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Sócrates y sus medios de subsistencia

Socrates and his livelihood

Resumen:

Conocido por su pobreza, ¿de qué vive Sócrates? Un estudio minucioso de las fuentes revela que, para satisfacer sus necesidades, contaba con tres medios: la mendicidad, la generosidad de sus amigos y los regalos prometidos por los poderosos. Ahora bien, en relación con estos medios, las fuentes examinadas son ambivalentes: algunas señalan que Sócrates los usaba; otras, que los rechazaba firmemente para preservar su independencia.

Palabras clave:
Autosuficiencia; trabajo; intercambio; Platón; Jenofonte

Abstract:

Known for his poverty, what does Socrates live on? A careful study of the sources reveals that he could satisfy his needs in three different ways: by begging, by the generosity of his friends and by the gifts promised by powerful men. However, regarding these means, the sources are ambivalent: some indicate that Socrates used them, but others that he firmly rejected them in order to preserve his independence.

Keywords:
Self-sufficiency; work; exchange; Plato; Xenophon

Los especialistas en Sócrates se han interesado muy poco por sus medios de subsistencia.1 1 Este texto es una reversión en castellano de un estudio recientemente publicado en francés. Cf. Dorion (2020). El presente artículo incluye nuevos testimonios que no figuran en la versión francesa. Sin embargo, se trata de un tema de gran interés. Es relevante preguntarse cómo Sócrates, sobre quien las fuentes afirman de forma unánime que no trabajaba, se las arreglaba para asegurar su subsistencia y la de su familia. El objetivo de este estudio no es establecer cuáles eran los medios de subsistencia del Sócrates histórico -esa es una pregunta cuya respuesta jamás conoceremos-,2 2 Sobre los medios de subsistencia de Sócrates, Dover (1968, p. xlviii) destaca precisamente: “how Socrates made a living is one of the mysterious things about him”. sino más bien examinar cómo se plantea en las principales fuentes (Platón, Jenofonte, los testimonios tardíos) el tema de los diferentes medios (trabajo, mendicidad, regalos) gracias a los cuales Sócrates podía satisfacer sus necesidades y las de su familia. Como tendremos ocasión de constatar, las fuentes que atribuyen a Sócrates la práctica de la mendicidad son muy pocas, mientras que aquellas que tratan su actitud ambivalente hacia los regalos -a veces los rechaza categóricamente, a veces los acepta con gusto- son mucho más numerosas.

El testimonio de Platón

Apología de Sócrates es sin duda el diálogo que proporciona la mayor cantidad de información sobre la situación material de Sócrates. Este reconoce allí, abierta y repetidamente, su pobreza:

Por eso todavía hoy, incluso ahora mismo, sigo investigando en todas partes y examinando, en conformidad con el dios, tanto a conciudadanos como a extranjeros, para ver si alguno de ellos cree ser sabio. Y toda vez que me parece que no es así, le muestro, ayudando al dios, que no es sabio. Y gracias a esta ocupación (ὑπὸ ταύτης τῆς ἀσχολίας), no he tenido tiempo libre para realizar nada estimable, ni entre los asuntos de la ciudad ni entre los privados (οὔτε τῶν οἰκείων), sino que me hallo en una pobreza extrema a causa de este servicio al dios (ἐν πενίᾳ μυρίᾳ εἰμὶ διὰ τὴν τοῦ θεοῦ λατρείαν) (Pl. Ap. 23b). 3 3 Traducción de Bieda (2014).

Si hubiera obtenido algún provecho de estas cosas y los hubiera exhortado a hacerlas por cobrar un sueldo, entonces mi comportamiento habría tenido alguna lógica. Pero ahora ustedes mismos pueden ver que mis acusadores -que me acusan tan desvergonzadamente de todas las otras cosas- no fueron capaces de afirmar descaradamente, presentando un testigo, esto: que alguna vez negocié o solicité algún sueldo (ὡς ἐγώ ποτέ τινα ἢ ἐπραξάμην μισθὸν ἢ ᾔτησα). Presento un testigo suficiente, creo, de que digo cosas verdaderas: mi pobreza (τὴν πενίαν) (Pl. Ap. 31b-c).

Como Sócrates se dedica por completo a servir al dios, no trabaja, no tiene tiempo libre para ocuparse de sus asuntos y es pobre.4 4 Apología es sin duda la fuente del pasaje de la carta donde Sócrates explica que jamás aceptó dinero por la tarea que el dios le ordenó realizar: “Desde que me dedico a filosofar, según lo que ha ordenado el dios, no me descubrirán recibiendo nada de nadie (παρ’ οὐδενὸς οὐδὲν εἰληφὼς εὑρεθήσομαι), sino que converso en público para que escuchen por igual tanto el que siempre tiene como el que no tiene” (Carta de Sócrates 1. 2 = SSR I F 1). Reconoce en otra parte que ha descuidado la administración de su casa (Ap. 31b, 36b), lo cual es una confirmación adicional de su pobreza y de la precariedad de su situación material. A diferencia de los sofistas que reciben una remuneración por sus enseñanzas, Sócrates no exige ninguna paga a los jóvenes de su entorno (Ap. 19d, 31b, 33a-b; Euthphr. 3d; Hp. Ma. 300c-d).5 5 El Sócrates representado en Nubes exige, sin embargo, un salario por sus enseñanzas. Cf. Ar. Nu. 97, 245, 876, 1146. Como afirma no saber nada, niega ser un maestro (Ap. 33b) y no puede reclamar un salario por una enseñanza que no imparte.

Después de la votación que lo reconoció culpable de impiedad y corrupción de la juventud, Sócrates propone ante los jueces una pena que confirma no solamente su pobreza, sino también que es incapaz de asegurar su propia subsistencia:

¿Qué cosa es conveniente, entonces, para un hombre pobre (ἀνδρὶ πένητι) que les hace un bien y que necesita tener ocio para exhortarlos? No hay nada más apropiado, señores atenienses, que el hecho de que un hombre así sea alimentado en el Pritaneo (ἐν Πρυτανείῳ σιτεῖσθαι), mucho más que si alguno de ustedes ha triunfado en las Olimpíadas en la carrera de caballos, de bigas o de cuadriga. Pues este último hace que ustedes crean ser felices, mientras que yo hago que lo sean; además, aquel no necesita alimento, pero yo sí (καὶ ὁ μὲν τροφῆς οὐδὲν δεῖται, ἐγὼ δὲ δέομαι). Si, por lo tanto, es necesario que sea condenado de manera justa en virtud de mi dignidad, me condeno a esto: alimentación en el Pritaneo (ἐν Πρυτανείῳ σιτήσεως) (Pl. Ap. 36d).

Aparentemente, sin vergüenza alguna, Sócrates reconoce que necesita ser alimentado y esta declaración se extendería también a su familia, ya que, si él necesita ser alimentado, ¿no ocurriría necesariamente lo mismo con su mujer y sus hijos? Preocupados por proponer para Sócrates una pena distinta a la de ser alimentado en el Pritaneo, sus amigos -Platón, Critón, Critóbulo y Apolodoro- se ponen de acuerdo para ayudarlo ofreciéndose como fiadores (Ap. 38b). ¿Hay que ver en esta intervención de sus amigos durante el juicio una ayuda puntual y excepcional o, al contrario, el tipo de ayuda material que tenían la costumbre de prestar a Sócrates? Apología no permite responder esta pregunta.

Los tres pasajes de Apología (23b, 31b-c, 36d-37a) en los que Sócrates no tiene ningún reparo en reconocer su pobreza, incluso al punto de admitir que necesita ser alimentado, son probablemente la fuente de numerosos testimonios tardíos que destacan la pobreza de Sócrates.6 6 Cf. Eliano, Hist. Var. 2. 43 (= SSR I C 53); Sen. Ep. 17-18. 104, 27 (= SSR I C 539); Plut. De genio Socratis 11. 581C; Aristid. 1. 9, 318D (= Demetrio, fr. 95 Wehrli = SSR I B 53); Apul. De deo Socratis 23. 174 (= SSR I C 413), Ap. 18 (= SSR I C 53); Ph. De prov. 2. 24 (= SSR I C 57); D. Chr. 3. 1; 54. 3; Carta de Sócrates 6. 2 (= SSR I F 6).

De la lectura de Apología aprendemos que Sócrates no trabaja y que es pobre, incluso al punto de admitir que necesita ser alimentado, pero el diálogo nada nos informa acerca de sus medios de subsistencia. Si tomamos en consideración el conjunto de los diálogos, tampoco aprendemos mucho más sobre los medios de subsistencia de Sócrates.7 7 Aunque reconoce que tiene necesidad de alimentarse, Sócrates no muestra ningún afán por hacerlo cuando es invitado a comer. Por ejemplo, en Banquete llega en medio de la comida. Cf. Pl. Smp. 175c. Sin embargo, dado que allí nunca se mencionan ni la mendicidad ni los regalos que le habrían ofrecido, nada nos permite suponer que Sócrates se volcara a la mendicidad o confiara en la generosidad de sus amigos para asegurar su subsistencia.

El juicio negativo que Sócrates tiene sobre la mendicidad en República excluye que él mismo haya podido practicarla. En el libro octavo Sócrates acerca la mendicidad al robo y presenta al mendigo como un zángano que es una epidemia, tanto para la ciudad como para la colmena:

-Los que no tienen aguijón terminan en la vejez como mendigos (πτωχοί), mientras que de los que lo tienen surgen todos esos a los que se llama delincuentes (κακοῦργοι). -Totalmente cierto. -Por lo tanto, es evidente -dije yo- que, en una ciudad en la que veas mendigos (πτωχούς), hay también ocultos en algún lado ladrones (κλέπται), carteristas (βαλαντιατόμοι), profanadores de templos (ἱερόσυλοι) y artífices de todas estas vilezas (Pl. R. 8. 552c-d).8 8 Traducción de Divenosa y Mársico (2005).

La mendicidad no es entonces una actividad inofensiva y aislada, puesto que allí donde es practicada, aparecen otros flagelos que Sócrates asocia estrechamente con ella. Al final del libro décimo, cuando emprende el relato del mito de Er, Sócrates vuelve a presentar la mendicidad como una calamidad:

Inmediatamente después de esto, colocó los modelos de vidas delante de ellos sobre la tierra, en mucho mayor número que los presentes. Eran totalmente variados: había vidas de todos los seres vivos y por supuesto también todas las vidas humanas. Entre ellas había, pues, tiranías, unas de por vida, otras interrumpidas al medio y que terminaban en la pobreza, el exilio y la mendicidad (καὶ εἰς πενίας τε καὶ φυγὰς καὶ εἰς πτωχείας τελευτώσας) (Pl. R. 10. 618a).

El Sócrates de Platón (de aquí en más, SócratesP) no solamente se abstuvo de practicar la mendicidad, sino que también la condenó en términos explícitos.

El testimonio de Jenofonte

Los datos sobre la situación material de Sócrates son más abundantes en Jenofonte que en Platón y esto se debe quizás a que Jenofonte, quien es autor de dos tratados sobre economía (Económico e Ingresos), manifiesta un mayor interés que Platón por el tema de la subsistencia y las condiciones de vida material. Jenofonte afirma repetidas veces que Sócrates es autosuficiente en el plano material (Mem. 1. 2, 1; 1. 2, 14; 1. 6, 10), pero esta afirmación no debe eximirnos de preguntar por eso que permite a Sócrates ser autosuficiente.

Acerca de la dimensión económica de la autarquía de Sócrates, se plantea una primera pregunta. Dado que este rechaza recibir un salario como los sofistas (Mem. 1. 2, 5; 1. 2, 60; 1. 5, 6; 1. 6, 3-5; 1. 6, 11-13; Ap. 16), ¿cómo se procura lo poco que necesita para satisfacer sus necesidades? ¿Tiene necesidad de trabajar para asegurar su subsistencia? Parece que no, al menos si uno se atiene a esta afirmación de Jenofonte:

Era tan frugal [scil. su modo de vida] que no sé si alguien habría podido trabajar tan poco como para no tener más de lo que a Sócrates le alcanzaba (οὕτω γὰρ εὐτελὴς ἦν, ὥστ᾿ οὐκ οἶδ᾿ εἴ τις οὕτως ἂν ὀλίγα ἐργάζοιτο ὥστε μὴ λαμβάνειν τὰ Σωκράτει ἀρκοῦντα) (X. Mem. 1. 3, 5).9 9 Traducción de Zaragoza (1993) ligeramente modificada.

Si todo trabajo procura más de lo que a Sócrates le bastaba para vivir, se deduce que Sócrates no tenía necesidad de trabajar. La única forma en la que Jenofonte puede defender a su maestro de aquellos que le reprochan ser un parásito o, aún más, ser partidario del ideal aristocrático de la argia (“pereza”) consiste en sostener, como hace en Mem. 1. 3, 5, que el modo de vida de Sócrates era tan modesto y frugal que este no tenía necesidad de trabajar (cf. Gigon, 1953GIGON, O. (1953). Kommentar zum ersten Buch von Xenophons Memorabilien. Bâle, Reinhardt., p. 101). Sin embargo, ¿se puede creer en la palabra de Jenofonte cuando le atribuye a Sócrates la total capacidad de bastarse a sí mismo sin tener la necesidad, para llegar a esa autosuficiencia, de trabajar, aunque sea un poco?10 10 Según Gigon (1953, p. 101), esta afirmación de Jenofonte sobre Sócrates es “eine fast groteske enkomiastische Uebertreibung”. ¿De qué modo su frugalidad y enkrateia le permitían satisfacer las necesidades de su mujer y sus hijos? Nos gustaría formular a Sócrates la misma pregunta que él formula a la cortesana Teodota en el siguiente pasaje:

-Dime, Teodota, ¿tienes tierras? - No. -¿Tienes entonces una casa que te produzca rentas? -Tampoco tengo casa. -¿Tendrás al menos gente asalariada? -Tampoco tengo asalariados. -Entonces, ¿de dónde sacas tus ingresos? (πόθεν οὖν, ἔφη, τἀπιτήδεια ἔχεις;) -Si algún amigo está dispuesto a ayudarme (ἐάν τις, ἔφη, φίλος μοι γενόμενος εὖ ποιεῖν ἐθέλῃ), ese es mi medio de vida (οὗτός μοι βίος ἐστί). -¡Por Hera!, Teodota, hermoso capital: mucho mejor tener un rebaño de amigos que tenerlo de ovejas, de cabras o de vacas (X. Mem. 3. 11, 4-5).

La pregunta que Sócrates formula a Teodora es la que nos gustaría formularle a él: ¿De dónde obtiene sus medios de subsistencia? Como Teodota, Sócrates no tiene ingresos ni tierras ni asalariados; y a diferencia de Teodota, ni siquiera trabaja (Mem. 1. 3, 5).11 11 Sobre la comparación entre Sócrates y Teodota en lo que concierne a la forma de asegurar su subsistencia, véase Danzig (2010, p. 175). Algunos pasajes sugieren que los medios de subsistencia de Sócrates no son en el fondo diferentes de los de Teodota: ambos viven de lo que les dan sus respectivos “amigos” (Mem. 2. 6, 23; Oec. 2. 8).

Abramos aquí un paréntesis. SócratesP tampoco trabaja, pero la justificación que Platón da de esta situación es muy diferente de aquella que en los textos de Jenofonte tiene su base en la autarkeia socrática. Como Platón jamás reconoce que Sócrates se mantiene, debe justificar de otro modo el hecho de que no trabaje.12 12 Sobre este tema, véase Dorion (2013, p. 429-448). La justificación platónica consiste en sostener que Sócrates está al servicio del dios y que debe cumplir la misión que el dios le ha confiado, a saber, vivir filosofando, sometiendo a examen su propia vida y la de sus conciudadanos (Ap. 28e). Como se dedica entera y exclusivamente a esta misión, no trabaja, no tiene dinero y descuida su casa (Ap. 23b, 31b). La cuestión de los medios de subsistencia no es tan problemática para SócratesP como sí lo es para el Sócrates de Jenofonte (de aquí en más, SócratesJ). En efecto, como SócratesP jamás afirma que se basta a sí mismo en el plano material y no cree tampoco que la autarquía material esté al alcance de los individuos (R. 2. 369b), no hay riesgo de que la cuestión de los medios de subsistencia lo haga entrar en contradicción consigo mismo.

Si SócratesJ no trabaja y tampoco cobra por sus enseñanzas -porque no hay duda de que enseña (Mem. 1. 2, 17; 1. 6, 15; 4. 3, 1; 4. 5-7)-sólo le quedan cuatro medios para procurarse aquello que necesita para sí mismo y su familia: (1) su patrimonio, (2) la mendicidad, (3) los regalos que recibe a cambio de las enseñanzas que imparte a sus discípulos, (4) y la ayuda material que puede recibir de sus amigos más adinerados. A continuación, examinaremos estas cuatro potenciales fuentes de ingresos para SócratesJ.

En un pasaje de Económico Sócrates mismo proporciona a Critóbulo una evaluación de su patrimonio:

Por mi parte -dijo Sócrates- creo que si consiguiera un buen comprador sacaría muy fácilmente por todos mis bienes cinco minas, incluida la casa. En cambio, por los tuyos sé con certeza que conseguirías cien veces más (X. Oec. 2. 3).13 13 Traducción de Zaragoza (1993).

Para tener una idea de lo que representan cinco minas, hay que recordar que una mina equivale a cien dracmas y que una dracma representa el salario diario promedio de un trabajador, de manera que una mina representa el salario de cien días de trabajo. El patrimonio de Sócrates, que asciende a cinco minas, no representa entonces mucho más que el salario anual promedio de un trabajador. Si se considera que Sócrates difícilmente pueda permitirse vender su casa para asegurar su subsistencia y la de su familia, y que su casa es el bien más importante de su patrimonio, esta última no es suficiente para permitirle vivir sin trabajar.

La segunda fuente de ingresos, la mendicidad, parece quedar excluida por muchas razones. En primer lugar, en los escritos socráticos de Jenofonte, no hay nada que sugiera o dé a entender que Sócrates haya podido practicar la mendicidad. Esto merece ser subrayado, ya que muchos cínicos ven en la mendicidad un medio para alcanzar la autarquía.14 14 Sobre este tema, véase Chouinard (2020) y Helmer (2020). Es cierto que los autores de comedia se han burlado algunas veces de la mendicidad de Sócrates,15 15 Cf. Éupolis, fr. 352 CAF I p. 351 (= Olymp. in Phd. 11. 1, 65 = SSR I A 12): “También odio a Sócrates, el mendigo charlatán (τὸν πτωχὸν ἀδολέσχην), quien ha reflexionado sobre otros asuntos, pero acerca de dónde poder obtener comida, de esto no se ha ocupado” (ὁπόθεν δὲ καταφαγεῖν ἔχοι τούτου κατημέληκεν). La mendicidad no es percibida como un medio eficaz de procurarse la subsistencia. Si no me equivoco, Filóstrato es el único autor que trata a Sócrates como un mendigo: “Sócrates era un mendigo (ἦν πτωχὸς ὁ Σωκράτης), pero la riqueza de Alcibíades se deslizaba debajo de su manto” (Philostr. Ep. 7). pero esta práctica no está atestiguada ni en los escritos socráticos de Jenofonte ni en los de Platón. En segundo lugar, en las conversaciones en las que Jenofonte busca mostrar cómo Sócrates va en ayuda de sus amigos necesitados (Mem. 2. 7-10), es evidente que, lejos de exhortarlos a practicar la mendicidad, les aconseja buscar un empleo y no duda en hacer él mismo las gestiones necesarias para que encuentren un trabajo que los saque del apuro y les asegure la subsistencia. En tercer lugar, la práctica de la mendicidad es condenada categóricamente por Iscómaco, quien es desde muchos puntos de vista el alter ego de Jenofonte:16 16 Sobre este tema, véase Dorion (2018).

La desidia (ἀργία) en la agricultura es una clara acusadora de un espíritu mentiroso: nadie podría convencerse a sí mismo de que puede vivir sin lo necesario (ἄνευ τῶν ἐπιτηδείων); si un hombre no conoce ningún oficio lucrativo (ὁ δὲ μήτε ἄλλην τέχνην χρηματοποιὸν ἐπιστάμενος) ni está dispuesto a ser labrador, es evidente que o se propone vivir del robo, la rapiña o la mendicidad (προσαιτῶν), o está completamente loco (X. Oec. 22. 15).

Este pasaje es a primera vista devastador para Sócrates. Como no practica ningún oficio lucrativo y tampoco cultiva la tierra, nos veríamos llevados a concluir, si seguimos el razonamiento de Iscómaco, que vive del robo, la rapiña o la mendicidad, o incluso que está loco. Sin embargo, hay una posibilidad que no es evocada por Iscómaco y que corresponde sin duda al caso de Sócrates, a saber, que su subsistencia esté asegurada gracias a las dádivas de sus amigos. Finalmente, en cuarto lugar, la metáfora del mendigo es en los escritos de Jenofonte tan peyorativa (Mem. 1. 2, 29; Smp. 8. 23; Cyr. 5. 3, 3) que parece imposible que este haya podido fundamentar la autarquía material de Sócrates en una práctica semejante.

La tercera fuente potencial de ingresos para Sócrates es la generosidad de todos aquellos que quieren hacerle regalos a cambio de las enseñanzas que reciben de su parte. Sócrates evoca esta generosidad en el siguiente pasaje de Apología:

Y de la eficacia de mis esfuerzos, ¿no les parece que también es una prueba el hecho de que muchos ciudadanos que aspiran a la virtud, y también muchos forasteros, me prefieran a mí entre todos para ser mis discípulos? ¿Cuál diríamos que es el motivo de que, sabiendo que no podría devolverles ni la más mínima cosa (ἐγὼ ἥκιστ’ ἂν ἔχοιμι χρήματα ἀντιδιδόναι), muchos están dispuestos a hacerme regalos (πολλοὺς ἐπιθυμεῖν ἐμοί τι δωρεῖσθαι)? ¿Por qué nadie me reclama el pago de algún favor y, en cambio, muchos reconocen que me deben gratitud? ¿Por qué, durante el asedio, mientras que otros se lamentaban de su suerte, yo no vivía con más apuros que cuando la ciudad gozaba de mayor prosperidad? (X. Ap. 17-18).17 17 Traducción de Zaragoza (1993) ligeramente modificada.

Algunos comentadores18 18 Véase las referencias proporcionadas por Azoulay (2004, p. 138 n. 218). han visto una incoherencia, incluso una contradicción, entre este pasaje y lo que Sócrates afirma un poco antes cuando sostiene “no recibo de nadie regalos ni salario” (παρ’ οὐδενὸς οὔτε δῶρα οὔτε μισθὸν δέχομαι) (Ap. 16).19 19 Este pasaje de Apología es quizás la fuente de la afirmación que se atribuye a Sócrates en Carta 6: “Me preguntas primero por qué, mientras otros se ocupan de las riquezas, yo elijo vivir pobre (ἐγὼ πένης αἱροῦμαι βιοῦν); y luego por qué, aunque para mí sería posible recibir muchas cosas de muchos (ἔπειτα ἐξόν μοι παρὰ πολλῶν πολλὰ λαμβάνειν), rechazo voluntariamente (ἑκὼν παραιτοῦμαι) no sólo los regalos (δωρεάς) de los amigos que están vivos, sino también cuantos me dejarían quienes están por morir” (Carta de Sócrates 6. 1 = SSR I F 6). Para que haya una incoherencia entre estos dos pasajes, Sócrates debería dar a entender en Ap. 17 que acepta los obsequios de todos aquellos que deciden dárselos. Sin embargo, Sócrates no hace más que decir que muchas personas desean hacerle presentes y nada permite concluir que él los aceptaba, aunque más no fuera ocasionalmente. Sócrates rechaza por igual de parte de aquellos a quienes enseña toda forma de salario (misthos) o retribución en especies, es decir, regalos (dora). Ahora bien, puede sorprender que rechace los regalos que sus oyentes están dispuestos a darle a cambio de sus enseñanzas, dado que no se disgusta en absoluto por el hecho de que Pericles llene de regalos y favores a los maestros competentes que pueden enseñarle lo que no sabe en materia de estrategia.20 20 Cf. X. Mem. 3. 5, 23: “Sé que te preocupas mucho por no ignorar sin tú saberlo nada útil para un general y que, si adviertes que no sabes alguna de estas cosas, buscas a los que las saben, sin ahorrar regalos ni agradecimientos (οὔτε δώρων οὔτε χαρίτων φειδόμενον), para aprender de ellos lo que no sabes y tenerlos como buenos colaboradores”. En cualquier caso, la razón por la cual Sócrates rechaza recibir un salario u obsequios a cambio de sus enseñanzas no es tanto que desea mantener “a sus oyentes en un estado de deuda simbólica infinita” (Azoulay, 2004AZOULAY, V. (2004). Xénophon et les grâces du pouvoir. De la charis au charisme. Paris, Presses Universitaires de la Sorbonne., p. 138), sino más bien que busca conservar su independencia, al no estar en deuda con aquellos que le habrían pagado con dinero o regalos. Sin embargo, es cierto que en este pasaje de Apología Jenofonte “pone de relieve la autarquía socrática, en una suerte de exageración que agrega el rechazo de los obsequios al del misthos degradante” (Azoulay, 2004AZOULAY, V. (2004). Xénophon et les grâces du pouvoir. De la charis au charisme. Paris, Presses Universitaires de la Sorbonne., p. 138 n. 218).

La “exageración” que toca a la autarquía de Sócrates resalta aún mejor cuando se relaciona Ap. 18 con la conversación con Aristarco en Mem. 2. 7. En Ap. 18 Sócrates destaca que, durante el asedio de Atenas, él vivía sin demasiados inconvenientes, mientras que otros se lamentaban de su suerte. Aristarco es justamente uno de ellos (Mem. 2. 7, 1-2). Como debe cubrir no solamente sus propias necesidades, sino también las de sus parientes, que encontraron refugio en su casa, le resulta difícil satisfacerlas todas. Gracias a los sensatos consejos de Sócrates en materia de economía doméstica, consigue hacer trabajar a sus parientes y obtener así lo necesario para todo el mundo. A primera vista, Aristarco parece mucho menos autosuficiente que Sócrates, no solamente porque no llega a cubrir las necesidades de todos los miembros de su familia, sino también porque necesita de sus consejos para lograrlo. Sin embargo, es llamativo que en el texto de Apología Sócrates sólo hable de sí mismo: “¿Por qué, durante el asedio, mientras que otros se lamentaban de su suerte, yo no vivía con más apuros que cuando la ciudad gozaba de mayor prosperidad?” (Ap. 18). Durante el asedio, ¿Sócrates no tenía también una familia que alimentar? ¿Cómo cubría las necesidades de su esposa e hijos en esos tiempos difíciles para los atenienses? Jamás sabremos nada sobre esto, pero la autarquía de Sócrates no podría extenderse, como por arte de magia, a su esposa e hijos.

La cuarta y última fuente de ingresos que debemos considerar es la ayuda material que Sócrates podía recibir de parte de sus amigos. No olvidemos que algunos de sus amigos íntimos eran muy adinerados, por ejemplo, Critón (Mem. 2. 9). Podemos imaginar sin demasiado esfuerzo que no dudaban en abastecer a Sócrates de lo poco que necesitaba. Si no se confirma, al menos esta hipótesis se justifica en las siguientes consideraciones. En primer lugar, en Jenofonte hay un pasaje que claramente hace pensar que Sócrates podía, cuando era necesario, contar con la ayuda material de sus amigos:

Por mi parte, si necesitara algo (καὶ ἐμοὶ μέν, εἴ τι καὶ προσδεηθείην), estoy seguro de que incluso tú reconoces que hay personas que estarían dispuestas a ayudarme (ἐπαρκέσειαν ἄν), de tal suerte que dándome muy poco colmarían mi vida de abundancia (πάνυ μικρὰ πορίσαντες κατακλύσειαν ἂν ἀφθονίᾳ τὴν ἐμὴν δίαιταν). En cambio, tus amigos, que se bastan con sus recursos más que tú con los tuyos (οἱ δὲ σοὶ φίλοι πολὺ ἀρκοῦντα σοῦ μᾶλλον ἔχοντες), se fijan en ti como si fueran a sacar alguna ventaja (X. Oec. 2. 8).21 21 Traducción ligeramente modificada.

Sócrates quiere sobre todo oponer su situación a la de Critóbulo: mientras que hay amigos que podrían ayudarlo en caso de necesidad, Critóbulo no podría contar con los suyos. Esto implica que Sócrates no rechaza a priori la ayuda material que podrían brindarle sus amigos. Esta actitud pragmática contrasta con la firme e intransigente autarquía que la tradición tardía le atribuye y que se encuentra en el origen de las anécdotas que lo muestran rechazando toda forma de ayuda material, ya se trate de la ayuda que le ofrecen de buen grado sus propios amigos o incluso del apoyo del que se beneficiaría si aceptara acercarse a algunos tiranos.22 22 Sobre este tema, véase la sección siguiente.

En segundo lugar, algunas veces SócratesX hace referencia al adagio pitagórico según el cual las cosas de los amigos son comunes. Ahora bien, no hay duda de que le da a este adagio una significación económica,23 23 SócratesP también hace alusión al sentido económico de este proverbio (Pl. Ly. 207c), pero parece otorgarle un alcance más general y profundo. Las cosas que son comunes entre los amigos no son solamente las riquezas, sino también y sobre todo lo que está a la base de su amistad. Si el amigo es un otro yo, como dirá más tarde Aristóteles (EN 9. 4, 1166a31-32), es necesario que la “comunidad” de los amigos vaya más allá del límite material y se extienda a todo aquello que atañe al alma, como los sentimientos, los gustos, las aspiraciones, etc. Para una aplicación económica del adagio pitagórico, véase Porfirio, VP 20: “Ellos también ponen sus bienes en común”. En Critón el personaje homónimo ofrece a Sócrates escapar y coloca su fortuna a su disposición, siguiendo el adagio pitagórico (Pl. Cri. 45b). de manera que es difícil ver por qué habría planteado una objeción de principio contra la posibilidad de beneficiarse de la generosidad de sus amigos. En la conversación principal sobre la amistad (Mem. 2. 6), Sócrates insiste en la necesidad de que los amigos sean generosos los unos con los otros, incluso al punto de que sus bienes no pertenezcan menos a los amigos que a ellos mismos:

No sólo pueden participar legalmente de las riquezas, absteniéndose de la codicia, sino que también se ayudan unos a otros (ἐπαρκεῖν ἀλλήλοις). También pueden arreglar sus discordias no sólo sin ofensa, sino incluso en mutua conveniencia, e impedir que la ira llegue al punto de tener que arrepentirse. En cuanto a la envidia, la extirpan totalmente, unas veces poniendo sus bienes a disposición de los amigos y otras considerando como propios los bienes de aquellos (τὰ μὲν ἑαυτῶν ἀγαθὰ τοῖς φίλοις οἰκεῖα παρέχοντες, τὰ δὲ τῶν φίλων ἑαυτῶν νομίζοντες) (X. Mem. 2. 6, 23).

Dado que la ayuda material a los amigos necesitados es uno de los principales deberes de la amistad (Mem. 2. 5, 1; 2. 7, 1), todo lleva a creer que Sócrates habría aceptado este tipo de ayuda en caso de necesidad. Por otra parte, si Jenofonte está dispuesto a admitir, con cierta reticencia y de manera poco clara, que ocasionalmente Sócrates podía sacar provecho de la generosidad de sus amigos, se ve disgustado por las acusaciones de los adversarios o críticos de su maestro que no dudaban en pintarlo como un parásito que adulaba a los ricos con la esperanza de ser mantenido a sus expensas.24 24 En la comedia Aduladores, Éupolis habría representado a Sócrates y sus amigos como parásitos.

Si entre las condiciones de la autarquía de Sócrates hay que contar, además de la frugalidad de su régimen de vida, las donaciones y regalos que recibía de sus amigos,25 25 Cf. Bourriot (1995, p. 297, n. 205): “Il y a dans l’attitude de Socrate [scil. SócratesX] un certain cynisme: il vit le plus simplement qui soit mais compte sur ... les amis (qui ont gagné de quoi l’aider)”. Sin embargo, no es seguro que SócratesX contara con que sus amigos lo ayudaran. Lo cierto es que Jenofonte nunca admitiría abiertamente que Sócrates contaba con la ayuda material de sus amigos. es difícil no experimentar una cierta incomodidad: es como si la autarquía sólo estuviera al alcance de quienes tienen la suerte de tener amigos ricos. Es tentador establecer un paralelo con las condiciones del modo de vida escéptico adoptado por Pirrón. Si nos atenemos a las muy instructivas anécdotas relatadas por Diógenes Laercio, Pirrón dudaba a tal punto del testimonio de los sentidos que no se cuidaba “ante nada, enfrentándose a cualquier cosa, a lo que le saliera al paso, tanto carros como precipicios y perros” (D. L. 9. 62).26 26 Traducción de García Gual (2007). Felizmente para Pirrón, sus amigos, menos escépticos que él, lo protegían de los carros, los perros y los precipicios y es probable que sin su atención alerta Pirrón no hubiera alcanzado la venerable edad de noventa años (D. L. 9. 62). Dicho de otro modo, si queremos llevar la vida de un escéptico, es deseable que nos rodeemos de amigos que no compartan la misma orientación filosófica. Mutatis mutandis, lo mismo ocurre con la autarquía socrática: si queremos alcanzar la autarquía material sin trabajar, ¡hay que rodearse de amigos ricos que satisfagan nuestras necesidades!

Al término de esta sección consagrada a los medios de subsistencia de SócratesX, se puede concluir que Jenofonte nunca aborda directamente el problema de las condiciones concretas de su autarquía material y que esta elusión es decepcionante por más de un motivo. Por una parte, si es verdad que SócratesX es un experto en economía (oikonomikos),27 27 Sobre este tema, véase Dorion (2013, p. 317-345). esperaríamos que Jenofonte expusiera claramente con qué medios aseguraba su subsistencia y la de su familia. Por otra parte, un pasaje de Ciropedia destaca indirectamente la insuficiencia del tratamiento que Jenofonte reserva a la cuestión de los medios de subsistencia de Sócrates. En el libro primero Cambises recuerda a Ciro cuán importante es para un hombre de bien asegurar su subsistencia y la de su familia:

Pero, hijo mío, ¿has olvidado lo que una vez tú y yo razonábamos, que era una conveniente y hermosa labor para un varón (ὡς ἱκανὸν καὶ καλὸν ἀνδρὶ ἔργον) poder ocuparse de convertirse en un hombre probadamente hermoso de cuerpo y noble de espíritu (καλὸς κἀγαθὸς δοκίμως), y de tener suficientes recursos, él y su familia (καὶ ὅπως τὰ ἐπιτήδεια αὐτὸς τε καὶ οἱ οἰκέται ἱκανῶς ἔχοιεν)? (X. Cyr. 1. 6, 7).28 28 Traducción de Vegas Sansalvador (1987).

Evidentemente, Ciro aprendió la lección de su padre porque en el transcurso de Ciropedia se encuentran numerosos pasajes sobre la atención que presta a todo lo relacionado con la subsistencia de los suyos y de sus tropas (Cyr. 2. 1, 21; 3. 3, 1; 3. 3, 23; 4. 2, 34-37; 4. 5, 17; 4. 5, 57; 5. 5, 48; 5. 1, 6-7; 5. 6, 30; 5. 6, 32; 6. 2, 4). Como no hay ninguna duda de que Sócrates es un hombre de bien (kalòs kagathós) (Mem. 1. 2, 18; Smp. 1. 1, 9. 1), esperaríamos que Jenofonte revelara, como lo hace con Ciro, cómo se las arreglaba para asegurar la subsistencia de los suyos. Su silencio sobre este tema es como mínimo desconcertante.

Los testimonios tardíos: la ambivalencia de Sócrates hacia los regalos

Hemos conservado una gran cantidad de anécdotas sobre la actitud de Sócrates hacia los regalos que querían ofrecerle sus discípulos, sus amigos o los tiranos. Estas anécdotas, que provienen de autores posteriores a Platón y Jenofonte, son interesantes porque intentan responder una pregunta que estos dejan en suspenso. Hemos visto que son como mínimo evasivos al tratar la cuestión de los medios de subsistencia de Sócrates y podemos proponer como hipótesis que los autores de las anécdotas que vamos a analizar han intentado subsanar las omisiones y silencios de Platón y Jenofonte.

Comencemos por las que retratan a un Sócrates intransigente que rechaza sin ninguna vacilación los regalos que le ofrecen:

Era autosuficiente y digno (αὐτάρκης τε ἦν καὶ σεμνός). Cuando en una ocasión Alcibíades, según cuenta Pánfila en el libro séptimo de sus Recuerdos, le dio un amplio terreno para que se hiciera allí una casa, Sócrates le respondió: “Si me hicieran falta unas sandalias (εἰ ὑποδημάτων ἔδει) y me dieras cuero para que yo mismo me hiciera las sandalias (ἵν᾽ ἐμαυτῷ ὑποδήματα ποιησαίμην), también sería ridículo que lo aceptara”. Muchas veces, al contemplar los montones de cosas que se vendían, se decía a sí mismo: “¡De cuántas cosas no tengo necesidad!” (πόσων ἐγὼ χρείαν οὐκ ἔχω). De continuo solía recitar aquellos famosos yambos: “Los adornos de plata y la púrpura son útiles para las escenas trágicas, no para la vida”. Mostró su desprecio por Arquelao de Macedonia, por Escopas de Cranón y por Euríloco de Larisa, al no aceptar los regalos que le enviaron (μήτε χρήματα προσέμενος παρ᾽ αὐτῶν) ni acudir a sus cortes (D. L. 2 24-25).29 29 Traducción ligeramente modificada.

La atribución de la autosuficiencia a Sócrates está inspirada en Jenofonte, no en Platón. A causa de su autosuficiencia y para preservarla, aquel rechaza con intransigencia los regalos que le ofrecen. Rechaza tanto el regalo de un amigo (Alcibíades) como el dinero que querían enviarle tiranos y reyes (Arquelao, 30 30 Sobre los regalos y el dinero que Arquelao quería ofrecer a Sócrates, cf. D. Chr. 13. 30. Escopas, Euríloco), como si el regalo de un amigo representara para su autosuficiencia una amenaza semejante a la del dinero de los tiranos.31 31 Los regalos de los amigos y de los tiranos son puestos al mismo nivel en una anécdota transmitida por Filón de Alejandría: “Y ahora nos sorprende que Sócrates o cualquier otra persona noble hayan pasado su vida en la pobreza (ἐν πενίᾳ). Estos jamás se dedicaron a actividades que les permitieran ganar dinero (τῶν εἰς πορισμὸν ἐπιτηδεύσαντες) y piensan que no hay que aceptar lo que viene de los amigos adinerados (παρὰ φίλων πολυχρημάτων) o de los reyes que ofrecen grandes regalos (παρὰ βασιλέων δωρεὰς μεγάλας προτεινόντων), puesto que creen que lo único bueno y bello es la posesión de la virtud, para alcanzar la cual, trabajando duro (πονούμενοι), dejan de lado todos los otros bienes” (Ph. De prov. 2. 21). El sentido de la anécdota sobre el regalo que Alcibíades desea ofrecer a Sócrates no es tan claro como parece. Para rechazar el terreno que Alcibíades le ofrece para construir una casa, Sócrates replica: “Si me hicieran falta unas sandalias y me dieras cuero para que yo mismo me hiciera las sandalias, también sería ridículo que lo aceptara”. Pero si Sócrates necesita verdaderamente sandalias, ¿por qué sería ridículo que aceptara el cuero? ¿Es porque camina descalzo que no necesita sandalias?32 32 Sobre el hecho de andar descalzo, ver Chapuis (2020). Pero entonces ¿por qué es el mismo Sócrates quien plantea la hipótesis de que necesita sandalias? ¿Lo ridículo nace del hecho de que Sócrates sería incapaz de confeccionarse unas sandalias con el cuero, del mismo modo que sería incapaz de construirse una casa?33 33 Los verbos en voz media empleados por Diógenes Laercio no dejan ninguna duda: es Sócrates mismo quien debe construirse una casa (ἵνα ἐνοικοδομήσηται οἰκίαν) y confeccionarse sandalias (ἵν᾽ ἐμαυτῷ ὑποδήματα ποιησαίμην). Esta interpretación de la respuesta de Sócrates parece plausible, pero no tiene nada que ver con el tema de la autarquía. En efecto, este no rechaza el terreno porque es autosuficiente, sino simplemente porque no tiene la habilidad de construirse una casa. Sin embargo, la anécdota que de inmediato sigue a la del terreno ofrecido por Alcibíades invita a hacer de la autarquía el motivo del rechazo de Sócrates. ¿Pero no necesita una casa? Quizás no necesita una casa diferente de la que tiene en ese momento. Al afirmar que no tiene necesidad de las cosas que se venden en el mercado, Sócrates anticipa claramente la posición de los cínicos sobre los productos de la técnica, que engendran falsas necesidades y son una completa amenaza para la autarquía del hombre. Por lo tanto, en razón de su autarquía, Sócrates rechaza estos productos.34 34 Encontramos en Cicerón una variante de la anécdota reportada por Diógenes Laercio: “Sócrates, al ver que en una procesión se llevaba una gran cantidad de oro y plata, dijo: '¡Cuántas son las cosas que no deseo!'” (Quam multa non desidero!)” (Cic. Tusc. 5. 32, 91) (Traducción de Medina González, 2005). También es interesante la siguiente anécdota, transmitida por Filón de Alejandría: “Cuenta la historia que uno de los ancianos, al ver pasar un cortejado equipado de costosas piezas, miró a sus discípulos y les dijo: ‘¡Oh, compañeros, vean cuántas necesidades no tengo!’” (Ph. Quod Deus sit immutabilis 146). La versión de la anécdota transmitida por Filón combina elementos que encontramos en la de Cicerón (Tusc. 5. 32, 91) y en la de Diógenes Laercio (2. 25). Dado que una actitud así nunca es representada en los diálogos de Platón y Jenofonte, es tentador considerar que tenemos aquí, antes que una anticipación de la posición cínica, una proyección retroactiva de la actitud cínica sobre Sócrates.

Alcibíades no es el único discípulo de Sócrates que desea ofrecer un regalo a su maestro: “Cuando Cármides le ofreció unos esclavos para que sacara provecho de ellos (ἵν᾽ ἀπ᾽ αὐτῶν προσοδεύοιτο), no los aceptó” (D. L. 2. 31).35 35 Traducción ligeramente modificada. No se dice cuál es la razón por la que Sócrates rechaza los esclavos que le ofrece Cármides, pero esto se debe sin duda a motivos puramente económicos: o no necesita esclavos o no necesita los beneficios que podría obtener a partir de los esclavos.36 36 Sin embargo, en su Vida de Sócrates Aristoxeno sostiene que Sócrates no era reacio a obtener ganancias a partir de inversiones: “Aristóxeno, el hijo de Espíntaro, cuenta también que hacía inversiones: haciendo una inversión, recogía la ganancia obtenida; luego, al gastarla, hacía una nueva inversión” (D. L. 2. 20 = SSR I B 50 = fr. 59 Wehrli). Traducción ligeramente modificada.

Aristipo es otro discípulo cuyo obsequio Sócrates rechaza:

Ejerciendo como sofista [scil. Aristipo], según dice el peripatético Fanias de Éreso, fue el primero de los socráticos que recibió un salario y que envió dinero a su maestro (καὶ ἀπέστειλε χρήματα τῷ διδασκάλῳ). Cuando en una ocasión le envió veinte minas (καί ποτε πέμψας αὐτῷ μνᾶς εἴκοσι), Sócrates se las devolvió diciendo que su signo divino no le permitía aceptarlas (εἰπόντος Σωκράτους τὸ δαιμόνιον αὐτῷ μὴ ἐπιτρέπειν), pues se disgustaba por ello (ἐδυσχέραινε γὰρ ἐπὶ τούτῳ) (D. L. 2. 65).37 37 Traducción ligeramente modificada.

Este texto es especial porque es el único en el que Sócrates adjudica a su signo divino la responsabilidad del rechazo del dinero, aunque el motivo exacto de su intervención sigue siendo oscuro, ya que no sabemos por qué le disgustaba que Sócrates aceptara dinero. En De genio Socratis de Plutarco, Polimnis atribuye al daimon de Sócrates el rechazo intransigente que muestra hacia los amigos que con gusto le habrían dado dinero:

Los impulsos de Sócrates parecían denotar en todo una intensidad y fuerza inconmovibles, como si procedieran de un juicio y de unos fundamentos rectos y firmes (ἐξ ὀρθῆς καὶ ἰσχυρᾶς ἀφειμέναι κρίσεως καὶ ἀρχῆς). Toda su vida la pasó en la pobreza voluntariamente (πενίᾳ γὰρ ἐμμεῖναι παρὰ πάντα τὸν βίον ἑκουσίως), aunque hubiera podido tener dinero de donantes que se lo habrían entregado con alegría y gusto. No se apartó de la filosofía ante tantos impedimentos y, por último, cuando sus amigos se preocuparon de prepararle la salvación en el destierro, no se doblegó ante quienes insistían ni cedió ante la proximidad de la muerte, sino que frente a sus temores utilizó razonamientos inconmovibles (ἀτρέπτῳ τῷ λογισμῷ). No es esta actitud la de un hombre que cambia sus juicios al azar por ruidos o estornudos, sino la de quien es guiado hacia el bien por una autoridad y principio de mayor envergadura (ἀλλ᾽ ὑπὸ μείζονος ἐπιστασίας καὶ ἀρχῆς ἀγομένου πρὸς τὸ καλόν) (Plu. De genio Socratis 11. 581C-D).38 38 Traducción de Aguilar (1996).

De acuerdo con la opinión de Polimnis, el daimon habría inspirado en Sócrates numerosas elecciones con las que dio prueba de firmeza e inflexibilidad,39 39 Polimnis no menciona expresamente al daimonion, pero el contexto muestra que hace una referencia a este cuando, al final del pasaje citado, alude a la “autoridad y principio de mayor envergadura” que guiaba a Sócrates hacia el bien. en especial, elegir “voluntariamente” (ἑκουσίως) la pobreza, aun cuando sus amigos le habrían dado dinero con gusto.

Nos queda examinar tres pasajes en los que la actitud intransigente de Sócrates se opone a la actitud más conciliadora de su esposa Jantipa. Podemos comprender fácilmente a esta última: dado que ella asume la responsabilidad de los quehaceres del hogar y debe procurar el alimento a sus hijos, se ve directamente afectada por el rechazo que Sócrates muestra a quienes deciden hacerle regalos:

Sobre Sócrates. Una vez que sus amigos le enviaron muchas cosas (πολλὰ τῶν φίλων αὐτῷ πεμπόντων) y fue retado por Jantipa por no aceptar ninguna (μηδὲν δεχόμενος), Sócrates, el filósofo, dijo: “Podríamos tomar de buen grado todos los regalos y, aunque no los hayamos pedido, tendremos donantes” (Stob. 3. 3, 50 = Gnom. Vat. 743 n° 486 = SSR I C 223).

La razón por la que Sócrates rechaza los obsequios de sus amigos recuerda el motivo por el que rechaza cobrar por las lecciones que da a sus discípulos: desea conservar su independencia y no quiere convertirse en esclavo ni tampoco estar en deuda con quienes le dan obsequios.40 40 Cf. X. Mem. 1. 2, 6: “En cambio, a los que aceptaban un salario por su conversación los acusaba de venderse como esclavos, porque se obligaban a conversar con aquellos de quienes recibían dinero”. Esta justificación también está presente en la anécdota transmitida por Eliano:

Como había una fiesta entre los atenienses, Alcibíades se empeñó en enviar a Sócrates muchos regalos (δῶρα πολλὰ πέμψαι τῷ Σωκράτει). Aunque Jantipa se sorprendió y pensó que Sócrates era digno de aceptarlos (λαβεῖν αὐτά), este dijo: “Pero también nosotros coloquémonos al mismo nivel de la ambición de Alcibíades, rivalizando con él al no aceptar las cosas que nos envía” (Eliano, Hist. Var. 9. 29 = SSR I C 61).

Si Sócrates aceptara los regalos de Alcibíades, contraería con él una deuda de gratitud y sería inferior. Para Sócrates, la única forma de ser igual a Alcibíades es rechazar los obsequios que este le hace. Esta actitud es igual a la que adopta Diógenes frente a Alejandro, cuando este le pregunta qué necesita.41 41 Véase, entre otros, Arr. An. 7. 2, 1. Encontramos la misma justificación de este rechazo, pero enunciada de forma más clara, en un pasaje de Marco Aurelio: “Sócrates explica al hijo de Pérdicas el motivo de no ir a su casa: ‘para no morir de la peor muerte’, es decir, no poder devolver los beneficios recibidos” (M. Aur. 11. 25). Dado que el hijo de Pérdicas era Arquelao, el rey de Macedonia, esta anécdota está estrechamente relacionada con la que reporta Diógenes Laercio (2. 25), con la diferencia de que este último atribuye a la autarquía el rechazo por parte de Sócrates de ir a la corte de Arquelao. Aquí no es la autarquía la que motiva el rechazo, sino más bien el temor a no poder devolver bien por bien, a estar en deuda con Arquelao y a consentir volverse inferior a él. Antes que Marco Aurelio, Séneca había reportado la misma anécdota, pero acompañada de un comentario que merece ser citado:

El rey Arquelao rogó a Sócrates que viniera hasta él. Se dice que Sócrates le transmitió que no quería ir hasta él, de quien iba a recibir beneficios, cuando no podía retornarlos con igualdad. Primero, en su potestad estaba no aceptar. Luego, él mismo era el que comenzaba primero a darlos. En efecto, Sócrates iba de visita por pedido y daba lo que aquel no le iba a devolver. Todavía más, lo que Arquelao le podía dar era oro y plata, y lo que iba a recibir era el desprecio del oro y la plata. ¿No podía Arquelao pagar los bienes a Sócrates? (Sen. Ben. 5. 6, 2).

Este pasaje es valioso porque es el único en el que se discute abiertamente el motivo aducido por Sócrates para rechazar un obsequio o una invitación. Séneca sostiene que este podría haber aceptado la invitación sin aceptar, al mismo tiempo, los obsequios que Arquelao le habría dado y que lo que podía ofrecerle a cambio era mucho más valioso que sus regalos. Ahora bien, la crítica que Séneca dirige a Sócrates probablemente no sea desinteresada, si pensamos en el rol que desempeñó cerca de Nerón y en todos los regalos del emperador que aceptó. La actitud intransigente de Sócrates es como una condena hacia Séneca, de ahí que quizás haya que leer su crítica a Sócrates como un defensa pro domo.

El tercer texto que hace alusión a Jantipa es un pasaje de Dion Crisóstomo que me parece muy problemático porque expone, quizás involuntariamente, las contradicciones inherentes a la actitud intransigente de Sócrates:

En Atenas también estaba Sócrates, un varón pobre (πένης ἀνήρ) y amigo del pueblo (δημοτικός), que no se veía forzado a aceptar ninguna cosa a causa de su pobreza (οὐδὲ οὗτος ὑπὸ τῆς πενίας ἀναγκαζόμενος οὐθὲν λαμβάνειν). Sin embargo, tenía una mujer que no aborrecía el dinero e hijos que necesitaban sustento (καὶ παῖδας δεομένους διατροφῆς). Y se decía que tenía trato con los jóvenes más ricos, que no habrían escatimado absolutamente nada para él (D. Chr. 54. 3).

Dion Crisóstomo reconoce abiertamente que Sócrates es pobre. Ahora bien, lo propio de alguien pobre es no poder procurarse lo necesario. Si Sócrates es pobre y su pobreza no lo fuerza a aceptar cualquier cosa de parte de los demás, ¿cómo puede satisfacer no sólo sus necesidades, sino también las de su esposa e hijos? Este texto no aporta ninguna respuesta a esta pregunta que me parece devastadora para Sócrates, ya que su actitud intransigente parece ignorar las necesidades elementales de su familia.

Las anécdotas sobre el rechazo obstinado que Sócrates muestra a todos aquellos que deseaban ofrecerle regalos o dinero son desde luego numerosas, pero sólo representan una versión de la actitud de Sócrates hacia sus donantes. Además, hay que considerar aquellas que transmiten, en una dirección opuesta, una actitud mucho más conciliadora de su parte hacia los regalos que le ofrecían:

A uno que le echaba en cara que, siendo discípulo de Sócrates, aceptaba dinero, le dijo [scil. Aristipo]: “Muy razonablemente, pues Sócrates, cuando algunos le enviaban comida y bebida (πεμπόντων αὐτῷ τινων καὶ σῖτον καὶ οἶνον), tomaba un poco y devolvía el resto (ὀλίγα λαμβάνων τὰ λοιπὰ ἀπέπεμπεν) porque tenía como proveedores a los más nobles de los atenienses (εἶχε γὰρ ταμίας τοὺς πρώτους Ἀθηναίων), pero yo sólo tengo a mi esclavo, Eutíquides, comprado con dinero” (D. L. 2. 74).

A diferencia de todas las anécdotas que hemos visto hasta ahora, Sócrates acepta los alimentos que le envían como regalo42 42 Ver también Eliano, Hist. Var. 11. 12 (= SSR I C 508): “Alcibíades envió a Sócrates un gran pastel, preparado de la mejor manera. Como el pastel era un regalo enviado al amante de parte del amado para despertar su pasión, Jantipa, según su carácter, se enfureció, lo tiró de la cesta y la pisoteó. Sócrates, riéndose, dijo: “Entonces, tampoco tú tendrás una parte”. Esta anécdota da claramente a entender que Sócrates habría aceptado el pastel de Alcibíades. Jantipa no lo habría pisoteado si hubiera esperado que el propio Sócrates lo rechazara y lo devolviera a Alcibíades. y, aunque da muestras de frugalidad al tomar sólo un poco, esto no impide que pueda contar con esos regalos para asegurar su subsistencia. Otro pasaje de Diógenes Laercio va en el mismo sentido:

Critón de Atenas. Tuvo él ante todo una afectuosísima devoción hacia Sócrates y tanto cuidaba de este, que nunca le faltó nada de lo necesario (καὶ οὕτως ἐπεμελεῖτο αὐτοῦ, ὥστε μηδέποτ᾽ ἐλλείπειν τι τῶν πρὸς τὴν χρείαν) (D. L. 2. 121).

Critón, quien es presentado por Jenofonte como un amigo adinerado de Sócrates (Mem. 2. 9), es probablemente uno de “los más nobles de los atenienses” que cuidan que a Sócrates no le falte nada. La fuente de este testimonio sobre Critón es probablemente el diálogo homónimo de Platón, donde aquel asegura a Sócrates que puede disponer de su fortuna (Cri. 45b) y que está dispuesto a sobornar a los guardianes para que se escape (Cri. 44c, 45a-b). En este pasaje la aparición del término chreia debe relacionarse con otra aparición del mismo término en uno de los pasajes de Diógenes Laercio ya citado. En 2. 24-25 este cuenta que, frente a la cantidad de cosas que estaban a la venta, Sócrates exclamaba “¡De cuántas cosas no tengo necesidad!” (πόσων ἐγὼ χρείαν οὐκ ἔχω). ¿Pero cuáles pueden ser esas cosas que no necesita? Aunque Diógenes Laercio dice inmediatamente después que Sócrates citaba continuamente unos yambos - “los adornos de plata y la púrpura son útiles para las escenas trágicas, no para la vida” -, sospechamos que las cosas que no necesitaba no se limitaban a los adornos de plata, la púrpura y demás superficialidades. En sentido inverso, también nos gustaría saber cuáles eran las cosas que necesitaba y que Critón le procuraba.

Los dos pasajes de Diógenes Laercio que acabamos de citar y comentar (2. 74, 2. 121), y que presentan a un Sócrates que deja de buen grado que sus amigos y discípulos cubran algunas de sus necesidades, van en contra de otros pasajes que hacen referencia a la intransigencia de Sócrates (2. 24-25, 2. 31, 2. 65). La presencia de anécdotas contradictorias en Diógenes Laercio se debe quizás al hecho de que sigue diferentes fuentes que se limita a transmitir sin preocuparse por verificar si son compatibles entre sí. Pero esto no es en mi opinión lo esencial. Es más importante señalar que las contradicciones entre las anécdotas revelan las dudas de sus autores a propósito de la forma en que Sócrates aseguraba sus medios de subsistencia. Dicho de otro modo, dado que Platón y Jenofonte son más discretos y evasivos acerca de los medios de subsistencia de Sócrates, los autores posteriores han intentado responder esta pregunta dejada en suspenso, achacándole a Sócrates una actitud inflexible de rechazo o atribuyéndole, por el contrario, una actitud más conciliadora. Pero no nos confundamos: se trata de respuestas de la tradición a una pregunta dejada en suspenso. Nunca podremos determinar si el Sócrates histórico adoptó una u otra de estas actitudes, o a veces una y a veces otra.

Las próximas dos anécdotas son extraídas de Séneca y también hacen referencia a la actitud receptiva de Sócrates hacia los regalos que le ofrecían sus discípulos y amigos:

Dijo Sócrates a sus amigos (amicis) que lo escuchaban: “Habría comprado una capa, si hubiera tenido dinero". Sin pedirle a ninguno (neminem poposcit), les advirtió a todos. Luego hubo una competencia para averiguar de quién iba a recibirla. En efecto, era de poco valor lo que Sócrates iba a recibir (quantulum enim erat, quod Socrates accipiebat), pero era mucho ser ese de quien Sócrates iba a recibirlo. No pudo darles más suave advertencia: “Habría comprado una capa, dijo, si hubiera tenido dinero”. Después de esto, todo el que se apresuró llegó tarde, pues ya Sócrates estaba necesitado (iam Socrati defuit) (Sen. Ben. 7. 24, 1-2 = SSR I C 56).

Esta anécdota es bastante desconcertante. A diferencia de las anécdotas precedentes, en las que Sócrates acepta los regalos que sus discípulos y amigos le envían espontáneamente, esta no deja ninguna duda de que es él mismo quien incita indirectamente a sus amigos a que le hagan regalos. Como no pide directamente nada a nadie (neminem poposcit), no podemos asimilar su posición a la del mendigo que pide limosna. Pero esto no impide que su actitud recuerde a la de los cínicos, ya que Sócrates parece considerar que los bienes de sus amigos no le pertenecen a él menos que a ellos (cf. X. Mem. 2. 6, 23; D. L. 6. 11, 72). Es precisamente esta posición -el sabio no debe tener vergüenza de mendigar porque no hace otra cosa que reclamar lo que le pertenece-43 43 Para un comentario sobre esta fórmula, ver Helmer (2020). la que Diógenes de Sinope atribuye a Sócrates en una carta pseudoepigráfica:

Sócrates decía que los virtuosos no piden (μὴ αἰτεῖν τοὺς σπουδαίους), sino que reclaman (ἀπαιτεῖν), pues todo es de ellos, como también de los dioses. Y mostraba esto: que los dioses organizan todas las cosas y gobiernan sobre ellas, que son comunes las cosas de los amigos y que el virtuoso respeta al dios. Pedirás entonces tus propios bienes (αἰτήσεις τοίνυν τὰ ἴδια) (Diógenes, Carta 10 = SSR V B 540).

Si no me equivoco, este es el único texto que asimila la posición de Sócrates sobre la mendicidad a la defendida por los cínicos. Mientras que los primeros “testigos” (Platón, Jenofonte) y la tradición posterior jamás le atribuyen la práctica de la mendicidad ni tampoco lo presentan justificándola, Diógenes apela aquí a Sócrates para defenderla, pero adjudicándole un argumento que probablemente sea de su propia cosecha. Aunque la justificación pensada por Diógenes recuerda el argumento que Diógenes Laercio atribuye a Antístenes (6. 11), los cínicos no pueden apelar a este porque en el conjunto de los testimonios sobre Antístenes nada indica que haya practicado o alentado la mendicidad.

Volvamos a la anécdota de Séneca. Esta es diametralmente opuesta a la reportada por Diógenes Laercio (2. 24-25), que muestra a Sócrates rechazando el regalo de Alcibíades con el pretexto de que su aceptación lo colocaría en una posición de inferioridad en relación con su donante. Séneca muestra una dinámica inversa: incluso si es Sócrates quien pide favores, esto no lo pone en deuda con sus donantes, puesto que para sus discípulos es un honor y un privilegio tener la posibilidad de ofrecerle cualquier cosa que este pudiera necesitar. El final de dicho pasaje también merece ser comentado. La declaración según la cual Sócrates quedaría desprovisto (iam Socrati defuit) si ninguno de sus amigos le comprara un manto, tiene graves consecuencias en lo que se refiere a su pretendida autarquía material. Si su autosuficiencia depende de los regalos que sus amigos o discípulos le ofrecen, hay que reconocer que Sócrates no es para nada autosuficiente porque no se vale por sí mismo para satisfacer sus necesidades esenciales.

El segundo texto de Séneca hace nuevamente referencia a los regalos que Sócrates aceptaba de parte de sus discípulos:

Como cada uno ofrecía regalos a Sócrates según sus posibilidades (Socratici cum multa pro suis quisque facultatibus offerent), Esquines, un discípulo pobre (pauper auditor), le dijo: “Nada encuentro que podría darte (dare tibi) que sea digno de ti. Sólo siento que soy pobre y así te doy (dono tibi) lo único que tengo: a mí mismo. Te pido que aceptes este regalo (hoc munus), aunque es pequeño, y que pienses que, a pesar de que otros mucho te han dado (cum multum tibi darent), más se quedaron para sí”. Y Sócrates contestó: “¿Por qué no considerarás que me has hecho un gran regalo (magnum munus mihi dederis), si no es porque, quizás, te estimas poco? Así, tengo que volverte a ti, con cuidado, mejor de como te he recibido” (Sen. Ben. 1. 8, 1-2 = SSR VI A 6).

De acuerdo con este texto, Sócrates aceptaba sin vacilaciones regalos. No cobraba por sus enseñanzas, pero el hecho de que aceptara regalos de sus discípulos nos hace pensar que existía entre ellos una suerte de trueque en virtud del cual Sócrates recibía regalos a cambio de las enseñanzas impartidas.44 44 Esta relación de trueque entre Sócrates y sus discípulos corresponde exactamente al tipo de relación que Sócrates niega tener. Cf. X. Ap. 17. Sus discípulos le ofrecen regalos que son proporcionales a sus medios, conforme a un importante precepto socrático referido por Jenofonte en Mem. 1. 3, 3. Al contrario de la anécdota precedente reportada por Séneca, en la que Sócrates parece esperar que le regalen los bienes específicos que necesita, este sabe aquí contentarse con un obsequio que no le procura ninguna ventaja, ningún beneficio45 45 Salvo por el hecho de considerar, siguiendo a Jenofonte, que nada es más útil ni ventajoso que un buen amigo. Cf. X. Mem. 2. 4. y que no satisface ninguna de sus necesidades esenciales.

El último texto relevante sobre los medios de subsistencia de Sócrates proviene de Quintiliano:

Puede disputarse sobre si debe siempre el orador defender un pleito gratuitamente. Sería una imprudencia decidir la cuestión inmediatamente y sin examinarla muy despacio. Porque ¿quién ignora que es la cosa más honrosa, y la más propia de las artes liberales y de la grandeza de corazón que en el orador se requiere, no vender su trabajo ni desacreditar el prestigio de un servicio tan grande, más cuando la mayor parte de las cosas pueden parecer despreciables en cuanto tienen precio? Aún los más ciegos, como se suele decir, ven esto claramente y ninguno que tenga lo que necesita (quisquam qui sufficientia sibi) -y no se necesita mucho-hará el oficio de abogado por interés sin incurrir en el abominable delito de avaricia. Pero si sus bienes no fuesen suficientes para su manutención y decencia (at si res familiaris amplius aliquid ad usus necessarios exiget), podrá tomar alguna retribución, según todas las leyes de los sabios (secundum omnium sapientium leges), puesto que a Sócrates le dieron para mantenerse (cum et Socrati conlatum sit ad victum), y Zenón, Cleantes y Crisipio aceptaron los honorarios de sus discípulos (Quint. Ins. 12. 7, 8-9).46 46 Traducción de Rodríguez y Sandier (1916) modificada.

El interés de este texto reside sobre todo en el nexo que Quintiliano establece entre la autarquía y la fuente de los medios de subsistencia. Si el orador fuera autosuficiente, sería indigno de su parte cobrar por sus lecciones. Pero si necesita una ayuda suplementaria para procurarse lo necesario -lo que equivale a decir que no es autosuficiente-, podrá, como Sócrates lo ha hecho, “según todas las leyes de los sabios”, aceptar que sus discípulos le demuestren su reconocimiento y le provean lo que le haga falta para vivir. Quintiliano no considera que Sócrates sea autosuficiente y tampoco se lo reprocha. Asimismo, aprueba que haya aceptado lo que sus discípulos le ofrecían como testimonio de su gratitud para subsanar la carencia de sus medios de subsistencia. Quintiliano establece entre la autarquía, de una parte, y el rechazo del salario y de los regalos, por otra parte, el mismo nexo necesario que Jenofonte, pero expresa una opinión sobre Sócrates diametralmente opuesta a la de Jenofonte. Mientras que este último sostiene que Sócrates era autosuficiente y que rechazaba tanto los regalos como cobrar un salario (Ap. 16), Quintiliano estima que no era autosuficiente, de ahí su aceptación (implícita) de los regalos que provenían de las contribuciones de sus discípulos agradecidos.

Conclusión

El problema de los medios de subsistencia del Sócrates histórico quedará, ciertamente, sin respuesta. El objetivo de este estudio no es resolver esta cuestión, sino, por una parte, mostrar que Platón y Jenofonte no adjudican a Sócrates la misma actitud -SócratesX nunca reconoce, a diferencia de SócratesP, que necesita ser alimentado-, y por otra parte, poner de relieve la profunda ambivalencia de los testimonios tardíos con respecto a la actitud de Sócrates frente a los regalos que le ofrecen. Esta ambivalencia explota una ambigüedad que ya está presente en los escritos socráticos de Jenofonte. La posición “oficial” de Jenofonte es que Sócrates rechazaba cobrar, a través de dinero o regalos, por las enseñanzas que impartía a sus discípulos (Ap. 16.), pero hemos visto que él mismo considera la posibilidad de que sus amigos lo ayuden (Oec. 2. 8), lo cual es completamente coherente con su concepción sobre los deberes que atañen a los amigos. Finalmente, hay que destacar que sólo hay tres testimonios que atribuyen al Sócrates histórico la práctica de la mendicidad y que dos de estos persiguen fines diametralmente opuestos: el primero tiene por objetivo manchar la reputación de Sócrates adjudicándole una práctica que es considerada difamatoria (Éupolis, fr. 352 CAF I p. 351), mientras que el segundo busca, por el contrario, justificar la práctica cínica de la mendicidad atribuyéndosela a un ilustre predecesor (Diógenes, Carta 10 = SSR V B 540). En cuanto a la gran mayoría de testimonios sobre los medios de vida de Sócrates, es preciso señalar que, a pesar de las notables licencias poéticas de las que se valen los autores de las anécdotas sobre Sócrates, ninguno de ellos se ha atrevido a representarlo como un mendigo. Se trata, sin lugar a duda, de una suerte de “prohibición” que constituye uno de los puntos de mayor oposición entre Sócrates y los cínicos.

Traducción

La traducción del francés al castellano ha sido realizada por Mariana Gardella, quien también ha traducido del griego al castellano los siguientes testimonios: Carta de Sócrates 1. 2 (= SSR I F 1); Éupolis, fr. 352 CAF I p. 351 (= Olymp. in Phd. 11. 1, 65 = SSR I A 12); Philostr. Ep. 7; Carta de Sócrates 6. 1 (= SSR I F 6); Porfirio, VP 20; Ph. De prov. 2. 21, Quod Deus sit immutabilis 146; Stob. 3. 3, 50 (= Gnom. Vat. 743 n° 486 = SSR I C 223); Eliano, Hist. Var. 9. 29 (= SSR I C 61); M. Aur. 11. 25; D. Chr. 54. 3; Eliano, Hist. Var. 11. 12 (= SSR I C 508); Diógenes, Carta 10 (= SSR V B 540). La traducción de los testimonios de Séneca ha sido realizada por Carolina Durán.

Bibliografía

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  • ZARAGOZA, J. (1993). Jenofonte. Recuerdos de Sócrates, Económico, Banquete y Apología de Sócrates (introducciones, traducciones y notas). Madrid, Gredos .
  • 1
    Este texto es una reversión en castellano de un estudio recientemente publicado en francés. Cf. Dorion (2020DORION, L.-A. (2020). De quoi vit Socrate? Le refus de la mendicité et la tentation des cadeaux. In: HELMER, É. (dir.). Mendiants et mendicité en Grèce ancienne . Paris, Classiques Garnier , p. 163-188.). El presente artículo incluye nuevos testimonios que no figuran en la versión francesa.
  • 2
    Sobre los medios de subsistencia de Sócrates, Dover (1968DOVER, K. J. (1968). Aristophanes. Clouds (edited with introduction and commentary). Oxford, Clarendon Press., p. xlviii) destaca precisamente: “how Socrates made a living is one of the mysterious things about him”.
  • 3
    Traducción de Bieda (2014BIEDA, E. (2014). Platón. Apología de Sócrates y Critón (introducción, traducción y notas). Buenos Aires, Winograd.).
  • 4
    Apología es sin duda la fuente del pasaje de la carta donde Sócrates explica que jamás aceptó dinero por la tarea que el dios le ordenó realizar: “Desde que me dedico a filosofar, según lo que ha ordenado el dios, no me descubrirán recibiendo nada de nadie (παρ’ οὐδενὸς οὐδὲν εἰληφὼς εὑρεθήσομαι), sino que converso en público para que escuchen por igual tanto el que siempre tiene como el que no tiene” (Carta de Sócrates 1. 2 = SSR I F 1).
  • 5
    El Sócrates representado en Nubes exige, sin embargo, un salario por sus enseñanzas. Cf. Ar. Nu. 97, 245, 876, 1146.
  • 6
    Cf. Eliano, Hist. Var. 2. 43 (= SSR I C 53); Sen. Ep. 17-18. 104, 27 (= SSR I C 539); Plut. De genio Socratis 11. 581C; Aristid. 1. 9, 318D (= Demetrio, fr. 95 Wehrli = SSR I B 53); Apul. De deo Socratis 23. 174 (= SSR I C 413), Ap. 18 (= SSR I C 53); Ph. De prov. 2. 24 (= SSR I C 57); D. Chr. 3. 1; 54. 3; Carta de Sócrates 6. 2 (= SSR I F 6).
  • 7
    Aunque reconoce que tiene necesidad de alimentarse, Sócrates no muestra ningún afán por hacerlo cuando es invitado a comer. Por ejemplo, en Banquete llega en medio de la comida. Cf. Pl. Smp. 175c.
  • 8
    Traducción de Divenosa y Mársico (2005DIVENOSA, M. y MÁRSICO, C. (2005). Platón. República (introducción, traducción y notas). Buenos Aires, Losada.).
  • 9
    Traducción de Zaragoza (1993ZARAGOZA, J. (1993). Jenofonte. Recuerdos de Sócrates, Económico, Banquete y Apología de Sócrates (introducciones, traducciones y notas). Madrid, Gredos .) ligeramente modificada.
  • 10
    Según Gigon (1953GIGON, O. (1953). Kommentar zum ersten Buch von Xenophons Memorabilien. Bâle, Reinhardt., p. 101), esta afirmación de Jenofonte sobre Sócrates es “eine fast groteske enkomiastische Uebertreibung”.
  • 11
    Sobre la comparación entre Sócrates y Teodota en lo que concierne a la forma de asegurar su subsistencia, véase Danzig (2010DANZIG, G. (2010). Apologizing for Socrates. Lanham, Lexington Books., p. 175).
  • 12
    Sobre este tema, véase Dorion (2013DORION, L.-A. (2013). L’Autre Socrate. Études sur les écrits socratiques de Xénophon. Paris, Les Belles Lettres., p. 429-448).
  • 13
    Traducción de Zaragoza (1993ZARAGOZA, J. (1993). Jenofonte. Recuerdos de Sócrates, Económico, Banquete y Apología de Sócrates (introducciones, traducciones y notas). Madrid, Gredos .).
  • 14
    Sobre este tema, véase Chouinard (2020CHOUINARD, I. (2020). Le sage peut-il mendier? In: HELMER, É. (dir.). Mendiants et mendicité en Grèce ancienne . Paris, Classiques Garnier . p. 189-208. ) y Helmer (2020HELMER, É. (2020). L’autarcie à l’épreuve de la mendicité cynique. In: HELMER, É. (dir.). Mendiants et mendicité en Grèce ancienne . Paris, Classiques Garnier . p. 209-234.).
  • 15
    Cf. Éupolis, fr. 352 CAF I p. 351 (= Olymp. in Phd. 11. 1, 65 = SSR I A 12): “También odio a Sócrates, el mendigo charlatán (τὸν πτωχὸν ἀδολέσχην), quien ha reflexionado sobre otros asuntos, pero acerca de dónde poder obtener comida, de esto no se ha ocupado” (ὁπόθεν δὲ καταφαγεῖν ἔχοι τούτου κατημέληκεν). La mendicidad no es percibida como un medio eficaz de procurarse la subsistencia. Si no me equivoco, Filóstrato es el único autor que trata a Sócrates como un mendigo: “Sócrates era un mendigo (ἦν πτωχὸς ὁ Σωκράτης), pero la riqueza de Alcibíades se deslizaba debajo de su manto” (Philostr. Ep. 7).
  • 16
    Sobre este tema, véase Dorion (2018DORION, L.-A. (2018). Fundamental parallels between Socrates’ and Ischomachus’ positions in the Oeconomicus. In STAVRU, A.; MOORE, C. (eds.). Socrates and the Socratic dialogue. Leiden, Brill. p. 521-543.).
  • 17
    Traducción de Zaragoza (1993ZARAGOZA, J. (1993). Jenofonte. Recuerdos de Sócrates, Económico, Banquete y Apología de Sócrates (introducciones, traducciones y notas). Madrid, Gredos .) ligeramente modificada.
  • 18
    Véase las referencias proporcionadas por Azoulay (2004AZOULAY, V. (2004). Xénophon et les grâces du pouvoir. De la charis au charisme. Paris, Presses Universitaires de la Sorbonne., p. 138 n. 218).
  • 19
    Este pasaje de Apología es quizás la fuente de la afirmación que se atribuye a Sócrates en Carta 6: “Me preguntas primero por qué, mientras otros se ocupan de las riquezas, yo elijo vivir pobre (ἐγὼ πένης αἱροῦμαι βιοῦν); y luego por qué, aunque para mí sería posible recibir muchas cosas de muchos (ἔπειτα ἐξόν μοι παρὰ πολλῶν πολλὰ λαμβάνειν), rechazo voluntariamente (ἑκὼν παραιτοῦμαι) no sólo los regalos (δωρεάς) de los amigos que están vivos, sino también cuantos me dejarían quienes están por morir” (Carta de Sócrates 6. 1 = SSR I F 6).
  • 20
    Cf. X. Mem. 3. 5, 23: “Sé que te preocupas mucho por no ignorar sin tú saberlo nada útil para un general y que, si adviertes que no sabes alguna de estas cosas, buscas a los que las saben, sin ahorrar regalos ni agradecimientos (οὔτε δώρων οὔτε χαρίτων φειδόμενον), para aprender de ellos lo que no sabes y tenerlos como buenos colaboradores”.
  • 21
    Traducción ligeramente modificada.
  • 22
    Sobre este tema, véase la sección siguiente.
  • 23
    SócratesP también hace alusión al sentido económico de este proverbio (Pl. Ly. 207c), pero parece otorgarle un alcance más general y profundo. Las cosas que son comunes entre los amigos no son solamente las riquezas, sino también y sobre todo lo que está a la base de su amistad. Si el amigo es un otro yo, como dirá más tarde Aristóteles (EN 9. 4, 1166a31-32), es necesario que la “comunidad” de los amigos vaya más allá del límite material y se extienda a todo aquello que atañe al alma, como los sentimientos, los gustos, las aspiraciones, etc. Para una aplicación económica del adagio pitagórico, véase Porfirio, VP 20: “Ellos también ponen sus bienes en común”. En Critón el personaje homónimo ofrece a Sócrates escapar y coloca su fortuna a su disposición, siguiendo el adagio pitagórico (Pl. Cri. 45b).
  • 24
    En la comedia Aduladores, Éupolis habría representado a Sócrates y sus amigos como parásitos.
  • 25
    Cf. Bourriot (1995BOURRIOT, F. (1995). Kalos Kagathos-Kalokagathia. D’un terme de propagande de sophistes à une notion sociale et philosophique. Etude d’histoire athénienne. Vol. 1. Hildesheim, G. Olms Verlag., p. 297, n. 205): “Il y a dans l’attitude de Socrate [scil. SócratesX] un certain cynisme: il vit le plus simplement qui soit mais compte sur ... les amis (qui ont gagné de quoi l’aider)”. Sin embargo, no es seguro que SócratesX contara con que sus amigos lo ayudaran. Lo cierto es que Jenofonte nunca admitiría abiertamente que Sócrates contaba con la ayuda material de sus amigos.
  • 26
    Traducción de García Gual (2007).
  • 27
    Sobre este tema, véase Dorion (2013DORION, L.-A. (2013). L’Autre Socrate. Études sur les écrits socratiques de Xénophon. Paris, Les Belles Lettres., p. 317-345).
  • 28
    Traducción de Vegas Sansalvador (1987).
  • 29
    Traducción ligeramente modificada.
  • 30
    Sobre los regalos y el dinero que Arquelao quería ofrecer a Sócrates, cf. D. Chr. 13. 30.
  • 31
    Los regalos de los amigos y de los tiranos son puestos al mismo nivel en una anécdota transmitida por Filón de Alejandría: “Y ahora nos sorprende que Sócrates o cualquier otra persona noble hayan pasado su vida en la pobreza (ἐν πενίᾳ). Estos jamás se dedicaron a actividades que les permitieran ganar dinero (τῶν εἰς πορισμὸν ἐπιτηδεύσαντες) y piensan que no hay que aceptar lo que viene de los amigos adinerados (παρὰ φίλων πολυχρημάτων) o de los reyes que ofrecen grandes regalos (παρὰ βασιλέων δωρεὰς μεγάλας προτεινόντων), puesto que creen que lo único bueno y bello es la posesión de la virtud, para alcanzar la cual, trabajando duro (πονούμενοι), dejan de lado todos los otros bienes” (Ph. De prov. 2. 21).
  • 32
    Sobre el hecho de andar descalzo, ver Chapuis (2020CHAPUIS, M. (2020). Le va-nu-pieds (ἀνυπόδητος). In: HELMER, É. (dir.). Mendiants et mendicité en Grèce ancienne. Paris, Classiques Garnier. p. 53-70.).
  • 33
    Los verbos en voz media empleados por Diógenes Laercio no dejan ninguna duda: es Sócrates mismo quien debe construirse una casa (ἵνα ἐνοικοδομήσηται οἰκίαν) y confeccionarse sandalias (ἵν᾽ ἐμαυτῷ ὑποδήματα ποιησαίμην).
  • 34
    Encontramos en Cicerón una variante de la anécdota reportada por Diógenes Laercio: “Sócrates, al ver que en una procesión se llevaba una gran cantidad de oro y plata, dijo: '¡Cuántas son las cosas que no deseo!'” (Quam multa non desidero!)” (Cic. Tusc. 5. 32, 91) (Traducción de Medina González, 2005). También es interesante la siguiente anécdota, transmitida por Filón de Alejandría: “Cuenta la historia que uno de los ancianos, al ver pasar un cortejado equipado de costosas piezas, miró a sus discípulos y les dijo: ‘¡Oh, compañeros, vean cuántas necesidades no tengo!’” (Ph. Quod Deus sit immutabilis 146). La versión de la anécdota transmitida por Filón combina elementos que encontramos en la de Cicerón (Tusc. 5. 32, 91) y en la de Diógenes Laercio (2. 25).
  • 35
    Traducción ligeramente modificada.
  • 36
    Sin embargo, en su Vida de Sócrates Aristoxeno sostiene que Sócrates no era reacio a obtener ganancias a partir de inversiones: “Aristóxeno, el hijo de Espíntaro, cuenta también que hacía inversiones: haciendo una inversión, recogía la ganancia obtenida; luego, al gastarla, hacía una nueva inversión” (D. L. 2. 20 = SSR I B 50 = fr. 59 Wehrli). Traducción ligeramente modificada.
  • 37
    Traducción ligeramente modificada.
  • 38
    Traducción de Aguilar (1996AGUILAR, R. M. (1996). Plutarco. Obras morales y de costumbres (introducción, traducción y notas). Vol. 8. Madrid, Gredos.).
  • 39
    Polimnis no menciona expresamente al daimonion, pero el contexto muestra que hace una referencia a este cuando, al final del pasaje citado, alude a la “autoridad y principio de mayor envergadura” que guiaba a Sócrates hacia el bien.
  • 40
    Cf. X. Mem. 1. 2, 6: “En cambio, a los que aceptaban un salario por su conversación los acusaba de venderse como esclavos, porque se obligaban a conversar con aquellos de quienes recibían dinero”.
  • 41
    Véase, entre otros, Arr. An. 7. 2, 1.
  • 42
    Ver también Eliano, Hist. Var. 11. 12 (= SSR I C 508): “Alcibíades envió a Sócrates un gran pastel, preparado de la mejor manera. Como el pastel era un regalo enviado al amante de parte del amado para despertar su pasión, Jantipa, según su carácter, se enfureció, lo tiró de la cesta y la pisoteó. Sócrates, riéndose, dijo: “Entonces, tampoco tú tendrás una parte”. Esta anécdota da claramente a entender que Sócrates habría aceptado el pastel de Alcibíades. Jantipa no lo habría pisoteado si hubiera esperado que el propio Sócrates lo rechazara y lo devolviera a Alcibíades.
  • 43
    Para un comentario sobre esta fórmula, ver Helmer (2020HELMER, É. (2020). L’autarcie à l’épreuve de la mendicité cynique. In: HELMER, É. (dir.). Mendiants et mendicité en Grèce ancienne . Paris, Classiques Garnier . p. 209-234.).
  • 44
    Esta relación de trueque entre Sócrates y sus discípulos corresponde exactamente al tipo de relación que Sócrates niega tener. Cf. X. Ap. 17.
  • 45
    Salvo por el hecho de considerar, siguiendo a Jenofonte, que nada es más útil ni ventajoso que un buen amigo. Cf. X. Mem. 2. 4.
  • 46
    Traducción de Rodríguez y Sandier (1916RODRÍGUEZ, I. y SANDIER, P. (1916). Quintiliano. Instituciones oratorias (introducción y traducción). Madrid, Perlado Páez.) modificada.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    11 Jun 2021
  • Fecha del número
    2021

Histórico

  • Recibido
    01 Ene 2020
  • Acepto
    01 Dic 2020
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