Frente al 8M. Respuestas de las derechas a la movilización feminista en España (2017-2022)

Facing 8M. Right-wing responses to feminist mobilization in Spain (2017-2022)

Face a 8M. Respostas de direita à mobilização feminista em Espanha (2017-2022)

Resumen:

La relevancia lograda por el Día Internacional de la Mujer se ha evidenciado en el interés y la oposición de los partidos de derechas. Todos los partidos políticos españoles se han ubicado de una manera u otra en torno a este evento. En este artículo analizaremos las respuestas de los tres partidos nacionales mayoritarios de la derecha española ante el 8M, el tipo de feminismo o antifeminismo que proponen, su repertorio de acción y su concepción de las mujeres, a través del análisis crítico del discurso y la etnografía digital. Demostraremos la gradualidad, pluralidad y divergencia dentro del espectro derechista respecto a los feminismos y antifeminismos en el marco de una renovación promovida por los nuevos partidos políticos y el movimiento feminista en los últimos tiempos.

Palabras clave:
antifeminismo; derecha; España; feminismo; ultraderecha; 8M

Abstract:

International Women's Day’s relevance has been evidenced by the interest and opposition of the right-wing parties. All Spanish political parties have taken a stand in one way or another around this event. In this article, we will analyse the responses of the three major Spanish conservative parties to 8M, the type of feminism or anti-feminism they propose, their repertoire of action, and their conception of women through critical discourse analysis and digital ethnography. We will demonstrate the gradualness, plurality, and divergence within the right-wing spectrum with respect to feminisms and anti-feminisms in the framework of a renewal promoted by the new political parties and the feminist movement in recent times.

Keywords:
Antifeminism; Right-Wing Parties; Spain; Feminism; Far-Right; 8M

Resumo:

A relevância alcançada pelo Dia Internacional da Mulher foi evidenciada pelo interesse e pela oposição dos partidos de direita. Todos os partidos políticos espanhóis se posicionaram de uma forma ou de outra em torno desse evento. Neste artigo, analisaremos as respostas dos três principais partidos de direita espanhóis ao 8M, o tipo de feminismo ou antifeminismo que propõem, seu repertório de ação e sua concepção de mulher, por meio da análise crítica do discurso e da etnografia digital. Demonstraremos a gradualidade, a pluralidade e a divergência dentro do espectro da direita com relação aos feminismos e antifeminismos no âmbito de uma renovação promovida pelos novos partidos políticos e pelo movimento feminista nos últimos tempos.

Palavras-chave:
antifeminismo; direita; Espanha; feminismo; extrema-direita; 8M

Introducción

El Día Internacional de la Mujer, conocido popularmente como el 8M, es el evento más significativo del feminismo a nivel global. Tras décadas de institucionalización, la fecha ha adquirido una relevancia singular a raíz de las manifestaciones y la Huelga Internacional Feminista de 2017, que pretendían rescatar y denunciar la importancia de los cuidados en el ciclo económico del capital, entre otras cuestiones. La afluencia de público desde ese momento ha superado niveles nunca vistos, salvo en 2021 a causa de la pandemia de COVID-19. En España, fue secundada por más de 6 millones de trabajadoras en 2018, según las principales organizaciones sindicales. La manifestación congregó a 1 millón de personas en Madrid, 600 mil en Barcelona, además de otros cientos de miles de manifestantes en otras ciudades (Inés CAMPILLO, 2019, p. 257). La respuesta en las redes sociales ha sido igual de poderosa, floreciendo como un espacio de encuentro de nuevas reivindicaciones, performances y activismos (Nadia IDOIAGA MONDRAGÓN et al., 2022). Todo ello es una buena muestra de cómo los feminismos han cobrado cada vez mayor visibilidad en España. Muchas de sus reivindicaciones económicas, políticas y culturales son asumidas públicamente por una porción significativa de la sociedad civil. Esto ha incidido también en el ámbito legislativo español, gracias a la aprobación de distintas leyes para facilitar el divorcio, garantizar el derecho al aborto, combatir las violencias machistas, reducir la brecha salarial o promover la paridad.

Pero, al mismo tiempo, el 8M ha constatado que otros sectores de la población siguen oponiéndose a su visibilización y normalización pública, instrumentalizando las propuestas de los colectivos feministas o rechazando las medidas institucionales en favor de la igualdad. Una renovada ultraderecha española, reconfigurada precisamente durante las dos décadas en las que la agenda feminista se ha desplegado más en este país y a nivel global, ha sido singularmente beligerante contra el 8M y los feminismos, haciendo de su oposición a estos un verdadero distintivo ideológico (Alba ALONSO; Julia ESPINOSA-FAJARDO, 2021; Antonio ÁLVAREZ-BENAVIDES; Francisco JIMÉNEZ AGUILAR, 2021; Marta CABEZAS, 2022; Elisa GARCÍA-MINGO; Silvia DÍAZ FERNÁNDEZ; Sergio TOMÁS-FORTE, 2022). De este modo, el antifeminismo, el antigenerismo o la homofobia han obtenido un renovado alcance, articulándose como un auténtico “pegamento ideológico” (Eszter KOVÁTS; Maari PÕIM, 2015) de otras reivindicaciones ultranacionalistas, racistas o antiliberales. Dichos antifeminismos no se han articulado en exclusiva como un backlash o reacción hacia los feminismos y las transformaciones sociales que han propiciado, sino que han adoptado una pluralidad de formas y enfoques, generando a su vez nuevos paradigmas de los roles de género y la sexualidad, de las relaciones de las mujeres y la nación, así como del ius puniendi, la gestión de la multiculturalidad y la globalización (David PATERNOTTE, 2020).

A pesar de que en ocasiones un amplio espectro de partidos de derechas ha sido calificado de antifeminista por parte del movimiento y la investigación académica feminista (Sonia REVERTER BAÑÓN; María MEDINA-VICENT, 2022; Charo LACALLE; Natalia MARTÍN JIMÉNEZ; Dunia ETURA HERNÁNDEZ, 2023), otros trabajos empíricos vienen mostrado que estos posicionamientos son más “plurales” y “creativos” (Niels SPIERINGS, 2020). Dentro de la derecha hay partidos y representantes políticos que se autodefinen como feministas, que reclaman una voz propia dentro del movimiento y que participan y promocionan el 8M. También hay partidos que instrumentalizan sus símbolos, demandas y prácticas, conscientes de la trascendencia social de los feminismos contemporáneos. Incluso, los más escorados a la derecha muestran posturas variadas, desde el feminacionalismo, un tipo de etnodiferencialismo vinculado a la “defensa” de las mujeres del Sur Global (Sara R. FARRIS, 2021), hasta la vindicación de perfiles femeninos tradicionales ligados a la sacralidad religiosa o la economía capitalista.

El objetivo de este artículo es el estudio de las distintas actitudes respecto al 8M de las derechas españolas, desde la liberal a la radical. Mostraremos cómo estos actores políticos despliegan su concepción de los roles de género y el tipo de feminismo o antifeminismo que profesan en relación con esta efeméride, sus manifestaciones, huelgas y otras representaciones. Abordaremos el 8M como un acontecimiento con una importante carga simbólica para los feminismos y los antifeminismos sobre el que los partidos han decidido posicionarse, para proponer una primera tipología básica de dichas ubicaciones (conscientes de sus limitaciones, su carácter contextual e interpretativo). Con ello, pretendemos ofrecer una visión más diversa de los feminismos y los antifeminismos, propia del marco posfeminista actual, a fin de contribuir a una mejor comprensión de los procesos de transformación de la sociedad española contemporánea, la influencia social feminista y las formas de movilización, contestación y acción contrarias a esta.

El 8M como acontecimiento en disputa por las derechas

Hace más de un siglo que se celebra el Día de la Mujer Trabajadora a raíz de una serie de movilizaciones obreras de mujeres en el Norte Global, que fueron reconocidas por la II Conferencia Internacional Socialista en 1911 (Temma KAPLAN, 1985). Todavía hizo falta unos años para que la mayoría de los países adoptara como fecha de celebración el 8 de marzo. En 1977, esta efeméride fue aprobada como Día Internacional de la Mujer por instituciones supranacionales como la ONU y numerosos Estados. Sin embargo, fue en 2017, y especialmente en 2018, cuando logró una dimensión nunca vista como Huelga Internacional Feminista o Paro Internacional de Mujeres, una propuesta que emergió desde los Sures un año antes (Verónica GAGO, 2019).

Esta nueva vía reclamaba una estrategia basada en las huelgas de trabajo, consumo y, sobre todo, cuidados para poner de nuevo en el centro cuestiones no tan reivindicadas, de ese modo y con tanta intensidad en las últimas décadas. Durante las marchas se puso de manifiesto la importancia de la gestión del tiempo, el cuerpo como espacio político, los cuidados en la organización del mundo, la feminización de sectores que son explotados por el capital global o la necesidad de decolonizar el propio feminismo. Lemas como “si nosotras paramos, se para el mundo” volvieron a reafirmar de forma coordinada y transnacional el carácter esencial de las mujeres en la reproducción social (CAMPILLO, 2019).

La abundante literatura especializada ha interpretado el 8M y la Huelga Internacional Feminista como: 1) un espacio de protesta donde se congregan reivindicaciones sociales feministas de diversa índole; 2) un espacio inoperante, donde sea posible imaginar otras realidades que no sean patriarcales, cisheteronormativas, capitalistas, racistas o capacitistas; 3) un espacio transnacional, global y diverso, donde convergen personas de geografías, generaciones o sensibilidades distintas; 4) un espacio de celebración de los colectivos, las feminidades y otras disidencias sexuales; 5) un ciberespacio, donde la transformación conduce a otras dimensiones sociales por medio de Internet. La potencia de estos cambios ha llevado a que recientemente se comience a hablar de una “cuarta ola” (GAGO, 2019; IDOIAGA MONDRAGÓN et al., 2022).

Más allá de determinar si existe o no una nueva fase del feminismo, nos interesa apuntar su carácter acontecimental. Las huelgas feministas se han convertido en acontecimientos desde los que se han proyectado diagnósticos y pronósticos en torno a la situación del feminismo, su influencia o su expansión. Igualmente, sobre la diferencia sexual o la situación de las mujeres en la actualidad. Los sucesivos 8M han poseído una clara resonancia, cuyo desborde a otros agentes sociales se ha denominado “posfeminismo” (Kristin J. ANDERSON, 2015). Así pues, su consideración como acontecimiento nos permite abordarlo no solo como un elemento del repertorio de movilización colectiva de un movimiento social concreto, en las últimas décadas más institucionalizado y diverso, sino también como un espacio de construcción de prácticas, discursos y relaciones sociales entre el pasado y el futuro para los feminismos, así como para otros actores sociales que no son necesariamente identificados o estimados como feministas.

Además de reconocer el efecto positivo que han tenido estas movilizaciones, han seguido despertando actitudes políticas renuentes, ambivalentes, inconformistas o contrarias. Pero estas respuestas ambiguas o negativas suelen definirse a través de una profusión de términos como antifeminismo, contramovimiento (Jordi BONET-MARTÍ, 2021), reacción patriarcal (CABEZAS, 2022), contraofensiva (GAGO, 2019), entre otros. La existencia de una multiplicidad de conceptos al referirnos a la “naturaleza” de estas respuestas intermedias o negativas nos habla de los enriquecedores debates existentes hoy sobre su consideración social e histórica. Por ejemplo, la distinción entre el antifeminismo y el antigenerismo viene a poner de manifiesto la diferencia del énfasis en su dimensión política en el caso de la primera y epistemológica en el caso de la segunda (Marta CABEZAS FERNÁNDEZ; Cristina VEGA SOLÍS, 2022). Cuando se habla de contraofensiva, se intenta destacar el carácter propositivo de estos agentes, que suelen ser reducidos a formas de antagonismo y represión al emplear los prefijos anti- o contra- (GAGO, 2019). O al indicar que se trata de una reacción patriarcal, se señala su continuidad histórica y su multidimensionalidad contraria a la igualdad y la diversidad que va más allá de la movilización política hacia otras cuestiones estructurales o culturales (CABEZAS FERNÁNDEZ; VEGA SOLÍS, 2022).

Debido a la connotación de estos términos puede llegar a pensarse que estas posturas no positivas, negativas o antagonistas son siempre homogéneas, coherentes o están interconectadas. La hipótesis de la que partimos en este texto es distinta. Por más que todas las respuestas reluctantes o contrarias al 8M suelan ser insertadas en el mismo espacio político o en una misma tradición ideológica (reaccionarismos, derechas, conservadurismos, fundamentalismos religiosos, etcétera), no todas están motivadas por las mismas ideas, adoptan las mismas posturas o provocan los mismos efectos.

Ciertamente hay fenómenos históricos y políticos que pueden explicar esta tendencia a la homogenización de las posturas contrarias en España. Hasta hace poco el Partido Popular (PP) monopolizaba el voto de derechas, conservador y cristiano. A pesar de existir dentro del partido distintas sensibilidades en torno al feminismo, su postura oficial había sido en general contraria a leyes de promoción de la igualdad y de los derechos de las mujeres (Nuria FÉLEZ CASTAÑÉ, 2017). Como Alianza Popular, se opusieron a la legalización del divorcio (1981) y ya como PP, a la agilización de los trámites para solicitarlo (2005). Recurrieron ante el Tribunal Constitucional la ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres (2007). También han rechazado y apelado las leyes dirigidas a la despenalización del aborto (1985, 2010) y su reforma (2022). Desde una postura ultraconservadora se han alineado con los preceptos de la cúpula de la Iglesia católica, como evidencian sus manifestaciones conjuntas durante las últimas dos décadas, donde reivindicaban la familia y los roles de género tradicionales y se oponían a las leyes citadas (Mónica CORNEJO-VALLE; Ignacio PICHARDO, 2018). En los últimos tiempos, el activismo de partido ha seguido evidenciando su oposición a los avances en igualdad, por su participación en nuevas manifestaciones y a través de críticas y ataques continuados al gobierno de coalición del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP) de 2020, y, en concreto, hacia la ministra Irene Montero, el ministerio de Igualdad y las medidas aprobadas en favor de los derechos sexuales de las personas trans. Estas críticas fueron furibundas con motivo del 8M en 2020, cuando se declaró el estado de alarma por la pandemia del COVID-19.

No obstante, el PP ha dejado de ser el único partido de derechas no regionalista con representación parlamentaria. Primero, tras su fuga de votantes hacia un nuevo partido más moderado y de corte liberal en el ámbito estatal, denominado Ciudadanos (2006). Después, con su escisión en otra formación radical y ultraconservadora, Vox (2013). Del mismo modo que las distintas sensibilidades dentro de la derecha centralista han dado origen a dos nuevos partidos, el grado de radicalidad política o los tipos de violencia que legitiman en contra de los feminismos no son iguales en todos los casos. Entender cuáles son las respuestas de los diferentes partidos políticos de derechas puede ser de gran utilidad para distinguir los posicionamientos de estos actores ante el auge feminista. Desde los inicios de la democracia, el feminismo ha dejado de ser una cuestión secundaria y ha adquirido más peso social e institucional, por lo que han ido apareciendo posturas abiertamente contrarias, en concreto con la entrada en las instituciones públicas de Vox en 2018, coincidiendo ese mismo año con los paros internacionales (ÁLVAREZ-BENAVIDES; JIMÉNEZ AGUILAR, 2021; CABEZAS, 2022).

Si los feminismos se constituyen como un movimiento sociopolítico, las mujeres como su principal sujeto -con todas las salvedades que debemos hacer hoy día ante la diversidad sexual y la interseccionalidad- y el 8M como uno de sus espacios de acción social, nos interesa ver cómo las derechas se relacionan con estos. El feminismo nos aporta la clave sobre su vinculación con el movimiento social de transformación. Sus posicionamientos sobre las mujeres nos instan a cuestionarnos cuál es su concepción de las relaciones de género, esto es, si interpelan a todas las mujeres y disidencias sexuales o solo a unos determinados tipos que facilitan seguir legitimando desigualdades de género o renovarlas a las nuevas demandas capitalistas, coloniales, sexistas o masculinistas. En fin, el 8M nos ofrece un espacio excepcional de comparación.

Metodología

Al analizar las derechas en España, contamos con un amplio abanico de partidos con y sin representación parlamentaria. Para este estudio se han seleccionado los partidos más apoyados en las elecciones generales de junio de 2016, abril de 2019 y noviembre de 2019. Estos son: el Partido Popular (137 escaños en 2016, 66 en 2019A y 89 en 2019N), Ciudadanos (32 en 2016, 57 en 2019A y 10 en 2019N) y Vox (0 en 2016, 24 en 2019A y 52 en 2019N). Esta muestra no incluye a otros partidos nacionalistas y regionalistas (Alexandre PICHEL-VÁZQUEZ; Begonya ENGUIZ GRAU, 2022) o movimientos sociales y actores de derechas (ÁLVAREZ-BENAVIDES; JIMÉNEZ AGUILAR, 2020a). A pesar de ello, pretende ser ilustrativa de distintas tendencias ideológicas que de manera general podemos encontrar en todo el territorio nacional y que han ido adquiriendo una mayor envergadura en los últimos años, desde la derecha liberal hasta la radical, dejando de lado condicionantes particulares relacionados con el territorio, la historia o la diversidad cultural y lingüística.

La metodología seguida en este estudio es el análisis crítico del discurso (Teun A. VAN DIJK, 2001) y la etnografía digital (Robert KOZINETS, 2019). Por una parte, se han analizado los principales nodos de su discurso político centrándonos en las cuestiones relacionadas con el feminismo, la movilización social y el género. Por otra parte, se han tenido en cuenta las prácticas de dichos partidos en la esfera política. Aunque Internet sea incapaz de captar toda la realidad de la acción social, nos ofrece una ventana fundamental para elaborar una imagen retrospectiva de las derechas presentes (ÁLVAREZ-BENAVIDES, 2018). Partimos, por tanto, de un análisis cualitativo que nos permitirá establecer similitudes, distinciones y diferencias entre nuestros objetos a estudiar. Nos interesa más reflexionar sobre su relación con el feminismo que sobre su “virulencia” o “expansión”, como han reflejado algunas investigaciones recientes (Miren GUTIÉRREZ ALMAZOR; María Jesús PANDO CANTELI; María Luz CONGOSTO MARTÍNEZ, 2020; Víctor GUTIÉRREZ SANZ; ETURA HERNÁNDEZ, 2021; LACALLE; MARTÍN JIMÉNEZ; ETURA HERNÁNDEZ, 2023).

La selección del material empírico ha recurrido a los perfiles en redes sociales como Twitter, Instagram y Facebook, plataformas de vídeos como YouTube y las páginas webs de dichos partidos entre los años 2017-22. Las fuentes analizadas son posts, artículos de opinión, entrevistas, anuncios publicitarios, mítines, notas de prensa y proclamas. Solamente se han considerado las intervenciones de cargos políticos por representar la posición oficial del partido, dejando a un lado las de otros miembros o militantes, aun cuando estos discursos ofrecen un material empírico enormemente valioso por su subjetividad y por no representar la principal línea discursiva (LACALLE; MARTÍN JIMÉNEZ; ETURA HERNÁNDEZ, 2023). En la búsqueda se han tenido en cuenta sus acciones y posicionamientos ante el 8 de marzo, en esta misma fecha, los días precedentes y posteriores, utilizado los términos “8M”, “Día de la Mujer”, “feminismo”, “mujer” y “mujeres” en los motores de búsqueda.

Al estructurar el análisis, hemos examinado tres grandes ejes discursivos: el feminismo, el 8M y las mujeres. Las principales variables que han guiado la investigación y a partir de las cuales se han situado y analizado los distintos posicionamientos de los distintos partidos de derecha han sido: I) Autodefinición/autoidentificación respecto al feminismo: si se consideran feministas, antifeministas y posiciones intermedias; II) Activismo feminista, reconocimiento y valoración del 8M: si celebran la festividad o no, el modo en el que la celebran, si participan en las manifestaciones, las huelgas, si se desmarcan o si realizan algún tipo de contramanifestación o evento alternativo; III) Régimen de género y feminidades: a qué mujeres e identidades de género interpelan en su discurso público. Finalmente, estos indicadores valorados en su conjunto y a través de sus distintas articulaciones e interacciones, pretenden ser útiles para establecer las respuestas de las derechas ante el feminismo como movimiento social transformador, sus reivindicaciones y sus marcos interpretativos de la realidad en el contexto posfeminista vigente.

Respuestas de las derechas españolas al 8M

Un nuevo feminismo liberal: Ciudadanos

Ciudadanos (Cs) se declara “el partido de la libertad y la igualdad”. Su posición discursiva respecto al feminismo es la aceptación. Reclama en él un espacio propio que se amolde a sus posturas políticas y económicas. Sin renunciar al activismo social, se decanta por un “feminismo institucional” o “feminismo burocrático” como vía de acción. Esto es algo fácil de identificar en la composición de sus cuadros y liderazgos políticos. Todo ello contribuye a que promuevan e incluso implementen una serie de políticas en favor de feminidades aplicables a la economía liberal, sin renunciar tampoco a otras sexualidades LGTBIQ+.

Cs se autodefine como un partido feminista, que desea conformar este movimiento. A la hora de posicionarse, lo hace desde un lugar intermedio -descrito como “centro” o “sentido común”- frente a “dos polos”, representados por el antifeminismo y el feminismo excluyente, que desean iniciar una “guerra de sexos”. Así, por un lado, rechazan y quieren desmarcarse de “algunos sectores concretos de la sociedad” que, en palabras de su exlíder Albert Rivera, mantienen una “visión machista”, en referencia al posfranquismo, el PP o Vox.¹ Del mismo modo, Inés Arrimadas, que sustituyó a Rivera en la presidencia del partido en 2020, denomina “carcas” o “viejos” a los sectores de la población “negacionista” de la “violencia machista”.² Por otro lado, rechazan los feminismos no liberales, tanto institucionales como activistas, que tachan de excluyentes. Los definen como “sectarios”, que “patrimonializan”, “reparte[n] carnets de feminista”, y niegan a Cs como un interlocutor feminista válido.³ Estos feminismos estarían representados a nivel de partidos por el PSOE y, sobre todo, por UP. El feminismo que defienden se presenta, en cambio, como abierto, inclusivo y moderno, frente a “los partidos y a las ideologías de siempre”.⁴

El “partido naranja” reivindica un feminismo liberal, y desde 2019 así lo ha hecho explícito. Durante la manifestación del 8M de ese año utilizaron el lema: “¡Igualdad es libertad, feminismo es libertad!” y la etiqueta #FeminismoLiberal.⁵ Ese mismo año, con motivo del Día de las mujeres, Rivera escribió un artículo en El Mundo en el que teorizaba su concepción del feminismo. En dicho texto, donde no renuncia al concepto de igualdad, este siempre aparece subordinado al de libertad.⁶ Siguiendo la misma tónica, en la cuenta oficial de Twitter del partido publicaron en 2022: “El feminismo es igualdad, pero sobre todo es libertad”.⁷

Respecto al 8M, Cs no ha rechazado su celebración y ha participado en él, pero de acuerdo con su marco ideológico. No secundaron formalmente la huelga feminista internacional, justificándose en su liberalismo, al tratarse de una huelga contra el machismo “pero también contra el capitalismo”,⁸ al estimarla, en fin, como “una huelga general anticapitalista”.⁹ De esta manera se ha decantado por la vía institucional, participando en actos conmemorativos, así como en las manifestaciones en las calles.¹⁰ Su acción va en la línea de un neoliberalismo democrático similar al de otras latitudes del Norte Global, que no cuestiona las relaciones de poder capitalistas, menos si cabe a través de instrumentos como las huelgas (Nancy FRASER, 2020). Defienden una mejora en los derechos de las mujeres, pero siempre dentro de este sistema económico neoliberal.

En distintas ocasiones han sido invitados a irse de las manifestaciones por un sector de los participantes, por lo que el 8M le ha servido para señalar a ese “feminismo de Podemos y del PSOE”, presentándose como víctima de la “actitud sectaria, […] intolerante, totalitaria incluso”.¹¹ Según Cs, el 8M es una causa de todos, donde están todas las mujeres y los hombres, “la [otra] mitad de la población”.¹² Defienden que ellos no deben ser “discriminados” del feminismo por pensar de manera diferente o no querer posicionarse ante cuestiones como la pornografía o la Guerra de Ucrania, tal y como planteó la concejala del Ayuntamiento de Madrid Begoña Villacís en 2022.¹³ Gracias a ello, consiguen identificarse como feministas y, paralelamente, distinguirse de la izquierda. En un vídeo de 2021, Cs definía a UP como un “feminismo asimétrico” que establecía “mujeres de primera y mujeres de segunda”. En él se contraponían a las mujeres de dicho partido y del PSOE, a las díscolas como Teresa Rodríguez (la exdiputada del partido soberanista Adelante Andalucía), las de derechas y los nacionalistas españoles, que no merecen la misma protección y cuidado por su parte. Por consiguiente, el nacionalismo actúa a su vez como un elemento fundamental en su consideración de la diferencia sexual y del feminismo.¹⁴

En cuanto a los roles de género y su concepción de las feminidades, Cs reivindica fundamentalmente a las mujeres trabajadoras y madres, reflejadas en modelos históricos “liberales”. En 2018, reclamaron la libertad e igualdad de las mujeres, así como la corresponsabilidad en el hogar ante el “segundo turno” femenino y el final de la violencia machista.¹⁵ Entre las medidas propuestas por el partido encontramos ayudas a las mujeres autónomas, bonificaciones para las guarderías, la lucha contra la brecha salarial o el estudio de la feminización de la pobreza.¹⁶ Otras demandas en esta línea han consistido en valorar los méritos de las mujeres, apoyar a las mujeres en el deporte¹⁷ o incluirlas por ley en los libros de texto.¹⁸ El énfasis en la protección de la maternidad se ha hecho evidente con el paso de los años con campañas como #ElMejorPaísParaTenerHijos de 2021.¹⁹ Otras demandas, como los permisos de maternidad y paternidad de 24 semanas -con un enfoque que bonifique a las empresas que los fomenten- o el apoyo a la reproducción asistida inciden en la misma concepción de la feminidad blanca, heterosexual y dentro de unos parámetros económicos neoliberales, rescatando el discurso de “los mismos derechos y las mismas oportunidades”.²⁰

Recapitulando, en Cs puede observarse una reivindicación del feminismo, pero esta incluye algunos elementos que son constitutivos del sexismo y el antifeminismo como el eje nacionalista de su visión del género, el antagonismo con las formas más radicales de feminismo y movilización política, o las políticas económicas que no están dirigidas a todas las mujeres (especialmente, las más precarias, racializadas y migrantes).

Un feminismo liberal tradicional: Partido Popular

El PP se presenta como el verdadero valedor de los derechos de los hombres y las mujeres en España, aunque su acercamiento al feminismo es relativamente reciente y muy pocos de sus representantes públicos se han definido como feministas (FÉLEZ CASTAÑÉ, 2017). Con el cambio de siglo las políticas de igualdad y la participación de las mujeres empezaron a cobrar cada vez más interés para el partido conservador (Antonia María RUIZ JIMÉNEZ, 2003). Desde la presidencia de Mariano Rajoy (2011-2018) la formación ha ido dando cada vez más peso a las mujeres y al feminismo. Un feminismo que definen como “liberal” y “burocrático”, al tiempo que critican el “feminismo radical” que encarnan UP y PSOE. No se oponen al 8M, pero no han participado como formación política en las manifestaciones hasta 2023. En cambio, organizan eventos de partido, acuden a los actos institucionales y responden a los medios de comunicación en esta fecha. En cuanto a su discurso sobre las mujeres, observamos una especial preocupación por temas liberales como el trabajo, la conciliación y la maternidad, que se recogen en sus iniciativas y propuestas legislativas, tanto en el gobierno como en la oposición, sin dejar de lado la promoción de roles de género tradicionales asociados al conservadurismo católico.

Al igual que Cs, los populares reivindican un “feminismo liberal”. De hecho, son más explícitos al construir este tipo de feminismo, en oposición a otro “colectivista”, o lo que es lo mismo “igualdad de oportunidades sin colectivizar a la sociedad”. A la hora de distinguirse de otros feminismos (liberales o no), el PP plantea la disyuntiva entre legal y real/efectiva,²¹ exponiéndose como un agente capaz de logar los propósitos feministas en el presente.²² Esto le ha llevado a declararse como el principal valedor de los derechos de las mujeres, al menos a nivel administrativo, a través de diferentes mantras, como ser el primero en tener cargos públicos femeninos en la democracia actual, la supuesta mejor situación económica del conjunto de las mujeres bajo sus anteriores mandatos o ser el impulsor del Pacto de Estado contra la Violencia de Género (2017).²³ También a nivel político, identificándose como pionero de la inclusión de las mujeres en puestos de representación, tal y como reflejó en su Manifiesto por el Día Internacional de la Mujer de 2018:

“La mujer, con los gobiernos del PP, ha sido un referente en cargos institucionales y políticos. Nombramos a la primera Comisaría Europea, la primera Presidenta de las Cortes, la primera Presidenta del Senado, etc. Todas, mujeres del PP que han estado en primera línea, tanto en el ámbito nacional como autonómico, provincial y local, por su mérito y capacidad y no por cuotas”.²⁴

Su feminismo se basa más en cuestiones externas, formales, que críticas o de contenido. Por un lado, la cuestión del feminismo remite necesariamente a la identidad nacional, al “ser” español, que defiende ante aquellos “que describe[n] un país colonial y con instituciones dictatoriales ‘que no es reconocible’ con España”, tal y como planteaba su exlíder Pablo Casado, desligándose así del pasado colonial y de la dictadura franquista.²⁵ Por otro lado, su feminismo cuenta con una visión muy orientada a la seguridad, con un mayor énfasis en el punitivismo penal sobre los “delincuentes” que, por ejemplo, Cs. En este sentido, se contrapone a Vox y su negación de la violencia de género, pese a que no se oponga del todo a las leyes de “violencia intrafamiliar” que ha propuesto el partido ultraderechista y que han apoyado a nivel autonómico en sus gobiernos de coalición. En general, el PP propone un “feminismo securitario”, que intenta combatir todas las formas de violencia contra las mujeres y el resto de la población, -llevándole a negar la raíz de género de muchas de estas- con más violencia. En particular, su propuesta ha sido la defensa de la “prisión permanente revisable”.

El acercamiento del PP al feminismo en los últimos años tiene que ver con la recomposición de las derechas españolas. De este modo, primero, pretende aproximarse a las nuevas realidades sociales y roles de género, normalizando ciertas identidades sexuales LGTBIQ+. En segundo término, distanciándose de las derechas radicales, algo evidenciable con su participación en el Día Internacional de la Mujer. En un principio, amparó el derecho a participar o no en la Huelga internacional feminista, con una actitud ambivalente, que en sus principales cargos no se dio en las calles.²⁶ A partir de 2020, sí que llamó a acudir a los actos del 8M en pro de un “feminismo inclusivo” o un “feminismo sin etiquetas”, como declaraba su portavoz Cuca Gamarra.²⁷ Llegó, incluso, a definir a las mujeres en un spot publicitario como “amigas”, sugiriendo así demandas feministas como la sororidad.²⁸ Una vez más, esto le permite distanciarse y distinguirse de un feminismo radical como el del Gobierno de Coalición. Así, Ana Pastor, Vicesecretaria de política social del PP, criticaba la confrontación sobre la cuestión feminista y los “discursos bonitos”. Este tipo de declaraciones viene a reforzar la idea de que es el guardián de los derechos de las mujeres de una forma “real” y “pragmática”. Asimismo, tampoco ha renunciado a atacar al gobierno por la celebración del 8M antes de desencadenarse la pandemia de COVID-19, en su caso no tanto para denunciar al feminismo en sí, como para señalar al gobierno como mal gestor.²⁹

Las mujeres del PP y su representación de las españolas se reafirman en sus capacidades, tal y como refleja un spot publicitario de 2020 titulado “Capaces”.³⁰ Unas mujeres que ni niegan la agencia femenina, ni la desigualdad -casi siempre caracterizada en términos económicos liberales-. La derecha conservadora dice ser un partido históricamente comprometido con las mujeres en materia de trabajo, pensiones y flexibilidad en el mercado laboral.³¹ También con los liderazgos femeninos, la brecha salarial, la conciliación³² y, por supuesto, los Derechos Civiles que están consagrados por la Constitución de 1978.³³ Todo ello remite, una vez más, a un modelo concreto de mujer madre y trabajadora blanca dentro de la economía liberal. Merece la pena destacar que, frente a otros partidos, la derecha conservadora hace hincapié en el lugar de los hombres en el feminismo. No tanto en su responsabilidad en la desigualdad, como en su necesaria participación en esta lucha que pasa por apoyar las políticas del partido. Así consiguen una imagen más inclusiva de estos, sobre todo ante un electorado posiblemente más reluctante ante los feminismos.³⁴

Por lo tanto, aun sin negar el feminismo, el PP lo limita a sus canales e intereses políticos. Su participación en el 8M también está ligada a la necesidad de reposicionarse como un partido escoba que pretende seguir incorporando en su acción pública distintas sensibilidades dentro del espectro de la derecha. De este modo, ha combinado una participación reducida en los actos del 8M, generalmente de manera privativa y organizando actos de partido, con críticas duras al feminismo y a su celebración cuando se entendía como una forma de desprestigiar y desgastar al gobierno central que detentaba. Respecto a su concepción de las feminidades, al igual que las formas de acción colectiva y al movimiento, a pesar de exhibirse como inclusivo es ciertamente restrictivo, representando casi siempre un rol de mujer liberal, madre y trabajadora, relacionado con su ideología político-económica y con su tradicionalismo nacionalista y católico. Nos encontramos, entonces, ante un sexismo que se ha ido adaptando al nuevo contexto político hasta llegar a identificarse como feminista.

Un nuevo antifeminismo iliberal: Vox

Vox se opone al feminismo y cualquier manifestación de éste, incluido el 8M. El partido de ultraderecha articula un antifeminismo iliberal, que ha ido evolucionando y generando nuevos espacios y estrategias de contestación, resignificación y oposición dentro del sistema democrático (ÁLVAREZ-BENAVIDES; JIMÉNEZ AGUILAR, 2020b; 2021; 2024; CABEZAS, 2022). La derecha radical populista española niega la existencia en estas circunstancias de la desigualdad estructural y la violencia de género, al tiempo que afirma que muchas de las políticas contemporáneas fomentan un nuevo tipo de discriminación hacia los hombres y determinadas mujeres nativas. Esta actitud se justifica en una percepción de la realidad donde existe una igualdad en la diferencia que se ve amenazada por el feminismo y ante la que se rebela.³⁵

Su postura política oficial es la del rechazo y el intento de eliminar el feminismo de la agenda política española y de la sociedad civil, a través de la articulación de todo un aparato de actuaciones políticas -algunas ya acometidas desde los puestos de la administración que han ido ocupando-, tácticas discursivas y performances, que pretenden vaciarlo de sentido, deslegitimarlo y desposeerlo de sus rituales. Por ello, promociona feminidades que le ayudan a construir esta cosmovisión de la diferencia sexual, pero también encajar otras cuestiones políticas propias de su ideario como el ultranacionalismo, el neoliberalismo o el punitivismo. Al mismo tiempo, y en oposición a sus feminidades, construye una visión peyorativa de las feministas como un peligro no solo para la igualdad, sino para la democracia y la nación española.

Conforme a la derecha radical, no hay ningún tipo de feminismo aceptable, por lo que a diferencia del PP y Cs no llega a proponer o identificarse con ninguna variante del movimiento. A pesar de que en 2017 llegó a coquetear con alguna concepción ultracatólica que empleaba el término “feminismo católico”,³⁶ rápidamente ha optado por rechazarlo de pleno y no conceder ningún posicionamiento dentro o fuera del partido que pueda cuestionar esta postura monolítica. Con el paso de los años, su discurso ha ido escalando en la agresividad de este rechazo, empleando lemas como “Stop feminismo”,³⁷ calificativos como “supremacismo feminista” (LACALLE; MARTÍN JIMÉNEZ; ETURA HERNÁNDEZ, 2023), “feminazis” para denominar a un grupo de manifestantes que protestaron en su sede el 8M de 2019,³⁸ o “burka ideológico” para asimilarlo desde posiciones feminacionalistas a las formas de patriarcado islámico o musulmán (FARRIS, 2021).³⁹ Según Jorge Buxadé, el “feminismo radical y violento” realiza una “utilización indebida y política de la mujer” en temas como la violencia sexual de los inmigrantes, el abuso sexual por parte de las instituciones del Estado y, por último, ante la “violencia” de las protestas feministas contra los españoles y las españolas que disienten de estas.⁴⁰ En 2021, tildó de “feminismo radical” unas pintadas reivindicativas porque tenían que ser limpiadas por otras mujeres, utilizando el hashtag #EsteFeminismoEsViolencia.⁴¹ Un año más tarde, denunció cánticos como “Madrid será la tumba de Abascal” -que evocaba el lema empleado en la capital tras el golpe de Estado de 1936 “Madrid será la tumba del fascismo”-, volviendo a asociar el feminismo con la violencia, esta vez por señalar a su líder.⁴² En paralelo, participa del movimiento antigénero español y campañas como #StopFeminazis, encabezada por la asociación HazteOir en 2019 y en adelante (CABEZAS, 2022, p. 233-235).

Para Vox, el feminismo no representa a todas las mujeres. Si bien sus cargos no se autodefinen como feministas, en alguna ocasión se hace mención a las “feministas reales”, figuras del pasado como Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán o Clara Campoamor, que encajan dentro de su cosmovisión conservadora en cuestiones como la autonomía económica, la educación y el voto.⁴³ También se ha valido de discursos y símbolos feministas como la salvaguarda de la igualdad “nacional” o la imagen de Rosie la Remachadora en sus campañas de comunicación durante los 8M de 2018 y 2019 (CABEZAS, 2022). Pero este posicionamiento discursivo no solo rechaza a cualquier feminismo vigente, sino que lo desposee de su capacidad como medio de transformación, o lo presenta como un medio de cambio negativo o involución, desde la convicción de que la igualdad ya ha sido alcanzada.

Respecto al 8M, ha pasado del desinterés al rechazo y, posteriormente, al intento cooptación, al pretender sustituir esta festividad por otras. Así, en 2018, desde una perspectiva feminacionalista, la presidenta de Vox Sevilla María José Piñeiro invitaba a no participar en la huelga porque “no tiene sentido en una sociedad como la nuestra. […] lo mejor para nosotras es pasarlo trabajando”.⁴⁴ En 2019, Rocío Monasterio defendía “romper con la Huelga Feminista del 8M” y celebrar ser mujer el resto de los 364 días, para rebelarse ante un “feminismo totalitario”, que “pretende adoctrinar” y que “criminaliza al hombre”.⁴⁵ Al año siguiente, contraprogramó su encuentro Vistalegre III con la movilización feminista con la intención de enfrentar su programa político. En aquel acto, hubo reiteradas menciones al movimiento, así como críticas al Gobierno de Coalición por sus “chiringuitos feministas” ante la inminente crisis sanitaria.⁴⁶ Se presentaban como la “alternativa” contra la “agenda cultural de la izquierda” tras “décadas de políticas progresistas”, conforme al discurso antigénero.⁴⁷ A pesar de que en ese evento se contagiaron varios de los dirigentes y participantes, se acusó al gobierno de haber autorizado el 8M, que situó como el “epicentro” de la pandemia, provocando el contagio masivo de la población, como denunció Santiago Abascal en una entrevista en ABC.⁴⁸ Inició así una campaña que pretendía criminalizar al feminismo a través de bulos y montajes en las redes (Luis Xabier MARTÍNEZ ROLÁN; Teresa PIÑEIRO OTERO; María Isabel MÍNGUEZ GONZÁLEZ, 2021), e incluso una ofensiva en los tribunales (ÁLVAREZ-BENAVIDES; JIMÉNEZ AGUILAR, 2024).

Tanto en 2021 como en 2022, Vox ha intentado desposeer y cancelar este evento. Su propuesta inicial fue sustituirlo por el “Día Nacional de las Víctimas del Coronavirus”, en homenaje a las personas fallecidas que supuestamente la manifestación había provocado el año anterior, como señaló Carla Toscano,⁴⁹ y porque la única identidad que merecía ser defendida y celebrada era la de ser español.⁵⁰ Al año siguiente, se optó por virar hacia una lógica racional-economicista, demandando no participar en la “farsa feminista”⁵¹ debido a la crisis económica y la guerra entre Rusia y Ucrania.⁵² En un vídeo titulado #NoHablesEnMiNombre, refería su rechazo a otras cuestiones socioeconómicas como las ocupaciones, la pobreza energética, el alza de los precios y la bajada del poder adquisitivo.⁵³ Esta estrategia de cuestionamiento, vaciado de sentido, resignificación y sustitución ha sido utilizada por Vox con el resto de las celebraciones feministas, como por ejemplo el “Día Contra la Violencia de Género” (25 de noviembre), al afirmar que la “violencia no tiene género” y que hay que hablar de “violencia intrafamiliar”.

Para finalizar, en sus exposiciones públicas Vox apela en exclusiva a “las mujeres de verdad”, las españolas. Con motivo del 8M de 2020, publicó un vídeo en YouTube donde aparecía una sucesión de mujeres que reivindicaban no ser dóciles o sumisas, victimizadas, no ser intervenidas por el Estado o “colectivizadas” por la izquierda. Estas feminidades son trabajadoras, cuidadoras, autosuficientes, sin privilegios, cuotas y no se consideran inferiores ni discriminadas por los varones.⁵⁴ A su vez, las utilizan para denunciar que todos los hombres no son violentos, el feminismo está alineado con políticas de izquierdas como la defensa de lo público o la intervención del estado en favor de las clases más desfavorecidas (entre ellas las mujeres), no existiendo una desigualdad de género y sí de carácter nacional.⁵⁵

En definitiva, aun quando Vox no utiliza de forma sistemática el término antifeminista, rechaza los feminismos actuales en su conjunto. A diferencia de otras derechas, no se identifica con ningún tipo de feminismo -salvo en el pasado-, condena y combate el movimiento social, su presencia en las instituciones y su dimensión cultural. No existen fisuras a este respecto, y si existen otro tipo de sensibilidades o posicionamientos nunca se formulan en un discurso que es abiertamente antifeminista. De este modo, no celebra el 8M y promueve prácticas de desposesión y sustitución de este y cualquier otra conmemoración feminista, tanto en las instituciones como en las calles. Su concepción de las mujeres es abiertamente feminacionalista, defendiendo a las no nativas solo cuando beneficia a sus “intereses nacionales”.

Conclusiones

El análisis de las distintas posiciones discursivas respecto a las variables de autoidentificación feminista, activismo durante el 8M y feminidades propuestas de estos tres partidos de la derecha española posibilita formular algunas reflexiones interesantes. En primer lugar, mientras que la mayoría de las derechas se declara feminista, la otra lo niega. Esto no quiere decir que las derechas que se declaran feministas acepten el feminismo en su diversidad, los partidos políticos de izquierdas que lo apoyan o el activismo fuera de las instituciones como vía de transformación social. Como ocurre también entre los propios colectivos feministas, PP y Cs se disputan el significado del feminismo y sus límites, mostrando la complejidad de las identidades de los sujetos que se declaran como tales. Vox, por el contrario, rechaza sin matices el feminismo y lo identifica como uno de sus principales antagonistas. Esto, paradójicamente, manifiesta la transversalidad lograda por el feminismo, así como la irrupción de nuevos actores contrarios a este.

Respecto al 8M, entendido como espacio dentro de la cultura y el repertorio de acción feminista, vemos distintas actitudes. Cs quiere participar desde las instituciones y las calles. El PP participa a nivel institucional y en actos de partido, a pesar de que en los últimos tiempos ha abierto la puerta a manifestarse. Vox rechaza su participación, pero va más allá al intentar desvirtuar, resignificar y, en último término, eliminar el feminismo tanto en las calles como en las instituciones, a través de formas inéditas de antifeminismo dentro de los partidos de derechas en España. Por consiguiente, existe en las derechas un diferente grado de afinidad con la movilización feminista y su repertorio, pero ninguna se plantea una ampliación de sus límites o una renovación de sus formas -más allá de un mayor interés dentro de las instituciones-, sino todo lo contrario.

En el caso de sus posicionamientos sobre las mujeres y las feminidades, son similares. Todos ellos apelan a mujeres trabajadoras, madres y españolas, con reivindicaciones relacionadas con la economía y la representación política liberal y/o neoliberal. Cambian los énfasis, los modelos, las propuestas o el modo de alcanzarlas, pero tanto los feminismos liberales como los antifeminismos hacen evidentes elementos feminacionalistas que van adquiriendo un mayor grado de radicalidad conforme nos escoramos más al polo de la derecha. Estos partidos afirman defender los derechos de las mujeres, aunque su concepción de las feminidades es muy restrictiva, dejando de lado mujeres de otras ideologías, precarizadas, racializadas o no nativas. Estas articulaciones incluyen a otras identidades sexuales (en el caso de Cs y en menor medida el PP), así como a los hombres ya sea para integrarlos dentro del feminismo (PP) o para rechazar su papel en la desigualdad y la violencia, victimizándolos (Vox).

Al negar de manera parcial algunos feminismos valorados como radicales o al feminismo en todas sus variedades, como ocurre con Vox, todos ellos articulan en diferente grado actitudes y discursos antifeministas. Para estos partidos existe siempre un feminismo, parcial o total, que contradice sus posicionamientos, por lo que rechazan cualquier formulación que cuestione el statu quo nacional o de género vigente. Estos rechazos también evidencian sus ausencias. Las derechas españolas construyen su discurso sobre las españolas y, en menor medida, sobre las mujeres dominadas del Sur Global, singularmente en los países islámicos. No obstante, en su discurso internacional rara vez entran las mujeres que por su activismo, condición social, ideología, diversidad funcional, género, clase, raza o religión, no se insertan en su cosmovisión nacional. Del mismo modo, es significativo la pervivencia de un marco heteronormativo en su concepción de la diferencia sexual, puesto que excepto -de manera tibia y electoralista- no aluden en sus manifestaciones a otras disidencias sexuales.

Las derechas españolas presentan continuidades y solapamientos entre ellas. No podemos olvidar que tanto Cs como Vox surgen con relación al PP. Cada uno de ellos pretende incorporar distintas sensibilidades tradicionales dentro de la derecha española, a la par que otras nuevas surgidas de los procesos de modernización y secularización. Así, se declaren feministas o antifeministas, comparten elementos comunes en sus formas de entender la diferencia sexual y cómo transformarla, que defienden con distintos niveles de énfasis. Además, estos posicionamientos sexistas o antifeministas han ido evolucionando, adaptándose a las nuevas formas de comunicación política y sus intereses electorales. Las derechas españolas contemporáneas pretenden, por tanto, disputar y/o anular los marcos de los feminismos para proponer tipologías neoliberales o concepciones decididamente antifeministas y antigeneristas, recuperando temas aparentemente superados o introduciendo otros nuevos en su oposición a los avances en igualdad.

No podemos dejar de señalar aquí que el renovado interés de las derechas por el feminismo muestra la centralidad de este movimiento en las sociedades contemporáneas. La complejidad, multidimensionalidad, interseccionalidad, transversalidad y, al mismo tiempo, la fortaleza que ha adquirido en los últimos años, articulándose como un motor privilegiado del cambio social, ha hecho que todos los partidos y agentes políticos españoles acudan y se posicionen respecto a él. Los futuros estudios de los antifeminismos deben dar cuenta de estas heterogéneas dimensiones y actitudes sobre el feminismo, la diferencia sexual o conceptos como la libertad y la igualdad. De la misma manera que no existe una única teoría o praxis feminista, estas respuestas han de ser diversas. Más allá de determinar el grado de igualitarismo de sus praxis y sus propuestas, debemos seguir incidiendo en estas relaciones a menudo complejas y contradictorias para entender cómo evolucionan y pueden ser transformadas. Se trataría de una posición que pretende enriquecer nuestra propia comprensión como investigadoras feministas, siendo conscientes de las respuestas machistas, LGBTIfóbicas o feminacionalistas, pero no solo para erradicarlas, sino para convertirlas y que se conviertan por medios feministas en futuros agentes del cambio. Ese, creemos, es el desafío que debe de afrontar el renovado interés por el antifeminismo, el antigenerismo, la misoginia o las nuevas derechas.

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• Como citar este artículo de acuerdo con las normas de la revista:

  JIMÉNEZ AGUILAR, Francisco; ÁLVAREZ-BENAVIDES, Antonio. “Frente al 8M. Respuestas de las derechas a la movilización feminista en España (2017-2022)”. Revista Estudos Feministas, Florianópolis, v. 32, n. 2, e96577, 2024

• Financiación:

  Ayuda Juan de la Cierva-Formación 2021 (FJC2021-047020-I) financiada por MCIN/AEI/10.13039/501100011033 y por la Unión Europea NextGenerationEU/PRTR y Ayuda a la atracción de talento internacional María Zambrano (REGAGE22e00043261109), financiada por el Ministerio de Universidades de España y la Unión Europea NextGenration EU/PRTR

• Consentimiento de uso de imagen:

  No se aplica

• Aprobación de un comité de ética en investigación:

  No se aplica

Fechas de Publicación

• Publicación en esta colección
  05 Ago 2024
• Fecha del número
  2024

Histórico

• Recibido
  01 Oct 2023
• Revisado
  21 Abr 2024
• Acepto
  24 Abr 2024