Militarización del ecocidio en el sureste de México¹

Militarização do ecocídio no sudeste do México

Militarization of ecocide in southeastern Mexico

Resumo

O sistema de organização da vida gerado pela modernidade capitalista é um ouroboros, ou seja, uma serpente que morde a própria cauda em um gesto inevitavelmente suicida. Seus signos são o saque extremo e a destruição da vida e sua forma política é o autoritarismo. Este artigo se propõe a apresentar o extrativismo geográfico como mais um nível do extrativismo dos bens da Terra, que pretende redesenhar o planeta abrindo caminhos e canais a despeito dos danos ambientais, culturais, históricos e sociais e gerando reações da natureza que vão moldando a atual catástrofe civilizatória. O declínio da civilização moderna capitalista dá lugar a emergências civilizatórias com modos de vida diferentes, por vezes promissores, porém a força devastadora da sua queda ameaça destruir as condições de vida em seu conjunto.

Palavras-chave:
Devastação Ecológica; Militarização; Megaprojetos; Trem Maia; Corredor Transístmico

Resumen

El sistema de organización de la vida generado por la modernidad capitalista es un uróboro, es decir, una serpiente que se muerde la cola en un gesto inevitablemente suicida. Sus signos son el saqueo extremo y el arrasamiento de la vida y su forma política es el autoritarismo. En este artículo se propone presentar el extractivismo de la geografía, como un nivel más del extractivismo de los bienes de la Tierra, que pretende rediseñar el planeta abriéndole pasos y canales a expensas del daño ambiental, cultural, histórico y social y generando reacciones de la naturaleza que van conformando la catástrofe civilizatoria actual. El ocaso de la civilización moderna capitalista abre paso a emergencias civilizatorias con modos de vida distintos, en ocasiones promisorios, pero la fuerza arrasadora de su caída amenaza con destruir las condiciones de vida en su conjunto.

Palabras clave:
Devastación Ecológica; Militarización; Megaproyectos; Tren Maya; Corredor Transístmico

Abstract

The system of organization of life generated by capitalist modernity is an ouroboros, a snake that bites its tail in an inevitably suicidal gesture. Its signs are extreme looting and the destruction of life and its political form is authoritarianism. This article proposes to present the geographical extractivism as another level of extractivism of the Earth’s goods, which aims to redesign the planet by opening ways and channels at the expense of environmental, cultural, historical and social damage and generating reactions from nature that are shaping the current civilizational catastrophe. The decline of modern capitalist civilization gives way to civilizational emergencies with different, sometimes promising ways of life, but the devastating force of its fall threatens to destroy living conditions as a whole.

Keywords:
Ecological Devastation; Militarization; Megaprojects; Mayan Train; Transisthmic Corridor

Capitalismo depredador. Los límites

En el mundo de nuestros días es ya sentido común reconocer las calamidades del cambio climático, el avance y los daños de la contaminación y la vocación depredadora de esta sociedad. Lo que no es de tan amplio reconocimiento son las razones que nos han conducido hasta esta frontera y, consecuentemente, las posibles vías para revertir, remediar o trascender el proceso. En el mejor de los casos, se reconoce como origen de este derrotero el modo de vida impulsado por el capitalismo, que en términos abstractos se sustenta en separaciones binarias, entre las que la de sociedad-naturaleza y la de sujeto-objeto, que son dos presentaciones de un mismo clivaje fundacional, son el centro explicativo del desastre ecológico contemporáneo. Los datos y la catástrofe se agudizan en la medida que la capacidad de apropiación de la sociedad -de esa sociedad capitalista- crece al punto de colocar al sistema completo en situación de riesgo.

El conocimiento mismo, ya sea experimental, tradicional o científico, fue transformado en objeto, desechado o valorado, redirigido y puesto al servicio de la voracidad sujética de la sociedad. La sociedad fue también diseccionada, a partir de categorías binarias que en el extremo utilitario llevan al desahucio de cantidades crecientes de seres, aunque, su efecto principal, es el proceso sistemático de des-sujetización que se intenta imponer al 99% de la población (de acuerdo con los dichos del Ocupy Wall Street). Si la vida no humana, identificada como naturaleza, de entrada, es considerada como un objeto a ser transformado, domesticado y adaptado a las necesidades del hombre (ya ahí hay una primera disección, en este caso de género), el terreno de lo humano no es ontológico sino político. Los criterios internos de jerarquización llegan al punto de negar la humanidad y objetivar a la mayoría-no-mainstream, incapacitada políticamente como sujeto. Paradójicamente, la apropiación de la vida, humana o no, y su conversión en objeto útil, es decir, en mercancía, es una de las trampas internas del capitalismo, tan inevitable como autodestructiva y que se potencia con el avance tecnológico (que es el resultado de la succión y objetivación del conocimiento).

La espectacularidad alcanzada por el desarrollo tecnológico y la capacidad de dominio de la naturaleza en el siglo XX es incomparable en la historia. A partir de entonces nada parecía imposible. De los aviones de la Primera guerra mundial a los cohetes y sondas espaciales; de las cosechas temporales de granos diversos, heterogéneos y creativamente espontáneos, a las permanentes producciones de vegetales o granos simétricos de Monsanto; del caballo al automóvil; del carbón al petróleo; del hule a los plásticos; de las fibras naturales a las sintéticas; del artesanado a la producción en línea; del jabón al detergente; de la hoja de cálculo a la computadora y al ciberespacio. Todo cambió. La química, la informática, la física cuántica y las realidades paralelas, que en otro momento de la historia podrían haber sido consideradas magia y repudiadas como tales, hoy llenan el espacio, la vida cotidiana y el horizonte, al punto que reaparecen en todos los momentos y lugares.

Una rápida recopilación de datos, que se multiplican constantemente atendiendo a la gravedad alcanzada por la catástrofe socioambiental contemporánea, muestra la relación total entre modo de vida y devastación: el modo de vida capitalista, que propicia y promueve la urbanización y el uso del automóvil, es también el que genera el mayor número y variedad de contaminantes.

In April 2021, carbon dioxide concentration reached 416 parts per million, the highest monthly global average concentration ever recorded [...] all five of the hottest years on record have occurred since 2015 (Ripple, 2021).

En el mundo circulan 1,474 millones de autos, según datos de 2023, de los cuáles una quinta parte lo hacen en Estados Unidos (Hernández del Arco, 2023). El empleo de automóviles promueve la pavimentación, la deforestación y el uso de concreto, además de ser responsable de la generación directa de una quinta parte del CO² que contamina el aire (Ceceña, 2017).

Un segundo elemento asociado a la materialidad construida por el modo de vida capitalista es el plástico de diferentes calidades y presentaciones (Ceceña, 2017). El plástico es usado como insumo en una enorme cantidad de productos, incluyendo equipo y dispositivos de salud, además de su utilización directa en productos finales como bolsas, envases, juguetes y casi todo lo que nos circunda. El plástico tan versátil y eficiente tiene el inconveniente de no ser biodegradable y ha inundado los mares y los depósitos de basura en todos los continentes. Ya han sido localizadas dos enormes islas de basura en los océanos, que en un 80% contienen desechos de plástico (Feydel, 2009; Jambeck et al, 2015) y que miden aproximadamente 2 millones de km2, cada una. Es casi similar a una plaga. De acuerdo con Plastics Europe (2022), la producción de este material crece aun en momentos de baja de la producción manufacturera, como durante la pandemia, en que los plásticos de un solo uso se incrementaron exponencialmente. Es decir, no se trata de insumos para la producción sino de enseres de consumo directo.

La isla de Pascua, tan retirada de todo en la región polinésica y con sólo 163 km² de superficie, recibe “50 veces más plásticos que las costas continentales cercanas” y 4.4 millones de objetos de macrobasura anualmente (Chávez Bravo, 2024). “Entre el 60 y el 80 por ciento de los residuos marinos son plástico. En su mayoría son fragmentos menores a los cinco milímetros” (Greenpeace.org, 2024), lo que los vuelve más peligrosos pues son ingeridos por los animales marinos y de ahí la cadena que lleva hasta la ingestión de los humanos. Residuos de microplásticos se han encontrado tanto en seres humanos como en animales marinos y terrestres, con el triste caso de ballenas con botellas de plástico en su vientre.

La batalla de la modernidad, que dio luz al capitalismo, fue desde un inicio la de sobreponerse a la naturaleza. El propósito fue romper la dinámica de subordinación de las actividades humanas a los fenómenos naturales y, por el contrario, disciplinarlos, controlarlos y tomar el comando sobre ellos (Ceceña, 2014; 2018). Con este criterio general la sociedad ha ido configurando una materialidad expoliadora y extractivista. El territorio es concebido como banco de insumos y, debido a la competencia, mientras más se extraiga de él mejor será la posición que se ocupe en el mercado y en las relaciones de poder. La hegemonía se juega en gran medida sobre la base de la extracción de petróleo, gas y minerales a gran escala. Las mayores corporaciones del planeta, y las más contaminantes, se encuentran en esos sectores (Ceceña, 2017). La cara del planeta se parece cada vez más a la de las minas a cielo abierto. Territorios devastados y empobrecidos, con escasos signos de vida, van extendiéndose por la superficie terrestre: territorios sacrificados (Soliz Torres, 2023; Re; Levato, 2021).

A pesar de que existen pueblos con culturas, cosmovisiones y modos de vida distintos al de la sociedad capitalista, el desastre ambiental los traspasa. “El 94,8% de las personas indígenas de nueve aldeas yanomami en la Amazonía de Brasil tiene altos índices de contaminación por mercurio, el metal líquido tóxico arrojado a los ríos por la minería” (Deutche Welle, 2024).

La minería, que es una de las actividades más devastadoras, contamina el ambiente y provoca daños a la salud de los trabajadores y de la población circundante; provoca acomodamientos de tierra; consume enormes cantidades de agua que ya no pueden ser reutilizadas por los venenos que contienen; daña la vida de flora y fauna y genera desplazamiento de poblaciones (Responsible Mining Foundation, 2022; Geoinnova, 2016). Es una actividad altamente degradante que, no obstante, no se detiene porque ofrece los soportes materiales de la reproducción capitalista (Ceceña, 2017).

La minería, la urbanización, la producción de carne en gran escala y la estandarización de los alimentos generada por su control genético y la aplicación de agrotóxicos, no sólo han provocado una situación crítica con respecto a la dotación de agua, sino que han propiciado o efectuado una creciente deforestación, que está contribuyendo a la desertificación del planeta. El ciclo vicioso que todos estos encadenamientos implican ha adquirido ritmos muy altos y ha rebasado los puntos de no retorno. Las zonas tropicales del planeta, que son las mayores captadoras de carbono, emisoras de oxígeno, que albergan la mayor biodiversidad y biomasa y son los espacios más creativos de la vida, están reduciendo su tamaño, su densidad y su diversidad de manera más que peligrosa. “En 2023, cada semana, el planeta perdió selva tropical del tamaño de Singapur, según datos de Global Forest Watch” (Walsh, 2024). La extinción, en la mayoría de los principales hábitats terrestres, dio lugar a la pérdida de al menos 20 % de las especies nativas durante el siglo XX (IPBES, 2019). Las interconexiones entre especies, que es lo que da solidez, fuerza y capacidad creativa a los ecosistemas, se han ido rompiendo, fragilizando los sistemas y haciéndolos vulnerables (Brondizio; Settele; Díaz; Ngo, 2019).

Among land plants and animals, local population loss was detected in around 50% of studied species […] Such extirpations are most common in tropical habitats (55%) and freshwater systems (74%), but also high in marine (51%) and terrestrial (46%) habitats (IPCC, 2022, p. TS-9-10).

Científicos afirman que este proceso es tan agudo y acelerado que la vida en la Tierra ya entró en una ruta de extinción masiva que, una vez iniciada, no es reversible. De acuerdo con sus investigaciones la Tierra está ya transitando la sexta extinción (Kolbert, 2022).

[…] según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) […] se cree que unas 10.000 especies se pierden para siempre cada año (BBC, 2019).

Extractivismo del espacio y la geografía

Considerando los 9 límites para mantener condiciones de vida en la Tierra enunciados por Rockström (2009), se han deslizado todos al rango de alta peligrosidad: han rebasado los límites de potencial reversión. Él señalaba, hace una década, que la situación podía ser en gran medida recuperada siempre que se tomaran medidas para detener el avance del proceso de desgaste o deterioro. Este proceso no se detuvo, se aceleró. Hoy se han traspasado los puntos de no retorno de procesos esenciales para conservar la vida tal como la conocemos y, a pesar de las voces de alerta del IPCC, la comunidad científica, los pueblos originarios y los ambientalistas de todo el mundo, no hay cómo parar la marcha del capitalismo.

Al contrario, la dimensión alcanzada por el armagedón productivo eleva las exigencias de la apropiación. En los últimos 20 años el PIB mundial se triplicó pasando de 33.85 mil millones de dólares (MMD) a 100.56 mmd en 2022 (aun con la desaceleración producto de la pandemia). En los años 70 del siglo XX, que a grandes rasgos marcan el momento de inicio de la hiperexpansión del mercado mundial en toda su amplitud y profundidad, el PIB mundial ascendía sólo a 3 mmd (Banco Mundial, 2023). La expansión en la producción requiere mayor dotación de insumos, mayor ocupación territorial y mejores y más ágiles rutas y circuitos de comercialización. El mercado mundial no sólo ha crecido en volumen y extensión sino también en velocidad.

La impronta extractiva del capitalismo contemporáneo se evidencia al ver que, de las 10 empresas más grandes del mundo, 5 son petroleras, y en su conjunto obtuvieron ingresos por 2,357,705 millones de dólares (Fortune, 2023). Los beneficios netos de las 4 primeras empresas de petróleo y gas de Estados Unidos fueron de 103.09 mmd en 2023 (Statista, 2024) y, paradójicamente, el paso a las llamadas energías limpias requiere un incremento sustancial en la disposición de minerales. En un estudio del Banco Mundial sobre el tránsito a las llamadas tecnologías limpias se asienta que para lograr la reducción de la temperatura del planeta por debajo de los 2ºC serán necesarias más de 3,000 millones de toneladas de metales y minerales y que se estima un aumento de 500% en la producción de algunos como el litio, cobalto y grafito hasta el año 2050 (Banco Mundial, 2020). La posición mundial de estas empresas, sólo rebasadas por Walmart y acompañadas por Amazon, indica el peso de la extracción incluso sobre la manufactura, pero también la importancia de la comercialización. Buena parte de la extracción que se realiza se dirige a poner en movimiento y circulación el aparato productivo (Tabla 1). En un mundo interconectado, con procesos de producción articulados planetariamente, aunque dispersos geográficamente, el comercio es un eslabón imprescindible. El año 2019, previo a la pandemia, el monto del comercio mundial alcanzó 19,051 billones de dólares (trillones en la medición inglesa) en el sector de mercancías y 5,898 billones en servicios comerciales (WTO Stats, 2020).

Tabla 1
Las 10 mayores empresas del mundo

Empresa	Giro	Ingresos (millones de dólares)
Walmart	Comercio	611,289
Saudi Aramco	Petróleo	603,651
State Grid	Utilidades	530,009
Amazon.com	Comercio	513,983
China National Petroleum	Petróleo	483,019
Sinopec Grup	Petróleo	471,154
Exxon Mobil	Petróleo	413,680
Apple	Computadoras	394,328
Shell	Petróleo	386,201
United Health Group	Salud	324,162

• Fuente: Elaborado con datos de Fortune (2023).

No obstante, aunque la extracción física de bienes y materiales es la más evidente, no podría sostener sus niveles si no fuera por la apropiación y rediseño del espacio. La exigencia por acortar distancias y tiempos en el mercado mundial por el elevado volumen de productos que tienen que ser desplazados, ya sea porque forman parte de las cadenas de producción o porque deben acercarse a los consumidores adecuados, se intensifica en este momento por la fuerte competencia entre Estados Unidos y China. La fluidez del mercado, en este sentido, es una de las claves de la gran disputa por la hegemonía, y el control de rutas o el rediseño de sus trazos se vuelve central (Ceceña, 2024). Al saqueo del territorio y de la naturaleza, es necesario sumarle el del espacio y la geografía para entender el entramado de poder en el capitalismo contemporáneo.

El Tren Maya como horizonte del desastre

El sureste de México alberga la selva tropical más importante del septentrión americano. Segunda después de la de la región amazónica, y entrelazada con ésta por corredores ecológicos a través del istmo centroamericano, que aseguran el intercambio y tránsito de especies y la permanente creación de nuevas variantes de flora y fauna.

El proceso de devastación del medio ambiente y de saqueo de especies, minerales y otras riquezas de la región tropical de México, así como el desprecio por el territorio y su sometimiento a modos de vida depredadores, han ido rompiendo los hilos de conexión al punto de imposibilitar muchos de los intercambios entre especies y generar un paisaje de desmoronamiento en el que más que una selva se tienen manchas de biodiversidad. La selva más biodiversa de Mesoamérica es la de Chimalapas, que enfrenta una situación de gran peligro por la construcción de una línea de ferrocarril, con 10 polos industriales a sus costados, como parte del proyecto de conexión interoceánica entre el Pacífico y el Atlántico. Otra es la selva Lacandona, muy cercana a la frontera con Guatemala y en el trayecto de migrantes indocumentados y tráfico ilegal de drogas, armas y personas que se multiplica año con año. La tercera mancha selvática de gran relevancia en esta zona es la selva Maya, con una extensión de 42.300 km2 que hospedan 20 ecosistemas y con una población que representa el 50% de las especies del planeta, muchas de ellas endémicas y varias en riesgo de extinción (Mapa 1). Esta selva, hoy atravesada por las obras del tren Maya, se encuentra en un territorio de enorme riqueza, no sólo ambiental sino también cultural e histórica, en la península de Yucatán, que ha sido lugar de asentamiento y desarrollo del pueblo Maya desde hace alrededor de 4,000 años.

Mapa 1
Riquezas naturales en el sureste mexicano

Geológicamente, se trata de una zona única en el mundo. Fue ahí donde hizo impacto el meteorito que dio fin a la era de los dinosaurios, hace 65 millones de años. Este acontecimiento condicionó la formación de un conjunto de cuevas subterráneas (los cenotes) y una composición calcárea que brinda condiciones de permeabilidad al suelo. Se formó así un acuífero que abastece a la región completa y que es el mayor de México. La cadena de cuevas subterráneas más larga del planeta se encuentra en estas tierras (Sac Actun) y eso ha permitido el desarrollo de especies que no son equiparables a las de ningún otro lugar. De hecho, se han encontrado en los cenotes restos humanos con una antigüedad de 13 mil años.

En las costas se localizan amplias áreas de manglares, el 55 % de los del país -y México es el cuarto lugar mundial en este rubro-, altamente captadores de carbono (carbono azul) y hábitat de múltiples especies endémicas y frágiles, y bordeando el perímetro terrestre corre el segundo mayor arrecife de corales del mundo. En la laguna de Bacalar, también en la costa caribeña de la península de Yucatán, se encuentra el mayor arrecife bacteriano del planeta. Sobra decir que tanto los arrecifes de coral como los manglares han sido un escudo de protección frente a huracanes, invasión de sargazo o movimientos marinos tipo tsunami.

Por otro lado, pero entendiéndolo como uno de los componentes del complejo sistema de vida de esos territorios, 44 de los 68 grupos etnolingüísticos que hay en México cohabitan en esta región. Una hipótesis difícilmente descartable, dados los indicios, apunta a considerar una presencia amplia y extendida de asentamientos precolombinos conviviendo con las selvas, así como a estimar que la sociedad maya -o las sociedades prehispánicas coetáneas que poblaban esas tierras- era más abundante que lo que en ocasiones se piensa. Al parecer existían grandes complejos habitacionales y societales, que han dejado rastro casi en toda la península, y aún están presentes en los vestigios arqueológicos y en la cultura de los pueblos y comunidades contemporáneas (Mapa 2).

El clivaje entre sociedad y naturaleza no existe en esas otras sociedades con otras visiones del mundo. La complementariedad ha sido la condición de supervivencia de estos pueblos y es lo que hace posible la sustentabilidad.

Mapa 2
Civilizaciones milenarias en el sureste de México

Lo mismo se puede decir de la región del istmo de Tehuantepec, devastada ya por la extracción masiva de petróleo, y que hoy está atravesada por el corredor interoceánico que pretende complementar o sustituir al canal de Panamá, pues éste ya no alcanza a satisfacer los flujos de tránsito marítimo que requiere el mercado mundial, sobre todo para conectar la zona manufacturera de Estados Unidos (la costa este, principalmente) con los consumidores o proveedores de insumos de la cuenca del Pacífico (Mapa 3).

Mapa 3
Ruta rápida entre la costa este de Estados Unidos y la cuenca del Pacífico

Con 200 km de tierra que separan al Golfo de México y el Océano Pacífico, la formación del istmo de Tehuantepec se remonta a la era geológica del llamado Mesozoico, hace 250 millones de años aproximadamente. En esa larga temporalidad, se formaron yacimientos de hidrocarburos y de minerales que hoy constituyen una de las grandes riquezas de la región y del país. Es un territorio estratégico para Mesoamérica por ser un cruce natural de caminos y por las condiciones geográfico-ambientales que lo hicieron albergue de una gran cantidad de especies, migrantes y sedentarias, vegetales y animales, y de pueblos muy variados. Sus características geológicas propiciaron la formación de una gran cantidad de nichos ecológicos y permitieron la coexistencia, en un territorio relativamente reducido, de múltiples ecosistemas.

Es interesante destacar que en términos generales alrededor del 80 % del comercio mundial se transporta por vía marítima. Panamá en este contexto es una pieza geopolítica clave como soporte de la hegemonía estadounidense, y mucho más con el traslado del eje de la economía mundial del Atlántico al Pacífico. La mayor cantidad de carga que pasaba por Panamá hasta 2022 tiene como origen o destino principalmente a Estados Unidos (66 %), China (13 %) y Japón (13 %). El Bureau of Transportation Statistics señala que el transporte marítimo es el principal medio que Estados Unidos ocupa para mover sus mercancías. El 53 % de las importaciones se realizan por mar, el 25 % por tierra y el 22 % por aire, mientras que 38 % de las exportaciones se realizan por mar, el 33 % por tierra y el 29 % por aire (Chambers; Liu, 2013).

La selva de los Chimalapas que se encuentra en el paso del corredor del istmo de Tehuantepec, la sociodiversidad y la geografía de esta área enfrenta la amenaza de una vía férrea en un terreno que, como el poroso y quebradizo del tren Maya, es inadecuado para un proyecto como éste, a menos que el desastre que provoque sea realmente desproporcionado. En el caso del istmo, se trata de una ruta de 200 km con una zona montañosa entre dos costas y con una selva en el paso, que no solamente será atravesada por la ferrovía, sino por 10 parques industriales para abastecer el comercio transístmico o para actividades de ensamble. En el caso de la península de Yucatán, una obra planeada para transportar tres millones de turistas anualmente, pero, sobre todo, petróleo y mercancías, previsiblemente tendrá hundimientos por el tipo de suelo y descarrilamientos (como ya ocurrió sólo tres meses después de su inauguración) que además de impactar el suelo y las cavernas amenazan con un posible derrame de hidrocarburos. Todo esto además de la tala de más de 10 millones de árboles y de la incrustación de pilotes de concreto y metal en los cenotes y el sistema de cuevas de Sac Actun.

La violencia antiecológica que requieren obras como éstas, la del tren Maya y la del corredor interoceánico, en el momento en que el planeta ya camina las rutas del sexto proceso de extinción masiva, es totalmente perversa y, se puede decir, criminal.

La perversión del Desarrollismo

En territorios tan relevantes ecológica y culturalmente como los del sureste de México, mantener los criterios desarrollistas del siglo XX conduce a degradar irreversiblemente las condiciones de la vida planetaria y local.

Megaproyectos como el Corredor Interoceánico y el Tren Maya producen un cambio total en los modos de vida de la región. Muchas especies endémicas son arrasadas a su paso y los trazos históricos de las grandes civilizaciones que el capitalismo sigue colonizando son destruidos o folklorizados. La promoción del alto turismo lleva aparejados negocios de venta de drogas y prostitución y degrada los modos de vida de las comunidades locales. Los índices de violencia, e incluso de suicidios entre la población joven han aumentado notablemente. La generación de basuras no degradables crece con el propiciamiento acelerado de la urbanización y la especulación inmobiliaria provoca desplazamiento de poblaciones, más allá de lo que causan las propias obras del tren.

Los pueblos de la región que abarcan estos megaproyectos de extractivismo geográfico se levantaron en contra desde el primer momento, junto con buena parte de la comunidad de intelectuales y científicos del país. Los proyectos iniciaron sin contar con manifestaciones de impacto ambiental y sin el consentimiento de los pueblos indígenas que debería haber resultado de una consulta bien informada como lo estipula el Convenio 169 de la OIT, firmado por México (OIT, 1989). La movilización de las comunidades locales no fue solamente indígena. También población mestiza, consciente del daño que los proyectos causarían se organizó para intentar detenerlos. La movilización ha sido importante y persiste, aunque las comunidades han sido sometidas mediante una política de ingeniería del conflicto que causó divisiones, desánimo y, en algunos casos, sensación de impotencia. No obstante, el peso de los argumentos en contra, las evidencias de desastre en la medida que avanzan las obras, el uso de recursos jurídicos de protección como los amparos, el bloqueo de carreteras y el impacto mediático que se ha logrado tener, llevó al gobierno de López Obrador a entregar las obras a las fuerzas militares antes que pensar en cancelarlas o modificarlas. Se les cedió el cuidado de las obras, más adelante su administración, se les cedieron los beneficios de su funcionamiento para aplicarlos a las pensiones del gremio y se decretó que se trataba de proyectos de seguridad nacional para que cualquier opositor pudiera ser acusado de poner en riesgo a la Nación y para que no se tuvieran que transparentar los costos de operación y el manejo del presupuesto correspondiente. Cabe decir que el presupuesto proyectado inicialmente se triplicó y ni con eso se han concluido las obras porque desde un inicio carecieron de viabilidad. El resultado hasta ahora es destrucción ambiental, desarraigo comunitario, tejidos sociales rasgados, conexiones entre especies interrumpidas, testimonios e historias culturales dañados y en parte destruidos, violencia y, por supuesto, autoritarismo.

Regiones como éstas, con condiciones para aminorar el cambio climático y la catástrofe ecológica en la que se encuentra el planeta, en vez de valorarse se incorporan a la vorágine de devastación de un capitalismo que engulle todo lo que encuentra a su paso, aun bajo el riesgo de indigestión. El sistema capitalista de organización de la vida se está atragantando. Se encuentra en crisis. El horizonte de desarrollo y progreso que ofrece la civilización moderna capitalista es un horizonte suicida. Desarrollo y progreso son dos claves civilizatorias catastróficas que han colonizado las mentes y los modos de entender la realidad pero que están imposibilitando el florecimiento de la vida.

El paso del istmo de Tehuantepec es indudablemente estratégico, desde el punto de vista de la fluidez interoceánica del gran comercio mundial y del aseguramiento hegemónico de Estados Unidos. Así ocurre también con el paso entre la punta de la península de Yucatán y la punta más occidental de Cuba, ambos con 200 km de distancia. En este segundo caso, más ligado al tren Maya, la importancia mayor la tiene la conexión interna de las cuencas del Golfo de México y del Gran Caribe, que da acceso desde el norte a los yacimientos petroleros de Venezuela -país que ocupa el primer lugar en el rubro-, sin salir a aguas internacionales, y por conectar los dos canales interoceánicos: Panamá y Tehuantepec. Son espacios para el sustento de la hegemonía, no de la vida.

Un megaproyecto tiene por definición un alcance integral. Transforma el paisaje y todos sus componentes. Cambia la geografía y las prácticas de vida. Reescribe la historia. Marca un clivaje con el pasado. Borra las trayectorias de vida al desincorporarlas del presente, volviéndolas superfluas o inútiles.

Megaproyectos como los del Tren Maya y el Corredor Transístmico, que implican una transformación sustancial en el espacio y los modos de vida y que se presentan como promotores de un desarrollo que no fue acordado, no fue diseñado, no es completamente entendido y es incluso repudiado por las poblaciones afectadas no puede imponerse más que por la fuerza. Como anotamos, el proyecto Tren Maya ha sido entregado al ejército en su construcción, operación y rentabilización y se le ha dado estatus de proyecto de seguridad nacional, mediante decreto. El proyecto del corredor interoceánico ha sido entregado a la marina. Dos proyectos militarizados que van abriendo brecha a despecho de las alarmas socioambientales, en territorios de una enorme e irrepetible relevancia para la salud de los signos vitales del planeta y para la recreación de sociedades con modos de vida no predatorios, como única defensa frente al proceso de extinción en curso.

Es indispensable reafirmar, ante este panorama, que la situación de catástrofe por la que atraviesa el planeta en este momento corresponde a una de sus rutas civilizatorias. Es la modernidad capitalista la que se encuentra en un derrotero suicida. Otros sistemas de organización de la vida, avasallados por el capitalismo, están en situación de emergencia y reinvención, pero corriendo el riesgo de ser arrasados por el quiebre.

El sureste de México es un punto crítico donde confluyen un conjunto de problemáticas geopolíticas, sociales, culturales y ambientales. Atravesar el istmo o las selvas subvirtiendo las dinámicas locales; los modos de vida comunitarios; los hábitos culturales de los pueblos ahí asentados desde antes de que el desarrollo se erigiera como justificación de las violencias socioambientales, supone modificar la geografía, que no es sino la marca de las vidas sobre la tierra (Porto Gonçalves, 2001), incluyendo los eventos climáticos, que se transforman con las alteraciones geográficas. Pero estos megaproyectos suponen, sobre todo, poner el territorio, entendido en un sentido complejo: con su gente, sus historias, sus tejidos socioambientales y sus territorialidades o modos de vida, al servicio de un hipotético progreso y comercio internacional que lo inundará de contenedores, saqueadores, petróleo y poblaciones desplazadas, precarizadas y sin sentido territorial, como serían los trabajadores maquileros de los parques industriales. Supone también someter a la cintura de México a la lógica geopolítica de los altos poderes que se disputan el planeta, con todas las derivaciones que eso implica, sin descartar los controles militarizados de la zona. Compromete la soberanía al convertir el sureste en una zona de encierro de las políticas antimigrantes estadounidenses, mientras ellos sanean las que aplican en su propio territorio. Beneficios económicos directos traerá, para algunos. Para las finanzas públicas que calculan recibir impuestos o ganancias de sus propias empresas, como PEMEX; para empresas constructoras nacionales; para los negociados locales y algunos otros de nivel nacional. Para el capital extranjero que se involucre en las obras y las actividades del hub transístmico seguramente habrá ganancias, de diferentes tipos: por el acortamiento de trayectos, por el abaratamiento de costos laborales y de servicios, por el valor agregado a sus mercancías, por el manejo de las empresas de traslado y contenedores y varias otras coaligadas.

Con esto, que podría parecer interesante por articular el tránsito, los hidrocarburos y el turismo y ser potencialmente una buena fuente de ingresos, se ponen en riesgo todas las selvas tropicales que quedan en América del Norte y los modos de vida ligados a ellas, afectando también a las de Centroamérica. Los saldos son basura, contaminación y destrucción ecológica, así como un ingreso de divisas que parece justificarlo todo, aunque quede principalmente en manos de los dueños extranjeros de los grandes hoteles.

Asimismo, se amenaza la zona de mayor densidad indígena del país, donde se mantienen vivos sistemas de vida milenarios que, entre otras cosas, han demostrado su complementariedad con todas las otras formas de vida y su capacidad no sólo de cuidar y mantener el medio ambiente sino de desarrollarlo.

La pérdida es en todas las dimensiones de una vida compleja y con infinidad de interacciones ecológicas en todos los niveles.

Conclusiones

El modo capitalista de organización de la vida y su expresión material están en crisis. No hay manera de detener el desastre ecológico dentro de los marcos y bajo la lógica del sistema de vida que ha impuesto. La devastación y la catástrofe marcan su ruta; la imposición también. Desde un inicio, la historia de la civilización del progreso se impuso por la fuerza. Si bien suponía la absolución de la esclavitud⁵ y de la servidumbre como figuras de sometimiento, los trabajadores libres que de ahí surgían eran obligados a concentrarse en los centros de trabajo. El autoritarismo del capital se ha ido profundizando y hoy es evidente que se extiende sobre todas las formas de vida, no sólo la humana. La expoliación hasta los límites de lo que entiende como naturaleza es equivalente a la expoliación de toda vida humana reducida a la condición de capital humano o, peor, de desecho social. La impronta extractivista del capital conlleva una permanente y creciente succión de vida.

En este contexto, y considerando la insistencia y preocupación que desde todos los ámbitos del conocimiento, científico o derivado de las sabidurías experimentales, indica la urgencia de aplicar un freno a los estilos de vida industrial, megaurbanística, de colonización geográfica y de negligencia socioambiental que se esconden detrás de la idea del desarrollo -que es el modo elegante de nombrar al extractivismo-, y que aspiran a alcanzar dimensiones siempre crecientes, megaproyectos como el del tren maya y el del corredor interoceánico parecen completamente fuera de tiempo y de una alta irresponsabilidad frente a la vida.

Pero, como dicen los sabios, la vida busca sus cauces y encuentra sus rutas. Los entornos de vida no humana se recomponen y las sociedades o pueblos se organizan frente a la civilización del holocausto. Así se manifiesta también, bajo múltiples y diversas formas el autoritarismo de un sistema-mundo en absoluta decadencia: en crisis civilizatoria.

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• 1
  Con mi agradecimiento al Programa de Apoyos para la Superación del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (PASPA-DGAPA-UNAM).
• 2
  Mapa 1 disponible en https://geopolitica.iiec.unam.mx/node/1809 (IIEC; UNAM, 2023).
• 3
  Mapa 2 disponible en https://geopolitica.iiec.unam.mx/node/1812 (IIEC; UNAM, 2023).
• 4
  Mapa 3 disponible en https://geopolitica.iiec.unam.mx/node/1811 (IIEC; UNAM, 2023).
• 5
  La transformó, le imprimió otra cara, pero cada vez más regresa a ella. La variedad de formas de esclavitud contemporáneas está presente en la trata de personas y en la captura de migrantes para trabajo en granjas agrícolas o en el sicariato, entre otras. Lo mismo ocurre con la servidumbre. Son figuras perversas de relacionamiento social que se metamorfosean, pero que, en el capitalismo, persisten y, en cierto sentido, se profundizan.

Datas de Publicação

• Publicação nesta coleção
  07 Out 2024
• Data do Fascículo
  2024

Histórico

• Recebido
  30 Abr 2024
• Aceito
  28 Jun 2024