Resumen
Entre 1815 y 1830, grandes expediciones científicas se propusieron investigar en detalle el territorio brasileño, su diversidad natural, sus pueblos indígenas, sus ciudades, sus riquezas latentes y evidentes. En la época colonial, las fronteras habían permanecido cerradas a incursiones extranjeras de este tipo, pero esta situación cambiaría, como todo cambiaría drásticamente en los dominios ibéricos, debido a las invasiones napoleónicas y al consiguiente traslado del rey D. João VI y de la corte portuguesa a Río de Janeiro en 1808. En este contexto de profundos mapeos y transformaciones se encuentran los dos naturalistas en los que nos centramos en este artículo, el prusiano Friedrich Sellow y el francés Auguste de Saint-Hilaire. Ambos coincidieron en viajar por Rio Grande do Sul, una región que no era la más favorecida por los exploradores de la exuberancia tropical. Analizaremos aquí los informes de Sellow y el Diario escrito por Saint-Hilaire durante estos viajes emprendidos en la década de 1820.
Palabras clave:
Friedrich Sellow; Auguste de Saint-Hilaire; naturalistas viajeros; Rio Grande do Sul
Abstract
From 1815 to 1830, large scientific expeditions set out to investigate in detail the Brazilian territory, its natural diversity, its indigenous peoples, its cities, its latent and evident riches. In colonial times, the borders had remained closed to foreign incursions of this kind, but this situation would change, as everything would change drastically in the Iberian domains, due to the Napoleonic invasions and the consequent transfer of King João VI and the Portuguese court to Rio de Janeiro in 1808. Within this context of profound mappings and transformations are the two naturalists we are focusing on in this article, the Prussian Friedrich Sellow and the Frenchman Auguste de Saint-Hilaire. Both coincided in travelling through Rio Grande do Sul, a region that was not the most favoured by explorers of tropical exuberance. In these pages, we will analyse Sellow's reports and the diary written by Saint-Hilaire during these journeys undertaken in the 1820s.
Keywords:
Friedrich Sellow; Auguste de Saint-Hilaire; Travel naturalists; Rio Grande do Sul
Alexander von Humboldt nunca visitó Brasil. Como sabemos, las autoridades portuguesas sospechaban de sus intenciones y no le permitieron entrar al territorio. Nunca llegó a conocer personalmente el cono sur. No pudo dibujar sus paisajes, analizar sus plantas o fenómenos naturales, ni estudiar sus culturas. Todo lo que sabía de la cuenca del Plata, del Alto Paraguay o de la Patagonia era materia libresca, aprendida en informes hechos por otros, en imágenes pintadas por otros. Sin embargo, pocas presencias deben haber sido sentidas tanto como la suya en esa América de los agitados tiempos que separan el ocaso de la dominación colonial y las primeras décadas de vida independiente. Su forma de ver y sentir el mundo, sus textos, sus cuadros y su aura mítica contribuyeron a erigirlo en referencia imprescindible para cualquier viajero que quisiera adentrarse en las espesuras de la geografía americana
En Sudamérica, fue sin duda Brasil, el país que Humboldt nunca había pisado, el preferido por los extranjeros. Entre 1815 y 1830, grandes expediciones científicas, que se sucedieron y se superpusieron en este periodo, se lanzan a investigar el territorio en detalle, su diversidad natural, sus pueblos indígenas, sus ciudades, sus riquezas latentes y evidentes. En la época colonial, las fronteras habían permanecido cerradas a las incursiones exteriores, pero esta situación cambiaría drásticamente en los dominios ibéricos debido a las invasiones napoleónicas y al consiguiente traslado del rey Dom João VI y de la corte portuguesa a Río de Janeiro en 1808. Una rápida enumeración de algunos de los episodios más notables de la época basta para demostrar que aquellos fueron años particularmente turbulentos: ascenso y caída del bonapartismo, restauraciones monárquicas, regreso del rey a Portugal (1821), disolución del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarves e independencia en Ipiranga y Bahía (1822-1823), insurrecciones en el Nordeste (como la Revolución de Pernambuco (1817) y la Confederación de Ecuador (1824)), guerra con las Provincias Unidas (1825-1828), pérdida definitiva de la provincia cisplatina e independencia de Uruguay. A pesar de (o a causa de) la tumultuosa situación política, misiones científicas oficiales, naturalistas profesionales y aficionados, pintores, comerciantes y aventureros europeos tuvieron la oportunidad, en esta incierta coyuntura, de pasar largo tiempo recorriendo los ignotos interiores del reino. Asimismo, a lo largo de las primeras décadas del siglo XIX, la progresiva emancipación de las repúblicas hispanoamericanas permitió a otros muchos viajeros adentrarse en distintas regiones del continente.
En el breve transcurso de esos quince años, la intensa presencia extranjera reforzaría de algún modo ciertos estereotipos de larga data en las relaciones transatlánticas, relativos a la enunciación del saber, a la legitimidad de los sujetos que lo enunciaban y a las jerarquías que distinguían las diversas partes y poblaciones del mundo. Por supuesto, se vería también multiplicada la cantidad y la calidad del conocimiento sobre Brasil disponible en Europa, y esto ayudaría a transformar las percepciones de sí que estaban siendo creadas por una comunidad imaginada brasileña en plena formación. Como estaba ocurriendo en otras latitudes americanas durante esos años, "Brasil", "brasileños", "naturaleza brasileña" y "paisaje brasileño" pasarían a adquirir significados nuevos y más complejos, y a sustentar renovadas mitologías.
Multiplicadas por las artes figurativas y por los discursos literarios e historiográficos, esas mitologías encontraron, en aquellas décadas y en las posteriores, abundante inspiración en las postulaciones, inferencias y elaboraciones visuales producidas por las grandes expediciones científicas. Los viajeros naturalistas, dibujantes y pintores que se unieron a ellas cargaban consigo las herramientas necesarias para llevar a cabo sus tareas, y una serie de concepciones -sobre el trabajo de campo, las formas de medir e interpretar la naturaleza, y de dar cuenta de los resultados de sus viajes en palabras e imágenes- que ya habían sido prefiguradas antes de que emprendieran sus travesías. Directa o indirectamente, estas concepciones habían sido moldeadas por las obras de Humboldt y por las apropiaciones humboldtianas del pensamiento idealista alemán y de las innovaciones científicas contemporáneas. A mediados de la segunda década del siglo, las consideraciones del prusiano sobre la geografía de las plantas y sus visiones de la naturaleza circulaban profusamente entre los lectores europeos, dando una nueva visibilidad a las realidades americanas. Sus ideas, y los muy diversos legados metodológicos que de ellas se derivaron, indujeron a los viajeros a investigar la realidad de una determinada manera, a demarcar sus itinerarios a través de geografías interiores, a definir en cada operación hermenéutica las convergencias precisas entre datos empíricos y valores trascendentes, a utilizar una panoplia de recursos visuales, esquemáticos, cartográficos y textuales para referir las totalidades observadas, y a reflexionar acerca de las prácticas discursivas, de los presupuestos filosóficos y de las formas de transmisión y recepción de las investigaciones que servían de sustento para sus exploraciones.
Entre los memorables nombres de los que, en aquellos tres lustros, promovieron y participaron en las grandes exploraciones realizadas en Brasil, sería muy difícil encontrar alguno que no mantuviese vínculos personales o afinidades intelectuales con Humboldt, fuente de inspiración y lectura obligatoria para todos los naturalistas e interesados en asuntos americanos. El Príncipe Maximiliano de Wied-Neuwied, Auguste de Saint-Hilaire, Johann Baptist Spix, Carl Friedrich von Martius, Georg Langsdorff, el Conde de Clarac, el Barón de Eschwege, Thomas Ender, Johann Moritz Rugendas, Ferdinand Denis, Aimé-Adrien Taunay, Hercule Florence, por citar apenas los más conocidos, exhiben en sus biografías procedencias, trayectorias e intereses personales muy variados y diferentes entre sí. De un modo u otro, sin embargo, todos fueron partícipes sucesivos de ese proyecto humboldtiano que el naturalista prusiano nunca había logrado realizar: ver con sus propios ojos, viajar, conmoverse con las formas de vida de las tierras bajas sudamericanas. De una o de otra forma, todos ellos podrían haber suscrito la reverente observación que el Príncipe de Wied-Neuwied escribe en la introducción a su Viagem ao Brasil:
Sei quanto é temerário aventurar-me a publicar tais observações, feitas durante uma viagem através duma parte da América do Sul, depois do aparecimento da obra do nosso ilustre compatriota Alexandre de Humboldt. Mas a boa vontade pode suprir a inferioridade dos meios, e, si bem que não tenha a pretensão de apresentar algo de perfeito, ouso entretanto esperar que estudiosos da história natural, da geografia, dos hábitos e costumes de cada povo, encontrarão nas minhas informações contribuição não totalmente despida de importância para os interesses da ciência e da humanidade (Wied-Neuwied, 1940WIED-NEUWIED, Maximiliano. Príncipe de. Viagem ao Brasil. São Paulo: Companhia Editora Nacional, 1940. , p. 17).
El Príncipe Maximiliano fue el encargado de organizar la primera de esas grandes expediciones, que recorrió partes de las entonces capitanías de Rio de Janeiro, Espírito Santo, Minas Gerais y Bahía entre 1815 y 1817. Neuwied contaba con dos mentores, que fueron también los grandes instigadores de su viaje: uno era su amigo Humboldt, el otro Johann Friedrich Blumenbach, profesor en Göttingen de ambos, especialista en anatomía comparada e historia natural, famoso por haber impulsado los estudios craniométricos y la división de la especie humana en cinco variedades raciales. A lo largo de su incursión, el príncipe escribió un diario, Reise nach brasilien in den jahren 1815 bis 1817, publicado en 1820 en alemán (Frankfurt) e inglés (Londres), y en francés (París) e italiano (Milán) al año siguiente.
La comitiva de Wied-Neuwied incluía otros dos importantes naturalistas alemanes, el ornitólogo Georg Freyreiss y el botánico y dibujante Friedrich Sellow. Ambos habían llegado a Brasil un poco antes, acompañando al cónsul general ruso, el barón Georg Langsdorff, que también frecuentaba el círculo de Humboldt y años más tarde dirigiría una expedición aún mayor y más accidentada por los interiores brasileños. Como hemos dicho, las exploraciones de Wied-Neuwied y su tropa tuvieron lugar en el territorio de los actuales estados brasileños de Río de Janeiro, Espírito Santo, Minas Gerais y Bahía. Sellow, sin embargo, tendría la oportunidad de realizar un viaje posterior por una región que no solía ser tan favorecida como esas por los viajeros naturalistas: la cuenca del Plata. Una región que en algún momento de la historia, en tiempos de los jesuitas, había sido conocida como Paraquaria.
Friedrich Sellow había nacido en Potsdam, en el año de la Revolución Francesa. Sus datos biográficos están cubiertos de plantas y flores. Hijo del jardinero del palacio Sans Souci, fue ayudante en el Jardín Botánico de Berlín y, apadrinado por Humboldt, alumno de Jussieu y Desfontaines en París. En el Jardin des Plantes aprendió también los secretos de la mineralogía y la paleontología, conocimientos que, con la continua ayuda de Humboldt, amplió en Londres, donde completó una sólida formación científica que sería aplicada a partir de 1813, cuando embarcó con Langsdorff rumbo a Brasil. Dos años más tarde se unió a la expedición Wied-Neuwied. De esta época data la única imagen que se conserva de Sellow, que aparece de perfil en un dibujo a lápiz realizado por el Príncipe, con sombrero y abrigo largo, cabalgando lentamente al frente del grupo, formado por otros dos naturalistas, cuatro indígenas y tres caballos. La comitiva seguía su camino tras haber visitado la aldea de los Puris. No hay vegetación en el fondo, y las figuras avanzan, con paso firme, entre la niebla. De Sellow, por su parte, perduran más de 250 dibujos de paisajes, tipos humanos y utensillos; tres de estas imágenes serian publicadas en algunas de las ediciones de Reise nach brasilien, como las vistas panorámicas de Ilhéus y del litoral marítimo cerca de la sierra de Iriri, rodeada de selva virgen, tomadas desde una perspectiva elevada que pretende resaltar las armonías del conjunto. El resto de esta copiosa producción documental se conserva en el Museo de Historia Natural de Berlín. 1 1 Ver https://doi.naturkundemuseum.berlin/data/10.7479/0w3d-h789/17
Aquella sería la primera de las muchas exploraciones emprendidas por el joven naturalista. Pasaría el resto de su vida, que sería corta, estudiando insectos, aves, reptiles, semillas, formaciones geológicas, fósiles y, sobre todo, identificando plantas, que más tarde formarían parte de la monumental Flora Brasiliensis que Carl von Martius empezó a compilar en 1840. Junto con Ignaz Olfers, secretario de la legación alemana, viajó por Minas y São Paulo (1817-1818). Después fue a Rio Grande do Sul y Uruguay (1821-1826), y regresó en un largo viaje por Santa Catarina, Minas y São Paulo. Su intención era atravesar Paraguay, llegar a Mato Grosso y continuar hacia el noroeste hasta Arica y la costa del Pacífico, un proyecto ciertamente impracticable si se tiene en cuenta que, en aquella época, el Paraguay del Dr. Francia era una tierra en la que los extranjeros no podían entrar, o de la cual estaban imposibilitados de salir, como era el caso del naturalista francés Aimé Bonpland. Sellow murió antes de poder cumplir este ambicioso e irrealizable plan, en 1831, ahogado en el Río Doce, en Minas Gerais. Fue sobrevivido por las exsicatas de su infinito herbario, que están hasta hoy distribuidas en las principales instituciones botánicas del mundo. Como recuerdan José Newton Cardoso Marchiori y Miguel Antão Durlo (1998CARDOSO MARCHIORI, José Newton; ANTÃO DURLO, Miguel. Friedrich Sellow e sua contribuição para as Ciências Naturais. Ciência e Ambiente, n. 16, p. 29-50, 1998., p. 46), “Sobre a contribuição de Sellow para a botânica, basta lembrar que, ao tempo de sua morte, o grande viajante havia enriquecido esta ciência em aproximadamente 10% das espécies conhecidas”.
Fragmentos de su viaje a la provincia de São Pedro do Rio Grande do Sul fueron transcritos de informes y cartas enviados en 1826 al barón Altenstein, ministro de Cultura de Prusia que, junto con Humboldt, subvencionaba las expediciones. En el primero de estos informes, que relata las exploraciones realizadas entre 1823 y 1825, Sellow indica que, además de investigar la flora, la fauna y los estratos rocosos, el objetivo de esta incursión era confirmar la existencia de oro en Caçapava do Sul, y comprobar la veracidad de los rumores que mencionaban una hipotética mina de plata que habían descubierto los jesuitas. Mientras recorría montañas, valles, colinas y llanuras, recopilaba datos compulsivamente. Cada detalle le era pertinente, cada elemento era relevante. Su prosa no recuerda en absoluto los embelesos de Humboldt; como es previsible y apropiado en el caso de un informe, se esfuerza por ser descriptiva, evita los adjetivos y alude siempre a las constancias visibles que se desprenden de los levantamientos topográficos:
Da vila da Cachoeira, em bela situação, com apenas 150 fogos, e pobre, empreendi várias excursões à serra basáltica, às minas de carvão, às pedreiras calcárias, às pequenas lagoas na borda do rio, nas quais, em outubro e novembro, pelicanos de diversas espécies fazem seus ninhos nas macegas, vegetação que, qual rizóforas, ergue suas raízes acima da água e formam ilhotas flutuantes, em torno das quais se postam, prontas à rapina, variedades de falcões; tais excursões foram bastante produtivas para a coleção (Cardoso Marchiori; Mallmann Büneker; Lena Marchiori Neto, 2018CARDOSO MARCHIORI, José Newton; MALLMANN BÜNEKER, Henrique; LENA MARCHIORI NETO, Daniel. Textos inéditos de Friedrich Sellow. 3 - Viagem pela Província de São Pedro do Rio Grande do Sul (1823-1825). Balduinia, n. 61, p. 1-22, 2018., p. 9).
Sin haber encontrado la antigua mina ni rastro alguno de plata, pero analizando cada piedra y formación geológica que encontraba a su paso, Sellow llega a Pelotas, sufre un accidente y se rompe la clavícula. Las fuertes lluvias provocan el desbordamiento del río, la zona se inunda y el naturalista pierde algunas cajas de esqueletos, insectos y plantas que había recogido, pero consigue salvar un buen número de las muestras, que iban a ser enviadas a Berlín, según afirma en su informe. La lista revela la variedad de intereses, el rigor taxonómico y la plena dedicación al trabajo de campo que habían guiado el viaje:
(...) sementes, insetos, as duplicatas de pássaros (em número de 526, geralmente grandes), os couros de mamíferos (40) e os esqueletos (entre eles dois exemplares do mirmecófago jubata) (...) quatro caixas, com cerca de dez mamíferos e 391 pássaros; outra caixa com vinte e algumas variedades de plantas, etc.; duas caixas com plantas secas, de números 1.200 a 2.150; e cinco caixas com minérios, de número 500 a 939; mais um pacote de armas dos selvagens da região. Ainda expedi pelo Elizabeth duas caixas com duplicatas de minérios, uma com amostras de madeiras de lei e três caixas de plantas secas, marcadas F.S. (KBM) números 13, 14 e 15 (Cardoso Marchiori; Mallmann Büneker; Lena Marchiori Neto, 2018CARDOSO MARCHIORI, José Newton; MALLMANN BÜNEKER, Henrique; LENA MARCHIORI NETO, Daniel. Textos inéditos de Friedrich Sellow. 3 - Viagem pela Província de São Pedro do Rio Grande do Sul (1823-1825). Balduinia, n. 61, p. 1-22, 2018., p. 19).
En otros fragmentos del informe y en una de sus cartas, Sellow trata específicamente de la yerba mate, y se refiere a un viaje realizado por la región de las Misiones. En el informe, describe las técnicas tradicionales aplicadas en cada etapa de la producción, desde la cosecha hasta el secado, desde la preparación de los fardos hasta el transporte del producto para su consumo. En un dibujo, el naturalista muestra a un indígena de Santo Ângelo cargando a la espalda uno de esos enormes fardos. El hombre, agobiado por el peso y la resignación, se ve doblado en altura por su carga. La imagen podría haber servido para validar la vieja indignación que sintió el jesuita Antonio Ruiz de Montoya en el siglo XVII, cuando calculó que cada uno de estos bultos pesaba más de setenta kilos y debía ser transportado a lo largo de quince, veinte o más leguas. La imagen también prefigura las denuncias que Rafael Barret haría en El Diario de Asunción casi un siglo después, en 1908: “De 15 a 20.000 esclavos de todo sexo y edad se extinguen actualmente en los yerbales del Paraguay, de la Argentina y del Brasil. Las tres repúblicas están bajo idéntica ignominia. Son madres negreras de sus hijas” (Barret, 1978BARRET, Rafael. El dolor paraguayo. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1978. , p. 126). Nada había cambiado, nada cambiaría en la explotación de los dolores paraguayos.
En su visita a las misiones, de São Borja avista las ruinas de Santo Tomé, situadas en el margen opuesto del río Uruguay. Para Sellow, la ruina “dá uma ideia de maldição à São Borja”. Nada perdura del antiguo asentamiento:
(...) sua igreja, outrora esplêndida, a maior nesta banda do Uruguai, meio em escombros; sua capela principal, ricamente dourada, soterrada; nos restantes alojamentos que haviam servido aos índios, acantonavam soldados; os poucos velhos índios sobreviventes, dispersos fora da localidade; destruída sua comunidade (Cardoso Marchiori; Corrêa Pontes; Lena Marchiori Neto, 2016CARDOSO MARCHIORI, José Newton; CORRÊA PONTES, Rodrigo; LENA MARCHIORI NETO, Daniel. Textos inéditos de Friedrich Sellow.1 - Viagem às Missões jesuíticas da Província de São Pedro do Rio Grande do Sul. Balduinia, n. 51, p. 11-24, 2016., p. 19).
El mismo cuadro de devastación se repetía en otros lugares: de la iglesia de San Miguel, una de las grandes obras del arquitecto Giovanni Primoli, incendiada décadas antes, sólo quedaba parte del frontispicio; de Santo Angelo, vaticinaba que “dentro de menos de dois anos será nada mais que um monte de entulho”. La destrucción se había intensificado y era casi total en otras misiones, saqueadas en la década anterior por las tropas luso-brasileñas que luchaban contra las fuerzas federales de Andrés Artigas, el comandante Andresito Guacurarí. Las pocas iglesias que quedaban eran bajas y pobres, carecían de torres y “pareciam paióis ou fábricas”. “Esses estabelecimentos”, continúa Sellow, “outrora tão prósperos, estão agora próximos de sua total destruição. Onde em 1791, segundo Echevarria, se contavam mais de 29.000 índios, senão felizes, pelo menos satisfeitos, hoje mal existem 1.500” (Cardoso Marchiori; Corrêa Pontes; Lena Marchiori Neto, 2016CARDOSO MARCHIORI, José Newton; LENA MARCHIORI NETO, Daniel. Textos inéditos de Friedrich Sellow. 2 - Notas sobre colheita e preparo da erva-mate. Balduinia, n. 59, p. 27-32, 2017., p. 23). A pesar de lamentar el ruinoso estado de las misiones, Sellow está lejos de idealizar el pasado jesuítico. Aunque reconozca que habían conseguido instaurar “o espírito de ordem”, considera que los misioneros se enriquecieron, y que el modelo implementado en las reducciones, basado en el vínculo de extrema dependencia entre los padres y los misionados, había sido perjudicial para los indígenas, tanto en aquellos tiempos pasados como por las consecuencias futuras que iría a tener, y que él mismo estaba comprobando cinco décadas pasadas de la expulsión de la Compañía:
(...) Os próprios jesuítas deixaram os índios em nível inferior e lhes sufocavam o espírito de autonomia por força de uma educação inteiramente claustral, em que era tido por dever capital a obediência cega. Assim, tanto mais facilmente deles fizeram escravos os administradores espanhóis e portugueses. Foi também assim que esqueceram os nomes das plantas e dos animais do ambiente, lembrando, apenas, dos de alguns objetos bem distintos (Cardoso Marchiori; Corrêa Pontes; Lena Marchiori Neto, 2016CARDOSO MARCHIORI, José Newton; CORRÊA PONTES, Rodrigo; LENA MARCHIORI NETO, Daniel. Textos inéditos de Friedrich Sellow.1 - Viagem às Missões jesuíticas da Província de São Pedro do Rio Grande do Sul. Balduinia, n. 51, p. 11-24, 2016., p. 23).
Las ruinas de las antiguas construcciones se reflejan así en el continuo deterioro de la vida indígena, sobre la que Sellow no parece tener grandes expectativas. Señala que los guaraníes, ciegos y obedientes en la época de las misiones, en cualquier caso “outrora não eram tão broncos como hoje parecem”.
Observaciones similares había hecho unos años antes otro de los grandes naturalistas que examinaban entonces el continente. Meses antes de que Spix y Martius llegaran con el séquito de la princesa Leopoldina, el francés Auguste de Saint-Hilaire desembarcó en Río en 1816, el mismo año en que Bonpland había dejado Europa para no volver jamás, el mismo año en que la misión francesa de Debret y Taunay había llegado a Brasil. Saint-Hilaire ya era un botánico reconocido en los círculos científicos franceses y alemanes. Como muchos de sus compañeros de viaje, o tal vez incluso más, representaba plenamente la figura del científico que abandona su patria, explora geografías lejanas, arriesga su salud y su vida, colecciona y cataloga, determina afinidades, recopila información, elabora informes, herbarios y tratados, regresa, recibe honores de Estado y ocupa su puesto en museos y sociedades. Es el experto portador de conocimientos útiles al espíritu, a la nación y a la humanidad, que traduce las prácticas empíricas de las culturas periféricas en conocimientos científicos civilizados por nomenclaturas y academias centrales. Permaneció en Brasil hasta 1822; había llegado como parte de la misión encabezada por el duque de Luxemburgo, que quería negociar un acuerdo con la corona portuguesa sobre la posesión de la Guayana. Otro miembro de la misión era el conde de Clarac (Charles Othon Frédéric Jean-Baptiste), autor de Forêt vierge du Brésil, el paradigmático dibujo en acuarela, posteriormente grabado en cobre, que puede ser visto como una de las más completas transposiciones pictóricas de los ideales humboldtianos acerca de la naturaleza tropical ( HYPERLINK \l "f1" ).
Conde de Clarac (Charles Othon Frédéric Jean-Baptiste), Forêt vierge du Brésil. Grabado, 1822.
Saint-Hilaire viajó extensamente por Brasil; a diferencia de Spix y Martius, Johann Natterer o Langsdorff, también visitó el sur del país, recorriendo la región de las Misiones y la provincia. de Cisplatina. El autor estuvo allí un año antes que Friedrich Sellow, y escribió un diario, iniciado en la ciudad de Torres en junio de 1820, pero que se publicaría décadas más tarde. Aunque a lo largo del viaje no deja de catalogar y numerar permanentemente las especies que encuentra y de herborizar las muestras que más tarde enviaría al Museo de París, el naturalista no se limita a estudiar la vegetación o las características del terreno, sino que acumula en el diario anécdotas y complicaciones del viaje, reflexiones y recuerdos personales, comparaciones con su tierra natal y anotaciones sobre los habitantes y lugares que encuentra a su paso. No se trata, pues, de un informe como el de Sellow, que tenía que rendir cuentas y demostrar las tareas realizadas, sino de un cuaderno de observaciones, que sigue el avance de la ruta.
De los percances del viaje, el más grave fue el envenenamiento con miel de abeja, que le provocó alucinaciones y "todas las agonías de la muerte". Mientras que Sellow, cuando tuvo que narrar un accidente en el camino (una fractura de clavícula), es parco y objetivo, Saint-Hilaire dedica varias páginas a narrar el incidente en tono dramático, casi novelesco. Incluso anota las palabras de despedida que pronunció, cuando presentía la inminencia del final:
“Meus amigos”, disse-lhes eu em português, “sinto que vou morrer neste deserto, longe de minha família e de meu país; rondam-me as sombras da morte; vou-me juntar a esses anjos que me chamam para segui-los. Não sou mau, nunca fiz mal a ninguém, minhas faltas são diante de Deus que me perdoará, assim espero, ou tal vez me punirá. (Saint-Hilaire, 2002SAINT-HILAIRE, Auguste de. Viagem ao Rio Grande do Sul. Brasília: Senado Federal, 2002. , p. 297).
El naturalista no murió ese día en el desierto, sino en 1853, y en el mismo lugar donde había nacido, cerca de Orléans. No sabemos si tuvo algún encuentro con ángeles. Sobreviviendo al incidente (que dañaría su salud durante mucho tiempo), pudo continuar, como antes de la miel dañina, de estancia en estancia, registrando las costumbres locales y describiendo los lugares y pueblos que recorría. De Porto Alegre a Maldonado, de Maldonado a Montevideo, de Montevideo a Colonia del Sacramento, de Colonia a las misiones y Río Grande, el itinerario previsto dejaba una página en blanco: Buenos Aires. Una vez en Colonia, no encontró ningún barco que lo llevara a través del río. “Assim”, escribe, “eu tinha estado a dez léguas de uma das cidades mais célebres da América meridional e voltava à Europa sem tê-la visto” (Saint-Hilaire, 2002SAINT-HILAIRE, Auguste de. Viagem ao Rio Grande do Sul. Brasília: Senado Federal, 2002. , p. 220). Habría sido interesante poder comparar sus observaciones sobre la ciudad y la pampa con las de los viajeros de origen inglés que, al igual que los franceses y alemanes en Brasil, visitaron la región del Plata en gran número en la misma década. Sus variadas motivaciones comerciales, científicas, diplomáticas y militares ofrecerían contrapuntos para leer de otro modo el diario del francés. Por citar algunos de ellos, podemos mencionar, por ejemplo, a Alexander Caldcleugh2 2 Travels in South America, during the years, 1819-20-21: containing an account of the present state of Brazil, Buenos Ayres, and Chile(1825). , a John Miers3 3 Travels in Chile and la Plata including accounts respecting the Geography, Geology, Statistics, Government, Finances, Agriculture, Manners and Customs and the Minering operations in Chile (1826) , a Joseph Andrews4 4 Journey from Buenos Ayres, Through the Provinces of Cordova, Tucuman, and Salta, to Potosi...in the Years 1825-26 (1827). . a Francis Bond Head.5 5 Rough Notes Taken during some Rapid Journeys across the Pampas and among the Andes (1827).
De todas formas, Saint-Hilaire hace muchas referencias a lo que ocurría al otro lado del río Uruguay. El viaje duró un año entero, un año crucial en la historia de Brasil, cuando D. João y la corte regresaron definitivamente a Portugal. La situación política en Brasil y en las vecinas Provincias del Plata es uno de los temas recurrentes en las páginas del Diario. El largo viaje permite al autor conocer personalmente a personajes importantes, como el gobernador de la capitanía, el conde de Figueira, o el exiliado Juan Martín de Pueyrredón, y legitima sus comentarios (siempre negativos) sobre Artigas o Francisco Ramírez. En plena efervescencia de los conflictos que estallaban en las (mal llamadas) Provincias Unidas -precisamente en el momento que la historiografía denomina la "Anarquía del Año XX"-, el naturalista no encontraba motivos para ser optimista sobre el futuro político de la nación:
Não somente querem ser livres, mas cada cidade, cada cantão, cada aldeia aspira a uma independência particular, não se entendendo com as aldeias vizinhas, mesmo sobre interesses comuns. Subsiste, desde há muito tempo, uma grande rivalidade entre a cidade de Montevidéu e a de Buenos Aires, invejosa das vantagens que um porto excelente acarreta à sua vizinha. Montevidéu, por seu lado, procura privar Maldonado dessas mesmas vantagens e vê-se também Buenos Aires fazer guerra a Santa Fé, etc. (Saint-Hilaire, 2002SAINT-HILAIRE, Auguste de. Viagem ao Rio Grande do Sul. Brasília: Senado Federal, 2002. , p. 193).
Ante lo que estaba ocurriendo en los dominios portugueses, teme que esa misma caótica situación viniera a extenderse, y vaticina que “cedo o Brasil será perdido pela Casa de Bragança, e suas províncias, como as colônias espanholas, se tornarão teatro das guerras civis”:
Como os habitantes, abandonados a si mesmos, poderão entender-se e concorrer para formar um só estado? Que não se venha citar o exemplo dos Estados Unidos, que não se comparem sectários entusiastas com homens na maior parte sem moral e sem virtudes. Os brasileiros, tomados em massa, são certamente superiores aos hispano-americanos; porém não há, entre eles, verdadeiro patriotismo; não os creio mais capazes de altruísmos. Numa insurreição, ver-se-ão chefes ambiciosos formarem partidos, reunirem em torno de si essa multidão ociosa e sem fortuna que pulula no Brasil; (...) e o Brasil cairá numa anarquia quase semelhante à que assola as colônias espanholas. (Saint-Hilaire, 2002SAINT-HILAIRE, Auguste de. Viagem ao Rio Grande do Sul. Brasília: Senado Federal, 2002. , p. 293).
“Sem moral e sem virtudes”: comentarios desfavorables y afirmaciones rotundas de este tipo no faltan en el Diario, y afectan a todas las clases sociales. Hacendados, mujeres, personajes públicos, indígenas, sirvientes y mestizos no se libran de apreciaciones implacables o abiertamente insultantes. Los ejemplos se multiplican. En São Francisco de Paula, afirma que los habitantes de la capitanía “nutrem-se mal e não conhecem nenhum divertimento honesto. Os instantes de lazer são de dicados aos jogos, ou a pequenas intrigas que uns forjam contra os outros. A maioria é ignorante e sem educação; como não conhecem nenhum princípio de honra e de moral, agem, via de regra, de má-fé em seus negócios” (p. 115). Idéntica opinión registra acerca de los portugueses que se instalan en Brasil, “quase todos ignorantes e sem educação, retardam muito a civilização deste país em vez de fazê-la progredir (p. 121). En Rio Grande, las mujeres blancas son “todas sem atrativos; portam-se mal, e são para com os homens muito desembaraçadas, ou excessivamente tímidas. Em geral, porém, parecem ter presença de espírito e, à vista da pouca educação que recebem, é de se admira que conversem tão bem” (p. 125). Ya las mujeres indígenas en general “são feias, tolas, sem nenhuma graça; têm riso ingênuo, andar ignóbil; não se afeiçoam ao amante; são em tudo muito inferiores às negras; no entanto, uma multidão de homens brancos se apaixona por elas” (p. 347). Los “Garruchos” o “Gaúchos” son “homens sem religião e sem moral, a maior parte índios ou mestiços” (p. 170). Cuando en Montevideo observa un grupo de esclavizados danzando, así describe la escena: “Movimentos violentos, posturas ignóbeis, contorções horrorosas constituem as danças desses africanos, mas eles são apaixonados por esses exercícios, dedicando-se a eles com furor. Quando dançam, esquecem tudo, até a escravidão; esquecem o mundo, não pensam em mais nada, estão totalmente embriagados pelo prazer (p. 188). Los charrúas son “tão sujos que, ao cabo de alguns dias, ninguém conseguiria permanecer no campo deles, devido ao forte cheiro nauseabundo que exalam” (p. 247). Ante las mujeres indígenas que se bañan en el río Butuí, escribe que “Tudo demonstrava nelas o desejo ardente de serem conquistadas. Não fazem outra coisa, além de andar à toa e dormir. À tarde dançaram com meus empregados e não foi difícil adivinhar de que modo o dia acabou” (328). La lascivia sería una consecuencia de la imposibilidad de lidiar con expectativas y de pensar en el futuro que los indígenas demuestran, según el naturalista. Varias veces formularia esta hipótesis: la noción de futuro, la capacidad de previsión y la esperanza están asociadas a la civilización. Siguiendo este razonamiento, no habría futuro para los indígenas, debido a sus propias carencias y al entorno en el que viven, que tiende a oprimirlos a perpetuidad. Para el francés, el panorama es, pues, sombrío:
Como remediar, nas circunstâncias atuais, tantos males? Confesso que não vejo nenhum meio. A civilização não foi feita para índios, pois está inteiramente fundada na ideia do futuro, que lhes é absolutamente estranha. Cercados de homens civilizados, não podem retornar à vida completamente selvagem. Até serem assimilados pelos brancos, continuarão a viver num estado pior que a vida selvagem, uma vez que perderam a inocência, característica dos seus antepassados, quando viviam em plena floresta; não possuindo qualidades necessárias à vida em sociedade, são forçados a nela permanecer (Saint-Hilaire, 2002SAINT-HILAIRE, Auguste de. Viagem ao Rio Grande do Sul. Brasília: Senado Federal, 2002. , p. 332).
Esta sensación de estar observando un tejido social corrompido y difícil de recuperar, avistando por el camino huellas de oportunidades y mundos perdidos, se manifiesta una vez más cuando visita los lánguidos villorrios que ocupaban el emplazamiento de las antiguas misiones jesuíticas. En São Borja, donde Aimé Bonpland viviría una década más tarde, describe la iglesia medio destruida e informa que las “primeiras casas por onde passamos são simples cabanas, esparsas aqui e acolá, perto das quais não se nota plantação. O que me impressionou, ao entrar na aldeia, foi, por um lado, o estado de decadência e abandono a que está reduzida e, de outra parte, o aspecto militar sob o qual ela se apresenta” (Saint-Hilaire, 2002SAINT-HILAIRE, Auguste de. Viagem ao Rio Grande do Sul. Brasília: Senado Federal, 2002. , p. 329). Ese abandono de los edificios se deriva no sólo de la disolución del orden social impuesto por la Compañía, sino también del fracaso de la administración colonial y de la constante explotación de las poblaciones indígenas que había tenido lugar durante el medio siglo posterior a la expulsión de los ignacianos. Coincidiendo con Sellow, el francés señala que “depois que os portugueses se assenhorearam da Província das Missões, ela se empobrece mais a cada ano, e sua população diminui de maneira espantosa”. La situación era igualmente penosa del otro lado del río:
Durante os oito primeiros anos, os espanhóis seguiram exatamente o plano traçado pelos padres da Companhia de Jesus, e o número de índios das Missões aumentou em vez de diminuir; mas cedo, como só se enviassem, para governar as Missões, protegidos dos vice-reis de Buenos Aires, dos quais se queria assegurar a fortuna, entrou em decadência. Desfizeram-se do sistema dos jesuítas; os índios foram explorados de todas as maneiras; dispersaram-se; o casamento lhes era mais recomendado como um santo dever; os brancos se misturaram com eles, apoderaram-se de suas terras e lhes assimilaram os vícios e doenças destruidores (Saint-Hilaire, 2002SAINT-HILAIRE, Auguste de. Viagem ao Rio Grande do Sul. Brasília: Senado Federal, 2002. , p. 331-332)
En 1821, conforme el naturalista comprueba, la experiencia jesuítica era ya algo remoto, una memoria que se desvanecía inexorablemente:
Perguntei a alguns dos guaranis que aqui estão se tinham ouvido falar dos jesuítas por seus pais; responderam-me negativamente. No entanto ainda não perderam todos os hábitos que lhes transmitiram os padres da Companhia de Jesus. Os pais continuam a ensinar os filhos a rezar, na língua vulgar, e diariamente têm o cuidado de fazê-los recitar as preces. Os mais jovens sabem apenas montar a cavalo, porém os mais velhos não estranham os trabalhos agrícolas (Saint-Hilaire, 2002SAINT-HILAIRE, Auguste de. Viagem ao Rio Grande do Sul. Brasília: Senado Federal, 2002. , p. 306).
Aquel mundo, definitivamente extinto, había sido sustituido por otro que, en medio del caos reinante, era absolutamente imprevisible y también, como podrían suponer los lectores del Diario a partir del relato de Saint-Hilaire, probablemente peor. Sin embargo, incluso ante el más grave de los desmoronamientos y el más irresoluble de los conflictos, la naturaleza seguía allí, con sus salvaguardias de felicidad presente y futura. Incluso maltratada y vilipendiada, como observa el autor aquí y allá, continúa ahí, como ancla y salvación del naturalista, que puede ser disfrutada en tránsito, y en particular en la Bahía de Guanabara y sus alrededores. De regreso de su periplo por el sur, Saint-Hilaire (2002SAINT-HILAIRE, Auguste de. Viagem ao Rio Grande do Sul. Brasília: Senado Federal, 2002. , p. 461) deja entonces de lado sus críticas, relega su pesimismo y se limita a escribir:
Talvez nada no mundo seja tão belo quanto as cercanias do Rio de Janeiro. No verão, o céu é de um azul carregado; no inverno, as cores se suavizam, apresentando o azul esbatido de nossos mais belos dias de outono. Aqui, a vegetação nunca descansa, e em todos os meses do ano, os bosques e campos estão floridos (...). Quem poderia pintar essas ilhas de formas tão diversas que se levantam de seu seio, a multidão de enseadas que desenham seus contornos, as montanhas tão pitorescas em sua orla, a vegetação tão variada que embeleza suas margens!
Aquí la vegetación no descansa nunca, escribe el francés: a pesar de la convulsionada situación política de América del Sur, a pesar de la falta de perspectivas favorables, a pesar de los prejuicios del naturalista viajero, aún había esperanzas: aún permanecía y duraba, incólume y esplendente, la naturaleza tropical.
Referencias
- BARRET, Rafael. El dolor paraguayo Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1978.
- CARDOSO MARCHIORI, José Newton; CORRÊA PONTES, Rodrigo; LENA MARCHIORI NETO, Daniel. Textos inéditos de Friedrich Sellow.1 - Viagem às Missões jesuíticas da Província de São Pedro do Rio Grande do Sul. Balduinia, n. 51, p. 11-24, 2016.
- CARDOSO MARCHIORI, José Newton; LENA MARCHIORI NETO, Daniel. Textos inéditos de Friedrich Sellow. 2 - Notas sobre colheita e preparo da erva-mate. Balduinia, n. 59, p. 27-32, 2017.
- CARDOSO MARCHIORI, José Newton; ANTÃO DURLO, Miguel. Friedrich Sellow e sua contribuição para as Ciências Naturais. Ciência e Ambiente, n. 16, p. 29-50, 1998.
- CARDOSO MARCHIORI, José Newton; MALLMANN BÜNEKER, Henrique; LENA MARCHIORI NETO, Daniel. Textos inéditos de Friedrich Sellow. 3 - Viagem pela Província de São Pedro do Rio Grande do Sul (1823-1825). Balduinia, n. 61, p. 1-22, 2018.
- SAINT-HILAIRE, Auguste de. Viagem ao Rio Grande do Sul Brasília: Senado Federal, 2002.
- WIED-NEUWIED, Maximiliano. Príncipe de. Viagem ao Brasil São Paulo: Companhia Editora Nacional, 1940.
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1
Ver https://doi.naturkundemuseum.berlin/data/10.7479/0w3d-h789/17
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2
Travels in South America, during the years, 1819-20-21: containing an account of the present state of Brazil, Buenos Ayres, and Chile(1825).
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3
Travels in Chile and la Plata including accounts respecting the Geography, Geology, Statistics, Government, Finances, Agriculture, Manners and Customs and the Minering operations in Chile (1826)
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4
Journey from Buenos Ayres, Through the Provinces of Cordova, Tucuman, and Salta, to Potosi...in the Years 1825-26 (1827).
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5
Rough Notes Taken during some Rapid Journeys across the Pampas and among the Andes (1827).
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Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
14 Oct 2024 -
Fecha del número
2024
Histórico
-
Recibido
08 Ene 2024 -
Acepto
22 Abr 2024