JUSTIFICATIVA Y OBJETIVOS: A causa de la elevada incidencia de las complicaciones técnicas y neurológicas, la raquianestesia continua fue abandonada durante muchos años. Con el surgimiento de los catéteres intermediarios, la técnica ha venido evolucionando nuevamente y obteniendo la simpatía en el arsenal anestesiológico. El objetivo de este relato, fue rescatar la utilidad de la técnica como una alternativa viable para el procedimiento de medio y gran porte. RELATO DEL CASO: Paciente femenina, 58 años, 62 kg, estado físico ASA I, con relato de jaqueca, lumbago y procedimientos quirúrgicos previos, bajo raquianestesia sin intercurrencias. Candidata a laparotomía exploradora por un probable tumor pélvico. Después de efectuada la venoclisis con catéter 18G, monitorización con cardioscopio, presión arterial no invasiva, y la oximetría de pulso, se le sedó con midazolam 2 mg y fentanil 100 ¼g y se le puso en decúbito lateral izquierdo. Se le sometió a la raquianestesia continua por vía mediana en L3-L4. Se le inyectaron 9 mg bupivacaína hiperbárica a 0,5% y 120 ¼g de sulfato de morfina. Después de la inspección de la cavidad, se verificó que el tumor era proveniente del estroma gástrico, siendo necesaria la ampliación de la incisión y la realización de gastrectomía parcial. Todo el procedimiento fue realizado con una pequeña dosis de solución hiperbárica y una completa estabilidad hemodinámica. No hubo necesidad de UCI en el postoperatorio y la paciente evolucionó sin quejarse y con un alto grado de satisfacción. Recibió el alta después de 72 horas sin ningún problema. CONCLUSIONES: Los catéteres intermediarios utilizados en la raquianestesia continua parecen ser promisorios en hacer con que la técnica sea bastante atractiva y de gran utilidad en operaciones de medio y gran porte, y puede incluso ser una alternativa eficaz en el manejo de pacientes en estado crítico, donde las grandes repercusiones hemodinámicas pueden ser perjudiciales.