Editorial

Si los gobernantes no construyen escuelas, en veinte años faltará dinero para construir cárceles. (Darcy Ribeiro¹)

Con culturas, orígenes étnicos, estructuras sociales, religiones y regímenes políticos diferentes, ¿qué tienen en común Finlandia, Vietnam, Bélgica o Shanghái? La respuesta es simple: son algunos de los países (o estados) que alcanzaron más de 500 puntos en la evaluación del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (Pisa) en 2012 ². El hecho de que la educación sea un elemento común entre lugares con tantas diferencias socioculturales muestra su inequívoca importancia como un factor capaz de promover la efectiva emancipación de un país y de su pueblo.

El ranking que compara 72 países muestra que entre los posicionados primeros la educación es tomada muy en serio, considerada fundamental para sustituir el subdesarrollo. Además de ser una palanca para la prosperidad económica, el aumento de la escolaridad colabora con la cohesión social. La escolaridad permite el diálogo y propicia la reflexión socialmente compartida, que son formas positivas de disminuir la desigualdad, promover la inserción social, colaborar con el fin del subempleo y con la disminución de la plusvalía.

El proceso de construcción del acceso al conocimiento, experimentado colectivamente en las sociedades que tienen a la educación como una prioridad, crea las bases para el sostenimiento de la identidad étnica y social. También permite entender los embates con los más perversos aspectos de la globalización: las fuerzas fragmentadoras (que forjan y estimulan prejuicios) y las masificadoras (que difunden y legitiman la intolerancia). Es decir, la educación se revela como una herramienta para estimular la emancipación de las personas y de la sociedad.

A contramano de esta historia de lucha en dirección a la prosperidad que, según el PISA, florece en diferentes partes del mundo, Brasil no avanzó en la última evaluación: Casi la mitad (44,1%) de los estudiantes brasileros obtuvo una performance por debajo del nivel 2 de la prueba, considerado adecuado³. Aunque el informe de 2012 describiese una trayectoria de superación de adversidades ⁴, la comparación entre países, en términos absolutos, realizada tres años después, reveló que no fue alcanzada la meta de mejorar la educación.

En lo que atañe al conocimiento de lectura y ciencias, Brasil sólo mantuvo su posición, y en matemática se identificó una ligera caída. Esto quiere decir que en estas disciplinas, importantes para la formación profesional en cualquier área, pero esenciales para el desempeño de la vida social, los jóvenes de 15 años evaluados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) no demostraron siquiera una preparación elemental. Esta es una triste noticia cuya repercusión se extenderá en las próximas décadas.

Es verdad que en este período continuó aumentando el acceso a la educación por parte de segmentos de menor ingreso, proceso ya identificado en 2012. No obstante, cabe considerar que, si los resultados de esta ampliación no favorecen la conquista del objetivo principal de la institución – que en el caso de la escuela es producir saber y transmitir conocimiento –, este hecho pierde una parte significativa de su utilidad. No basta con que las personas hayan frecuentado la escuela, es indispensable que hayan aprendido cómo apropiarse del conocimiento y entendido la importancia de usarlo de forma socialmente significativa para la supervivencia del planeta y el bienestar de todos.

Salvo loables experiencias puntuales, que revelan más esfuerzo personal que aplicación genérica de una política pública, a grosso modo se podría decir entonces que en Brasil se verificó un aumento de la escolarización (la entrada y el tiempo de permanencia de algunos grupos en la escuela) al mismo tiempo que hubo una disminución de la escolaridad (es decir, se redujeron el aprendizaje y el rendimiento). La exigencia para ampliar el acceso a la escuela (en todos los niveles) no fue precedida por la aceleración en la cantidad ni por el perfeccionamiento de la calidad de la formación de profesionales aptos, restringiendo la eficacia de la implementación de la política de acceso a la educación. Sin que existiesen instituciones y personal preparados, se promovió el ingreso de contingentes de personas que, por estas cuestiones, fueron afectadas en parte en su interés de procurar conocimiento, porque dejaron de recibir toda la formación a la cual tienen derecho y de la cual se consideran legítimamente imbuidas ^5,6.

Lo que se verifica actualmente en la educación es la falta de personal, pues el aumento de la demanda no fue respondido por el crecimiento de la oferta de mano de obra calificada, que se asocia tangencialmente al hecho de que el magisterio ha dejado de ser una carrera socialmente respetada a lo largo de las últimas décadas. También es fácil identificar la falta de calificación en muchos de aquellos que ya trabajan en el sector, puesto que algunas veces los profesionales que dictan materias no tienen una preparación real para la tarea, ya sea porque no hay carreras disponibles o debido a la falta de calidad de esa formación ⁷. Así, pierden profesionales y estudiantes, pierden las instituciones brasileras, pierden las futuras generaciones, cuyo presente está desde ya empeñado en proyectos infructíferos.

Más allá de eso, es urgente la necesidad de perfeccionar la calidad de la formación, rescatando la importancia del mérito que, asociado a la noción de calidad, debe ser el objetivo del proceso educativo. Actualmente, para gran parte de la sociedad brasilera, hablar de mérito equivale a abogar por ventajas y privilegios, social y moralmente indefendibles. Este sentido espurio debe ser descartado; la noción de mérito debe estar asociada al efecto positivo del esfuerzo de superación, al empeño para ser cada vez mejor. De esta forma, debemos trabajar para que los problemas de la educación pública (en todos los niveles) sean de hecho identificados, para que la calidad deseada sea realmente alcanzada, para que los estudiantes tengan un acceso efectivo al conocimiento, y no sólo a diplomas que en la práctica se muestran como inconsistentes.

Además, en lo que atañe al tenor del conocimiento, es necesario pensar que en todo el mundo, el conocimiento enciclopédico, identificado hasta fines del siglo pasado como inteligencia y erudición, dejó de ser la marca distintiva de la intelectualidad. Las maquinas son mucho más eficientes en almacenar cantidades inimaginables de información (en cantidades que se expresan en potencias de 1.000) y, principalmente, en evaluarlas y compararlas a una velocidad inalcanzable para el ser humano. Ahora lo que importa es la capacidad de pensar, de articular informaciones, razonar sobre ellas, reflexionar sobre su significado y elaborar respuestas aplicables, aunque también a este respecto estemos predestinados a perder con las maquinas del futuro próximo.

Pero la evaluación captada por el PISA se revela definitivamente dilemática cuando se tiene en cuenta la dimensión ética, es decir, cuando se consideran los valores relacionados al proceso de educar. ¿Y cuáles serían exactamente los valores que se están transmitiendo a la población cuando se ofrece educación deficiente y de baja calidad? ¿A quién se pretende engañar? Porque, cuando el país es “descubierto” disputando los diez últimos puestos, por detrás de otros 72, no se puede fingir que la media de la calidad está siendo elevada con el aumento del acceso.

Así, consideramos necesario evaluar calidad y cantidad por separado. Posibilitar el acceso es óptimo, indiscutiblemente, pero es necesario notar que por sí solo el acceso no asegura los resultados necesarios para la disminución de la desigualdad, esperada por y para todas las ciudadanas y los ciudadanos. La educación es el principal medio colectivo para alcanzar la mejora de la vida y de la calidad de vida, permitiendo conquistar una situación profesional más conveniente y de mayor satisfacción en el trabajo. Es también un fin en sí misma, pues intensifica la comprensión de la persona sobre las relaciones en el mundo, revelándose como una herramienta para su emancipación.

Cuando se considera que la educación es un proceso continuo, es simple comprender que, para que un proyecto educativo sea exitoso y produzca cambios efectivos en la sociedad, debe extenderse en el tiempo, abarcando generaciones consecutivas. Es este proceso el que permite consolidar la visión de mundo que orienta al propio proyecto de educación, que en el caso brasilero se funda en la Constitución ⁸. Por esto, es indispensable que el proyecto educativo se configure como una política de Estado, atravesando diferentes gobiernos y trascendiendo las distintas ideologías para garantizar a todos los brasileros, en tiempo y espacio, éste su derecho fundamental.

En los últimos once años hemos subrayado, en varios editoriales, cuánto creemos y luchamos por esta perspectiva. Cuánto los editores y el cuerpo editorial de la Revista Bioética valoran la educación, considerándola parte esencial del derecho a la salud. Para nosotros, salud y educación no pueden estar desvinculadas, siendo la primera un reflejo de la segunda, ya sea en lo que respecta a la adopción de políticas destinadas a evitar la enfermedad, o en los que se refiere a la garantía de la mejor atención, en las perspectivas ética y técnica. Por el apoyo recibido, creemos, incluso, que también los evaluadores ad hoc están de acuerdo con nosotros y consideran importante a la revista para consolidar la bioética como un campo transdisciplinario de producción de saberes.

El reconocimiento de la calidad logró que la Revista Bioética fuese la única del país en su campo de actuación en conquistar la indexación en bases de datos internacionales, como LILACS, SciELO, Redalyc, Latindex, Periódica, Ebsco, Doaj. Tal hecho es atendible para una publicación científica de América Latina, que desafía los cánones del modelo hegemónico de bioética y presenta artículos abocados a la dimensión social del proceso de salud y enfermedad, como se consolida en la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos⁹.

Y en este año en que la Revista Bioética conmemora su aniversario de plata, no podríamos dejar de agradecer a aquellos que efectivamente colaboran cotidianamente con nosotros, dando las evaluaciones necesarias para la ponderación de los manuscritos. Queremos también convocar una vez más a todos nuestros colaboradores, efectivos y extraordinarios, a prestar su generosa contribución con la revista. Contamos con su experticia como autores, evaluadores y lectores, para continuar trabajando en pos de la ética aplicada en nuestro país.

Considerando que el empeño en la formación ética los de profesionales de las diversas áreas de la salud promoverá políticas públicas capaces de desalentar los desvíos éticos, inhibir la mercantilización de la salud y apartar a aquellos que causan daños a la población, tal vez podamos reconstruir la expectativa saludable de eliminar las desigualdades de acceso a la salud y a la educación, y en 50, 100 o incluso otros 500 años vivir en una sociedad basada en la justicia y en la equidad. Participar de esta conquista viene siendo desde hace 25 años el principal desafío de la Revista Bioética.

En el momento actual, parece que el primer paso para efectivizar este proceso es rescatar la esperanza, que está herida en los desvanes de la ciudadanía. La pérdida de la expectativa por días mejores fracturó la sociedad y solapó la tolerancia, cuya falta alimenta el caos en el que ahora navega el país. Esperanza, tolerancia, respeto, dignidad, integridad y justicia son ingredientes que no pueden faltar en el pacto social, pues su estímulo es fundamental para enfrentar las adversidades inherentes a la superación de los límites históricos y culturales de la formación del país y garantizar que, finalmente, la justicia social prevalezca. Alcanzar esta meta es el objetivo de la Revista Bioética, e invitamos a nuestros colaboradores y lectores a compartirlo.

Los editores

Referências

• ¹
  Franco BM. Vinte anos sem Darcy. [Internet]. Folha de S. Paulo, A2, Opinião, 19 fev 2017. [acesso 20 fev 2017]. Disponível: http://bit.ly/2lSiJ3p
  » http://bit.ly/2lSiJ3p
• ²
  Empresa Brasileira de Comunicação. Confira o ranking dos países com melhor desempenho no Pisa. [Internet]. Portal EBC; 2013. [acesso 20 fev 2017] Disponível: http://bit.ly/2kUzjjA
  » http://bit.ly/2kUzjjA
• ³
  Paiva T. Brasil mantém últimas colocações no Pisa. [Internet]. Carta Educação, 6 dez 2016. Disponível: http://bit.ly/2h3YYng
  » http://bit.ly/2h3YYng
• ⁴
  Brasil. Instituto Nacional de Estudos e Pesquisas Educacionais Anísio Teixeira. Relatório Nacional Pisa 2012: resultados brasileiros. [Internet]. [acesso 20 fev 2017] Disponível: http://bit.ly/2iv2Xud
  » http://bit.ly/2iv2Xud
• ⁵
  Conselho Regional de Medicina do Estado de São Paulo. Médicos com nota vermelha. [Internet]. 21 ago 2012 [acesso 20 fev 2017]. Disponível: http://bit.ly/2mfM48D
  » http://bit.ly/2mfM48D
• ⁶
  Conselho Regional de Medicina do Estado de São Paulo. Exame do Cremesp 2015: exame reprova metade dos médicos recém-formados. Participação na prova começa a ser exigida para acesso a residência médica, concurso público e mercado de trabalho. [Internet]. [acesso 20 fev 2017]. Disponível: http://bit.ly/2li4H7I
  » http://bit.ly/2li4H7I
• ⁷
  Visão do Correio. Investir em professores. Correio Braziliense, 22 fev 2017, p. 10.
• ⁸
  Brasil. Constituição da República Federativa do Brasil. Brasília: Senado Federal; 1988.
• ⁹
  Organização das Nações Unidas para a Educação, Ciência e Cultura. Declaração Universal sobre Bioética e Direitos Humanos. [Internet]. Paris; 2005. [acesso 20 fev 2016]. Disponível: http://bit.ly/1TRJFa9
  » http://bit.ly/1TRJFa9

Fechas de Publicación

• Publicación en esta colección
  Jan-Apr 2017