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Fronteras rememoradas y sentidos de pertenencia nacional. Museos, monumentos y sitios conmemorativos como artefactos culturales y dispositivos de poder en Brasil, Paraguay y Argentina

Resumen

El presente artículo tiene como objetivo trazar conexiones analíticas entre figuraciones arquitectónicas, uso y puesta en valor de objetos y personajes históricos que intervienen en la elaboración político-cultural de una narrativa propia de una singularidad identitaria centrada en la rememoración de las fronteras nacionales. Se trata de museos, monumentos y sitios conmemorativos, vale decir, dispositivos institucionales que visibilizan acontecimientos relevantes y figuras importantes, y donde los sentidos compartidos operan en términos simbólicos y representacionales. Museos, monumentos y sitios conmemorativos son artefactos que componen el entramado significante del nacionalismo, que contribuyen a la reproducción cotidiana de la nación como comunidad, en un tiempo y espacio, sea Brasil, Paraguay, Argentina o cualquier otra.

En este artículo se interpretan estos soportes materiales y simbólicos como instrumentos que participan activamente en la rememoración de una pertenencia nacional de la ciudadanía, de quienes residen acá, a la vez que recuerda la diferencia con esas otras comunidades vecinas, esos allá llamados países limítrofes. Esas fronteras incluyen las que surgen del proceso de mutua formación de estados nacionales vecinos (fronteras interestatales acordadas), por el avance de la colonización sobre sociedades nómadas (las históricas fronteras de colonización) o por la conquista de extensiones luego de una guerra (guerras de frontera). Para dar cuenta de ello, en términos metodológicos se ha avanzado en visitas y observación participante, entrevistas exploratorias y revisión de fuentes materiales y virtuales en museos, emplazamientos memoriales, sitios de memoria o lugares icónicos marcados por la política pública.

Palabras claves:
Frontera; Memoria; Artefactos y dispositivos; Nación; Imaginario

Abstract

The objective of this article is to trace analytical connections between architectures, the use and enhancement of objects and historical figures that intervene in the political-cultural elaboration of a narrative typical of an identity singularity centered on the remembrance of national borders. These are museums, monuments and commemorative sites, that is, institutional devices that make relevant events and important figures visible, and where shared meanings operate in symbolic and representational terms. Museums, monuments and commemorative sites are artifacts that make up the significant framework of nationalism, which contribute to the daily reproduction of the nation as a community, in time and space, be it Brazil, Paraguay, Argentina or any other.

In this article, these material and symbolic supports are interpreted as instruments that actively participate in the remembrance of a national belonging of the citizens, of those who reside here, while remembering the difference with those other neighboring communities, those called neighboring countries there. These borders include those that arise from the process of mutual formation of neighboring national states (agreed interstate borders), by the advance of colonization on nomadic societies (the historical colonization borders) or by the conquest of extensions after a war (wars of border). To account for this, in methodological terms progress has been made in visits and participant observation, exploratory interviews and review of material and virtual sources in museums, memorial sites, memory sites or iconic places marked by public policy.

Keywords:
Border; Memory; Artifacts and devices; Nation; Imaginary

Resumo

O presente artigo tem como objetivo estabelecer conexões analíticas entre representações arquitetônicas, uso e valorização de objetos e personagens históricos que intervêm na elaboração político-cultural de uma narrativa própria de uma singularidade identitária centrada na rememoração das fronteiras nacionais. Trata-se dos museus, monumentos e locais comemorativos, ou seja, dispositivos institucionais que tornam visíveis eventos relevantes e figuras importantes, nos quais os significados compartilhados operam em termos simbólicos e representacionais. Museus, monumentos e locais comemorativos são artefatos que compõem a estrutura significativa do nacionalismo, contribuindo para a reprodução diária da nação como comunidade, em um tempo e espaço, seja no Brasil, no Paraguai, na Argentina ou qualquer outro lugar.

Neste artigo, esses suportes materiais e simbólicos são interpretados como instrumentos que participam ativamente na rememoração de um pertencimento nacional dos cidadãos que vivem aqui, ao mesmo tempo em que destacam a diferença em relação a outras comunidades vizinhas, ou seja, esses países limítrofes. Essas fronteiras incluem aquelas que surgem do processo de formação mútua de estados nacionais vizinhos (fronteiras interestatais acordadas), da expansão da colonização sobre sociedades nômades (as históricas fronteiras de colonização) ou da conquista de territórios após uma guerra (guerras de fronteira). Para investigar isso metodologicamente, foram realizadas visitas e observação participante, entrevistas exploratórias e revisão de fontes materiais e virtuais em museus, locais de memória ou locais icônicos marcados pela política pública.

Palavras-chave:
Fronteira; Memória; Artefatos e dispositivos; Nação; Imaginário

Introducción

Héroes de la independencia, himnos y canciones patrias, obras literarias y pictóricas consagradas o edificios notables son algunos de los elementos que componen el entramado significante del nacionalismo, que contribuyen a la reproducción cotidiana de la nación como comunidad espacial y culturalmente delimitada, sea Brasil, Paraguay, Argentina o cualquier otra.

Desde el estado, como principal arquitectura institucional y discursiva de la nación, a través de múltiples agencias de gestión de los asuntos públicos, se han implementado acciones orientadas a la creación de museos, monumentos y sitios conmemorativos que entretejen ideas y sentidos sobre las fronteras de la nación y, con ello, sobre la nación misma. Museos, monumentos y sitios conmemorativos constituyen forma espaciales empleadas para la producción de relatos geográficos, históricos y antropológicos oficiales sobre una idea de nación como totalidad (Nagy, 2013NAGY, M. Los museos de la última frontera bonaerense y sus narrativas acerca de los pueblos indígenas. Revista del Museo de Antropología, Córdoba, v. 6, n. 1, p. 79-90, 2013.), pero también sobre alguno de sus componentes territoriales, sea la ciudad capital actual o del pasado, sus divisiones territoriales (anteriores y/o presentes, inclusive de una extensión mayor a la que actualmente tiene el país en el caso de referencias a imperios de otros tiempos o mitos sobre extensiones perdidas) y sus fronteras necesarias.

De este modo, museos, monumentos y sitios conmemorativos pueden considerarse como artefactos político-culturales que participan en dispositivos de poder usados para articular entramados imaginarios sobre la nación, en la producción cotidiana de una cierta mismidad (¿Quiénes fuimos, somos o queremos ser?) y, a la vez, por acción u omisión, de otredades (¿Quiénes no somos? ¿Quiénes ya no somos? ¿Quiénes quedan fuera de este tiempo y espacio?), en un determinado tiempo (¿Desde cuándo estamos? ¿Existe la posibilidad de que dejemos de ser o estar?) y espacio (¿Desde dónde y hasta dónde estamos?, ¿Desde dónde ya no somos nosotras/os sino las/los otras/os?).

En Sudamérica se pueden reconocer al menos tres ámbitos espaciales dedicados a poner en relación geografía, historia y memoria nacional in situ para establecer nexos entre la conmemoración, la construcción de relatos colectivos y ponderar discursivamente memorias locales en relación con las fronteras: el Marco das Três Fronteiras (Foz do Iguaçu, Brasil), el Panteón Nacional de los Héroes (Asunción, Paraguay) y el Museo del Fin del Mundo (Ushuaia, Argentina).

Estos tres ámbitos, diversos entre sí, plantean como núcleo central el uso de un soporte material devenido en artefacto cultural. Son nodos que articulan dispositivos que, según el caso, incluyen otras edificaciones, fechas conmemorativas, planes urbanísticos, eslóganes, reminiscencias a sujetos u objetos y marketing turístico. Este panorama general de situación lleva a considerar que los relatos geográficos, históricos y antropológicos oficiales sobre las fronteras se inscriben en estrategias que van más allá del mero acto de fijación del límite: es un proceso que se actualiza permanentemente en términos institucionales.

En relación a lo anterior, es posible recuperar la noción de comunidad imaginada (Anderson, 1991ANDERSON, B. Comunidades imaginadas. México: Fondo de Cultura Económica, 1991.) como un modo de percepción y sentido colectivo, un acervo común a una totalidad siempre en redefinición, con inclusiones y exclusiones, que impacta en la transmisión de una memoria colectiva. Esta posibilidad sólo puede manifestarse con base en un compartir témporo-espacial susceptible de constituirse en soporte memorial (Halbwachs, 2003). La clave consiste en revisar los modos en que se articulan esferas disímiles pero conjuntas de la vida social, de las prácticas colectivas y del andamiaje político institucional donde las esferas de lo público, lo privado y lo íntimo se complejizan y reconstituyen según los objetivos del contexto en discusión (Rabotnikof, 2005RABOTNIKOF, N. En busca de un lugar común: El espacio público en la teoría política contemporánea. México: UNAM, 2005.).

Considerando estos tres casos surgen interrogantes sobre: ¿Qué características tienen como artefactos de rememoración? ¿Sobre qué fronteras participan en su construcción simbólica? ¿Cuáles son las memorias que preservan y cuáles las que olvidan? ¿Quiénes los propician? ¿Qué imaginarios y qué tradiciones buscan forjar? ¿Cuáles son las estrategias de poder y los sentidos de pertenencia nacional que forjan? Por lo tanto, el objetivo de este artículo es describir tres artefactos culturales en sus aspectos arquitectónicos, urbanísticos y museográficos, sus funciones y los sujetos que participaron en su emergencia.

El análisis de los dispositivos de poder que se articulan en torno a ellos y los sentidos de nación plantean un modo de imaginación nacional y construcción identitaria, de pertenencia y elaboración simbólica sobre la narrativa histórica que es parte constitutiva del recorrido por cada sitio. El trabajo reflexiona sobre algunas observaciones realizadas en visitas a los tres lugares, en diferentes momentos y con diferentes finalidades. Se complementará con la revisión de distintas fuentes documentales para datar las cuestiones señaladas en cada uno de los casos.

Artefactos y dispositivos memoriales en el espacio material y simbólico

Los procesos memoriales están constituidos por las estrategias que los sujetos sociales, de forma individual o colectiva, construyen para visibilizar sentidos sobre el pasado (reciente o lejano), desde el presente y en su enlace con el futuro (Perrière, 2021PERRIÈRE, H. Un fortín que no es fortín, sino una casa y un museo llamado fortín. Patrimonio y memorias en la construcción de un relato sobre la frontera. Revista del Museo de Antropología, Córdoba, v. 14, n. 1, p. 155-166, 2021.). Esos procesos se suelen materializar a través de diferentes artefactos, que en ocasiones ya existían con otros fines y se resignifican, como los palacios convertidos en museos; otras veces se emplazan expresamente, como los cenotafios para recordar personas caídas en una guerra. Estos artefactos, a la vez, son considerados lugares patrimoniales, pues han sido investidos con ese rótulo mediante alguna normativa o nombramiento legal, que los posiciona y dimensiona en esos términos. Según sea la institución que los invistió de tal categoría, pueden ser comunales, municipales, provinciales, nacionales o de la humanidad.

Museos, monumentos y sitios conmemorativos funcionan como emplazamientos de referencia memorial que traducen relaciones de poder sobre qué o quiénes recordar u olvidar, dónde emplazar y en qué momento del calendario ubicar. Pueden ser considerados artefactos en el sentido de objetos artealizados y fabricados: son una combinación de arte y de creatividad humana -inclusive de sentido estético y hasta lúdico- y de fabricado o producido, de manera individual o en serie, por lo que intervienen la técnica y el saber. Los artefactos son materialidades que externalizan acciones sociales y expresan relaciones complejas y cambiantes entre sus elementos constitutivos, así como con otros artefactos (Porcaro, 2023PORCARO, T. Explorando las geografías cotidianas de las fronteras a través de cuatro artefactos: La esquina, el puente, la tranquera y el desierto. Universum, Talca, v. 38, n. 1, p. 141-166, jul. 2023.). Las políticas de memoria activan el reconocimiento del valor cultural de diversos sitios, promueven estrategias para la preservación de ciertos ambientes y fomentan la conservación de ámbitos de interés colectivo que posteriormente pueden ser patrimonializados (Fabri, 2020FABRI, S. Memoria. In: BENEDETTI, A. (dir.). Palabras clave para el estudio de las fronteras. Buenos Aires: Teseo Press, 2020. p. 445-458.).

En definitiva, son dispositivos que visibilizan las yuxtaposiciones de sentidos y representaciones. Su materialización responde a proyectos económicos, políticos y culturales, y están atravesados por conflictos entre los sujetos sociales involucrados. En términos de Santos (1985SANTOS, M. Espaço e método. São Paulo: Nobel, 1985.), son formas espaciales, que evidencian técnicas, diseños y estéticas; son objetos que se pueden apropiar o intercambiar, usar y adaptar a funciones cambiantes. En los artefactos hay ciencia y arte, arquitectura y narrativa, política y cultura. Son constructos materiales, que se entienden en función de las prácticas que los sostienen, y simbólicos, pues constituyen representaciones y formas de saber hacer (Haesbaert, 2019HAESBAERT, R. Por otra regionalización: La región como artefacto. In: ZUSMAN, P. (ed.). Regional-global: Dilemas de la región y de la regionalización en la geografía contemporánea. CLACSO, 2019. p. 91-126.). Representaciones sobre episodios (guerras, catástrofes, etc.), sujetos (próceres, líderes, etc.), paisajes (emblemáticos, exotizados, etc.) y cuestiones técnicas o científicas (la medicina, la industria, etc.) se materializan en formas arquitectónicas y urbanísticas, devienen edificios icónicos, promueven sentidos hegemónicos sobre el pasado y jerarquizan sitios por su alto valor para la memoria colectiva, que con frecuencia logran imponer ciertos segmentos de la sociedad.

Interesa en este artículo considerar a los museos, monumentos y sitios conmemorativos como artefactos que tienen determinada hechura, textura y modo de implantación, donde se ponen en funcionamiento ciertos imaginarios sobre las fronteras. También, como se analizará, constituyen lugares memoriales que cumplen diferentes funciones, tanto para la ciudad en la que se emplazan (que, por ejemplo, se ocupa de su mantenimiento, o lo aprovecha como recurso turístico), para el país que le dio origen (tal vez como parte de un proceso de colonización del paso, que es actualmente usado en narrativas nacionalistas) o para regiones que lo consideran un nodo de referencia extraterritorial (un confín para todo un continente).

Museos, monumentos y sitios

Artefactos político-culturales como los mencionados pueden considerarse cada uno de manera aislada, en su idiosincrasia, describir sus apariencias, las circunstancias que explican su emergencia y permanencia. También pueden tratarse dentro de un determinado ambiente artefactual (Montani, 2016MONTANI, R. Arte y cultura: Hacia una teoría antropológica del arte(facto). Revista de Antropología del Museo de Entre Ríos, Entre Ríos, v. 2, n. 1, p. 13-45, apr. 2016.), donde cada uno puede reconocerse como una pieza de un rompecabezas que ayuda a comprender mejor la complejidad de los procesos, de las relaciones sistémicas, las jerarquías y niveles de centralización. En otros términos, se trata de dispositivos, es decir, conjuntos de objetos y señales articulados, dispuestos en un determinado espacio y tiempo. Su ubicación no es azarosa. Por el contrario, responden a proyectos de largo alcance, como es el caso de la formación de los estados nacionales, en donde siempre intervienen políticas memoriales y patrimoniales institucionales. En el caso de los museos es interesante detenerse en tres aspectos centrales: el museo en sí (la institución), la curaduría (el modo en que se construye el relato) y la narrativa (el contenido de ese relato y sus objetivos).

Los museos naturales, nacionales, regionales, históricos y antropológicos son artefactos privilegiados para el ejercicio de la memoria sobre episodios de un pasado reciente o de tiempos atávicos. Pueden considerarse como tales a aquellas instituciones que reúnen en un edificio un repertorio de materiales que recrean sentidos sobre el antes (que se proyecta sobre el presente y el futuro) y el acá (el ámbito que se pretende delimitar y describir para contener espacial y culturalmente esa temporalidad). Allí se entrecruzan, de formas difíciles de desenredar, ciencia y literatura, política y cultura, colonización y descolonización, arte y arquitectura (Bustamante, 2012BUSTAMANTE, J. Museos de Antropología en Europa y América Latina: Crisis y renovación. A modo de presentación. Revista de Indias, España, v. LXXII, n. 254, p. 11-14, 2012.). Podría decirse que la práctica de musealizar consiste en mostrar de forma organizada y premeditada cierto argumento, mediante objetos y verbalizaciones (Casamor, 2010CASAMOR, T. La arquitectura de los museos. Her&Mus: heritage & museography, Barcelona, v. II, n. 4, p. 28-35, 2010.). Es un recorte analítico que selecciona aspectos a ser mostrados y otros ocultados, y que responde a un posicionamiento singular para visibilizar ciertos objetos, hechos o personalidades. Esos museos suelen incluir secciones que ayudan a interpretar, de manera tácita o expresa, las fronteras actuales de la nación, impulsadas por guerras o la diplomacia, o del pasado, en el caso de repositorios que remiten a imperios extinguidos (Incas, por ejemplo) o al encuentro y conflicto entre las sociedades hispacoloniales y las sociedades nativas.

El museo como artefacto y dispositivo político-cultural impulsado desde el estado surgió entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. La revolución francesa convirtió al museo público en un espacio para archivar el pasado religioso, monárquico y feudal, declarando las colecciones reales como bienes nacionales (Núñez, 2007NÚÑEZ, A. El museo como espacio de mediación: El lenguaje de la exposición museal. Universitas Humanística, Bogotá, n. 63, p. 181-199, jan./jun. 2007.). Progresivamente, sirvieron para mostrar, con un espíritu colonialista, la riqueza y opulencia metropolitana a partir de los tesoros traídos desde los territorios de ultramar, a la vez que sirvió para producir narraciones sobre la evolución y el progreso, abonando asimismo al eurocentrismo como ápice de la civilización. El conjunto de objetos reunidos en un museo produce una narración histórica, geográfica y cultural particular (Fabri, 2020FABRI, S. Memoria. In: BENEDETTI, A. (dir.). Palabras clave para el estudio de las fronteras. Buenos Aires: Teseo Press, 2020. p. 445-458.). Por ejemplo, el museo Británico de Londres, el Louvre de París y el Metropolitano de Nueva York comenzaron a narrar la riqueza, el alcance global y la capacidad de dominación colonial de sus naciones imperiales.

Por otra parte, el museo es un dispositivo con complejas conexiones con el afuera, que es el que le otorga sentido cultural, advierte la conveniencia de sustentar económicamente y lo utiliza para mediar en diferentes disputas de poder. Ese entorno es el territorio nacional, provincial o municipal, que no es homogéneo ni armónico; es conflictivo y está segmentado por intereses, los cuales ingresan a los museos. Con frecuencia, el museo relata el ascenso social de ciertos sectores hegemónicos y, en paralelo, activa olvidos de sectores subalternizados, que se vuelven inescindibles de la identidad colectiva (Quijada, 2012QUIJADA, M. Los museos de frontera de la provincia de Buenos Aires: Entre el gliptodonte y el indio poblador. Revista de Indias, España, v. LXXII, n. 254, p. 131-176, 2012.). También colabora en la producción de centralidades, por ejemplo, al reforzar el carácter capitalino de ciertos ámbitos urbanos. Además, hay un adentro del museo, una territorialidad interior, donde se desarrolla el cotidiano del personal que se ocupa de las tareas de curaduría, que produce los guiones museológicos, que dirige la institución o que se ocupa de su seguridad, y también de quienes visitan. El guión museológico, asimismo, propicia un itinerario espacio-temporal a ser recorrido: un punto de ingreso, uno de salida y un entremedio. Esa secuencia contempla determinada cronología, hilo temático o distribución espacial, que quien va a recorrer el sitio puede o no transgredir (Hite, 2013HITE, K. Política y arte de la conmemoración: Memoriales en América Latina y España. Santiago de Chile: Ed. Mandrágora, 2013.).

Los procesos de globalización, la descolonización y el multiculturalismo activaron la crítica a los relatos unificadores de la nación, por lo que los discursos aglutinantes y los museos que la simbolizaban comenzaron a someterse a profundas revisiones. También se comenzó a cuestionar la capacidad que tienen para contribuir a la construcción de la realidad que describen. El museo como institución y el coleccionismo de objetos pertenecientes a culturas materiales exotizadas como práctica comenzaron a ser percibidos como expresiones de apropiación y desposesión de los diferentes pueblos colonizados. Frente a ello, progresivamente, los límites de lo museable se volvieron menos excluyentes, en comparación con las definiciones canónicas, sustentadas por el ideario moderno y metropolitano (Pinochet Cobos, 2016PINOCHET COBOS, C. Derivas críticas del museo en América Latina. México: Siglo XXI Editores, 2016.).

Monolitos, cenotafios, estatuas o templos, como así también museos, pueden catalogarse como monumentos. Son artefactos arquitectónicos que expresan una voluntad de dar visibilidad material a personas, acontecimientos, ideas u objetos geográficos, más allá del momento en que fueron ideados y construidos. Por ello, su instalación constituye una pretensión de diálogo hacia el futuro, aunque en cada contexto social finalmente se actualiza su función memorial y su propio relato histórico. De hecho, la etimología de la palabra remite a la memoria: en tiempos del imperio romano, el monumentum era una obra de arquitectura conmemorativa (Kaulicke, 2003KAULICKE, P. Memoria historiografiada y memoria materializada. Problemas en la percepción del pasado andino preeuropeo. Estudios Atacameños, San Pedro de Atacama, n. 26, p. 17-34, 2003.). Los monumentos se suelen asociar a construcciones humanas, pero también se ha tendido a reconocer como tales a diferentes formas geofísicas, como ríos y montañas, que son investidos de una significación excepcional, al otorgarles un nombre y ser transformados en objetos/sujetos de narraciones míticas. Así, la monumentalización es un modo en que la comunidad-nación revisa y representa a la naturaleza o a los eventos culturales.

A largo plazo, los monumentos (incluidos los museos) constituyen un acervo de técnicas, estéticas y saberes de otras épocas, que cuestionan y tensionan a los sujetos que en el presente pugnan por otorgarles determinados sentidos y funciones sociales. Son materializaciones memorizables. Su intención suele ser la de generar un continuum histórico, un tiempo nuestro, entre el sujeto o evento representado, que se actualiza incesantemente, con cada acto de conmemoración, de recreación de la narración histórica, geográfica y antropológica nacional, con cada interpretación y reinterpretación según las necesidades de cada momento (García Álvarez, 2009GARCÍA ÁLVAREZ, J. Lugares, paisajes y políticas de memoria: Una lectura geográfica. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, Madrid, n. 51, p. 175-202, 2009.). Es lo que ocurre con las estatuas levantadas para resaltar la figura de quienes lideraron una época, que tras su caída fueron derribadas o relocalizadas (Criado Boado, 2001CRIADO BOADO, F. La memoria y su huella. Sobre arqueología, patrimonio e identidad. Claves de Razón Práctica, Madrid, n. 115, p. 36-43, sep. 2001.). Por otro lado, los monumentos tienen una función pedagógica, como suele suceder con aquellos dedicados a determinados sujetos sociales (la madre, el profeta, etc.), que desde la antigüedad se ubican en lugares públicos nodales. Con ello, el poder dominante busca glorificar a estos sujetos, darles visibilidad y, a la vez, brindar un mensaje sobre su carácter ejemplar (Massa, 1998MASSA, P. Antropología y patrimonio cultural. Un estudio sobre los monumentos a los caídos. Alteridades, Iztapalapa, v. 8, n. 16, p. 84-94, jul./dec. 1998.).

La categoría sitio es más flexible, e incluye también a monumentos y museos. Es propio del vocabulario de la geografía humana clásica, pero su uso se generalizó en los estudios culturales, memoriales y patrimoniales. Con frecuencia su definición no es explicitada, sino más bien es contextual, y suele realizarse a partir de una enumeración o ejemplificación.

En primera instancia, un sitio es un punto de la superficie terrestre: esquina, cueva, edificio y un largo etcétera. Tiene existencia material y una posición, que se determina a partir de algún sistema de referencia, por ejemplo, el de coordenadas (paralelos y meridianos, austral/meridional), el de identificación regional (dentro de tal país o de tal provincia o municipio) o el relativo (en proximidades, alejado de, en el centro). Es un terreno acotado, definido a partir de alguna clasificación o taxonomía, con frecuencia cristalizada por la acción normativa, por lo que responde a cierta metodología. Esta clasificación puede considerar aspectos locacionales, funcionales o sistémicos.

Una porción de un río se vuelve un sitio en la medida que allí se concentra una arquitectura prototípica. Se puede definir esa misma porción usando un criterio funcional, en la medida que se aprovechó para alguna actividad humana en el paso, como defensa ante ataques. También es un sitio si se destaca la relación sistémica entre plantas y animales, es decir, un ecosistema y su biodiversidad que interesa proteger. Por lo tanto, el carácter de sitio no es intrínseco, sino relativo y procesual, a partir del sistema clasificatorio implementado por alguien en algún momento para definirlo como tal. Vale decir, no es universal ni permanente: lo que unas sociedades catalogan como sitio, otras pueden considerar que no lo es. Determinado saber y el propio ejercicio del poder político e institucional son los que, finalmente, convierten a un punto de la superficie en un sitio y determinan qué tratamiento debe recibir.

Asimismo, la identificación de un sitio conlleva una determinación escalar. En las políticas patrimoniales, cientos de kilómetros lineales pueden ser declarados un sitio, al igual que pequeñas construcciones o conjuntos de ellas: la Muralla China, el Muro de Berlín o las fosas que rodeaban a los castillos medievales son catalogables como sitios pasibles de ingresar en políticas memoriales y patrimoniales. Luego viene la adjetivación (natural, religioso, arqueológico, rupestre, mortuorio, de la humanidad y un gran etcétera) y la valoración que adquiere, que lo vuelven preservable o no, transformable o no, privatizable o no. Cuando los sitios son apropiados y valorados, subjetivados y ponderados, devienen lugares. En suma, el sitio es una forma espacial con existencia material, localizado en la superficie terrestre, referenciado de alguna forma, reconocido dentro de algún sistema clasificatorio a partir de la intervención de campos de saber, cargado de sentidos culturales. Afirmar que un sitio es histórico resulta impreciso, ya que el espacio es inescindible del tiempo; el espacio puede comprenderse como acumulación de temporalidades (Santos, 1996SANTOS, M. A natureza do espaço. São Paulo: Hucitec, 1996.). En todo caso, es un sitio dotado socialmente de valor para relatar determinado pasado.

Museos, monumentos y sitios constituyen artefactos que expresan la voluntad y el saber de ciertos sujetos para conformar un patrimonio para la comunidad de la que son parte y como forma de interpelar a las generaciones venideras. Son memoriales en la medida que instrumentalizan desde un presente acciones para que en el futuro se piense en ese pasado. El sostenimiento del carácter memorial de esos lugares es posible a partir de las políticas de la memoria, por lo general impulsada desde las élites, que pone en práctica su discurso sobre el pasado a partir de diferentes actuaciones de orden público, como el propio mantenimiento de los lugares y la actualización de diferentes actuaciones públicas, como, por ejemplo, las conmemoraciones (García Álvarez, 2009GARCÍA ÁLVAREZ, J. Lugares, paisajes y políticas de memoria: Una lectura geográfica. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, Madrid, n. 51, p. 175-202, 2009.).

Fronteras rememoradas

Los procesos de colonización y conquista de tierras, el emplazamiento de defensas o la definición de límites divisorios, en definitiva, la producción de fronteras, son precedidos, acompañados y sucedidos por la localización de formas espaciales materiales y simbólicas que, a la postre, muchas veces, devienen objetos patrimoniales y se constituyen en lugares de la memoria, como parte de estrategias político-culturales. En este sentido, los muros y murallas están entre los artefactos más ampliamente preservados como lugares memoriales. Entre los ejemplos se encuentran la Gran Muralla, que antiguamente China usaba para enfrentar a los pueblos nómades de Mongolia y Manchuria, los muros destinados a defender los confines del imperio romano y las murallas defensivas de ataques piratas construidas en las ciudades coloniales hispanoamericanas, como Cartagena de Indias (Tamagnini, 2020TAMAGNINI, M. Muro. In: BENEDETTI, A. (dir.). Palabras clave para el estudio de las fronteras. Buenos Aires: Teseo Press, 2020. p. 445-458).

Esas fronteras emergieron en procesos de conquista, desplazamiento de poblaciones y defensa de recursos frente a la invasión de otros grupos humanos, pero en el presente adquieren nuevas funciones como lugares memoriales. Por lo general, son patrimonios colectivos aprovechados en el proceso de turistificación que atraviesan múltiples sitios, sea para realzar el valor tecnológico y estético de esas materialidades o para subrayar el carácter hegemónico de los antiguos imperios y forzar una línea de continuidad e inventar una tradición. También pueden leerse como memorias de la muerte (Caraballo Perichi, 2008CARABALLO PERICHI, C. La memoria de la muerte como patrimonio colectivo. Argos, Caracas, v. 24, n. 29, p. 85-98, dec. 2008. ), ya que evidencian las relaciones de violencia entre quienes quedaban dentro y quienes no podían ingresar. Los muros, castillos, baluartes, fuertes, fortines, fosos y zanjas conforman una variedad de obras defensivas, y fueron verdaderos dispositivos para la guerra y la conquista territorial. Los muros siguen siendo erigidos en tiempos modernos, con fines activamente bélicos o de seguridad, y al tiempo pueden adquirir función patrimonial.

Muchos países han transformado los lugares memoriales de valor patrimonial en hitos culturales, pero también económicos, al constituir la visita de esos sitios en práctica turística fomentada por los diferentes niveles de gobierno. Un caso ejemplar es Francia, país que ha desarrollado eficientemente el turismo de la memoria asociado a una extensa red de museos y sitios memoriales, que incluye fortificaciones de los siglos XVI a XIX, la guerra franco-prusiana y las dos guerras mundiales, y los sitios que rememoran el Holocausto (González; Font, 2016GONZÁLEZ VÁZQUEZ, D.; FONT I AGULLÓ, J. La museización del patrimonio memorial transfronterizo: El caso del exilio republicano y sus espacios. Midas: Museus e Estudos Interdisciplinares, n. 6, p. 1-16, 2016.).

En el caso de la raya/raia entre Portugal y España, la práctica del contrabando era clave en el desarrollo económico de muchos de sus habitantes, por lo que se volvió un componente central de la cultura fronteriza. Con la incorporación de ambos países a la Comunidad Económica Europea y la consecuente liberalización de la circulación de mercaderías y personas, esa práctica se volvió obsoleta y tendió a desaparecer. Con el tiempo, se patrimonializó y turistificó (Silva, 2009SILVA, L. A Patrimonialização e a turistificação do contrabando. In: FREIRE, D.; ROVISCO, E.; FONSECA, I. (ed.). Contrabando na Fronteira Luso-espanhola. Práticas, memórias e património. Lisboa: Nelson de Matos, 2009. p. 255-287.): surgió el Espaço Memória e Fronteira en Melgaço (Viana do Castelo), en el norte de Portugal, frontera con España, también conocido como museo del contrabando y la emigración.

Memoriales sobre las fronteras sudamericanas

En Sudamérica pueden reconocerse tres casos emblemáticos de memoriales sobre las fronteras: el monumento y sitio Marco das Três Fronteiras de Foz do Iguaçu (Brasil), el monumento Panteón Nacional de los Héroes y Oratorio a la Virgen María Nuestra Señora de la Asunción, en Asunción (Paraguay) y los dos edificios patrimoniales del Museo del Fin del Mundo de Ushuaia (Argentina). Para analizar estos tres casos se contemplarán tres ejes: (1) artefactos, con referencias a su origen, sus funciones y su situación patrimonial actual; (2) dispositivos memoriales en los que se insertan, sean culturales, turísticos o de otra índole; (3) modos en que están presentes y son narradas las fronteras y su adscripción nacional.

Marco das Três Fronteiras, Brasil

Para la demarcación entre Argentina y Brasil, se estableció una línea de unos 1.200 km, a través de los ríos Uruguay (la mayor parte), Pepirí Guazú, San Antonio e Iguazú, además de unos 25 km de terreno, que suele denominarse frontera seca. Para la demarcación en el tramo de frontera seca, se construyeron más de 300 obeliscos, en piedra. Asimismo, en la confluencia de los ríos Iguazú y Paraná, visibles entre sí, se construyeron otros dos obeliscos, iguales, uno del lado brasilero y otro del argentino. El lado brasilero al monumento se lo conoce como Marco das Três Fronteiras, y se encuentra en el municipio de Foz do Iguaçu; el del lado argentino es nombrado Hito Tres Fronteras, y está emplazado en el municipio de Puerto Iguazú. Estos monumentos se erigieron para celebrar la resolución pacífica del conflicto fronterizo brasileño-argentino y fueron inaugurados, simultáneamente, el 20 de junio de 1903 (Louvain, 2018LOUVAIN, P. O Marco das Tres Fronteiras: Símbolo da integração latino-americana e de resolução pacífica dos litígios internacionais. Anais […]. XVII Encontro Estadual de Histórica da ANPUH-SC, 21 a 24 de agosto, Joinville/SC, 2018. ). Tiempo después, Paraguay hizo lo propio, en 1961, al construir el Hito Tres Fronteras en la localidad de Presidente Franco, al sur de la conurbación de Ciudad del Este, con un diseño arquitectónico diferente.

Hasta la década de 2010, el solar donde se encuentra el obelisco de Foz do Iguaçu no contaba con mayor infraestructura. Había un camino de acceso en regulares condiciones de mantenimiento, mal señalizado y el terreno tenía escaso mobiliario. Era un lugar poco destacado, a diferencia de lo que ocurría en Puerto Iguazú, donde el obelisco se encontraba en una zona accesible y con mobiliario urbano (asientos, miradores, etc.) y era visitado por turistas y población local como lugar recreativo.

Esto se modificó hacia 2015. Ese año, el municipio de Foz do Iguaçu otorgó la concesión de uso del sitio al consorcio Cataratas S. A., que pasaría a ocuparse de su operación, administración, manutención, conservación, vigilancia, modernización y desarrollo turístico (Edital de licitação concorrência pública N° 004/2015). El sitio fue finalmente inaugurado en 2016 y lleva el mismo nombre que el monumento (Louvain; García, 2016LOUVAIN, P.; GARCÍA, P. Campanha pelo tombamento do marco das Três Fronteiras como patrimônio cultural municipal. CEURS, n. 37, p. 1-6, 2016.; Louvain, 2018LOUVAIN, P. O Marco das Tres Fronteiras: Símbolo da integração latino-americana e de resolução pacífica dos litígios internacionais. Anais […]. XVII Encontro Estadual de Histórica da ANPUH-SC, 21 a 24 de agosto, Joinville/SC, 2018. ).

Figura 1.
Marco das Três Fronteiras. a) Año 2013. b) Año 2022. c) Año 2018. d) Año 2018. Fuente: Alejandro Benedetti.

El sitio Marco das Três Fronteiras (Figura 1) tiene una extensión de unas 2 hectáreas. El predio fue privatizado y cercado con muros que impiden el libre acceso y la visualización de su interior.

El edificio principal que recrea la arquitectura jesuítica (Figura 1d) incluye cabinas para cobro de entradas, tienda para venta de recuerdos, sanitarios y un pequeño museo de la cultura guaraní. En el ingreso hay una pantalla que exhibe la película La Misión (1996, dirigida por Roland Joffé), que recrea el momento de contacto entre jesuitas y la comunidad guaraní, y de posterior evangelización (Frete, 2017FRETE, M. A. “La Misión” película, a 3 décadas de su estreno: Perspectivas de la temática jesuítica en el cine, desde el año 1986 hasta la actualidad. In: XVI Jornadas Interescuelas. Mar del Plata: Universidad Nacional de Mar del Plata, 2017.). El interior de este edificio presenta un diseño y estética actual, sin detalles constructivos que rememoren nada en particular. La fachada, en cambio, replica las técnicas y las estéticas de los templos construidos por los jesuitas en tiempos de la colonización, similar a la que se puede ver en ruinas distribuidas en la región. Un anexo a este enorme edificio está destinado al memorial de Cabeza de Vaca, colonizador ibérico que llegó a la región en 1542 y avistó la confluencia de los ríos Iguazú y Paraná y las Cataratas del Iguazú, inicialmente bautizadas como Saltos de Santa Maria (Benetti, 2010BENETTI, R. C. O “Yguaçú” de Vladimir Kozák e o território do Iguaçu. 2010. 100 f . Trabalho de Conclusão de Curso (Bacharelado em História) - Faculdade de Ciências Humanas, Universidade Tuiuti do Paraná, Curitiba, 2010.).

Luego de atravesar el edificio principal se encuentra el obelisco (Figura 1a), al que se le anexó una fuente (Figura 1b). Este sector se utiliza diariamente como escenario para la realización de un show folklórico y conmemorativo de los tres países y de la cultura guaraní. Alrededor del obelisco-fuente se organizó un patio recreativo, con asientos y mesas para comensales, árboles y canteros con vegetación. En un lateral se encuentra una edificación con una estética ecléctica, diferente a la del edificio principal. Allí operan locales gastronómicos.

Más adelante, se extiende una explanada y se llega hasta una baranda, que sirve de cercado del predio y protección. Desde esa explanada se tiene una perspectiva de los ríos Iguazú y Paraná y de las orillas argentina y paraguaya de esta zona tripartita. En uno de los laterales se instaló un cartel que indica la orientación de los tres países, Brasil, Argentina y Paraguay. Más que el obelisco, este cartel se convirtió en el sitio para la foto turística (Figura 1c).

Marco das Três Fronteiras, además de ser un sitio conmemorativo que participa en la activación de narrativas sobre la conquista por parte de los imperios ibéricos y el proceso de deslinde territorial moderno brasilero-argentino, cumple otras dos funciones: urbanística y turística. A través de una recreación de arquitecturas coloniales, se rememora ese momento de avance de fronteras colonial sobre la región del Iguazú. La fachada del edificio principal, su anexo y el pequeño museo conforman un dispositivo de memorialización de la conquista ibérica y del posterior proceso de evangelización a cargo de los jesuitas de la región del Iguazú, a través de una recreación edilicia que pretende autenticidad. Esto se refuerza con la proyección de la película La Misión y con la realización diaria, al anochecer, de un show de danza y teatralización de ese pasado, con efectos lumínicos y movimiento de las aguas de las fuentes, que son presentados como parte de mitos y leyendas. Así, se activa tanto la memoria de la experiencia religiosa en el lugar, como del pasado de sometimiento colonial, presentado de una manera romantizada. El obelisco, además, desde mediados del siglo XX obró como parte de un dispositivo de afirmación estadual paranaense sobre la margen brasileña del río y cataratas del Iguazú, mediante documentales y narrativas diversas (Benetti, 2010BENETTI, R. C. O “Yguaçú” de Vladimir Kozák e o território do Iguaçu. 2010. 100 f . Trabalho de Conclusão de Curso (Bacharelado em História) - Faculdade de Ciências Humanas, Universidade Tuiuti do Paraná, Curitiba, 2010.).

El obelisco que en 2016 se restauró e insertó en un proyecto urbanístico había sido construido en 1903 para que futuras generaciones rememoren la resolución pacífica del diferendo con Argentina, función que mantiene. A la vez, incurre en el olvido de la resolución bélica que ambos mantuvieron con Paraguay, país que recién en 1961 ubicó su monumento fronterizo en Puerto Falcón. Pero, además, es parte de un dispositivo educativo y memorial mucho más extenso espacial y temporalmente: la construcción imaginaria cotidiana de la frontera que el estado brasileño mantiene desde fines del siglo XIX con 10 países sudamericanos, con la Argentina en particular y, sobre todo, en este lugar tripartito. A lo largo de los más de 9.000 km de fronteras, el estado nacional brasilero ha materializado el principio de soberanía territorial, marcado el alcance de su sistema jurídico y construido la mismidad demográfica llamada población brasileña a través de marcos, puentes pintados con colores verde y amarillo en una de sus mitades, banderas flameando en los edificios de los organismos de control y carteles de bienvenida al país. Se trata de la dimensión semiótica de la territorialización estatal, que busca actualizar permanentemente el recuerdo de la extensión geográfica del estado nacional del Brasil. Asimismo, los visibles hitos argentino y paraguayo, en las riberas opuestas de los ríos Iguazú y Paraná, enseñan sobre la presencia de esas otredades geográficas, del allá diferente a este acá.

Este sitio se integra a otro dispositivo, en este caso, de urbanización, impulsado por el municipio de Foz do Iguazú en las riberas de los ríos Iguazú y Paraná. Estas intervenciones, además, están en sintonía con el Plan Estratégico de Fronteras iniciado por el Decreto Federal 7.496 de 2011. En esencia, participa en el intento de mantener la seguridad de la zona etiquetada “Triple Frontera”, donde los estados brasileño y argentino vienen instalando equipamiento de control biopolítico. Otras intervenciones son la instalación de una vuelta al mundo (Roda Gigante de Foz do Iguaçu) en las adyacencias, además de la construcción del tercer puente vial de la Triple Frontera entre Foz y Puerto Falcón. Todas estas intervenciones no hacen más que urbanizar este espacio, eliminando los restos de la mata atlántica. Hay una apropiación privada del sitio, con ingreso selectivo, mediante el pago de una entrada: una frontera interna para acceder al espectáculo que ofrece este lugar de frontera, memoria y recreación.

Finalmente, y no menos importante, el sitio se rediseñó en el contexto de consolidación de Foz do Iguaçu como destino turístico internacional, vinculado a las cataratas. La gestión del ingreso a las cataratas también fue privatizada. Las agencias turísticas ofrecen un paquete que suele incluir Cataratas, Safari, visita a una churrasquería y el Marco das Três Fronteiras. Así, en el contexto de las nuevas formas globales de acumulación de capital orientadas a potenciar diferentes sitios turísticos como fuente de recursos, este sitio conmemorativo se vuelve un producto atractivo. Es el espectáculo en la frontera (porque el sitio conmemorativo allí se ubica), pero también la frontera es el espectáculo (Barros; Catsossa, 2021BARROS, M.; CATSOSSA, L. A espetacularização “na” e “da” fronteira e os seus desdobramentos socioterritoriais: Olhares geográficos sobre a fronteira Brasil-Paraguai. Revista Eletrônica da Associação dos Geógrafos Brasileiros, Seção Três Lagoas, v. 1, n. 33, p. 145-182, 2021.).

Panteón Nacional de los Héroes, Paraguay

En la historia paraguaya se registran dos guerras. Entre 1865-1870, el país se enfrentó a las fuerzas aliadas de Argentina, Brasil y Uruguay, en la que se conoce como Guerra de/contra la Triple Alianza, Guerra Grande, Guasú o del Paraguay o Gran Guerra. En el siglo XX, Paraguay se enfrentó a Bolivia en la Guerra del Chaco (1932-1935). Los motores principales de estos enfrentamientos fueron estratégicos, vinculados a la navegabilidad de los ríos o el control de recursos naturales. A la vez, operaron de diferentes modos como aceleradores de la formación y consolidación de las comunidades nacionales vecinas y en conflicto (Brezzo, 2004BREZZO, L. La guerra de la Triple Alianza en los límites de la ortodoxia: Mitos y tabúes. Revista Universum, Talca, v. 1, n. 19, p. 10-27, 2004.). Una de las derivaciones geopolíticas más importantes fue la definición del control soberano sobre extensos sectores del Chaco, la diferenciación territorial del Paraguay con sus tres países vecinos y la aceleración de los diferentes procesos de delimitación y demarcación que le siguieron. Por esta razón, ambas pueden calificarse como guerras de frontera, vale decir, guerras donde las motivaciones y sus derivaciones remiten a las fronteras.

Ambas guerras fueron extensas y particularmente traumáticas para el Paraguay, que sufrió importantes pérdidas materiales y humanas. La Gran Guerra abrió una nueva era para el país, dada la profunda y negativa transformación que generó, pues se deshizo todo su tejido social, y hubo una creciente dependencia de los países vencedores. La guerra con Bolivia también provocó enormes pérdidas materiales y humanas, profundizando el enclaustramiento del país. El monumento Patrón de los Héroes Nacionales (Figura 2) es una materialización de la memoria construida, en gran medida, en torno a esas dos guerras de frontera.

El 13 de octubre 1863, el presidente del Paraguay Carlos Antonio López encaró la construcción de un oratorio dedicado a Nuestra Señora de la Asunción, patrona de la ciudad homónima. Participaba de un dispositivo urbanístico del momento, orientado a convertir a Asunción en una ciudad moderna, dotada de palacios como los que había en ciudades europeas. El presidente contrató al arquitecto italiano Alejandro Ravizza, quien desde 1855 había continuado o iniciado la construcción de varios edificios, entre ellos, el oratorio. Ravizza utilizó la estética arquitectónica de los templos católicos italianos, en el intento de López de convertir a Asunción en una capital europea. Tras su muerte lo sucedió su hijo, Francisco Solano López, quien pronto declaró la guerra a la Argentina y, con ello, a la llamada Triple Alianza, razón por la cual la construcción del oratorio se vio interrumpida (Brezzo, 2016BREZZO, L. La conmemoración del bicentenario de la Independencia de Paraguay: Un balance. Boletín Americanista, Barcelona, v. 2, n. 73, p. 117-134, 2016.). Finalizada esta conflagración, los gobiernos de posguerra declararon “asesino” a Solano López, y su memoria quedó inhibida de ser exhibida en el espacio público; en ese momento no se levantó monumento conmemorativo alguno. Sin embargo, en las primeras décadas del siglo XX dio comienzo una operación que buscó la rehabilitación de Solano López por parte de un sector de la intelectualidad paraguaya.

Figura 2.
Panteón Nacional de los Héroes. Fuente: Alejandro Benedetti.

En 1936 se estableció que el Oratorio pasara a designarse Panteón Nacional de los Héroes. El edificio estaría destinado a conservar los restos de quienes fueran considerados héroes. Se expropió el predio donde está asentado el edificio y luego se convirtió en la Plaza de los Héroes. Tras su apertura, se llevaron hasta allí los restos de José Gaspar Rodríguez de Francia (declarado héroe de la independencia), del Mariscal Francisco Solano López (declarado héroe nacional) y de Carlos Antonio López (primer presidente constitucional de Paraguay). Allí también se colocaron los restos del mariscal José Félix Estigarribia, considerado héroe y vencedor en la recientemente concluida Guerra del Chaco (Caballero Cáceres, 2015CABALLERO CÁCERES, P. La instauración del nacionalismo como política de Estado durante el gobierno del Cnel. Rafael Franco (1936 y 1937). Trans-pasando Fronteras, Cali, n. 7, p. 151-178, 2015.).

Así, figuras cuestionadas hasta entonces como Francia o Solano López, mediante este curso de acción, fueron elevadas a la categoría de héroes nacionales. Se produjo, de esta forma, un cambio en la forma de rememorar a los sujetos que tuvieron un rol protagónico en las guerras de frontera, otorgándoles un lugar central en la capital paraguaya. Hasta 2011, el monumento estuvo reservado exclusivamente a la exaltación de protagonistas del siglo diecinueve y de las dos guerras de frontera. Ese año, cuando se conmemoró el bicentenario de la independencia del Paraguay, se iniciaron trabajos de restauración. En esa ocasión, ese monumento se declaró patrimonio cultural nacional por parte de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC). Asimismo, se inició un debate sobre a quiénes debería hacerse extensiva la posibilidad de otorgarle un espacio allí, incluyendo a personas cuyos méritos no estaban fundamentados, necesariamente, en hazañas militares o en la defensa de la soberanía nacional (Brezzo, 2016BREZZO, L. La conmemoración del bicentenario de la Independencia de Paraguay: Un balance. Boletín Americanista, Barcelona, v. 2, n. 73, p. 117-134, 2016.). Se trata de un derrotero marcado por una suerte de necropolítica, para dirimir qué restos mortales son merecedores de este recinto.

El Panteón de los Héroes es un artefacto cuya función no es, en principio, recordar o educar estrictamente acerca de las fronteras. Como tal, constituye un sitio utilizado para rememorar a quienes se consideran, como su nombre lo indica, héroes de la patria. Pero entre ellos están quienes impulsaron las dos grandes guerras fronterizas, claves para la configuración territorial actual del Paraguay. Por ello, difícilmente podría entenderse a este artefacto de manera aislada. Por el contrario, se puede considerar que es una pieza, tal vez la más importante, de un complejo dispositivo memorial e imaginario construida en torno a la representación del Paraguay como un pueblo de héroes que consintió el sacrificio último para preservar su integridad territorial y su identidad nacional a través de la defensa de sus fronteras (Capdevila, 2012CAPDEVILA, L. Una guerra total: Paraguay, 1864-1870. Buenos Aires: Editorial Sb, 2010.).

Terminada la guerra, mediante el decreto del 17 de agosto de 1869, el gobierno provisional despojó de la nacionalidad paraguaya a Francisco Solano López y declaró “asesino de su patria y enemigo del género humano”, mientras que la guerra era interpretada desde el punto de vista de los vencedores. Progresivamente, hacia finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, las élites comenzaron a conformar una memoria colectiva que presentaba al Paraguay como una nación gloriosa: la guerra de la Triple Alianza dejó de mirarse como un fracaso y se convirtió en un acontecimiento articulador del pasado nacional. Con ello, se revalorizó la figura de Solano López y se produjo un nuevo discurso sobre la guerra, que se materializó en el monumento, y que tuvo en el sistema escolar un campo privilegiado de divulgación (Alegre Benítez, 2020), pero no solo. Nombre de calles, fechas conmemorativas y publicación de libros con relatos de ex-combatientes de la guerra participaron en esta construcción memorial.

Esta tendencia nacionalista pronto se fue articulando con un discurso contra Bolivia, que anudaba los recuerdos sobre la inmolación de las víctimas de la primera guerra, con la necesidad de defensa del Chaco, habilitando la posibilidad de la segunda guerra. Así, la guerra contra Bolivia apareció como un nuevo acontecimiento probatorio del carácter heroico y sacrificado del pueblo paraguayo (Capdevila, 2012CAPDEVILA, L. Una guerra total: Paraguay, 1864-1870. Buenos Aires: Editorial Sb, 2010.). Este sentido sobre la guerra se reforzó en el contexto de la posguerra del Chaco, cuando se inauguró el panteón como principal sitio del dispositivo memorial sobre el pasado de la nación, en general, y sobre la función que se consideró debían tener las guerras de frontera en la conciencia territorial de la comunidad imaginada del Paraguay. Este tejido simbólico, que resignifica el sentido de las guerras de frontera en las memorias sobre la historia nacional, fue tramado por las dictaduras militares, especialmente la de Alfredo Stroessner (1954-1989), pues desde una óptica autoritaria forjaron los rasgos del nacionalismo paraguayo del siglo XX (Alegre Benítez, 2020).

Para el Paraguay, ambas guerras mantienen una gran centralidad en la memoria activa y pivotan un sistema memorial que acabó ocupando el espacio público y diferentes esferas de la sociedad (Capdevila, 2010CAPDEVILA, L. Una guerra total: Paraguay, 1864-1870. Buenos Aires: Editorial Sb, 2010., 2012CAPDEVILLA, L. El recuerdo de la Guerra de la Triple Alianza como sustrato de la identidad paraguaya. In: CRESPO, H.; PALACIO, J. M.; PALACIOS, G. (coord.). La Guerra del Paraguay: Historiografías, representaciones, contexto. México: El Colegio de México, 2012. p. 31-49.; Maas, 2016MAAS, C. La memoria de la guerra de la Triple Alianza en la música popular paraguaya. Revista Paraguay desde las Ciencias Sociales, Asunción, n. 7, p. 46-71, 2016.). Hay calles, monumentos, rastros y lugares que rememoran esos episodios en todo el país. De los 11 feriados nacionales del Paraguay, tres remiten a sus dos grandes guerras: (1) 1 de marzo, Día de los Héroes de la Patria, fijada en conmemoración a la última batalla de la Guerra contra la Triple Alianza, la batalla de Cerro Corá, cuando murió el mariscal Francisco Solano López; (2) 12 junio, Día de la Paz del Chaco; (3) 29 de septiembre, Victoria de Boquerón: fue la primera batalla de la Guerra del Chaco, entre el 9 y el 29 de septiembre de 1932. A eso se suma la impresión de escenas que rememoran la guerra en monedas y billetes: en la moneda de 1.000 guaraníes está tallado el Panteón Nacional de los Héroes.

Museo del Fin del Mundo, Argentina

En la ciudad de Ushuaia, Argentina, se encuentra el Museo del Fin del Mundo (Figura 3). El eje fundamental del guión museístico se sustenta en la conquista del sur austral y en la formación del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, estructura administrativa que, entre 1884-1991, organizó el estado argentino en la parte de esa isla que pasó a controlar. El 12 de octubre de 1884 se fundó una Subprefectura y se declaró Ushuaia como capital. A principios de 1900, el gobierno argentino fundó allí el Presidio de Ushuaia con el objetivo de resolver la cuestión penitenciaria en el país y, a la vez, repoblar la región luego del exterminio de la población nativa. La construcción fue realizada con materiales de la zona y con la propia mano de obra de los presos. La Ley N°14.408 estableció la provincialización de los territorios nacionales en 1955, pero recién en 1991 ocurrió en el caso de Tierra del Fuego.

El edificio que actualmente es museo funcionó como Banco Nación desde 1915 hasta 1976. Desde 1979 hasta la actualidad, es sede del Museo del Fin del Mundo, encargado de preservar las raíces históricas de Tierra del Fuego. Según el guía encargado del recorrido por el museo, plantea una relación con el propio propósito de la apertura del museo, el cual se fue concretado tras varios intentos oficiales de un grupo de pobladores decididos a rescatar el pasado de la ciudad. El Museo del Fin del Mundo es una de las construcciones emblemáticas de la ciudad. Corresponde a una de las pocas edificaciones realizadas con mampostería, en los primeros años de su fundación. El terreno fue adquirido al entonces gobernador Manuel Fernández Valdés, en 1911, e incluía una vivienda en construcción. La idea de la creación de un museo en Ushuaia data de 1906, y la finalidad de este, en ese momento, era promocionar la incipiente industria regional. Las autoridades nacionales negaron la solicitud por carecer de fondos. El siguiente intento fue a comienzos de la década de 1960 y el promotor de la iniciativa fue el gobernador Ernesto Manuel Campos. La siguiente gestión avanzó unos pasos más, al adjudicarle a un inmueble propiedad de la gobernación el destino de Museo Regional Fueguino. Pero por la falta de fondos que demandaba su adecuación, el proyecto se vio frenado.

En 1973 se fundó una asociación con el fin de crear un museo oficial en Ushuaia. Tres años más tarde, ese grupo adoptó el nombre de H.A.N.I.S., que en lengua yámana significa lenga (nombre de una especie de árbol): son las siglas de Historia, Antropología, Naturaleza, Isla y Sur, términos que definen la identidad de la institución y sus objetivos. Al ser reconocida por el gobierno fueguino, la agrupación H.A.N.I.S permitió la participación directa de la población en el museo, que en su creación se convirtió en referente social y cultural de la ciudad. Por esta razón, conocer su patrimonio significa entender parte de la historia y del presente de la zona. Este edificio integra un dispositivo memorial que incluye la costanera y otros museos tales como el Museo del Presidio, el Museo Marítimo y el Museo Pensar Malvinas, orientado a la reposición histórica y al valor natural de la ciudad, así como la rememoración del conflicto bélico por el control de las Islas Malvinas y el Atlántico Sur entre la Argentina y el Reino Unido, entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982. Por otra parte, en el museo se destaca la forma de vida en la isla austral haciendo hincapié en la rigurosidad climática, las actividades económicas, el vínculo con el presidio y los habitantes pioneros.

La agrupación H.A.N.I.S se preocupó por avanzar en la elaboración de un instrumento legal que contemplara la protección del patrimonio histórico, antropológico, paleontológico y natural, que finalmente se cristalizó en un decreto de la gobernación. Sin embargo, aún era necesario avanzar en la creación del museo. La misma se concreta a partir de una norma de 1978, previa cesión del edificio por parte del Banco Nación. Se inauguró como Museo Territorial el 18 de mayo de 1979. Además, hay otro edificio: la Antigua Casa de Gobierno y Residencia del Gobernador, que hoy está preservado por su carácter patrimonial. Su construcción data de la última década del siglo XIX y tuvo la función de vivienda del gobernador, y luego fue sede del Poder Legislativo de Tierra del Fuego desde 1983, en su etapa territoriana, hasta 2002, cuando ya era provincia (Cao y D’Éramo, 2019CAO, H.; ÉRAMO, D. Tierra del Fuego: La última y diferente provincialización. Realidad Económica, Buenos Aires, n. 327, p. 63-94, oct./nov. 2019.). Desde 2008 es anexo del Museo del Fin del Mundo. Presidio, casa del gobernador y sede del banco Nación son expresiones materiales de la conquista del extremo austral del continente por parte del estado argentino.

El edificio de la sede principal del museo tiene dos plantas, donde se distribuyen seis salas de exposición, la biblioteca, una librería y una estafeta postal. En la planta baja, además, funciona el Archivo Histórico. Asimismo, en el primer piso se hallan los laboratorios de fotografía y medios audiovisuales, de ciencias y el área de conservación. La Antigua Casa de Gobierno cuenta con cuatro salas para muestras y una sala audiovisual. El edificio también se utiliza para realizar exposiciones temporales de variadas temáticas. Se pueden realizar visitas guiadas a las dos sedes.

El nombre del museo subraya un significante presente en el lugar. Diferentes prácticas de representación posicionaron a Ushuaia como la ciudad argentina del extremo sur, que contó con su opuesto: La Quiaca, en el extremo norte. Con el tiempo, fue promovida como la ciudad más austral de la Argentina, mediante el eslogan “de Ushuaia a La Quiaca”. Por lo menos desde la década de 1960, las referidas ciudades adquirieron ese estatus emblemático mediante el eslogan “De Ushuaia a La Quiaca”, cuestión que se replica en otros países vecinos, como “do Oiapoque ao Chuí” en el caso de Brasil. Eslóganes como el de Ushuaia a La Quiaca son de uso cotidiano y sirven para apelar al sentido de la nación en tanto “comunidad imaginada” (Anderson, 1991ANDERSON, B. Comunidades imaginadas. México: Fondo de Cultura Económica, 1991.). La relevancia otorgada a los confines para denotar la extensión del territorio nacional es una rémora del pensamiento geopolítico clásico: el país es eso que se extiende entre los puntos extremos, y que recuerdan a la frontera como elemento para la clausura del territorio nacional.

El carácter extremo de Ushuaia y Tierra del Fuego, asimismo, es global. Tendió a pensarse en el sitio como el fin del mundo. La ubicación y denominación del fin del mundo depende de la aprehensión integral de la imagen del planeta. Solo una vez revelado el mundo como una totalidad cobra sentido preciso la identificación del fin del mundo con Tierra del Fuego. Por ello, la invención del fin del mundo fueguino es un capítulo tardío de la más amplia revelación geográfica del planeta (Giucci, 2014GIUCCI, G. Tierra del Fuego: La creación del fin del mundo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2014.). Sin embargo, más al sur de ese confín, hay más mundo: en la orilla opuesta del fronterizo canal de Beagle, en territorio chileno, se encuentra el pequeño paraje de Puerto Navarino y, más al sur todavía, la Antártida.

Figura 3.
Fachada Museo Fin del Mundo. Fuente: Silvina Fabri, 1º de abril de 2023.

La cartografía actual y la cartografía antigua se yuxtaponen para dar cuenta en el recorrido de la política institucional del Estado Argentino en términos de estrategia de poblamiento, de estrategia diplomática y a su vez geopolítica. Una sala está dedicada a los viajeros y exploradores del denominado confín del mundo. Allí se presentan atlas, libros y cartografías antiguas de Tierra del Fuego, Islas del Atlántico Sur y se exponen cuestiones de límites (con Chile), Soberanía Nacional y el conflicto Bélico de 1982. Las conexiones entre el relato de la visita sumado a los objetos y las fotografías que conforman las distintas salas temáticas del museo, en conjunción con atlas y publicaciones de exploradores, invisten los materiales de un halo particular: la exploración, el descubrimiento y la domesticación de la naturaleza de esta finisterra, junto a la superación humana de los primeros pobladores para hacerle frente a la rigurosidad climática y la lejanía con los centros urbanos terrestres. Así, se produce una acumulación de sentidos sobre las fronteras: las terrestres con países vecinos, la nunca nombrada frontera con el Reino Unido (ya que el discurso oficial niega la legitimidad del control que hace ese país sobre el archipiélago, por lo que no presenta a ese borde como una frontera), además de la frontera como confín.

Conclusiones

Museos, monumentos y sitios construyen memorias y funcionan en extensas redes de saberes, poderes y subjetividades, a través de las prácticas que despliegan diferentes sujetos sociales. Contienen discursos o narraciones sobre sujetos, geografías e historias, sobre prácticas individuales o colectivas, sobre conceptos y nociones. Seleccionan y legitiman referentes identitarios, preservan u olvidan ciertas memorias. Son piezas clave en la construcción de la nación y la nacionalidad, y los sentimientos de pertenencia o adscripción. Asimismo, participan en la actualización del sentido de lealtad hacia la nación o las entidades subnacionales, como provincias. Como se desarrolló en este artículo, las fronteras ingresaron a museos, monumentos y sitios de diversas e intrincadas formas.

En los tres casos analizados presentan puntos en común y, a su vez, elementos singulares que se plantean como un andamiaje complejo en torno a la memoria y el pasado relativos a las fronteras. La activación del valor patrimonial se sustenta sobre la declaración de decretos y la efectivización de políticas públicas locales, provinciales y nacionales. Ese juego de escalas permite marcar los sitios de manera estratégica, dotándolos de un sentido identitario y compartido por una comunidad específica.

Los elementos que conforman los guiones de cada uno de los recorridos fungen como dispositivos de un relato, de una selección y de objetivos político-institucionales que intervienen en las prácticas de las visitas que realizan los sujetos sociales. Quienes visitan esos sitios son, en gran medida, quienes intervienen en esa reconstrucción simbólica constante de las memorias e imaginarios que se intentan preservar y transmitir. Esos sentidos no pueden cristalizarse ni mantenerse constantes en el tiempo, sino que están sujetos a la emergencia de otros sentidos culturales asociados al uso de los dispositivos memoriales y conmemorativos y a las subjetividades de las prácticas sociales, de los contextos políticos y de los objetivos institucionales.

References

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  • BENETTI, R. C. O “Yguaçú” de Vladimir Kozák e o território do Iguaçu. 2010. 100 f . Trabalho de Conclusão de Curso (Bacharelado em História) - Faculdade de Ciências Humanas, Universidade Tuiuti do Paraná, Curitiba, 2010.
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Editado por

Editor do artigo:

Adriana Dorfman

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    01 Jul 2024
  • Fecha del número
    2024

Histórico

  • Recibido
    23 Oct 2023
  • Acepto
    07 Feb 2024
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