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“Muchos Ciros”: reconsideraciones sobre la Ciropedia de Jenofonte y el humanismo renacentista inglés

'Many Cyruses': Xenophon's "Cyropaedia" and English Renaissance Humanism Reconsidered

Resumo:

La historia de la recepción de un texto suele estar en conflicto con sus orígenes. Colin Burrow nota la ironía de que, a pesar del gran apoyo de aquellos en el poder, la Eneida de Virgilio es tomada y traducida por los desfavorecidos durante el Renacimiento. Lo mismo es en parte cierto para la Ciropedia de Jenofonte. Este artículo examina el lugar de la Ciropedia dentro de la tradición humanista inglesa, centrándose en ciertas traducciones inglesas del texto y en sus interpretaciones dentro de la tradición speculum principis (espejo de príncipes). Esto culmina en el momento en el que el monarca reinante, el Rey Jacobo I de Inglaterra, encuentra reflejado en Ciropedia un modelo irresistible de realeza imperial.

Palavras-chave:
Ciropedia; Jenofonte; humanismo; Renacimiento inglés; espejo de príncipes

Abstract:

The reception history of a text is frequently at odds with its origins. Colin Burrow notes the irony that despite its loud support of those in power, Virgil’s Aeneid is taken up and translated by the disempowered during the Renaissance. The same is partly true of Xenophon’s Cyropaedia. This paper examines the place of the Cyropaedia within the English humanist tradition, focussing on English translations of the text, and its interpretation within the speculum principis (mirror-for-princes) tradition. This culminates in the moment when the reigning monarch, King James I of England, finds mirrored in the Cyropaedia an irresistible model of imperial kingship.

Keywords:
Cyropaedia; Xenophon; Humanism; English Renaissance; mirror for princes

“Muchos Ciros”: reconsideraciones sobre la Ciropedia de Jenofonte y el humanismo renacentista inglés

La1 1 Esta es una versión enriquecida y modificada de un artículo previamente publicado en Hermathena, (183), p.63-74. historia de la recepción de un texto suele estar en conflicto con sus orígenes. Colin Burrow (2000BURROW, C. (2000). “Virgil in English Translation”. En: MARTINDALE, C. (ed.) The Cambridge Companion to Virgil. Cambridge, Cambridge University Press., p. 21) nota la ironía de que, a pesar de contar con un gran apoyo de los que estaban en el poder, la Eneida de Virgilio es tomada y traducida por los desfavorecidos durante el Renacimiento, desplegada como una crítica de una autoridad existente más que, como uno podría esperar, un refugio. Lo mismo es en parte cierto para la Ciropedia de Jenofonte: fue traducida por primera vez al inglés en 1552 por William Barker, secretario del Duque de Norfolk y tutor ocasional de su hijo y, hasta hace poco, la edición inglesa más fácilmente disponible era la del tutor de Lord Alfred Tennyson, HG Dakyns2 2 La diligencia de Dakyns fue premiada con una sola referencia al pasar de Ciro en el corpus completo de la obra de Tennyson y, aun así, no fue aquel de Jenofonte sino el Ciro de Heródoto quien Tennyson llamó “La Princesa”. (Barker luego se volvió infame por traicionar la participación de su empleador en la Conspiración de Ridolfi contra la Reina Isabel, ganándose el nombre de knavish, “inglés italianizado”).3 3 Las connotaciones despectivas del famoso dicho “Inglese italianato é un diabolo incarnato” fueron ampliamente desarrolladas por Roger Ascham en The Schoolmaster (1570). Puede encontrarse más información sobre la vida y las traducciones de Barker en Grogan, J. (ed.) (2020). Xenophon's 'Cyropaedia', Barker, W. (trad.). Londres, MHRA. Pero al traer al Ciro persa a Inglaterra, los traductores humildes de Jenofonte hicieron apuestas audaces en favor de la realeza y la aristocracia. Evocando una identificación con Jenofonte, estos pedagogos desfavorecidos buscaron realizar el sueño humanista del poder a través de la educación, aunque de forma indirecta.

Este artículo examina el lugar de la Ciropedia dentro de la tradición humanista inglesa, centrándose en ciertas traducciones inglesas del texto y en sus interpretaciones dentro de la tradición speculum principis (espejo de príncipes). Esto culmina en el momento en el que el monarca reinante, el Rey Jacobo I de Inglaterra, encuentra reflejado en Ciropedia un modelo irresistible de realeza imperial.

Las comparaciones entre la Eneida y la Ciropedia fueron habituales para los humanistas del Renacimiento, quienes contaban con los comentarios de Badius, Landino y otros para orientar su lectura. Pero para la mayor parte de los lectores del Renacimiento, la Ciropedia se adaptaba más fácilmente a los géneros de espejo -el espejo para príncipes o espejo para magistrados- que a la épica.4 4 Una excepción notable es Sir Philip Sidney, quien intentó revivir esta lectura de la Ciropedia dentro de la tradición épica, considerándola “un poema absolutamente heroico” (Shepherd, 1898, p.1). Esto es claro en los prefacios de William Barker a sus traducciones de 1552BARKER, W. (trad.) (1552). The bookes of Xenophon contayning the discipline, schole, and education of Cyrus the noble kyng of Persie. Londres, Reynolde Wolfe. y 1567, y en su decisión de la dedicatoria para los ocho libros completos en 1567: “Si cualquier hombre aprende algo de lo que es mejor, confío que me rendirá agradecimiento, por cuyos medios me tuvo como un buen consejero y aprendió con claridad que podría perder aquello que buscó, y así pues agradecerme por mis penas aquí” (Herbert, 1552BARKER, W. (trad.) (1552). The bookes of Xenophon contayning the discipline, schole, and education of Cyrus the noble kyng of Persie. Londres, Reynolde Wolfe., A7).5 5 El énfasis es de la autora. La cita proviene del prefacio de William Herbert en la edición de 1552 de The bookes of Xenophon contayning the discipline, schole, and education of Cyrus the noble kyng of Persie. El prefacio fue reimpreso de forma complete en la edición de 1567. A pesar de las relaciones cercanas con la familia Howard, Barker hizo una apuesta fuerte en favor de los hombres más poderosos del país en 1552: William Herbert, Conde de Pembroke, aliado íntimo de John Dudley, Conde de Warwick (y luego de Northumberland), el principal instigador del joven Rey Eduardo VI en su momento. Su edición expandida de 1567 vuelve sobre su única acusación, el hijo del Duque de Norfolk, el joven Philip Howard, y añade un segundo prefacio a modo de dedicación, esta vez posicionando a William Herbert -y a la Ciropedia de 1552- como mentor de este nuevo destinatario de la dedicación: “a su señorío la lectura de semejante asunto es conveniente, a su Señorío, el juicio debe ser referido” (Barker, 1567BARKER, W. (trad.) (1567). The VIII. bookes of Xenophon, containinge the institutio[n], schole, and edwation of Cyrus, the noble Kynge of Persye. Londres, Reynolde Wolfe. , A4).6 6 Véase también la reciente edición de la traducción de Barker de 1567 por parte de la autora (ver n. 3).

El prefacio de 1567 de Barker al Philip Howard de diez años recupera el famoso “espejo” de Erasmo para el futuro emperador Carlos V, en la Educación del príncipe cristiano (1516). En esta obra, Erasmo movió a un lado el Ciro de Jenofonte y sus otros competidores clásicos. Más bien, insistió que “tanto Heródoto y Jenofonte eran paganos y usualmente retrataban la peor imagen de un príncipe…Cuando escuches de Aquiles, Jerjes, Ciro, Darío o Julio, no te sientas abrumado por el enorme prestigio de sus nombres; estás escuchando sobre un gran número de bandidos furiosos” (1997,JARDINE, L. (ed.) (1997). Erasmus: The Education of a Christian Prince. Cambridge, Cambridge University Press . p.62). Pero tampoco fue inmune a las atracciones de la Ciropedia; su prefacio a Carlos se abre citando a Jenofonte y elogia la creencia persa presentada por Jenofonte que “la esperanza del jefe por el estado está fundada por el entrenamiento adecuado de sus hijos” (1997JARDINE, L. (ed.) (1997). Erasmus: The Education of a Christian Prince. Cambridge, Cambridge University Press ., p.72).7 7 La carta dedicatoria de Erasmo abre de la siguiente manera: “La sabiduría en sí misma es una cosa maravillosa, Carlos el más grande de los príncipes, y ningún tipo de sabiduría es valorada de forma más excelente por Aristóteles que aquella que enseña cómo ser un príncipe benéfico; Jenofonte, en su Económico, considera acertadamente que hay algo más allá de la naturaleza humana, algo enteramente divino, una norma absoluta sobre sujetos libres y dispuestos.” (1997, p. 1)

Barker parece haber comenzado su traducción mientras viajaba por Italia por unos años alrededor de 1549, aunque fue antes de 1567 cuando su traducción de los ocho libros salió. Impreso por Reginald Wolfe, el texto de Barker de 1567 era un quarto prolijo que parece haber sido bien recibido y más ampliamente circulado que su predecesor. La teoría educativa del Renacimiento -en particular su afición por el ejemplo moral- gobernada por la traducción de Barker en su estructura, así como en su lenguaje. Esto es tal vez más evidente en su tratamiento del epílogo notablemente disonante de Jenofonte: en lugar de seguir su fuente, Barker fusiona el texto del epílogo con aquel del libro VIII La vida y el legado de Ciro fueron convenientemente moralizados y cristianizados dentro de una narrativa antigua reconocible.

La próxima traducción al inglés de la Ciropedia -aquella del respetado doctor y traductor de Coventry, Philemon Holland- sigue el ejemplo de Barker en fusionar el epílogo con el libro VIII, pero por lo demás presenta un asunto más imponente. Barker se dirigió a los hijos de los aristócratas y los exhortó a aprender porque “el momento llegará, en que serás llamado por tu príncipe a tomar semejantes ironías como las que verás a las que Ciro fue designado como tú lo eres, y para hacer semejantes servicios al ser el más notable progenitor por el mandamiento de los príncipes” (1567BARKER, W. (trad.) (1567). The VIII. bookes of Xenophon, containinge the institutio[n], schole, and edwation of Cyrus, the noble Kynge of Persye. Londres, Reynolde Wolfe. , A4). La traducción de Holland, por otra parte, fue destinada principalmente a lectores de la realeza. Comenzada en la primera década del siglo XVII y originalmente pensada para el hijo y heredero del Rey Jacobo, el Príncipe Enrique, la Ciropedia de Holland fue eventualmente publicada en 1632 por el propio hijo de Holland, Henry. La muerte repentina en 1612 del Príncipe aparentemente retrasó la publicación y, cuando finalmente apareció, Henry Holland había cambiado la dedicatoria al hermano del Príncipe Enrique, Carlos, ahora el monarca titular. A pesar de reconocer el cambio potencialmente vergonzoso de destinatario de la dedicación, Holland mostró algo de habilidad en ganarse al Rey Carlos a cambio. Más notablemente, el borde arquitectónico de la primera página muestra a los reyes “Ciro” y “Carlos” en pedestales, mirándose a través del título de la obra. La latinización del nombre “Carlos” produce conexiones visuales y verbales entre ellos, pero es el Rex Magnae Brittanniae Monarcha que domina la atención: uniformado en escaso equipamiento de batalla, Ciro está presentado mirando respetuosamente al abundantemente vestido Carlos, que no devuelve la mirada pero que mira altivamente al lector.

Una edición más que vale la pena notar de Ciropedia, nuevamente fechada en el reinado temprano del Rey Jacobo, es el primer texto griego de Ciropedia impreso en Inglaterra cortesía de la recientemente establecida imprenta de Sir Henry Savile en la escuela que dirigía en Eton. Impreso en 1613, fue el segundo texto en ser impreso en la imprenta y fue claramente previsto con fines educativos. Antes de esto, las ediciones griegas y latinas de la Ciropedia impresas en el continente (ya sean textos individuales o recopilados con otras obras de Jenofonte) estaban libremente disponibles en centros británicos de aprendizaje: en las universidades de Oxford y Cambridge, en colegios como en Eton, y más. Pero de los “tesoros griegos” de Jenofonte, el Económico, la Ciropedia y Anábasis, en particular, ayudaron a unir la brecha entre educación y esfera pública. La traducción inglesa de los tres estaba recientemente disponible y los posicionaba en el centro de la empresa académica, pedagógica y política del Renacimiento inglés.8 8 El término “tesoros griegos” es de Thomas Heywood y viene de un poema obligado que atribuye a la traducción de Philemon Holland de 1632: Cyrupaedia The institution and life of Cyrus, the first of that name, King of Persians.

Aunque estaba escribiendo no para un príncipe, sino para el hijo de un desacreditado aristócrata católico, Barker presenta la Ciropedia como un “espejo” didáctico: “este libro sobre la crianza de Ciro, aún más allá de su título, es ciertamente un camino hacia la sabiduría y del asunto más apto para ser leído y conocido por todos los caballeros” (1567BARKER, W. (trad.) (1567). The VIII. bookes of Xenophon, containinge the institutio[n], schole, and edwation of Cyrus, the noble Kynge of Persye. Londres, Reynolde Wolfe. , A6). Al hacer esto, podría haber sido incentivado no solo por Erasmo sino también apoyado por un desfavorecido italiano católico: Nicolás Maquiavelo. Mientras que Maquiavelo desarrolla su admiración por Ciro a objetivos más polémicos en los Discursos, en El príncipe (1513) se limita a sí mismo a notar el impacto positivo que la lectura de Ciropedia tuvo en el héroe romano Escipión, el africano: “cualquier que lea la vida de Ciro, escrita por Jenofonte, verá cuanta de la gloria ganada por Escipión puede ser atribuida a su emulación de Ciro, y cuánto, de su castidad, cortesía, humanidad y generosidad, conformó Escipión de la imagen que Jenofonte dibujó de Ciro” (1995MACHIAVELLI, N. (1995). The Prince. Harmondsworth, Penguin., p.47-48). Mucho antes que Maquiavelo, Cicerón había sido impulsado por el nombramiento de su hermano como procónsul a recomendarle Ciropedia como un aliado para su nuevo puesto.9 9 Cartas a Quinto (1561), libro I, carta 1, sec. 23. Una traducción al inglés de esta carta fue impresa en 1561, marcándola como un “espejo para magistrados”, un género afiliado con el “espejo para príncipes”: una epístola o carta de exhortación escrita en latín por Marco Tulio Cicerón a su hermano Quinto el procónsul o representante de Asia, donde el oficio de un magistrado es descripto astuta y sabiamente.

La demostración de Maquiavelo de la fuerza de los enfrentamientos textuales fue fácilmente comprendida por los lectores renacentistas. Para poner a trabajar de forma más combativa el espejo para príncipe, su ímpetu de asesoramiento fue imaginado efectivamente en la idea del “espejo”. De hecho, es un espejo doble: refleja tanto el príncipe ideal como su destinatario de la dedicatoria, con la línea entre los dos cuidadosamente amañada. Expresando su consejo en términos de admiración, y exhortando al príncipe a una conducta virtuosa por los medios platónicos de ofrecimiento de un ideal al cual emular, el autor del espejo evita el diálogo directo, pero utiliza una estrategia más riesgosa de advertencia al príncipe. James Tatum sitúa la Ciropedia al comienzo de esta tradición “en intención, sino en forma literaria” (1989TATUM, J (1989). Xenophon's Imperial Fiction: On 'The Education of Cyrus'. Princeton, Princeton University Press., p. 5) y cita la influencia de las traducciones latinas del siglo XV de Ciropedia en dicha conducción a espejos para príncipes como la Educación del príncipe cristiano (1516) de Erasmo, la Utopía (1516) de More y El libro llamado el gobernador (1531) de Elyot.10 10 Sobre el género de espejo para príncipes, véase la introducción de Lester K. Born a Desiderius Erasmus, The Education of a Christian Prince (1936). La traducción de Philemon Holland y su dedicatoria al Príncipe Enrique y, luego a su hermano, el Rey Carlos, apoya la tesis de Tatum. Pero que la primera traducción de Ciropedia al inglés también mantenga esta forma, a pesar de la falta de dedicatoria principesca, subraya la lectura secundaria que estos espejos siempre tuvieron: esos hijos de los aristócratas, del señorío e incluso de oficiales de rango bajo algún día podrían tener contacto con el monarca.

Aunque menormente abordado pero mayor en número, este contingente eran los receptores implícitos de la humilde traducción de Barker, y él promocionaba la Ciropedia como el mejor de todos los libros por contener “mejores asuntos para la vida, órdenes de líneas de guerra, políticas para la cortesía, sabiduría para el gobierno, templanza para los sujetos, obediencia para todos los estados” (1552BARKER, W. (trad.) (1552). The bookes of Xenophon contayning the discipline, schole, and education of Cyrus the noble kyng of Persie. Londres, Reynolde Wolfe., A6). Él no era el único en identificar el potencial de lectores menos elevados. Antes de Barker, El libro llamado el gobernador de Sir Thomas Elyot también hizo un gran uso de la Ciropedia para dirigirse a una audiencia similar. Elyot expresó su admiración a la Ciropedia en paráfrasis extensivas. Pero la estrategia didáctica del “espejo”, y la Ciropedia como un ejemplo prominente de esta, fue absorbida por más géneros literarios de otros autores del Renacimiento. El ejemplo más importante es Edmund Spenser, cuya épica inconclusa, Reinar Fada, adopta abiertamente la Ciropedia como modelo para su poética. En la carta a Sir Walter Ralegh anexada a la edición de 1590, Spenser declara que su poética de la “doctrina por ejemplo” toma su dirección de las técnicas narrativas de Jenofonte antes que las de Platón, y el poema ilustra bien esa promesa (1995HAMILTON, A.C. (ed.) (1995). The Faerie Queene. Londres y Nueva York, Longman., p. 737). Dedicada y dirigida a la Reina Isabel (como la Eneida a Augusto), Reinar Fada presenta sus reflexiones moralizantes sobre Isabel en los términos del género didáctico establecido del espejo para príncipes. Todos menos uno de los proemios (estrofas aclaratorias) a sus seis libros completos evocan el espejo como su modelo, usualmente en relación con Isabel misma, suplicándole a “leer esta lección con frecuencia” (IV. Pr. 5) y “más en espejos que en ella misma para ver” (III. Pr. 5).

Si las traducciones y lecturas al inglés de Ciropedia enfatizan su afiliación con el espejo para príncipes, el texto de Jenofonte está hecho para servir a ideas humanistas pedagógicas de otra manera importante: enfatizando la conexión intelectual entre autor (Jenofonte) y sujeto (Ciro). De esta manera, la Ciropedia ofrece a los humanistas la demostración valiosa de la fuerza retórica de la educación y de la literatura; el beneficiario de la educación de Ciro se vuelve no solo Ciro sino también Jenofonte. La descripción de Henry Holland de Jenofonte en el prefacio a la traducción de su padre, por ejemplo, valora a Jenofonte por poseer el tipo de habilidades precisas por las que él en cambio elogia a Ciro: “un filósofo complejo, un consejero político del estado, y un guerrero experto además” (1632HOLLAND, P. (trad.) (1632). Cyrupaedia. Londres, J[ohn] L[egat]., p.557). Una versión resumida de la vida de Jenofonte, obtenida principalmente de la Suda, fue a menudo incluida en ediciones continentales en latín y griego de la obra recopilada del autor, ediciones que circularon por toda Europa. La familiaridad con Anábasis de Jenofonte, así como la Ciropedia, refuerza las observaciones de Holland, pero también están suscritas a la mecánica de la experiencia de lectura como estaba entendida por los humanistas ingleses.11 11 En Anábasis, al proyectar ocasionalmente a Ciro el joven en términos evocativos de su homónimo, Jenofonte incorpora la Ciropedia y su propio encuentro textual con Ciro el Grande dentro de la narrativa histórica de su propio heroísmo. La asociación también está hecha frecuentemente por lectores del Renacimiento y aparece en los prefacios de los textos de Barker y Holland. Este contexto de intimidad entre Jenofonte y su sujeto abre la posibilidad para traductores posteriores de la Ciropedia de modificar el texto según sus circunstancias personales, así como un aura de autoridad. La Ciropedia, como otros textos pedagógicos “inglesizados” por los más educados y menos estimados tutores de jóvenes aristócratas, viene a materializar una intimidad y respeto idealizado entre educador y estudiante del tipo que un tutor no podría obtener nunca fuera del texto.12 12 Véase Rebecca Bushnell (1996), A Culture of Teaching: Early Modern Humanism in Theory and Practice sobre lo erótico y escurridizo de las relaciones de tutor/estudiante en práctica. Apuntar a relaciones ejemplares era una manera obvia de mantener poder y sugerir una recompensa, así como evitar las tensiones diarias de la clase de esa relación, como ella argumenta.

Las conexiones entre Jenofonte y Ciro también beneficiaron la libre asociación con el locus classicus para la relación ideal de tutor/estudiante: Aristóteles y Alejandro Magno. Ciertamente, el tributo conocido de Alejandro a Ciro, visitando la tumba en Pasargada, da pie a la comparación.13 13 Arriano de Nicomedia realiza un informe en su Anábasis, 29.1 -11. Asimismo, el hábito que recordó Maquiavelo, Alejandro guardando una copia de Homero “siempre bajo la cabecera de su cama”, y la asociación implícita de Maquiavelo de la Ciropedia con la Ilíada como guías valiosas para estos reyes heroicos del este, sugiere una vertiginosa triangulación de poderosos reyes bárbaros, poesía épica y tutores sabios -juntos produciendo el objetivo inexpresado de la educación humanista-.14 14 Sir Philip Sidney lo pone en pocas palabras en Defensa de la poesía: “este Alejandro, dejó a su maestro Aristóteles detrás de sí, pero llevo al muerto Homer con él”. La Ciropedia canaliza de forma atractiva este sueño de dominación y soberanía humanista a través de la educación.

Pero la de Jenofonte no era la única biografía de Ciro disponible para los lectores ingleses. Mientras los multilingües podían recurrir a Justino y Heródoto en latín o francés, los hombres y mujeres inglesas podrían pronto leer esto en su lengua materna.15 15 Otras versiones de la vida de Ciro pueden ser encontradas en historias seculares y espirituales por Diodoro Sículo y Orosio, y en etnografías comparativas según Sebastian Muenster y Lodowick Lloyd, a través de Jenofonte, Heródoto y Justino siguen siendo las principales fuentes para los escritores ingleses. Arthur Golding -mejor conocido por su traducción de la Metamorfosis (1567) de Ovidio− publicó su traducción de Epítome de Pompeyo Trogo de Justino en 1564 y fue reimpresa luego en 1570 y 1578. De forma aún más lastimosa, la traducción de B. R. de los libros I y II de Historia de Heródoto fue impreso en una prolija edición de quarto en 1584. Al escribir la vida de un Ciro piadoso, moderado y sabio, Jenofonte se había desviado considerablemente del conflicto para Heródoto, arrogancia y crueldad, y estos adornos fueron expuestos con la nueva accesibilidad del relato sensacionalista de Heródoto. Más perjudicial para la reputación de la Ciropedia era su versión grand guignol de la muerte de Ciro en el libro I de la Historia de Heródoto, una historia que era desfavorablemente memorable.16 16 La autora le debe el término grand guignol a The Archaic Smile of Herodotus de Stewart Flory. La disponibilidad de estas traducciones marca un cambio de fortuna para la Ciropedia entre los lectores ingleses, y un resurgimiento de la imagen antigua, moralizante, medieval de Ciro, mientras el orgullo se volvió bajo.17 17 Dante pone a Ciro en el purgatorio (Canto XII) por el pecado del orgullo, y Chaucer lo condena por el nombre de “irous Cirus” en el Cuento del convocante. La popular colección, el espejo para magistrados, imagina el modo trágico de Ciro, desprestigiado por la reina bárbara.18 18 Esto aparece en le queja de Henry, Duque de Buckingham, en la edición de 1563. Si bien su importancia en teoría educativa era menos visible, la educación persa descripta en la Ciropedia de Jenofonte todavía alentaba libros como aquel del director idiosincrástico de Elemental (1581) de Richard Mulcaster. En definitiva, hizo falta que un rey rescate el Ciro de Jenofonte del barro, desempolvarlo y devolverlo a su pedestal en la sala de la fama del humanismo. El Rey Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia reclutaron al Ciro de Jenofonte como su modelo de realeza.

Este rey no fue el primer lector del Renacimiento en notar cómo Jenofonte había combinado de manera atractiva filosofía pedagógica y política en la Ciropedia, pero él era el más poderoso. Con el ascenso de un rey Estuardo al trono que dejó vacante la Reina Isabel sin hijos en 1603, Jacobo unifica Escocia e Inglaterra (y las últimas tierras galesas e irlandesas), formando la entidad política “Gran Bretaña” por primera vez. Esto se convirtió en un punto importante para la propaganda del nuevo rey, y fue ampliamente recibidos por sus nuevos súbditos. La encuesta y el atlas de John Speed, oportunamente titulada el Teatro del imperio de Gran Bretaña (1611), es uno de los trabajos más notables para celebrar esta entidad geopolítica nueva -pero en su atención en el detalle e identidades regionales, el atlas de Speed también registró los desafíos de implementarlo-. Jacobo debe haber envidiado la habilidad de Ciro −muy elogiada por Jenofonte− de unir reinos y gente dispares, y se sentía ciertamente atraído por la ideología de la monarquía absoluta que encontró en la Ciropedia.

Aunque Jacobo fue introducido a la obra de Jenofonte por su tutor odiado, George Buchanan, la Ciropedia, aun así, se convirtió en una perdurable influencia de sus propias teorías de pedagogía, política y de intersección entre las dos. Mientras todavía era rey de Escocia, Jacobo realizó la escritura de su propio espejo para príncipes, uno claramente para el uso y edificación de su hijo y heredero, el Príncipe Henry. Su El don real (1599) es tanto un auténtico manual de instrucción en las artes de la realeza como una publicidad oportuna de sus creencias y capacidades políticas, escritas en los últimos años de la Reina Isabel para la atención de cualquier parte ubicada al sur de la frontera.19 19 Robert Waldegrave lo imprimió en Edimburgo en 1599 pero fue una edición “secreta” de la cual solo siete copias sobreviven. Esta se convirtió el modelo para las ediciones de Edimburgo y Londres que proliferaron en el ascenso de Jacobo en 1603 (otra edición fue impresa en el extranjero, aunque el colofón afirma que se imprimió en Edinburgo). En esta encarnación primaria del espejo para príncipes, El don real está fuertemente influenciado por la Ciropedia, tanto que uno de los acólitos de Jacobo sintió la necesidad de protestar demasiado para distinguir a los dos. John Cleland en el prefacio de su Heropaideia o la institución de un hombre noble (1606) escribe una defensa ridícula de la obra de su rey: “las instrucciones de su Majestad… le han sacado crédito a Jenofonte en todo el resto de los países donde es verdaderamente traducido y leído a todos los nobles hombres, niños y los padres mismos sin despreciar mantener un libro de ellos en su propio pecho” (1607CLELAND, J (1607). Heropaideia. Londres, Joseph Barnes., p.151). Si El don real desgastó el reconocimiento de Jenofonte, fue debido a que pidió prestado y recicló tantas ideas de la Ciropedia, no porque las creyera redundantes. Como argumentó John Cramsie (2006), la declaración de Jacobo de la filosofía de realiza imperial, una teoría que le garantizaba una autoridad incuestionable en todos los asuntos, ya sean discursivos o espirituales, estaba fuertemente arraigada a su lectura de la Ciropedia. En particular, Cramsie identifica la procedencia jenofontea de la adopción de Jacobo del modelo de realeza virtuosa y ejemplar; su “sentimiento de ley y justicia, comportamiento público y conducta ejemplar”; el cultivo de su lealtad y obediencia; y sus innovaciones en las bases financieras del gobierno.

El favorecimiento de Jacobo por la Ciropedia no era secreto en el comienzo del siglo XVII en Gran Bretaña. La decisión de Philemon Holland de traducir une edición y dedicársela al Príncipe Enrique, y la edición de Sir Henry Savile (ambas realizadas dentro de los primeros años del reinado de Jacobo), pueden ser vistas como apuestas más o menos sinuosas para el favor real a través de la ruta de la labor académica. El trabajo de Holland, en particular, cubierto por un corpus de por sí formidable de traducciones de los clásicos; su traducción de la Ciropedia es una elección reveladora para un hombre que ya les había dado a sus hombres Plutaco, Livio, el viejo Plinio y Suetonio, entre otros. Pero la Ciropedia no mantendría su influencia como texto pedagógico o político por mucho tiempo más; el Príncipe Enrique muere repentinamente en 1612, y el mandato desfavorecido de su hermano, Carlos, llevó al primer gobierno republicano de Gran Bretaña.20 20 Hay referencias abundantes al Ciro de Jenofonte en las elegías que aparecen en la muerte de Enrique, confirmando el punto hasta el que había sido identificado con el joven Ciro. Ante la promoción jacobina de la política de Jenofonte, no es sorprendente que la lectura más destacada de Ciropedia durante el siglo XVII es en el género más denigrado por los educadores humanistas: el romance exitoso de Mademoiselle de Scudéry, Le Grand Cyrus. Con la Restauración, los escritores volvieron al rey favorito de los Estuardos. Aunque otra traducción al inglés de la Ciropedia aparece en 1685, esta vez cortesía de dos académicos de Oxford, John Norris y Francis Digby, quienes ahora encuentran que Jenofonte (como ellos) prefiguró y reprochó la agitación de los años republicanos: “ [Jenofonte] ha dado aquí… las más selectas observaciones y las normas más instructivas… así que de cualquier manera podría corresponder con el gran final que el diseñó, que era… de una vez liberar a su país de las insolencias de un popular, y de los inconvenientes de un estado aristócrata; quiero decir monarquía; que también ha conseguido admirablemente, y así eficazmente recomendó, que desde entonces, este tipo de Gobierno ha sido el más perfecto, que ha estado más cercano a su modelo y diseño” (1685DIGBY, F.; NORRIS, J. (trads.) (1685). Kyrou Paideia: Or, the Institution and Life of Cyrus the Great. Written by That Famous Philosopher and General, Xenophon of Athens. Londres, para Matthew Gilliflower y James Norris., A7). A lo largo del período isabelino y jacobino, la Ciropedia estuvo en el corazón de la agenda humanista, promoviendo sus mayores debates en la relación de nación y soberanía, estado y ser. Para la Restauración, estas preguntas seguían sin ser respondidas, y la Ciropedia fue una vez más puesta en prestación.

Traducción

La traducción del inglés al castellano del presente artículo ha sido realizada por Julieta Abella (Universidad de Buenos Aires).

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    Esta es una versión enriquecida y modificada de un artículo previamente publicado en Hermathena, (183), p.63-74.
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    La diligencia de Dakyns fue premiada con una sola referencia al pasar de Ciro en el corpus completo de la obra de Tennyson y, aun así, no fue aquel de Jenofonte sino el Ciro de Heródoto quien Tennyson llamó “La Princesa”.
  • 3
    Las connotaciones despectivas del famoso dicho “Inglese italianato é un diabolo incarnato” fueron ampliamente desarrolladas por Roger Ascham en The Schoolmaster (1570). Puede encontrarse más información sobre la vida y las traducciones de Barker en Grogan, J. (ed.) (2020). Xenophon's 'Cyropaedia', Barker, W. (trad.). Londres, MHRA.
  • 4
    Una excepción notable es Sir Philip Sidney, quien intentó revivir esta lectura de la Ciropedia dentro de la tradición épica, considerándola “un poema absolutamente heroico” (Shepherd, 1898SHEPHERD, G. (ed) (1989). An Apology for Poetry. Manchester, Manchester University Press., p.1).
  • 5
    El énfasis es de la autora. La cita proviene del prefacio de William Herbert en la edición de 1552 de The bookes of Xenophon contayning the discipline, schole, and education of Cyrus the noble kyng of Persie. El prefacio fue reimpreso de forma complete en la edición de 1567.
  • 6
    Véase también la reciente edición de la traducción de Barker de 1567BARKER, W. (trad.) (1567). The VIII. bookes of Xenophon, containinge the institutio[n], schole, and edwation of Cyrus, the noble Kynge of Persye. Londres, Reynolde Wolfe. por parte de la autora (ver n. 3).
  • 7
    La carta dedicatoria de Erasmo abre de la siguiente manera: “La sabiduría en sí misma es una cosa maravillosa, Carlos el más grande de los príncipes, y ningún tipo de sabiduría es valorada de forma más excelente por Aristóteles que aquella que enseña cómo ser un príncipe benéfico; Jenofonte, en su Económico, considera acertadamente que hay algo más allá de la naturaleza humana, algo enteramente divino, una norma absoluta sobre sujetos libres y dispuestos.” (1997JARDINE, L. (ed.) (1997). Erasmus: The Education of a Christian Prince. Cambridge, Cambridge University Press ., p. 1)
  • 8
    El término “tesoros griegos” es de Thomas Heywood y viene de un poema obligado que atribuye a la traducción de Philemon Holland de 1632HOLLAND, P. (trad.) (1632). Cyrupaedia. Londres, J[ohn] L[egat].: Cyrupaedia The institution and life of Cyrus, the first of that name, King of Persians.
  • 9
    Cartas a Quinto (1561), libro I, carta 1, sec. 23. Una traducción al inglés de esta carta fue impresa en 1561, marcándola como un “espejo para magistrados”, un género afiliado con el “espejo para príncipes”: una epístola o carta de exhortación escrita en latín por Marco Tulio Cicerón a su hermano Quinto el procónsul o representante de Asia, donde el oficio de un magistrado es descripto astuta y sabiamente.
  • 10
    Sobre el género de espejo para príncipes, véase la introducción de Lester K. Born a Desiderius Erasmus, The Education of a Christian Prince (1936).
  • 11
    En Anábasis, al proyectar ocasionalmente a Ciro el joven en términos evocativos de su homónimo, Jenofonte incorpora la Ciropedia y su propio encuentro textual con Ciro el Grande dentro de la narrativa histórica de su propio heroísmo. La asociación también está hecha frecuentemente por lectores del Renacimiento y aparece en los prefacios de los textos de Barker y Holland.
  • 12
    Véase Rebecca Bushnell (1996), A Culture of Teaching: Early Modern Humanism in Theory and Practice sobre lo erótico y escurridizo de las relaciones de tutor/estudiante en práctica. Apuntar a relaciones ejemplares era una manera obvia de mantener poder y sugerir una recompensa, así como evitar las tensiones diarias de la clase de esa relación, como ella argumenta.
  • 13
    Arriano de Nicomedia realiza un informe en su Anábasis, 29.1 -11.
  • 14
    Sir Philip Sidney lo pone en pocas palabras en Defensa de la poesía: “este Alejandro, dejó a su maestro Aristóteles detrás de sí, pero llevo al muerto Homer con él”.
  • 15
    Otras versiones de la vida de Ciro pueden ser encontradas en historias seculares y espirituales por Diodoro Sículo y Orosio, y en etnografías comparativas según Sebastian Muenster y Lodowick Lloyd, a través de Jenofonte, Heródoto y Justino siguen siendo las principales fuentes para los escritores ingleses.
  • 16
    La autora le debe el término grand guignol a The Archaic Smile of Herodotus de Stewart Flory.
  • 17
    Dante pone a Ciro en el purgatorio (Canto XII) por el pecado del orgullo, y Chaucer lo condena por el nombre de “irous Cirus” en el Cuento del convocante.
  • 18
    Esto aparece en le queja de Henry, Duque de Buckingham, en la edición de 1563.
  • 19
    Robert Waldegrave lo imprimió en Edimburgo en 1599 pero fue una edición “secreta” de la cual solo siete copias sobreviven. Esta se convirtió el modelo para las ediciones de Edimburgo y Londres que proliferaron en el ascenso de Jacobo en 1603 (otra edición fue impresa en el extranjero, aunque el colofón afirma que se imprimió en Edinburgo).
  • 20
    Hay referencias abundantes al Ciro de Jenofonte en las elegías que aparecen en la muerte de Enrique, confirmando el punto hasta el que había sido identificado con el joven Ciro.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    11 Jun 2021
  • Fecha del número
    2021

Histórico

  • Recibido
    01 Ene 2020
  • Acepto
    01 Dic 2020
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