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¿Cómo hacer sentido en la precariedad? Bíos-precario y vida sensible

RESUMEN

La operación que nos interesa subrayar gira en torno a la zona de problematicidad que ilumina el trabajo crítico con materiales culturales y que supone una complementariedad conceptual entre los recorridos de la biopolítica y de la precariedad. Lo que estos análisis y su trabajo con materiales indican, de un modo muy nítido, es un conjunto de dimensiones, líneas de indagación y zonas de problematización que no adquieren la suficiente relevancia en los debates contemporáneos sobre biopolítica y sobre precariedad. De allí la necesidad de elaborar una herramienta de entramado conceptual que dé cuenta de los marcadores que codifican una vida precaria. Y justamente, ese es el punto ciego en común y a la vez, el espacio de intersección conceptual que nos interesa: los recorridos en biopolítica que no han considerado los procesos de precarización de la vida y en igual medida, las teorizaciones sobre la condición precaria que no han pensado en términos estrictamente biopolíticos. Denominamos bíos-precario a este nudo conceptual a partir de la conjunción entre la caja de herramientas de Judith Butler en relación a la ontología corporal de la precariedad y el cruce en el recorrido biopolítico de Roberto Esposito entre vida impersonal y biopolítica afirmativa.

PALABRAS CLAVE:
Bíos-Precario; Biopolítica; Precariedad; Judith Butler; Roberto Esposito

RESUMO

A operação que nos interessa destacar gira em torno da zona de problematicidade que ilumina o trabalho crítico com materiais culturais e que supõe uma complementaridade conceitual entre os caminhos da biopolítica e da precariedade. Aquilo que essas análises e seu trabalho com materiais indicam, de um modo muito nítido, é um conjunto de dimensões, linhas de indagação e zonas de problematização que não adquirem a suficiente relevância nos debates contemporâneos sobre biopolítica e precariedade. Daí advém a necessidade de elaborar uma ferramenta de trama conceitual que dê conta dos marcadores que codificam uma vida precária. Justamente, este é o ponto cego em comum e, ao mesmo tempo, o espaço de interseção conceitual que nos interessa: os percursos em biopolítica que não tenham considerado os processos de precarização da vida e, em igual medida, as teorizações sobre a condição precária que não tenham pensado em termos estritamente biopolíticos. Denominamos bios-precário a este nó conceitual a partir da conjunção entre a caixa de ferramentas (teóricas) de Judith Butler em relação à ontologia corporal da precariedade e ao cruzamento do percurso biopolítico de Roberto Esposito entre vida impessoal e biopolítica afirmativa.

PALAVRAS-CHAVE:
Bios-precário; Biopolítica; Precariedade; Judith Butler; Roberto Esposito

ABSTRACT

The operation that we want to emphasize revolves around the problematic area that brings light to the critical work that uses cultural material and assumes a conceptual complementarity between the paths of biopolitics and precariousness. What these analyses and their work with materials clearly indicate is that a set of dimensions, lines of questioning and problematic zones are not given enough relevance in contemporary debates about biopolitics and precariousness. Therefore, there emerges the need to develop a conceptual tool that may account for markers that encode a precarious life. That is, precisely, the common blind spot and, at the same time, the space of conceptual intersection on which we focus: the biopolitical paths that have not been taken into account in the processes of precarization of life and, in equal measure, the theorization about the precarious condition that has not been developed in strictly biopolitical terms. We call this conceptual knot bíos-precarious. This concept stems from the confluence between Judith Butler’s (theoretical) tools in relation to the bodily ontology of precariousness and the intersection between impersonal life and affirmative biopolitics in Roberto Esposito’s biopolitical path.

KEYWORDS:
Bíos-precarious; Biopolitics; Precariousness; Judith Butler; Roberto Esposito

Mar Del Plata, Buenos Aires, Argentina julio de 2017. El secretario de salud de la ciudad balnearia da a conocer su visión sobre “hombres en situación de calle” a partir de la muerte del “indigente” Sergio Fernández y con especial énfasis se refiere al caso de una mujer que suele dormir en la calle. En diálogo con periodistas del programa radial “Lo que el viento no se llevó” el secretario Gustavo Blanco sostiene: “Hemos ido 17 veces a buscarla. La dejamos en el hospital y vuelve. Como un perrito, vuelve al lugar donde se siente cómoda”. Citando un código normativo con viejas reminiscencias positivistas e higienistas, el secretario de salud alega un esfuerzo sostenido en “retirar” a esta mujer para ingresarla en el hospital pero a pesar de las políticas sanitarias y los esfuerzos invertidos, ella se empeña en “volver a su lugar porque se siente cómoda”.

Ciudad autónoma de Buenos Aires, Argentina, Septiembre de 2018. La columnista Carolina Koruk publica en Revista ParaTi un artículo “Tiempo de salario emocional: de qué se trata este nuevo beneficio laboral” que da a conocer una nueva tendencia con fuertes repercusiones en Europa: el salario emocional. Koruk comenta una investigación del iOpener Institute for People & Performance de Inglaterra sobre la felicidad en las tareas diarias de los trabajadores y sobre el estado emocional que reporta un mayor compromiso de los empleados en las empresas. En época de crisis, explica Koruk, para muchas empresas los gastos extra “para que los empleados estén contentos cuando no tenés para pagarles” son un elemento decisivo para que estos no migren con su talento a otra compañía. Vinculado a la cultura de la flexibilidad (cuando prima el cumplimiento de objetivos, se da libertad de horarios) este tipo de salario apunta a las emociones y al bienestar, al aprecio a cada una de las personas que trabajan, la escucha para la motivación y el clima laboral.

En el centro de estas escenas están las nociones de biopolítica y de precariedad. Los acontecimientos expuestos son imágenes que nos permiten pensar los modos en que funcionarios y periodistas y en general nuestras sociedades trazan distinciones jerárquicas entre vidas a proteger, cuidar o futurizar y vidas a abandonar, sacrificar o directamente eliminar. Ese trazado fundamental, que es el núcleo central de la biopolítica y de los procesos de precarización, conlleva una serie de cortes, gradaciones y de umbrales diferenciados en torno a los cuales se decide la humanidad o la no-humanidad de individuos y grupos. Imágenes que se inscriben en una línea de interrogación sobre las condiciones en que resulta posible aprender una vida o sobre los mecanismos específicos de poder a través de los cuales se produce, se cuida o se valora diferencialmente la vida. Estas miradas nos devuelven una imagen agudizada, pero ciertamente patente, de una dinámica que tiene por objeto una vida, el ser vivo o el viviente sobre la base de una serie de distinciones y oposiciones -más o menos estabilizadas- entre vida y no vida, entre vida y muerte, entre lo vivo y lo no vivo, o entre la vida puramente biológica (zoé) respecto de una forma de vida (bíos). Y en efecto, vida y precariedad nombran un desplazamiento de sentidos, como lo hace el secretario de salud Gustavo Blanco, en relación a un campo de conceptos y de prácticas que arroja al pensamiento más allá de lo humano porque ubica a los indigentes en el confín de lo salvaje y lo animal. Así, la precariedad escenifica una reconfiguración de la desigualdad estructural asociada a la pobreza y sus marcadores de inequidad a través de la indagación recurrente de los límites de la especie, de lo humano y sus bordes.

En ese contexto una serie de análisis críticos y estudios culturales que trabajan desde materiales estéticos elaborados en América Latina, como los trabajos de Fermín Rodríguez (2010)RODRÍGUEZ, F. Un desierto para la nación: la escritura del vacío. Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2010., Florencia Garramuño (2015)GARRAMUÑO, F. Mundos en común: ensayos sobre la inespecificidad del arte. Buenos Aires: FCE, 2015., Gabriel Giorgi (2014)GIORGI, G. Formas comunes: animalidad, cultura, biopolítica. Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2014., Ximena Briceño (2017)BRICEÑO, X. Vidas secas or Canine Melancholia: Reflections on Living Capital. Latin American Cultural Studies, v. 26, n. 2, p.299-319, 2017. y tantos otros, exploran esa vida como un campo expansivo y un conjunto de operaciones de lectura que movilizan sentidos de lo visible y de lo sensible definidos en gran medida por la lógica biopolítica pero también por procesos de precarización de lo viviente.

La operación que nos interesa subrayar sobre esa vida gira en torno a las dimensiones que se iluminan en el trabajo crítico de lectura con materiales culturales (RUCOVSKY, 2016RUCOVSKY, M. M. El fin del trabajo y la emergência de lo precario. Revista Nombres, revista de filosofia, n. 30, 2016.; 2018aRUCOVSKY, M. M. Tanta vida mutua: Mujeres y precariedad animal. Atlea: Estudos Neolatinos, v. 20, n. 2, 2018a. Disponível em: https://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1517-106X2018000200017&lng=en&nrm=iso&tlng=es. Acesso em: 21 ago. 2019.
https://www.scielo.br/scielo.php?script=...
; 2018bRUCOVSKY, M. M. La vaca que nos mira: vida precaria y ficción. Revista Chilena de Literatura, n. 97, p.175-197, 2018b. Disponível em: https://revistaliteratura.uchile.cl/index.php/RCL/article/view/49094/51597. Acesso em: 21 ago. 2019.
https://revistaliteratura.uchile.cl/inde...
; 2019aRUCOVSKY, M. M. Rotar en la precariedade o sobre el trabajo de los jóvenes. AContracorriente: una revista de estudios latinoamericanos, v. 16, n. 3, p.139-160, 2019a. Disponível em: https://acontracorriente.chass.ncsu.edu/index.php/acontracorriente/article/view/1912/3277. Acesso em: 21 ago. 2019.
https://acontracorriente.chass.ncsu.edu/...
; 2019bRUCOVSKY, M. M. Taedium Vitae: Precarity and affects in porteña night. E-Scrita. Revista do curso de Letras da UNIABEU, v. 10, n. 1, jan.-abr., 2019b. Disponível em: https://revista.uniabeu.edu.br/index.php/RE/article/view/3554. Acesso em: 21 ago. 2019.
https://revista.uniabeu.edu.br/index.php...
) y que suponen una complementariedad conceptual entre los recorridos de la biopolítica y de la precariedad. Lo que estos análisis y su trabajo con materiales indican es un conjunto de dimensiones, líneas de indagación y zonas de problematización que no adquieren la suficiente relevancia en los debates contemporáneos sobre biopolítica y sobre precariedad. De allí la necesidad de elaborar una herramienta de entramado conceptual que dé cuenta de estos marcadores que codifican una vida precaria. Y justamente, ese es el punto ciego en común y a la vez el espacio de intersección conceptual: los recorridos en biopolítica que no han considerado los procesos de precarización de la vida y en igual medida, las teorizaciones sobre la condición precaria que no han pensado en términos estrictamente biopolíticos.

Denominamos bíos-precario a este nuedo conceptual a partir de la conjunción entre la caja de herramientas de Judith Butler en relación a la ontología social-corporal de la precariedad y el cruce en el recorrido biopolítico de Roberto Esposito entre vida impersonal y biopolítica afirmativa. En efecto, en las consideraciones de Butler y Esposito se descubren muchos puntos de divergencia pero quizás más de convergencia. Con esto queremos resaltar dos operaciones, la ontología corporal y de la biopolítica afirmativa de Butler y Esposito, porque permiten delimitar esta forma de vida precaria y las relaciones entre bíos, cultura y política en torno a la pregunta por la actualidad: ¿en qué medida el presente está atravesado por la precariedad y la biopolítica? o en otros términos ¿en que medida el presente se interpreta a partir de la configuración conceptual de Judith Butler y Roberto Esposito?

Así, lo que guía la presente indagación no es un afán exegético sobre la obra y el pensamiento de Butler y Esposito (los nombres propios) que haga honor a la reputación nominal de tales autores, sino apuntar a otro procedimiento y en otra dirección epistemológica. La intención es desdoblar la mirada -o mejor, localizar este bíos-precario en un plano superpuesto- conforme a un procedimiento topológico y sistemático, esto es, un pliegue dentro de la figura más amplia a la que pretende contraponerse: ¿cuáles son las condiciones de posibilidad de los vivientes precarizados, del bíos-precario? ¿Cómo dar cuenta de estos vectores y modulaciones pero también de la dimensión epocal o del presente histórico que codifican una vida?

1 La biopolítica es el horizonte insuperable de nuestro tiempo

Muita coisa não posse te contar.
Não vou ser autobiográfica.
Quero ser ‘bio’.
Escrevo ao correr das palavras
Clarice Lispector

La biopolítica es un campo de investigación heterogéneo, de límites difusos y en constante expansión, que involucra un conjunto vasto de estudios y líneas de investigación difícilmente agrupable en una perspectiva única. En un sentido intuitivo, el término parece iluminar una constelación imprecisa que gira en torno a los pares de conceptos bíos (la vida nutritiva para Aristóteles, el cuerpo o los vivientes) y política (el poder, el gobierno, las instituciones, las leyes, los conflictos). Según el sentido de la palabra, la biopolítica se refiere a la política que se ocupa y se encarga de la vida (en griego bíos politikós) pero sobre la base de la distinción entre bíos y zoé, la biopolítica se refiere a la vida cualificada de los hombres (bíos).1 1 El término biopolítica se distancia, a su vez, de la noción de zoopolítica, la cual se refiere a la política que toma por objeto a la zoé, a la totalidad indiferenciada de los vivientes, animales, humanos y no humanos. La prevalencia del término bíos sobre zoé se debe a la aparición a comienzos del siglo XIX del término biología y en particular al proyecto de Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) de una ciencia de los cuerpos vivos, de los seres vivientes en cuanto vivientes, escribe Edgardo Castro (2011, p.19). Una reapropiación contemporánea de la noción de zoopolítica es la que sostiene Fabián Ludueña Romandini (2010) sobre una instancia de cruce entre vida y política que no pasan por la exclusión de algo así como zoé sino por su politización.

Considerada como un oxímoron (la fusión de dos conceptos que se contradicen, pues la política en el sentido clásico sobrepasa la mera criatura y lo corporal) o una simple tautología -¿no se ocupa e incide la política siempre sobre la vida?- (LEMKE, 2017LEMKE, Th. Introducción a la biopolítica. México: FCE, 2017., p.13), el término biopolítica implica una inestabilidad constitutiva que demuestra la vitalidad del término y la “particular movilidad semántica” que le es inherente (BAZZICALUPO, 2017BAZZICALUPO, L. Biopolítica: un mapa conceptual. Santa Cruz de Tenerife: Melusina, 2017., p.41). De aquí su oscilación que delimita la relación entre los dos términos que componen la categoría: ¿que debe entenderse por bíos? ¿como hipotetizar una relación exclusiva entre vida y política?

Todo esto conduce a un desdoblamiento, escribe Esposito (2006)ESPOSITO, R. Bíos: biopolítica y filosofia. Buenos Aires: Amorrortu, 2006., entre dos tonalidades y categorías: por un lado, la vida en función de la política o la vida como objeto de la política, el poder hacer vivir o la vida traducible a política (una política que se ejerce exteriormente sobre la vida) y por otro lado, el carácter político del bíos, la política en su interior, constitutivo de la vida, la vida como sujeto de la política (una política inmanente de la vida). Si nos atenemos al léxico griego y en particular al aristotélico (AGAMBEN, 2010AGAMBEN, G. Homo sacer: el poder soberano y la nuda vida. Valencia: Pre-textos, 2010., pp.9-23), la biopolítica remite a la dimensión de la zoé, la vida en su simple mantenimiento biológico, sin calificar despojada de todo rasgo formal (¿deberíamos hablar de estructura zoopolítica entonces?). En su contenido semántico pone de relieve el nexo representado por la definición de lo que está vivo y especialmente lo que es humano. En tal sentido, el pensamiento biopolítico abre entonces un vasto campo de problemas e interrogantes: ¿qué consecuencias tiene ese encuentro, ese sintagma conceptual o esa interpelación recíproca entre la vida y el poder? ¿Cuál es la naturaleza de esa relación? ¿Son dimensiones externas o revelan una imbricación intrínseca, un anudamiento originario? (GIORGI & RODRIGUEZ, 2007GIORGI, G.; RODRÍGUES, F. Ensayos sobre biopolítica. Excesos de vida. Buenos Aires: Paidós, 2007., p.32) En tal sentido queremos subrayar el conjunto de oposiciones y demarcaciones epistemológicas que parecen funcionar como condición de posibilidad de la fijación de un sentido de la noción de biopolítica: la diferencia entre vida (excepcionalmente humana) y no vida (animal, mecánica, vegetal, espectral), el límite entre vida y muerte (que en Foucault se juegan en torno al hacer morir y su reverso complementario, el hacer vivir), los entes vivos frente a los no vivos (HARAWAY, 2016HARAWAY, D. Staying with the Trouble: making Kin in the Chthulucene. Durham: Duke, 2016.) y la vida puramente biológica respecto de una forma de vida, una vida formada o cualificada (BISET, 2016BISET, E. Deconstrucción de la biopolítica. Pléyade, n. 17, p.205-222, enero-junio 2016,).

En los amplios recorridos trazados alrededor de la biopolítica se pone en foco en la dimensión constitutivamente política de la vida (a nivel de los individuos y de las poblaciones) y los modos de gestión de esa vida, el hacer vivir y su revés complementario, el dejar morir. Estas distinciones son los ejes de las teorizaciones canónicas de Michel Foucault, pasando por la lectura italiana de Giorgio Agamben, Antonio Negri y Roberto Esposito, hasta las interpretaciones de Nikolas Rose, Peter Miller y Paul Rabinow. En los debates que giran en torno a la condición precaria, con Judith Butler a la cabeza pero también con Richard Gilman-Opalsy, Guillaume Le Blanc, Guy Standing, Athena Athanasiou, Lauren Berlant, Isabell Lorey hasta la española Remedios Zafra, se hace hincapié en un tipo de vida corporal expuesta y en relación de dependencia con otros, definida en gran medida por su vulnerabilidad física y su dañabilidad, y su condición existencialmente finita o contingente. Pero ciertos recorridos de la crítica cultural en las últimas décadas traen a la superficie también una dimensión epocal, no sólo una lógica política o una racionalidad de gobierno (aquello que Foucault desarrolla alrededor de la gubernamentalidad neoliberal), una vida corporal configurada por la exposición mutua y la vulnerabilidad o por los procesos de desposesión y expropiación que dañan tal condición (ATHANASIOU & BUTLER, 2013ATHANASIOU, Ath.; BUTLER, Judith. Dispossession: The Performative in the political. Cambridge: Polity Press, 2013.) sino una vida precaria, un bíos-precario que abre un umbral de politización y que puede ser, al mismo, un campo de experimentaciones conceptuales y formales, estéticas y políticas.

Desde este ángulo, hay un punto que parece útil aclarar por anticipado: ¿por qué bíos y no nuda vita o zoé? ¿por qué bíos y por qué no una forma-de-vida? En ese intersección se ubica bíos-precario, entre Roberto Esposito y Judith Butler y a diferencia del pensamiento de Giorgio Agamben (2010)AGAMBEN, G. Homo sacer: el poder soberano y la nuda vida. Valencia: Pre-textos, 2010. que identifica en la biopolítica -y en el régimen de soberanía- un campo de cesuras y prácticas divisorias entre las vidas reconocibles y las vidas a abandonar o la conversión del bíos (un modo de vida cualificada y particular) en zoé (la simple vida desnuda). Según Agamben, la máquina gubernamental de occidente es la que articula un paradigma teológico-político, otro teológico-económico y un tercero de gloria o espectáculo, y que opera como un estado de excepción, es decir, como un Estado que incluye dentro de sí el elemento anómico que lo funda y cuyo encargo consiste en capturar y producir la vida desnuda, la nuda vita. La biopolítica, en el recorrido de Agamben, se caracteriza por producir el supuesto de una mera vida y en cuya suposición, al modo de un círculo vicioso, la produce (MOYANO, 2019MOYANO, M. I. Giorgio Agamben: el uso de las imágenes. Buenos Aires: La Cebra y Programa de Estudios en Teoría Política, 2019., p.294). Pero también en el desplazamiento conceptual de su pensamiento, en la apuesta por una biopolítica menor (AGAMBEN, 2003AGAMBEN, G. Biopolitica minore: entrevista concedida a Paolo Perticari. Roma: Edizione Manifestolibri, 2003.) que dirige su atención sobre una vida inseparable de sus formas o sobre una vida que jamás es posible aislar como una vida desnuda. En otros términos, toda vida ya es una forma-de-vida que trata ante todo de los modos individuales, los actos y procesos del vivir que son posibilidades de vida, de imaginación y de potencia común (General Intellect).

A distancia de la propuesta de Agamben, como señalamos, bíos-precario es un sintagma que a un mismo tiempo superpone y yuxtapone la biopolítica afirmativa y la filosofía impersonal de Esposito con la ontología social corporal de Judith Butler. En el recorrido de Esposito (2005ESPOSITO, R. Inmmunitas: protección y negación de la vida. Buenos Aires: Amorrortu, 2005.; 2006ESPOSITO, R. Bíos: biopolítica y filosofia. Buenos Aires: Amorrortu, 2006.; 2007ESPOSITO, R. Communitas: origen y destino de la comunidad. Buenos Aires: Amorrortu, 2007.; 2009aESPOSITO, R. Tercera persona: política de la vida y filosofía de lo impersonal. Buenos Aires: Amorrortu, 2019a.; 2009b)ESPOSITO, R. Comunidad, inmunidad y biopolítica. España: Herder, 2019b., Bíos nombra la singularidad de los procesos de vida que se reconocen al interior del mecanismo de inmunización (figura del katékhon, phármakon), que opera dialécticamente por incremento, protección y desarrollo de la vida y alcanzado un punto aporético termina impidiendo su desarrollo o su destrucción y aniquilamiento. En el corazón del funcionamiento inmunitario que, como sabemos, es incluido como tercer término entre la soberanía y la biopolítica, Esposito identifica una línea de fuga a la captura teológica-jurídica-biomédica de la inmunidad que se despliega, ya no sobre la vida sino sobre la normatividad inmanente de la vida. Antes que la negación y privación de lo común (lo proprium) o la mecánica de cerrar el cuerpo sobre sí y dentro de sí, bíos señala un horizonte de proyección del sujeto fuera de sí mismo, experiencia de relación recíproca que lo expone al contacto e incluso al contagio con el otro o con el sôma que es parte constitutiva de la carne del mundo. Potencia vital y compositiva que es capacidad de modificarnos a nosotros mismos, bíos es transplante, incorporación protésica e injerto porque derriba las fronteras de la propiedad personal, la dimensión del adentro y afuera, lo natural y lo artificial.

Otro aspecto de bíos se define en contraste a una norma que cesura la vida. Así lo apunta Esposito: en el reverso oponible a la normativización de la vida, bíos se conjuga como tentativa de vitalización de la norma o como pura facticidad vital en su absoluta singularidad. De lo que se trata es de un ser viviente que está siempre más allá de sí mismo, rebasando la esfera del individuo, sus formas y figuras preestablecidas, en variación y en movilización de los cuerpos, conservando su propia capacidad normativa de establecer nuevas normas. Bíos es cualquier forma de existencia que tiene igual legitimidad para vivir en una relación compleja con el ambiente y en un entramado de relaciones en las que está necesariamente inserto. En ello se juega el bíos, como ser viviente que depende de conexiones y encuentros con otras intensidades que como regla inmanente de la vida es el resultado de un proceso de sucesivas individuaciones y reproducción pero como proceso de desindividualización o de desubjetivación también porque nadie permanece durante un largo período en el mismo estado, idéntico a sí. Como puede verse hasta aquí, Esposito sigue el legado deleuziano y spinozista, lo que configura una línea de pensamiento de lo virtual en relación a una vida que oscila permanentemente entre lo actual y lo virtual, que excede toda actualización y precisamente por ello, deviene junto a otras produciendo relaciones, afirmando su estilo singular y su ritmo.

En un sentido ulterior, Esposito identifica en el dispositivo de la persona una zona que desborda y excede su mecanismo. La categoría de persona funciona como un operador de dominación biopolítico porque exhibe jerarquías del viviente, distribuciones desiguales y reificaciones de la corporeidad. Lo que capta la «máquina teológica-política» de la persona es un umbral de duplicidad entre la persona (capacidad jurídica-artificial) y la producción de su opuesto negativo, la cosa (elemento biológico sin valor, parte bestial y animal, materia inerte o simplemente no-persona). Elemento de desdoblamiento estructural o de asimilación excluyente, esta se asienta sobre una lógica que parece articular unidad y división, en dos partes asimétricas, esfera del bíos y la zoé (una sometida a la otra). La idea de la persona supone además una deriva tanatopolítica cuyo funcionamiento radica en dejar o descartar violentamente aquello que en el hombre no se considera persona y en consecuencia se puede destinar a la muerte. Es precisamente allí donde el pensador italiano ubica un bíos impersonal como un campo de contestaciones, en la alteración y contaminación de su significado prevaleciente que potencia la apertura hacia otras posibilidades de vida. Entre los extremos de la persona y la cosa, entre lo humano y lo natural, un foco del análisis genealógico se ubica en el vaciamiento del trasfondo humanista, en una larga tradición que define al hombre en la distancia y diferencia respecto al género animal o en contraposición con una zona de humanidad bestializada. El trastocamiento del orden de lo humano y lo animal viene a significar el cambio y la metamorfosis, la multiplicidad o pluralidad que permite abordar la infinita diferencia entre cada vida singular y al mismo tiempo lo preindividual y posindividual en cada uno de los vivientes. La potencia inmanente de este bíos impersonal, que se reconoce en lo neutro (ne-uter) de Maurice Blanchot y en la valorización de la esfera del «se» de E. Benveniste, se constituye en un plano de interrogación sobre la forma, los cuerpos y sus modelos de ordenación y se asocia a ese margen móvil de vecindad e intercambio entre vivientes.

2 La precariedad es el horizonte insuperable de nuestro tiempo

Por su parte, Judith Butler (2006BUTLER, J. Vidas precárias: el poder del duelo y la violencia. Buenos Aires: Paidós, 2006.; 2010; 2011BUTLER, J. For and against precarity. TIDAL: Occupy Theory, v. 1, 2011. Disponível em: http://www.e-flux.com/wp-content/uploads/2013/05/TIDAL_occupytheory.pdf?b8c429. Acesso em: 21 ago. 2019.
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; 2017)BUTLER, J. Desposesión: lo performativo en lo político. Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2017. nombra alrededor de lo precario una ontología social de los cuerpos que se propone como epistemología alternativa a la matriz liberal y neoliberal del sujeto propietario. Así, frente a la ontología discreta y amurallada del individualismo posesivo (possessive individualism), la precariedad de la vida, la condición vulnerable del ser-con, nos conduce a preguntarnos por los modos en que nuestras sociedades y nuestra dependencia estructural de las normas sociales de reconocimiento construyen definiciones de vida y precisamente por ello, las condiciones sociales y económicas para que se mantenga como tal.

Frente a la razón neoliberal que subyace en la ontología del individualismo posesivo, Butler identifica un doble nivel yuxtapuesto y convergente de los procesos de precarización: por un lado, precariedad (precariousness) y desposesión nombran una condición ontológica-existencial de los cuerpos, esa apertura constitutiva, ese estar siempre fuera de sí, el estar hecho de lazos y de relaciones con los otros. Esta condición implica un cierto reconocimiento del carácter relacional de nuestra existencia con personas y con un entorno, pero también con normas y marcos normativos (toda existencia está inserta en un entramado de relaciones de poder y no hay vida que exceda al marco normativo sino reiteración-iteración y desplazamientos internos al mismo, corrimientos o resignificaciones normativas in situ).

Según Butler nuestra existencia posee un carácter relacional, lo que apunta al vínculo con redes de interdependencia (social, económica, biológica, ecológica) y que permite tanto la supervivencia y la protección como la violencia y la desaparición física, el feminicidio y la agresión. Asimismo, el punto de partida de esta relacionalidad constitutiva en redes de vinculación supone que toda vida humana es fundamentalmente cuerpo y justamente porque supone mortalidad, finitud, necesidades físicas y fisiológicas, su condición es la de un ser constitutivamente vulnerable, expuesto al contacto con otros. Por otro lado, pero en convergencia y yuxtaposición, esta condición compartida de la precariedad nos diferencia: algunos cuerpos están más expuestos y protegidos que otros. Lo que se produce necesariamente es la asignación diferencial de la precaridad (precarity) o la forma privativa de desposesión (becoming dispossessed), categoría que expone la maximización de la vulnerabilidad que nos constituye (dimensión frágil y necesaria de nuestra interdependencia) pero sujeta a distribuciones diferenciales, es decir, se alude a las formas históricas específicas que versan sobre relaciones sociales y económicas, de la presencia o ausencia de infraestructuras e instituciones que organizan la protección de las necesidades corporales.

3 Zonas ciegas y problemas comunes

Bíos-precario. La cuestión, entonces, vuelve. Es necesario argumentar sobre la utilización de esa fórmula conceptual ¿por qué bíos-precario? Ambos vocablos están en recíproca tensión para indicar algo que no se deja nombrar de otra manera. Lo que se descubre en ese punto de convergencia radica en la doble valencia del sintagma: de un lado, la pregunta por el viviente (bíos) que está en el centro del pensamiento biopolítico y que Esposito inscribe en los términos de un tipo de vida impersonal-neutra-anónima por fuera de la silueta de la persona, de la forma autoinmunizada del cuerpo y del régimen de la cosa-objeto. Pero, como apunta Butler, la pregunta por el viviente se dispone al interior mismo del mecanismo o al interior del marco normativo en los términos de un desplazamiento interno. En una misma línea de significado, la pregunta por el viviente apunta a las condiciones de posibilidad (sociales, económicas, políticas) para que se mantenga la vida como tal. La línea de indagación que Butler recupera respecto a nuestra dependencia estructural a las normas sociales de reconocimiento y a los modos en que nuestras sociedades construyen definiciones de vida. Y en esas definiciones se juegan, precisamente, las condiciones de posibilidad para que la vida sea vivible y sostenible. ¿Que es una vida y cuales son sus condiciones normativas, sociales, económicas, ecopolíticas que la hacen sostenible y vivible? Desde este ángulo, la pregunta por el viviente y por sus condiciones de posibilidad del viviente se solapan porque apuntan a un mismo eje transversal de lo precario.

Por otro lado, frente un legado subterráneo que Esposito identifica con la tradición romana-cristiana y que Butler remite a la herencia liberal, en ambos recorridos nos encontramos con un presupuesto incuestionado que atraviesa y obtura continuamente el entendimiento sobre aquello que es el “ser-con” o las relaciones de interdependencia con otros. Es decir, el dispositivo teológico-político de la persona, la semántica teológica-biomédica de la inmunidad y la matriz tardo liberal del individualismo posesivo. Desde esta perspectiva, Butler y Esposito proponen ontologías relacionales del sujeto ex-táctico y del ser-con pero en distintos niveles. En Esposito la proyección del sujeto fuera de sí mismo supone una experiencia de la relación recíproca que lo expone al contacto más allá de las fronteras de la propiedad personal e incluso lo expone al contagio con el otro, o con el sôma que es parte constitutiva de la carne del mundo. En Butler se trata de una exposición que se define en los términos de una interdependencia con otros y con normas sociales que nos constituyen. La precariedad común (precariousness) es una condición ontológica que supone la interdependencia de la vida (a otros vivientes pero también la interdependencia a las normas o a las relaciones de poder) y el carácter extático de los cuerpos vulnerables.

En este punto se perfila un aspecto propositivo del bíos-precario que -al menos desde este ángulo- parece asignar lo extático y lo abierto, atravesado por agentes exteriores, en contraposición a la forma-de-vida que trata ante todo de los modos individuales, los actos y procesos del vivir. Al contrario de Agamben, el ser-con y las redes de interdependencia no se limitan a los modos individuales y los actos de una vida inseparable de sus formas sino que apuntan a un proceso expansivo de lo precario, que conjuga saberes, experiencias y zonas de lo colectivo en niveles heterogéneos.

Bíos-precario convoca a Esposito y Butler, allí donde una caja de herramientas asume una interrogación que la otra no considera: una ontología de la vida (el bíos impersonal de Esposito se define en torno a la norma de vida, a partir de la exposición, apertura vital y contagio corporal) que se configura como precaria (existencialmente vulnerable, extática y expuesta a otros) justamente, por un diagnóstico epocal, los tiempos de una nueva intensidad neoliberal (BUTLER, 2004BUTLER, J. Undoing Gender. New York: Routledge, 2004. y 2010) y su correspondiente proceso de normalización de la precariedad (LOREY, 2016LOREY, I. Estado de inseguridad: gobernar la precariedad. Madrid: Traficantes de sueños, 2016.).2 2 A diferencia de Janell Watson (2012) quien encuentra en Butler y Esposito una lógica conceptual compartida, que se mantiene “vinculado a los límites biopolíticos de un discurso liberal” en las valencias de los pares bíos/immunitas y precarity/precariouness, nuestro recorrido apuesta por una lectura de complementariedad en una ontología común que desborda el marco (neo)liberal, en donde una caja de herramientas se encastra con la otra, pero solo a partir del diagnóstico crítico y de resistencia al tiempo presente. Y precisamente por ello, debemos anotar que si bien tanto Butler como Esposito identifican un núcleo común que se conserva incuestionado, es a partir de Butler que ese ser-con (bíos impersonal) podemos denominarlo bíos-precario. Y como un juego de espejos invertidos, es a partir de Esposito que a la vida precaria podemos nombrarla como bíos impersonal, o más aún, leer esa vida precaria en términos explícitamente biopolíticos.3 3 En la obra de Butler las menciones manifiestas sobre biopolítica son cuanto menos escasas, por tomar un ejemplo, la identificación con las ciencias de la vida, el vitalismo y el racismo de estado en Marcos de Guerra. La misma Butler reconoce su deuda respecto de este vasto campo de indagaciones (SOLEY-BELTRAN & PRECIADO, 2007). No obstante, es posible rastrear una clave de lectura o un procedimiento biopolítico en Butler en su interés por pensar la regulación, los límites de la vida y hasta la pregunta por las condiciones sociales y económicas que mantienen la vida. El trabajo de Eduardo Mattio (2017) “Gubernamentalidad y agencia resistente. Consideraciones biopolíticas en la obra reciente de Judith Butler” resulta fundamental en esta línea de indagación. Bíos-precario se perfila en los contornos de una biopolítica afirmativa y de una ontología social corporal que se bosqueja alrededor de un lazo de contacto y contagio (este unicum) entre bíos y zoé, forma y fuerza, modalidad y sustancia, la vida desposeída-precarizada (precarity) pero en relaciones de entrega e interdependencia con vivientes humanos y no humanos, normas y marcos normativos.

De este modo, conforme a la articulación entre ambas cajas de herramientas, es importante notar que legados y tradiciones privilegian cada una, en términos generales, Derrida y Foucault en el caso de Butler y Deleuze en la reconstrucción de Esposito. Así como apunta Esposito, el bíos es un punto de fuga del dispositivo de la persona y de la semántica teológica-biomédica de la inmunidad. En Butler se trata de una condición ontológica respecto de la interdependencia con las normas y con otras vidas, así pues, no hay vida que exceda ese marco normativo sino desplazamiento internos. Y este es, precisamente, un aspecto que no adquiere suficiente relevancia en la biopolítica afirmativa de Esposito, toda vida se halla saturada, en mayor o menor medida, de poder. El exceso de vida, la capacidad de variación y de potenciación presuponen no tanto un resto de vida en contraste a una norma que la cesura o una norma que tiende a sojuzgar la potencia innovadora de la vida sino más bien, en la interpretación derrideana de Butler, los desplazamientos y resignificaciones subversivas se producen al interior de la norma, en su carácter intrínsecamente iterativo es donde se realizan los desvíos y excesos. La vida está desde el inicio inserta en los mecanismos inmunitarios, normativizantes y personificantes y en la reproducción reiterativa de los mismos vuelve a perfilarse un desplazamiento hacia la facticidad vital o que habilita la vitalización subversiva de la norma.

4 Un sismógrafo del tiempo presente

Este espacio de conexión y ensamblaje conceptual nos permite advertir la triangulación en la que se configura el bíos-precario a partir de la caja de herramientas de Esposito, Butler y las dimensiones que no están presentes en estos. En otros términos, tres grandes vectores componen bíos-precario: la biopolítica afirmativa de Esposito, la ontología corporal de Butler y una dimensión epocal que se vislumbra y que en conjunto, sientan las condiciones para pensar lo precario como ontología.

El sintagma bíos-precario funciona como coagulador de imaginarios, figuraciones, lenguajes e imágenes, como mecanismo cultural de condensación de sentidos, pero también es un instrumento conceptual y sistemático a través del cual delinear un sismógrafo del tiempo presente. Aquí nos referimos al trabajo analítico con aquello que las obras y los materiales culturales piensan en el presente, los modos de contestación y reformulación que la cultura trae a escena (RUCOVSKY, 2018RUCOVSKY, M. M. Tanta vida mutua: Mujeres y precariedad animal. Atlea: Estudos Neolatinos, v. 20, n. 2, 2018a. Disponível em: https://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1517-106X2018000200017&lng=en&nrm=iso&tlng=es. Acesso em: 21 ago. 2019.
https://www.scielo.br/scielo.php?script=...
; 2019RUCOVSKY, M. M. Rotar en la precariedade o sobre el trabajo de los jóvenes. AContracorriente: una revista de estudios latinoamericanos, v. 16, n. 3, p.139-160, 2019a. Disponível em: https://acontracorriente.chass.ncsu.edu/index.php/acontracorriente/article/view/1912/3277. Acesso em: 21 ago. 2019.
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). La cuestión se refiere a lo que es ese presente: ¿qué es pues este presente al que, de uno u otro modo, pertenecemos? ¿Qué quiere decir exactamente eso que llamamos el presente, el «hoy», el ahora? ¿Qué diferencia introduce el hoy en relación con el ayer? ¿Qué lo caracteriza en su descripción analítica y su prueba diagnóstica pero también en sus contradicciones y enfrentamientos?

Se trata de una relación con el presente que, en la estela de la relectura foucaultiana de Kant (1983-1984) significa un cambio en la mirada sobre nosotros mismos. Una pregunta señala a la otra, ¿cuál es mi actualidad? y ¿qué produce el hecho de que yo hable de ella? ¿cuál es el campo actual de nuestras experiencias? y ¿cuál es el campo actual de las experiencias posibles? La actitud y la voluntad de asignarse el propio presente como tarea es lo que Michel Foucault denomina ontología de la actualidad siguiendo la inspiración iluminista de los escritos kantianos. Esta expresión designa un modo de relacionarse ontológicamente con y frente a la actualidad, una tarea y un tipo de actitud analítica (ethos o crítica permanente) del momento singular, de ese modo de ser histórico en el que se escribe y por causa del que se escribe. Se trata de relación reflexiva con el presente que apunta no sólo al movimiento vertiginoso de lo que ocurre (tiempo de lo transitorio, fugitivo y contingente) ni a las líneas de fuerza que lo atraviesan sino sobre todo, se refiere a una crítica permanente de la propia historia, de la decisión sobre aquello que somos y que en su potencialidad latente puede desvelar y liberar aquello que podríamos ser. En este sentido, bíos-precario emerge en las operaciones de lectura con materiales culturales que delinean un tiempo presente definido en gran medida por el neoliberalismo, por la caída de los sueños de modernización y progreso, la indeterminación y la fluctuación, la falta de garantías, de proyecciones y el desfondamiento de temporalidades teleológicas.

Nuestra época es el momento que percibe y hace sentido en la precariedad, our time is ripe for sensing precarity escribe Anna Tsing (2015, p.20)TSING, A. L. The Mushroom at the End of the World: On the Possibility of Life in Capitalism Ruins. Princeton: Princeton University Press, 2015.. O de otro modo, la precariedad no es la excepción en el funcionamiento equilibrado del mundo y de las cosas sino la condición ontológica de nuestro tiempo (TSING, 2015TSING, A. L. The Mushroom at the End of the World: On the Possibility of Life in Capitalism Ruins. Princeton: Princeton University Press, 2015., p.20). Algo de lo epocal que se piensa desde la categoría de bíos-precario, sienta las condiciones para pensar lo precario como ontología de la actualidad. En efecto, sobre el análisis crítico de materiales culturales (RUCOVSKY, 2018RUCOVSKY, M. M. Tanta vida mutua: Mujeres y precariedad animal. Atlea: Estudos Neolatinos, v. 20, n. 2, 2018a. Disponível em: https://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1517-106X2018000200017&lng=en&nrm=iso&tlng=es. Acesso em: 21 ago. 2019.
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; 2019RUCOVSKY, M. M. Rotar en la precariedade o sobre el trabajo de los jóvenes. AContracorriente: una revista de estudios latinoamericanos, v. 16, n. 3, p.139-160, 2019a. Disponível em: https://acontracorriente.chass.ncsu.edu/index.php/acontracorriente/article/view/1912/3277. Acesso em: 21 ago. 2019.
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) o como en las dos escenas iniciales (del Secretario de Salud y el salario emocional) se abre un campo de experimentaciones formales pero también epistemologías alternativas en la captura del presente como tal, en su campo de fuerzas y líneas en tensión, en los modos de transformar, transgredir e imaginar potencialidades. Y esa capacidad de condensación y de captura que la cultura y la estética producen, aquí se mide en torno a los sentidos de lo que significa esta fórmula, bíos-precario, ese terreno en el que la vida precaria se vuelve un umbral de disputa, de politización y de ensayo crítico sobre los modos de agenciamiento.

En torno al bíos-precario se abre un campo expansivo de experimentaciones formales acerca de qué es “hacer vivir” y su contracara, los modos de gestionar el “hacer morir”, cómo aprender una vida y cómo hacerla reconocible, cuáles son las condiciones de sostenibilidad (livability) de una vida, cómo hacer vivible una vida o la vida,4 4 La oscilación entre una vida y la vida («la vida como tal») marca un punto de clivaje en la interpretación biopolítica de Butler. Más allá de las referencias explícitas de la autora de lo que se trata no es tanto de la especificidad ontológica de la vida que Butler (en Marcos de guerra, por ejemplo) identifica con la pregunta por el bíos del animal respecto del humano (derechos animales), o el ser vivo respecto de lo que no lo es (feto, embrión o derecho a la interrupción) sino de la inestabilidad y movilidad de la categoría misma. En este sentido, la pregunta por una vida, por las condiciones para que una vida sea vivible y digna de ser llorada, su capacidad de reconocimiento en cuanto precaria va de la mano de un entendimiento relacional y modal de la vida, esto es, la apuesta por una biopolítica afirmativa, una norma de la vida impersonal y neutra, una vida en su singularidad y diferencia. cuáles son las redes (humanas y no-humanas) a las que están entregadas las vidas y en las cuales se sostienen, qué fuerzas preindividuales e impersonales de lo viviente tienen lugar y cuál es la potencia de variación y de exceso que habita en la vida o cuáles son los umbrales de lo impensado, de lo irrepresentable y de lo posible desde la vulnerabilidad corporal.

La cuestión del bíos-precario y su lugar en la cultura implica repensar el modo en que la cultura, la filosofía y la crítica cultural -pero también el saber que se produce inmanente a los materiales estéticos-, “piensa y contesta un horizonte histórico definido en gran medida por la biopolítica” (GIORGI, 2014GIORGI, G. Formas comunes: animalidad, cultura, biopolítica. Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2014., p.17) y la precariedad (BUTLER, 2004BUTLER, J. Undoing Gender. New York: Routledge, 2004.; STANDING, 2011STANDING, G. El precariado: una nueva clase social. Madrid: Pasado y Presente, 2011.; LOREY, 2012). Y para abordar esa figura, en principio tautológica -la vida es, desde el inicio, precaria, finita, contingente y vulnerable-, vamos a considerar la interrogación sobre la cuestión del bíos y de la precariedad que ha adquirido relevancia creciente en la crítica filosófica y la crítica cultural. Pero también el problema reside en el léxico mismo, el sintagma conceptual bíos-precario en el horizonte de la biopolítica y la precariedad: ¿cuáles son las condiciones de posibilidad de los vivientes precarizados? ¿Qué es esa condición transversal que ilumina dimensiones generales del viviente y que denominamos bíos-precario? ¿De qué modo se vinculan estas dos nociones, estos diagnósticos críticos, y cuál es su relevancia para pensar el presente, el tiempo de lo presente? ¿Acaso una relación de mutua implicancia? Y para ser más precisos, ¿cuál es la especificidad de la categoría de precariedad respecto de la lógica biopolítica en un presente marcado por el afianzamiento neoliberal a cielo abierto?

Por eso es conveniente preguntarse si se trata de un único concepto mediante dos términos coordinados donde ambas expresiones resultan sinónimas o si en cambio su valor semántico es diferente y, en ese caso, en qué consiste la diferencia y cuál es el sentido estratégico de su conjunción. Antes que una redundancia, bíos-precario se sitúa en la triangulación que une y vincula ambos aparatos analíticos, Butler y Esposito pero también en el conocimiento que se produce desde distintos análisis críticos, materiales estéticos y culturales. Se trata de una caja de herramienta construida sobre la complementariedad inmanente de sus prácticas conceptuales, pero también bíos-precario es la vía para pensar en el punto ciego compartido, en determinados aspectos y niveles, tales como la temporalidad y la cuestión epocal, el régimen anímico y afectivo (RUCOVSKY, 2019aRUCOVSKY, M. M. Rotar en la precariedade o sobre el trabajo de los jóvenes. AContracorriente: una revista de estudios latinoamericanos, v. 16, n. 3, p.139-160, 2019a. Disponível em: https://acontracorriente.chass.ncsu.edu/index.php/acontracorriente/article/view/1912/3277. Acesso em: 21 ago. 2019.
https://acontracorriente.chass.ncsu.edu/...
; 2019bRUCOVSKY, M. M. Taedium Vitae: Precarity and affects in porteña night. E-Scrita. Revista do curso de Letras da UNIABEU, v. 10, n. 1, jan.-abr., 2019b. Disponível em: https://revista.uniabeu.edu.br/index.php/RE/article/view/3554. Acesso em: 21 ago. 2019.
https://revista.uniabeu.edu.br/index.php...
), lo no-humano y los contextos de contaminación y devastación del ecosistema (RUCOVSKY, 2018aRUCOVSKY, M. M. Tanta vida mutua: Mujeres y precariedad animal. Atlea: Estudos Neolatinos, v. 20, n. 2, 2018a. Disponível em: https://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1517-106X2018000200017&lng=en&nrm=iso&tlng=es. Acesso em: 21 ago. 2019.
https://www.scielo.br/scielo.php?script=...
; 2018bRUCOVSKY, M. M. La vaca que nos mira: vida precaria y ficción. Revista Chilena de Literatura, n. 97, p.175-197, 2018b. Disponível em: https://revistaliteratura.uchile.cl/index.php/RCL/article/view/49094/51597. Acesso em: 21 ago. 2019.
https://revistaliteratura.uchile.cl/inde...
), el trabajo con materiales estéticos y las operaciones formales que no son lo suficientemente consideradas pero también respecto al trabajo, la pobreza y los indicadores de clase (RUCOVSKY, 2016RUCOVSKY, M. M. El fin del trabajo y la emergência de lo precario. Revista Nombres, revista de filosofia, n. 30, 2016.).

Por último, el nudo conceptual de bíos-precario habita en un estado de extrañamiento generalizado que parece funcionar como una zona privilegiada de las indagaciones de la cultura. En efecto, ¿qué sabe la literatura y la cultura acerca de los nuevos modos de subjetivación y formas de vida para las cuales el trabajo y la pobreza como lugar donde se forjan identidades y proyectos dejó de ser la medida y sustancia de lo social? (LAERA & RODRIGUEZ, 2019LAERA, A.; RODRÍGUES, F. El cuerpo del trabajo. A Contracorriente, v. 16, n. 3, p.31-38, 2019., p.33). Aquello que enuncian la cultura y la literatura se refiere a la descomposición del universo del trabajo fordista y su gramática cultural asociada a la pobreza pero cuyo contenido no logra ser simbolizado. En este mismo sentido, bíos-precario no ha sido la otra cara de la pobreza y del trabajo sino que, a partir de la inflexión neoliberal, lo precario funciona como sensor de un desplazamiento incipiente: el trabajo pierde pregnancia en cuanto gramática de lo social porque, precisamente, tener trabajo ya no coloca a la persona en un determinado nivel social, sino que tener trabajo puede ser compatible con vivir en la pobreza. Aquí la figura de working poor (trabajador pobre) es el signo que trae a la superficie nuevos sentidos que, a diferencia de la estabilidad común del proletario industrial (a nivel de salario pero también en cuanto clasificador social) se refiere a la “fragmentación estructural y organizacional de la clase formalmente ocupada” (PACHECHO, 2019, p.169) pero también apunta a la adaptación de las expectativas y ánimos vitales en términos de la rotación permanente, la falta de futuros previsibles o narrativas de progreso social y más aún, apunta a una creciente volatilidad e inestabilidad laboral (STANDING, 2014STANDING, G. Por qué el precariado no es un “concepto espurio”. Sociologia del trabajo, nueva época, n. 82, p.7-15, 2014., p.8).5 5 En el imaginario industrial-fordista el trabajo es una figura de estabilidad y permanencia que permite el ascenso social y que funciona como revés biopolítico de la pobreza. Visión piadosa de la clase trabajadora, el trabajo como fuente última de dignidad humana y ciudadanía, marca identitaria y de protección social, aparece como la posibilidad redentora para la pobreza. La pobreza (paupertas) es, entonces, signo del despojo y el abandono, un estado de necesidad permanente y de renuncia -que Agamben (2013) identifica con el franciscanismo- pero que asimismo hace foco en las conductas, gestos, fisionomías y corporalidades de la otredad racializada, lo sub-humano, lo inhumano, lo bestial y lo zoológico. No obstante, ¿qué ocurre en la literatura y el arte contemporáneos cuando el trabajo y la pobreza se vuelven irreconocibles porque los modos de producción de realidad y de sentido se han transformado en el paisaje neoliberal? A diferencia de esa violencia que inscribe a la pobreza en una distancia radical, la precariedad ilumina una proximidad corporal de lo contagioso y adyacente que empieza a filtrar y a permear de nuevos modos el paisaje de lo social. O de otro modo, si el “pobre es, siempre, el otro; el precario es, en cambio, el mensajero de una nueva inseguridad de la cual no estoy ni estaré nunca lo suficientemente protegido” (GIORGI, 2019, p.70). Al respecto, el trabajo de Gabriel Giorgi (2019) sobre Macabea de Clarice Lispector resulta clave en este sentido. Ver también, mi indagación previa en Rucovsky (2016).

Bíos-precario tampoco se reduce, en este sentido, a las nuevas subjetividades, a una nueva clase o un indicador social sea el precariado (STANDING, 2011STANDING, G. El precariado: una nueva clase social. Madrid: Pasado y Presente, 2011.), el cognitariado o el pobretariado como sugiere Pablo Semán (2017)SEMÁN, P. La grieta opositora. Le monde diplomatique, n. 217, 2017.. Precariado, cognitariado o pobretariado son categorías en disputa política, conceptualizaciones maleables y de bordes imprecisos antes que taxonomías sociológicas o indicadores demográficos. Precarios son, en efecto, las figuras de telemarketers, los pasantes en empresas y los trabajadores freelance, los vendedores ambulantes y de la economía popular, los trabajadores cognitivos y de la industria cultural, los bicirepartidores de apps y servicio de traslado (Rappi, Pedidos Ya, Globo, Uber, etc), las trabajadoras de cuidado del hogar, de servicio de limpieza, las amas de casa y babysitter, las cajeras de supermercados, los cartoneros y recicladores, los guardias de seguridad, los empleos temporarios y/o estacionarios en empresas maquiladoras y ensambladoras. Categorías ambivalentes y de bordes porosos, estas apuntan a una zona problemática irresuelta y de largo aliento conceptual: ¿quiénes encajan o a quiénes nombra el precariado, cognitariado o pobretariado? ¿Qué signos de novedad trafica y qué otras cosas moviliza? ¿Cuál es su alcance epistemológico y su maleabilidad ontológica?

  • 1
    El término biopolítica se distancia, a su vez, de la noción de zoopolítica, la cual se refiere a la política que toma por objeto a la zoé, a la totalidad indiferenciada de los vivientes, animales, humanos y no humanos. La prevalencia del término bíos sobre zoé se debe a la aparición a comienzos del siglo XIX del término biología y en particular al proyecto de Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) de una ciencia de los cuerpos vivos, de los seres vivientes en cuanto vivientes, escribe Edgardo Castro (2011, p.19)CASTRO, E. Lecturas foucaulteanas: una historia conceptual de la biopolítica. Buenos Aires: Unipe, 2011a.. Una reapropiación contemporánea de la noción de zoopolítica es la que sostiene Fabián Ludueña Romandini (2010)ROMANDINI, F. L. La comunidad de los espectros: I Antropotecnia. Buenos Aires: Miño y Dávila, 2010. sobre una instancia de cruce entre vida y política que no pasan por la exclusión de algo así como zoé sino por su politización.
  • 2
    A diferencia de Janell Watson (2012)WATSON, J. Butler’s Biopolitics: Precarious Community. Theory & Event, v. 15, n. 2, p.1-13, 2012. quien encuentra en Butler y Esposito una lógica conceptual compartida, que se mantiene “vinculado a los límites biopolíticos de un discurso liberal” en las valencias de los pares bíos/immunitas y precarity/precariouness, nuestro recorrido apuesta por una lectura de complementariedad en una ontología común que desborda el marco (neo)liberal, en donde una caja de herramientas se encastra con la otra, pero solo a partir del diagnóstico crítico y de resistencia al tiempo presente.
  • 3
    En la obra de Butler las menciones manifiestas sobre biopolítica son cuanto menos escasas, por tomar un ejemplo, la identificación con las ciencias de la vida, el vitalismo y el racismo de estado en Marcos de Guerra. La misma Butler reconoce su deuda respecto de este vasto campo de indagaciones (SOLEY-BELTRAN & PRECIADO, 2007SOLEY-BELTRAN, P.; PRECIADO, B. Abrir possibilidades: una conversación con Judith Butler. Lectora, v. 13, p.217-239, 2007.). No obstante, es posible rastrear una clave de lectura o un procedimiento biopolítico en Butler en su interés por pensar la regulación, los límites de la vida y hasta la pregunta por las condiciones sociales y económicas que mantienen la vida. El trabajo de Eduardo Mattio (2017)MATTIO, E. Gubernamentalidad y agencia resistente: consideraciones biopolíticas en la obra reciente de Judith Butler. In: DAHBAR, M; CANSECO, A; SONG, E. (ed.). ¿Qué hacemos con las normas que nos hacen? Córdoba: Sexualidades doctas, 2017. “Gubernamentalidad y agencia resistente. Consideraciones biopolíticas en la obra reciente de Judith Butler” resulta fundamental en esta línea de indagación.
  • 4
    La oscilación entre una vida y la vida («la vida como tal») marca un punto de clivaje en la interpretación biopolítica de Butler. Más allá de las referencias explícitas de la autora de lo que se trata no es tanto de la especificidad ontológica de la vida que Butler (en Marcos de guerra, por ejemplo) identifica con la pregunta por el bíos del animal respecto del humano (derechos animales), o el ser vivo respecto de lo que no lo es (feto, embrión o derecho a la interrupción) sino de la inestabilidad y movilidad de la categoría misma. En este sentido, la pregunta por una vida, por las condiciones para que una vida sea vivible y digna de ser llorada, su capacidad de reconocimiento en cuanto precaria va de la mano de un entendimiento relacional y modal de la vida, esto es, la apuesta por una biopolítica afirmativa, una norma de la vida impersonal y neutra, una vida en su singularidad y diferencia.
  • 5
    En el imaginario industrial-fordista el trabajo es una figura de estabilidad y permanencia que permite el ascenso social y que funciona como revés biopolítico de la pobreza. Visión piadosa de la clase trabajadora, el trabajo como fuente última de dignidad humana y ciudadanía, marca identitaria y de protección social, aparece como la posibilidad redentora para la pobreza. La pobreza (paupertas) es, entonces, signo del despojo y el abandono, un estado de necesidad permanente y de renuncia -que Agamben (2013)AGAMBEN, G. Altísima pobreza: reglas monásticas y formas de vida. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2013. identifica con el franciscanismo- pero que asimismo hace foco en las conductas, gestos, fisionomías y corporalidades de la otredad racializada, lo sub-humano, lo inhumano, lo bestial y lo zoológico. No obstante, ¿qué ocurre en la literatura y el arte contemporáneos cuando el trabajo y la pobreza se vuelven irreconocibles porque los modos de producción de realidad y de sentido se han transformado en el paisaje neoliberal? A diferencia de esa violencia que inscribe a la pobreza en una distancia radical, la precariedad ilumina una proximidad corporal de lo contagioso y adyacente que empieza a filtrar y a permear de nuevos modos el paisaje de lo social. O de otro modo, si el “pobre es, siempre, el otro; el precario es, en cambio, el mensajero de una nueva inseguridad de la cual no estoy ni estaré nunca lo suficientemente protegido” (GIORGI, 2019GIORGI, G. La incompetente: precariedad, trabajo, literatura. A Contracorriente, v. 16, n. 3, p.61-78, 2019., p.70). Al respecto, el trabajo de Gabriel Giorgi (2019)GIORGI, G. La incompetente: precariedad, trabajo, literatura. A Contracorriente, v. 16, n. 3, p.61-78, 2019. sobre Macabea de Clarice Lispector resulta clave en este sentido. Ver también, mi indagación previa en Rucovsky (2016)RUCOVSKY, M. M. El fin del trabajo y la emergência de lo precario. Revista Nombres, revista de filosofia, n. 30, 2016..

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Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    21 Set 2020
  • Fecha del número
    Jul-Sep 2020

Histórico

  • Recibido
    15 Jul 2019
  • Acepto
    21 Abr 2020
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