CUIDADOS HUMANIZADOS DE ENFERMERÍA ONCOLÓGICA

ASPECTOS DESTACADOS

1. La atención humanizada es un derecho de los ciudadanos;

2. Los pacientes oncológicos requieren una atención especial por parte de las enfermeras;

3. Urge clarificar y difundir los atributos del concepto de humanización;

4. La humanización debe pasar del ámbito del discurso a la práctica clínica.

El discurso sobre la humanización de los servicios de asistencia global, en particular de la asistencia sanitaria, ha estado a la orden del día en las últimas décadas, principalmente porque es políticamente correcto abordar el tema en un contexto de progreso científico, y no necesariamente porque se refleje en la práctica.

El hecho de que el concepto de humanización sea algo intangible añade dificultades a la hora de llevarlo a la práctica. Sin embargo, la necesidad de ofrecer una atención humanizada en las distintas dimensiones de nuestra sociedad nunca ha sido tan acuciante como en la actualidad, debido al desarrollo de nuevas respuestas a las necesidades de los ciudadanos, como la aparición de la inteligencia artificial, que compromete las relaciones¹. De hecho, ya existen soluciones en este ámbito en los servicios públicos, etiquetadas de “humanas”, que no hacen más que utilizar un avatar realista.

En cuanto a la asistencia sanitaria, en particular la de enfermería, tradicionalmente más cercana a las personas porque mantiene contacto con los clientes las 24 horas del día, las circunstancias no han sido favorables, sobre todo por la escasez de personal y la consiguiente falta de tiempo y fatiga, la fragmentación de los cuidados o el aumento de las exigencias burocráticas y las progresivas presiones institucionales.

En oncología en particular, estas limitaciones tienen un mayor impacto en el destinatario de los cuidados, la persona enferma¹. Y esta especificidad tiene que ver con las connotaciones negativas que sigue teniendo la enfermedad, a saber, el sufrimiento, la desesperanza y la muerte. Se trata de personas muy vulnerables, muy afectadas por el diagnóstico médico y por estereotipos difíciles de desmitificar, pero también por un recorrido salud-enfermedad complejo e inquietante. Sin embargo, a pesar de que la persona con una enfermedad oncológica está muy presente en todos los sistemas sanitarios del mundo, el cáncer en general es una enfermedad crónica con una tasa de supervivencia cada vez más elevada.

Además, es necesario conocer mejor los atributos que componen el concepto de humanización. Es importante clarificarlos y reclamar un mayor esfuerzo para ponerlos en práctica por parte de los profesionales sanitarios, facilitando la docencia y la práctica clínica2. Sin menoscabo de otros, reflexionaremos sobre seis elementos constitutivos: a) comunicación; b) respeto; c) empatía; d) honestidad, e) confianza, y f) compasión1,3-9. La comunicación, como estrategia terapéutica, es uno de los elementos más importantes para que los cuidados sean humanos. Para ello es necesario volver a lo básico, al uso del lenguaje, a la capacidad de hablar de forma acogedora, de transmitir información clara y adecuada a la comprensión del interlocutor, de promover la percepción de su implicación en todo el proceso asistencial. La creación de entornos que garanticen la necesidad de los pacientes de compartir sus experiencias, ansiedades e inseguridades. La disposición de los profesionales sanitarios a escuchar atentamente, hablar de la enfermedad y responder a las preguntas, lo que puede hacerse mediante diferentes estrategias. Respetar significa tener en cuenta las creencias, la intimidad y las preferencias de la persona. El respeto a la dignidad humana puede expresarse en la amabilidad con la que se recibe a la persona, tratándola como quiere ser tratada y no de forma estandarizada. En tercer lugar, la empatía, que es la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Indica una comprensión del estado del paciente y del impacto que la enfermedad tiene en su vida, lo que ayuda a establecer relaciones terapéuticas más eficaces y a aumentar su satisfacción. La atención empática favorece la mejora del estado de ánimo y el bienestar mental y emocional de la persona. Cuarto y quinto son la honestidad y la confianza.

Establecer una comunicación y promover un comportamiento sincero aumenta el nivel de confianza de los pacientes en las enfermeras. La sinceridad, la armonía entre el lenguaje verbal y no verbal, la transparencia en toda la comunicación, aumentarán la confianza en la enfermera, potenciando la implicación del paciente. Prestar atención a las personas, saludarlas cuando se las conoce o tener una actitud afectuosa hacia ellas, infundirá en ellas mayor confianza para expresar sus dudas y manifestar sus sentimientos y emociones.

Por último, la compasión, que es una actitud espontánea, generosa y acogedora. Está al alcance de cualquiera y puede marcar la diferencia para bien. Esto puede incluir permitir la participación de los niños más pequeños, si así lo desean los padres, lo que también implica necesariamente la disponibilidad de las instituciones sanitarias.

Así pues, la humanización se caracteriza por ser una actitud, un conjunto de principios y prácticas dirigidos a cada persona y no algo que se aplique de la misma manera a todos. Se trata de atender a la persona teniendo en cuenta su contexto biopsicosocial y espiritual. La atención humanizada facilita el proceso de transición que atraviesa el paciente, aumenta la adherencia a los regímenes terapéuticos, la autoestima, la implicación en la toma de decisiones y la sensación de control sobre la enfermedad, y reduce el dolor, la ansiedad y el miedo, mejorando la adaptación a la enfermedad.

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  Artículo extraído de la tesis de máster: “Práticas do cuidado ao adolescente com obesidade na Atenção Primária à Saúde”, Universidade Federal do Rio Grande do Norte, Natal, RN, Brasil, 2022.

• CÓMO REFERIRSE A ESTE ARTÍCULO:

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Editor asociado: Dra. Luciana Kalinke

Fechas de Publicación

• Publicación en esta colección
  21 Jun 2024
• Fecha del número
  2024

Histórico

• Recibido
  24 Jul 2023
• Acepto
  05 Oct 2023