Resumen
Siguiendo una escena del atletismo en los Juegos Olímpicos de 2016, en Río de Janeiro, escudriñaremos relaciones institucionales, científicas y morales que permean la regulación deportiva de la elegibilidad femenina en alto rendimiento, acompañando las imbricaciones multisituadas de la categoría integridad. En este contexto analizado, el cuerpo sexuado aparece como un lugar privilegiado de inscripción social, especialmente el cuerpo femenino que presenta alguna variante de intersexualidad. Seguiremos parte de esta experiencia deportiva, que supuso la victoria de la sudafricana Caster Semenya en los 800 metros femeninos, con el objetivo de comprender un modo particular y eficaz de gestión de los cuerpos y las poblaciones en la vida contemporánea. Utilizando cada vez más recursos técnicos y conocimientos hormonales, sin abandonar memorias y estrategias de un pasado colonial, las entidades deportivas legitiman o debilitan a las atletas para proteger la categoría femenina. Con ello, trazan los propios limites que estos cuerpos - sexuados y atléticos - logran para pertenecer al movimiento olímpico, materializar virilidad y visibilizar la masculinidad femenina.
Palabras clave:
Integridad; Intersexualidad; Regulación deportiva; Virilidad; Masculinidad femenina