Resúmenes
Las ciudades de La Nueva España proclamaron a cada monarca hispano que ascendía al trono en sus respectivas plazas mayores. Este ritual de origen castellano servía para manifestar de manera pública la lealtad al nuevo rey, ausente físicamente pero materializado en el virreinato simbólicamente a través del arte. Imágenes, sonidos y palabras se combinaron con habilidad en cada ocasión dando lugar a un eficaz espectáculo propagandístico. En 1747 tienen lugar las ceremonias de jura por Fernando VI, y en 1808 las de Fernando VII. Comparar ambas celebraciones resulta especialmente interesante, pues la primera coincide con el apogeo de la colonia, mientras que la segunda transcurre en la grave coyuntura política de 1808. Este análisis permite establecer conclusiones sobre la pervivencia mexicana de este modelo celebraticio y sobre la transformación de los sentimientos monárquicos entre los súbditos novohispanos.
monarquía; ceremonia; México
All the Spanish Monarchs, which were ascended to the throne, were proclaimed in the Main Square of the New Spain's cities. This ritual, of Castilian origin, was made to demonstrate, in a public way, the loyalty to the new king, physically absent in the viceroyalty, but symbolically present thanks to the Art. Images, sounds and words were cleverly combined in each occasion making possible an effective propagandistic spectacle. In 1747 take place the oath by Fernando VI ceremonies, and in 1808 Ferndinand VII's. To compare both celebrations is quite interesting, because the first one coincides with the apogee of the colony, while seconds is celebrated in a serious political conjuncture of 1808. This analysis allows us to justify conclusions about the Mexican evolution of this celebration pattern and about the New Spain' subjects feelings about Monarchy.
Monarchy; Ceremony; Mexico
DOSSIÊ: HISTÓRIA DAS AMÉRICAS: POLÍTICA E CULTURA
La ceremonia de jura en la Nueva España: proclamaciones fernandinas en 1747 y 1808* * Autor convidado. Este artículo ya ha sido publicado originalmente en España, ahora se publica revisado y ampliado, con el título "Reyes absolutos y ciudades leales. Las proclamaciones de Fernando VI en La Nueva España, en Tiempos de América. Revista de Historia, Cultura y Territorio, Universitat Jaume I, nº 2, p.19-33, 1998.
The Oath ceremony in New Spain: proclamations to Ferdinand in 1747 and 1808
Víctor Mínguez
Doctor en Historia del Arte Universitat Jaume I - España minguez@his.uji.es
RESUMEN
Las ciudades de La Nueva España proclamaron a cada monarca hispano que ascendía al trono en sus respectivas plazas mayores. Este ritual de origen castellano servía para manifestar de manera pública la lealtad al nuevo rey, ausente físicamente pero materializado en el virreinato simbólicamente a través del arte. Imágenes, sonidos y palabras se combinaron con habilidad en cada ocasión dando lugar a un eficaz espectáculo propagandístico. En 1747 tienen lugar las ceremonias de jura por Fernando VI, y en 1808 las de Fernando VII. Comparar ambas celebraciones resulta especialmente interesante, pues la primera coincide con el apogeo de la colonia, mientras que la segunda transcurre en la grave coyuntura política de 1808. Este análisis permite establecer conclusiones sobre la pervivencia mexicana de este modelo celebraticio y sobre la transformación de los sentimientos monárquicos entre los súbditos novohispanos.
Palabras-clave monarquía, ceremonia, México
ABSTRACT
All the Spanish Monarchs, which were ascended to the throne, were proclaimed in the Main Square of the New Spain's cities. This ritual, of Castilian origin, was made to demonstrate, in a public way, the loyalty to the new king, physically absent in the viceroyalty, but symbolically present thanks to the Art. Images, sounds and words were cleverly combined in each occasion making possible an effective propagandistic spectacle. In 1747 take place the oath by Fernando VI ceremonies, and in 1808 Ferndinand VII's. To compare both celebrations is quite interesting, because the first one coincides with the apogee of the colony, while seconds is celebrated in a serious political conjuncture of 1808. This analysis allows us to justify conclusions about the Mexican evolution of this celebration pattern and about the New Spain' subjects feelings about Monarchy.
Key words Monarchy, Ceremony, Mexico
Introducción
Durante el Antiguo Régimen las fiestas reales convierten a las ciudades en el escenario público en el que se representa el fascinante espectáculo del poder mayestático. Arte y propaganda se combinan para trasformar estas celebraciones urbanas festivas en actos políticos de adhesión a la monarquía. De entre todas las ceremonias reales hispanas tiene un especial interés la proclamación o ceremonia de jura. Todas la ciudades del reino proclaman ante un monarca físicamente ausente pero materializado simbólicamente a través del arte, su lealtad al nuevo rey que accede al trono. Se trata de un ceremonial castellano que solo será impuesto a los territorios de la antigua Corona de Aragón en el siglo XVIII, cuando los borbones sustituyan a los austrias y la monarquía pactista de los segundos sea reemplazada por la monarquía absoluta de los primeros. En La Nueva España la proclamación real fue practicada durante todo el virreinato en las plazas mayores de las urbes. Son conocidas documentalmente las juras novohispanas de Felipe V, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV, y Fernando VII. Especialmente interesante me parecen las dos celebraciones fernandinas. La primera por desarrollarse en 1747 coincidiendo con el apogeo de la colonia, cuyas elites pronto dudarán entre la lealtad a la metrópoli y el incipiente patriotismo criollo; la segunda por transcurrir en la grave coyuntura de 1808, cuando la península es invadida por el ejército napoleónico y el rey obligado a abdicar. La comparación de los elementos iconográficos y simbólicos de las dos juras fernandinas, las del rey Pacífico y del rey Deseado, permite establecer interesantes conclusiones sobre la pervivencia mexicana de este modelo celebraticio y sobre la transformación de los sentimientos monárquicos entre los súbditos novohispanos.
El origen de la ceremonia de jura
En 1516 se realizó en la metrópoli el alzado de pendones por la reina doña Juana y el rey don Carlos, estableciendo de esta forma el modelo celebraticio castellano de proclamación de los habsburgos hispanos.1 1 ALENDA Y MIRA, J. Relaciones de Solemnidades y Fiestas públicas de España. Madrid: 1903, p.17-18. A partir de este momento, todas las ciudades, villas y pueblos del antiguo reino de Castilla estarán obligadas a repetir este ceremonial cada vez que un nuevo príncipe sea proclamado, manifestando de esta forma su fidelidad. Desde la metropolización de América en el siglo XVI, el modelo castellano será adaptado a los virreinatos americanos. Sin embargo, y como ya he dicho, hasta el siglo XVIII no será exportado a los territorios hispanos que pertenecieron a la corona de Aragón. En Valencia, por ejemplo, la ascensión del monarca implicaba la convocatoria de Cortes para proceder al intercambio de juramentos entre el soberano y sus súbditos: el monarca juraba los fueros, y las Cortes proclamaban su obediencia al primero. De todas formas, este pacto tácito era semincumplido frecuentemente por los monarcas que en diversas ocasiones juraron los fueros regionales cuando ya hacía varios años que habían accedido al trono. Pero, aun así, aunque retrasado varios años, el intercambio de juramentos se producía, aprovechando generalmente una visita del monarca a la capital del reino: se trataba pues de un juramento doble entre partes y con el rey presente, un ceremonial que contrasta vivamente con el ritual castellano.
Las proclamaciones reales en las ciudades hispanas
Es a partir de la guerra de Sucesión y del consiguiente triunfo militar de la casa de Borbón sobre sus rivales de la casa de Austria en los inicios del siglo XVIII, cuando la ceremonia castellana de la jura se extiende a todos los territorios de la península ibérica, unificando de este modo el ritual en todas las posesiones de la monarquía hispánica. En 1724, año de la proclamación de Luís I, la ceremonia de jura es importada e impuesta a aquellas ciudades hispanas que hasta ese momento la desconocían. El cambio de liturgia política trasluce para los súbditos de los territorios de la antigua Corona de Aragón el paso del sistema monárquico pactista de los austrias al absolutismo de los borbones. El rey presente ante las cortes o ante las autoridades locales es sustituido por la presencia simbólica del estandarte (Figura 1). El pendón real es reverenciado y aclamado como si del mismo monarca se tratase. Junto al pendón, un retrato en lienzo del nuevo monarca materializa la omnipresencia regia. Conocemos algunos ejemplos de juras seiscentistas,2 2 VILLENA JURADO, J. La muerte de Felipe II y la proclamación de Felipe III: repercusiones en Málaga. Jábega, Málaga, nº.50, 1985; MORENO CUADRO, Fernando. Las celebraciones públicas cordobesas y sus decoraciones. Córdoba: Caja de Ahorros, 1988, p.21-25. y numerosos ejemplos de juras dieciochescas, tanto en la Corte,3 3 BONET CORREA, A. La última arquitectura efímera del antiguo régimen. In: Los ornatos públicos de Madrid en la Coronación de Carlos IV. Barcelona: Gustavo Gili, 1983; PÉREZ SAMPER, Mª. Ángeles. El poder del símbolo y el símbolo del poder. Fiestas reales en Madrid al advenimiento al trono de Carlos III. In: Coloquio Internacional Carlos III y su siglo. Madrid, 1988, tomo II, p.377-393; SOTO CABA, Victoria. Fiesta y ciudad en las noticias sobre la proclamación de Carlos IV. Espacio, Tiempo y Forma, Madrid/ UNED, serie VII, tomo III, 1990; MARTÍNEZ MEDINA, África. La vivienda aristocrática, escenario de la fiesta. Festejos realizados por los Condes-Duques de Benavente con motivo de la exaltación al trono de Carlos IV, 19 de enero de 1789. In: VI encuentro de la Ilustración al Romanticismo. Juego, Fiesta y Transgresión 1750-1850. Cádiz: Universidad de Cádiz, 1995, p.309-317. como en otras muchas ciudades hispanas,4 4 MARTÍNEZ BARBEITO, Carlos. Las reales proclamaciones en la Coruña durante el siglo XVIII. Revista del Instituto José Cornide de Estudios Coruñeses, nº.1, p.19-23, 1965; MARINA BARBA, Jesús. "La proclamación de Carlos III en Granada. Chronica Nova, nº.16, p.233-241, 1988; AGUILAR GARCÍA, María Dolores. Málaga: imagen de la ciudad en la proclamación de Carlos IV. In: Actas de El arte en las cortes europeas del siglo XVIII. Madrid, 1989, p.12-22; ESCALERA PÉREZ, Reyes. La imagen de la sociedad barroca andaluza. Estudio simbólico de las decoraciones efímeras en la fiesta altoandaluza. Siglos XVII y XVIII. Málaga: Universidad de Málaga-Junta de Andalucía, 1994, p.46-53. y por supuesto también en Valencia.5 5 LLORENS, Margarita y CATALÁ, Miguel Ángel. Un monumento efímero exponente del ideal de la monarquía del Despotismo Ilustrado: el de las fiestas de proclamación de Carlos III en Valencia. Traza y Baza, nº.8, p.28-35; MONTEAGUDO ROBLEDO, María Pilar. Fiesta oficial e ideología del poder monárquico en la proclamación de Luís I en Valencia. In: CREMADES, C. ÁLVAREZ, L.C. Mentalidad e ideología en el Antiguo Régimen. Murcia: 1993, p.329-337; MONTEAGUDO ROBLEDO, María Pilar. La fiesta y el control político en la proclamación de Carlos III en Valencia. In: VI encuentro de la Ilustración al Romanticismo. Juego, Fiesta y Transgresión 1750-1850, p.319-328; MONTEAGUDO ROBLEDO, María Pilar. El espectáculo del poder. Fiestas Reales en la Valencia Moderna. Valencia: Ayuntamiento de Valencia, 1995, p.53-96. El análisis comparado de todos estos festejos pone de relieve la unificación ceremonial de la proclamación regia. Por encima de algunas peculiaridades locales, las ciudades de la península han visto impuesta la ceremonia de jura castellana.
Las proclamaciones reales en las ciudades novohispanas
Por lo que respecta a América, y como ya anticipé, prácticamente desde el mismo inicio de la conquista fue importado el ceremonial castellano de la proclamación. En el caso del virreinato del Perú Rafael Ramos Sosa ha estudiado las proclamaciones de Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II en la ciudad de Lima, probando la aceptación de dicho modelo celebraticio.6 6 RAMOS SOSA, Rafael. Arte festivo en Lima virreinal (siglos XVI-XVII). Sevilla: Junta de Andalucía, 1992, p.73-88. También La Nueva España adopta el ritual de jura castellano. Pero en los virreinatos americanos, aunque la puesta en escena y el rito ceremonial sea el mismo que en la Metrópoli, su relevancia simbólica presenta un sutil matiz: en España -en la Corte por supuesto, pero también en las ciudades periféricas- los súbditos habían tenido ocasión de conocer físicamente al príncipe heredero antes de la ceremonia de jura en otras celebraciones públicas en las que había participado la familia real, y probablemente lo verían a posteriori en distintas ocasiones con motivo de viajes oficiales, entradas, visitas, solemnidades públicas y otros eventos sociales vinculados a la monarquía. Pero América, durante los tres siglos de vida de la colonia, nunca fue visitada por un príncipe heredero o por un monarca reinante. Los reyes ausentes se materializaron en los virreinatos americanos exclusivamente a través del arte: a través de los retratos oficiales enviados desde la metrópoli, pero, sobre todo, a través de las pinturas y esculturas retratísticas y las empresas y jeroglíficos fisionómicos que invadieron las calles y plazas de las ciudades coloniales con ocasión de todo tipo de festejos barrocos. Y de la misma forma que los iconos religiosos suscitan la adoración destinada a un dios intangible, reemplazando literalmente a éste en el culto popular, la representación del monarca en América se convierte para sus súbditos en presencia efectiva del rey distante.7 7 MÍNGUEZ, V. Los reyes distantes. Imágenes del poder en el México virreinal. Castellón: Universidad Jaume I, 1995.
Pues bien: precisamente la ceremonia de proclamación es el rito que muestra por primera vez a los súbditos americanos el rostro del nuevo monarca. Cuando entre el tronar de la fusilería, el disparo de los cañones y el tañido de las campanas, la cortina de tela es descorrida y el gran retrato del rey se muestra bajo un dosel de terciopelo ante la multitud, ya se ha creado previamente el clima oportuno para que se produzca la catarsis colectiva. Miles de gargantas al unísono pronuncian el grito ritual manifestando de este modo la aceptación del nuevo monarca. El homenaje de la ciudad se convierte en un pronunciamiento de lealtad.
Pero el retrato del monarca no aparece solo. Si bien el porte, la actitud, el gesto del retratado ya implica, por los propios convencionalismos de la pintura cortesana, una representación del concepto de majestad, otros elementos más explícitos completan el mensaje político -alegorías, jeroglíficos, epigramas, escudos, etcétera-, mostrando imágenes metafóricas del poder -soles, espejos, leones, águilas, navíos, etcétera- que fijan en la mente del publico asistente las correspondientes consignas ideológicas. Estas imágenes simbólicas materializan al monarca distante, como pone de relieve la letra de uno de los emblemas que adornaban el escenario efímero dispuesto para la jura de Fernando VI en la ciudad de Mérida. Mostraba un retrato del nuevo monarca, acompañado del lema latino Fallit Imago y la letra:
Tu Imagen, ô Fernando,
por el alma no mas puede copiarse;
porque el alma pintando
con colores de amor sabe explicarse:
y mirando no mas los interiores
de tu Retrato vieras los primores.
Como ya he dicho antes se conocen documentalmente, a través de legajos de archivos municipales, pero sobre todo mediante las crónicas festivas impresas, las ceremonias de jura novohispanas de los reyes borbones. José Miguel Morales Folguera analizó las juras de Felipe V, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII 8 8 MORALES FOLGUERA, José Miguel. El Rey, objeto y fin de la fiesta. In: Cultura simbólica y arte efímero en Nueva España. Sevilla: Junta de Andalucía, 1991, p.57-94. (capítulo II) y Guillermo Tovar de Teresa se centró asimismo en la de Carlos IV.9 9 TOVAR DE TERESA, Guillermo. Arquitectura efímera y fiestas reales: la Jura de Carlos IV en la ciudad de México en 1789. Boletín del Museo e Instituto "Camón Aznar, Zaragoza, nº XLVIII-IL, p.353-377, 1992. Estos investigadores han dado a conocer algunos de los festejos más interesantes del efímero novohispano y han ofrecido sugestivas interpretaciones de las ceremonias de proclamación. Morales Folguera estudió con detalle el rico programa iconográfico de los engalanamientos sufragados por los Plateros de la ciudad de México para la proclamación de Carlos III y que fueron diseñados por el ilustrado Joaquín Velázquez de León: dos arcos de triunfo decorados con diversas alegorías, representaciones mitológicas y cincuenta y cuatro jeroglíficos celestes mostrando las constelaciones, desarrollando un programa solar en que el monarca era representado por el astro rey. También estuvo presente el simbolismo solar en la jura mexicana de Carlos IV, estudiada como he dicho por Tovar de Teresa: la fachada del Ayuntamiento fue decorada con un bastidor efímero de corte clasicista cuyos elementos parlantes consistieron básicamente en diez retratos escultóricos de monarcas hispanos y en un monumental grupo escultórico representando al dios solar Apolo conduciendo su carro celeste.
1747: Las juras novohispanas de Fernando VI
Las juras novohispanas que se organizaron en las ciudades mexicanas por Fernando VI constituyen la serie de crónicas de juras editadas en México más abundante que nos ha llegado de todo el siglo XVIII. México, Mérida, Guadalajara y Durango publicaron relatos de los festejos que en sus plazas mayores se realizaron para homenajear al sexto Fernando. Voy a centrarme en la primera, pues al tratarse de la capital del virreinato su significación política es mayor, y luego me referiré brevemente a las restantes.
La crónica que nos relata los festejos de la jura fernandina en la ciudad de México lleva por título El Sol en Leon. Solemnes aplausos con que, el Rey Nuestro Señor D. Fernando VI. Sol de las Españas fuè celebrado (...), y fue su autor el jesuita José Mariano de Abarca.10 10 La referencia completa es MARIANO DE ABARCA, José. El Sol en león. Solemnes aplausos conque, el Rey Nuestro Señor D. Fernando VI. Sol de las Españas, fuè celebrado el dia 11. de Febrero del año 1747. En que se proclamò su Magestad exaltada al Solio de dos Mundos por la muy noble, y muy leal imperial ciudad de Mexico (...). México: en la imprenta del Nuevo Rezado de Doña Maria de Ribera, en el Empedradillo, Año de 1748. El elocuente título supone otra referencia a la iconografía solar de los reyes hispanos. La dedicatoria del libro, firmada por los comisarios de fiestas establece un paralelismo entre el Sol y la Luna, y Fernando VI y Bárbara de Braganza, y toda la crónica de alguna manera, a través de jeroglíficos y poemas solares, es una apología de la simbología solar del nuevo monarca.11 11 Sobre las representaciones solares de los reyes hispanos en las colonias americanas véase MÍNGUEZ, V. Los reyes solares. Iconografía astral de la monarquía hispánica. Castellón: Universitat Jaume I, 2001. Vamos a ver muy brevemente como se desarrolló la ceremonia.
Un navío proveniente de La Habana trajo al puerto de Veracruz la luctuosa noticia de la muerte de Felipe V el 17 de diciembre de 1746 -seis meses después del óbito real. Casi dos meses después, el 11 de febrero de 1747, tiene lugar en la ciudad de México la ceremonia de proclamación. Ese intervalo de dos meses es el que necesitó la capital del virreinato para llevar a cabo las exequias por el rey difunto y disponer los preparativos para la proclamación de Fernando VI. Entre estos trabajos destacó el diseño y la realización del escenario del festejo. Los maestros Francisco Martínez y Juan de Espinosa dispusieron, como era tradicional en la ciudad, tres teatros efímeros para las proclamaciones, los tres en la plaza de armas o zócalo, anexos a cada uno de los tres edificios que representaban el poder político urbano: el palacio virreinal, las casas arzobispales y el Ayuntamiento (Figura 2). Además, y como era habitual en las fiestas públicas barrocas, todas las calles y plazas de México fueron adornadas con el habitual "vestido efímero diurno y con las luminarias nocturnas, produciéndose de esta manera la metamorfosis urbana.12 12 Entre estos adornos debieron de ser numerosos los motivos solares, pues llevaron al cronista de la relación a denominar "Heliopolis a la ciudad de México. MARIANO DE ABARCA, José. El Sol en león, p. 29. Es pues la ciudad la protagonista de una ceremonia que transcurre por sus calles y plazas uniendo simbólicamente los espacios del poder -monárquico, religioso y municipal.
Los festejos de la proclamación se inician el día 10 con el indulto de todos los presos que no hubieran cometido delitos graves. El día 11 un cortejo de jinetes, precedido por timbales y clarines, y formado por numerosos lacayos y el cabildo municipal, dio escolta al Alférez Real, portador del Pendón Real hasta el Palacio Real, donde el Virrey, nobleza, autoridades, caciques indios, tropas formadas y el pueblo esperaban rodeando el escenario efímero. Este consistía en un tablado adornado con escudos de los reinos de la corona hispana, alegorías de las cuatro partes del mundo pintadas y estatuas representando a seis planetas. El séptimo, el Sol, aparecía simbólicamente personificado en un retrato del nuevo monarca, ubicado delante de un dosel con un círculo de rayos bordado y oculto detrás de una cortina, de tal forma que una vez descubierto parecería que los rayos provenían de la imagen. Frente a esta imagen del rey-sol oculto, el virrey pronunció tres veces el grito ritual: "Castilla, Nueva-España, Castilla, Nueva-España, Castilla, Nueva-España, por el Católico Rey Don Fernando VI, nuestro señor, rey de Castilla y de León, que Dios guarde muchos y felices años. Seguidamente levantó tres veces el estandarte real, y la multitud congregada exclamó por tres veces "Amen, amen, amen, viva, viva, viva. A continuación se descubrió el retrato del monarca, momento en que repicaron todas las campanas de la ciudad, dispararon sus armas dos regimientos formados y los indios caciques soltaron numerosas aves. Este ritual fue repetido varias veces, de cara al retrato real y de cara a la multitud, por el Alférez Mayor y los maceros. La ceremonia finalizó con el reparto entre el pueblo de monedas de oro y plata que llevaban grabada la efigie del nuevo rey. A esta primera proclamación, siguieron otras dos similares desarrolladas en los otros dos tablados efímeros mencionados anteriormente. Banquetes, conciertos musicales y fuegos artificiales prolongaron la fiesta hasta el anochecer. Una solemne misa y una procesión el día 12 cerraron los festejos de la jura.
La ceremonia de jura que se desarrolló en los tablados efímeros del principal espacio público de la ciudad es rica en significados. No puedo entrar en aquí en el análisis pormenorizado de los jeroglíficos, poemas y alegorías que compusieron en el escenario efímero del zócalo de México un sugerente programa iconográfico de claro simbolismo solar. Me voy a limitar a realizar unas breves consideraciones sobre el significado del propio ritual, desarrollado como he dicho en los tres espacios urbanos de mayor simbolismo político. Varios aspectos llaman mi atención:
· el primer juramento de lealtad se desarrolla antes de correr la cortina que oculta el retrato regio,
· la teofanía real tiene lugar de repente cuando el retrato solar es descubierto, y
· los centenares de monedas repartidas muestran la efigie del nuevo soberano.
Esta secuencia ceremonial permite una lectura simbólica del rito. La proclamación del juramento ante el estandarte real y ante el retrato oculto representa un gesto de ciega lealtad a la dinastía reinante: por encima de la proclamación de Fernando VI se está realizando el juramento cíclico de fidelidad a la monarquía hispana. La aparición del retrato solar acompañado de impresionantes efectos acústicos y vuelo de aves representa claramente el amanecer, el Sol que resurge tras el ocaso nocturno o el eclipse momentáneo, las tinieblas que han traído la muerte de Felipe V y que ahora son disipadas por el Sol naciente. Tras el reconocimiento físico -ya no simbólico- por parte de la sociedad novohispana del nuevo rostro del rey hispano, su imagen multiplicada es devuelta a la multitud en monedas de oro y plata, simbolizando las futuras riquezas que el nuevo monarca proporcionará a sus súbditos durante su reinado, así como un último gesto de aceptación por parte de éstos del nuevo rey, al que se llevan físicamente a sus casas. El simbolismo del ceremonial de jura, tal como lo he descrito, es tan valido para las ciudades castellanas como para las americanas, pero su significación en estas últimas es mayor, por la ausencia física permanente del monarca.
En torno al ceremonial oficial de la jura otros ritos, espectáculos y solemnidades, organizados por colectivos como gremios, parroquias o nobleza, contribuyen a enriquecer el simbolismo del festejo.13 13 Fueron especialmente interesantes los festejos organizados por la Universidad, entre los que destacó un certamen poético en el que los poemas tuvieron como asunto único la identificación de Fernando VI con Octavio Augusto: RODRÍGUEZ DE ARIZPE, P.J. Augusto iluminado, justa literaria, palestra metrica, para cuya ingeniosa Minerval arena lucidamente sombreada con los ilustres pinzeles de gloriosas Proessas en el inmortal volumen de la heroycidad Romana, la imperial, pontificia, leal, y erudita Palas de Mexico, convoca â los Adalides canoros, y esforzados Cisnes del Occidental Casstro, para que en dulces numerosas cadencias celebren obsequiosos la plausible Coronacion de nuestro Catholico monarcha Fernando Sexto, Aclamado Rey de las Españas, y Augustissimo Emperador de este nuevo Mundo (...). México: en la Imprenta Real del Superior Gobierno, y del Nuevo Rezado, de Doña Maria de Ribera, Año de 1747. Otros impresos que completan nuestra información sobre los festejos fernandinos en la ciudad de México son: GONZÁLEZ Y ZÚÑIGA, Ana María. Enjugado llanto de Melpomene, en la solemne jura de nuestro rey, y señor, D. Fernando VI. Que Dios guarde. Y regocijo contenido con la muerte del señor D. Phelipe V (...). En la Imprenta de Doña Maria de Ribera, En el Empedradillo. Año de 1750; Resucitadas glorias de la hermosa Caliope, en las festivas celebridades de Nuestro desseado, y venerado Monarcha el señor D. Fernando sexto (...), y RODRÍGUEZ DE ARIZPE, P.J. Colosso eloquente, que en la solemne aclamacion del Augusto Monarcha de las Españas D. Fernando VI (que Dios prospere) erigiò sobre brillantes columnas la reconocida lealtad, y fidelissima gratitud de la imperial, y pontificia universidad mexicana, Athenas del Nuevo Mundo. México: en la Imprenta del Nuevo Rezado de Doña Maria de Ribera, en el Empedradillo, Año de 1748. La propia crónica de Mariano de Abarca sobre la jura mexicana de Fernando VI describe también muchos de los adornos que engalanaron la ciudad de México en esta fiesta real, así como los divertimentos que a tal efecto se organizaron y que se prolongaron durante todo el año. El análisis pormenorizado de todas las representaciones artísticas e iconográficas sería interminable. Tan solo voy a referirme a dos ejemplos que ponen de relieve la complejidad simbólica de las fiestas de jura: el carro que exhibieron los Tratantes de Ganado de Cerda en una cabalgata gremial, y los jeroglíficos diseñados por los médicos de la ciudad para adorno de diversos arcos triunfales.
El carro de los Tratantes en Ganado de Cerda fingía ser el cerro de Chapultepec, donde residían los reyes aztecas antes de la llegada de Cortés. Entre rocas, plantas y animales destacaba un pabellón, rematado por una corona imperial, dentro del cual Moctezuma ofrecía a Fernando VI un trono vacío. Otros reyes indios, siervos de Moctezuma, también entregaban sus dominios al monarca español: Yxtlixochitl, rey de Tacaba; Nezahualcoyotl, rey de Tetzcoco; Yxcohuatl, rey de Xochimilco y Alcomiztli, rey de Yxtapalapan. El carro iba escoltado por músicos que entremezclaban instrumentos musicales europeos -violines, oboes o violas- e instrumentos indios -chirimías, atabales o teponaztles. El armatoste era seguido de otros muchos reyes indios -entre los que de nuevo figuraba Moctezuma-, montados a caballo y acompañados de numerosos súbditos indios. Destacaba en un lugar preeminente el rey indio Yztixochitl, que desfilaba sosteniendo un estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe. La preeminencia que se concedió a este reyezuelo indígena se debe a dos razones: fue el primero en aceptar el bautismo de la Iglesia Católica y cambió en dicho acto su nombre por el de Fernando. De alguna forma la coincidencia onomástica entre el indio y el monarca español que en este momento se dispone a sentarse en el trono mexicano sirve para establecer una sutil relación entre los antiguos reyes precolombinos y sus "sucesores hispanos.
El segundo ejemplo que cito se refiere a la particular contribución del Real Tribunal del protomedicato de la ciudad de México a los festejos de jura de 1747.14 14 La fuente es la crónica de DE CAMPOS Y MARTÍNEZ, Juan Gregorio. El iris, diadema immortal. Descripcion de los festivos aplausos con que celebró la feliz elevacion al trono de Nrô. Rey, y Señor el Sr.D. Fernando Sexto, Catholico Monarca de las Hespañas, y Augusto Emperador de las Indias. El real tribunal del protomedicato de esta Nueva Hespaña: a direccion del fidelissimo zelo del Dr. D. Nicolas Joseph de Torres, presidente de dicho Tribunal, y Cathedratico Jubilado de Prima de Medicina, quien le dà à luz para eterno Padron de su lealtad, y la consagra a la reina nuestra señora. Escribiala el Dr. Don Juan Gregorio de Campos, y Martinez, Promotor Fiscal del mismo Tribunal. México: por la Viuda de D. Joseph Bernardo de Hogal. Año de 1748. Realicé una interpretación de estos jeroglíficos en "El rey sanador. Meteorología y medicina en los jeroglíficos de la jura de Fernando VI, en Juegos de ingenio y agudeza. La pintura emblemática en la Nueva España, México: Museo Nacional de Arte, 1994, p.181-191. Para celebrar la coronación de Fernando VI los médicos levantaron en el cementerio de la iglesia del Hospital de la Concepción y Jesús Nazareno, cuatro arcos de triunfo efímeros, adornados con dos series de jeroglíficos: la primera serie se diseñó en función del Arco Iris, y todos los jeroglíficos mostraron en su cuerpo este fenómeno meteorológico; en la segunda serie encontramos diversos motivos -Esculapio, la serpiente, el centauro Quirón, etcétera- relacionados con la ciencia médica y aplicados al monarca, trasformando a éste en un rey sanador y taumaturgo, capaz de todos los prodigios (Figuras 3 y 4). Se trata de una representación regia con tradición en la corona francesa e inglesa desde la Edad Media, cuando los reyes de estos países practicaron con sus súbditos rituales de medicina milagrosa,15 15 Véase el apasionante estudio de BLOCH, Marc. Les rois thaumaturges, Estrasburgo, 1924. En esta obra se analizan conjuntamente los ritos inglés y francés. Existe edición castellana de 1988, impresa en México por el Fondo de Cultura Económica. pero muy poco desarrollada en la monarquía hispana. El curioso programa simbólico financiado por los médicos novohispanos se explica evidentemente por el oficio de estos,16 16 Los habsburgo españoles no poseyeron en principio las facultades taumatúrgicas de los reyes de Francia. Y los borbones hispanos parecen perder ese derecho que les correspondía por herencia cuando se sientan en el trono hispano. Sabemos sin embargo de algunos milagros curativos atribuidos a reinas españolas en el contexto de su muerte. Véase VARELA, Javier. La muerte del rey.El ceremonial funerario de la monarquia española (1500-1885). Madrid: Turner, 1990, p.87, 88, 105 y 139. pero es coherente asimismo con el ideario ilustrado propio del siglo XVIII, pues muestra al rey cirujano que cura los males -no solo físicos, sino morales, políticos, económicos, etcétera- de su reino.
La ceremonia de Jura de Fernando VI en Mérida, conocida gracias a la crónica de Sebastián de Solís,17 17 SOLIS Y BARBOSA, A. Sebastián. Descripcion expressiva de la plausible pompa, y Magestuoso Aparato con que la Muy Noble, y Leal Ciudad de Merida de Yucathan diò muestras de su Lealtad en las muy lucidas Fiestas que hizo por la exaltacion al throno del muy catholico, y muy poderoso monarcha el Sr. D. Fernando VI. Que Dios guarde, y prospere por muy dilatados años, celebradas el dia quinze y los siguientes de Mayo de 1747 años (...). México: Impressa en el Colegio Real, y mas Antiguo de S. Ildefonso, Año de 1748. también recurrió a la iconografía solar. En el escenario efímero dispuesto para el solemne acto de jura en la plaza mayor se colgaron diez jeroglíficos orlando el inevitable retrato del monarca, entre los que abundaron los de temática solar. Solís nos cuenta como la primera medida que tomó el Real con respecto a la organización de la Jura fue "formar un Cuño con la Imagen de S.M. la que saliò tan perfectamente hermosa, que esculpida en las monedas atrahia ella los corazones, y los ojos de la gente popular mucho mas, que la plata en que se miraba gravada la Efigie de su Dueño, y Señor.18 18 SOLIS Y BARBOSA, A. Sebastián. Descripcion expressiva de la plausible pompa , p. 3. La acuñación del molde que va a permitir la multiplicación de la efigie real es la primera medida adoptada por las autoridades, revelando el interés que tiene para el cabildo local la difusión de la imagen oficial del nuevo monarca.
En cambio en la ciudad de Durango el escenario efímero dispuesto para la jura escogió como asunto a representar el paralelismo entre Hércules y sus míticos trabajos, y el monarca español y los suyos. Un largo discurso del cronista de la fiesta establece pormenorizadamente dicha relación,19 19 Hercules coronado, que a la augusta memoria, a la real proclamacion, del prvdentissimo, serenissimo, y potentissimo señor D. Fernando VI, rey de las Españas, y legitimo emperador de las Indias, le consagró, en magnificas fiestas, y gloriosos aparatos, la muy ilustre, y leal ciudad de Durango, cabeza del Nuevo Reyno de Vizcaya; quien lo saca a luz, y dedica a su magestad cesarea, por mano del Sr. D. Joseph Cosio, Sargento Mayor, Marques de Torre Campo, Gobernador, y Capitan General del mismo Reyno. México: Impresso en el Colegio Real, y mas Antiguo de San Ildefonso, Año de 1749. y numerosos símbolos, poesías y jeroglíficos -referidos a las partes del mundo, a los cuatro elementos, a los signos zodiacales, y a otros distintos motivos-, la desarrollaron. Hércules, prototipo de la virtud clásica en la cultura moderna e imaginario fundador de la monarquía hispánica fue, como antes el Sol, aunque por distintos motivos, una imagen adecuada para la representación metafórica de Fernando VI.20 20 Sobre la significación de Hércules en los programas iconográficos del arte de la Edad Moderna véase SEBASTIÁN, Santiago. Arte y humanismo, Madrid: Cátedra, 1978, p.197-202; y GONZÁLEZ DE ZÁRATE, Jesús María. La figura de Hércules en la Emblemática del barroco español. Boletín del Museo e Instituto "Camón Aznar , Zaragoza, nº. XLIII , p.35-52, 1991. Por supuesto, en la crónica de Durango, Fernando VI superará en virtudes y cualidades al héroe clásico.
Respecto a los festejos fernandinos en Guadalajara nos ha llegado un interesante impreso que describe los festejos organizados a tal efecto por los comerciantes de la ciudad.21 21 Descripcion de las demonstraciones con que se particularizò el comercio de la ciudad de Guadalaxara, reyno de la Nueva Galicia, los dias 14. de Octubre, y siguientes de 1747 años. En la proclamacion, que su noble ayuntamiento solemnizò a nrò. Catholico Monarcha El Señor D. Fernando VI. rey de España, y de las Indias (...). México: por la Viuda de D. Joseph Bernardo de Hogal, Calle de las Capuchinas, Año de 1749. Este gremio costeó la acuñación de novecientas monedas con el busto de Fernando VI, que como es habitual fueron repartidas tras la proclamación.
1808: Fernando VII y la última ceremonia de jura novohispana
Sesenta y un años separan las ceremonias que he relatado de los rituales de jura de Fernando VII, realizados en 1808. El interés que ofrece la jura de Fernando VII radica fundamentalmente en tratarse de la última jura novohispana, una jura que tiene lugar además en el emblemático año de 1808, caracterizado por una crisis sin precedentes: Carlos IV ha abdicado, los ejércitos napoleónicos han ocupado la península dando inicio a una guerra atroz, y el joven Fernando permanece prisionero del emperador de Francia. Durante más de doscientos años la propaganda áulica ha construido en la Nueva España la imagen de una metrópoli fuerte y segura, gobernada por una imperecedera dinastía. Sin embargo ahora, en 1808, la confianza del súbdito novohispano se resquebraja, y de la manera más dramática. ¿Es posible imaginar una desmoralización mayor que la que ocasiona jurar lealtad a un monarca prisionero, señor de un reino cuya capital ha sido ocupada militarmente? Y pese a todo la ceremonia de jura tiene lugar en la Nueva España, y los propagandistas borbones consiguen instrumentalizar las dramáticas circunstancias para arrancar a la sociedad colonial el más feroz y devoto grito de lealtad. Emocionalmente presionado, el pueblo americano afirma su fidelidad inquebrantable al rey preso hasta el punto de que probablemente ningunos otros festejos expresan con mayor determinación la adhesión de México a su monarca como las juras por Fernando VII.22 22 He reflexionado sobre la iconografía americana de Fernando VII y sus ceremonias de jura en Minués, Víctor. Fernando VII. Un rey imaginado para una nación inventada. In: RODRÍGUEZ, Jaime E. (coord.) Revolución, independencia y las nuevas naciones de América. Madrid: Fundación Mapfre Tavera, 2005, p.193-213.
Lo cierto es que en 1808, año de su subida al trono, y en escasos meses, se produce en España y en América una idealización y mitificación de Fernando VII, como no había habido otra con ningún otro monarca por lo menos en tan corto espacio de tiempo. Se trata de un proceso de construcción de un rey imaginado, al que se hace depositario de todas las virtudes y cualidades posibles, sin que su cautividad en Bayona merme en absoluto su prestigio. No deja de ser sorprendente porque se trata de un rey a juzgar por sus contemporáneos y por los acontecimientos que protagonizó- de carácter débil y de personalidad mezquina y cobarde.23 23 La bibliografía sobre Fernando VII es abundante. Véanse los dos libros de SÁNCHEZ MONTERO, Rafael. Fernando VII. Su reinado y su imagen. Madrid: Ayer, 2001. Y SÁNCHEZ MONTERO, Rafael. Fernando VII. Madrid: Espasa, 2003. Pero las conspiraciones contra su padre y la humillación posterior a la que le somete el emperador de Francia en vez de poner en evidencia para los súbditos sus carencias como rey contribuyen más que nada a agrandar su figura. Fernando se convierte en El Deseado. El joven rey se beneficia obviamente de siglos de adhesión y respeto por la institución monárquica española. Tras las figuras grandiosas del siglo XVI Carlos V y Felipe II- el pueblo español se acostumbró a lo largo de los siglos XVII y XVIII a depositar sus esperanzas en los príncipes herederos, en quienes se confió siempre que regenerarían el país. El espejismo se repite de nuevo con Fernando VII, y probablemente la intensidad de la crisis a que esta sometida la monarquía acentúa dicha percepción: Godoy era el culpable de todo y Fernando VII la solución. La lealtad centenaria del pueblo español al sistema monárquico permanecía indemne en España, y también sucedía lo mismo en América.
Marco Antonio Landavazo ha estudiado las ceremonias de jura de Puebla, Xalapa, Valladolid y Aguascalientes. Sin embargo existen referencias de que la ceremonia se celebró en otros muchos sitios, a lo largo y ancho del virreinato, en un arco temporal que abarca desde agosto de 1808 hasta principios de 1809.24 24 LANDAVAZO, Marco Antonio. La máscara de Fernando VII. Discurso e imaginario monárquicos en una época de crisis . Nueva España, 1808-1822. México: El Colegio de México, 2001, p.98-119. Yo voy a centrarme exclusivamente en las de Puebla y Xalapa, pues las considero suficientemente representativas (Figura 5).
Veamos como se desarrollaron los actos de la proclamación y jura de Fernando VII en la ciudad de Puebla de los Ángeles.25 25 Véase GARCÍA QUIÑONES, J. Descripcion de las demostraciones con que la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Puebla de los Angeles, segunda de este reyno de Nueva España (...) solemnizaron la pública Proclamacion y el Juramento Pleyto homenage que la mañana del treinta y uno de Agosto de mil ochocientos ocho prestó el Pueblo á nuestro Augusto, Inclito, amado y muy deseado Monarca el Señor Don Fernando de Borbon Séptimo de este nombre, nuestro REY y Señor natural (...). En la imprenta de D. Pedro de la Rosa, año de 1809. La crónica -publicada mientras se desarrolla la guerra en España- se inicia con el relato de los sucesos de Bayona en la primavera de 1808: Napoleón obliga a Fernando VII a devolver la corona a Carlos IV -que este había cedido a su hijo a raíz del motín de Aranjuez-, y el rey repuesto cede todos sus derechos sobre España y América al emperador de los franceses. Dicho acto es naturalmente repudiado en la crónica de jura y calificado de traición:
Quiso Bonaparte hacer uso de las trampas del zorro, seguir las astucias del gorrion, è imitar las mústias hipocresias del cangrejo, y de otros animalejos ruines y cobardes, que aprender de la generosidad del Leon Rey de las selvas, de la nobleza del Delfin Príncipe de los mares, de la circunspeccion de la Aguila Emperatriz del ayre.26 26 GARCÍA QUIÑONES, J. Descripcion de las demostraciones con que la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Puebla de los Angeles, p.7-8.
A partir de ahí, todo el libro es una proclama de lealtad a la corona española, la más fuerte de las expresadas en la literatura de fiestas mexicana, y curiosamente, sólo dos años antes del "grito de Dolores y trece de la independencia de México. Dichas muestras de lealtad se ejemplifican en el deseo popular de organizar con los numerosos voluntarios un regimiento de infantería, un escuadrón de caballería y un cuerpo de artilleros -este último a cargo del gremio de plateros- para el acto de la jura.
Para el ritual se dispusieron tres tablados, uno de ellos decorado con un hermoso arco triunfal -pintado por Miguel Jerónimo Zendejas-, que mostraba un retrato de Fernando VII cubierto por un dosel de damasco. Los intercolumnios del arco y el zócalo del tablado se decoraron con doce emblemas ovalados, alusivos a la lealtad americana al monarca español. Uno de ellos, de composición muy interesante, muestra a un "americano español contemplando un corazón que sostiene entre las manos, y que obviamente metaforiza al monarca, al que "no necesita ver su imagen, supuesto que tiene en su corazón el original.27 27 GARCÍA QUIÑONES, J. Descripcion de las demostraciones con que la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Puebla de los Angeles, p.26. Llevaba por lema In corde video, y por letra, el expresivo soneto siguiente:
¿Qué miras, Español? ¿què ves, Vasallo?
¿La imágen de tu Rey el mas amado?
Si en tu pecho lo tienes tan gravado,
Que su retrato veas por superfluo hallo:
¿Eres Americano? pues me callo,
Ya está tu corazon calificado:
Pese al influxo, pésele al cruel hado,
Por la misma lealtad yo te detallo.
Sin embargo esta vez, porque perciba
Todo el mundo tu afecto vigoroso:
Alza la voz, y dí que viva, viva:
Que víva el Gran FERNANDO victorioso,
Que triunfe su bondad de la nociva
Política faláz del alevoso.
En los restantes emblemas encontramos a un americano esgrimiendo un puñal en defensa de su rey, su religión y su patria, América agonizante vitoreando a Fernando VII, indios arrodillados pidiendo al cielo la monarquía del rey borbón, la confianza y bondad de Fernando VII, un sol fernandino en el horizonte, el león de la monarquía española que aterra a sus enemigos, la diosa Belona metaforizando el valor español en la batalla, los vasallos de Fernando VII encadenados y las tropas españolas victoriosas. Muy elocuentes son otros dos emblemas pues configuran una verdadera exaltación de la lealtad americana y la hermandad con la madre patria. Uno de ellos mostraba a una mujer dando el pecho a una niña, representando simbólicamente a América nutriéndose de la fidelidad a España. Es su mote, Compellet amor, y su letra:
Pregunte otra Nacion ¿qué se le debe
De cultos y homonages á su Rey?
Hacer esta pregunta ¿quién se atreve
En la Ibéria noble é Indiana Grey?
La leche que la nutre en ella bebe
Quanto podia mandarle escrita Ley,
Y halla en su corazon mas bien impreso
Quanto el molde decir pudo ex profeso.
En el otro emblema aparecían las alegorías de América y España dándose las manos, representando la unión frente al invasor extranjero, composición inspirada claramente en el emblema XXX de Andrea Alciato, dedicado a la Concordia.28 28 ALCIATO, Andrea. Emblematum liber. Augsburgo, 1531. Su mote Vera fratèrnitas y su letra la siguiente décima:
Infiera, entienda, colija
La ambicion mas inhumana,
¿la Nacion Americana
No es de la España fiel hija?
Esto basta, pues exija
El tiempo y sus circunstancias
de Marte las arrogancias,
que el tiempo dará á entender
Que ella sabe obedecer
Entre sus mayores ansias.
Otros muchos jeroglíficos decoraron el arco triunfal que levantó el colegio teojurista de San Pablo y los balcones que lo enmarcaban, con mensajes similares a los ya vistos.
Resulta muy significativa la reacción del pueblo cuando, en el transcurso del solemne acto de jura se descubre la efigie de Fernando VII:
Aqui la segura lealtad, el tierno reconocimiento, y la inmensidad de los afectos convertidos en lágrimas de gozo elevaban á los Cielos sus corazones: aqui es donde la boca y la pluma se detienen sin poder explicar si era mas el júbilo que ocupaba el alma al oir las cordiales aclamaciones y vivas del leal Pueblo, y al ver la magestuosa Efigie de FERNANDO, ó si era mas el dolor y sentimiento con que los afligia la consideracion activa de no ver su Soberana Persona en la legitima posesion de su Real trono. ¡Qué combate de amarguras y alegrias! ¡qué gusto! ¡qué tormento! ¡que consternacion! ¡qué gozo! [...] por todas partes se oye: Viva la Religion; muera la perfidia: Viva España, Viva la Patria: por el Austro y Septentrion el estruendo de la artilleria y los fusiles: por el Oriente y Occidente el rumboso sonido de las campanas: por este lado los timbales, los clarines, los tambores: por aquel las músicas marciales, y por todo el Pueblo: Viva FERNANDO VII, viva, viva.29 29 GARCÍA QUIÑONES, J. Descripcion de las demostraciones con que la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Puebla de los Angeles, p.44- 45.
Este texto, además de poner de relieve el sentimiento americano por su monarca, evidencia magníficamente el poder de la imagen como instrumento causante de una catarsis colectiva, con un eficaz apoyo acústico y teatral.
En la introducción de José María Villaseñor Cervantes a su crónica sobre las fiestas de aclamación al trono de Fernando VII en Xalapa en 1808, el autor afirma que el Nuevo Mundo,
adora en efecto á sus Reyes, porque respeta en ellos una copia de la Deidad: los ama, porque en ellos admira las perfecciones de la Soberanía, perenne manantial de quantos beneficios disfruta: últimamente les jura vasallage, porque sabe que sus sienes augustas se coronan por la Suprema mano de donde toda potestad se deriva, ( ) jamas se ha detenido en investigar las circunstancias de sus Príncipes, porque sabe son concebidos en el seno de las virtudes: sóbrale conocer que el nuevo Rey desciende de sus antepasados, para reverenciar en su persona el conjunto de perfecciones que constituyen la Regia Magestad ( ) sea qualquiera el nombre que distinga á su dueño, lo proclama con regocijo inexplicable, y lo jura con lealtad reverente.30 30 VILLASEÑOR CERVANTES, J.M. Festivas aclamaciones de Xalapa en la inauguracion al trono del rey nuestro señor Don Fernando VII. México: Imprenta de la calle del Espíritu Santo, año de 1809, p.1-2.
Esta afirmación, la más incondicional que hemos encontrado en la literatura festiva novohispana, se hace a solo trece años de la independencia de México. Y resulta curioso que las pinturas y poemas -pues resulta difícil hablar todavía de jeroglíficos- que adornaban para tal ocasión las fachadas de las casas principales de la villa, y el discurso ideológico del libro de fiestas, fijen su principal interés en cantar la lealtad de América al nuevo monarca. Sirva como ejemplo una de las pinturas que adornaban un balcón de la casa del diputado Juan Antonio Pardo, que mostraba a un español y a un americano -americano y no mexicano según la crónica- dándose amistosamente la mano. De nuevo la fuente formal e ideológica de este jeroglífico es el emblema de Alciato ya citado. Acompañaba a la ya de por sí elocuente pintura el siguiente cuarteto:
El Europeo generoso,
abraza al Americano,
y del pecho de los dos
resulta un solo entusiasmo.
Epílogo
Las fiestas reales del Barroco fueron el principal instrumento propagandístico de Antiguo Régimen. Entre las distintas ceremonias regias la proclamación o jura desempeñó un significativo papel en todos los reinos de la corona de España. Su importancia política estriba en que representa el momento en que los súbditos europeos y americanos proclaman su lealtad a la casa reinante, en un momento clave de la institución monárquica, como es el relevo en el trono. En los virreinatos americanos, y concretamente en la Nueva España, la proclamación regia se convirtió en una manifestación colectiva de fidelidad a la dinastía gobernante y al monarca coronado. El ceremonial de la jura adoptado del modelo castellano, sencillo si lo comparamos con otros rituales áulicos novohispanos más complejos como las exequias reales o las entradas virreinales, funciona con gran precisión y deviene en una eficaz apología de la Corona. En 1746, una a una, las ciudades coloniales mexicanas rivalizan proclamando su fidelidad a España en la persona de Fernando VI. El juramento ciego al estandarte, el reconocimiento de la imagen física del nuevo rey, y la posesión de su imagen multiplicada es el esquema celebraticio de una ceremonia que sigue siendo absolutamente eficaz incluso en 1808, cuando la situación política de monarquía española es insostenible y cuando la independencia está ya muy próxima.
Artigo recebido em 03/07/2007.
- * Autor convidado. Este artículo ya ha sido publicado originalmente en Espańa, ahora se publica revisado y ampliado, con el título "Reyes absolutos y ciudades leales. Las proclamaciones de Fernando VI en La Nueva Espańa, en Tiempos de América. Revista de Historia, Cultura y Territorio, Universitat Jaume I, nş 2, p.19-33, 1998.
- 1 ALENDA Y MIRA, J. Relaciones de Solemnidades y Fiestas públicas de Espańa. Madrid: 1903, p.17-18.
- 2 VILLENA JURADO, J. La muerte de Felipe II y la proclamación de Felipe III: repercusiones en Málaga. Jábega, Málaga, nş.50, 1985;
- MORENO CUADRO, Fernando. Las celebraciones públicas cordobesas y sus decoraciones Córdoba: Caja de Ahorros, 1988, p.21-25.
- 3 BONET CORREA, A. La última arquitectura efímera del antiguo régimen. In: Los ornatos públicos de Madrid en la Coronación de Carlos IV. Barcelona: Gustavo Gili, 1983;
- PÉREZ SAMPER, MŞ. Ángeles. El poder del símbolo y el símbolo del poder. Fiestas reales en Madrid al advenimiento al trono de Carlos III. In: Coloquio Internacional Carlos III y su siglo Madrid, 1988, tomo II, p.377-393;
- SOTO CABA, Victoria. Fiesta y ciudad en las noticias sobre la proclamación de Carlos IV. Espacio, Tiempo y Forma, Madrid/ UNED, serie VII, tomo III, 1990;
- MARTÍNEZ MEDINA, África. La vivienda aristocrática, escenario de la fiesta. Festejos realizados por los Condes-Duques de Benavente con motivo de la exaltación al trono de Carlos IV, 19 de enero de 1789. In: VI encuentro de la Ilustración al Romanticismo Juego, Fiesta y Transgresión 1750-1850. Cádiz: Universidad de Cádiz, 1995, p.309-317.
- 4 MARTÍNEZ BARBEITO, Carlos. Las reales proclamaciones en la Coruńa durante el siglo XVIII. Revista del Instituto José Cornide de Estudios Coruńeses, nş.1, p.19-23, 1965;
- MARINA BARBA, Jesús. "La proclamación de Carlos III en Granada. Chronica Nova, nş.16, p.233-241, 1988;
- AGUILAR GARCÍA, María Dolores. Málaga: imagen de la ciudad en la proclamación de Carlos IV. In: Actas de El arte en las cortes europeas del siglo XVIII Madrid, 1989, p.12-22;
- ESCALERA PÉREZ, Reyes. La imagen de la sociedad barroca andaluza Estudio simbólico de las decoraciones efímeras en la fiesta altoandaluza. Siglos XVII y XVIII. Málaga: Universidad de Málaga-Junta de Andalucía, 1994, p.46-53.
- 5 LLORENS, Margarita y CATALÁ, Miguel Ángel. Un monumento efímero exponente del ideal de la monarquía del Despotismo Ilustrado: el de las fiestas de proclamación de Carlos III en Valencia. Traza y Baza, nş.8, p.28-35;
- MONTEAGUDO ROBLEDO, María Pilar. Fiesta oficial e ideología del poder monárquico en la proclamación de Luís I en Valencia. In: CREMADES, C. ÁLVAREZ, L.C. Mentalidad e ideología en el Antiguo Régimen Murcia: 1993, p.329-337;
- MONTEAGUDO ROBLEDO, María Pilar. La fiesta y el control político en la proclamación de Carlos III en Valencia. In: VI encuentro de la Ilustración al Romanticismo. Juego, Fiesta y Transgresión 1750-1850, p.319-328;
- MONTEAGUDO ROBLEDO, María Pilar. El espectáculo del poder. Fiestas Reales en la Valencia Moderna. Valencia: Ayuntamiento de Valencia, 1995, p.53-96.
- 6 RAMOS SOSA, Rafael. Arte festivo en Lima virreinal (siglos XVI-XVII). Sevilla: Junta de Andalucía, 1992, p.73-88.
- 7 MÍNGUEZ, V. Los reyes distantes. Imágenes del poder en el México virreinal. Castellón: Universidad Jaume I, 1995.
- 8 MORALES FOLGUERA, José Miguel. El Rey, objeto y fin de la fiesta. In: Cultura simbólica y arte efímero en Nueva Espańa. Sevilla: Junta de Andalucía, 1991, p.57-94. (capítulo II)
- 9 TOVAR DE TERESA, Guillermo. Arquitectura efímera y fiestas reales: la Jura de Carlos IV en la ciudad de México en 1789. Boletín del Museo e Instituto "Camón Aznar, Zaragoza, nş XLVIII-IL, p.353-377, 1992.
- 10 La referencia completa es MARIANO DE ABARCA, José. El Sol en león.
- 11 Sobre las representaciones solares de los reyes hispanos en las colonias americanas véase MÍNGUEZ, V. Los reyes solares. Iconografía astral de la monarquía hispánica. Castellón: Universitat Jaume I, 2001.
- 12 Entre estos adornos debieron de ser numerosos los motivos solares, pues llevaron al cronista de la relación a denominar "Heliopolis a la ciudad de México. MARIANO DE ABARCA, José. El Sol en león, p. 29.
- 13 Fueron especialmente interesantes los festejos organizados por la Universidad, entre los que destacó un certamen poético en el que los poemas tuvieron como asunto único la identificación de Fernando VI con Octavio Augusto: RODRÍGUEZ DE ARIZPE, P.J. Augusto iluminado, justa literaria, palestra metrica, para cuya ingeniosa Minerval arena lucidamente sombreada con los ilustres pinzeles de gloriosas Proessas en el inmortal volumen de la heroycidad Romana, la imperial, pontificia, leal, y erudita Palas de Mexico, convoca â los Adalides canoros, y esforzados Cisnes del Occidental Casstro, para que en dulces numerosas cadencias celebren obsequiosos la plausible Coronacion de nuestro Catholico monarcha Fernando Sexto, Aclamado Rey de las Espańas, y Augustissimo Emperador de este nuevo Mundo (...). México: en la Imprenta Real del Superior Gobierno, y del Nuevo Rezado, de Dońa Maria de Ribera, Ańo de 1747.
- Otros impresos que completan nuestra información sobre los festejos fernandinos en la ciudad de México son: GONZÁLEZ Y ZÚŃIGA, Ana María. Enjugado llanto de Melpomene, en la solemne jura de nuestro rey, y seńor, D. Fernando VI. Que Dios guarde. Y regocijo contenido con la muerte del seńor D. Phelipe V (...) En la Imprenta de Dońa Maria de Ribera, En el Empedradillo. Ańo de 1750;
- Resucitadas glorias de la hermosa Caliope, en las festivas celebridades de Nuestro desseado, y venerado Monarcha el seńor D. Fernando sexto (...), y RODRÍGUEZ DE ARIZPE, P.J. Colosso eloquente, que en la solemne aclamacion del Augusto Monarcha de las Espańas D. Fernando VI (que Dios prospere) erigiň sobre brillantes columnas la reconocida lealtad, y fidelissima gratitud de la imperial, y pontificia universidad mexicana, Athenas del Nuevo Mundo México: en la Imprenta del Nuevo Rezado de Dońa Maria de Ribera, en el Empedradillo, Ańo de 1748.
- 14 La fuente es la crónica de DE CAMPOS Y MARTÍNEZ, Juan Gregorio. El iris, diadema immortal. Descripcion de los festivos aplausos con que celebró la feliz elevacion al trono de Nrô. Rey, y Seńor el Sr.D. Fernando Sexto, Catholico Monarca de las Hespańas, y Augusto Emperador de las Indias. El real tribunal del protomedicato de esta Nueva Hespańa: a direccion del fidelissimo zelo del Dr. D. Nicolas Joseph de Torres, presidente de dicho Tribunal, y Cathedratico Jubilado de Prima de Medicina, quien le dŕ ŕ luz para eterno Padron de su lealtad, y la consagra a la reina nuestra seńora. Escribiala el Dr. Don Juan Gregorio de Campos, y Martinez, Promotor Fiscal del mismo Tribunal. México: por la Viuda de D. Joseph Bernardo de Hogal. Ańo de 1748.
- Realicé una interpretación de estos jeroglíficos en "El rey sanador. Meteorología y medicina en los jeroglíficos de la jura de Fernando VI, en Juegos de ingenio y agudeza. La pintura emblemática en la Nueva Espańa, México: Museo Nacional de Arte, 1994, p.181-191.
- 15 Véase el apasionante estudio de BLOCH, Marc. Les rois thaumaturges, Estrasburgo, 1924.
- 16 Los habsburgo espańoles no poseyeron en principio las facultades taumatúrgicas de los reyes de Francia. Y los borbones hispanos parecen perder ese derecho que les correspondía por herencia cuando se sientan en el trono hispano. Sabemos sin embargo de algunos milagros curativos atribuidos a reinas espańolas en el contexto de su muerte. Véase VARELA, Javier. La muerte del rey.El ceremonial funerario de la monarquia espańola (1500-1885). Madrid: Turner, 1990, p.87, 88, 105 y 139.
- 17 SOLIS Y BARBOSA, A. Sebastián. Descripcion expressiva de la plausible pompa, y Magestuoso Aparato con que la Muy Noble, y Leal Ciudad de Merida de Yucathan diň muestras de su Lealtad en las muy lucidas Fiestas que hizo por la exaltacion al throno del muy catholico, y muy poderoso monarcha el Sr. D. Fernando VI. Que Dios guarde, y prospere por muy dilatados ańos, celebradas el dia quinze y los siguientes de Mayo de 1747 ańos (...). México: Impressa en el Colegio Real, y mas Antiguo de S. Ildefonso, Ańo de 1748.
- 18 SOLIS Y BARBOSA, A. Sebastián. Descripcion expressiva de la plausible pompa, p. 3.
- 20 Sobre la significación de Hércules en los programas iconográficos del arte de la Edad Moderna véase SEBASTIÁN, Santiago. Arte y humanismo, Madrid: Cátedra, 1978, p.197-202; y GONZÁLEZ DE ZÁRATE, Jesús María. La figura de Hércules en la Emblemática del barroco espańol. Boletín del Museo e Instituto "Camón Aznar , Zaragoza, nş. XLIII , p.35-52, 1991.
- 22 He reflexionado sobre la iconografía americana de Fernando VII y sus ceremonias de jura en Minués, Víctor. Fernando VII. Un rey imaginado para una nación inventada. In: RODRÍGUEZ, Jaime E. (coord.) Revolución, independencia y las nuevas naciones de América. Madrid: Fundación Mapfre Tavera, 2005, p.193-213.
- 23 La bibliografía sobre Fernando VII es abundante. Véanse los dos libros de SÁNCHEZ MONTERO, Rafael. Fernando VII. Su reinado y su imagen. Madrid: Ayer, 2001. Y SÁNCHEZ MONTERO, Rafael. Fernando VII. Madrid: Espasa, 2003.
- 24 LANDAVAZO, Marco Antonio. La máscara de Fernando VII. Discurso e imaginario monárquicos en una época de crisis. Nueva Espańa, 1808-1822. México: El Colegio de México, 2001, p.98-119.
- 25 Véase GARCÍA QUIŃONES, J. Descripcion de las demostraciones con que la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Puebla de los Angeles, segunda de este reyno de Nueva Espańa (...) solemnizaron la pública Proclamacion y el Juramento Pleyto homenage que la mańana del treinta y uno de Agosto de mil ochocientos ocho prestó el Pueblo á nuestro Augusto, Inclito, amado y muy deseado Monarca el Seńor Don Fernando de Borbon Séptimo de este nombre, nuestro REY y Seńor natural (...). En la imprenta de D. Pedro de la Rosa, ańo de 1809.
- 26 GARCÍA QUIŃONES, J. Descripcion de las demostraciones con que la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Puebla de los Angeles, p.7-8.
- 27 GARCÍA QUIŃONES, J. Descripcion de las demostraciones con que la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Puebla de los Angeles, p.26.
- 28 ALCIATO, Andrea. Emblematum liber. Augsburgo, 1531.
- 29 GARCÍA QUIŃONES, J. Descripcion de las demostraciones con que la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Puebla de los Angeles, p.44- 45.
- 30 VILLASEŃOR CERVANTES, J.M. Festivas aclamaciones de Xalapa en la inauguracion al trono del rey nuestro seńor Don Fernando VII. México: Imprenta de la calle del Espíritu Santo, ańo de 1809, p.1-2.
Fechas de Publicación
-
Publicación en esta colección
02 Set 2008 -
Fecha del número
Dic 2007
Histórico
-
Recibido
03 Jul 2007