Open-access TOCQUEVILLE Y KIERKEGAARD ANTE EL FENÓMENO DE LA NIVELACIÓN EN LA SOCIEDAD DE MASAS

TOCQUEVILLE AND KIERKEGAARD BEFORE THE PHENOMENON OF LEVELING IN THE MASS SOCIETY

RESUMEN

El artículo analiza el concepto de nivelación como fenómeno político y social en la sociedad de masas del siglo XIX por parte de Tocqueville y Kierkegaard. Se explica el uso de la nivelación en las obras de ambos autores y, posteriormente, se realiza un análisis comparativo que permite encontrar los aspectos en común y las diferencias que existen entre los dos. El análisis permite comprender la complejidad del fenómeno de la nivelación y de la igualdad democrática, considerando sus efectos sobre los individuos y sus vínculos sociales en la sociedad de masas.

Palabras clave: Tocqueville; Kierkegaard; Nivelación; Igualdad; Democracia; Sociedad de masas

ABSTRACT

This article analyzes the concept of leveling as a political and social phenomenon in the mass society of the nineteenth century by Alexis de Tocqueville and Søren Kierkegaard. The use of this concept in the works of both authors is explained and, subsequently, a comparative analysis is carried out to find the common aspects and the differences that exist between the two. This analysis allows us how to understand the complexity of the phenomenon of leveling and of democratic equality, considering their effects on individuals and their social ties in the mass society.

Keywords: Tocqueville; Kierkegaard; Leveling; Equality; Democracy; Mass society

1. Introducción

A primera vista, las vidas y obras de Søren Kierkegaard y Alexis de Tocqueville parecen discurrir por caminos separados a lo largo del siglo XIX. Sin embargo, al detenerse sobre los escritos de ambos filósofos es posible encontrar algunos puntos en común que resultan interesantes para comprender la época en que vivieron. Uno de los temas que preocupan tanto al danés como al francés es el proceso de igualación o nivelación que, según ellos, caracteriza a la sociedad de masas de su tiempo. Si bien cada uno se aproxima a su manera al fenómeno de la nivelación, los dos autores identifican allí un posible peligro para el despliegue de la individualidad de los ciudadanos.

Este trabajo busca describir el análisis de Tocqueville y Kierkegaard respecto del fenómeno de la nivelación en la sociedad de masas del siglo XIX para así, posteriormente, comparar las propuestas de ambos autores y encontrar tanto los puntos en común como las diferencias que poseen. De esta manera, se intentará demostrar que tanto el filósofo danés como el autor de La democracia en América1 logran percibir la amenaza que la sociedad de masas supone para el desarrollo de una vida individual, pero que cada uno descubre diferentes problemas y realiza juicios dispares al respecto. En este sentido, si bien a primera vista puede parecer arbitrario comparar a estos dos autores, veremos que en realidad ambos son particularmente profundos y agudos para analizar el mismo problema – la nivelación de la sociedad de masas que afecta al desarrollo de la individualidad de cada persona – y en la misma época. Como quedará establecido en el primer apartado, tanto Tocqueville como Kierkegaard desarrollan un análisis filosóficamente valioso de un asunto que era visto con preocupación por autores de diferentes países y con trasfondos sociopolíticos, culturales y religiosos diversos. Así, la comparación entre el francés y el danés aportará claridad al momento de abordar la complejidad del fenómeno en cuestión.

A continuación, en primer lugar, se contextualizará brevemente la vida y obra de Kierkegaard y Tocqueville en referencia a la época en que ambos vivieron, especialmente en cuanto a la aproximación que tuvieron frente al desarrollo de la sociedad de masas y sus efectos sobre la individualidad y los vínculos sociales de sus miembros. En este sentido, el contexto de los autores también estará marcado por los procesos revolucionarios propios del final del siglo XVIII y la primera mitad del XIX. En este apartado, además, se justificará la pertinencia de la comparación entre ambos y el aporte que los dos realizan a un problema típico de su tiempo. Posteriormente, revisaremos el concepto de nivelación en ambos autores, primero en La época presente y otros textos de Kierkegaard, y luego en La democracia en América de Tocqueville, incluida su relación con la idea tocquevilliana de igualdad democrática. Finalmente, compararemos los análisis de ambos autores respecto del fenómeno de la nivelación, destacando tanto sus aspectos comunes como sus diferencias.

Cabe señalar que, pese a la importancia que Kierkegaard y Tocqueville tienen en el estudio de la sociedad de masas del siglo XIX, no existen trabajos que los hayan comparado o que hayan combinado las propuestas de ambos. Sin embargo, como veremos, sí existe literatura de cada autor que intenta ahondar sobre los mismos temas, como serían el individuo, la nivelación, la religión y la sociedad de masas, entre otros. Por lo tanto, primero intentaremos justificar la pertinencia de reunir a estos dos autores para posteriormente demostrar que el cruce de ambos puede ser fecundo para la comprensión filosófica de la sociedad que nace durante la primera mitad del siglo XIX y los efectos que ella tiene sobre sus ciudadanos. De esta manera, este artículo podría ser un primer paso exploratorio que permita posteriores investigaciones sobre la combinación de dos autores que, a pesar de sus diferencias, tienen ciertas semejanzas, lo que permite establecer entre ellos un diálogo provechoso.

2. Dos testigos de una misma época

Kierkegaard y Tocqueville desarrollaron sus vidas de manera muy próxima en el tiempo y el espacio. El filósofo y teólogo danés nació en Copenhague en 1813 y murió ahí mismo en 1855 con tan solo 42 años. Alexis de Tocqueville, por su parte, nació en París en 1805 y murió en Cannes en 1859 a la edad de 53 años. De inmediato es posible apreciar que los dos compartieron un mismo período histórico – la primera mitad del siglo XIX – y murieron relativamente jóvenes. Además, las capitales de Dinamarca y Francia están separadas por poco más de mil kilómetros y se encuentran ambas dentro de la Europa continental y occidental.

Las semejanzas, sin embargo, no pueden ocultar algunas primeras diferencias de contexto y en la trayectoria vital de cada uno. Así, por ejemplo, Kierkegaard creció en un ambiente fundamentalmente protestante, profesando él mismo el luteranismo, mientras que Tocqueville fue criado en una familia aristocrática de la Francia católica. Además, Kierkegaard prácticamente no viajó fuera de su país y se mantuvo aislado de las principales élites intelectuales del continente, escribiendo solamente en danés durante toda su vida. Sin embargo, este relativo aislamiento no le impidió prestar atención a lo que sucedía en otros lugares de Europa, especialmente en Alemania y, en menor medida, en Francia. Tocqueville, por su parte, realizó importantes viajes a los Estados Unidos2 e Inglaterra y mantuvo contacto con autores de renombre de la época, especialmente con John Stuart Mill3.

En medio de estas similitudes y diferencias, lo más relevante es que ambos pusieron parte importante de su atención en los efectos que la formación de la sociedad de masas estaba teniendo sobre la individualidad de los ciudadanos. Además, tanto Kierkegaard como Tocqueville4 están marcados por la experiencia revolucionaria y posrevolucionaria que caracteriza a la primera mitad del siglo XIX en Europa5. Son estos aspectos – la sociedad de masas y la revolución – los que permiten comprender la forma en que el danés y el francés se aproximan a la época en que les tocó vivir. Como dice Barry Stocker, existe cierta semejanza entre el nieto de un campesino de Jutlandia y el heredero de un condado en Normandía respecto de la sospecha que ambos tienen sobre el espíritu democrático (Stocker, 2014, p. 45).

La caracterización del momento y de la sociedad en que viven es un punto fundamental en la obra de Kierkegaard y Tocqueville. En el caso del danés, el texto La época presente le permite describir el ambiente en que se encuentra inmerso como reflexivo y desapasionado, contrastándolo con la época revolucionaria que en ese momento considera que está quedando en el pasado. De manera similar, en La democracia en América Tocqueville caracteriza como democrática a la sociedad que se está desenvolviendo antes sus ojos, oponiéndola a la sociedad aristocrática que la precede. Así, los dos realizan una descripción de su tiempo mediante el contraste con el período anterior. A la vez, el interés de ambos por la nivelación ocurre – en cierta medida – al margen del fenómeno revolucionario. De ahí que Tocqueville fije su mirada en América, donde hay democracia sin revolución (DA, I, Introducción, p. 70), mientras que Kierkegaard estudia la época presente justamente en contraste con la revolucionaria que la antecede6.

Si bien la forma en que Kierkegaard y Tocqueville se aproximan a su época parece diferente, también es cierto que los dos están atentos a un fenómeno propio de ese período: la nivelación de los individuos en la sociedad de masas. En este sentido, resulta iluminador que ambos utilicen el mismo término – nivelación – para describir el fenómeno que están observando en sus sociedades. De hecho, no son muchos los autores que recurren ya en ese momento al concepto de nivelación7. Es interesante destacar que John Stuart Mill es de los pocos que también utiliza el término nivelación y lo hace, en On Liberty, justamente para señalar el mismo problema que preocupa a Tocqueville y Kierkegaard: los efectos de la sociedad de masas sobre la individualidad de cada persona. Mill señala que en su tiempo se está produciendo una nivelación de las multitudes que es “hostil a la individualidad” y que somete a las personas a la opinión pública (Mill, 2006, pp. 123-124). En este aspecto, su preocupación parece particularmente cercana a la expresada por Tocqueville respecto del peso de la opinión pública sobre cada individuo (DA, II, 1, 2, p. 454).

Ahora bien, más allá del uso del término nivelación, es posible afirmar que durante el período en que escriben Tocqueville y Kierkegaard (y también Mill) el problema de la individualidad y de la sociedad de masas se está convirtiendo en un tópico común. Quizás donde se puede apreciar con más claridad esto es en las diferentes reflexiones que existen en ese momento en la Inglaterra Victoriana, en autores – además del propio Mill – tan diferentes como Thomas Carlyle (1829), Charles Dickens (1849) y John Ruskin (1860)8. En esta misma línea, se ha observado que el uso del término “nivelación” y, especialmente “nivelar hacia arriba” (levelling up) comienza a aparecer en la discusión parlamentaria británica durante el siglo XIX (Newman, 2021).

Esta problemática común, como muestra con claridad Christopher Clark, podría ser entendida como parte del proceso de preparación prerrevolucionaria que daría lugar al período revolucionario europeo de 1848-1849 (Clark, 2023). Esto último, por lo demás, refuerza la idea de que el fenómeno no se limitaba a unos pocos países. Existe, por lo tanto, un topos común de la época, presente en diferentes realidades nacionales, donde autores de diferentes trasfondos políticos, religiosos y culturales manifiestan su preocupación – en modos y tonos diversos – por los efectos sociopolíticos y morales que está produciendo la sociedad de masas sobre la vida individual. Es a este topos común establecido al que contribuyen filosóficamente el danés y el francés. Finalmente, cabe señalar que el problema de la sociedad de masas que observan Tocqueville y Kierkegaard estaba recién comenzando y seguiría creciendo y siendo motivo de preocupación por varias décadas, como se observa en autores como Ferdinand Tönnies a fines del siglo XIX (Tönnies, 1887) y en Ortega y Gasset, ya adentrado en el siglo XX (Ortega y Gasset, 2019 [original de 1929]).

Más allá de los puntos en común, cabe preguntarse si nuestros dos autores están utilizando la idea de nivelación para referirse a lo mismo o si cada uno está hablando de algo diferente. La respuesta parece ser ambigua, pues en un sentido es cierto que están analizando el mismo proceso en sus respectivas sociedades, pero también es verdad que cada uno lo hace desde la perspectiva que más le interesa, lo que los lleva a poner el énfasis en distintas dimensiones de la nivelación. De esta manera, Kierkegaard y Tocqueville se refieren a lo mismo en cuanto a la nivelación como una igualdad de la sociedad de masas que amenaza a la individualidad de sus miembros. Al mismo tiempo, están hablando de cosas diferentes en cuanto a la dimensión que cada uno destaca: en el caso del danés es la abstracción que afecta a la interioridad de la persona, mientras que el francés se refiere sobre todo a la igualdad de condiciones, entendida como igualdad política, jurídica, psicológica e incluso material.

En una primera instancia la idea de nivelación quizás no es asociada con ninguno de los dos, pues a Kierkegaard se le relaciona más con lo que posteriormente ha sido llamado existencialismo (Gardiner, 1969, pp. 289-290) y a Tocqueville con la idea de la igualdad de condiciones. Sin embargo, Kierkegaard utiliza recurrentemente la idea de nivelación en La época presente, mientras que Tocqueville efectivamente usa el mismo término en La democracia en América. En ambos casos, la nivelación se refiere a un efecto de la sociedad del siglo XIX – que podríamos llamar “de masas” o “democrática” – sobre la individualidad de las personas. Es necesario, por lo tanto, recurrir a estos dos textos para comprender en qué consiste el fenómeno de nivelación que perciben ambos filósofos. En el caso del danés es importante añadir que, si bien su principal preocupación no es la filosofía política, esa dimensión está presente en sus escritos de una u otra forma a lo largo de toda su vida9.

3. La nivelación en La época presente de Kierkegaard

En 1846 Søren Kierkegaard publicó, como parte de una reseña de la novela Dos épocas [To Tidsaldre] de Thomasine Gyllembourg, una sección titulada La época presente [Nutiden], que en posteriores traducciones circularía como libro independiente. En este texto, en realidad, el filósofo y teólogo danés hace más que solamente comentar el libro de Gyllembourg, pues utiliza la reseña como punto de partida para elaborar su propia reflexión sobre la situación social, cultural y política de la sociedad danesa de mediados del siglo XIX. De hecho, como señala Bruce Kirmmse, La época presente es considerada la obra más política de Kierkegaard (Kirmmse, 1990, p. 265). Este texto, además, ha sido destacado por diferentes autores – como Michael Plekon y Kresten Nordentoft – por su importancia dentro de la trayectoria intelectual de Kierkegaard, marcando un giro en su productividad y también un cambio en cuanto a dejar de escribir con pseudónimos y comenzar a utilizar su propio nombre (Plekon, 1984, pp. 20-21).

La idea central de La época presente es, pues, comparar su propio tiempo – la “época presente” – con el anterior, que sería la época revolucionaria. De esta manera, el autor caracterizará a la época presente como indolente, reflexiva, desapasionada y adormecida, contrastándola con la época de la revolución, que vendría siendo apasionada y de acción (Kierkegaard, 2012, pp. 41-43). Por lo demás, este enfoque de esta obra sería consistente con la idea de calificar al danés como un “autor de denuncia” (Svensson, 2013, p. 11).

Siguiendo con la comparación entre las dos épocas, el filósofo danés afirma que “mientras que una época apasionada acelera, eleva y derriba, levanta y oprime, una época desapasionada hace lo contrario, ahoga y frena, nivela” (Ibid., p. 59, el énfasis es mío). De esta manera, la nivelación queda constituida como uno de los fenómenos sociales más relevantes de la época presente. La importancia de la nivelación, además, es reforzada por la numerosa y amplia presencia de este concepto a lo largo del texto10.

El fenómeno de la nivelación que observa y describe Kierkegaard es, en buena medida, un proceso de mayor igualdad entre las personas. De hecho, el danés afirma que la época presente “se orienta dialécticamente hacia la igualdad, y su realización más consecuente, si bien errada, es la nivelación” (Ibid., p. 60). Pese a que esta afirmación nos puede inducir de inmediato a pensar que Kierkegaard se está refiriendo a una igualdad material – algo así como la igualdad de condiciones tocquevilliana –, en realidad el énfasis del danés es otro. En La época presente la nivelación es sobre todo una categoría espiritual en que se ha perdido la riqueza de la interioridad (Ibid., p. 48) y donde se ha impuesto la abstracción de la categoría de generación sobre la realidad concreta de cada individuo (Ibid., p. 60). Así, el tipo de igualdad que produce la nivelación es una igualdad matemática, es decir, abstracción pura (Ibid., p. 60). Esto le lleva a afirmar que “nivelar es una tranquila y abstracta ocupación matemática” (Ibid., p. 59) y que, en consecuencia, la nivelación es “una fuerza abstracta” (Ibid., p. 60).

La nivelación es, en este sentido, una forma de igualdad de la que Kierkegaard es claramente crítico (Outka, 1982, p. 177). Jegstrup, por ejemplo, destaca la crítica de Kierkegaard hacia el carácter abstracto de la igualdad liberal como un anticipo de las críticas posmodernas (Jegstrup, 1995, p. 428). De hecho, en su famoso Post Scriptum, el filósofo danés resalta la importancia del individuo concreto en contraposición con el carácter abstracto de ciertas formas de pensamiento histórico como las sostenidas por Hegel (Kierkegaard, 2008, pp. 33-34)11. De esta manera, queda claro que la abstracción que supone el fenómeno de la nivelación es un problema sociopolítico que Kierkegaard mira con preocupación justamente, en parte, por su naturaleza abstracta.

Más adelante, cuando analicemos y comparemos las propuestas de Kierkegaard y Tocqueville, podremos desarrollar con más profundidad algunos aspectos de la nivelación descrita por Kierkegaard. Sin embargo, un último punto que debemos aclarar aquí consiste en la relación de la nivelación con la sociedad de masas y la individualidad. Sobre este punto La época presente es bastante clara: la nivelación es enemiga del individuo y, todavía más, es su perdición (Kierkegaard, 2012, p. 62). Esto ocurre porque la nivelación elimina al individuo mediante la abstracción (Ibid., p. 87). Ahora bien, ¿cómo la abstracción destruye al individuo? La respuesta de Kierkegaard es precisa:

Para que realmente llegue a existir nivelación, primero debe levantarse un fantasma, el espíritu de la nivelación, una monstruosa abstracción [...]. Este fantasma es el público (Ibid., p. 67).

El público, que es descrito en términos claramente negativos – es un fantasma, un monstruo –, permite que se produzca la nivelación. El grado de abstracción y de destrucción de la individualidad en el público es de tal magnitud que Kierkegaard afirma unas líneas más adelante que “el público es una monstruosa nada” (Ibid., p. 67). Esta forma de describir lo que el público es se asemeja bastante a lo que autores como Arendt y Ortega dirán sobre la sociedad de masas12. Por lo tanto, es posible entender que el público al que se refiere Kierkegaard en efecto es lo que posteriormente fue llamado sociedad de masas.

De esta manera, la nivelación descrita por Kierkegaard se convierte efectivamente en el fenómeno de la igualdad abstracta entre las personas que termina anulando toda individualidad y sumiendo a cada uno en una masa anónima13. Más adelante veremos las consecuencias de esta forma de entender la nivelación por parte de Kierkegaard y su contraste con la descripción tocquevilliana. Para ello, primero deberemos poner nuestra mirada sobre el aristócrata francés y su célebre obra, La democracia en América.

4. Tocqueville y la igualdad democrática como nivelación

Alexis de Tocqueville dedicó su mayor trabajo intelectual al estudio detenido de la época y la sociedad que se desenvolvía ante sus ojos. Si Kierkegaard llamó época presente a ese período, Tocqueville utilizará el concepto de democracia o sociedad democrática para el tipo de sociedad que estaba en desarrollo durante el siglo XIX. En términos tocquevillianos, la característica central y específica de la democracia es la igualdad, entendida especialmente como igualdad de condiciones. De hecho, desde el comienzo de La democracia en América lo que más destaca el francés es la impresión que le causó en Estados Unidos la igualdad de condiciones de sus habitantes (DA, I, Introducción, p. 61), resaltando que no se trata de un elemento más dentro de esa sociedad, sino más bien de su hecho generador14 de la gran revolución democrática en desarrollo (DA, I, Introducción, p. 61). Es por estos motivos que Aron llama a Tocqueville “el filósofo de la democracia, el sociólogo de la igualdad” (Aron, 2019, p. 29), destacando así la centralidad de ambas ideas en la obra del aristócrata francés.

Si bien el concepto fundamental para comprender la sociedad democrática en términos tocquevillianos es la igualdad de condiciones, el francés también utiliza el concepto de nivelación. En concreto, la nivelación es mencionada 40 veces entre los dos tomos de La democracia en América15. Esto no es un número particularmente elevado, especialmente si se considera la extensión de dicha obra, pero tampoco se trata de una cantidad despreciable. Sin embargo, la importancia de la idea de nivelación no se debe principalmente a la frecuencia de su uso, sino a otros dos factores: en primer lugar, a que Tocqueville menciona la nivelación en algunas partes importantes de la obra, especialmente en su introducción; y, en segundo lugar y quizás aún más relevante, a que la nivelación está directamente relacionada con la igualdad de condiciones que, como ya hemos destacado, es el fundamento de la sociedad democrática. A continuación, desarrollaremos brevemente estos dos elementos.

La introducción del primer tomo de La democracia en América desempeña un gran papel en la lectura y comprensión de la obra, ya que en ella el autor sintetiza su propuesta y destaca algunos de sus aspectos más relevantes. Como hemos visto, al comienzo de la introducción Tocqueville destaca el papel central de la igualdad de condiciones como hecho generador de la sociedad americana y de la revolución democrática que está ocurriendo en Francia. A continuación, el texto hace un breve recorrido histórico respecto del desarrollo de la igualdad en la sociedad. Así, leemos que la igualdad comenzó a introducirse por obra de la Iglesia y, posteriormente, entró al gobierno por medio de la aristocracia (DA, I, Introducción, p. 62). En este punto, Tocqueville afirma que la nobleza paulatinamente le entregó más poder al pueblo para quitárselo al rey, pero que, con más frecuencia todavía, fue el rey quien le otorgó más poder al pueblo para quitárselo a los nobles, teniendo por resultado que:

En Francia los reyes mostraron ser niveladores [niveleurs] sumamente activos y constantes. Cuando fueron ambiciosos y fuertes, se esforzaron por elevar al pueblo al nivel [niveau] de los nobles. [...] pusieron mucho cuidado en igualar [égaliser] todo lo que estaba por debajo del trono (DA, I, Introducción, p. 62).

De esta manera, Tocqueville destaca con claridad la importancia de la nivelación en el proceso que va igualando cada vez más a las personas, ubicándolas progresivamente en el mismo nivel. Sin embargo, hasta aquí el fenómeno de la nivelación parece más bien político, relacionado con el poder que tienen el rey, los nobles y el pueblo. A continuación, en cambio, el proceso de nivelación adquirirá un sentido diferente, pues comienza a tomar más importancia su dimensión económica o material. Así, unas líneas más adelante, Tocqueville destaca que los ciudadanos empiezan a adquirir la tierra de una forma diferente a la posesión feudal, lo que va produciendo “nuevos elementos de igualdad entre los hombres” (DA, I, Introducción, p. 63). Esto significa que, a partir de ese momento, todos los cambios y procesos constituyen “pasos encaminados hacia la nivelación universal” (Ibid, p. 63) que parecen unirse para “empobrecer al rico y enriquecer al pobre” (Ibid, p. 63). De esta forma, el factor económico de la nivelación se hace explícito16. El resultado de esto consiste en que la nivelación se convierte en un fenómeno social con un componente político y otro material, estando ambos íntimamente conectados.

El proceso de mayor igualdad o nivelación observado por Tocqueville es descrito como una doble revolución que consiste en que “en la escala social el noble ha descendido, mientras que el plebeyo se ha elevado; uno baja y otro sube” lo que “los acerca entre sí” al punto que “pronto van a tocarse” (Ibid, p. 63). Esta es la revolución democrática que se encamina a nivelar a todos los ciudadanos, nivelando incluso las inteligencias, eliminando las barreras entre los hombres y haciendo que el estado social se vuelva democrático (Ibid, p. 66). De esta manera, ya en la introducción queda claramente establecida la relación entre la nivelación, la igualdad de condiciones y la democracia como un estado social fruto de una revolución democrática.

Pese a que la introducción de La democracia en América ya nos ha permitido descubrir la relación entre la nivelación y la igualdad de condiciones o igualdad democrática, el estrecho vínculo entre ambas ideas está presente en múltiples partes de ambos tomos de la obra. Así, por ejemplo, las leyes de sucesiones, que son tan relevantes para eliminar a las familias ricas y producir la igualdad entre las personas, son descritas como haber “pasado un rasero nivelador [passé son niveau] por todas partes” (DA, I, 1, 3, p. 105). Esta igualdad, que a veces es descrita como homogeneidad (DA, I, 1, 2, p. 90) y que es casi perfecta cuando afecta tanto a la fortuna como a la inteligencia (Ibid, p. 94), puede consistir en que todos alcancen un mismo nivel de conocimiento mediante la elevación de algunos y la rebaja de otros (DA, I, 1, 3, p. 106). Así, vemos que la igualdad de las personas en distintas dimensiones es una nivelación o una búsqueda de un nivel intermedio en que todos quedan emparejados. De hecho, es la pasión por la igualdad la que produce que los pequeños y los grandes, o los débiles y los fuertes, se encuentren en un mismo nivel17.

La relación entre nivelación e igualdad también se aprecia en los pasajes en que Tocqueville atiende a la importancia que tienen tanto la libertad como la igualdad para la democracia. En este sentido, el francés reconoce que, en el estado social democrático, las personas tienen un gusto por la libertad, pero que “lo que aman con amor eterno es la igualdad” (DA, I, 1, 3, pp. 107-108). Esta igualdad es nuevamente descrita como nivelación cuando Tocqueville conjuga igualdad y libertad al preguntarse si, en el proceso de llegar a la completa igualdad, “¿no valdría más dejarse nivelar [laisser niveler] por la libertad que por un déspota?” (DA, I, 2, 9, p. 352). Finalmente, el francés afirma que la mayoría de las naciones modernas tienen una afición por la libertad que comenzó a surgir como consecuencia de la igualdad de condiciones, destacando que “quienes más obraron para nivelar a las clases sociales entre sus súbditos fueron los reyes” (DA, II, 2, 1, p. 531). Así, dentro del análisis tocquevilliano sobre libertad e igualdad, la nivelación aparece como equivalente a la idea de producir mayor igualdad.

El papel de la nivelación en la igualdad de condiciones vuelve a surgir cuando Tocqueville se refiere a los problemas de desigualdad que pueden existir dentro de la sociedad democrática. De hecho, estos problemas se deben justamente a que el hombre que vive en una sociedad donde los ciudadanos son iguales buscará siempre, en su orgullo, una forma de “escapar al nivel común, y querrá formar de alguna manera una desigualdad beneficiosa para él” (DA, II, 3, 13, p. 632). Esta desigualdad, cree Tocqueville, no llamará la atención en las sociedades donde las desigualdades son más comunes, pero “cuando todo está más o menos al mismo nivel, la más mínima [desigualdad] escandaliza” (DA, II, 2, 13, p. 565). El nivel común o igualdad, por lo tanto, desempeñan un papel importante en la manera de reaccionar frente a las desigualdades. Esto no significa que la igualdad sea fácil de alcanzar, pues muchas veces se intenta ubicar al amo y al sirviente, o al rico y al pobre, “más o menos al mismo nivel [commun niveau], y se crea en ellos una igualdad imaginaria” que no se corresponde con la desigualdad real de sus condiciones (DA, II, 3, 5, p. 604). De esta manera, en las reflexiones tocquevillianas sobre la desigualdad dentro de la democracia también encontramos importantes referencias a la noción de nivelación o nivel común entre las personas para referirse a la igualdad.

Estas dificultades para alcanzar la igualdad que describe Tocqueville le llevan a afirmar que, pese a los muchos esfuerzos que pueda realizar una sociedad, ella “no conseguirá hacer las condiciones perfectamente iguales en su seno, y si tuviera la desgracia de llegar a esa nivelación absoluta y completa” (DA, II, 2, 13, p. 565) todavía existirían las desigualdades a nivel intelectual, que no son modificables por medio de las leyes, pues provienen de Dios. Más allá del carácter hipotético en que está formulada la situación, parece claro que Tocqueville entiende la igualdad perfecta como una nivelación absoluta. De hecho, más adelanté afirma que una sociedad de alta igualdad es aquella en que “las costumbres acercan [...] y llevan cada vez más al mismo nivel” (DA, II, 3, 8, p. 613) a sus integrantes. Finalmente, el francés acaba diciendo que cuando “los hombres acaban por nivelarse, la sociedad democrática queda al fin consolidada” (DA, II, 3, 19, p. 655), reforzando una vez más la íntima relación entre igualdad democrática y nivelación.

Por último, debemos mencionar que en La democracia en América también encontramos referencias importantes a la sociedad de masas y su efecto sobre los individuos. De hecho, Tocqueville menciona que el hombre individual en la democracia se compara con el total de las personas que tiene a su alrededor y se siente abrumado, débil e insignificante (DA, II, 1, 2, p. 455). Además, en la democracia, los hombres son tan similares entre ellos que llegan a “confundirse todos en una masa común [masse commune]” (DA, II, 3, 13, p. 632) y temen ser arrastrados por esa masa en contra de su propia voluntad. Por lo tanto, para Tocqueville también existe una amenaza de la sociedad de masas hacia la posibilidad que tiene cada persona de desarrollar su individualidad.

5. Similitudes y diferencias ante un fenómeno complejo

Una vez que hemos revisado en qué consiste la nivelación en las obras de Kierkegaard y Tocqueville, es momento de comparar las aproximaciones que cada uno tiene ante este fenómeno. Este trabajo de análisis nos permitirá descubrir algunas similitudes y diferencias entre los dos autores y, especialmente, iluminar la naturaleza y la valoración que se puede realizar de una realidad tan compleja y relevante para la filosofía política moderna.

i) Los diferentes planos de la nivelación

Lo primero que debemos reconocer es que Kierkegaard y Tocqueville entienden la nivelación en planos diferentes. En el caso del danés, como hemos visto antes, la nivelación es una fuerza abstracta, es pura abstracción e igualdad matemática (Kierkegaard, 2012, p. 60). En este sentido, para Kierkegaard, la nivelación no es tanto una realidad económica o material, sino una igualación abstracta que se refiere al ámbito intelectual y, sobre todo, espiritual. Este enfoque, por lo demás, es consistente con las principales preocupaciones de Kierkegaard en cuanto a la dimensión religiosa y existencial de su obra.

Tocqueville, en cambio, entiende la nivelación como la mayor igualdad de condiciones. Esta forma de comprender la igualdad es ambigua, pues en algunos momentos parece referirse a la dimensión material de las personas, pero en otras ocasiones – como veremos a continuación – apunta más bien a otras formas de igualdad. Su dimensión material se aprecia, por ejemplo, en las constantes menciones del acercamiento entre pobres y ricos, donde la nivelación es fruto de que los pobres se vuelven más ricos y los ricos más pobres (DA, I, Introducción, p. 63). De la misma manera, no es casualidad que el francés le otorgue tanta importancia como elemento nivelador a la ley de sucesiones en su capacidad de dividir la riqueza de las familias más ricas (DA, I, 1, 3, p. 105; DA, II, 1, 9, p. 476).

Pese a la importancia del elemento material en la nivelación tocquevilliana, no sería justo limitar el análisis de La democracia en América a un fenómeno meramente económico. En realidad, Tocqueville también considera la dimensión intelectual y espiritual dentro de su descripción. Lo hace, por ejemplo, cuando menciona que la igualdad en América es material, pero también intelectual, donde “se ha instalado en los conocimientos humanos un nivel medianero” (DA, I, 1, 3, p. 106). Asimismo, en su presentación de la tiranía de la mayoría como una forma de patología de la democracia, Tocqueville afirma que ella “desecha el cuerpo y va directo al alma” (DA, I, 2, 7, pp. 296-297), refiriéndose a las creencias y conocimientos de los ciudadanos18.

Para Tocqueville, además, la igualdad también puede ser política, jurídica o psicológica, pues a veces la nivelación se refiere justamente a la igualdad entre los ciudadanos a pesar de las grandes desigualdades económicas. Esto se observa, por ejemplo, en la manera en que la igualdad democrática modifica las relaciones entre el amo y el servidor en el capítulo de Tocqueville dedicado específicamente a ese asunto, como ha explicado Pierre Manent (2018, pp. 61-69). Raymond Aron, por su parte, también entiende a la igualdad de condiciones tocquevilliana como “la sociedad donde ya no perduran las distinciones de los órdenes y las clases, donde todos los individuos que forman la colectividad son socialmente iguales” (Aron, 2004, p. 193). Aquí reside, por lo tanto, una ambigüedad dentro de su obra que resulta difícil de resolver. En conclusión, si bien existe una diferencia importante sobre este punto entre Kierkegaard y Tocqueville, ya que el primero apunta de forma prácticamente exclusiva a la dimensión inmaterial de la nivelación, descubrimos que el francés no se refiere solamente a lo material cuando analiza este fenómeno.

ii) La inevitabilidad de la nivelación como fenómeno providencial

Un segundo punto de comparación se refiere al acercamiento que ambos autores tienen al fenómeno de la nivelación en cuanto a quién lo induce o impulsa y si este es o no inevitable y reversible. Respecto de este punto, Kierkegaard y Tocqueville parecen tener bastante cercanía, ya que ambos consideran que la nivelación responde más bien a una fuerza impersonal o superior a la capacidad de agencia de los individuos. El danés, por ejemplo, afirma que la nivelación no tiene ni puede tener un individuo que la lidere (Kierkegaard, 2012, p. 60), pues está “en manos de un poder abstracto” (Ibid., p. 62). Por esta misma razón, nadie – ni un gran héroe ni una asamblea o nación – tendrá la capacidad de detener el avance de la nivelación (Ibid., p. 63).

De manera similar, Tocqueville considera que “la evolución gradual de la igualdad de condiciones es providencial” (DA, I, Introducción, p. 64) e incluso experimenta un “terror religioso” ante la revolución democrática que observa (Ibid., p. 64). Es cierto que existe la duda sobre si debemos tomar en serio estas formulaciones de la introducción a La democracia en América. Sin embargo, no podemos negar que ellas efectivamente muestran que el francés tiene una aproximación similar a Kierkegaard en cuanto al carácter un tanto inevitable de la nivelación como fenómeno que está más allá de las decisiones y capacidades de los individuos concretos.

Pese a que ambos autores se asemejan respecto de este segundo punto en cuestión, también es verdad que la valoración que cada uno tiene sobre la nivelación afecta la manera en que describen al poder o fuerza que la impulsa. En este sentido, Tocqueville muestra una aproximación más positiva al decir que el movimiento de mayor igualdad es la voluntad de Dios (Ibid., p. 64). Kierkegaard, al contrario, afirma que la nivelación no proviene de la Divinidad, sino del poder del mal (2012, p. 89). Como afirma Elsebet Jegstrup, tanto Kierkegaard como Tocqueville aceptan el carácter inevitable de la emergencia de la democracia liberal, pero el danés se muestra más crítico de ese hecho (Jegstrup, 1995, p. 427).

Los dos primeros puntos que hemos comparado entre Kierkegaard y Tocqueville sobre la nivelación nos han permitido una primera aproximación al asunto. A continuación, en cambio, revisaremos dos aspectos de la nivelación que tienen que ver con sus efectos sociales y políticos. En primer lugar, veremos el efecto que produce sobre la individualidad y, posteriormente, sobre los vínculos y relaciones sociales.

iii) La nivelación como enemiga de la individualidad

La manera en que la nivelación afecta al despliegue de la individualidad de las personas que están siendo o han sido niveladas parece un punto de preocupación relevante tanto para Tocqueville como para Kierkegaard. Respecto de este punto ambos autores parecen tener un diagnóstico similar: la nivelación es una amenaza para la individualidad en cuanto que parece producir una disminución del despliegue personal de cada ciudadano. Kierkegaard, por ejemplo, describe a la persona que ha sido sometida a la nivelación como una que no posee la riqueza en su interioridad (Kierkegaard, 2012, p. 48). De hecho, como ya hemos visto, más adelante en La época presente el danés es todavía más explícito al afirmar que la nivelación es enemiga del individuo y, peor aún, es “su perdición” (Ibid., p. 62).

De forma similar, en El punto de vista, Kierkegaard volverá a afirmar la oposición entre el individuo y “el público”19, donde el segundo es entendido como el resultado de una sociedad nivelada. En ese mismo texto, el danés asegurará que es imposible ser individuo en medio de la masa (Kierkegaard, 1972, p. 84). Tocqueville, por su parte, considera que la mayor igualdad produce una doble experiencia en cada persona:

Cuando el hombre que vive en los países democráticos se compara individualmente con todos los que lo circundan, siente con orgullo que es igual a cada uno de ellos; pero cuando acaba por considerar al conjunto de sus semejantes y colocarse a sí mismo frente a ese gran cuerpo, bien pronto se ve abrumado por su propia insignificancia y debilidad. La misma igualdad que lo hace independiente de cada uno de sus conciudadanos considerados individualmente lo sume en el aislamiento, dejándolo sin defensa ante la acción de la mayoría (DA, II, 1, 2, p. 455).

En otras palabras, el francés cree que el proceso de nivelación de las democracias termina por debilitar al individuo respecto del gran cuerpo social al que pertenece. Por lo mismo, más adelante en La democracia en América, Tocqueville afirmará que los ciudadanos, al igualarse demasiado, “pueden llegar a confundirse todos en una masa común” provocándoles “temor a ser arrastrados por la masa contra su voluntad” (DA, II, 3, 13, p. 632). Estos pasajes demuestran que la nivelación, también en el análisis tocquevilliano, constituye cierta amenaza para el despliegue de la individualidad de los ciudadanos que son nivelados. Sin embargo, no debemos olvidar que la mirada de Tocqueville hacia la democracia y la igualdad de condiciones es, en términos generales, bastante positiva. Como señala Lamberti:

[Tocqueville] Comprendió mejor que nadie en su tiempo que la libertad en el futuro ya no podría fundarse en la desigualdad, en la aristocracia. Desde luego, su jerarquía de valores políticos es muy clara: acepta la igualdad porque no hay otro fundamento posible para la libertad; deviene demócrata porque es liberal (Lamberti, 2019, p. 113).

Estas dos ideas, que a primera vista pueden parecer contradictorias, en realidad no lo son. Lo que ellas revelan, en pocas palabras, es que Tocqueville descubre en la igualdad una condición necesaria para una auténtica vivencia de la libertad y, al mismo tiempo, que la nivelación puede disminuir la individualidad de la persona que es absorbida o arrastrada por la masa común.

iv) La pérdida de los vínculos sociales en la sociedad nivelada

Al igual que la nivelación puede afectar a las personas en el desarrollo y la expresión de su individualidad, este fenómeno también tiene efectos sobre los vínculos y las relaciones sociales que se establecen al interior de la sociedad. En este punto, nuevamente, se aprecia cierta similitud entre Tocqueville y Kierkegaard, pues los dos observan una disminución de los vínculos sociales. Sin embargo, como veremos, esta disminución ocurre por diferentes motivos en la propuesta de cada autor. En el caso de Kierkegaard, lo primero que se aprecia es que “las relaciones no existen” (2012, p. 52) dentro de la sociedad nivelada.

La falta de vínculos se ve expresada en el hecho de que las personas viven en una “simple cohesión” que consiste básicamente en “no poder estar ni juntos ni separados” (Ibid., p. 53). Esto se produce por el carácter abstracto de la nivelación, donde no existen vínculos estrechos y concretos entre las personas, sino solamente vínculos de abstracción, que son iguales para todos (Ibid., p. 65). Así, para el danés, la época presente gana en extensión lo que pierde en intensidad de los vínculos sociales, en comparación con la época apasionada (Ibid., p. 75). Este doble efecto de mayor extensión y menor intensidad es similar a lo que describe Tocqueville sobre la democracia, como veremos a continuación. Además, es importante notar la conexión entre la disminución de la individualidad y el aislamiento social, ya que – como han señalado Pat Cutting y Patrick Gardiner – Kierkegaard considera fundamentales las relaciones sociales para el despliegue de la propia individualidad (Cutting, 1984, pp. 73-86; Gardiner, 1988, p. 52).

En el caso de Tocqueville, el principal efecto de la igualdad democrática será lo que Manent llama “la naturaleza de la democracia”, entendida como el fenómeno en que las personas se igualan tanto que terminan por alejarse unas de otras (2018, pp. 38-41, 89-90). Este alejamiento ocurre, según Tocqueville, porque los hombres adquieren tal grado de igualdad entre ellos que, nivelándose, crean una “masa” u “opinión pública” (DA, II, 1, 2, p. 454) que se erige como la única capaz de guiarlos:

En épocas de igualdad, los hombres no tienen ninguna fe los unos en los otros debido a su semejanza; pero esta misma semejanza les da una confianza casi ilimitada en el juicio del público, porque no les parece probable que, teniendo todos las mismas luces, la verdad no esté depositada en la mayoría (Ibid., p. 454).

De esta manera, Tocqueville explica cómo la igualdad aleja las personas y les hace perder la confianza entre ellas. De hecho, como lo ha explicado Enrique Aguilar, para Tocqueville el individualismo es una enfermedad propia de la democracia en que las personas apartan las unas de las otras (Aguilar, 2018, pp. 89-91). Es importante notar, además, que al mismo tiempo que se pierden los vínculos sociales, se genera la sociedad de masas, descrita también como “el público”, utilizando así un concepto que también usa Kierkegaard. Finalmente, debemos mencionar la clásica formulación tocquevilliana que describe el efecto de la democracia sobre los vínculos sociales afirmando que estos “se ensanchan y se aflojan” (DA, II, 2, 2, p. 534), es decir, se hacen más amplios o universales y, al mismo tiempo, más débiles. Como hemos visto, este diagnóstico es muy parecido al que presenta Kierkegaard. Esto ocurre, entre otros motivos, porque en democracia existe un gran número de individuos que son capaces de bastarse a sí mismos (Ibid., p. 534).

Finalmente, no podemos dejar de mencionar que existe otro efecto de la nivelación sobre la sociedad que tanto Kierkegaard como Tocqueville mencionan. Se trata de la pérdida del sentido de la autoridad o de ciertos roles jerárquicos que la nivelación ha destruido. Kierkegaard, por ejemplo, afirma que la autoridad, la obediencia, la corona, el padre, el maestro, entre otros, han perdido sentido (Kierkegaard, 2012, p. 55). Tocqueville, por su parte, dice que la igualdad ha colocado en el mismo nivel al padre con el hijo, al amo con el criado, y que progresivamente eleva a la mujer para hacerla cada vez más igual al hombre (DA, II, 3, 12, p. 627). Si bien no podemos ahora detenernos con detalle en este punto, vale la pena destacar que, sobre este aspecto, ambos autores también presentan un diagnóstico similar del efecto que la nivelación produce sobre la configuración de la sociedad. Si bien es cierto que también existen matices al respecto, como que Tocqueville acentúa en el cambio de la estructura jerárquica, mientras que a Kierkegaard le preocupa el vaciamiento de sentido de esas relaciones y jerarquías pese a que todavía sigan existiendo formalmente.

v) Las asociaciones como respuesta a la nivelación

El último punto que debemos considerar en la comparación entre Tocqueville y Kierkegaard respecto del fenómeno de la nivelación se refiere al papel que las asociaciones desempeñan en la sociedad nivelada y la valoración que ambos hacen de ellas. En este caso conviene comenzar por el autor francés, pues en su obra las asociaciones tienen un lugar más claro e importante que en Kierkegaard. Lo primero que vemos en Tocqueville es una gran admiración hacia el arte de asociarse, especialmente en la capacidad de asociación que observa en su viaje a América (DA, II, 2, 5, p. 540).

El hecho de que sea en Estados Unidos donde el arte de asociarse se haya perfeccionado al máximo se debe, para Tocqueville, a que:

En los pueblos democráticos todos los ciudadanos son independientes y débiles; no pueden hacer casi nada por sí mismos [...]. Todos caen en la impotencia si no aprenden a ayudarse libremente (Ibid., p. 541).

Es decir, la necesidad de asociarse está directamente relacionada con la situación en que se encuentra cada persona en cuanto a su individualidad – que está debilitada (Ibid., p. 540) – y a sus vínculos sociales, que están disminuidos. La asociación, por lo tanto, es una respuesta a la situación en que se encuentran los individuos dentro de una sociedad nivelada.

Como destaca Lefort, el entusiasmo tocquevilliano por las asociaciones se inscribe en el marco de “luchar contra el individualismo a través de las instituciones libres” (Lefort, 2007, p. 15). De esta manera se entiende que Tocqueville afirme que la necesidad de perfeccionar el arte de asociarse aumenta en la medida en que aumenta la igualdad de condiciones (DA, II, 2, 5, p. 543). Así, el papel de las asociaciones en el esquema tocquevilliano es claramente positivo, pues se ofrece como un arte que permite corregir – aunque sea parcialmente – los problemas que genera la democracia (Manent, 2018, pp. 57-60). La mirada negativa que Tocqueville presenta de la nivelación en su efecto sobre los vínculos sociales se combina con su evaluación positiva de las asociaciones como remedio para este problema, algo que Lefort ha destacado en cuanto a su capacidad para percibir el valor de la democracia y también los peligros que ella contiene (Lefort, 2007, p. 8). En este mismo sentido, diversos autores han mostrado la importancia de las asociaciones como remedio tocquevilliano para el problema del individualismo democrático20.

En el caso de Kierkegaard, la mirada hacia las asociaciones es más ambivalente, pero predomina una valoración negativa. Lo primero que critica el danés es que los individuos – en una sociedad nivelada – tienen que juntarse para todo, incluso para tener una idea, porque solos no pueden hacer nada (Kierkegaard, 2012, p. 61). Esta situación produce, además, que cualquier idea – incluso una estupidez, dice Kierkegaard – que tenga cierto apoyo se convierta en una opinión (Ibid., p. 86). Pero el problema va más allá, pues las asociaciones además terminan por consumir al individuo, que finalmente es capturado por la abstracción (Ibid., p. 62). Esto se debe a que el individuo termina por asumir que no tiene un peso específico propio, sino que necesita ser parte de un grupo para lograr cierta personalidad. En este sentido, la asociación es una forma de evasión que refuerza la abstracción de la nivelación (Ibid., p. 85). Es por esta razón que crear constantemente nuevas asociaciones no soluciona los problemas de la nivelación (Ibid., p. 66). La conclusión de Kierkegaard es, en este punto, muy clara: la asociación o sociabilidad no salvará a la época, sino más bien al contrario (Ibid., p. 85).

Pese a todas las críticas que reciben las asociaciones en La época presente, es cierto que Kierkegaard alcanza a deslizar una característica positiva de ellas. Al compararlos con la masa abstracta que es el público, el danés destacará el carácter concreto del pueblo y las asociaciones:

El público no es un pueblo, ni una generación, ni una época, ni una congregación, ni una asociación, ni tales personas determinadas, puesto que todos estos son lo que son gracias a la concreción (Ibid., p. 70).

Este hecho es importante, pues parece otorgarle cierto valor al hecho de asociarse en contraste con la abstracción pura que supone el público en la sociedad de masas. Con todo, es evidente que, en términos generales, la mirada de Kierkegaard sobre las asociaciones es más bien negativa y opuesta a la que tiene Tocqueville. Sin embargo, también es cierto que ambos coinciden en que estas asociaciones surgen como consecuencia y en respuesta a la situación en que se encuentran la individualidad y los vínculos sociales de las personas al interior de la sociedad nivelada o democrática.

6. Conclusiones

El estudio del concepto de nivelación en Kierkegaard y Tocqueville nos ha permitido, en primer lugar, percibir la complejidad de un fenómeno tan relevante en la conformación de la sociedad de masas durante el siglo XIX cuyas consecuencias llegan hasta nuestros días. Además, hemos podido adentrarnos en las obras de ambos autores, enriqueciendo nuestra comprensión del pensamiento de cada uno. En el caso de Kierkegaard, hemos profundizado en la dimensión más social y política de su filosofía. En cuanto a Tocqueville, su idea de igualdad de condiciones ha sido explorada específicamente en cuanto a nivelación y formación de la masa social.

Este trabajo nos ha llevado a comparar algunas similitudes y diferencias entre los análisis del filósofo danés y el francés respecto del fenómeno de la nivelación. En este sentido, hemos observado los diferentes planos en que cada uno se mueve, el efecto de la nivelación sobre la individualidad y los vínculos sociales, además del papel que desempeñan las asociaciones en los esquemas de cada uno. En este sentido, el diálogo filosófico establecido entre ambos autores ha permitido comprender con mayor profundidad la complejidad del fenómeno de la nivelación, con diferentes matices que permiten una valoración más completa y ponderada del mismo.

Si bien el análisis ha considerado varios aspectos, es importante mencionar que existen otros que también podrían ser explorados más adelante. Por ejemplo, sería interesante enriquecer este estudio incorporando el papel que desempeña, en las obras de ambos filósofos, la religión respecto de la nivelación, la individualidad y la sociedad de masas. También se podría desarrollar aún más el rol de la opinión pública y las creencias compartidas, o la nivelación en cuanto a la distribución del poder en la sociedad democrática, entre otros.

Finalmente, es importante hacer un balance general de la valoración que Kierkegaard y Tocqueville realizan respecto del fenómeno de la nivelación. En el caso del danés, parece claro que la nivelación es una realidad fundamentalmente negativa y que su análisis de ella está orientado a criticarla con vehemencia. Recordemos que, para Kierkegaard, la nivelación es parte de “la época presente”, un período desapasionado, indolente y adormecido. Así, la igualdad de la nivelación es pura abstracción y negatividad que termina por producir al público, que es una monstruosa nada que absorbe a los individuos y destruye las relaciones sociales. Tocqueville, en cambio, presenta una mirada más ambivalente sobre la nivelación, cuyo balance final es más positivo que negativo. En el fondo, el francés observa la bondad de la revolución democrática, pero esto no le impide reconocer ciertos peligros que ella puede tener sobre la individualidad y el tejido social. Justamente en respuesta a estos problemas es que Tocqueville propondrá las asociaciones como una forma de atenuar los males que trae consigo la igualdad de condiciones como nivelación democrática.

  • 1
    Los dos tomos de La democracia en América serán citados del volumen único de la edición del Fondo de Cultura Económica del año 2019. Se citarán como DA, seguido del número de tomo en número romano y luego el número de parte y de capítulo en números arábigos. Por ejemplo, el capítulo 2 de la segunda parte del primer tomo se citará DA, I, 2, 2, seguido de la página correspondiente.
  • 2
    Para comprender en detalle el viaje de Tocqueville a Norteamérica ver Furet (2007, pp. 43-64).
  • 3
    Ver la correspondencia entre Tocqueville y Mill (1985). Para un análisis comparativo entre ambos autores respecto de la forma de entender el liberalismo ver Lewis (2022).
  • 4
    Simone Goyard-Fabre destaca que “Tocqueville es más hijo de su época que cualquier otro pensador político” y que fue considerado por Burdeau como “la conciencia de la mitad del siglo [XIX]”, lo que demuestra lo importante que es el francés para reflejar ese período histórico en términos filosófico y político (Goyard-Fabre, 2007, p. 19).
  • 5
    Para un análisis más detallado de las experiencias paralelas de Kierkegaard y Tocqueville respecto del período revolucionario del siglo XIX ver Stocker, (2014, pp. 44-48).
  • 6
    Sobre la relación de Kierkegaard con la revolución de 1848 y su efecto en Dinamarca, ver Kirmmse (1995, pp. 167-175).
  • 7
    Si bien, en el caso del francés, es patente la influencia de autores como Constant, Chateaubriand y Guizot. (cf. Lamberti, 1987b; Jaume, 2015, pp. 204-215, 383-440, 468-480; Manent, 2007, pp. 65-80).
  • 8
    Todos los textos mencionados están recopilados en Himmelfarb, 2007.
  • 9
    Por ejemplo, Matías Tapia muestra con detalle la presencia del concepto de Estado y las formas de entender el régimen político en Kierkegaard y su desarrollo por etapas a lo largo del tiempo (Tapia, 2021, pp. 105-136).
  • 10
    El concepto nivelación aparece hasta 63 veces en La época presente y se encuentra presente prácticamente a lo largo de todo el texto. Los términos en danés que utiliza Kierkegaard son: nivelleringen, nivellere, nivellering, nivellerende, nivellementet, nivellerer y nivelleret. En la traducción al español estas variaciones responden a términos como nivelación, nivelar, niveladores, nivelado, nivela y nivelador.
  • 11
    Esto ha sido trabajado en profundidad por Juan Francisco García Aguilar, especialmente respeto del papel de la verdad, el pensamiento y la existencia en el Post Scriptum de Kierkegaard (Cf. García Aguilar, 2017).
  • 12
    Ortega, por ejemplo, dice: “Masa es ‘el hombre medio’. De este modo se convierte lo que era meramente cantidad – la muchedumbre – en una determinación cualitativa: es la cualidad común, es lo mostrenco social, es el hombre en cuanto no se diferencia de otros hombres, sino que repite en sí un tipo genérico” (Ortega y Gasset, 2019, p. 68). Hannah Arendt, por su parte, en The Human Condition explica que la igualdad produce la victoria de lo social sobre lo público (1998, p. 41) y, finalmente, que la sociedad de masas destruye lo público y lo privado (Ibid., p. 59). Tocqueville también habla de “la masa” en La democracia en América (DA, II, 1, 2, p. 454; DA, II, 3, 13, p. 632).
  • 13
    De hecho, Kierkegaard afirma que la anonimidad es importante para la época presente (Kierkegaard, 2012, p. 82).
  • 14
    Cf. DA, I, Introducción, p. 61. Manent explica esta idea de la democracia como hecho generador como un concepto político que designa algo metapolítico (Manent, 2007, pp. 70-71).
  • 15
    Los términos en francés que utiliza Tocqueville son: nivellement, niveleur(s), niveler y niveau. En la traducción al español estas variaciones responden a términos como nivelación, nivelador(es), nivelar y nivel.
  • 16
    Otro ejemplo de la importancia del factor material o económico en la nivelación que describe Tocqueville se encuentra en la relevancia que le otorga a las leyes de sucesiones y la partición de las fortunas en disminuir la distancia entre pobres y ricos (Cf. DA, I, Introducción, p. 67; DA, II, 1, 9, p. 476).
  • 17
    Tocqueville, eso sí, distingue entre una pasión por la igualdad que es legítima y otra que es depravada: “Hay en efecto una pasión vigorosa y legítima por la igualdad, que incita a los hombres a querer ser todos fuertes y estimados. Esta pasión tiende a elevar a los pequeños a la categoría de grandes; pero también se encuentra en el corazón humano un gusto depravado por la igualdad, que lleva a los débiles a querer atraer a los fuertes a su nivel, y que conduce a los hombres a preferir la igualdad en la servidumbre a la desigualdad en la libertad.” (DA, I, 1, 3, p. 107).
  • 18
    Lefort aborda en profundidad el problema de la opinión pública en la obra de Tocqueville en Lefort (2019, pp. 213-219). Rachel Théodore, por su parte, aborda las diferentes formas de igualdad que presenta Tocqueville, como las igualdades de consideración, de oportunidades y de derechos políticos (Théodore, 2021, pp. 81-103).
  • 19
    “Tenía plena conciencia de que yo era un escritor religioso y que como tal me importaba “el individuo” (“el individuo”, en oposición a “el público”), pensamiento en el que está contenida toda una filosofía de la vida y del mundo” (Kierkegaard, 1972, p. 42).
  • 20
    Cf. Lamberti, 1987a, pp. 153-164; Goldhammer, 2011, pp. 145-158; Aguilar, 2018, pp. 101-106; Aguilar, 2021, pp. 113-115; Mansuy, 2019, pp. 41-62; Wilford, 2019, pp. 41-66; Echeverría, 2021, pp. 733-737. En el caso de Echeverría, su trabajo además se hace cargo del tipo de asociatividad – la no-instrumental – que sería fundamental para el problema del individualismo. Por su parte, Guy Paltieli distingue entre la soledad y el individualismo en el pensamiento de Tocqueville, donde el primero tendría una connotación positiva (Paltieli, 2016, pp. 183-206).

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Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    11 Nov 2024
  • Fecha del número
    2024

Histórico

  • Recibido
    22 Dic 2022
  • Acepto
    02 Ago 2023
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