Open-access Historia e investigación social cualitativa: reflexiones en torno de la historia comparada y la historia de vida

History and social qualitative research: reflections on comparative history and life history

Resumen

Este ensayo teórico tiene el objetivo de reflexionar, desde una perspectiva brasileña, sobre el uso del método histórico en las ciencias sociales en general, y en las áreas de los estudios organizacionales y de la administración pública en particular. Para ello, con base en una revisión bibliográfica, se eligió profundizar la reflexión a partir de los métodos histórico-comparativos y de la historia de vida, dentro del paradigma cualitativo, con el fin de ofrecer una perspectiva más especializada sobre las implicancias de tales métodos para las subdisciplinas antes mencionadas. Se concluye que el método histórico en general, así como el histórico-comparativo y la historia de vida en particular, promueven nuevas formas de comprensión de la realidad, que conectan lo singular con lo global, lo objetivo con lo subjetivo, lo pasado con lo contemporáneo, generando perspectivas innovadoras para el análisis social, organizacional y político.

Palabras clave: Historia; Estudios Organizacionales; Administración Pública; Historia Comparada; Historia de Vida; Estudios Organizacionales Históricos

Abstract

This theoretical essay aims to reflect, in a Brazilian perspective, on the use of the historical method in the social sciences in general, and in the areas of organizational studies and public administration. To do this, based on a bibliographical review, we have chosen to deepen the reflection from the historical-comparative method and life history, within the qualitative paradigm, in order to offer a more specialized perspective on the implications of such methods for the aforementioned subdisciplines. We conclude that the historical method in general, as well as the historical-comparative method and life history method, in particular, promote new forms of understanding reality, by connecting the singular, the global, the objective with the subjective, the past with the contemporary, and generating innovative perspectives for social, organizational and political analyses.

Keywords: History; Organizational Studies; Public Administration; Comparative History; Life History; Historical Organizational Studies

Introducción

La adopción de la historia por parte de la investigación social cualitativa que se consolidó a lo largo del siglo XX nos remite no solo al desarrollo disciplinar de la historiografía en sentido estricto, sino también, de forma general, a la cuestión del método científico en las ciencias sociales. Así como los siglos XV y XVI nos indican el inicio de la llamada “revolución científica” o ciencia moderna, los siglos XIX y XX presenciaron la consolidación de una nueva etapa para las ciencias sociales, que tuvo lugar como respuesta al “complejo de inferioridad” epistemológico y metodológico que las llevó a aplicar el mismo formato “científico” desarrollado “con éxito” por las ciencias naturales.

La necesidad de garantizar el carácter “científico” o de tipo “positivo” de las ciencias sociales interpeló a los científicos sociales, en el sentido de buscar “métodos” orientados a establecer leyes generales, a la objetividad y a la “neutralidad”. No obstante ello, las ciencias sociales permanecieron desafiantes a su espíritu: estas ciencias que enfrentan el problema de la vida humana en sociedad, de la organización política, no solamente exigen fórmulas descriptivas y explicativas, sino también juicios normativos y de valor. Es en ese marco que el debate que gira en torno de si el modelo de la ciencia moderna, y de la modernidad como un todo, puede ser extendido o no al universo de las ciencias humanas y sociales, se extiende hasta los días actuales (Bertero, 2013).

Los Estados Unidos tuvieron un rol fundamental en el desarrollo del positivismo en las ciencias sociales. La adopción de metodologías cuantitativas se fue generalizando en disciplinas como la psicología, la economía, la sociología o la administración. En el caso de la administración en particular, para un país como Brasil, cuya ciencia administrativa se ha revelado, históricamente, un producto esencialmente “exógeno”, con fuerte influencia de los Estados Unidos (Wahrlich, 1979), la discusión cobra singular sentido por circunscribirse al carácter colonial, periférico y dependiente del país en general, y de su producción intelectual en particular (Wanderley & Barros, 2018).

Este es el contexto de discusión que inspira, de forma general, el presente trabajo de reflexión académica, además de tres cuestiones particulares. La primera es que la historia, en tanto ciencia humana por excelencia, encarna “lo singular” de las ciencias sociales en general, en contraposición a los principios de objetividad y neutralidad del positivismo. La segunda es la premisa de que cada disciplina debe adoptar sus métodos conforme las peculiaridades de los problemas que constituyen su objeto de estudio. Y la tercera cuestión inspiradora es que los tres autores del presente trabajo nos valemos del recurso historiográfico como elemento fundamental de investigación cualitativa.

Basado en una investigación bibliográfica, este ensayo teórico tiene por objetivo reflexionar, desde una perspectiva brasileña, sobre el uso del método histórico en las ciencias sociales en general, y en los campos del saber1 de los estudios organizacionales y de la administración pública en particular. Para ello, teniendo como finalidad la obtención de resultados que pueden ser base para el desarrollo de una discusión más específica, hemos optado por una selección bibliográfica que nos permitiera profundizar la reflexión a partir de los métodos historiográfico, de historia comparada y de historia de vida, dentro del paradigma cualitativo, de modo a ofrecer una perspectiva más especializada sobre las implicancias de tales métodos para las subdisciplinas antes mencionadas.

Con relación a la organización, el trabajo está integrado por tres secciones y la conclusión, además de la presente introducción. En la primera sección, efectuaremos algunas precisiones conceptuales con relación al método histórico y su evolución, así como introduciremos la cuestión del uso del referido método en la ciencia administrativa, haciendo hincapié en las subdisciplinas de estudios organizacionales y de administración pública. En la segunda sección, profundizaremos la discusión a partir del abordaje de uno de los métodos que ha ganado especial importancia en el campo de la administración pública en particular: la historia comparada. Este método, con grande influencia en disciplinas como la sociología o la ciencia política, muestra potencialidades para la investigación en materia de administración pública. En la tercera sección, presentaremos la historia de vida que, como método que busca revivir “lo singular” y “lo social”, adquiere un especial significado a la hora de discutir no solo el rol de la historia biográfica como recurso investigativo, sino también la función social del investigador.

Investigación histórica en estudios organizacionales y administración pública

Si bien podemos afirmar que en las subdisciplinas de estudios organizacionales y de administración pública en Brasil, el interés de los investigadores por fuentes y acervos históricos ha crecido significativamente (Decker, Kipping, & Wadhwani, 2015; Kipping, Wadhwani, & Bucheli, 2014; Maclean, Harvey, & Clegg, 2016; Rowlinson, Hassard, & Decker, 2014), también debemos asumir que la posición adoptada por cada investigador que se propone trabajar con la historia y las fuentes históricas de forma articulada refleja diferentes formas de comprensión y de apropiación del fenómeno histórico. Es en ese sentido que las discusiones y debates acerca del proceso de identificación, recolección y uso de las fuentes históricas (método histórico) han conquistado un espacio cada vez mayor en revistas y foros especializados, sea con un énfasis en las fuentes y datos históricos (Lipartito, 2014), o bien en referencia a los procedimientos metodológicos propiamente dichos (Yates, 2014).

Antes de abordar el tema del método histórico en los estudios organizacionales y de administración pública, consideramos importante efectuar algún comentario acerca de la trayectoria histórica de la investigación histórica. Según Burke (1997), desde los primeros historiadores (Heródoto y Tucídides), la historia ha sido escrita bajo una variada forma de géneros. No obstante, a partir del siglo XIX una serie de cambios han ocurrido con relación a las fuentes y métodos históricos. Tal como sostiene Le Goff (1992), la historia comenzó como historia-relato o como historia-testimonio, o sea, como la “narração daquele que pode dizer ‘eu vi, senti’” (p. 9). A los fines de superar las limitaciones emergentes de este abordaje2, la historia, al transformarse en una ciencia histórica, pasó a priorizar la reunión de documentos escritos, transformándolos en testimonios o evidencia. Historia positiva, historia metódica, historiografía iluminista: sin importar sus adjetivaciones o como sea llamada, el documento escrito adquiere, aquí, un estatus de receptáculo de la verdad y pasa a ser, esencialmente, la base para el entendimiento histórico. De esta forma, a lo largo de casi todo el mencionado siglo, “observa-se o apelo à pesquisa científica vinculada ao registro escrito, bem como a preocupação com a coleta, a autenticação, a catalogação e a publicação de fontes impressas que apoiariam o trabalho do historiador” (Samara & Tupy, 2010, p. 23).

A su vez, la constitución de bibliotecas y de archivos (elaborados por medio de métodos de crítica científica) pasaba a brindar los materiales históricos, al mismo tiempo que los historiadores comenzaban a “trabalhar regularmente nos arquivos e elaboraram uma série de técnicas cada vez mais sofisticadas para avaliar a confiabilidade desses documentos” (Burke, 2002, p. 17). Como argumentan Costa, Barros y Martins (2010), se trataba de definir o delimitar las diferencias entre la verdad histórica y la ficción literaria por medio de la separación de los hechos verdaderos, que podían ser comprobados, y los datos falsos o no comprobables. En este contexto, la historia ganaba legitimidad amparada por categorías relacionadas a la objetividad por medio de

garantias de cientificidade julgadas. . . indispensáveis ao verdadeiro conhecimento histórico. . . [uma vez que] A história é ciência e não arte, consistindo a tarefa do historiador não em evocar ou reviver o passado. . . mas sim em narrar/descrever os acontecimentos deste passado tal como eles realmente se passaram. (Falcon, 1997, p. 66)

Conforme Janotti (2006), a partir de la consagración de la historia como disciplina académica fueron establecidos los parámetros metodológicos científicos regidos por la escuela positivista con relación a las fuentes históricas, priorizando investigaciones sobre la importancia de la autenticidad documental donde “a concepção dominante na historiografia era de que a comparação de documentos permitia reconstituir os acontecimentos passados, desde que encadeados numa correlação explicativa de causas e consequências” (p. 11). Por medio de este proceso el documento auténtico adquiere el estatus de hecho histórico. O sea, para que ambos se fundan en un solo fenómeno, la capacidad del historiador consistirá en extraer del documento todo lo que contiene, pero, al mismo tiempo, no añadirle nada que no contenga. Sobre la base de esta suposición que algunos historiadores afirman que no existe noticia histórica sin documentos, así como que todo hecho histórico no respaldado por documentos (grabados o escritos) es un hecho perdido (Lefebvre, 1981; Prost, 2012). El historiador, en el marco de este proceso, era el individuo que dominaba el método, tornándose el “vehículo” autónomo, imparcial y neutro de la escritura verdadera.

A partir de los años treinta con la historia social, y a partir de los años setenta, con la nueva historia, fue iniciado otro movimiento de ruptura hacia un nuevo tipo de historia. Conducido en 1929 con la publicación del primero número de los Annales d’Histoire Economique et Sociale por Marc Bloch y Lucien Febvre, este movimiento (conocido como historia social, e integrado también por Fernand Braudel) se oponía al predominio de la historia política, proponiendo una historia más amplia y humana. Es el momento de inauguración de la idea de historia como problema en contraposición a una historia positiva y de eventos, que se apoyaba “em fatos, grandes nomes e heróis e assim constituía pautas e agendas históricas naturalizadas” (Schwarcz, 2001, p. 7).

Tal postura fue viabilizada por la apertura de la historia como disciplina a las temáticas y métodos de las otras ciencias humanas y sociales por medio de la formulación de nuevos problemas, nuevos métodos y nuevos abordajes de investigación histórica (Castro, 1997)3. La propuesta de esta historiografía sería la de ampliar el dominio historiográfico asumiendo la historia como estudio del hombre en el tiempo, a través de la redefinición de conceptos clave como documento, hecho histórico y tiempo (Prost, 2012). Como consecuencia, los mayores desafíos de los historiadores pasan a ser exactamente los relacionados con sus fuentes y sus cuestiones de investigación: “quando os historiadores começaram a fazer novos tipos de perguntas sobre o passado, para escolher novos objetos de pesquisa, tiveram de buscar novos tipos de fontes, para suplementar os documentos oficiais” (Burke, 2002, p. 25). Es en la emergencia de la historia-problema donde el cuestionamiento del investigador requiere ser explicitado, vinculándose directamente con el recorte a ser adoptado. De esta manera, queda claro que la historia no surge a partir de hechos identificados y descriptos a través de un mero conjunto de documentos. Al contrario, no existen hechos históricos por naturaleza. La historia es una construcción social, y tanto el documento como el hecho histórico van a existir siempre en función del medio social que los preserva y los legitima.

Con relación a las fuentes y documentos, toda actividad humana puede ser objeto de la historia. Así, según Burke (2002), se puede afirmar que surgen preocupaciones investigativas con (1) la historia de las personas comunes y su experiencia de cambio social, (2) las limitaciones del documento escrito y oficial ampliando y considerando una mayor variedad de evidencias, (3) la historia oficial y la búsqueda de nuevas formas de recontarla (principalmente las cuestiones relativas a la dominación y exclusión), y (4) tanto con los movimientos colectivos como con los individuales. En este sentido, la nueva historia tornó posible “a abertura para concepções novas e variadas a respeito de temas pouco frequentados pela historiografia: os poderes, os saberes enquanto poderes, as instituições supostamente não-políticas, as práticas discursivas” (Falcon, 1997, p. 117). Poder y política pasan al dominio de las representaciones sociales y de sus conexiones con las prácticas sociales, adquiriendo relevancia y prioridad las cuestiones relativas a “lo simbólico” (simbolismo, formas simbólicas, poder simbólico), representaciones sociales o colectivas, imaginarios sociales, memoria (o memorias colectivas), mentalidades, prácticas discursivas asociadas al poder, y la lista sigue. Podemos argumentar entonces que la investigación histórica no se restringe al espacio más especializado del archivo documental (Falcon, 1995). Al contrario, lo textual adquiere formas diversas, aborda diferentes temáticas y puede encontrarse en diferentes lugares tales como diarios, programas de noticias en radio y televisión, películas, documentales, internet, lenguaje escrito y oralidad (Samara & Tupy, 2010).

Por último, con relación a la noción de tiempo y de tiempo histórico, contra la versión de la época que define el pasado como un dato rígido que nadie altera o modifica, los nuevos historiadores nos traen la idea de historia dominada por el presente donde toda historia es historia contemporánea. Le Goff (1992) resalta que Marc Bloch recoge el pensamiento de Benedetto Croce que entiende que, por más alejados en el tiempo que parezcan los acontecimientos de que se trata, la historia se vincula en realidad con las necesidades y situaciones presentes en las cuales esos acontecimientos tienen resonancia e impacto: “por muito e muito distantes que pareçam cronologicamente os fatos por ela referidos, a história se relaciona sempre com a necessidade e a situação presentes, nas quais aqueles fatos propagam suas vibrações” (Croce, 1962, p. 14). Basado en esta afirmación de Croce, Rousso (2016) refuerza la discusión acerca de que toda la historia puede ser comprendida como historia contemporánea por tres motivos:

ela se funda nos vestígios acessíveis à observação e à análise, que se oferecem ao olhar do historiador em seu estado presente, de entidades passadas cuja integridade original é por definição inacessível, mesmo que ela seja situada na concepção positivista que postula que essa realidade existiu antes que o historiador a observasse; ela é um ato de pensamento que se desdobra sobre o presente graças ao trabalho de um narrador consciencioso que conta o passado; [e] enfim, ela permite fazer reviver o passado no presente, re-presentá-lo. (p. 41)

Ya en el ámbito del área de administración en general, los investigadores han exteriorizado un uso creciente de la investigación histórica. Atravesados por el debate entre historia tradicional y la historia nueva, tres corrientes principales pueden ser mencionadas: la historia de los negocios o empresarial (business history), la historia de la gestión (management history) y la historia organizacional (organizational history) (Costa, Barros, & Martins, 2010). No obstante, a partir del “retorno a la historia” (historical turn) de los años ochenta (Booth, & Rowlinson, 2006), el interés de los investigadores por fuentes y acervos históricos apenas como herramienta potencial de confirmación de teorías, selección de variables y generación de hipótesis parece haber perdido un poco de fuerza (Usdiken & Kipping, 2014).

Por otro lado, una perspectiva más contemporánea, crítica y cualitativa ha adquirido espacio en las subdisciplinas de estudios organizacionales y de administración pública en particular. Investigadores han comenzado a desarrollar estudios vinculando la investigación histórica a nuevos objetos (como símbolos, imaginario social y colectivo, memoria, memoria organizacional, prácticas discursivas y narrativas, cotidiano), buscando develar relaciones de poder inherentes a la reproducción ideológica dominante que tiende a naturalizar el pensar y el accionar organizacional. En este sentido, cobra expresión también el retorno del individuo como sujeto participante de la historia por medio del espacio cada vez mayor atribuido en el ámbito investigativo a partir de relatos biográficos, autobiografías e historias de vida. Cabe destacar, no obstante, que estos relatos no se orientan sino a reconstruir la historia a partir de las diferentes visiones construidas por los sujetos que vivieron los acontecimientos del pasado, y no a recuperar la historia tal como ocurrió exactamente (Alberti, 2006; Ferreira, 2002).

Por ejemplo, algunos investigadores han priorizado como foco una mejor comprensión acerca de las organizaciones y empresas a partir del análisis de fuentes que tornen posible identificar el contexto y el proceso histórico de su formación (Alcadipani & Bertero, 2012; Anteby & Molnar, 2012; Durepos, Mills, & Mills, 2008). Otros buscan identificar y problematizar procesos organizacionales por detrás de las historias oficiales de las empresas (Costa & Silva, 2018; Decker, 2013, 2014). También asistimos a una redescubierta de la historia de la administración pública, con avances relativos a la producción historiográfica publicada hasta la década de los ochenta, traducidos en una “nueva” historia de la administración pública (Costa & Costa, 2016). Tal proceso, en general, permite el reconocimiento de que la construcción de teorías y de investigaciones no son representaciones neutras, sino de que son procesos de compromiso ideológico, político y moral por medio de los cuales se crea y se recrea el objeto bajo estudio (Costa & Saraiva, 2011).

De cualquier forma, cabe resaltar que las contribuciones del uso de la historia a las investigaciones cualitativas en materia de estudios organizacionales y administración pública resulta aún un tema poco explorado, ocupando poco espacio en los debates teóricos del área, así como en las obras sobre métodos y técnicas de investigación en ciencias sociales (Kipping et al., 2014). La aproximación de la investigación histórica con la investigación cualitativa en estudios organizacionales y administración pública en Brasil puede resultar un buen incentivo orientado a alterar esta situación. Así, buscando contribuir con este movimiento, en las próximas secciones presentamos los métodos de historia comparada y de historia de vida como campos concretos del uso de la historia en la administración pública y en los estudios organizacionales, respectivamente.

Historia comparada y su potencialidad para los estudios en administración pública

Como se comentó en la introducción y en la primera sección del presente trabajo, actualmente, prácticamente todas las actividades humanas se consideran “historiables” y el uso de la historia, y de sus métodos, se muestra cada vez más diseminado en las ciencias sociales y humanas en general, tornándolas en disciplinas cada vez más analíticas y explicativas y menos descriptivas, que recuperan la noción de tiempo y temporalidad, es decir, una noción del presente que supone “toda la historia” y no apenas fragmentos: el pasado, el presente, el futuro (Arostegui, 2001). Así como afirmamos que la evolución reciente de los estudios organizacionales y de administración pública en Brasil, sobre todo en el ámbito de la investigación cualitativa, son testimonio de ese proceso de comunicación de “la historia” con grandes áreas, disciplinas y subdisciplinas de las ciencias sociales en general, en este punto nos detendremos en una de sus manifestaciones que es el uso de la historia comparada en los estudios de administración pública.

En tanto campo del saber abocado al estudio de la actividad organizada del Estado, la administración pública tradicionalmente ha direccionado sus estudios hacia las reformas de las estructuras administrativas nacionales, con grande apego a los métodos cuantitativos, favoreciendo así una suerte de asociación entre investigación y agenda política de gobierno que “limitaría” los contornos del área a los de un campo prescriptivo y no explicativo de fenómenos que están de moda (Fadul, Coelho, Costa, & Gomes, 2014; Fadul & Mac-Allister da Silva, 2009; Fadul, Mac-Allister da Silva, & Silva, 2012; Granato, 2016). Esta “limitación” se convierte a la vez en “punto de partida” para mostrar la importancia de la contribución de la historia y de sus métodos en el campo en cuestión: todo análisis en materia de administración pública debe ser necesariamente “contextualizado” en la historia del país de que se trate, favoreciéndose así una perspectiva macrosistémica que nos oriente a una mejor apreciación y valoración del fenómeno estudiado. Esta perspectiva histórica aplicada al análisis de administración pública brasileña se puede encontrar en los trabajos de Costa (2008) y de Andrews y Bariani (2010)4.

Ahora bien, el uso de la historia en investigaciones cualitativas en materia de administración pública también nos alerta acerca del peligro de no caer en el llamado “nacionalismo metodológico” en el sentido de “restringir” los fenómenos bajo estudio a fronteras nacionales, regionales o locales establecidas a priori, que en la mayoría de los casos ocasionan el descarte de importantes elementos historiográficos de gran valía para la comprensión de la realidad social. Elliott (1999, p. 24), al reflexionar sobre la carrera del propio historiador, ya advertía sobre esta suerte de “provincionalismo histórico” que se generaba cuando se hacía historia sin considerar otros contextos fuera del nacional, percibiendo la historia nacional como “única” e interpretando los procesos o fenómenos a ella circunscriptos en términos de una cierta “excepcionalidad”. En el caso particular del campo de la administración pública, por tratarse muchas veces del estudio de fenómenos tan “propios”, la imposición de fronteras de manera arbitraria termina por comprometer o “limitar” la capacidad explicativa del área de conocimiento.

Es aquí donde entra en escena la historia comparada como método que permitirá al investigador en administración pública evaluar fenómenos o procesos ocurridos en otros países o partes del mundo para ver qué es “lo particular” o “lo propio” de la historia nacional (regional o local) y que es “lo común” (semejanzas) que la misma tiene con países distintos, pudiendo, a su vez, indagar acerca de qué hechos son en realidad causas o consecuencias de procesos estructurales más globales. En este sentido, vale la pena retomar las enseñanzas de Elliott (1999) en el sentido de que la historia comparada no llama a “renunciar” a la historia local, sino que la refuerza, al volver a ella después de haber sido “contrastada” con otros escenarios que favorecerán el planteo de nuevos y enriquecedores interrogantes sobre el fenómeno “nacional” a ser estudiado. En palabras de Barros (2007):

Tal como propunham autores vinculados a propostas as mais diversas - e aqui podemos incluir nomes como o de Marc Bloch, Toynbee ou Norbert Elias - ‘comparar’ era de algum modo abrir-se para o diálogo, romper o isolamento, contrapor ao mero orgulho nacional um elemento de ‘humanidade’, e, por fim, questionar a intolerância recíproca entre os homens. (p. 9)

Si bien la aplicación del método comparado por parte de obras consolidadas de la literatura internacional sobre administración pública no es novedoso - estudios como los de Heady (1970), Caldwell et al. (1967) y Chandler (2000) llaman la atención de la importancia de la institución de la burocracia gubernamental como “centro de atención” u objeto de análisis administrativo comparado -, en la actual etapa de redescubierta de la historia de la administración pública en Brasil (Costa & Costa, 2016), la historia comparada o método histórico-comparativo en mucho puede contribuir con el fortalecimiento de las investigaciones de orientación cualitativa del área (Amorim Neto & Cossio Rodriguez, 2016). Retomando, entonces, las características de la historia comparada, analicemos más específicamente la cuestión de las comparaciones históricas y de sus momentos para identificar sus potencialidades para los estudios de administración pública en particular.

Según Kocka (Kocka citado por Caballero Escorcia, 2015), las comparaciones históricas se caracterizan por

examinar sistemáticamente, a partir del planteamiento de preguntas directrices, las semejanzas y diferencias de dos o más fenómenos históricos. Sobre esta base pretenden describir y explicar tales fenómenos con la mayor fiabilidad posible, así como también formular afirmaciones de amplio alcance sobre acciones, experiencias, procesos y estructuras históricas. (p. 55)

Así, este método, en el que la semejanza y la diferencia se imbrican en una dinámica viva, buscará actuar de forma simultánea e integrada en campos de observación diferenciados y delimitados, preguntándose: ¿Qué observar? ¿Cómo observar?

Valiéndose de una literatura especializada, Caballero Escorcia (2015) distingue por lo menos tres “momentos” de la comparación histórica: el primero de ellos hace referencia a la formulación de las preguntas o delimitación del problema a resolver que servirá de sustento para la elección de los casos sujetos a la comparación; el segundo momento se refiere a la descripción de cada caso, según los atributos de la comparación; y, por último, el tercer momento que consiste en identificar las semejanzas y diferencias de los casos que permitan formular una síntesis explicativa para el fenómeno o proceso estudiado. Recogidas en los referidos momentos, las características esenciales que dan forma única a este método, veamos algunos de los modos o caminos de aplicación para entender mejor su funcionalidad para las investigaciones cualitativas en administración pública.

Ya en las primeras décadas del siglo XX, en un célebre artículo que buscaba analizar las potencialidades del estudio histórico comparado, Marc Bloch diferenciaba dos grandes modos de aplicación de este método. Un primer modo es el que compara sociedades distantes en tiempo y espacio (sin influencias recíprocas u origen común), y en ese caso el trabajo consistiría básicamente en encontrar analogías; ya, un segundo camino (según el autor, el “preferible”), es el que se refiere al estudio comparativo de sociedades próximas en tiempo y espacio, que ejercen influencias recíprocas, con un origen parcial o, en gran medida, común, y con un desarrollo, aunque relativamente autónomo, sometido a las mismas grandes causas (Bloch, 1928).

De acuerdo a lo mencionado por Barros (2007), desde la época de Bloch, y especialmente a partir de mediados del siglo XX, el uso de la historia comparada fue creciendo conjuntamente con la ampliación de los diálogos interdisciplinarios de la historia con otros campos del saber, tales como antropología, administración, sociología, ciencia política, economía, entre otros; así como a través de una mayor variedad de escalas de observación o comparación: el ámbito organizacional, nacional, regional, local, intraurbano, desemboca en la posibilidad de comparar grupos étnicos o identitarios, prácticas culturales específicas, realidades literarias etc.

Finalmente, otros dos caminos abiertos por estudiosos de la sociología “histórica”5 preocupados con procesos históricos específicos (revoluciones, democratización y formación de Estados), de gran relevancia para el área de administración pública, han sido las aplicaciones desarrolladas por autores como Skocpol y Tilly. Theda Skocpol, con un importante acervo de trabajos de su autoría basados en el método histórico comparativo (Skocpol, 1979, 1984, 1985), distingue tres lógicas en el uso de la historia comparada (Skocpol & Somers, 1980). La primera de ellas, que es la que ella misma abona6, es la historia comparada como análisis “macrocasual” que busca inferir (mediante comparaciones amplias y casos controlados y agrupados según similitudes y diferencias preestablecidas), generalizaciones sobre las causas de los procesos o fenómenos bajo estudio. Esta estrategia es la seguida por la autora en Skocpol (1979), que corresponde a la tradición iniciada por Barrington Moore Jr. y su obra sobre los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia, y seguida por Immanuel Wallerstein, con el moderno sistema mundial. En el mismo sentido, Charles Tilly, otro de los autores que junto a Skocpol integra la llamada corriente del institucionalismo histórico, también nos alerta sobre cuatro posibles estrategias de comparación: a la comparación “individualizadora” le interesa el contraste de un mismo fenómeno entre casos distintos para captar las peculiaridades de cada caso; ya la comparación “universalizadora” buscará regularidades y generalizaciones entre los casos comparados bajo una misma concepción teórica; la comparación “identificador de la diferencia” se orientará a explicar la variación de un fenómeno examinando las diferencias en los distintos casos comparados entendidos como inmersos en un “sistema”; y, finalmente, a la comparación “globalizadora”, le interesará entender los casos de la comparación inmersos en un sistema como partes de un todo mundial (Tilly, 1984). En ambos casos, las estrategias analíticas de Skocpol y de Tilly nos remiten a una historia comparada que vincula e interrelaciona el nivel microhistórico (con interés en instituciones, procesos, clases e individuos dispuestos en un contexto relacional de estructuras) a un nivel macrohistórico, global o mundial.

Las tipologías de Bloch, Skocpol y Tilly, antes mencionadas, nos brindan una orientación general acerca de cómo el método comparado puede contribuir en las investigaciones, principalmente de cuño cualitativo, de administración pública, aportando rigurosidad, profundidad y, consecuentemente, una mayor comprensión en la explicación de un mismo problema que atraviesa dos o más fenómenos, procesos o realidades sociohistóricas distintas, dos o más estructuras o sistemas situados en espacio y tiempo determinados. Particularmente, en el caso de los Estados latinoamericanos en general y de Brasil, en particular, el “romper” con las “barreras” nacionales y el adoptar perspectivas de larga duración pueden contribuir como herramientas en pro de la comprensión de temas centrales como los regímenes políticos, los sistemas administrativos, las revoluciones sociales, el desarrollo y la inserción internacional. Fue, en definitiva, en estas condiciones que, por ejemplo, las diversas teorías de la dependencia constituyeron un punto de inflexión en los estudios sobre desarrollo, desafiando la perspectiva modernizadora que postulaba que los Estados atravesarían un proceso de transformación desde diferentes formas de “lo tradicional” hacia una modernidad, única y uniforme.

Historia de vida como recurso investigativo de las organizaciones y las subjetividades

En líneas generales, la investigación basada en historias de vida se remonta a inicios del siglo XX, en la Escuela de Chicago de los Estados Unidos, cuando los relatos biográficos pasaron a asumir el estatus de material de investigación sociológica. Desde aquel entonces, podríamos decir que el desarrollo de las historias de vida como método o recurso investigativo ha sido dificultado, principalmente por el predominio, conforme ya mencionado en la introducción al presente trabajo, de la filosofía positivista que tuvo lugar en las ciencias sociales después de la Segunda Guerra Mundial. En esa época, el uso de las historias de vida era reducido a la simple recolección de datos empíricos. No obstante, a partir de 1970, una utilización más amplia del método lo colocaría en un nuevo estándar epistemológico. De esta forma, las historias de vida pasaron a considerar no apenas los individuos, sino también los grupos, y la experiencia “histórica” del grupo pasaría a ser comprendida a través de las historias “singulares”; se observó, así, “uma ruptura importante para passar de uma leitura tradicional, ilustrativa ou realista das histórias de vida, para a captação e compreensão multidisciplinar e mais profunda das suas mensagens diversas oriundas da história de um grupo” (Marre, 1991, p. 137).

El uso del método biográfico en la investigación científica es amplio y transita por diversas áreas del conocimiento, como la sociología, la historia o la administración. Entre las diversas modalidades de uso de datos biográficos, abordaremos la historia de vida desde la perspectiva de la psicosociología y la sociología clínica, y resaltaremos su utilidad como material privilegiado de investigación para los estudios organizacionales en general. Para Ferrarotti (1990), en estas perspectivas las historias de vida inauguran una nueva fase en la investigación en ciencias sociales, en la cual el método no se coloca “como conjunto de elementos ilustrativos do que já é conhecido, apêndice facultativo sob a forma qualitativa de resultados adquiridos por meio das técnicas de estandardização de medidas exatas” (p. 30).

A los fines de una conceptualización más precisa, debemos diferenciar el abordaje de historia de vida de otros modos de trabajo con datos biográficos, como las entrevistas temáticas y las entrevistas de trayectorias de vida (Neves, 2001). Mientras que la historia de vida se estructura sobre la base de testimonios a través de los cuales se busca reconstituir, por medio del diálogo y de forma profundizada, la historia del sujeto desde su infancia hasta los días actuales, las entrevistas temáticas se focalizan en experiencias o procesos específicos, o, inclusive, pueden constituirse en derivados de los testimonios de historias de vida. A su vez, las trayectorias de vida consideran testimonios más sucintos o menos detallados. A pesar de la diversidad de abordajes y de disciplinas que tratan sobre este asunto, es en la vertiente de la psicosociología y la sociología clínica que se dan el análisis y comprensión de la “personalidad biográfica” que se relaciona con el modo en que los individuos son autores de su propia biografía, siendo, al mismo tiempo, transformadores de las condiciones sociohistóricas que la rigen (Barros & Lopes, 2014). Esa perspectiva de las historias de vida se convierte así en una importante contribución para los estudios organizacionales y para las ciencias sociales en general, en la medida en que, conforme constatado por Colomby, Peres, Lopes y Costa (2016), nos ofrece una mirada prácticamente “ausente” en los referidos campos del saber en Brasil7.

En tanto manera de reposicionar al individuo en “lo social” y “en la historia”, la historia de vida (inscripta entre el análisis psicológico individual y el análisis de los sistemas socioculturales) busca conocimiento a partir de la experiencia del sujeto (Barros & Silva, 2002), permitiendo al investigador captar de qué modo los individuos “hacen” la historia y “modelan” sus sociedades, siendo también modelados por ellas (Laville & Dionne, 1999).

Por la narración de su historia, el sujeto se afirma como “existiendo”. Al contar su historia, el individuo puede “trabajar” su vida, reconstruyendo su pasado, soportando el presente y embelleciendo el futuro. Reconstruir el pasado significa cambiar en relación a él, dar nueva significación a su existencia, transformarla. Contar la vida es un modo de “rehacerse”, constituyendo, ese aspecto, una importante faceta de las historias de vida. De esta forma, la propia investigación científica ofrece al sujeto la posibilidad de resignificación y transformación, toda vez que al contar “su historia” este individuo mira a sí mismo, desplegándose. Así, el carácter terapéutico relacionado con esta perspectiva metodológica, a pesar de no tener como objeto la clínica, abre espacio para una elaboración en que los participantes son conducidos a utilizar ese conocimiento para reflexionar sobre el propio destino.

Entrar en la complejidad de una vida es analizar el conjunto de las influencias, más o menos contradictorias, con las cuales el sujeto se fue confrontando en el curso de su existencia; es analizar como el sujeto “fabricó” una identidad propia a partir de su identidad familiar y social; es, conclusivamente, analizar como este sujeto fue, de alguna manera, “producido” por las múltiples contradicciones que atravesaron la historia de su grupo de pertenencia, de su familia, de su existencia (Gaulejac, 1996).

Para Ferrarotti (1990), en los relatos de historias de vida la situación clínica es vivida en el modo mágico y mítico de la comunicación. Según el autor, existe un aspecto clínico en el relato biográfico que se relaciona con la hermenéutica de una interacción. La situación clínica vislumbrada en la historia de vida nos remite a aquella que existe en la relación paciente-terapeuta, y ello se reafirma como la importante faceta de este método: la relación con el otro. El mencionado autor destaca, en este sentido, que esta relación no ocurre por un encuentro entre un sujeto activo (investigador) y un sujeto pasivo (investigado), sino por un encuentro de una pareja cuyos integrantes juegan roles alternados (Ferrarotti, 1990). La afirmación del autor refuerza la importancia de la transferencia en la relación entre el investigador y el sujeto que narra su historia.

Barros y Lopes (2014) destacan que las historias de vida representan una relación de partes (investigador y sujeto) en pie de igualdad, un proceso que reúne vínculos recíprocos de confianza, y no una mera recolección de informaciones y datos sobre el otro. Tal relación no es posible sin el involucramiento y compromiso real del investigador, y en ese sentido, podemos afirmar que no es apenas el individuo investigado que se transforma; el investigador también se torna, al mismo tiempo, objeto y sujeto de investigación. La investigación con historias de vida se transforma, así, en una situación de reflexión y desarrollo también para el investigador.

Otro aspecto de este método que debemos destacar, y que lo vincula con la temática principal de este trabajo, es la función de historicidad. Para Gaulejac (2005), la referida función significa la posibilidad de un individuo analizar y comprender los elementos que lo constituyen como “sujeto histórico”, reconstruyendo su relación con la historia. Para este autor, el hombre es historia, toda vez que tanto es producido por ella, así como es productor de su propia historia. En este sentido, al trabajar con historias de vida, debemos tener en cuenta lo que Ferrarotti (1990) llama la “dialéctica de lo social”, es decir, que la biografía individual se encuentra en una relación inseparable con la situación histórica datada y vivida. Reconocer la influencia de “lo social” es fundamental para el trabajo con historias de vida: debemos admitir una subjetividad activa y trasformadora pero que al mismo tiempo se construye sobre una base material e histórica de existencia. De esta forma, el trabajo del investigador es descubrir, en el ámbito de cada narrativa, su pregunta específica, así como también su universalidad (Dubet, 1996, 1998).

A esta altura del desarrollo del discurso, no podemos dejar de diferenciar las historias de vida de las “historias oficiales”. Las historias de vida, como quedó retratado hasta el momento, van más allá de una simple sucesión cronológica de hechos esenciales que remiten a una concepción empobrecida de la realidad social; van más allá de la historia social comúnmente representada por la historia de las elites. Para Ferrarotti (1990), las historias de vida representan una concepción más rica y vasta de la “historicidad”, una historicidad “no historicista”. Para el autor, la “historia historicista” se corresponde, justamente, con esa visión de la historia humana como historia de las elites, en que se direcciona para una única historia posible y lineal. Vistas desde la perspectiva de una historia historicista, las narrativas son reducidas al estatus de objeto de investigación y su sentido se orienta a verificar o falsificar las hipótesis del investigador, como condición de instrumentalización de la investigación.

En contrapartida, la historia de vida como método autónomo, representa una historicidad no historicista. En otros términos, la historia de vida implica una ruptura con la concepción de historia como sucesión diacrónica para la pretendida verdad de un sentido general representado por las elites que serían las depositarias exclusivas de valor (Ferrarotti, 1990, p. 31). Contar la vida consiste en un “encadenamiento” de “recontares”, de modo que fantasía y realidad, objetividad y subjetividad8, recuerdo real y recuerdo trasformado se mezclan, tornando dudoso lo que es verdadero y lo que es falso: “o homem resiste a ver a realidade como ela é; ele ama travesti-la de acordo com seus desejos, com seus medos, com seus interesses ou sua ideologia” (Gaujelac, 1996, p. 4). No obstante, al intentar diferenciar lo real de lo imaginario, no se puede perder de vista que lo imaginario es también la realidad que se abre para una posibilidad de sentidos, de significados, de direcciones y de explicaciones.

Lo que se busca con la historia de vida no es un “espejo” de lo social, sino un modo en cómo el individuo se apropia de aquello, proyectando su subjetividad. Al pedir al sujeto que cuente su historia, lo que se busca es comprender el universo del cual él es parte integrante, según su punto de vista, o sea, su subjetividad en relación a los hechos sociales. En las historias de vida, el sujeto ocupa el lugar central de lo que se cuenta, y de esta forma, ayudan a ultrapasar los límites de las historias oficiales (Barros & Silva, 2002). Como resalta Bosi (2003), la historia que se apoya solamente en documentos oficiales no puede explicar las “pasiones” o motivaciones individuales que se encuentran por detrás de los acontecimientos. Reforzamos, de esta forma, el concepto de historias de vida como un método rico y diversificado, cuyo alcance va más allá de la investigación científica en sí, englobando también intervención y formación.

Este método permite comprender lo que hay entre lo universal y lo singular, entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo general y lo particular. Paulilo (1999) sostiene, a este respecto, que no hay herramienta más valiosa que la historia de vida, cuando se trata de analizar la intersección entre la vida individual y el contexto social. La mencionada autora defiende, además, que la inmersión en la esfera de la subjetividad, arraigada en el contexto social del cual emerge, se presenta como una condición esencial de la investigación social cualitativa.

La historia de vida, conforme discutida en este trabajo, se presenta en la actualidad como un nuevo parámetro epistemológico para los estudios organizacionales y para las ciencias sociales en general, en el cual se retira del investigador su condición de detentor de los saberes explicativos, ilusoriamente objetivos y neutros, favoreciendo una nueva postura científica que, considerando la imprevisibilidad y complejidad de “lo social”, revele una postura diferente del investigador no apenas con relación a la investigación misma, sino también, y principalmente, con relación a su posición y función en la sociedad contemporánea.

A modo de conclusión

Tal como fue discutido a lo largo de este trabajo, bajo el paradigma cualitativo la historia tiene un rol fundamental en el desarrollo de las ciencias sociales en general, menos positivistas-modernizadoras, y más comprometidas en contribuir con métodos que abran espacios para nuevas formas de comprender la compleja y conflictiva realidad social. Construir conocimiento en materia de ciencias sociales y humanas nos obliga hoy, de forma general, a repensar las formas tradicionales del positivismo científico asumidas en nuestro medio y adentrarnos en nuevos diálogos metodológicos y disciplinarios para generar propuestas superadoras que sitúen a las universidades y ciencia social latinoamericanas en un nuevo estándar crítico-reflexivo de construcción y transformación de la realidad. Reforzar la “abertura” de las ciencias sociales de las que nos hablaba Wallerstein es preciso.

En este sentido, conforme analizado, los estudios organizacionales y de administración pública, en el campo de la administración en Brasil, pueden valerse de métodos históricos, como el propiamente historiográfico, como el histórico-comparativo o las historias vida, para favorecer nuevas perspectivas y enfoques diferentes de los que circulan actualmente en estos sures latinoamericanos. Algunos avances en la aplicación de algunos de estos métodos fueron discutidos a lo largo de las secciones que integran este trabajo, revelando que los estudios que recurren al estudio del presente histórico tienen como hilo conductor la motivación de analizar sus objetos dentro de modelos que vayan más allá de la singularidad, y sin presumir una coherencia interna que se desvanezca al observar la “real realidad” de lo social.

Así como a partir de la Segunda Guerra Mundial la reflexión histórica e historiográfica sobre el presente de aquella época emergió desafiante, particularmente en la academia francesa (y con gran proyección fue consolidándose en la década de los ochenta en otros países como Alemania, Inglaterra e Italia), en América Latina los esfuerzos intelectuales en romper con unidades de tiempo y lugar se revelaron fragmentarios. Actualmente, y con particular referencia a Brasil, la opción de unir lógicas analíticas, la de la historiografía (y dentro de esta, alternativas como la historia comparada y la historia de vida) con la de la administración (y a su vez de estas con la ciencia política, sociología o psicología, por ejemplo), se han revelado, aunque tímidamente, como el punto de partida de estudios críticos cuyo hibridismo se instala para contribuir a pensar nuevos cánones para el análisis social, organizacional y político en general.

Pese a las limitaciones que todo trabajo de este tipo presenta, sobre todo al abordar un espectro temático-disciplinar amplio, esperamos abrir una invitación a nuevas reflexiones que busquen expandir algunas de las cuestiones aquí tratadas, a los fines de ampliar el debate sobre las implicaciones de la historia en el desarrollo propio de un espíritu científico conciliador de lo singular con lo global, de lo objetivo con lo subjetivo, de lo pasado con lo contemporáneo.

Agradecimientos

Agradecemos las observaciones y sugerencias de los evaluadores anónimos de la Revista Organizações & Sociedade, quienes contribuyeron a la versión final de este trabajo.

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  • 1
    En este trabajo nos referimos a los estudios organizacionales y a la administración pública en el sentido de campo de conocimiento de Bourdieu (2002). En tanto campos sociales, los espacios de producción de saber en materia de administración en general, y de estudios organizacionales y de administración pública en particular están atravesados por relaciones de fuerzas, disputas y estrategias de los distintos actores involucrados.
  • 2
    Por ejemplo, (1) la limitación del medio siglo abarcado por los historiadores que fueron testigos oculares o auriculares del mismo, y (2) las limitaciones de la transmisión oral del pasado.
  • 3
    En Wallerstein (2007), por ejemplo, son encontrados los elementos que buscan “abrir” las ciencias sociales a los procesos sociales históricos, de larga duración y mundiales, superando la clásica perspectiva progresista de la historia, positiva, restricta a lo local y a lo contemporáneo. Siendo este autor tributario de una concepción marxista de la historia, es fundamental reconocer, en este sentido, el amplio legado de Karl Marx que, conforme Tarcus (2008), “inspira una visión más rica, multiforme y multidimensional de la historia, con sus diversas temporalidades, sus desarrollos desiguales y sus ‘saltos’” (p. 29).
  • 4
    En el ámbito latinoamericano no podemos dejar de mencionar el clásico estudio de Guerrero sobre la administración pública del Estado capitalista que, por su propia interlocución con el marxismo, ofrece un terreno propicio para un análisis crítico del Estado y de su estructura administrativa, en una perspectiva histórica (Guerrero, 1980).
  • 5
    La sociología histórica es un campo de estudios, actualmente en pleno desarrollo en variados países, que comenzó a tomar forma en los Estados Unidos en los años sesenta y setenta, en un contexto disciplinar en el que predominaba el ahistoricismo. Recuperando el pensamiento de clásicos como Karl Marx y Max Weber, fundadores de la sociología que estuvieron comprometidos con un abordaje histórico de la realidad, la sociología histórica buscaba tender puentes entre ambos campos de conocimiento para interpretar los “grandes” procesos relevantes para el análisis social.
  • 6
    Las otras dos estrategias mencionadas por la autora son: la historia comparada como la demostración “paralela” de la teoría, que se propone demostrar la validez de una teoría a partir de estudios de caso en temporalidades amplias; y la historia comparada como “contraste” de contextos, en la que se busca hallar la “coherencia” de casos individuales, sin partir de presupuestos teóricos previamente establecidos (Skocpol & Somers, 1980).
  • 7
    A través de un estudio bibliométrico, en Colomby et al. (2016), fue discutida la utilización de este método y sus potencialidades en el campo de los estudios organizacionales. Entre los resultados de la investigación, que se basó en la producción relativa al tema presente en las principales revistas científicas y eventos nacionales del período de 2008 a 2015, se destaca que esta perspectiva epistémica-metodológica todavía es poco utilizada en el campo estudiado.
  • 8
    Es fundamental destacar la subjetividad como producción sociohistórica, como existencia material construida por la vivencia del espacio y en el espacio: “o espaço como condição, meio e produto da reprodução social - portanto, entende-se que uma compreensão da vida social deve considerar a análise da produção espacial” (Araújo, Nogueira, & Barros, 2011, p. 141).

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    10 Ago 2020
  • Fecha del número
    Jul-Sep 2020

Histórico

  • Recibido
    05 Jun 2018
  • Acepto
    01 Feb 2019
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