unos procesos y patrones de división social del espacio poco evaluados críticamente. El objetivo del artículo es indagar mediante una descripción analítica y sintética teóricamente informada sobre los principales cambios en los patrones de diferenciación de clase, género, y etnia –desde sus formas etnorraciales, etnoculturales y etnonacionales– ocurridos entre 2005 y 2018 en Medellín. Para ello se lleva a cabo un análisis de mapas sociales y un diorama socioespacial como instrumento de síntesis que, aunque es similar a los modelos de la ciudad latinoamericana, acentúa menos los rasgos comunes, destacando más la dialéctica entre lo general y lo particular. Tanto el análisis como la síntesis permiten así, evidenciar las huellas del proceso de neoliberalización en diversos ámbitos de la vida social y urbana, en particular un agravamiento de los patrones zonales de segregación de clase y la emergencia de núcleos de fragmentación. Es posible así evidenciar distintas articulaciones entre los clivajes de clase, género y etnia poco estudiadas en la ciudad.

Palabras clave:  Segregación; Clase; Neoliberalismo; Medellín

Abstract

Hidden under the marketed 'Medellín model' lie some processes and patterns of social division of space little critically evaluated. The objective of the article is to inquire about the main changes in the patterns of class, gender, and ethnic differentiation - from its ethno-racial, ethno-cultural and ethno-national forms - that occurred between 2005 and 2018 in Medellín. For this, an analysis of social maps and a syntheses scheme are carried out that, although it is similar to the models of the Latin American city, is a socio-spatial diorama. Both the analysis and the synthesis make it possible to demonstrate the traces of the neoliberalization process in various areas of social and urban life, particularly a worsening of the zonal patterns of class segregation and the emergence of fragmentation nuclei. Thus, it is possible to demonstrate different articulations between the cleavages of class, gender and ethnicity that have been little studied in the city.

Keywords:  segregation; class; neoliberalism; Medellín

Introducción: explorar la geografía social de la ciudad neoliberal en Colombia

En medio de una nueva coyuntura geopolítica en América Latina signada por lo se denomina como la marea rosa –gobiernos de izquierda de tinte socialdemócrata que eluden asociaciones con el socialismo del siglo XXI de inicio de los dos mil– y la frágil contención de las ultraderechas –profundamente conservadoras en lo social y de marcado extremismo neoliberal en lo económico– la adjetivación de la ‘ciudad neoliberal’1 que suscitó reflexiones teóricas y empíricas muy numerosas ya fuese bajo la inspiración del enfoque de la neoliberalización variopinta de Brenner et al. (2011) o mediante marcos teóricos más adaptados a la región (Pradilla, 2009; De Mattos, 2011; Hidalgo y Janoschka, 2014; Hidalgo et al. 2016), parece haber sido trascendida en el ámbito de las reflexiones críticas sobre las realidades urbanas latinoamericanas.

A pesar de que la pandemia del Covid-19 y los brutales estallidos sociales en países como Chile, Ecuador, Colombia o más recientemente Perú, han sacado a flote mucha de las heridas y cicatrices de los modelos neoliberales de reestructuración socioespacial en América Latina, no hay en muchos de esos contextos, balances desde una geografía urbana que genere insumos de reflexión para identificar las persistentes representaciones neoliberales2 que aún hoy atraviesan los procesos de producción y reproducción de los espacios urbanos (Carlos, 2011). Esto último es particularmente grave en el contexto colombiano en donde la representación falaz de las grandes ciudades del país como una suerte de paraísos sociales –comparadas de manera espuria con los territorios rurales arrasados por la guerra y diagnosticada siempre con limitados indicadores de pobreza3 (Ocampo, 2006; Kalmanovitz, 2019)–, oculta las arraigadas raíces neoliberales de la desigualdad y la precarización urbana. Este tipo de representaciones de hecho se reproducen en parte –se mantuvo el modelo subsidiario de vivienda y persiste la ausencia de un marco político urbano antineoliberal–, en el discurso de la nueva administración de izquierda.

¿Es posible entonces situar a las ciudades colombianas en el mapa de las ciudades neoliberales y de ser así, qué tipo de procesos y formas de división social del espacio hacen parte del legado de ese proyecto de clase? Por su posición geopolítica, los procesos de neoliberalización en el país, guardan una mayor similitud con lo acontecido en el contexto latinoamericano y especialmente, el chileno (Hidalgo y Janoschka, 2014; Hidalgo et al., 2016; Hidalgo et al., 2020) que con lo referido al ámbito anglosajón (Brenner y Theodore, 2002; Hackworth, 2006; Diamond y Sugrue, 2020) o asiático (Coelho et al., 2013; Lee, 2016; Chen y Bang Shin, 2019). No obstante, como proyecto de clase (Harvey, 2008), en Colombia el neoliberalismo tiene especificidades que son tanto nacionales como regionales y metropolitanas.

Dentro del primer grupo –las nacionales– se incluye el rol de la temprana privatización del ejercicio de la fuerza contra las violencias antiestatales de las guerrillas que han alimentado el último gran ciclo de guerra entre fines de los setenta y las primeras décadas del siglo XXI (Hristov, 2014); también la construcción de leyes con reformas neoliberales in extremis amparadas contradictoriamente en la Constitución Política de 1991 que establece un robusto estado social de derecho, con lo cual en algunos de los modelos de servicios sociales hay rezagos o nichos aún no penetrados tan directamente por las prácticas de mercantilización, privatización y desregulación.

Dentro del segundo y tercer grupo de especificidades –regionales y metropolitanas–, el proceso de descentralización política y administrativa impulsado en el contexto de la Constitución de 1991 –instrumentalizado más que todo para impulsar la ‘necesaria’ reducción del Estado central– ha dado lugar además a una amplia desigualdad entre los entes territoriales sean departamentos o municipios, en función de su capacidad fiscal y del poder para impulsarlas que ejercen las alianzas regionales de clase (Harvey, 2021) que los controlan y administran. De ello se deriva que a pesar de que los modelos habitacionales, laborales, educativos y previsionales son nacionales, en los contextos regionales y metropolitanos hay distintos procesos de traducción, modulación y en contadas ocasiones de mitigación, de las políticas neoliberales.

Lo anterior implica que la división social del espacio en las ciudades colombianas presente posiblemente puntos en común respecto a los procesos de constitución clivajes de clase, género y etnia (estos últimos atravesados por importantes componentes raciales, culturales y nacionales) que expresan en parte esas formas de traducción y aplicación nacional de las políticas neoliberales en campos como el del mercado de trabajo, el acceso a servicios sociales o la vivienda (Wacquant, 2023). También emergen una serie de particularidades que derivan de los procesos regionales y metropolitanos de modulación, mitigación o contestación de tales modelos nacionales.

En ese sentido, Medellín, capital del departamento de Antioquia en el noroccidente de Colombia y municipio núcleo de una dinámica región en proceso de metropolización –la segunda más importante luego de la capital nacional, Bogotá– y erigida como un modelo de transformación urbana y social supuestamente exitoso (Brand, 2013; Santana, 2021), es un caso de análisis pertinente para estudiar la impronta en la división social del espacio urbano de las formas de traducción, modulación o mitigación de las políticas neoliberales. Por tanto, el objetivo del artículo es indagar mediante una aproximación descriptiva analítica y sintética teóricamente informada sobre los principales cambios en los patrones de diferenciación de clase, género, y etnia –desde sus formas etnorraciales, etnoculturales y etnonacionales– ocurridos entre 2005 y 2018.

Para ello, se revisita la categoría del ‘modelo de la ciudad latinoamericana’ que estimuló tanto una de las vertientes de las reflexiones críticas sobre la ciudad neoliberal en la región -en particular la tradición germana- (Borsdorf, 2003; Janoschka, 2002) como análisis más convencionales de ecología social urbana que priorizan el estudio de los fenómenos de segregación y fragmentación residencial (Buzai, 2014; Aguilar y Matos, 2011; Mayorga, 2021). En lugar, de priorizar la metonimización socioespacial –la proposición de un esquema general a partir de fragmentos de casos de estudio– de los modelos de la ciudad latinoamericana o la construcción de un ejercicio de ecología social de la ciudad se plantea una descripción analítica y sintética teóricamente informada (Lefebvre, 1978) que consiste en una exploración de datos espaciales de carácter censal (aún poco explorados en Medellín) y en un diorama de división social del espacio urbano de Medellín que priorice la identificación de algunas de las consecuencias palpables de la traducción y modulación de las políticas neoliberales.

Posibilidades teórico-metodológicas para el análisis crítico de la división social del espacio en una metrópolis neoliberal

Hay de las múltiples puertas para estudiar de manera crítica los procesos de neoliberalización como momentos constituyentes y reconstituyentes de la producción del espacio urbano. Desde la teoría urbana latinoamericana, Pradilla (2009) planteó elementos seminales sobre los procesos de mutación neoliberal de la planeación, del urbanismo y de las políticas sociales que hacían énfasis en la dialéctica entre regulación y desregulación, entre la privatización y la mercantilización, mientras que de Mattos (1990) apuntaba una crítica a la manipulación neoliberal de los procesos de descentralización para el ‘desarrollo local’. Años después, ya a inicios del siglo XXI y en el ámbito anglosajón, aparecen los principios de lo que sería la base de la teoría de la neoliberalización variopinta -inspirada en el influyente artículo de Harvey (1989)- que hacía énfasis en la concretización múltiple de los postulados universales de la forma de regulación neoliberal mediante procesos de destrucción y creación regulatoria en ámbitos transversales como la relación capital-trabajo, el nexo Estado-sociedad y la reestructuración de las escalas socioespaciales del poder (Brenner y Theodore, 2002).

En parte retomando argumentos de esa teoría, Hidalgo y Janoschka (2014) tradujeron al contexto iberoamericano la adjetivación de la ciudad neoliberal que a diferencia de las anteriores indaga sobre procesos socioespaciales de neoliberalización imbricados en la gentrificación, la polarización o las dinámicas de contestación política antineoliberal. Con una preocupación por indagar sobre los mecanismos neoliberales específicos para la producción y reproducción social de los espacios Hidalgo et al. (2016) abordaron una crítica a la teoría de la neoliberalización variopinta (Brenner et al., 2011) a partir de su análisis como marco ideológico y de su implementación en los proyectos socioespaciales de las ‘7 modernizaciones’ impulsadas durante la dictadura militar de Augusto Pinochet. Si bien desde este último enfoque hay un interés explicito por las geografías del neoliberalismo no apunta directamente a las implicaciones de los procesos de neoliberalización sobre la división social del espacio urbano, en términos de los clivajes de clase, género y etnia.

Una puerta menos explorada que permite indagar sobre ese último aspecto es la que propone Wacquant (2010; 2013) con una lectura comparativa de las formas neoliberales de la marginalidad contemporánea y más recientemente mediante la traducción de las categorías bourdianas de espacio simbólico, social y físico al análisis de los procesos urbanos (Wacquant, 2023). Si bien, la distinción entre los tres no deja de parecer hasta cierto punto mecánica, siendo que el último sería una transposición geográfica y material de los dos primeros -hay una clara reducción de la espacialidad a su forma absoluta (Harvey, 2021)-, la tríada es reelaborada por Wacquant (2023) para articular en mismo esquema analítico las implicaciones de lo que denomina como campo burocrático neoliberal (y del espacio simbólico que ha erigido) sobre la recomposición y los nuevos clivajes urbanos de clase y etnia -concebida en un sentido amplia a partir de dimensiones raciales, culturales o nacionales- a los cuales se les puede agregar los de género.

En ese sentido, el análisis puede partir del espacio simbólico neoliberal asociado a las categorizaciones y taxonomías en esos tres clivajes sociales para identificar su expresión espacial o viceversa. Acá se propone a modo de ejercicio exploratorio, lo último. La identificación de las divisiones sociales del espacio, más que como elemento físico y absoluto como instancia relativa mediada por posiciones y distribuciones cambiantes es una pista clave para identificar y comprender los procesos de neoliberalización que operan las dinámicas de diferenciación de clase, género y etnia. Por esa razón es pertinente revisitar uno de los instrumentos metodológicos trascendidos que se asociaron en cierto momento de inicios del siglo XXI, a la emergente categoría de ciudad neoliberal: los ‘modelos de la ciudad latinoamericana’.

Si bien hay tres tradiciones geográficas que han planteado la posibilidad de construir un esquema espacial tipo que represente los rasgos comunes de las ciudades latinoamericanas, la alemana, la francesa y la norteamericana difieren notablemente en términos de sus postulados teóricos, de los casos priorizados para la construcción de los ‘modelos’ e incluso de sus resultados. La primera emerge de la geografía de las áreas culturales y tras la masificación de la categoría de la globalización se convirtió en un instrumento heurístico para demostrar los procesos de convergencia socioespacial de distintos fenómenos funcionales y sociales de las ciudades en América Latina; la segunda se inscribió en la coremática de fines de los ochenta y principios de los noventa que era una apuesta por renovar la geografía regional francesa; finalmente, la tercera se dio también en los ochenta y noventa mediante la aplicación de principios ya obsoletos de la ecología urbana para la interpretación de unas realidades radicalmente diferenciadas a la estadounidense que inspiró esquemas zonales, sectoriales y de nucleación múltiple.

A pesar de las debilidades teóricas y metodológicas de los modelos planteados desde la tradición alemana -dos de los principales son el procedimiento metonímico desde el cual desde el análisis de uno o dos casos se generalizan los resultados al grueso de las grandes metrópolis del continente y la grosera exclusión de las dinámicas funcionales del sector informal-, estos últimos buscaron interpretar con especial atención los efectos socioespaciales que ya eran evidentes a partir del proceso de los procesos de neoliberalización iniciados durante los setenta y establecidos formalmente desde el Consenso de Washington. Borsdorf (2003) y Janoschka (2002) identificaron un conjunto de efectos socioespaciales de los procesos de neoliberalización que se expresaban tanto en la estructura funcional de la metrópolis neoliberal como en la división social del espacio (tabla 1). Ambos identificaron dos principios estructurantes que son homólogos, pero no necesariamente iguales: el de fragmentación que se asocia al período posterior a 1970 (Borsdorf, 2003) y ha recibido ingente y creciente atención en estudios urbanos (Beltrão, 2011) y el de insularidad (Janoschka, 2002) que ha sido menos desarrollado al menos desde el punto de vista conceptual.

Tabla 1
– Elementos de la división social del espacio urbano en ciudades latinoamericanas según modelos de la tradición alemana de geografía urbana

Debido a la alta esquematización y al énfasis simultáneo en la división funcional y social del espacio urbano, esta última es reducida a la división en clase alta, media y baja y a los principales tipos de espacios residenciales. Por esa razón no son del todo útiles para profundizar en aspectos de diferenciación de género y etnia sin los cuales tampoco se da cuenta con rigor de los clivajes de clase. Por lo tanto, es posible emplear el procedimiento de esquematización orientándolo exclusivamente a indagar sobre las formas de división social del espacio urbano.

Ello implica en primer lugar no recurrir al término ‘modelo’ dado que este sugiere una comparación por similitudes que siempre es parcial y precaria; por eso hay cierta imposibilidad incluso en un contexto como el colombiano de plantear la idea de un solo tipo de ciudad neoliberal -y menos si se asume que los procesos de neoliberalización sufren modulaciones, traducciones o contestación-. En segundo lugar, es más pertinente plantear al menos como ejercicio de descripción sintética teóricamente informada y de un solo caso, una posibilidad futura de comparación tanto por similitudes como diferencias, por lo cual, se propone la construcción de un diorama socioespacial de Medellín.

Un diorama es un recurso de representación visual, oblicua, que permite ver al interior de una escena, identificando posiciones relativas de cada elemento que la compone y facilitando una lectura de conjunto, es decir, de una distribución espacial. Al introducir la profundidad como elemento de lectura de posiciones relativas, tiende a mostrar unas mejor que otras, razón por lo cual, se plantea complementarla con una representación bidimensional convencional. Así, desde el punto de la división social del espacio urbano y de su rol como pista para indagar sobre las consecuencias y raíces de los procesos de neoliberalización se plantea un diorama socioespacial en el cual se ponen en relación los siguientes clivajes:

  • De clase, que siguen expresando tanto los efectos de la relación entre capital y trabajo, como las dinámicas de reproducción social ligadas al acceso a la educación, a la vivienda o la previsión social.

  • De género que expresan los regímenes neoliberales de producción y reproducción social en las estructuras familiares y del hogar.

  • De etnia, ya sea atravesada por elementos de clasificación racial, cultural y de origen migratorio.

A pesar de las múltiples posibilidades cualitativas y cuantitativas para indagar sobre esos tres conjuntos de clivajes es necesario reconocer respecto a las segundas, que reflejan precisamente el campo burocrático en la medida en que los indicadores censales se estructuran en torno a los sistemas de clasificación y taxonomía social que construye el Estado. El caso colombiano es un ejemplo extraordinario en ese sentido, como se verá a continuación en lo tocante con la definición étnica y también del ámbito de la reproducción social, en particular sobre el doble rol de las mujeres.

Estrategias metodológicas: el análisis descriptivo de datos espaciales al diorama socioespacial

Estudiar la compleja dialéctica entre procesos y formas de división social del espacio urbano en Colombia plantea varios retos metodológicos. Desde un punto de vista cuantitativo resulta complejo aproximarse a las dinámicas de los clivajes de clase sin disponer de indicadores desagregados espacialmente de ingresos o condición profesional. Su ausencia como indicador en los censos recientes, a pesar de las mejoras sustanciales en términos de la georreferenciación y desagregación de los datos espaciales (1993 y sobre todo 2005 y 2018), es un ‘silencio geoestadístico’ con un profundo trasfondo político. La estratificación -contemplada en 2018, pero no así en el censo de 2005, por ejemplo- y el nivel educativo máximo alcanzado -esta sí ha estado presente con regularidad desde hace décadas, si bien no compensan la ausencia de la variable de ingresos, sugieren algunas pistas sobre la composición de clase a partir de la posición residencial de los hogares y la cualificación profesional de individuos.

También a pesar de las mejoras y de la variedad de la información censal en términos de vivienda y ciertas características de personas y hogares, persisten graves dinámicas de invisibilización de amplios grupos sociales como ocurrió en el último proceso censal de 2018 con la población afrocolombiana -subestimada como se verá más adelante- y el campesinado que a pesar de su relevancia social y territorial en contextos rurales azotados por la guerra, ni siquiera se incluyó como categoría censal. Lo anterior implica únicamente una distinción censal entre población étnicamente diferenciada a partir de lo racial -población negra- y cultural -población indígena- que se ha medido de distintas maneras incluso en los dos censos más recientes de 2005 y 2018. También los indicadores necesarios para comprender los clivajes del género, en particular, el doble rol de productivo y reproductivo de las mujeres son limitados en 2005 y 2018 y su rol como cabezas de hogar no se ha medido de manera continua sino que aparece de manera directa en el último censo.

Ante estas circunstancias cualquier ejercicio que apunte a indagar sobre la geografía social en territorios urbanos y rurales, implica una evaluación rigurosa del alcance de la información geográfica, de su nivel de desagregación y de los conceptos que se utilizan para construirla en los procesos censales. En ese sentido, si bien el mayor grado de desagregación censal en lo que el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) define como ‘urbano’, es el nivel de manzana, su comparación intercensal del periodo 2005-2018 es sumamente compleja no solo por problemas de su codificación sino por lo que implica su procesamiento. Ocurre algo similar con el siguiente nivel de desagregación en secciones urbanas. Por esa razón, se emplearán como unidades espaciales de agregación de datos, los sectores urbanos que han tenido continuidad y presentan menos inconsistencias de correspondencia. Como se evidencia en la figura 1, los sectores urbanos se ajustan a la división comunal de Medellín4 en 16 comunas agrupadas en cuatro zonas, la nororiental (Popular, Santa Cruz, Manrique y Aranjuez), la noroccidental (Castilla, Doce de Octubre y Robledo), la centro oriental (La Candelaria, Buenos Aires y Villanueva), centro occidental (Laureles-Estadio, La América y San Javier), suroccidental (Belén y Guayabal) y la suroriental (El Poblado) y cuatro corregimientos –San Cristóbal lindante con las comunas del centro occidente y noroccidente, Altavista lindante principalmente con la comuna de Belén, la de San Antonio de Prado al extremo suroccidental y alejada del resto del área urbana del municipio, la de Santa Elena cuyo limite son todas las comunas del oriente y Palmitas en el extremo occidental y principalmente, rural-. La división en sectores urbanos facilita la identificación de variaciones espaciales en una escala asimilable a la barrial por lo cual, sin ser tan precisa como el nivel de manzanas, ofrece una aproximación pertinente al menos para llevar a cabo comparaciones intercensales.

Figura 1
Área de estudio y unidades espaciales de agregación de datos espaciales censales en 2018. Fuente: elaboración propia a partir de Dane (2022) y Alcaldía de Medellín (2021).

Por lo tanto, se seleccionaron indicadores para evidenciar distintos niveles de la diferenciación social relacionadas con la clase, el género, el estatus migratorio, la edad y la pertenencia étnica (tabla 2). La mayoría han tenido continuidad en ambos censos, 2005 y 2018, mientras que algunas son de la última fecha -no han sido medidas en 2005 o son de difícil comparación temporal como ocurre con la inmigración sujeta al período de los últimos cinco años- por lo cual son útiles solamente desde un punto de vista transversal.

Tabla 2
Elementos de la división social Indicadores seleccionados para el análisis de los procesos y formas de la división social del espacio urbano

El primer nivel, el de análisis, comprehende la identificación de las diversas distribuciones espaciales de los indicadores seleccionados a modo de ejercicio exploratorio, es decir, de identificación de tendencias de cambio, de verificación de posibles asociaciones para profundizar en futuros ejercicios, así como de clasificación cualitativa de patrones -agrupaciones por sectores, zonas o núcleos-. Posteriormente, el diorama socioespacial facilitará una visión sintética del conjunto de la división social del espacio de Medellín, tanto una perspectiva bi y tridimensional que se construyó mediante esquematización en Google Earth.

Los nuevos mapas sociales de Medellín entre 2005 y 2018

El ritmo de crecimiento demográfico en el municipio de Medellín se inscribe en el proceso de metropolización regional razón por la cual, aunque presentó un saldo positivo entre 2005 y 2018, la variación anual está muy por debajo del promedio nacional y departamental con 0,6%. Gran parte del crecimiento en la región metropolitana de Medellín sigue una tendencia centrífuga de las mayores tasas de dinamismo demográfico. No obstante, entre 2005 y 2018 se presentaron importantes cambios cualitativos en la distribución de la población urbana en la capital antioqueña. A pesar de que el modelo de ordenamiento territorial municipal adoptado desde 1999 propende por un patrón de distribución de las densidades de población y un crecimiento alto en el centro (el eje del valle), y decreciente hacia las periferias (las vertientes montañosas al oriente y occidente), ha ocurrido todo lo contrario (figura 2).

Figura 2
Variación (%) de la población en Medellín entre 2005 y 2018. Fuente: elaboración propia con datos del Dane (2005; 2018).

Las áreas de mayor declive demográfico coinciden con el área central de la ciudad, las áreas de usos industriales a lo largo del eje centro-sur y ciertos enclaves en la comuna de El Poblado (figura 2). En categorías intermedias de pérdida de población se encuentran muchos barrios tradicionales del occidente y oriente de la ciudad (clases medias), la populosa área noroccidental -a pesar de ser objeto de un proceso acelerado de ocupación, loteo y autoconstrucción popular de vivienda- (posiblemente asociado al despojo de viviendas y desplazamiento forzado intraurbano) y un conjunto de sectores de clases medias y medias bajas que como se verá más adelante, atraviesan por un acelerado proceso de envejecimiento.

Las zonas de mayor crecimiento tienden a ser predominantemente periféricas reflejando por un lado los procesos de expansión y renovación predio a predio en el suroriente y suroccidente y por otro, las dinámicas de ocupación popular en el extremo borde nororiental y centro-occidental. La renovación urbana mediante grandes operaciones financiero-inmobiliarias en el eje central de la ciudad si bien han sido poco numerosas, se relacionan con unos fragmentos de alto crecimiento demográfico como ocurre hacia el norte -Sevilla, sector aledaño a la Universidad de Antioquia- y sur -Ciudad del Río, el arquetipo de la renovación financiero-inmobiliaria de una antigua zona industrial-.

Esos cambios cualitativos en la distribución de los ritmos de crecimiento demográfico indican también nuevos contenidos de la diferenciación de clase. Si esta última se evidencia a partir de la concentración espacial de la población con mayores niveles educativos -universitarios y de postgrados- los mapas de 2005 y 2018 reflejan un proceso muy acelerado de concentración en el suroriente y en mucha menor medida en el eje centro occidental y la zona suroccidental (figura 3). Ello ha implicado una menor presencia de población profesional en las comunas populares del norte. Si bien no es posible establecer si esto obedece solo a la movilidad social ascendente que implica a su vez una movilidad residencial o se combina con la migración de población de medios y altos ingresos, sí se puede encontrar un agravamiento de la macrosegregación social que muestra un reforzamiento del patrón norte-sur y la aparición de dinámicas de fragmentación en ciertos enclaves del occidente -el único por fuera de esa área el ubicado al norte junto a la Universidad de Antioquia-.

Figura 3
Distribución espacial de la población con estudios superiores y de postgrado. Fuente: elaboración propia con datos del Dane (2005; 2018).

El contraste con la estratificación5 de las viviendas -1 y 2 bajos, 3 medio-bajo, 4 medio, 5 medio-alto y 6 alto- permite encontrar que la relación entre esta y el nivel educativo si bien es positiva y alta como ocurre en Bogotá (Yunda, 2019), no presenta en todos los casos una correspondencia exacta, por lo cual se infiere que las clases medias-altas y altas son más heterogéneas en Medellín, en términos de niveles educativos y fuentes de ingresos (figura 4). Curiosamente los estratos 4, 5 y 6 están algo menos concentrados territorialmente que la población con el mayor nivel educativo y resulta más difícil encontrar evidencias de una segregación residencial de tipo fragmentación predominando la coexistencia de o de estratos 1, 2 y 3 o de 4, 5 y 6. Únicamente en el borde occidental se aprecia una fragmentación clara de esos dos segmentos en la comuna de Belén -en El Rodeo y Belén-Rincón- y La América -en Calasanz- (3, 4 y 5 y en menor medida, 2); ambas áreas son frentes de inversión inmobiliaria constituidos en las últimas décadas principalmente residenciales, que se insertan en el borde de barrios populares caracterizados por los stocks de sucesivas oleadas de provisión de vivienda social e incluso de viviendas de autoconstrucción ya consolidadas.

Figura 4
Estratificación de la vivienda en Medellín y municipios metropolitanos en 2018. Fuente: elaboración propia con datos del Dane (2018).

Los mapas anteriores revelan un agravamiento de la segregación social que está vinculada también a las condiciones laborales. Aunque la categoría de búsqueda de trabajo refleja dos momentos muy distantes en el tiempo, 2005 y 2018, al calcular su peso con relación a la población económicamente activa de ambas fechas, se evidencia un importante aumento en casi toda la ciudad, con excepción de la zona de altas rentas del suroriente (figura 5). Si bien los porcentajes son relativamente bajos en 2018 extensas áreas de las periferias norte, nororientales y noroccidentales se registraron cifras por encima del 8,15%. Es expresivo también el aumento de esta condición en las áreas de clase media en el occidente de Medellín.

Figura 5
Población en búsqueda activa de trabajo en 2005 y 2018. Fuente: elaboración propia con datos del Dane (2005; 2018).

De las dos otras categorías asociadas a la actividad realizada por la población analizadas, la población que trabaja y la que se dedica exclusivamente a actividades domésticas – no hay medida que combine ambos aspectos –, la primera registra continuidad en términos de sus valores relativos y de su distribución espacial mientras que la segunda demuestra un declive importante que ha afectado más que todo áreas de clase media y popular en el occidente de Medellín. En ese sentido, la jefatura de hogar ejercida por mujeres es mayoritaria en las áreas populares del norte, en las zonas de construcción masiva de vivienda de interés social y prioritario en los corregimientos de San Cristóbal y San Antonio de Prado, así como en ciertos barrios envejecidos del occidente (figura 6). Coinciden especialmente en los primeros tres tipos de zonas de predominio de jefatura femenina, con áreas de alta concentración de población menor de 14 años.

Figura 6
Jefatura femenina del hogar y concentración de la población menor de 14 años en 2018. Fuente: elaboración propia con datos del Dane (2018).

Aunque este grupo etario se ha reducido en términos relativos -0 a 14 años- y el de población económicamente activa se ha mantenido -el poco discutido y aprovechado bono demográfico6 se mantendrá por algunos años-, el proceso más acuciante de cambio está en la categoría de más de 65 años. El proceso de envejecimiento ha pasado de concentrarse en áreas de clase media alta del occidente, del área central y de la zona occidental de El Poblado en 2005 a hacerse presente con mucha mayor intensidad en las zonas de clase media y clase media-baja en el norte -Castilla, Manrique, Aranjuez y Guayabal- como se evidencia en los mapas de la figura 7.

Figura 7
– Porcentaje de población mayor de 65 años. Fuente: elaboración propia con datos del Dane (2005; 2018).

Dicho proceso de envejecimiento plantea interrogantes en torno al sistema previsional. A pesar de haber sido privatizado parcialmente desde los noventa, aún existe un régimen público de prima media al que se inscribe un porcentaje mayoritario de cotizantes mayores y de jubilados por contraposición a la población joven, afiliada en mayor proporción a los fondos privados (de capitalización individual). Por esa razón, la cobertura pensional es mayor en 2018 en casi toda la ciudad, aunque se ha reducido significativamente en el noroccidente de Medellín, una de las zonas populares de mayor avance de los procesos de envejecimiento (figura 8).

Figura 8
Porcentaje de personas que viven de jubilación u otras rentas. Fuente: elaboración propia con datos del Dane (2005; 2018).

Aunque no es posible identificar la proporción de pensionadas y pensionados en la institución pública Colpensiones que opera bajo el régimen de prima media y quienes reciben su renta de los fondos de pensiones privados, el bajo porcentaje de jubilaciones otorgadas por estos últimos hace pensar que en unos años de no haber una reforma previsional progresiva -basada en el principio de solidaridad y con garantía del Estado-, los porcentajes de jubilación con relación a la población de más de 65 años podrían ir a la baja. A pesar de que Medellín ha recibido importantes contingentes migratorios en la última década, el proceso de envejecimiento parece profundizarse en todas las clases sociales y ser uno de los patrones de división y desigualdad social más acuciantes.

Los índices de atracción migratoria develan que al menos el quinquenio 2013-2018 los flujos inmigratorios presentaron bastante dinamismo y contrario a las representaciones sociales sobre este tipo de fenómenos, fue la interna la que mayor aporte hizo al saldo migratorio de Medellín. Este tipo de inmigración se distribuye en términos de gradiente centro y periferia (figura 9) y parece ser muy heterogénea en términos socioeconómicos. Si bien la magnitud de la migración internacional que es predominantemente venezolana -aunque no exclusivamente, puesto que los datos dan indicios también de la existencia de migraciones de retiro de estadounidenses- es considerable, tiende a estar más concentrada en el área central y pericentral y en menor medida El Poblado y Laureles. A pesar de que los índices de atracción de la migración internacional, principalmente venezolana, son menores en las periferias, en toda la ciudad es el principal grupo extranjero por nacionalidad lo cual devela el carácter diverso en términos de clase, de la migración venezolana y prácticas de localización residencial muy variadas.

Figura 9
Índices de atracción migratorio interna e internacional entre 2013 y 2018. Fuente: elaboración propia con datos del Dane (2005; 2018).

Finalmente, los mapas de la figura 10 esclarecen lo que ha pasado con la neoliberalización de las políticas identitarias. Si bien en el 2005 la identificación de la población negra e indígena se llevó a cabo mediante el concepto de pertenencia étnica, que implica un sentido de identidad colectiva, en 2018 la misma variable se midió a partir de una noción de autorreconocimiento individual; a ello se suma en otros contextos una alta omisión censal en territorios urbanos y rurales de alta concentración de población afrocolombiana. El efecto es una reducción en términos absolutos y relativos de la población negra -de 137.715 en 2005 a 54.064 en 2018 (-57%)- e indígena -2984 contra 2071 (-30,6%)- en Medellín.

Figura 10
Diferenciación étnica: población afrocolombiana e indígena en Medellín. Fuente: elaboración propia con datos del Dane (2005; 2018).

A pesar de esa ‘invisibilización’ racial y étnica denunciada ya por organizaciones civiles ante la Corte Suprema de Justicia, en ambas fechas y con indicadores distintos se evidencia una alta racialización de la geografía social urbana con un patrón de segregación zonal en 2005 (zona nororiental) y local (eje de la periferia occidental) mientras que en 2018 se da con un patrón de segregación altamente nucleado -periferia norte, enclaves pericentrales así como otros más dispersos en el suroriente y occidente- (figura 10). La población indígena, mucho más concentrada territorialmente en ambas fechas, tiende a situarse en el eje central y pericentral de la ciudad, coincidiendo solamente al sur del centro con un sector de alta concentración de población afrodescendiente (figura 10).

El diorama socioespacial de Medellín

El análisis de los mapas sociales devela múltiples articulaciones entre los clivajes de clase, género y etnia en Medellín. Si bien los datos espaciales de los censos de 2005 y 2018 dan cuenta de cambios que pudieron consolidarse o agravarse con la crisis social y urbana que dejaron los dos años de la pandemia del Covid-19 y tras el estallido social de mayo de 2021, facilitan una posibilidad de síntesis sobre las tendencias recientes división social del espacio en la capital antioqueña.

En ese sentido, el diorama socioespacial de la figura 11, tanto es su aspecto bidimensional (a) como tridimensional (b), facilita identificar dichas articulaciones en al menos 4 zonas y sectores de la ciudad, así como en unos cuantos núcleos ubicados en el centro, oriente y occidente de la ciudad. En primer lugar, el énfasis de este esquema en aspectos de la división social del espacio devela que los patrones de segregación e incluso apartheid en grandes zonas no sólo se ha reproducido en estas décadas, sino que incluso tiende a agravarse por fenómenos de elitización del mercado de la vivienda propios de la mayor jerarquización de Medellín como cabecera del proceso de urbanización regional que se da en el centro del departamento de Antioquia.

Figura 11
El diorama socioespacial de Medellín antes de la crisis pandémica y el estallido social: a) esquema bidimensional; b) tridimensional. Fuente: elaboración propria. elaboración propia.

Desde luego, este proceso va acompañado por un intenso proceso de fragmentación sociorresidencial que afecta sobre todo el eje occidental de la ciudad y que coincide con los frentes de inversión inmobiliaria por parte de grandes agentes promotores-constructores que segmentan la provisión de vivienda en rangos que va desde la clase media-baja (inciden fuertemente en la provisión de vivienda de interés social) hasta la media-alta. Las formas y contenidos de esos fragmentos con proximidad de clase han sido poco estudiados en la literatura local, pero son efectos del último boom inmobiliario de las dos últimas décadas.

Conclusiones

El análisis con mapas sociales y la síntesis con el diorama socioespacial arroja una serie de evidencias poco discutidas en el ámbito académico de Medellín y del público en general: en primer lugar, a pesar del potente legado publicitario del ‘urbanismo social’, la neoliberalización en el ámbito de la provisión de vivienda social, del acceso a la salud, a la educación y la jubilación o de la flexibilización del mercado de trabajo ha impulsado por un lado las tendencias a la fragmentación socioespacial, álgidas en el occidente de la ciudad, principalmente, y por otro, agravado el patrón zonal de segregación de clase, articulado con diversos aspectos de género y etnia -una diferenciación aún mas tajante entre el norte popular, el suroriente de clase alta y las zonas de clases medias en el occidente-.

Un análisis de la división social del espacio que va más allá de la básica distinción de clases de los modelos de la ciudad latinoamericana, devela importantes articulación entre la clase, el género y lo étnico: las áreas populares se caracterizan por una precariedad ligada a altos niveles de jefatura femenina del hogar, núcleos de concentración de población negra e indígena (los niveles de segregación etnorracial y etnocultural son altísimos), alta inmigración interna -compuesta principalmente por desplazadas y desplazados por la violencia del departamento de Antioquia y del noroccidente del país en general- y una importante proporción de población venezolana inmigrada durante la última década.

Hay un mayor distanciamiento entre las condiciones socioeconómicas de los segmentos de la clase media pudiéndose diferenciar claramente un estrato medio-alto que se localiza adyacente a la clase alta y que es muy heterogénea en cuanto a la condición de jefatura femenina del hogar (en donde esta es alta, coincide con áreas de población con altos niveles educativos); las clases medias-bajas si bien bordean las áreas de las medias-altas, se caracterizan por un alto nivel de desocupación (que parece indicar que este segmento es más vulnerable a las condiciones flexibles del mercado laboral) y por bajas tasas de acceso a pensión a pesar de un rápido proceso de envejecimiento. Las clases altas se caracterizan por una estratificación de la vivienda alta y niveles educativos medios-altos y altos aunque la correlación entre ambas es más débil que en el caso de Bogotá. Ello sugiere como se comentó, que la elite urbana es muy heterogénea en términos de ocupación profesional, aunque no hay forma de ofrecer detalles a partir de las limitadas fuentes censales.

Finalmente, la evidencia del cambio demográfico cuando se lee en función del boom inmobiliario que experimento Medellín entre 2005 y 2018, revela que el modelo de integración social y territorial -altas densidades en el eje central y decrecientes hacia las periferias y un alta ‘cohesión social y territorial’ propiciada incluso por lo que se denominó como urbanismo social- a fines de los años 90 es un fracaso rotundo. Como núcleo de una metrópolis neoliberal -situada en el mapa de las ‘más exitosas’ al menos en Colombia-, Medellín, evidencia un proceso de elitización que implica el empeoramiento de los patrones macro y microsegregación -con componentes transversales de clase, género y etnia- y coexiste con una precariedad laboral que parece extenderse hacia el período de la vejez. Si bien hay muchas hipótesis por plantear y análisis socioespaciales para profundizar en procesos y formas de división social del espacio en Medellín que apenas se esbozaron aquí, la pandemia del Sars-Covid-19 muy posiblemente reforzó y empeoró algunas de las tendencias comentadas.

Declaración de disponibilidad de datos

El conjunto de datos que respalda los resultados de este artículo está disponible en SciELO DATA y se puede acceder a él en https://doi.org/10.48331/scielodata.STEQES

  • 1
    A pesar de la insuficiencia de aquellas como mecanismos de teorización profunda. Véase una reflexión sobre el tema en Hiernaux (2016).
  • 2
    La pervivencia de las representaciones neoliberales y su rol como mecanismos de reproducción ideológica está detrás de un fracaso tan grande como el del proceso constituyente chileno o de las dificultades para impulsar reformas sociales antineoliberales en Colombia.
  • 3
    En términos de medición de la pobreza, el primer mapa contemporáneo que presenta un nivel de desagregación espacial de detalle más allá del mentiroso promedio municipal fue publicado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística en 2019: el Índice de Pobreza Multidimensional. En términos de desigualdad de ingresos y de las características del mercado laboral, la medición (bastante cambiante en términos metodológicos) sigue siendo municipal o incluso metropolitana limitándose a las 23 principales aglomeraciones del país y a un conjunto muy reducido de ciudades medias.
  • 4
    En Colombia los municipios se organizan en términos político-administrativos en unidades urbanas y rurales denominadas comunas y corregimientos, respectivamente. En términos censales no siempre lo que el Dane denomina urbano coincide con la delimitación político-administrativa y por esa razón hay sectores, secciones y manzanas urbanas que están por fuera de los perímetros urbanos definidos en los planes de ordenamiento territorial municipales.
  • 5
    La estratificación de la vivienda es un mecanismo de subsidio cruzado de los servicios públicos (4, 5 y 6 subsidian al 1 y al 2, mientras que en el tres no se recibe subsidio ni se subsidia) y depende más que todo de las características físicas de estas y del entorno pero no del ingreso de los hogares. Vigente desde hace décadas y con aspecto de subsidio neoliberal de privados para privados sin mediación estatal directa, es un potente elemento de representación de clase, asociado usualmente a prácticas sociales que van desde la discriminación laboral y financiera, hasta la segmentación del mercado inmobiliario.
  • 6
    Este se define como un equilibrio entre los tres grandes grupos de edad, los jóvenes, la población en edad de trabajar y el de adultos y adultas mayores, según el cual una amplia base del segundo aseguraría oportunidades para el desarrollo económico.
  • Cómo citar: Rivas, L. D. S. (2024). La división social del espacio en una ciudad neoliberal: el caso de Medellín (2005-2018). urbe. Revista Brasileira de Gestão Urbana, v. 16, e20230064. https://doi.org/10.1590/2175-3369.016.e20230064

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  • Editor responsável: Luis Alberto Salinas Arreortua

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    09 Ago 2024
  • Fecha del número
    2024

Histórico

  • Recibido
    15 Mar 2023
  • Acepto
    25 Ene 2024
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