Open-access EL HUMANISMO EN LA FORMACIÓN Y PRÁCTICA DE ENFERMERÍA: UNA ESPERANZA TRANSFORMADORA

La profesión de enfermería surge en los países latinoamericanos como una ocupación social que se profesionaliza*. Es en la etapa moderna o pós nightingaleana, cuyo período inicial se remite a principios del siglo XX, cuando mediante procesos de institucionalización educativa, se transita de ocupación a profesión. Las particularidades que han caracterizado el origen y desarrollo de Enfermería en más de una centuria, guardan un estrecho vínculo con las condiciones históricas, culturales, sociales, económicas y políticas que la acompañaron en su proceso de constitución.

Bajo ese contexto, es importante considerar que la formación del personal de enfermería, por lo menos durante 70-80 años del siglo pasado, se hizo bajo un modelo educativo profesionalizante, francés, llamado también napoléonico , que privilegió la adquisición de conocimientos, y sobre todo habilidades, para responder a las necesidades de atención a la enfermedad en los ámbitos hospitalarios. Por su parte, la práctica asistencial también se ha caracterizado por presentar tres modelos, a saber: empírico-práctico, práctico-teórico y teórico-práctico.1

En ambos casos, el cuidado humanitario ha estado presente, sobre todo referido a diversos actos de religiosidad, caridad, ayuda al prójimo, sentimientos de propósito y capacidad, preocupación por los demás, participación, compromiso y motivación, características que suelen atribuirse a la vocación, es decir, a la aceptación de normas y modelos apropiados, la identificación con sus pares y la idea de colectividad. La noción de servicio del personal de enfermería se ha ido modificando, sobretodo, si se toma en consideración la filosofía heredada del siglo XIX donde la prestación del cuidado era con la finalidad caritativa y de auto sacrificio, donde los agentes de enfermería procuraban salvar su propia alma, salvando el alma del doliente a través del cuidado del cuerpo, integrándose la mística católica del cuidado caritativo a los pobres y discapacitados, a la ética protestante del ascetismo y del trabajo como virtud y fuente de satisfacción personal. En este sentido, la mística de la profesión generalmente se encuentra apoyada por un código de ética, el cual constituye uno de los elementos más importantes de la profesión y se convierte en un mecanismo de autocontrol profesional.

A lo largo de más de una centuria, las enfermeras y enfermeros latinoamericanos han transitado por diferentes caminos en la búsqueda de un posicionamiento o vindicación en el concierto profesional, laboral y social. En ese andar, se han incrementado los conocimientos teóricos y disciplinarios, validados por la obtención de grados académicos; se ha incursionado de manera formal y sistemática en la investigación, se ha intensificado el uso de tecnologías de la información y se han ampliado los procesos de acreditación, certificación y evaluación de conocimientos, habilidades, procesos y resultados, individuales y colectivos, producto de un sistema económico de corte Neoliberal, el cual privilegia el adelgazamiento del Estado y favorece a la iniciativa privada. Es evidente que con todo ello se han tenido logros exponenciales en el avance de la profesión, sin embargo, parece que se ha postergado la esencia de Enfermería: Cuidar con humanismo.

Existen por lo menos dos grandes evidencias de esta aseveración. En primer término, la opinión cada vez más frecuente de los usuarios de los servicios profesionales de enfermería, de la familia y de la sociedad en su conjunto, los cuales aluden a un trato mecanicista, despersonalizado y con ausencia de empatía personal y profesional, ante una persona que se encuentra vulnerada en su salud. Enseguida, la preocupación de estudiosos de la profesión, que están retornando su mirada hacia aspectos éticos y estéticos que son imprescindibles en el acompañamiento integral de una persona que requiere de un cuidado terapéutico y acompañamiento holístico; los cuales insisten en realizar funciones y acciones que favorezcan y posicionen a la profesión de enfermería, otorgando visibilidad e impacto a la contribución, compromiso y responsabilidad ciudadana, profesional y social del personal de enfermería.

Actualmente las condiciones sociales y profesionales pueden ser propicias para reflexionar sobre el Ser, Saber y Hacer en Enfermería. En pleno siglo XXI parece que hemos construido una identidad individual, de no ser así, ¿Dónde están nuestras raíces?, ¿Nuestra identidad colectiva?, ¿Nuestra ciudadanía?, ¿El compromiso social? y si estas preguntas parecieran ociosas, cabe reflexionar: ¿Cómo objetivamos esa identidad profesional? Los escenarios educativos y asistenciales se encuentran matizados por un individualismo y una competencia que lesiona el tejido profesional, en términos identitários y colegiados, por señalar algunos, lo que está generando una crisis, la cual puede superarse mediante la convicción del tránsito de una globalización competitiva hacia una globalización cooperativa. Con esta mirada, es necesario transformar la educación y la práctica profesional de Enfermería, cuyo núcleo y esencia sea el humanismo, lo que no excluye los conocimientos epistemológicos, técnicos, empíricos, científicos, éticos, estéticos y tecnológicos.

El humanismo en enfermería, puede entenderse de manera sencilla como el acto de entender y tratar al ser humano como persona, dicho de otra manera, "tratar al otro como te gustaría que te trataran". Bajo esta óptica, es preciso recordar que cuando decidimos ser enfermeras(os), casi siempre pensamos en ayudar, cuidar y acompañar al otro. Así, el humanismo es inherente a nuestra persona y nuestra carrera nace de la persona que somos. Esta reflexión no tiene la pretensión de hacer una amplia argumentación teórica sobre el humanismo, más bien, busca retornar a lo aparentemente simple, a lo que no pasa de moda porque somos personas, al trato cotidiano de ser y estar en el mundo, de crecer profesionalmente como una tarea colectiva, con sensibilidad, a eufemísticamente "Pensar con el corazón y sentir con el intelecto".

Es necesario iniciar una revolución personal, desaprender para reaprender, reconocer que a mayor conocimiento se debe poseer mayor humanismo, como acto de vida, de corresponsabilidad; tener presente que lo importante para el paciente o usuario es contar con un entorno afectivo, estar rodeado de la gente que quiere, tener libertad que le permita poseer capacidad de decisión; estar a gusto física y mentalmente y encontrarse en un entorno estimulante para los sentidos. Jean Watson afirma que "cuando una enfermera o enfermero entra en la habitación de un paciente, se crea un campo magnético de esperanza".2:7

Es preciso utilizar el tiempo de ejecución del cuidado para establecer contacto y comunicación, escuchar sus dudas, observar siempre lo no verbal, tener una comunicación honesta; propiciar los manejos positivos mediante una sonrisa, contacto visual, tocar el brazo, hombro o mano, tener voluntad de explicar y escuchar activamente y/o en silencio. La comunicación debe ser con empatía, respeto, autenticidad, en una palabra, humanizarse en el encuentro; escuchar al otro con alma, corazón y cuerpo. Amar a nuestra profesión implica amor y actitud por el servicio, empoderamiento, acompañamiento del equipo de salud y convertirnos en ejemplos a seguir. En este reencuentro con nosotros mismos, con la profesión y con la sociedad, se deben desarrollar y fomentar evidencias exitosas, favorecer la vinculación permanente entre la docencia y la asistencia.

Siempre es tiempo de crear y recrear una Enfermería visible, empoderada, solidaria y con alto sentido humanístico y social. La esperanza transformadora, crítica y no catatónica o romántica, permitirá construir, juntos, una mejor enfermería de la que encontramos.

Referencias bibliográficas

  • 1 Cárdenas-Becerril L. La profesionalización de Enfermería en México: un análisis desde la sociología de las profesiones. Barcelona (ES): Pomares; 2005. p. 120-48.
  • 2 Watson J. Nursing: the philosophy and science of caring. Boulder (US): University Press of Colorado; 2008.
  • *
    Se entiende por profesionalización al proceso mediante el cual se establecen ciertos criterios en la formación y desempeño de una ocupación o profesión, cuya finalidad primordial es incrementar el status y prestigio social, tanto de la profesión, como de quienes la ejercen.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    2016
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