Ser la sal de la tierra: líderes de iglesias evangélicas en diálogo con el lesbianismo y la homosexualidad

Ser o sal da terra: líderes da igreja Evangélica em diálogo com o lesbianismo e a homossexualidade

Being the salt of the earth: evangelical church leaders in dialogue with lesbianism and homosexuality

Resumen:

Este artículo ahonda – desde una perspectiva sistémica y constructivista- en las prácticas y discursos de ocho líderes de iglesias evangélicas de diversas denominaciones, presentes en tres regiones de Chile, con posturas orientadas a la apertura e inclusión de lesbianas y homosexuales en estas iglesias. La recolección de información se realizó con el método bola de nieve y gracias a contactos de las autoras. Las categorías analizadas tienen relación con la experiencia de líderes con lesbianas y homosexuales al interior de sus iglesias, las problemáticas que surgen en la comunidad cristiana, los desafíos teológicos que representa esta experiencia y la identificación de pasos hacia una teología inclusiva en Chile.

Palabras clave:
Iglesia evangélica; Líderes; Teología inclusiva; Lesbianas; Homosexuales

Resumo:

Este artigo se aprofunda – de uma perspectiva sistêmica e construtivista – nas práticas e discursos de oito líderes de igrejas evangélicas de diferentes denominações, presentes em três regiões do Chile, com posições orientadas para a abertura e a inclusão de lésbicas e homossexuais nas igrejas que elas representam. A coleta de informações foi realizada pelo método bola de neve e graças aos contatos das autoras. As categorias analisadas estão relacionadas com a experiência de líderes com lésbicas e gays dentro de suas igrejas, os problemas que surgem na comunidade cristã, os desafios teológicos que esta experiência representa e, finalmente, a identificação de passos para uma teologia inclusiva no Chile.

Palavras-chave:
Igreja evangélica; Líderes; Teologia inclusiva; Lésbicas; Homossexuais

Abstract:

This article delves – from a systemic and constructivist perspective – into the practices and discourses of eight leaders of Evangelical churches of different denominations, present in three regions of Chile, with positions oriented to the openness and inclusion of lesbians and gay people in the churches they represent. The collection of information was carried out using the snowball method and thanks to the authors’ contacts. The categories analyzed are related to the experience of leaders with lesbian and gay people within their churches, the problems that arise in the Christian community, the theological challenges that this experience represents and finally the identification of steps towards an inclusive theology of sexual diversity.

Keywords:
Evangelical church; Leaders; Inclusive theology; Lesbian; Gay

Introducción

La iglesia evangélica en Chile constituye la segunda fuerza religiosa con mayor adhesión de quienes se declaran creyentes. Como cuerpo social, y para efecto de este artículo, se comprende como iglesia evangélica las distintas instituciones congregacionales herederas de la reforma protestante, asentadas en el territorio desde el siglo 19, tales como bautistas, metodistas, luteranos, entre otras, las que son consideradas como las iglesias protestantes históricas. Pero también es posible identificar dentro de las iglesias evangélicas aquellas congregaciones que son productos de un movimiento carismático de principios del siglo 20, y que dio lugar a nuevas congregaciones pentecostales dentro del territorio, pasando de ser una religión oprimida, silenciada y compuesta mayoritariamente por sectores populares, a tener actualmente representación política en el congreso nacional y gobiernos locales (Mansilla y Orellana 2018); figuras públicas; organizaciones no gubernamentales (ONGs); escuelas y centros de estudios teológicos.

En este contexto, el mundo evangélico se encuentra con cambios sociales como la creciente visibilidad y reconocimiento de derechos de lesbianas, gays, trans, bisexuales, intersexuales (LGTBI+); ante lo cual, lo más conocido en la opinión pública, es la postura de rechazo de las iglesias evangélicas, lo que contrasta con las sociedades democráticas que avanzan hacia la ampliación de derechos LGTBI+. A pesar de esto, existen otras posturas distintas al interior de las iglesias que acogen estos avances (Vaggione y Jones 2012).

Las transformaciones políticas y socioculturales de las últimas décadas en el continente, en conjunto con la participación en la economía y política capitalista global, han influido en los cambios del mundo religioso, promoviendo una mayor pluralidad (Jungblut 2014), a la vez que es posible observar que ante un proceso de globalización avanzado como el que vivimos, las religiones no sólo no han desaparecido, sino que en pleno siglo 21 incluso ha habido focos de re dogmatización (Vaggione y Jones 2012, 532) y resurgimiento de fundamentalismos religiosos (Bokser 2022), conviviendo con procesos de mayor autonomía identitaria de los individuos respecto a las tradiciones religiosas (Jungblut 2014).

Junto con una posición crítica ante la tesis de la secularización, este artículo también cuestiona la inmutabilidad de los sistemas de creencias, ya que estos son susceptibles a la comunicación con otros sistemas (Luhmann 2009), y a las presiones de un entorno cambiante, que puede llevar a que estos realicen de forma autónoma cambios en su propia disposición interna para ajustarse al contexto social en curso (Pace 2017, 352).

Algunos argumentos sobre la secularización weberiana señalan que esta se debe en gran medida al avance de la racionalidad y la individualización, que han llevado a un desencanto del mundo y a una disminución de la importancia de la religión en la vida cotidiana. Se afirma que hay un debilitamiento de la influencia de las instituciones religiosas en la política y en la regulación de la moral y los valores sociales, implicando también, un cambio en las estructuras familiares y en las relaciones de género. Esto no debe entenderse como que la religión desaparecerá por completo, sino que experimentará cambios significativos en su papel y significado en la sociedad moderna. Según Weber, la religión continuará existiendo, pero se adaptará a los nuevos contextos y se transformará en una fuerza más individualizada y personalizada (Weber 2003).

En este sentido, nos encontramos con los estudios sobre las modernidades y las secularizaciones múltiples que reconocen que la modernidad no es una entidad monolítica que abarca a todas las sociedades de la misma forma. Más bien, sostiene que diferentes sociedades y culturas experimentan y manifiestan la modernidad de diversas maneras, influenciadas por sus contextos históricos, sociales y culturales únicos. Esta perspectiva desafía la visión eurocéntrica de la modernidad como el estándar al que aspiran todas las sociedades y reconoce la existencia de múltiples caminos hacia la modernidad. Por su parte, la comprensión de la secularización como un proceso lineal se ha visto cuestionada por el reconocimiento de que diversas creencias y prácticas religiosas continúan prosperando y dando forma a las sociedades en todo el mundo, evidenciando formas de negociación entre religión y modernidad.

Eisenstadt (2000, 2003) considera que existen múltiples formas de modernidad en las culturas y sociedades, en contraposición a la visión eurocéntrica que considera al modelo occidental como el único válido. Y Casanova (2006), identifica tres modelos diferentes de secularización: el europeo continental, el angloamericano y el latinoamericano; cada uno con características propias y procesos específicos, lo que refuerza la idea de la diversidad y multiplicidad en el fenómeno de la secularización.

En este escenario cabe preguntarse cómo es el encuentro entre LH y las iglesias evangélicas, y si es posible pensar que, en Chile emerjan iglesias inclusivas que resuelvan la integración de grupos históricamente excluidos. Lo hacemos desde una postura más favorable a la pluralidad religiosa, y en crítica a la secularización europea.

Este artículo devela algunas variaciones del discurso de rechazo y estigma frente a la diversidad sexual, hacia prácticas de integración de LH al interior de iglesias evangélicas; lo que se observa en los análisis de 8 entrevistas en profundidad realizadas a líderes de iglesias evangélicas en Chile, de diversas denominaciones de la región Metropolitana, del Biobío y del Ñuble, durante los años 2021 y 2022. Se entrevistó a seis hombres y dos mujeres, siendo el requisito de inclusión en la muestra, ejercer el cargo de pastor/a, líder de algún ministerio, diácono/isa de alguna iglesia, o el reconocimiento como líder de opinión evangélico. Asimismo, se trabajó con líderes que estaban dispuestos a dialogar sobre el tema; en contraste a lo que suele mostrarse del mundo evangélico en Chile, en el espacio público como es el Congreso y la prensa, con una franca postura de rechazo a la homosexualidad³ por ello, fue un criterio de exclusión tener un discurso de negación o discriminación hacia la diversidad sexual, pues ahí no es posible el diálogo y porque esta postura ha tenido más visibilidad.⁴ Como la postura que tiende a pensar en la inclusión de LH en las iglesias, es relativamente reciente, nos interesa indagar en esta visión, para conocer qué cambios se están dando dentro del mundo evangélico como lo reflexiona Saravia.⁵ Para esto, se buscó a las personas por medio de la técnica bola de nieve y por contactos de las investigadoras que conocen el mundo evangélico. Sólo fueron incluidas conversaciones entorno a la experiencia con LH como una forma de profundizar en la realidad de las identidades sexuales más conocidas en la historia del mundo evangélico. Otras identidades sexuales están aún más tabuizadas, de modo que las iglesias podrían tener actitudes de mayor rechazo y han sido escasamente abordadas por estas. Por consiguiente, incluir otras identidades, implicaría un estudio específico con objetivos dirigidos a conocer qué sucede con las actitudes frente a nuevas identidades sexuales y de género. Asimismo, no se consideró incluir simultáneamente las posturas de rechazo a LH, pues esto hubiese expandido demasiado el tema de investigación.

En Chile, al 2019 existían 3819 entidades religiosas, de las cuales un 90% serían evangélicas, según el registro oficial de la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos dependiente del Ministerio Secretaría General de la Presidencia.⁶ Por tratarse de un estudio cualitativo, no fue de nuestro interés acceder a una gran cantidad de personas a entrevistar y por ello fueron contactadas 8 personas pertenecientes a 8 iglesias, cumpliendo con el criterio de saturación teórica. Al tratarse de una investigación cualitativa, lo que se busca es profundizar en el fenómeno en cuestión y no cuantificar o generalizar datos a partir de una muestra significativa de personas que participan del estudio, como sería en el caso de un estudio cuantitativo. El análisis se realizó inspirado en la teoría fundamentada y con una perspectiva sistémica (Luhmann 2009), constructivista (Berger 2016), con base epistemológica en el conocimiento situado (Haraway 1991).

Antecedentes

Teologías e iglesias inclusivas

Desde la perspectiva del pluralismo religioso, además del cuestionamiento a la secularización, se entiende que las formas modernas de religiosidad implican cambios en la subjetividad de las personas, en tanto se subvierte la condición de que la religión es algo que está dado por sentado en la conciencia, abriendo la posibilidad de debilitar la concepción de la religión como una cuestión subjetivamente consensuada e inamovible (Berger 2005), lo cual es coherente con la perspectiva sistémica de la religión, que sostiene que el sistema religioso se caracteriza por ser cambiante en procesos constantes de movilidad y diferenciación (Pace 2017).

Peter Berger (2005; 2016) plantea el hecho de que hoy en día, las personas religiosas están relacionadas con otras que no dan por sentado lo que tradicionalmente se daba por tal. El debate constante con diversos sectores de la sociedad impulsa a los creyentes a revisar y reflexionar sobre los supuestos que constituyen su tradición religiosa y esto genera como consecuencia la elección y el posicionamiento sobre diversos temas. Las personas escogen y esto es tremendamente diferente a una religiosidad que se limita a creer en algo que se da por sentado.

A la luz del pluralismo religioso y las variaciones en el sistema de creencias, se puede analizar el fenómeno de la integración de la comunidad LGTBI+ en las iglesias evangélicas, que tiene como una de sus consecuencias el origen de iglesias inclusivas. Podríamos afirmar que la teología inclusiva, inaugura un nuevo ecumenismo de carácter integrativo, una teología que incluye a LH en su espiritualidad y hermenéutica, y que saca del secreto a la sexualidad, para convertirla en un elemento central de su práctica religiosa. Integra a todo el mundo, incluso a heterosexuales, en un horizonte de inclusión total (Bárcenas 2014; Musskopf 2013; Jesus 2008).

Si observamos cómo se ha dado en otros países el proceso de integración entre religión y diversidad sexual, podemos mencionar la publicación en 1955 en Inglaterra del libro Homosexualidad y la Tradición Cristiana Occidental; cinco años más tarde, en Estados Unidos, se publicó Cristo y el Homosexual, y su autor fue el primer clérigo en apoyar el matrimonio homosexual y en proponer a la iglesia la inclusión de la comunidad LGTBI+. En 1968, surgió en California la ICM (Metropolitan Community Church), ante la necesidad de buscar reconocimiento de la diversidad sexual dentro del campo religioso cristiano. Mientras tanto en Brasil, el primer grupo cristiano ocupado de la teología inclusiva surgió en 1985 en Salvador de Bahía y se denominó Asociación Cristiana Homosexual de Brasil (Guimarães 2017).

Sobre todo, desde la década de 1990, van surgiendo cuestionamientos sobre la inclusión de LH en espacios religiosos, así como reflexiones teológicas (Natividade 2010). Este surgimiento de comunidades religiosas LGTBI+ en América Latina, simboliza y significa todo un cambio cultural, sobre todo, porque persiste el prejuicio contra la comunidad LGTBI+ en el ámbito religioso cristiano, al sostener ideas bíblicas que condenan cualquier expresión no heterosexual. Estos argumentos se han transversalizado en la sociedad, y las declaraciones prejuiciosas casi siempre se basan en citas bíblicas que afirmarían que la homosexualidad no sólo es un pecado, sino también algo antinatural (Musskopf 2013; Guimarães 2017).

Es la teoría feminista la que en gran medida inspira a las teologías inclusivas: teología queer, teología gay, lesbian theology (Jesus 2008; Musskopf 2013). Estas proponen una ética sexual nueva, que no busca ni comprende la sexualidad como una experiencia reproductiva y heterosexual, sino como un valor humano en su integridad que se centra en la autonomía relacional sexual, en el apoyo mutuo, en la intimidad. Sobre todo, porque la teología gay y lésbica, pone en el centro la sexualidad, otorga un valor central a la feminidad en la experiencia religiosa y propone concepciones diferentes de lo masculino y lo femenino (Jesus 2012). También surge la teología indecente de Althaus-Reid (2005) que propone una teología política sexual, que "sale del clóset", que asume que es una ideología sexual, un acto sexual; pues la teología nunca es neutra sexualmente.

Como podemos constatar, integrar una mirada gay y/o lésbica a la teología se ha venido trabajando hace ya algunas décadas y ofrece reflexiones, interpretaciones bíblicas y posturas teológicas favorecedoras de una inclusión de LH que van proponiendo miradas que permiten dialogar entre diversidad sexual y religión. (Osma 2019, Althaus-Reid 2005, Musskopf 2013; 2021)

La afirmación positiva de la existencia de LH cristianos y el sistema de creencias evangélico estructurado tradicionalmente en oposición de esta existencia, propone un escenario complejo de relaciones y hace inevitable la auto-observación de la iglesia y con ello la redefinición de sus diferencias. Es así como se da lugar a procesos de diferenciación externa en diálogo con otros sistemas y también interna, materializado en el diálogo entre las diferentes denominaciones, entre pastores, entre congregaciones y entre fieles. A partir de la diferenciación interna, ocurren procesos de reflexión, fundamentales para resolver la relación consigo mismo (Luhmann 2009). En esta línea, las iglesias inclusivas vendrían a descomplejizar la relación individuo/sociedad en alineación con ciertos avances en los derechos sexuales y libertades individuales. A su vez, crean la posibilidad del cristianismo inclusivo, en el cual reside una posible transformación del sentido religioso, que puede cambiar o ampliar los significados de la sexualidad en la iglesia evangélica y con ello el del pecado y lo prohibido; aunque vale la pena considerar que existirían diferentes tipos de iglesias inclusivas⁷.

Cabe recalcar que en la disputa de sentido o hermenéutica de la inclusión de LH en las iglesias evangélicas, hay posturas divergentes. Dentro de las religiones, generalmente hay diferentes interpretaciones que caracterizan a determinados grupos o clases sociales al interior de la iglesia (Dianteill y Löwy 2009, 70) que pueden identificarse como mayoritarios o minoritarios en relación con los grados de adhesión a las normas establecidas; el desfase entre los grados de adhesión generará un conflicto que representa un potencial de cambio (Moscovici 1996). En términos generales la corriente de la teología inclusiva es aún una fuerza minoritaria en Chile o bien una reflexión teológica "desde abajo" que compite con una reflexión "desde arriba" (Luhmann 2009, 228) que representa a la norma establecida o el discurso dominante en la iglesia evangélica. A pesar de lo anterior una minoría coherente y activa logra influir en la mayoría obligando a considerar su punto de vista y ser respetadas (Moscovici 1996).

Resultados y discusión

Experiencia con lesbianas y homosexuales al interior de la iglesia

En coherencia con los antecedentes, la totalidad de los y las líderes entrevistados, reconocen la existencia de LH al interior de la iglesia, no solo en la actualidad, sino que también desde hace décadas. Este dato resulta relevante, pues esta experiencia es el punto de inflexión en la decisión ante la problemática de incluir/excluir, pues instala el cuestionamiento en estos líderes que están en un camino de pensar y discutir estos temas, como lo hemos señalado en la introducción.

Los casos conocidos por estos son de diversa índole: historias, relatos, rumores acerca de personas que participan en la iglesia, hasta casos con relación directa como familiares o personas que se han acercado a ellos y ellas, y han expresado su orientación sexual; la mayoría de las veces buscando consejería y apoyo para seguir siendo parte de la iglesia y a pesar del estigma, tener un lugar como creyentes. Uno de los líderes pentecostales nos señala:

[…] a mí se me ocurrió decir ‘como no tengo posibilidad de tratar de que ciertos temas me los digan, creé una encuesta’… puse muchos tópicos tabúes de la Iglesia, y espacios para que ellos se descargaran y dijeran todas sus críticas a la Iglesia. […] ahí aparecieron varios que confesaron que eran homosexuales […] yo nunca les dije nada, hasta que ellos se me acercaron… yo les di mi respaldo, no tanto teológico, como humano. (Líder hombre pentecostal 1).

Lo anterior, expresa que en el conflicto entre LH que quieren pertenecer a la iglesia y el abordaje de la homosexualidad y lesbianismo de parte de la institución, LH necesitan hablar de su orientación sexual y buscan ser aceptados, sin embargo, queda en manos de la iglesia y la comunidad resolver si son o no integrados en el seno de la congregación, como veremos luego.

Si bien, los antecedentes expuestos al inicio de este artículo nos muestran que el discurso más conocido de las iglesias evangélicas es de rechazo a LH, en lo concreto, vemos a líderes que tensionan con sus prácticas este discurso conservador. No llegan a ser del todo abiertos; se despliegan posturas intermedias, en proceso de elaboración. Como el caso del Líder hombre pentecostal 2 que nos cuenta lo siguiente:

- Yo tuve la experiencia de un chico, que lamentablemente falleció, tenía VIH… la iglesia no estaba preparada para acompañar, … no tenemos la capacidad teológica, ni pastoral, ni la capacidad moral incluso para abordar de buena forma y dar una respuesta apropiada…mi experiencia fue un fracaso rotundo.

Es la presencia y participación de LH visibles en la iglesia -especialmente de generaciones más jóvenes- y la relación con líderes y personas de la congregación, lo que plantea la necesidad de profundizar la búsqueda de respuestas para un encuentro o diálogo posible. Esta búsqueda se resuelve en primer lugar mediante el diálogo, también con estudios teológicos, nuevas interpretaciones bíblicas y sobre todo la afirmación de la existencia de LH dentro de la comunidad evangélica como vemos ocurre en el siguiente caso, con un pastor que tiene formación teológica y experiencias familiares de lesbianismo:

Vengo de un retiro con los adolescentes de la iglesia, 30 adolescentes, y uno de ellos dijo que era homosexual frente a todos y todos los demás así como "ya, bacán y sigamos"… para él había sido un tema y lo estaba guardando, yo le dije "mira, cuando sientas de Dios decirlo, dilo", se lo dijo al resto de los adolescentes, adolescentes de 18 años para abajo y fue como "ah, ya, bacán, bien por ti, sigamos el retiro", así como no fue tema, no fue drama. (pastor bautista).

El dilema de la Congregación

Una congregación es un grupo de personas que comparten una tradición religiosa, y son parte de la estructura religiosa. Ante la convivencia con LH cristianos, esta grupalidad abre la discusión sobre la posibilidad de la inclusión.

Es en la relación con la congregación donde la existencia de LH es vista como un tema de abordaje colectivo, no obstante, es distinto lo que se dice en un culto mediado por la jerarquía eclesial, a lo que emerge en una conversación informal o de grupos horizontales dentro de la congregación. En el culto, el discurso del pastor es casi siempre desde una teología heterosexual y tiende a la condena de la homosexualidad. No obstante, se afirma que el diálogo en grupos pequeños da lugar a conversaciones con menos prejuicios y es ahí donde emergen cuestionamientos a la política sexual de la iglesia evangélica.

[…] a mí me funciona bastante los diálogos de pasillo … y puedes plantear tu opinión, no la opinión de la Iglesia […] pero no pararme desde la charla de café que hago los sábados y decir "vamos a hablar de lesbianismo, ¿qué piensan ustedes?" […] el problema de eso que no solo me arriesgo yo, sino el liderazgo de mi esposo. (Líder mujer Alianza Cristiana y Misionera).

Los discursos de los líderes propenden a enunciar como dificultad para la integración de LH, el temor a la opinión de las personas que ostentan mayor poder de decisión dentro de las iglesias, como pueden ser otros líderes, ancianos/as, personas que diezman; que en este estudio son las que sostienen discursos y prácticas más conservadoras, por tanto, más excluyentes de la participación en igualdad de LH y sería un inminente conflicto plantear la inclusión de estos.

[…] alguna vez yo estuve aprendiendo a tocar violín y el chico que me enseñó es homosexual… cuando él cuenta abiertamente que es homosexual recuerdo con harta rabia…con harta frustración … porque la iglesia reaccionó súper mal … se supo en toda la iglesia, que fue tema entre pastores, en reuniones escondidas, pero nunca se conversó abiertamente en la iglesia, pero sí todos y todas sabían. Él dejó de ir a la iglesia, le cortaron el saludo, lo trataron súper mal, se habló súper mal desde el púlpito también, de los homosexuales, de las lesbianas […]. (Líder mujer Bautista).

Reconocen que hay iglesias donde la lectura teológica que hacen es contraria a una participación natural de LH en la vida eclesial. Estas iglesias se aferran al dogma de que la heterosexualidad es el diseño de Dios y que esto permite la construcción de la familia, tal como ellos la conocen. No se pone en cuestión que la biblia es un libro sujeto a traducciones que no son neutras, que son culturales y que también están sujetas a un tiempo que no es el actual, por lo tanto, requiere de una actualización a los tiempos que vivimos. Esto no siempre se hace de una manera que favorezca la integración de personas tradicionalmente excluidas, pues es frenado por el dogma o una creencia rígida:

"[…] hay dogmas que son incuestionables…para cuestionar esos dogmas son muchos más lentos los procesos que cambiar alguna cosa organizacional y todo … Cuando es un tema de dogma, yo creo que la Iglesia corre el riesgo de tener ciertas crisis […]" (Líder mujer Alianza Cristiana y Misionera).

Ambigüedad teológica

Usamos el concepto de ambiguo, pues observamos que las posturas de estos líderes frente a la homosexualidad es una en la que se puede admitir más de una interpretación y, por tanto, carece de precisión (Musskopf 2008). No hay certezas teológicas, doctrinales y/o bíblicas para enfrentar la realidad del mundo lésbico y homosexual al interior de las iglesias. Por ello, hay una tendencia a aceptar a la humana/o que es LH, pero con una sospecha y duda de admitirlo dentro de las iglesias como integrante totalmente legítimo.

Todos los y las líderes participantes de este estudio, presentan disposición al encuentro frente a LH, es decir, no tienen una postura a priori de rechazo hacia estas identidades. Sin embargo, a la hora de pensar en que la iglesia acepte a LH como parte de sus comunidades y congregaciones, surgen más dudas que certezas en la mayoría de ellos. De modo que, por un lado, enfrentan la tendencia a aceptarles como humanas/os, pero en lo teológico cuentan con pocas certezas sobre cómo abordar esta realidad.

Principalmente porque las congregaciones y algunos de estos líderes sospechan o no terminan de sentirse seguros de que la homosexualidad no es un pecado, de modo que no podrían tener una actitud completamente abierta.

"Si no fuera pecado, si yo tuviera esa convicción interna, o sea, me sacaría este peso, pero la verdad es que me cuestiono si es pecado o no […], o sea, ni siquiera tengo esa certeza (Líder mujer Alianza Cristiana y Misionera).

Es la ambigüedad como categoría epistemológica, la que aparece acá, según lo entiende Musskopf (2008), que abre caminos, nuevas conversaciones que se salgan de lo hegemónico, especialmente en lo que a sexualidad se refiere.

La pregunta sobre el pecado es recurrente y relevante en las personas entrevistadas; es parte de su doctrina y esquema moral cristiano-evangélico (Luhmann 2009, 221) pero, también saben que sería pecado condenar, juzgar, discriminar o rechazar el acceso a Dios a LH. Los pecados de la sexualidad en la iglesia evangélica suelen ser vistos con mayor sanción: embarazos fuera del matrimonio, fornicación, adulterio han sido históricos comportamientos criticados por la iglesia, aunque no por eso ausentes. Por su parte, algunos líderes señalan que el abuso sexual infantil e incesto lamentablemente siguen siendo silenciados y se encuentran menos problematizados, en comparación con la homosexualidad. Sin embargo, las iglesias continúan en su misión de salvación, pues al mismo tiempo reconocen que nadie está libre de ser pecador.

La ambigüedad se produce por la falta de certezas teológicas, ya que la Biblia, como principal libro guía de la religión, no hace referencia a la homosexualidad de manera explícita. Sólo existen interpretaciones bíblicas de rechazo, que se amparan en algunos versículos que supuestamente condenarían la homosexualidad. Por otra parte, las interpretaciones bíblicas favorables a la integración de LH a las iglesias, son menos conocidas. Por consiguiente, lo que enfrentan las iglesias es una inexistencia de contenido bíblico que les diga qué hacer o cómo actuar.

Hermenéutica bíblica para una teología inclusiva

El ejercicio de la interpretación bíblica y teológica permite abrir caminos a la aceptación de LH, ya que surgen argumentos que amparan su existencia dentro de las comunidades cristianas. Si bien no todas las personas cuentan con argumentos que consideren sólidos de los cuales aferrarse para difundir en sus congregaciones, reconocen que son débiles los argumentos en contra de la participación de LH dentro de sus iglesias.

Resulta interesante que reconozcan que – a medida que los tiempos cambian – las ideas de las iglesias también. Esto es percibido en comparación con la sociedad civil en general y la ampliación de derechos individuales o específicamente en el ámbito de derechos sexuales y reproductivos, que sin duda influyen en quienes son parte de la iglesia (Vaggione y Jones 2013). El divorcio, la maternidad fuera del matrimonio, eran actos reprochables y considerados pecado (lo sigue siendo en varias doctrinas), pero hoy perciben que se condena con poca frecuencia y menos fuerza que en décadas anteriores. Es por esta razón, que se tiende a creer que, para las actuales y próximas generaciones, el asunto de la homosexualidad dentro de las iglesias no será un tema amenazante. "[…] va a ser algo generacional. […] yo creo que cuando yo sea pastor principal […] y yo tenga 50 años no va a ser tema" (pastor bautista).

Estos líderes han resuelto sus dudas con otras – nuevas reflexiones, tales como:

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  Si se trata de pecado, hay pecados que son graves, pero no se les da la misma importancia que se le otorga a la homosexualidad: abuso sexual infantil, homicidios, violación, entre otros. Esto generó inquietud en estos líderes que los llevaron a reflexiones críticas sobre el uso del argumento del pecado.

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  Si es pecado la homosexualidad, es igual que muchos pecados que se cometen a diario; las LH son tan pecadores como cualquier persona. Desmitifican que hay pecados más graves que otros.

Este argumento se presenta como una transición hacia ideas liberadas del argumento del pecado. En este sentido, algunos aportan a la construcción de una narrativa que naturaliza la homosexualidad o el lesbianismo, con ideas como que "está bien ser homosexual", o "son personas iguales a cualquier otra"; es decir, se integra a la LH, intentando sacarla del lugar de enferma, poseída o pecadora. Aquí podemos ver coincidencias en cómo se van desarrollando argumentos que podrían derivar en una integración de elementos de las teologías gays y lesbianas (Stuart 2017).

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  También aparece como elemento relevante la proximidad a la figura de Jesús, quien- señalan – nunca se refirió a la homosexualidad, pues para él eran importantes otros asuntos: amar al prójimo (que incluye al homosexual), las injusticias y también la idea de que Dios nos ama por gracia, es decir, ama incondicionalmente a las personas, pecadoras o no. "[…] es una teología de la gracia, que en el fondo es una iglesia realista respecto del pecado, no idealista como la iglesia de la santificación. […] el ser humano es amado por Dios y el amor de Dios por la humanidad es incondicional" (pastor luterano).

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  Por tanto, se respaldan en la ética de Jesús, que anduvo entre los oprimidos y que acogió a los marginados, que estuvo con los condenados de la época y les liberó. Se ubican desde la creencia de un Jesucristo que estuvo en contra de las injusticias de la época. Esta es la ética del reino, es decir, se basan más en el nuevo testamento, donde se resalta el mandamiento de amar a tu prójimo como a ti mismo y que representan el punto de partida de sus interpretaciones teológicas.

La mayoría de estos líderes optan por la inclusión, de acuerdo con la conciencia de libertad religiosa con la que cuentan, a pesar de que puedan ser minoría en sus iglesias, tal como son las minorías sexuales, advierten. Es por ello, que no siempre toman con seguridad una actitud de promoción de la integración de LH dentro de sus iglesias, pero sí les liberan de culpas, acogen a los que se han acercado a pedirles consejo, a la vez que cuestionan prácticas dentro de la iglesia que revictimizan o profundizan la identificación con el pecado y por ende con el odio a sí mismos. "[…] yo no le podría negar a alguien que quiera acercarse a la iglesia declarándome o confesándome su orientación sexual, no, no […]" (Pastor Pentecostal).

Considerando que las interpretaciones bíblicas son múltiples, les parece que finalmente la interpretación es una decisión personal y una responsabilidad. En general, los/as líderes tienen temor de tomar una postura; sin embargo, también reconocen que es necesario escuchar las experiencias de LH para atenderles y conocer el lugar que les dan en sus iglesias. Se encuentran muchas veces en un lugar de ambigüedad y pluralidad de ideas, que según Musskopf (2008) serían precursores de una eventual o futura teología gay y especialmente queer.

En cuanto a las acciones inclusivas concretas, se mencionan con mayor frecuencia el diálogo con LH, proponer conversaciones con grupos pequeños o dentro de un culto, lo que es menos frecuente y se desea en un futuro cercano, hablar en el ámbito público como un culto u otras instancias. Hablar, es visto como la primera estrategia para educarse y conocer la opinión de las personas. Lo anterior, deja ver que el tabú sobre el tema es algo que ha caracterizado el abordaje de la homosexualidad y el lesbianismo, y es por lo mismo que algo tan sencillo como hablarlo, puede significar una acción relevante para el cambio. "Tenemos un poco de temor a ir a este bosque que no tiene camino y que se ve como un bosque grande sin final, sin huellas, sin camino […]" (pastor pentecostal).

En cuanto a las proyecciones para aportar a la construcción de espacios religiosos inclusivos, se plantea en varias entrevistas la importancia de tomar posición de manera visible, comunicar y explicitar que existen iglesias abiertas a la convivencia con LH, de esta manera congregar y no aislar a quienes buscan un lugar en las iglesias evangélicas. En este marco, según la experiencia de las personas entrevistadas, es fundamental incentivar el estudio y discusión teológica sobre el tema, reconociendo que es necesario cambiar la declaración de fe para cambiar la disposición hacia LH dentro de las iglesias. Cuestiones coincidentes en cómo se ha dado el desarrollo de las teologías inclusivas en América Latina, con grupos religiosos LGTBI y personas haciendo teorías y teologías gays, que por cierto han contribuido a la desestabilización del orden religioso-sexual hegemónico (Musskopf 2008).

Conclusiones

La relación entre religión y homosexualidad/lesbianismo no siempre se ha caracterizado por el conflicto sin solución, el quiebre o la distancia. De hecho, han sido los mismos grupos de la comunidad LGTBI+ los que han buscado un cierto pluralismo que ha permitido mellar la imagen que instala a la religión como opositora a las personas LH. Religión y sexualidad constituyen dimensiones centrales de las democracias actuales que se hacen parte de discusiones políticas y legislativas (Vaggione y Jones 2012), haciéndose relevantes a nivel social en general, para creyentes y no creyentes.

Las personas eligen ser parte del sistema religioso y sus comunicaciones, sin embargo, la religión define lo que se puede o no se puede hacer, no obstante, el sistema religioso define sus diferencias en diálogo con la sociedad que entrega posibilidades para redefinirse (Luhmann 2009).

La iglesia como institución, cuenta con una organización, jerarquías y roles oficiales, pero también liderazgos innatos. Las y los líderes que formaron parte de este estudio, son personas que influyen en sus comunidades, y que, al encontrarse más cerca de los laicos, suelen tener un acercamiento cotidiano a estos, sus problemas e inquietudes.

Por eso nos interesó saber cuál ha sido su experiencia con LH en las iglesias. Y logramos ver que la apertura e inclusión está presente en estos 8 líderes, que se ven enfrentados al discurso oficial de las iglesias, versus la realidad de la participación de LH en las iglesias. Por eso, en la esfera privada se percibe mayor flexibilidad y posibilidad de contravenir esta imagen pública conservadora e intolerante. Lo anterior habla de un estado actual de ambigüedad teológica respecto a la inclusión de LH, que existe por la falta de certezas teológicas. Los 4 o 5 versículos bíblicos que suelen ser usados para justificar el rechazo a la homosexualidad en las iglesias evangélicas, no son suficientes para continuar argumentando el rechazo; haciendo evidente la necesidad de formación teológica de suficiente contenido para tomar una postura plausible.

Dentro de este orden de elementos, el debate entre la inclusión y exclusión de la homosexualidad en la iglesia es visto como un tema de gran complejidad, dado que representa el temor al desencadenamiento de un conflicto, cuyo desenlace se relaciona con una crisis, incluso la división de una congregación que no pueda conciliar posturas contrarias en este tema; sin embargo, estos dilemas pueden advertir una crisis, pero por sobre todo una potente actualización del sentido religioso.

Estos líderes, algunos con dudas y otros con certezas teológicas, están abriendo caminos a nuevas generaciones de LH que están inmersos en sus iglesias; y que siempre han sido parte, pero silenciando, negando o escondiendo su identidad sexual.

Conociendo la experiencia de estas 8 personas que, desde sus lugares de líderes sociales e institucionales, abren su comprensión teológica y humana para la futura y presente integración honesta de LH en las iglesias; podemos inferir que la iglesia evangélica enfrenta un período donde sus líderes son "la sal de la tierra", en el sentido de que están asumiendo esta responsabilidad social de abrir fronteras en sus congregaciones. Pero no sólo líderes, sino que las mismas LH están reconociendo su identidad dentro de las iglesias, especialmente los más jóvenes. La integración de LH al mundo evangélico es una realidad. Ahora sólo queda que la institución religiosa acepte que esto ya es parte de su mundo. Que no siga en el "pecado" de la negación, la mentira o el rechazo a determinadas personas, por no cumplir con supuestas condiciones santas que les han dejado en el exilio eclesiástico.

Asumir la verdad, reconociendo la amplia diversidad de identidades sexuales que existen dentro de las congregaciones, es un acto de justicia para todas aquellas que se han silenciado para no desarmar el estatus quo de una política sexual evangélica heterosexualmente obligada, pero también mentirosa. Con esta política sexual, han sido responsables de la marginación de aquellos que fueron exiliados de sus iglesias. Han condenado al silenciamiento no solo de la identidad sexual, sino también del vih-sida, y de una serie de problemas de salud mental que han llegado hasta el suicido.

Asumir que la iglesia es un espacio sexual puede ser una oportunidad para integrar todos los aspectos de lo humano en la vida religiosa, que es lo más justo, verdadero y sagrado que pueden hacer, si desean seguir siendo refugio espiritual. Algo similar ocurrió hace algunas décadas (y sigue sucediendo) con la participación de mujeres en la jerarquía administrativa, política y espiritual de las iglesias. No fue ni ha sido un camino fácil, pero hoy en día son pocas las iglesias que se niegan a reconocer a las mujeres como personas idóneas para participar en todas las instancias eclesiásticas. No será muy distinto con LH. Asumirlo institucionalmente, será un acto de redención espiritual e institucional, que permitirá una nueva etapa en la iglesia evangélica donde LH serán nuevos actores que renovarán el mundo religioso para el siglo 21.

• 3
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• 7
  Iglesia inclusiva es un concepto que hace referencia a distintos tipos de iglesias: que acogen a personas de la diversidad sexual, que no discriminan por razones de sexualidades; están las iglesias gays o iglesias para el público LGTBI y también iglesias que incluyen a homosexuales. Es un término relativamente reciente y con discusiones en proceso (Jesus 2012).
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Fechas de Publicación

• Publicación en esta colección
  02 Ago 2024
• Fecha del número
  Jan-Dec 2024

Histórico

• Recibido
  15 Dic 2022
• Acepto
  30 Oct 2023
• Publicado
  13 Jun 2024