Sociología de la Salud: Chile 2008-2015 es resultado de un trabajo que recopila varios años de investigación sociológica en la Universidad de Valparaíso (Chile) en materias de salud. Proyecto liderado por Jorge Chuaqui, Sociólogo (Universidad de Chile) y Doctor en Ciencias Humanas (Universidad de Poznan, Polonia), quien es investigador del Instituto de Sociología y coordinador del Programa de Salud del Centro de Investigaciones Sociológicas de la misma universidad. Bajo su dirección, se dan a conocer los resultados de nueve investigaciones empíricas y originales que, desde una perspectiva sociológica, tienen la virtud de relacionar prácticas y técnicas propias de la medicina, con análisis sobre aspectos sociales, valóricos y éticos.
Las temáticas presentes, que contribuyen al robustecimiento del desarrollo de una sociología de la salud propia de América Latina, son principalmente la salud mental y los problemas de exclusión y estigma que padecen aquellos que son diagnosticados con esta enfermedad. Se suman también un abanico de casos diferentes entre sí, que discuten sobre las dimensiones socioculturales de la salud, entre ellos nos encontramos con el papel de los profesionales en su labor terapéutica, tipos de terapias predominantes, perspectivas sociales sobre enfermedades, rol de las familias, donación de órganos, tendencias de autoagresión, sistemas de salud, entre otros.
La articulación de los nueve trabajos presentados se configura a partir de perspectivas teóricas y metodológicas que privilegian el lugar del sujeto como centro de análisis; cuestión que diferencia la perspectiva predominante de este libro de aquellas que se enmarcan en las corrientes estructural-funcionalista de Merton y Parsons y también de las de tipo marxistas. Si bien se reconoce que cada persona es producto de una estructura social, se hace énfasis en que cada sujeto -como actor- es capaz de reaccionar frente a esa estructura. Se trata de un discurso que además de crítico resulta alentador, al considerar que a pesar de estar presente en un proyecto socioeconómico, sociopolítico y cultural determinado, eso no significa que los sujetos son incapaces de realizar algún cambio al respecto. Estamos frente a un libro que a partir de una escala humana, cuenta con conclusiones de interés para quienes están preocupados en mejorar la atención profesional, institucional y pública de la salud tanto en Chile, como en América Latina.
El trabajo está organizado a partir de dos grandes temáticas. La primera, consta de cuatro artículos que tienen como eje principal la salud mental. El primer capítulo de este grupo, hace énfasis sobre la exclusión y discapacidad psíquica de personas con esquizofrenia, donde las instituciones tienden a reforzar la sobreprotección y el rol del enfermo en vez de generar las herramientas para su autonomía económica y para el despliegue de sus propios intereses. Se propone conceptualmente la consideración de la realización personal de los individuos en vez de una adaptación social, incluyendo una perspectiva ética de la inclusión y a su vez, como "un corolario de todos los derechos" (p. 39).
El segundo artículo aborda el tema de familias que tienen en su núcleo algún miembro con trastorno de personalidad severo, donde es visible un quiebre en términos de salud, economía y vínculos sociales. Aunque en Chile existe un modelo comunitario para las personas con este tipo de trastornos -distinto a las instituciones psiquiátricas aisladoras-, el modelo actual tiende a responsabilizar la contención biopsicosocial en términos privados e individuales, que se traduce en una presión familiar que es un catalizador de la disolución de los vínculos internos.
Un tercer artículo analiza el rol terapéutico de la red social para el caso de personas diagnosticadas con esquizofrenia. La red social, entendida como primaria -familiar, de contención emocional y afectiva-, y secundaria -extrafamiliar-. Se concluye en el capítulo que, a pesar de la importancia de la primera red es fundamental fortalecer la red social secundaria, pues es allí donde se generan las oportunidades concretas para la participación y la reinserción laboral de personas diagnosticadas con en esta enfermedad.
El cuarto artículo, y último de este apartado, razona en términos metodológicos sobre el devaluado e incluso invisible discurso de las personas que padecen alguna enfermedad mental, pues poseen una opinión socialmente desvalorizada. Este asunto se refleja en las instituciones y los profesionales encargados de su tratamiento, quienes ponen trabas para el desarrollo de investigaciones que consideren el punto de vista de estas personas. Se enfatiza que se trata de decisiones profesionales que sobrepasan un cuidado terapéutico.
Por su parte, el segundo grupo de estudios presenta reflexiones sobre las distintas dimensiones socioculturales de la salud. La primera investigación de esta sección aborda un estudio cualitativo sobre la autoagresión corporal en jóvenes entre 14 y 18 años, que innova en métodos de recolección de datos, pues además de los clásicos análisis sobre subjetividad individual también se realiza una "etnografía virtual" (p. 160), que en conjunto con las entrevistas logran caracterizar una práctica en sus significados individuales y colectivos.
La siguiente investigación analiza la donación de órganos en relación con el miedo a la muerte, los imaginarios sociales sobre el cuerpo, aspectos valóricos y éticos, como también se hace notar el desconocimiento que existe sobre las características de la muerte encefálica, convirtiéndose en un elemento crucial a la hora de decidir sobre donar o no donar órganos, pues el límite entre vivir y morir no están del todo claros para los participantes de esta investigación.
Luego, los artículos restantes analizan principalmente a los profesionales: médicos, enfermeras y químicos farmacéuticos, respecto a sus aportes en las decisiones gubernamentales en el campo de la salud, la complejización de sus saberes tecnocientíficos, y también se destaca el discurso técnico que en sí mismo no sería neutral, pues está permeado de representaciones sociales, donde se intercalan los intereses de los profesionales con el de las instituciones que los emplean, un éxito medido en términos individuales, y racionalidades pecuniarias por sobre sanitarias.
A pesar de los años de investigación que recopila el libro de Chuaqui, no se trata de una obra culmen respecto al desarrollo de la sociología de la salud en Chile, por el contrario, es un aporte a un área de investigación en pleno desarrollo en este país y en América Latina. Sin embargo, el libro es capaz de entregar elementos teóricos y metodológicos que motivan a seguir investigando en el área y, sin duda, el mismo editor es uno de los autores latinoamericanos que más le ha aportado a esta misma. Último punto que ya convierte este trabajo en una referencia bibliográfica de interés para aquellos inclinados a realizar investigaciones empíricas en torno a estas temáticas, tanto desde las ciencias sociales, como desde las disciplinas relacionadas directamente con la salud.
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2016