Open-access Espiritualidad aplicada a la medicina

Resumen

La espiritualidad es la fuerza que une los diferentes componentes del ser y al estimularse proporciona una experiencia armoniosa, además de promover el equilibrio de bienestar físico, social y mental. Ante lo anterior, este texto tuvo por objetivo abordar cómo se ve secularmente la espiritualidad en la medicina, su influencia en la salud y la percepción de profesionales y pacientes sobre este tema. Para ello, se realizó una revisión narrativa en la base de datos PubMed utilizando los siguientes descriptores: “medicine and spirituality and secularismo” y “placebo effect and spirituality and medicine”. Después, se analizaron las fuentes mediante la lectura de los artículos principales. Se encontró una confusión con relación al uso del término espiritualidad, y es deficiente la habilidad y eficacia del cuidado espiritual que brindan los profesionales de la salud, contrastando con los numerosos beneficios de este cuidado, una herramienta para un trabajo más ético y humanizado.

Medicina; Espiritualidad; Secularismo; Efecto placebo

Resumo

Espiritualidade é a força que une os diferentes aspectos componentes do ser e, quando trabalhada, proporciona uma vivência harmônica e promove equilíbrio entre bem-estar físico, social e mental. Nesse sentido, objetivou-se abordar, secularmente, como a espiritualidade é vista na medicina, sua influência na saúde e a percepção de profissionais e pacientes acerca desse assunto. Para tanto, realizou-se revisão narrativa que priorizou buscas na plataforma PubMed por meio dos seguintes descritores: “medicine and spirituality and secularismo” e “placebo effect and spirituality and medicine”. Em seguida foram analisadas fontes referenciadas pela leitura dos artigos primordiais. Percebeu-se que há confusão quanto ao uso do termo espiritualidade e que a capacidade e efetividade do cuidado espiritual prestado por profissionais da saúde são débeis, contrastando com inúmeros benefícios oferecidos por essa atenção, que é uma ferramenta para um trabalho mais ético e humano.

Medicina; Espiritualidade; Secularismo; Efeito placebo

Abstract

Spirituality is a uniting force between different constituents of the human being and, when exercised, provides a harmonious experience and promotes balance between physical, social, and mental well-being. As such, this narrative review proposes a secular approach to how spirituality is understood by medicine, its influence on health, and how it is perceived by professionals and patients. Bibliographic search was conducted on the PubMed database, using the following descriptors: “medicine and spirituality and secularism” and “placebo effect and spirituality and medicine.” After reading the primary articles, the referenced sources were analyzed. Results show a confusion on how the term spirituality is used and a weak capacity and effectiveness with respect to the spiritual care provided by health personnel, thus ignoring the several benefits offered by such care, which is a tool for a more ethical and humane work.

Medicine; Spirituality; Secularism; Placebo effect

La espiritualidad es la búsqueda de sentido que proporciona al ser humano la armonía entre cuerpo, mente y espíritu. El significado y el propósito de vida son conceptualizaciones personales, definidas por la experiencia de la persona en su totalidad: organismo, sentido y experiencia 1. Desde esta percepción, la espiritualidad es una herramienta que permite al individuo sentir y reaccionar según sus convicciones.

De manera didáctica, se puede entender la espiritualidad como la cultura del ser. Así, diversos medios tienen la capacidad de constituir esa identidad, tales como la creencia religiosa, la convivencia social y familiar, la cultura geográfica, las prácticas meditativas, el yoga y otras actividades. Por lo tanto, el ejercicio espiritual es todo lo que el individuo practica que le permite vivir en plenitud, o que al menos le ayuda e influye en los momentos difíciles, en la toma de decisiones y en la forma de hacer frente a cualquier situación.

Además, en la evaluación de la calidad de vida propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la espiritualidad se entiende como la percepción del individuo sobre su posición en el contexto de la cultura en la que vive y de sus valores con relación a sus objetivos, expectativas, estándares y preocupaciones. Es decir, se trata de un concepto integral que se aplica a la compleja relación entre la salud física, el estado psicológico, el nivel de independencia, las relaciones y las creencias personales.

Así, la espiritualidad y, en consecuencia, el significado de vida que proporciona son también constituyentes de la dimensión multifactorial de la calidad de vida 2. Por lo tanto, aunque es un componente del ser, la espiritualidad es un dominio único y, por lo tanto, debe considerarse como tal 3.

Salud y espiritualidad

Con base en la comprensión de la integralidad y de la complejidad del ser, se puede encajar la discusión acerca de la espiritualidad en el área de la salud. Por ejemplo, en el proceso de enfermedad, el dolor no solo se asocia con el estrés físico, sino también con la percepción del enfermo. Por lo tanto, se puede asociar la espiritualidad con la parte intrínseca de la experiencia de la enfermedad 4.

El cuidado espiritual se estudia en el campo de la salud como una herramienta que permite enfrentar situaciones difíciles, y la espiritualidad es tratada por la OMS como un factor influyente en la calidad de vida. Así, las necesidades espirituales no surgen solo en momentos de insatisfacción hacia la vida o de debilidad física, porque son inherentes al ser, relacionadas con el comportamiento y con el punto de vista de cada uno 3,5. Por lo tanto, trabajar estos cuidados en medio del caos, de la inseguridad y de la enfermedad tiende a mejorar la calidad de vida y el bienestar, propiciando un medio más adecuado para la recuperación física del paciente.

La espiritualidad no es una elección, simplemente forma parte de la naturaleza humana. En ese sentido, el individuo es entendido como un todo que se manifiesta en la interacción entre los recursos espirituales y las necesidades del cuerpo físico. Así, el dolor puede ser mejor tolerado y puede haber bienestar en un contexto de sintomatología, cuando el paciente se vale de estos recursos y establece un alto nivel de significado, optimismo y sentimiento de esperanza 3,5,6.

Es inevitable la relación inversa entre el propósito de vida y la mortalidad, por lo que una vida con significado ha sido citada en varios estudios como beneficiadora del sistema inmunológico y de los comportamientos saludables. Además, se traduciría en menos riesgos de enfermedades cardiovasculares, reducción de la tasa de depresión y mejor calidad de vida, condiciones que promueven una mayor longevidad 3,7.

Cuerpo y mente

Muchos estudios discuten el feedback corporal relacionado con las funciones cerebrales que la emoción implica y viceversa. William James 8 afirma que es difícil imaginar la emoción sin su expresión corporal. LeDoux6 comprueba el uso de ese feedback al pedir a los participantes de su investigación que hicieran expresiones faciales relacionadas con diferentes estados emocionales, y, a continuación, respondieran a un cuestionario sobre sus sentimientos. Se constató que estos se habían visto influenciados significativamente por las expresiones faciales, reflejando estados de espíritu positivos y negativos 6.

Es extremadamente importante recordar que las influencias emocionales en el cuerpo físico son numerosas, muchas ya consagradas y conocidas. La ansiedad crónica, los largos períodos de tristeza, el pesimismo y el estrés duplican el riesgo de que el individuo se vea afectado por dolores de cabeza, úlceras gástricas, asma y —lo que más atrae la atención—, problemas cardíacos. Ironson y colaboradores 9 evaluaron a pacientes que ya habían sufrido un ataque cardíaco y demostraron que, según describían momentos de rabia, el bombeo cardíaco disminuía hasta en un 5 %, llegando a un 7 % o más en algunos casos.

En el estudio de John Barefoot citado por Goleman 10, se constató que, en el proceso de angiografía, la extensión de la lesión coronaria estaba correlacionada con el recuento en una prueba de rencor. Obviamente, estas sensaciones malas no fueron la causa exclusiva del acometimiento cardíaco, pero estaban relacionadas con él. Con conclusiones similares, Powell, Thoresen y Pattillo 11 dieron seguimiento, durante diez años, a 929 hombres que sufrieron un ataque cardíaco y se dieron cuenta de que aquellos que fácilmente sentían rabia tenían tres veces más probabilidades de morir de un paro cardíaco en comparación con los individuos con un temperamento más estable.

Cohen, Tyrrell y Smith 12 notaron una relación directa entre el nivel de tensión y la posibilidad de contraer un resfriado, por lo que, en la exposición al virus, el 27 % de los que vivían en baja tensión contrajeron el resfriado, frente al 47 % entre los más tensos. Por lo tanto, se trata de otro factor capaz de debilitar el sistema inmunológico.

También cabe mencionar la meditación, práctica simple y laica que se centra básicamente en la atención y la respiración, mostrándose favorable al bienestar y al propósito de vida 13. Puchalski 14 observó que en promedio 15 minutos de meditación, dos veces al día, se refleja en la disminución de la frecuencia cardíaca y respiratoria y en ondas cerebrales más lentas, y también es importante para mejorar la calidad del sueño, reducir la ansiedad y actuar como un factor positivo en casos de infertilidad y síndrome premenstrual.

Otro factor de riesgo de mortalidad es la ausencia de relaciones, porque la sensación subjetiva de soledad, de no tener con quién compartir intimidad, duplica las posibilidades de contraer enfermedades. Al respecto, ya en 1988, House, Landis y Umberson 15 afirmaron que la soledad es un factor tan importante de mortalidad como el tabaquismo, la hipertensión arterial, el sedentarismo, la obesidad y el colesterol alto.

Goleman 10 destaca la importancia del cuidado emocional precediendo a algún contexto de salud que genere ansiedad, como las cirugías, al mostrar que la recuperación de este procedimiento puede adelantarse en hasta tres días cuando se les ofrece a los pacientes técnicas de relajación, respondiendo a todas sus dudas y preguntas. Además, observa la potencial ganancia financiera en una medicina humanista. Por ejemplo, al cuidar de la depresión de las personas mayores junto con la terapéutica ortopédica para la fractura de la cadera, fue posible anticipar la descarga de estos en hasta dos días, generando, entre el total de pacientes, un ahorro de casi 100.000 dólares.

Obviamente, los buenos sentimientos no son suficientes para curar enfermedades, pero impactan en el curso de la enfermedad, como se analiza en el hallazgo de que el tabaquismo y el alcohol a mayor escala, en asociación con la baja regularidad de ejercicio físico, son más frecuentes en personas pesimistas 10. Además, según lo informado por Williams y Chesney 16, la depresión aumenta cinco veces la probabilidad de muerte después del tratamiento de ataque cardíaco. Por lo tanto, es antiético ignorar lo que la expresión emocional genera en el cuerpo y, por consiguiente, sería inhumano descuidar todos estos factores de riesgo.

Relación médico-paciente

Según Puchalski, Frankl afirma que el hombre no es destruido por el sufrimiento, sino por el sufrimiento sin significado 14. La debilidad física, en cualquier nivel, puede hacer que el paciente tenga dificultad para enfrentarse a cuestiones profundas de la vida, como la pérdida de propósito debido a la preocupación por el futuro 14.

En ese sentido, se percibe cuánto se debe extender el papel de los profesionales de la salud, especialmente los médicos, al cuidado espiritual. Así, teniendo en cuenta que la asistencia centrada en la relación médico-paciente tiende a aumentar la confianza y el sentimiento de esperanza, tomar en consideración la totalidad del ser proporcionaría aún más bienestar al paciente 4,7,10.

La esencia espiritual existe. Los estudios demuestran la influencia de los recursos internos del individuo y de la relación médico-paciente en los resultados de salud con trabajos sobre el efecto placebo. Esto no significa que una píldora sin efectos biológicos sea capaz de aportar beneficios, sino que la creencia y el pensamiento positivo del paciente y del profesional, junto con el cuidado médico integral, tienen el potencial de contribuir a la mejora del estado de salud del paciente 14,17-19.

Por lo tanto, para realizar un trabajo compasivo, es extremadamente importante, ante todo, que los profesionales de la salud ofrezcan una atención humanizada. Por lo tanto, es necesario saber escuchar al paciente, comprender sus miedos, expectativas y dolores, recopilar una historia espiritual, analizando las dimensiones del individuo y de sus familiares.

Solo con el conocimiento de las creencias, limitaciones y necesidades del enfermo, es posible una actuación multidisciplinaria para atender las causas multifactoriales de una enfermedad. Un ejemplo es cuando un paciente que no se siente mejor con la medicación y presenta calidad de vida deteriorada por esta condición y sentimientos depresivos, sin propósito de vida, se siente mejor con orientaciones e indicación de la meditación junto con el tratamiento convencional 14.

No basta con asociar la terapia convencional con la terapia no convencional, es necesario conocer al individuo que recibirá los cuidados. Por ejemplo, Cohen, Bavishi y Rozanski 13 informan que las personas que hacen trabajo voluntario tiene su mortalidad reducida, sin embargo, resaltando que ese efecto positivo solo es efectivo en aquellos que lo hacen de manera altruista, y no por seguir una orientación aisladamente.

Sin embargo, según Koenig 7, la mayoría de los médicos no comprende las razones para abordar las cuestiones espirituales en sus consultas. Por lo tanto, es necesario profundizar en los estudios y difundir información a los profesionales de la salud centrada en el cuidado espiritual, es decir, en la comprensión de la totalidad del ser.

Deficiencia en el cuidado espiritual por parte de los profesionales

Las respuestas hormonales, autonómicas y conductuales son generadas por el sistema emocional a diferentes estímulos, y son diferentes en cada persona, una vez que las percepciones y los sentimientos son construcciones individuales establecidas por la creación, la cultura y las experiencias. Además, Leventhal y Scherer 20 afirman que la emoción sincroniza las actividades cerebrales, y estas se reflejan en el cuerpo.

En ese sentido, es indispensable cuestionar el conocimiento médico sobre las emociones de sus pacientes. ¿Comprender sus sentimientos y orientarlos a buscar apoyo en algún medio que proporcione herramientas para controlar la emoción y mantenerse en armonía proporcionaría mejores condiciones para luchar contra la enfermedad? Aparentemente sí, porque el ser es único en lo que respecta a la constitución de sus componentes —cuerpo, mente y espíritu—, por lo tanto, cuando solo se cuida del cuerpo, la persona no es cuidada en su totalidad, y su bienestar puede verse comprometido o ser un obstáculo a la involución de la enfermedad.

Es imprescindible recoger toda la historia del paciente, no solo una anamnesis de los síntomas físicos. Por lo tanto, es necesario verificar creencias, limitaciones, miedos, relaciones sociales y familiares, problemas cotidianos, como en el trabajo, hábitos, estilo de vida e intereses. Solo así se entiende al paciente como un todo y es posible trabajar su totalidad y hacer las debidas orientaciones y derivaciones a los sectores que trabajen su espiritualidad.

Para ello, sin embargo, es esencial la presencia compasiva y solidaria del profesional, que debe tener claros los límites médicos, que cubren la percepción de la integralidad del cliente y una orientación sensible de los cuidados que podrían ayudarlo. Es decir, el trabajo en profundidad debe dejarse al liderazgo religioso, al psicólogo, al instructor de yoga, y así, sucesivamente, según las necesidades analizadas 7,14. La esencia del cuidado espiritual es, por lo tanto, escuchar y estar presentes para el otro en su tiempo de necesidad 4.

El trabajo que implica al final de la vida asoció el apoyo espiritual con una mejor calidad de vida y menos intervenciones invasivas, sin embargo, se observó que solo el 51 % de los médicos deseaba capacitación en cuidado espiritual, aunque el 80 % consideró interesante ese tipo de cuidado 21. Quizá este interés —que puede considerarse bajo ante los beneficios—, se deba al ideal de Descartes, como destaca Damasio 22, en cuanto a la geometrización del hombre, que trajo grandes avances a la medicina. Actualmente, sin embargo, se nota un descuido de las necesidades no materiales del individuo, como la emoción, vinculada a las sensaciones viscerales, por ejemplo.

Entonces, ¿cuáles serían las razones por las que el cuidado espiritual aún no se ofrece ampliamente? El tiempo disponible, las dudas sobre los beneficios y la incomodidad al practicar el cuidado espiritual son las principales quejas de los profesionales 7,21, sin embargo Koenig 7 argumenta que una rápida historia espiritual añade como mucho dos minutos a la atención médica, además, no es necesario recogerla en cada visita médica ni de todos los pacientes. Con eso, se puede pensar que la baja oferta de este tipo de cuidados se debe a la falta de capacitación de los profesionales, ya que si hubiera preparación estos conocerían al menos el momento y la duración del proceso.

Por lo tanto, a pesar de la deficiente capacitación del profesional en los medios académicos, la transformación de la comprensión sobre la importancia del cuidado espiritual es el primer paso para despertar el interés del médico, y este es uno de los propósitos de este artículo. Además, es imprescindible destacar un prerrequisito significativo para aplicar este cuidado: el profesional de la salud debe tener experiencia espiritual. Así, por medio de la religión ya practicada o del arte, la música, la meditación y el yoga, entre muchas prácticas que permiten esta experiencia, el médico necesita volverse compasivo con las necesidades espirituales de sus pacientes 4.

Este trabajo pretende analizar, en la literatura del campo de la salud, la influencia de la espiritualidad en el contexto de la clínica médica, así como su relación en la vida del paciente y en el desempeño del profesional. En esta perspectiva, se busca aclarar si es importante aplicar el cuidado espiritual en la atención al paciente, así como identificar si hay conocimiento y capacitación del médico en esta área, buscando entender cómo son la receptividad y la necesidad del cuidado espiritual por parte del paciente y determinando cómo la espiritualidad influye en su salud. Además, es importante recordar que este trabajo está comprometido con el reconocimiento secular del sujeto, lo que no impide admitir la religión como práctica espiritual.

Método

Mediante la revisión narrativa de carácter analítico con el propósito de estudiar la interacción entre medicina y espiritualidad, esta investigación descriptiva buscó resultados cualitativos y cuantitativos, con predominio de los primeros.

Para la recopilación de información, se usó la plataforma virtual PubMed y un artículo de la Escuela de Medicina de George Washington University, considerando los siguientes criterios de inclusión: artículos en inglés o portugués publicados entre 1995 y 2018; estudios que correlacionan la espiritualidad con la salud o la calidad de vida o la medicina; y artículos sobre la construcción del término “espiritualidad” y su aplicabilidad en la práctica clínica, pudiendo estar a favor. Se usaron los descriptores siguientes: “medicine and spirituality and secularism” y “placebo effect and spirituality and medicine”, todos seleccionados mediante consulta al portal Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS) 23.

Se excluyeron artículos de carácter exclusivamente religioso, con el objetivo de realizar un análisis secular. Se mantuvieron publicaciones que presentaban enfermedades y cuidados específicos con el fin de ampliar el conocimiento de la espiritualidad en el área médica. Además, se estudiaron algunas referencias bibliográficas citadas en los artículos incluidos, así como libros asociados al tema.

Se realizó una primera evaluación basada en autoría, año de publicación, objetivo y método empleado, con el fin de construir un resumen que contemplara los criterios de inclusión. Los que cumplían con los criterios de exclusión o no se alineaban con los de inclusión fueron rechazados, y los que no podían ser excluidos con seguridad fueron leídos en segundo lugar.

Así, se siguió un análisis que abarcó la forma en que el término “espiritualidad” era utilizado por cada autor, ya que este concepto aún genera confusión entre las personas. El estudio fue seguido por una lectura atenta del contexto en el que se elaboraron los artículos, analizando si hubo o no participación de profesionales de la salud y evaluando cuán preparados estaban para el cuidado espiritual.

Por lo tanto, se estableció una comparación entre las necesidades de cuidado espiritual entre pacientes y profesionales, además de observar en qué medida se realizaba este cuidado. Finalmente, se buscó enumerar las posibles influencias y beneficios de la espiritualidad en la salud, en la calidad de vida y en la clínica médica.

Resultados

Al realizar la búsqueda por medio de los descriptores en el período descrito por los criterios de inclusión, se encontraron 140 artículos. Con base en una lectura exploratoria, se seleccionaron 15 trabajos que correlacionaran la espiritualidad con la salud o la práctica clínica o la calidad de vida. La mayoría de los estudios resaltaba la correlación de la espiritualidad con la mejora del bienestar y con el afrontamiento en el período de la enfermedad.

Desde esta perspectiva, fue necesario observar la manera en que el término “espiritualidad” fue empleado por cada autor, con el fin de dilucidar el enfoque utilizado y fundamentar este estudio, ya que el análisis de los textos demuestra el uso del término “espiritualidad” como sinónimo de “religiosidad”. Se identificaron algunos artículos con tal confusión de conceptos y otros con el uso coherente, sin embargo muchos de los trabajos disponibles usados en revisiones sistemáticas presentan una comprensión incorrecta de la espiritualidad (Cuadro 1).

Cuadro 1
Uso del término “espiritualidad” en los artículos analizados

Por lo tanto, el no entendimiento de esta expresión puede haber influido en los resultados, ya que, al realizar investigaciones directamente con los pacientes, estos podrían no conocer el sentido de la espiritualidad si no se explicaba correctamente. Además, cabe resaltar el uso de un pequeño número de material para la construcción de este texto, lo que limitó la eficacia del tema.

En el Cuadro 2, se realiza una evaluación de contextos variados, con predominio de investigaciones centradas en cuadros clínicos más graves, seguidas de un enfoque relacionado con la actuación de los profesionales de la salud, que demuestra poca efectividad del cuidado espiritual y poca preparación para tal. Finalmente, se evaluó la percepción de los pacientes sobre el cuidado espiritual y se constató que la espiritualidad es una necesidad para muchos de ellos, aunque, la mayoría de las veces, no es atendida. En contraste con esta deficiente práctica del cuidado espiritual, muchos de los trabajos pusieron de manifiesto la interacción beneficiosa entre la espiritualidad y el cuidado integral del paciente en la salud, como se describe en el Cuadro 3.

Cuadro 2
Contexto analizado de los estudios, enfoque respecto a los profesionales de la salud y percepción del paciente respecto al cuidado espiritual

Cuadro 3
Beneficios de la espiritualidad aplicada a la atención a la salud

Discusión

En primer lugar, es esencial conocer el concepto de espiritualidad, porque una comprensión incorrecta puede interferir en el análisis y en la elaboración de trabajos e investigaciones y, principalmente, en el desempeño médico. Es bastante común confundir espiritualidad y religiosidad, ya que la primera abarca la segunda, pero la segunda, si se trabaja exclusivamente, puede excluir la de los individuos no religiosos. Pesut y colaboradores 25 critican la forma en que se trata la espiritualidad en la actualidad, afirmando que no se fundamenta en la teología y en la filosofía, porque simplemente recrea el discurso religioso de una manera vaga y poco beneficiosa.

Los autores afirman que existe una confrontación entre términos y resaltan que la mayor característica de la espiritualidad es oponerse a la religión, sugiriendo que existe una tendencia a separar estos conceptos 25. Otros trabajos también destacan que muchos estudiosos tienden a concebir características de bien y mal para la espiritualidad y la religión, respectivamente 5, y también hay quienes emplean los términos de manera similar. Por ejemplo, Koenig 7 señala que los conceptos de espiritualidad y religiosidad se utilizan de manera indistinta, con mayor relevancia para la religión, porque hay más entendimiento de su significado.

La espiritualidad no debe usarse para marginar a la religión. Por el contrario, es necesario dar importancia, en un entorno técnico y práctico, a un concepto que favorezca a todos los pacientes, e incluso la religión puede ser un mecanismo encontrado por el individuo para su alineación espiritual. Sin embargo, si el profesional de la salud utiliza exclusivamente el sentido de la religión, tendrá dificultad de abordar la integralidad del individuo descreyente.

En ese sentido, se observa una grave deficiencia en la comprensión de este constructo y dificultad para usarlo en estudios científicos 3. Hay resultados en los que las necesidades existenciales, de paz interior y donación no difirieron significativamente entre los escépticos y los no escépticos 5. Por este camino, destinar el sentido de la espiritualidad únicamente a la religión y a la creencia en Dios excluiría a un gran número de personas del cuidado espiritual 19.

En contraste con esta discusión, Paley 26 hace una importante observación sobre la necesidad ilógica de conceptualizar la religión y la espiritualidad con base exclusivamente en la teología y en la filosofía. Esto no tiene en cuenta el hecho de que otras ciencias, como la antropología, la psicología, la sociología y la neurología, también discursan sobre la naturaleza humana.

También se observa que la teología no es un estudio universal reconocido por todas las religiones. Aunque Paley 26tiene esta posición, es imprescindible señalar sus consideraciones de que los profesionales de la salud no necesitan cuidado espiritual, porque el estado laico requiere la separación del orden civil del religioso. Por lo tanto, se configura otra confusión o no entendimiento acerca del cuidado espiritual, ya que no contradice la laicidad del país, sino que, cuando está ausente, deja de contribuir al bienestar y a la atención humanizada al paciente.

Históricamente, la medicina camina para solucionar el trastorno clínico, olvidando muchas veces al enfermo y cuán influenciado está el cuerpo por la mente. La enfermedad es un complejo que engloba el cuerpo físico, factores sociales y espirituales, de modo que el ser se ve afectado en su unicidad. En consecuencia, el paciente demuestra inseguridad, tiene su personalidad perturbada por no reconocerse a sí mismo y es consciente de su vulnerabilidad 4,10,19,24.

Sin embargo, en un enfoque a los pacientes en salas de espera, se constató que, del promedio de tres o más preguntas que querían hacerle al médico, solo se respondía alrededor de una y media. Desafortunadamente, esta realidad genera mayor inseguridad y miedo, además de la dificultad de seguir la prescripción médica, causada por la no atención de las necesidades emocionales 10.

Aunque hayan observado una gran variación en sus análisis, Harrison y colaboradores 27 identificaron algunas de las necesidades de los pacientes en tratamiento contra el cáncer no atendidas, relacionadas con los dominios psicológico (12-85 %), espiritual (14-51 %) y de la comunicación (2-57 %), destacando el potencial de esta privación para interferir negativamente en el bienestar de los pacientes.

Con base en el Cuadro 3, se percibe cuánto pierden los profesionales de la salud al descuidar el cuidado espiritual, como la mejora en la calidad de vida, el apoyo en el afrontamiento de la patología y la resignificación de esta. Estos beneficios harían que el paciente fuera más apto para el tratamiento, ya sea por adherirse a mejores hábitos de vida, ya sea por presentar un estado emocional estabilizado.

Sin embargo, muchos profesionales de la salud no dan crédito a la conexión entre los aspectos emocional y físico, en ocasiones tachando de trivial esta correlación 10. En vista de ello, se cuestiona si es recurrente la investigación mediante preguntas breves dirigidas a aquellos que tienen dificultad para adherirse al tratamiento o incluso tienen una respuesta ineficiente al mismo, tales como: “¿cómo es la relación con su familia?”, “¿está preocupado por algo?” y “¿qué lo aflige?”. Aparentemente esto no es recurrente, basta con recordar que solo la mitad de las preguntas de los pacientes es respondida.

Así, se ve la importancia de hacer frecuente la espiritualidad en la clínica médica 10, ya que se refiere a la esencia de la persona y puede influir en su mente, cuerpo, salud y comportamiento. Además, la espiritualidad puede unificar los aspectos del individuo y, cuando se trabaja, ser un mecanismo de sintonía entre ellos.

El estado de equilibrio está relacionado con la comprensión del sentido de la vida, así como con su propósito, actuando sobre el bienestar físico, psíquico y social y contribuyendo al afrontamiento de problemas 19. Por lo tanto, la espiritualidad desempeña un papel importante en la comprensión de la enfermedad y del sufrimiento por parte del paciente 3,13.

Para reforzar esta idea, teniendo en cuenta que la naturaleza subjetiva del dolor ya es conocida por la práctica médica, el grado de sufrimiento puede ser variable en dos personas con el mismo grado de dolor. La espiritualidad es, entonces, un apoyo a la manera de valorar la vida y la condición médica, aunque existan síntomas 3.

La esencia espiritual puede ser la solución de muchas enfermedades incurables, porque por medio de ella el paciente se siente más cómodo para aceptar todo lo que le está sucediendo y, en consecuencia, su calidad de vida tiende a mejorar. En el estudio de Puchalski 14, el 93 % de las 108 mujeres respondieron que sus creencias espirituales las ayudaron a soportar el cáncer 14.

Por lo tanto, también se puede considerar la importancia de una conducta orientada al bienestar espiritual en recién diagnosticados con cáncer avanzado y en qué medida esto resultaría en una mayor satisfacción con la vida para estos pacientes 24. Por lo tanto, es indiscutible la aplicabilidad de la espiritualidad a la salud y que el propósito de vida que trae consigo tiene la capacidad de aportar vitalidad y satisfacción al paciente, favoreciendo conductas que facilitan la terapia convencional, como un estilo de vida y hábitos emocionales saludables 13.

Por otra parte, Balboni y colaboradores 21 muestran que los pacientes recibieron el 13 % de los cuidados espirituales de enfermeros y el 6 % de sus médicos y, al preguntarles a los profesionales, los primeros dijeron que brindaron estos cuidados al 31 % de sus pacientes, y los segundos, al 24 % 21. Estas cifras serían cuestionables al imaginar, por ejemplo, que uno de estos pacientes haya buscado atención debido a un simple dolor de cabeza. Sin embargo, este estudio se realizó con individuos al final de la vida, un momento muy delicado que requiere, más que nunca, una atención integral.

En lo que respecta al grado de importancia del cuidado espiritual, el 65 % de los entrevistados consideró positivo el hecho de que los médicos les hablaran sobre la espiritualidad, pero solo el 10 % dijo haber experimentado esos momentos con sus profesionales. Asimismo, al analizar a los pacientes con alteraciones pulmonares, se constató que el 66 % de ellos coincidieron en que un enfoque espiritual fortalecería su confianza en sus médicos, y el 94 % de los que consideraban importante esta pregunta desearían tener esta conversación con profesionales, y que estos fueran sensibles a sus creencias 14.

Además, el 50 % de los entrevistados afirmó que los médicos deberían realizar el cuidado espiritual en casos graves, incluso si no le dan importancia a esta conducta 14. En cuanto a los médicos y enfermeros, también estuvieron de acuerdo en que el cuidado espiritual debería al menos aplicarse ocasionalmente al tratamiento de pacientes con cáncer avanzado 21. Por lo tanto, se percibe que no hay alineación entre médicos y pacientes, lo que se verifica en el Cuadro 2, aun sabiendo que sus creencias interfieren con su comportamiento y en decisiones respecto al afrontamiento de enfermedades 14.

En ese sentido, Koenig 7cita un estudio de Silvestri y colaboradores realizado con 100 pacientes con cáncer avanzado, sus cuidadores y 257 oncólogos, en el que se pidió a los participantes que clasificaran, por orden de importancia, una serie de factores capaces de influir en la decisión por el tratamiento quimioterapéutico. Todos los grupos consideraron la recomendación médica como el elemento más importante. En segundo lugar, para los pacientes y sus familias, vino la fe en Dios, lo que contradice la opinión de los médicos, para quienes este era el factor menos relevante.

Aunque este artículo haya usado los términos “religión” y “espiritualidad” como intercambiables, se sabe que, como se ha visto anteriormente, el segundo abarca el primero. Desde esa perspectiva, una vez más se confirma la falta de discusión de este tema entre los involucrados 7 y la gran problemática en torno a las diferentes comprensiones sobre el cuidado espiritual.

Balboni y colaboradores 21, en un estudio sobre la falta de cuidado espiritual a los pacientes con cáncer terminal, dejaron claro a los participantes que no necesitaban considerarse espiritualizados o religiosos para responder a la encuesta. Los resultados fueron los siguientes: en la relación entre pacientes y enfermeros, el 41 % de estos y el 67 % de aquellos clasificaron el impacto de las experiencias con el cuidado espiritual como muy positivo, y, entre pacientes y médicos, el 20 % de estos y el 72 % de aquellos lo evaluaron con esa misma clasificación; el 81 % y el 63 % de los pacientes respondieron que nunca recibieron cuidados espirituales de médicos y enfermeros, respectivamente. Esta realidad resulta del hecho de que más del 80 % de estos profesionales no han sido capacitados para ejercer el cuidado espiritual.

El empleo de la espiritualidad es un factor de gran alivio incluso en situaciones agotadoras. Al respecto, la evaluación de la calidad de vida en oncología verificó, entre pacientes con elevado bienestar espiritual, que el 78,6 % de los que no presentaban fatiga y el 66,2 % de los que la presentaban sentían placer de vivir; por otra parte, solo el 26,8 % y el 10,7 %, respectivamente, de aquellos con bajo bienestar espiritual mencionaron dicha satisfacción 3.

Por todo ello, el ejercicio de la espiritualidad en la clínica médica no solo se demostró importante, sino una condición sine qua non para el ejercicio ético de la medicina, para tratar al paciente con más compasión, comprendiendo su integralidad.

Consideraciones finales

Este estudio nos permitió comprender la espiritualidad desde la perspectiva de la salud, demostrando que aún es necesario difundir el conocimiento incluso en lo que respecta a la correcta comprensión del término, con el fin de aumentar su aplicabilidad en la práctica médica, que aún es muy baja. Por lo tanto, se busca proporcionar a los pacientes los beneficios del cuidado espiritual que plantea esta investigación.

Finalmente, se resalta que el alcance de este trabajo no es el ideal, dado el bajo abordaje de la temática.

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Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    20 Feb 2023
  • Fecha del número
    Oct-Dec 2022

Histórico

  • Recibido
    20 Jul 2021
  • Revisado
    26 Oct 2022
  • Acepto
    27 Oct 2022
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