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Coleccionar y conservar la memoria histórica: Andrés Lamas y la Historia de la Conquista de Pedro Lozano

Collecting and preserving historical memory: Andrés Lamas and the Historia de la Conquista of Pedro Lozano

RESUMEN

Este artículo estudia lo relativo al descubrimiento y la circulación de los diversos manuscritos de la Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán del jesuita Pedro Lozano, su proceso de edición y sus primeras lecturas a nivel local y regional. Dicho examen pretende revelar las características asociadas a las prácticas coleccionistas y bibliófilas de la intelectualidad americana durante la segunda mitad del siglo XIX, a la vez que descubrir dentro de ellas el rol protagónico del diplomático e historiador uruguayo Andrés Lamas como agente facilitador para la circulación de materiales históricos y figura decisiva en la publicidad del texto de Lozano. Así, el trabajo exhibe el complejo funcionamiento de un mercado coleccionista que comprende un denso entramado relacional de alcance transnacional, orientado a la conservación y puesta en valor de la documentación sobre el pasado americano para salvarla y ofrecerla a las futuras generaciones de historiadores para la reescritura de la historia.

Palabras clave:
coleccionismo; bibliofilia; documentos coloniales; siglo XIX

ABSTRACT

This article studies the discovery and circulation of the various manuscripts of the Jesuit Pedro Lozano's Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, its editing process and its first readings at local and regional level. This examination aims to reveal the characteristics associated with the collecting and bibliophilic practices of the American intelligentsia during the second half of the nineteenth century, while at the same time discovering within them the leading role of the Uruguayan diplomat and historian Andrés Lamas as a facilitating agent for the circulation of historical materials and a decisive figure in the publicity of Lozano's text. Thus, the work exhibits the complex functioning of a collector's trade that comprises a dense relational network of transnational, scope oriented towards the preservation and valuation of documentation on the American past in order to save it and offer it to future generations of historians for the re-writing of history.

Keywords:
collecting; bibliophilia; colonial documents; 19th century

Al presentar al público la reconocida edición de la Efemeridografía argireoparquiótica de Antonio Zinny (1868), el intelectual argentino Vicente Quesada ejecutó una interesante reflexión en torno a los hombres de letras decimononos y su relación con los libros. En su crítica bibliográfica, Quesada descubrió la presencia de cuatro personajes dentro de la cultura letrada local: el bibliófilo, el bibliógrafo, el bibliomaniaco y el bibliótafo. Al primero lo definía como un personaje que a partir de su amor por los libros comenzaba a reunir y organizar impresos, documentos y otros materiales en aras de convertirse en bibliógrafo. Este traspaso a tal condición se obtenía no solo por la acumulación de materiales, sino a través de la comprensión de cada obra que formaba parte de su acervo personal. Pero este proceso de adquisición del rango de bibliógrafo podía adoptar otra derivación: aquella por la cual el bibliófilo, en su afán acumulador, se transformaba en un “bibliomaniaco” (bibliomaniac); un coleccionista mezquino que solo reunía libros para sí y por el reconocimiento social que tal práctica redituaba, pero que apenas conocía el contenido de los impresos que poblaban los estantes de su biblioteca. Igualmente, la afición por reunir libros podía mudar al bibliófilo en bibliótafo (bibliotaphe); personaje que mantendría clausurada su biblioteca a cualquiera que deseara consultarla por su desorden y que, a ese desorden, sumaría diariamente nuevos volúmenes. Este, en tanto dueño de la biblioteca, tenía mayor conocimiento de su contenido, pero no podía determinar dónde tenía cada ejemplar y, por tanto, le era imposible facilitarlo a quien los deseara (QUESADA, 1868QUESADA, V. Presentación a Antonio Zinny, Efemeridografía argireparquiótica o sea de las Provincias Argentinas. La Revista de Buenos Aires, Buenos Aires, v. 16, n. 64, p. 512-514, 1868.).

Esta descripción de Quesada, en que subyacía una ácida crítica respecto a una porción de la elite letrada de su tiempo, permite penetrar en el análisis de la práctica coleccionista en el siglo XIX (LEBAIL, 2014LEBAIL, M. Ivres de libres: ivresse sensuelle et vertige de la possession chez les bibliophiles du XIXe siècle. Journée des doctorants ELH, Toulouse, p. 1-14, 2014., 2021), instancia que implicó la formación y despliegue de amplias redes transnacionales de circulación de material bibliográfico e insumos heurísticos (SANSÓN CORBO, 2011SANSÓN CORBO, T. El espacio historiográfico rioplatense y sus dinámicas (siglo XIX). La Plata: Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, 2011.), que sirvieron para la elaboración de diversos relatos e investigaciones de carácter histórico. A través de dicho examen, es posible comprender el significado de la figura del diplomático y escritor uruguayo Andrés Lamas (1817-1891) dentro de la cultura intelectual de la época, a la vez que explicar el lugar que ocupan en su práctica histórica la organización del proyecto de la Colección de obras, documentos y noticias inéditas o poco conocidas para servir a la historia física, política y literaria del Río de la Plata (1869) y, particularmente dentro de este, la edición de la Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán del jesuita Pedro Lozano (1873-1875).

En dicho contexto, esta propuesta pretende rastrear y examinar el sinuoso derrotero de los diversos manuscritos del trabajo de Lozano, para comprender de qué modo funcionan los canales de circulación del conocimiento durante la segunda mitad del siglo XIX. Al mismo tiempo, se indaga respecto al proceso de edición de la Historia y sus primeras recepciones dentro de la comunidad lectora local y regional. Tales acciones pretenden evidenciar, por una parte, el funcionamiento de un mercado coleccionista de alcance transnacional -sometido a ciertas prácticas y reglas- y, por otra, de un espacio impresor y editorial en construcción donde el libro americano se debatió frente a numerosos obstáculos materiales para su supervivencia.

A partir de este estudio de caso, se intenta advertir la existencia de un proyecto de configuración del campo histórico-literario de carácter político-intelectual, que buscó imponerse frente a otros dentro del espacio cultural regional, apostó a permear a través de diversos dispositivos -especialmente libros y revistas- en la comunidad lectora y tuvo como centro de su acción la recopilación y puesta en valor del acervo documental como paso previo e ineludible para la confección de un relato histórico fidedigno sobre el pasado nacional y continental.

El recorrido propuesto se instala en la intersección entre la historia de la edición y del libro y la historia de la lectura. Estas permiten a la vez que reconocer los actores y medios (SORDET, 2021SORDET, Y. Histoire du livre et de l’édition. Production et circulation, forms et mutations. Paris: Albin Michel, 2021.) que accionan dentro del mercado coleccionista para facilitar la circulación de materiales (documentos, impresos, objetos, etc.), advertir los diálogos y tensiones que se procesan al interior de estos circuitos. Al mismo tiempo, habilita percibir las motivaciones y los proyectos ideológicos que fundamentan estas prácticas y comprender los procesos editoriales en su complejidad intrínseca, contraviniendo miradas unidireccionales que no tienen en cuenta intereses contrapuestos y miradas divergentes en torno a la elaboración y movilidad de un impreso (MOLLIER, 2013MOLLIER, J. Y. La lectura y sus públicos en la Edad Contemporánea: ensayos de historia cultural en Francia. Buenos Aires: Ampersand, 2013.).

Los antecedentes historiográficos respecto a este artículo se centran principalmente alrededor de dos temáticas: la función intelectual y los proyectos coleccionistas de Andrés Lamas y la figura de Pedro Lozano. Respecto a los estudios acerca del intelectual uruguayo, la historiografía, hasta las últimas décadas, ha basculado entre la apología y la condena, por lo que la mayoría de los trabajos clásicos solo resultan útiles más por la descripción que por el análisis que realizan. No obstante, a partir de las investigaciones de Tomás Sansón Corbo (2011, 2015) y Fabio Wasserman (2008WASSERMAN, F. Entre Clio y la Polis: conocimiento histórico y representaciones del pasado en el Río de la Plata (1830-1860). Buenos Aires: Teseo, 2008.), se ha revalorizado y examinado su participación dentro del panorama cultural/intelectual regional. En sus escritos, Lamas aparece como protagonista de un complejo entramado relacional, una comunidad historiográfica que le permite llevar adelante empresas coleccionistas y editoriales, crear espacios de sociabilidad intelectual e incidir en los procesos de escritura histórica en el Cono Sur.

En particular, es necesario destacar dos textos que profundizan en distintas experiencias coleccionistas del escritor uruguayo: la Colección de poetas del Río de la Plata, 1842 (ROCCA, 2011ROCCA, P. Prólogo. En: LAMAS, A.; GUTIÉRREZ, J. M.; RIVERA INDARTE, J.; VILARDEBÓ, T. (org.). Colección de poetas del Río de la Plata. Montevideo: Ministerio de Educación y Cultura, 2011. p. VII-LXV.) y la Colección de memorias y documentos para la historia y geografía de los pueblos del Río de la Plata, 1849-1850 (MARTÍNEZ GRAMUGLIA, 2021MARTÍNEZ GRAMUGLIA, P. Lecturas del archivo rioplatense en busca de la identidad. Funes, De Ángelis, Lamas. En: COBAS CARRAL, A. (coord.). Filiaciones y desvíos: lecturas y reescrituras en la literatura Latinoamericana. Buenos Aires: NJ Editor, 2021. p. 105-124.). El estudio de estos dos proyectos permite descubrir, por un lado, el constante interés de Lamas por salvar de la desaparición los documentos sobre el pasado y, por otro, la comunidad de propósitos con una generación que pretendía sentar las bases para una futura elaboración del relato histórico.

Para completar esta aproximación, en un artículo reciente (ARENAS DELEÓN, 2019ARENAS DELEÓN, N. Un hombre para narrar la nación. Andrés Lamas y la Historia de la República Oriental del Uruguay. HISTOReLo: Revista de Historia Regional y Local, Bogotá, v. 11, n. 22, p. 97-125, 2019. ) hemos examinado el uso de las prácticas coleccionistas en Lamas a lo largo del proceso -frustrado- de elaboración de la primera Historia del Uruguay. Allí se presenta la obra de Lozano como parte de una búsqueda constante de materiales -con objetivos a la vez políticos e intelectuales- para su necesaria recopilación, publicidad y puesta en valor en aras de auxiliar el trabajo de las futuras generaciones de historiadores.

Por otro lado, las investigaciones que han profundizado en la figura y la obra del Padre Lozano también se conectan con este trabajo. Los trabajos de Guillermo Furlong Cardiff (1959FURLONG CARDIFF, G. Pedro Lozano y sus Observaciones a Vargas. Buenos Aires: Librería del Plata, 1959., 1984FURLONG CARDIFF, G. Los jesuitas y la cultura rioplatense. Buenos Aires: Universidad del Salvador, 1984.) inauguran los estudios científicos sobre el jesuita a partir de un exhaustivo examen biobibliográfico en que descubre las características materiales y de contenido de cada uno de los escritos de Lozano y recoge toda la tradición literaria e histórica anterior. Especial atención merece aquí la pesquisa que realiza el autor respecto a las diversas versiones de la obra; análisis que fue recogido por la historiografía posterior y que está presente en este trabajo.

Por último, restan mencionar los estudios de Josefina Cargnel (2007CARGNEL, J. Pedro Lozano S.J., un historiador oficial. Projeto História, São Paulo, n. 35, p. 315-323, 2007., 2009aCARGNEL, J. «La Historia de la Compañía» y «La Historia de la Conquista» parecidas pero no iguales. Revista Nordeste: Investigaciones y Ensayos, Chaco - Corrientes, n. 29, p. 3-28, 2009a., 2009bCARGNEL, J. La Historia de la conquista en las versiones de Pedro Lozano y José Guevara. Estudios comparados de la producción escrita de la Compañía de Jesús en el siglo XVIII. História Unisinos, São Leopoldo, v. 13, n. 3, p. 297-307, 2009b., 2016CARGNEL, J. Las ediciones de Pedro Lozano: las reediciones y la construcción historiográfica de su figura en los siglos XIX y XX. Bibliographica Americana: Revista Interdisciplinaria de Estudios Coloniales, Villa María, n. 12, p. 49-61, 2016.) y Ernesto Maeder (2010MAEDER, E. Estudio preliminar. En: LOZANO, P.Historia de la conquista de las provincias del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 2010. p. 13-17. t. I.). Ambas aproximaciones, que aparecen alrededor de una nueva edición de la Historia, exploran en torno a las motivaciones y significaciones de las obras de Lozano, indagan respecto a los contextos de producción y edición de sus escritos e intentan percibir cómo estos se insertan dentro del proyecto ideológico de la Compañía de Jesús.

De tal forma, este artículo asume la lectura de estos escritos e incorpora nueva documentación para comprender los mecanismos de movilidad de un texto, descubriendo los circuitos transnacionales que atraviesan las etapas de adquisición, circulación, edición y recepción dentro del universo letrado decimonónico. Tal ejercicio representa un aporte para revelar de qué forma las primeras generaciones republicanas concibieron y ejecutaron su misión de conservar y dar a conocer una dispersa y copiosa documentación sobre el pasado.

El coleccionismo para el universo letrado decimonónico

El proceso de “organización nacional” republicano, iniciado tras la caída del régimen español, obligó a las élites letradas encargadas de ejecutarlo a la elaboración de un relato sobre el pasado que las legitimara al frente del gobierno y que, al mismo tiempo, otorgara un sentido identitario a los nuevos estados. Para ello fue necesario reconstruir la historia a través de documentos que dieran sustento a este discurso. En vías de obtenerlos, estos intelectuales conformaron un “mercado común heurístico” (SANSÓN CORBO, 2015SANSÓN CORBO, T. Despertar en Petrópolis. Andrés Lamas y la influencia de Brasil en la historia de los Estados de la Cuenca del Plata en el siglo XIX. Montevideo: Sicut Serpentes, 2015., p. 48) a escala transnacional, el cual habilitó la circulación de los insumos necesarios para su confección. Las iniciativas particulares, las más de las veces, se impusieron frente a los tímidos e infructuosos intentos de los Gobiernos por acometer la organización de archivos y bibliotecas capaces de custodiar el “capital cultural” -a pesar del interés que exhibían estos documentos como herramientas para la consagración de un grupo o facción dentro del ámbito local o como instrumento para legitimar pretensiones territoriales en las disputas interamericanas (CAVALERI, 2004CAVALERI, P.La restauración del Virreinato: orígenes del nacionalismo territorial argentino. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2004. )1 1 Es imposible soslayar el carácter probatorio que estos documentos tuvieron en los litigios limítrofes durante la segunda mitad del siglo XIX. La disputa patagónica entre Chile y Argentina, las desavenencias de esta última con Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia o el diferendo del Uruguay con el Gobierno Imperial, entre tantos otros, se sirvieron de estos materiales para defender, en las negociaciones diplomáticas o a través de la elaboración de obras históricas, las pretensiones territoriales de cada uno de los implicados. Por tanto, la motivación intelectual que perseguían estas acciones de recopilación y edición de fuentes documentales -cuyo análisis es central en este artículo- fue acompañada, en la mayor parte de los casos, por intereses políticos diversos. - y llevar adelante empresas de recopilación documental (BUCHBINDER, 1996BUCHBINDER, P. Vínculos privados, instituciones públicas y reglas profesionales en los orígenes de la historiografía argentina. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana «Dr. Emilio Ravignani», Buenos Aires, v. 3, n. 13, p. 59-82, 1996. ; PODGORNY, 2011PODGORNY, I. Fronteras de papel: archivos, colecciones y la cuestión de límites en las naciones americanas. Historia Crítica, Bogotá, v. 44, p. 56-79, 2011.).

En tal sentido, las bibliotecas privadas asumieron una trascendencia central como depósitos de la memoria americana, y muchas de ellas se convirtieron en ámbitos de consulta ineludible de los hombres de letras a nivel local, nacional e internacional (POTTEN, 2015POTTEN, E. Beyond bibliophilia: contextualizing private libraries in the nineteenth century. Library & Information History, Edinburg, v. 31, n. 2, p. 73-94, 2015., p. 74). Nacidas en el seno del hogar familiar y construidas gracias al esfuerzo de sus dueños, sus anaqueles fueron lugares en que se combinaron los documentos antiguos, algunos de ellos incunables, con las novedades editoriales publicadas por los principales sellos de Europa y América. Las redes privadas de circulación de impresos, así como la acción de los libreros como intermediarios, mantuvieron un flujo continuo de bibliografía y documentos que nutrió las colecciones de estos letrados. Asimismo, el acceso a catálogos de casas editoriales europeas, la suscripción a periódicos y revistas que informaban sobre los nuevos títulos aparecidos, así como la correspondencia asidua o esporádica con colegas aquende o allende el Atlántico fueron algunos de los mecanismos para estar al corriente de la agenda lectora de los países civilizados. Estos medios también fueron útiles para anunciarles a ellos o a sus Gobiernos la existencia para la venta de materiales antiguos sobre el pasado colonial americano, muchos de los cuales pasaron a engrosar los volúmenes de bibliotecas particulares o, en algunos casos, de repositorios estatales.

Esta acción no estuvo exenta de inconvenientes que fue necesario salvar. El principal fue la cuestión económica. Los intelectuales invirtieron altas sumas para ejercer una labor inquebrantable de recopilación documental y con ello superar la inconstancia o la desidia de los Gobiernos. Así lo hacía notar Diego Barros Arana en una carta a su colega Miguel Luis Amunátegui desde su exilio parisino a consecuencia de su oposición al Gobierno de Manuel Montt. En marzo de 1860, Barros Arana declaraba el peligro que comportaba la formación de una biblioteca americana “porque ese propósito se convierte en manía, se pierden los estribos y se gasta más de lo que se puede y se debe”2 2 Carta de Diego Barros Arana a Miguel Luis Amunátegui. París, 15 de marzo de 1860 (AMUNÁTEGUI REYES, 1958, p. 67). .

Las redes trasnacionales de amistad fueron una herramienta útil para ampliar los volúmenes de las bibliotecas particulares y, muchas veces, lograr disminuir el costo de las operaciones comerciales (compra y traslado). Los cajones de libros transitaron internacionalmente y muchos intelectuales funcionaron como agentes de sus colegas extranjeros en el mercado local con el fin de obtener materiales diversos: en el intercambio trasandino, tal fue el caso de Juan María Gutiérrez que operó como eficaz interlocutor de Vicuña Mackenna y Barros Arana con el mercado del impreso bonaerense; o Gregorio Beéche, quien ofreció a Bartolomé Mitre (1876MITRE, B. Algo sobre literatura americana. Carta del jeneral don Bartolomé Mitre. Revista Chilena, Santiago, v. 4, n. 16, p. 477-506, 1876.) el contacto con las casas impresoras/editoriales trasandinas.

Del mismo modo, el ejercicio de cargos político-diplomáticos aceleró y facilitó la adquisición de libros y documentos que acrecentaron el caudal de las bibliotecas y les permitió cumplir con su misión de historiar el pasado (CRESPO, 2019CRESPO, H. En torno a la historiografía latinoamericana. Conceptos y ensayos críticos. México: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2019.). Puede destacarse, al respecto, la labor de Diego Barros Arana, Benjamín Vicuña Mackenna y Vicente Quesada en archivos y bibliotecas europeas en representación de sus Gobiernos; el trabajo de Alberto Blest Gana o Mariano Balcarce como Enviados americanos en París o el periplo internacional del uruguayo Andrés Lamas para la recolección de materiales capaces de conformar el primer relato gubernamental sobre la historia de su país (ARENAS DELEÓN, 2019ARENAS DELEÓN, N. Un hombre para narrar la nación. Andrés Lamas y la Historia de la República Oriental del Uruguay. HISTOReLo: Revista de Historia Regional y Local, Bogotá, v. 11, n. 22, p. 97-125, 2019. ).

Asimismo, este interés creciente por aumentar la posesión de libros llevó a una verdadera “carrera bibliófila”, pues exhibir la propiedad de un amplio volumen de impresos otorgaba cierto estatus dentro de la comunidad letrada. Barros Arana, por ejemplo, demostró un continuo afán por constituir la biblioteca americana más grande de la región. El gran rival por vencer fue el mencionado Gregorio Beéche, intermediario en el comercio bibliográfico argentino-chileno y residente en Valparaíso entre 1841 y 1878 -por largo tiempo como representante del Gobierno bonaerense-, donde formó una nutrida biblioteca americanista de casi cinco mil volúmenes. Según refieren Guillermo Feliú Cruz y Jack Ray Thomas, Beéche fue el epicentro de la recopilación libresca hasta inicios de la década de 1850, momento en el cual un grupo de jóvenes, entre quienes destacaron Barros Arana y Vicuña Mackenna, comenzaron a conformar sus propias bibliotecas y a disputar la hegemonía del espacio bibliográfico al diplomático argentino (FELIÚ CRUZ, 1959FELIÚ CRUZ, G. Barros Arana historiador. Anales de la Universidad de Chile, Santiago, n. 113, p. 11-42, 1959. ; THOMAS, 1974THOMAS, J. R. The Role of Private Libraries and Public Archives un Nineteenth-Century Spanish American Historiography. The Journal of Library History, Austin, v. 9, n. 4, p. 334-51, 1974.).

Lo mismo sucedía en el ámbito rioplatense, donde las bibliotecas de Pedro de Ángelis y, más adelante, las de Bartolomé Mitre y Andrés Lamas fueron de consulta ineludible para sus connacionales, así como para todos los colegas que llegaban a Buenos Aires, tal como lo atestiguan las cartas intercambiadas entre diversos intelectuales3 3 Un ejemplo de esta puja bibliográfica se revela en una carta escrita por Diego Barros Arana a su colega Miguel Luis Amunátegui durante su misión diplomática en la capital trasandina. Allí sostiene: “Mitre posee una preciosa biblioteca americana, menos numerosa que la mía […]. Pero el gran coleccionista de estos países es don Andrés Lamas”. Carta de Diego Barros Arana a Miguel Luis Amunátegui. Buenos Aires, 23 de junio de 1876 (AMUNÁTEGUI REYES, 1958, p. 74). . En todas ellas se observa una práctica discursiva en que lo fundamental era ostentar ante los pares la obtención de un bien preciado, y a la vez ofrecerlo a los colegas para el avance de los estudios históricos.

Sin embargo, la línea que separaba al bibliófilo, el bibliógrafo, el bibliomaniaco y el bibliótafo fue delgada y porosa, por lo que la “furia compiladora” (ACHUGAR, 1997ACHUGAR, H. Parnasos fundacionales, letra, nación y estado en el siglo XIX. Revista Iberoamericana, Pittsburgh, v. 63, n. 178-179, p. 13-31, 1997., p. 13) muchas veces conllevó la aparición de ciertos individuos que accionaron como “fetichistas del libro” (LEBAIL, 2021LEBAIL, M. L’amour des livres la plume à la main. Rennes: Presses Universitaires de Rennes, 2021., p. 18). En estos personajes solo existió un interés superficial por la acumulación de libros y documentos. Su finalidad era obtenerlos para intentar pertenecer a la cultura letrada y con ello lograr reconocimiento social. Concebían al libro o al documento solamente como una obra de arte y no como un objeto portador de ideas, presupuesto esencial del verdadero bibliófilo o bibliógrafo (CONNELL, 2000CONNELL, P. Bibliomania: book collecting, cultural politics, and the rise of literary heritage in romantic britain. Representations, California, n. 71, p. 24-47, 2000. ). Estos individuos, en general poseedores de importantes capitales, muchas veces compraban colecciones documentales y bibliográficas para decorar sus residencias o para enviarlas al exterior, elementos que conspiraron contra el trabajo de los historiadores y literatos y los obligaron a acelerar e intensificar las prácticas del coleccionismo.

A pesar de estas tensiones existentes en el universo bibliográfico, se llevaron adelante diversas empresas que intentaron recopilar documentación histórica sobre el pasado. Durante las primeras décadas republicanas aparecieron en el espacio rioplatense la Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las Provincias del Río de la Plata del italiano Pedro de Ángelis (1836-1837) y la Colección de memorias y documentos para la historia y geografía de los pueblos del Río de la Plata, publicada en las páginas de El Nacional de Montevideo por Andrés Lamas entre noviembre de 1849 y junio de 1850.

A partir de este último proyecto recopilatorio, la figura del intelectual uruguayo fue adquiriendo centralidad, pues comenzó a concentrar a su alrededor un nutrido entramado relacional de carácter transnacional -primero, a partir de su coincidencia con los emigrados antirrosistas en la capital uruguaya durante la década de 1840 y, luego, a causa de sus misiones ante el Imperio del Brasil (1849-1862 / 1867-1872) y el Gobierno de Buenos Aires (1862-1867 / 1872-1875)- del que se sirvió para desarrollar una serie de empresas de compilación documental que se iniciaron con el fracasado proyecto del Instituto Histórico y Geográfico Nacional (1843). No obstante, la preocupación por salvar de la destrucción y la fuga los vestigios del pasado americano lo acompañó durante toda su trayectoria en el ámbito público -como diplomático, abogado e historiador- y halló uno de los puntos más altos en la publicación de diversos tomos de la Colección de obras, documentos y noticias inéditas o poco conocidas para servir a la historia física, política y literaria del Río de la Plata (1869), que se inauguró con la aparición en Buenos Aires de los cinco tomos de la Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán del jesuita Pedro Lozano (1873-1875).

La teoría de los cuatro manuscritos

El padre jesuita Pedro Lozano (1697-1752) ejerció su labor evangélica en la provincia del Paraguay entre 1711 y 1750. Tras de sí dejó una copiosa bibliografía, en la cual dio cuenta al detalle de sus observaciones de pueblos y paisajes en el Nuevo Mundo4 4 Entre las obras del Padre Lozano destacan Descripción del Gran Chaco Gualamba (culminado en 1731 e impreso en 1733); Historia de las revoluciones del Paraguay (escrita entre 1721-1735 y publicada recién en 1905 por la Junta de Historia y Numismática Americana de Buenos Aires, en dos volúmenes); Historia de la Provincia Jesuítica del Paraguay; Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia del Paraguay (impresa en Madrid en 1754-1755); Relación de la vida y virtudes del V. Mártir P. Julián Lizardi SJ (Salamanca, 1741); Derroteros y viajes a la ciudad encantada o de los Césares; Observaciones sobre el manifiesto del padre fray Miguel de Vargas Machuca; y las traducciones del italiano de las Meditaciones sobre la vida de Nuestro Señor Jesucristo (Madrid, 1748) y los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola de Carlos Ambrosio Cattáneo (Madrid, 1748) (CARGNEL, 2007; MAEDER, 2010). . Entre sus producciones se destaca la Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, obra escrita por el eclesiástico entre 1734 y 1739 y concebida, según los estudiosos de su trabajo, como introducción a la Historia de la Compañía de Jesús en el Paraguay (1754) (CARGNEL 2009aCARGNEL, J. «La Historia de la Compañía» y «La Historia de la Conquista» parecidas pero no iguales. Revista Nordeste: Investigaciones y Ensayos, Chaco - Corrientes, n. 29, p. 3-28, 2009a.; MAEDER, 2010MAEDER, E. Estudio preliminar. En: LOZANO, P.Historia de la conquista de las provincias del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 2010. p. 13-17. t. I.).

La mayor parte de la historiografía concuerda en la existencia de cuatro manuscritos de la obra de Lozano (LAMAS, 1873LAMAS, A. Introducción. En: LOZANO, P.Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires: Imprenta Popular, 1873. p. I-CXLVIII. t. I.; CARGNEL, 2009bCARGNEL, J. La Historia de la conquista en las versiones de Pedro Lozano y José Guevara. Estudios comparados de la producción escrita de la Compañía de Jesús en el siglo XVIII. História Unisinos, São Leopoldo, v. 13, n. 3, p. 297-307, 2009b., 2016CARGNEL, J. Las ediciones de Pedro Lozano: las reediciones y la construcción historiográfica de su figura en los siglos XIX y XX. Bibliographica Americana: Revista Interdisciplinaria de Estudios Coloniales, Villa María, n. 12, p. 49-61, 2016.; MAEDER, 2010MAEDER, E. Estudio preliminar. En: LOZANO, P.Historia de la conquista de las provincias del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 2010. p. 13-17. t. I.). A partir de ello, el examen del recorrido de cada uno permite exhibir la existencia de un complejo entramado transnacional para la circulación del conocimiento que vincula a diversos agentes encargados de la praxis histórica y, a la vez, percibir su movilidad en un espacio marcado por constantes guerras civiles, dificultades económicas endémicas y rudimentarios medios de comunicación. Así, aparecen según su origen -denominaciones que se utilizan para facilitar la comprensión del lector- el “manuscrito argentino”, el “manuscrito paraguayo”, el “manuscrito uruguayo” y el “manuscrito chileno”5 5 La información sobre cada uno de los manuscritos es dispar. Lo comprueba el examen de las fuentes, así como el estudio de la bibliografía que dedicó su atención a esta temática. .

El primero cuenta con la tradición más antigua, ya que fue encontrado en el Colegio Máximo de Córdoba al momento de la expulsión de los jesuitas. Según informa la Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata de Félix de Azara, tras su hallazgo fue trasladado a la sede virreinal (Buenos Aires) y quedó en posesión de Julián de Leiva (AZARA, 1943AZARA, F. de. Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata. Buenos Aires: Bajel, 1943.). Posteriormente, el texto pasó a formar parte del acervo de la Biblioteca Pública de la capital argentina -fundada en 1810-, pero para la década de 1850 habría desaparecido de las colecciones de dicho repositorio. Así lo hace constar el ministro de Gobierno de Buenos Aires, Juan María Gutiérrez, quien durante esos años promovió sin éxito su posible edición e impresión (ARRIETA, 1941ARRIETA, R. Don Gregorio Beéche y los bibliógrafos americanistas de Chile y del Plata. La Plata: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de La Plata, 1941., p. 138)6 6 En cuanto a este manuscrito, se trata de una versión incompleta de la obra de Lozano, ya que solo incluye uno de los dos tomos en que el jesuita organizó su trabajo (MAGARIÑOS CERVANTES, 1859, p. 12). . Paul Groussac argumenta que el manuscrito habría sido sustraído por Pedro De Ángelis previo a su exilio -tras la caída de Juan Manuel de Rosas en Caseros (1852)- y, posteriormente, habría sido vendido por este al Gobierno Imperial (GROUSSAC, 1908GROUSSAC, P. Noticia del P. José Guevara y estudio crítico de la Historia del Paraguay. Anales de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, Buenos Aires, t. 5, p. IX-LXXXVI, 1908., p. XXXIV).

Del “manuscrito paraguayo” solo tenemos referencias por el propio Lamas, quien comenta que el mariscal Francisco Solano López, a su paso por Río de Janeiro, afirmaba haber visto en el archivo de Asunción una copia de la Historia. También en este caso, el intelectual uruguayo sostiene que es probable que el documento se hubiera extraviado, especialmente luego de la destrucción a que fue sometido el país a consecuencia de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) (LAMAS, 1873LAMAS, A. Introducción. En: LOZANO, P.Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires: Imprenta Popular, 1873. p. I-CXLVIII. t. I., p. XXXII).

Respecto al “manuscrito uruguayo”, este se conoce a partir de la “Introducción” de Lamas a la edición de 1873LAMAS, A. Introducción. En: LOZANO, P.Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires: Imprenta Popular, 1873. p. I-CXLVIII. t. I. y de las investigaciones de Guillermo Furlong Cardiff en torno a los aportes jesuitas en diversos ámbitos de la sociedad colonial, así como mediante sus trabajos relativos a la figura bibliófila y coleccionista de Andrés Lamas. Según dichos autores, este manuscrito fue adquirido por el Estado uruguayo en 1834 mediante la compra a José María Cabrer (Segundo Comisario e Ingeniero de la demarcación de límites hispano-portugueses de San Ildefonso, 1777) (PIVEL DEVOTO, 1965PIVEL DEVOTO, J. Prólogo. En: DE LA SOTA, J. M. Historia del territorio Oriental del Uruguay. Montevideo: Ministerio de Instrucción Pública, 1965. p. VII-XXXII. t. I., p. XI; FURLONG CARDIFF, 1959FURLONG CARDIFF, G. Pedro Lozano y sus Observaciones a Vargas. Buenos Aires: Librería del Plata, 1959., p. 96 y 98). En 1849, a partir de un decreto del Gobierno de la Defensa de Montevideo (11 de julio), la pieza fue entregada a Andrés Lamas -junto a un copioso caudal de materiales- para cumplir con el encargo de elaborar la primera Historia del Uruguay (ARENAS DELEÓN, 2019ARENAS DELEÓN, N. Un hombre para narrar la nación. Andrés Lamas y la Historia de la República Oriental del Uruguay. HISTOReLo: Revista de Historia Regional y Local, Bogotá, v. 11, n. 22, p. 97-125, 2019. ; FURLONG CARDIFF, 1944FURLONG CARDIFF, G. Bibliografía de Andrés Lamas: tomo II. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 1944., p. 289). Los insistentes pedidos de devolución del documento por parte de las autoridades uruguayas revelan que estuvo en posesión de Lamas hasta avanzado el siglo. En uno de esos intercambios, el diplomático envió una carta al presidente de la Junta Administrativa de Montevideo, fechada el 10 de noviembre de 1868, en que definió al manuscrito como “una simple copia de diversas letras, de desigual ortografía y sin la misma garantía de autenticidad [que el “manuscrito chileno”]”. A partir de ello, Lamas intentó, en repetidas ocasiones, tomar contacto con este último códice con el fin de autentificar el que estaba en sus manos antes de su posible publicación (MONTERO BUSTAMANTE, 1942MONTERO BUSTAMANTE, R. Revista histórica: la edición de la Historia del Padre Lozano de Don Andrés Lamas. Revista Nacional, Montevideo, n. 49, p. 147-148, 1942., p. 147).

Por su parte, el “manuscrito chileno” recorrió un camino más azaroso, el cual revela la complejidad en los mecanismos de circulación de documentos durante el siglo XIX y la heterogeneidad de intereses que confluyeron a su alrededor. La pieza, compuesta de dos volúmenes7 7 El primero tenía un total de 709 páginas, mientras que el segundo, 400 páginas. y bien conservada, fue adquirida en Madrid por Benjamín Vicuña Mackenna en 1859. El hallazgo fortuito en la librería de Fermín Cuesta -tal como hace constar en una carta a su amigo Bartolomé Mitre8 8 Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Bartolomé Mitre. Lima, 5 de noviembre de 1860 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912, p. 11). - y el desconocimiento que detentaba el comerciante español respecto al elevado valor que la obra podía tener para los bibliófilos americanos, le permitió adquirirlo a un ínfimo precio (VICUÑA MACKENNA, 1861VICUÑA MACKENNA, B. Historia del descubrimiento i conquista del Río de la Plata, Paraguai etc., por el Padre Pedro Lozano de la compañía de Jesus. Manuscrito. Revista del Pacífico, Valparaíso, n. 5, p. 535-547, 1861., 1879).

Esta versión de la Historia, a diferencia de las tres restantes, contenía la datación del escrito (fechada en Córdoba del Tucumán, el 8 de junio de 1745), los índices de materias y los sumarios de cada libro y capítulo. Según Vicuña Mackenna, su hallazgo permitiría tener ahora una versión completa de la obra, por lo que la compra había resultado un gran negocio. Por su parte, Diego Barros Arana, compañero de viaje de Vicuña, también escribió a Mitre subrayando que se trataba de una copia similar a la que tenía Andrés Lamas en Brasil (el “manuscrito uruguayo”) y, aunque no podía determinar el carácter autógrafo de la fuente, sostenía que “me inclino a creer que sea copia coetánea de Lozano, corregida en parte por este mismo”. Al contrario del valor que le otorgaba Vicuña Mackenna, su amigo Barros Arana era más cauto y señalaba que carecía de importancia y originalidad, ya que las materias de que trataba lo asemejaban demasiado al Ensayo de la Historia Civil del Paraguai, Buenos Aires y Tucumán (1816) del Deán Funes9 9 Carta de Diego Barros Arana a Bartolomé Mitre. París, 7 de junio de 1860 (MUSEO MITRE, 1912a, p. 124). , recogido durante la década de 1830 en la Colección de Ángelis.

Durante varios meses, el manuscrito permaneció extraviado, ya que la caja que lo trasladaba a través de la ruta Madrid-París-Valparaíso había desaparecido. En primera instancia, Vicuña Mackenna afirmaba que el envío había quedado varado en el puerto de Marsella10 10 Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Bartolomé Mitre. Lima, 5 de noviembre de 1860 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912, p. 11). , por lo que rápidamente activó sus redes relacionales en el Viejo Continente para obtener respuesta sobre su ubicación exacta y promover su pronta recuperación. Estas gestiones permitieron conocer el verdadero paradero del manuscrito: tras las confusiones el paquete había recalado en un cuartel militar de Zaragoza. Así, las complicaciones en torno al traslado demoraron, en más de un año, el arribo del manuscrito al puerto chileno (VICUÑA MACKENNA, 1879VICUÑA MACKENNA, B. Estudio i catálogo completo y razonado de la Biblioteca Americana por el sr. Gregorio Beéche. Valparaíso: Imprenta del Mercurio, 1879., p. 7).

Desde el primer intercambio epistolar entre los escritores chilenos y Bartolomé Mitre, estuvo presente la intención de publicar la obra de Lozano, aunque no se propuso de qué modo y dónde se ejecutaría. Las propias vicisitudes del manuscrito en su periplo europeo, las penurias de Vicuña Mackenna durante su estancia en el Perú de Ramón Castilla y la intensificación de los enfrentamientos entre la Confederación y el Gobierno de Buenos Aires, que tenían a Mitre como protagonista, dificultan determinar exactamente qué avances se produjeron durante los primeros meses de 1861 en torno a este proyecto.

Para cuando se reactivó la correspondencia entre Mitre, Vicuña Mackenna y Barros Arana, entraron en escena dos nuevos protagonistas que jugarían un rol central en los destinos del manuscrito: Juan María Gutiérrez y Gregorio Beéche. Ambos representaron, tal como se mencionó, los intereses de Mitre y Vicuña Mackenna en un largo, intrincado e infructuoso proceso de adquisición del manuscrito por parte del Gobierno de Buenos Aires. Por ese entonces, Beéche, Cónsul argentino en Chile y residente en Valparaíso, había recibido desde Lima (donde se encontraba Vicuña Mackenna), en setiembre de 1861, el “manuscrito chileno”. Tras hacerse con él, escribió a Gutiérrez informando sobre sus características y condiciones de conservación. En dicha comunicación, el representante diplomático manifestó que se trataba de dos tomos “de letra muy clara y limpia” y que incluían los índices de capítulos y materias, ausentes en las restantes versiones. Igualmente, notificó a su interlocutor que había sometido la pieza a un exhaustivo estudio y revisión, en que se auxilió de Jacinto Peña, quien afirmaba haber conocido el “manuscrito argentino” mientras este permanecía custodiado en la Biblioteca de Buenos Aires. El resultado obtenido certificaba el valor que le había otorgado Vicuña Mackenna: se trataba de una pieza que llevaba la firma original de Lozano, así como notas, adiciones y correcciones del propio autor11 11 Dichas manifestaciones aparecen en copia de una comunicación de Beéche al argentino, la cual se reproduce en Carta de Juan María Gutiérrez a Bartolomé Mitre. Buenos Aires, 13 de noviembre de 1861 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912, p. 179). .

Una vez autentificada su originalidad, comenzaron a discutirse las condiciones de la transacción para su venta al Gobierno bonaerense. La oferta de las autoridades argentinas ascendía a 500 pesos, pero Vicuña Mackenna pretendía obtener el doble por el documento, por lo que dilató la negociación. Asimismo, el interés de la Universidad de Chile por adquirirlo -con una propuesta económica similar a la de Mitre y que prometía la compra de buena parte de su Biblioteca Americana12 12 La entidad chilena, gracias a las gestiones de Miguel Luis Amunátegui, logró hacerse con parte de la Biblioteca Americana de Vicuña Mackenna en diciembre de 1861, pero esta no incluyó el texto del padre jesuita. Para estas gestiones, de amplia discusión en el seno de la Facultad de Filosofía y Humanidades, fue decisivo el apoyo del Gobierno de José Joaquín Pérez. - exhibía el atractivo que la pieza generaba dentro del universo letrado, lo que hacía presagiar que se podrían obtener mayores réditos por su venta.

Las negociaciones con Mitre sumaron progresivamente nuevas condiciones para garantizar la integridad del manuscrito. Beéche informó a Gutiérrez que la transacción únicamente podía efectuarse en Valparaíso y por intermedio del Cónsul (Beéche). De igual forma, fue enfático en reconocer que era necesario el envío previo de los 1000 pesos mediante libranza u otro medio para materializar la entrega13 13 Carta de Juan María Gutiérrez a Bartolomé Mitre. Buenos Aires, 13 de noviembre de 1861 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912, p. 180). . Juan María Gutiérrez transmitió todos los detalles a Mitre, al mismo tiempo que dejó claro que no había recibido ninguna comunicación directa por parte de Vicuña Mackenna acerca de sus intenciones, por lo que solo quedaba creer en la palabra de Beéche, tanto respecto a las características del manuscrito, como a las condiciones del negocio. Debe recordarse que Gutiérrez había sido el primero en accionar una posible edición de la Historia, por lo que ahora veía renacer la posibilidad de dar a conocer el trabajo de Lozano dentro del mercado editorial bonaerense. Por tanto, solicitaba a Mitre que escribiera con prontitud a Beéche para finalizar el negocio y obtener el documento, pues “esa obra es un monumento patrio y no creo impropio que emplee usted unos minutos en su restauración, aun agobiado por las tareas políticas y militares del momento”14 14 Carta de Juan María Gutiérrez a Bartolomé Mitre. Buenos Aires, 13 de noviembre de 1861 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912, p. 180). .

En medio de las conversaciones, la historia dio un giro inesperado. Beéche comenzó a negociar directamente con Vicuña Mackenna para apropiarse del manuscrito, ofreciendo tan solo 200 pesos a su dueño. Igualmente, aceptó la precedencia del Gobierno bonaerense en la compra, por lo que, si este reiteraba su disposición para adquirir dicho material, la diferencia por la venta se dividiría en partes iguales entre Vicuña Mackenna y Beéche. El origen de este nuevo interés oscilaba claramente entre el afán bibliófilo del cónsul y la creación de una estrategia de venta que obligara a Mitre a elevar el monto de su propuesta.

Las comunicaciones a través de la Cordillera continuaron por varios años. Vicuña Mackenna envió a Mitre el índice de la obra y el examen del documento publicado en la Revista del Pacífico (VICUÑA MACKENNA, 1861VICUÑA MACKENNA, B. Historia del descubrimiento i conquista del Río de la Plata, Paraguai etc., por el Padre Pedro Lozano de la compañía de Jesus. Manuscrito. Revista del Pacífico, Valparaíso, n. 5, p. 535-547, 1861.)15 15 Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Bartolomé Mitre. Santiago, 24 de marzo de 1862 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912, p. 12-13). , y le anunció que, para evitar las angustias vividas en Europa con el traslado del manuscrito, elaboraba una copia -de la que afirmaba, en marzo de 1862, llevaba avanzada en un cuarto- la cual prometía enviar junto con el original -como el negocio obligaba- cargando al precio el valor por el trabajo del escribiente16 16 Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Bartolomé Mitre. Santiago, 24 de marzo de 1862 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912, p. 13). . Sin embargo, ni el Gobierno de Buenos Aires, ni el dueño del documento estaban dispuestos a modificar su oferta inicial, situación que favoreció el interés de Beéche por hacerse con la pieza. En efecto, el albacea se transformó en el propietario del manuscrito de la Historia por los 200 pesos prometidos (más 30 pesos por la copia que había realizado Vicuña Mackenna)17 17 Una acuciante situación económica del propietario y la necesidad de capital para la edición de la Historia de los diez años de la Administración de Manuel Montt (1862) fueron decisivas para la enajenación en favor de Beéche. Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Gregorio Beéche. Santiago, 11 de marzo de 1864 (MUSEO MITRE, 1912a, p. 326). , por lo que ahora el Gobierno argentino debía negociar directamente con este las condiciones para la venta.

Por esa misma época, Andrés Lamas se apersonó en la capital argentina como representante diplomático y con “el manuscrito uruguayo” en sus manos. Esto podía echar por tierra la transacción, pues resultaba más sencillo negociar personalmente y evitar los intermediarios. No obstante, el propio Mitre desmintió cualquier posible compra a Lamas, y aseguró a Vicuña Mackenna que creía “tanto más justo mantener el compromiso que indirectamente contraje con usted”18 18 Carta de Bartolomé Mitre a Benjamín Vicuña Mackenna. Buenos Aires, 29 de octubre de 1863 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912, p. 15). . Así, anteponía el valor de la palabra frente a cualquier ventaja económica que pudiera obtener de esta alternativa de negocio que se presentaba tras la llegada del diplomático uruguayo.

El final resultó un fracaso para las aspiraciones de Mitre. Beéche declaró que estaba reacio a “quitarle á mi biblioteca americana su mejor y más interesante monumento”, por lo que únicamente ofrecía la posibilidad de enviar la copia del manuscrito realizada por Vicuña19 19 Carta de Gregorio Beéche a Bartolomé Mitre. Valparaíso, 21 de diciembre de 1863 (MUSEO MITRE, 1912a, p. 268-269). Ver también Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Bartolomé Mitre. Santiago, 28 de diciembre de 1863 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912, p. 19). . Mitre, igualmente, aceptó el envío de esta copia para su próxima publicación y lamentó la no realización de la transacción original20 20 Carta de Bartolomé Mitre a Gregorio Beéche. Buenos Aires, 9 de enero de 1864 (MUSEO MITRE, 1912a, p. 296); y Carta de Bartolomé Mitre a Benjamín Vicuña Mackenna. Buenos Aires, 27 de enero de 1864 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912, p.21; MUSEO MITRE, 1912a, p. 304). . Sin embargo, una serie de cartas intercambiadas entre Beéche y Vicuña Mackenna reflejan que el traspaso se habría realizado en fecha posterior de la que se informó a los interesados en Buenos Aires. En marzo de 1864, dos meses después del arreglo con Mitre, el cónsul señalaba a Vicuña Mackenna que se veía imposibilitado para adquirir el manuscrito, ya que no había obtenido dividendos del Banco de Valparaíso durante año y medio y no contaba con los 200 pesos necesarios para la transacción.

De tal forma, el recorrido de esta pieza exhibe la compleja movilidad del texto y, al mismo tiempo, exterioriza las intrínsecas tensiones existentes en torno a la “carrera bibliófila”. Mientras que para Mitre y Gutiérrez la gestión se orientaba a la edición y puesta en valor de la Historia, Beéche declaraba un afán cercano a la bibliomanía. Al respecto sostenía que “mi interés, tonto si se quiere, está reducido á ser dueño del M.S. y colocarlo en mi estante”21 21 Carta de Gregorio Beéche a Benjamín Vicuña Mackenna. Valparaíso, 12 de marzo de 1864 (MUSEO MITRE, 1912a, p. 328). . No obstante, Vicuña Mackenna consideraba que Béeche, quien “enamoróse tan perdidamente de la prenda, que fue fuerza dejarla en sus manos” (VICUÑA MACKENNA, 1879VICUÑA MACKENNA, B. Estudio i catálogo completo y razonado de la Biblioteca Americana por el sr. Gregorio Beéche. Valparaíso: Imprenta del Mercurio, 1879., p. 7), podría negociar fácilmente con Mitre, ya que ambos pertenecían al mismo universo bibliófilo y, por tanto, estaban impulsados por los mismos intereses.

El texto permaneció en la biblioteca de Beéche hasta su muerte, momento en que fue recuperado por Vicuña Mackenna. El informe que en 1884 elaboró el intelectual Francisco P. Moreno para la compra, por parte del Gobierno de Buenos Aires, de la Biblioteca Americana de este último, incluía el manuscrito de Lozano. En su negativa evaluación del acervo que se ofrecía, destacaba a la Historia como la pieza más valiosa, aunque

[…] hoy no es sino una reliquia histórica, puesto que dicha obra ha dejado de ser inédita, habiendo sido publicada por Dr. Dn. Andres Lamas [en 1873LAMAS, A. Introducción. En: LOZANO, P.Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires: Imprenta Popular, 1873. p. I-CXLVIII. t. I.-1875], cuya edición no puede tacharse “evidentemente” de haber sido hecha con poco cuidado según lo espresa el Sr. Vicuña Mackenna; el nombre del erudito Dr. Lamas merece plena confianza y la “evidencia” del autor del catálogo no tiene razón de existir. (VIGNATI, 1971VIGNATI, M. A. El informe de Francisco P. Moreno relativo a la Biblioteca de Gregorio Beéche. Investigaciones y Ensayos, Buenos Aires, n. 10, p. 69-81, 1971., p. 73).

Finalmente, la obra permaneció en Chile y, tras la muerte de Vicuña, fue entregada a la Biblioteca del Instituto Nacional de Santiago.

De este modo, solo dos de las cuatro versiones de la Historia sobrevivieron en medio de un inestable proceso de organización político-económica a nivel regional. En este contexto, las peripecias de los diversos manuscritos evidencian el peligro latente de extraviar muchos vestigios del pasado si no se apresuraba la reunión y edición de documentos. Sin embargo, la fragilidad del campo editorial americano, la falta de tiempo y dinero para accionar su publicación -en una época donde el trabajo intelectual no era remunerado- y la convivencia de intereses personales contrapuestos acerca del destino de los manuscritos dilató la edición del trabajo durante décadas.

El proyecto de la Colección y la Historia del Padre Lozano

La idea en torno a la edición de la Historia fue recurrente desde mediados del siglo XIX en los campos editoriales chileno y rioplatense. Durante el bienio 1862-1863, Lamas, poseedor de uno de los manuscritos, inició contactos con Gutiérrez y Mitre para publicar el documento a través de la Colección de obras, documentos y noticias inéditas o poco conocidas para servir a la historia física, política y literaria del Río de la Plata. La empresa fue acogida positivamente por ambos, quienes comprometieron su participación y proyectaron el envío de copistas a archivos europeos para obtener materiales que enriquecieran el acervo recopilado en los repositorios locales (públicos y privados)22 22 Carta de Andrés Lamas a Bartolomé Mitre. Buenos Aires, 20 de enero de 1863 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912, p. 187) y Cartas de Juan María Gutiérrez a Bartolomé Mitre, 1862 y 6 de febrero de 1863 (MUSEO MITRE, 1912a, p. 194 y 178-179). .

Uno de los primeros desafíos estuvo centrado en hallar quien asumiría los riesgos de esta empresa editorial. La primera opción no resultó extraña: Carlos Casavalle y la Imprenta y Librería de Mayo. Instalado en Buenos Aires desde 1862, Casavalle contaba dentro del panorama impresor local con un inmenso prestigio y tenía en su haber la edición de numerosas obras de autores locales, así como la impresión de diversos formatos periódicos: El Plata Científico y Literario (1854-1855), la Revista del Paraná (1861) o La Revista de Buenos Aires (1863-1871). En 1866 comenzaron las negociaciones entre Lamas y Casavalle, directamente y por intermedio de Gutiérrez -quien contaba con un dilatado vínculo profesional y de amistad con el impresor-, pero estas fracasaron al poco tiempo23 23 Carta de Carlos Casavalle a Andrés Lamas. Buenos Aires, 25 de enero de 1866. Archivo General de la Nación (Uruguay), Fondo Ex Archivo y Museo Histórico Nacional, Fondo del doctor Andrés Lamas, Caja n.92, s/f. , debido a la dificultosa situación político-económica que afectó a la casa impresora a causa de la Guerra del Paraguay y el consecuente estado de sitio en Buenos Aires (ARENAS DELEÓN, 2021aARENAS DELEÓN, N. Administrar un impreso periódico en el siglo XIX: el caso de La Revista de Buenos Aires y Juan María Gutiérrez. Cuadernos de Historia Cultural, Viña del Mar, n. 10, p. 124-149, 2021a. ).

A pesar de ello, Lamas continuó con la tarea de encontrar una imprenta que se hiciese cargo de la publicación, mientras finalizaba el prospecto de la Colección y la edición de la obra del padre Lozano. Para 1868, el uruguayo daba cuenta, en la mencionada comunicación a la Junta de Montevideo, que tenía listos ambos textos. Asimismo, informaba que la falta de copistas y de dinero habían demorado la transcripción del manuscrito, pero que ahora, salvados estos escollos, estaba comprometido en la búsqueda de suscriptores que permitieran costear la impresión del material, “que es lo único a que puede aspirarse y lo único a lo que aspiro”. Por último, cerraba su carta con la promesa de devolver la pieza documental -entregada en 1849- en pocos meses más,

[…] acompañada de muchos otros y muy importantes documentos históricos, cuya adquisición me cuesta largas fatigas (y la de algunos no pocos dineros) pero que pongo al servicio de mi país y al de las ciencias históricas sin pretender otra compensación que la que me da la conciencia de que contribuiré, aunque en pequeña parte, a hacer menos ingrata la labor de los futuros historiadores del Río de la Plata (MONTERO BUSTAMANTE, 1942MONTERO BUSTAMANTE, R. Revista histórica: la edición de la Historia del Padre Lozano de Don Andrés Lamas. Revista Nacional, Montevideo, n. 49, p. 147-148, 1942., p. 148).

Para 1869, la Imprenta, Litografía y Fundición de Tipos publicó el prospecto de la Colección. Este documento permitió visibilizar el alcance de la empresa, obtener nuevos colaboradores y efectuar un llamado a los posibles consumidores capaces de sostener la “Biblioteca del Río de la Plata”24 24 Una segunda edición del material, bajo la responsabilidad de la Imprenta Popular, fue reeditado en 1878 con algunas modificaciones y ampliaciones. , la cual incluiría la edición de la obra de Lozano. Así, la propuesta nacía bajo la responsabilidad de los tres mayores interesados en la edición de la Historia en el ámbito rioplatense: Lamas, Gutiérrez y Mitre. El espíritu de recopilación y puesta en valor de diversas piezas documentales del pasado colonial y republicano que impulsaba el proyecto se justificaba, según Lamas, en las dificultades para obtener el material necesario para la elaboración de la historia de su país. A partir de ello, el uruguayo planteó la necesidad, encarnada en su generación, de ejecutar “estudios preparatorios”, consistentes en la reunión y publicidad de fuentes ubicadas en diversos archivos públicos o bibliotecas particulares, para “[…] salvar nuestros monumentos y materiales históricos, lastimosamente dispersos, truncados, maltratados, y que iban desapareciendo por su destrucción ó por su salida para el estranjero, donde he encontrado algunos y muy importantes documentos oficiales del Río de la Plata que allá habían llegado como mercadería” (LAMAS, 1869LAMAS, A. Colección de obras, documentos y noticias inéditas o poco conocidas para servir a la Historia física, política y literaria del Río de la Plata. Buenos Aires: Imprenta, Litografía y Fundición de Tipos, 1869., p. 1).

En la consecución de dicha tarea o “servicio”, Lamas informaba a los lectores que gracias a la cooperación de distintos hombres de letras del país había logrado reunir “[…] bastantes y preciosos documentos inéditos y no pocos libros extranjeros de difícil adquisición, que son utilísimos para el estudio de la historia física, política y literaria de nuestros países” (LAMAS, 1869LAMAS, A. Colección de obras, documentos y noticias inéditas o poco conocidas para servir a la Historia física, política y literaria del Río de la Plata. Buenos Aires: Imprenta, Litografía y Fundición de Tipos, 1869., p. 2). Al aporte inicial de Gutiérrez y Mitre, quienes realizarían prólogos y estudios críticos de los distintos materiales, se sumó la colaboración posterior de Vicente Fidel López, Ángel Carranza y Luis V. Varela, tal como consigna la segunda edición del prospecto publicada por la Imprenta Popular en 1878. De tal forma, se dio espacio para la elaboración de una “colección nacional” (CEBALLOS MIRÓ, 2014CEBALLOS MIRÓ, A. Les collections éditoriales et la construction nationale. En: RIVALAN GUÉGO, C.; NICOLI, M. (ed.). La Collection: essor et affirmation d’un objet éditorial. Rennes: Presses Universitaires de Rennes, 2014. p. 165-177., p. 166) que otorgaría a las generaciones futuras el sustento documental necesario para la elaboración de la narración histórica.

La propuesta publicitaria apostaba a la impresión de numerosas obras de entre 500 y 600 páginas cada una -que en el plan de 1878 superaron las sesenta25 25 La primera edición española de la Historia de los abipones de Martín Dobrizhoffer; documentos inéditos sobre la acción de diversos miembros de la Compañía de Jesús en los territorios del Paraguay, Paraná y Uruguay (1703-1767); materiales relacionados con la historia de Moxos y Chiquitos y la cuestión limítrofe e indígena en el Mato Grosso; obras sobre la región del Gran Chaco y el río Bermejo (1777-1801); estudios biográficos acerca de conquistadores y adelantados (algunos que se publicaron en la Revista del Río de la Plata, dirigida por Lamas junto a Juan María Gutiérrez y Vicente Fidel López entre 1871 y 1877): Juan Díaz de Solís, Sebastián Gaboto, Bruno Mauricio de Zavala, Miguel de Salcedo, Joaquín de Viana, Pedro de Cevallos, Jorge Pacheco; documentos relativos a las invasiones inglesas y la revolución; así como los trabajos y la correspondencia de Dámaso Antonio Larrañaga y Manuel Belgrano. Además, planificaban la aparición de una colección de “escritores, oradores y hombres de Estado del Río de la Plata” desde la época colonial a la de Juan Manuel Rosas. A ello se sumaba una serie de obras inéditas que se ofrecían a la biblioteca: obras de Filiberto de Mena, Félix de Azara y diversas memorias e informes acerca de la cuestión limítrofe hispanoportuguesa (todas examinadas por Bartolomé Mitre). También tendrían espacio los trabajos sobre jurisprudencia y lenguas de Vicente Fidel López [entre ellos la traducción al español de Las razas antiguas del Perú: su lengua, su religión, su organización política y su historia, ya publicado en francés em 1871]. Asimismo, la propuesta incluiría estudios sobre cuestiones literarias, religiosas y de geografía de autoría de Juan María Gutiérrez. -; acción ligada de modo indisoluble al auxilio de los Gobiernos (nacional y provinciales) y el público a través de las suscripciones. Esta colaboración, que ascendía a 3 pesos fuertes, solo permitiría cubrir los altos costos de impresión (LAMAS, 1869LAMAS, A. Colección de obras, documentos y noticias inéditas o poco conocidas para servir a la Historia física, política y literaria del Río de la Plata. Buenos Aires: Imprenta, Litografía y Fundición de Tipos, 1869., p. V), derivados de la falta de protección a la industria editorial/impresora nacional y de la escasez constante de insumos (tinta, papel, tipos). Al respecto, Gutiérrez lamentó que la falta de capital y materiales impidiese la salida conjunta del prospecto y el primer tomo de la Colección, pues ello daría cuenta de “[…] la cantidad y el verdadero mérito histórico de esa masa de documentos de todo género […] obra magna […] que le agradecerán las venideras mas que las presentes [generaciones]”26 26 Carta de Juan María Gutiérrez a Andrés Lamas. Buenos Aires, 23 de enero de 1869. Archivo General de la Nación (Argentina), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2688, fols.301-301v. Este primer Catálogo despertó el interés también fuera de fronteras. Por ejemplo, Jacobo de la Pezuela instó, desde el Boletín de la Real Academia de la Historia de Madrid, a la adquisición de todos los volúmenes derivados de esta empresa editorial. .

Desde la salida del prospecto estaba claro que la Historia del padre Lozano sería la encargada de iniciar la biblioteca. Las ocupaciones de los responsables de la Colección, así como la compleja situación económica y sanitaria bonaerense a inicios de la década de 1870, pospusieron la ejecución del plan. Posteriormente, Lamas obtuvo el concurso en 1872 de la Imprenta Popular para asumir la impresión de la obra de Lozano. Gutiérrez siguió de cerca este proceso y se encargó de la corrección de las pruebas. En carta de este a Lamas, de febrero de 1874, se descubre un interesante relato acerca de las tareas de revisión del argentino:

He consagrado la mañana dominguera de hoy a leer y corregir, tipograficam.te aquellas páginas, por mas de una vez, a causa del interes que me inspiraban, la materia y la obligación aceptada de contribuir a que no se deslicen en el testo aquellos lunares que empañan, materialmente, las obras impresas. Si algo notara susceptible de mejora, me haría un deber de amigo y de comprometido en la fama de su nombre literario, como colaborador de V. en empresas intelectuales, de darle mi opinión y de ayudarle al mejor acierto, como constantemente le he manifestado a V. desearlo27 27 Carta de Juan María Gutiérrez a Andrés Lamas. Buenos Aires, 1° de febrero de 1874. Archivo General de la Nación (Argentina), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2688, fols.306-306v. .

Finalmente, la obra fue publicada en cinco volúmenes en octavo. Los cuatro primeros aparecieron en 1874 -aunque el primer tomo está datado por la imprenta en 1873-, mientras que el quinto se publicó en 1875. El manuscrito ocupó casi 2.300 páginas, a lo que se agregaba el estudio preliminar de Lamas que encabezaba el primer tomo (FURLONG CARDIFF, 1959FURLONG CARDIFF, G. Pedro Lozano y sus Observaciones a Vargas. Buenos Aires: Librería del Plata, 1959., p. 94-95). La edición, tal como lo consignara su autor años después, tenía la intención de respetar lo expuesto por el jesuita -regla primordial en el ejercicio de la transcripción documental-, aunque no estaba exenta de ciertos defectos tipográficos y errores en la exposición de ideas que trabajos posteriores podrían subsanar, y que derivaban de una elaboración a partir de “documentos que adquirimos o conocemos al acaso, aislados, sin correlación, incompletos o fragmentarios” (LAMAS, 1882LAMAS, A. Introducción. En: GUEVARA, J. Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires: S. Ostwald editor, 1882. p. V-Xl. t. I., p. XXXV).

Ernesto Maeder (2010MAEDER, E. Estudio preliminar. En: LOZANO, P.Historia de la conquista de las provincias del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 2010. p. 13-17. t. I.) y Josefina Cargnel (2009bCARGNEL, J. La Historia de la conquista en las versiones de Pedro Lozano y José Guevara. Estudios comparados de la producción escrita de la Compañía de Jesús en el siglo XVIII. História Unisinos, São Leopoldo, v. 13, n. 3, p. 297-307, 2009b., 2016) reconocen que la edición de Lamas no respetó la división en dos partes del original (de tres libros la primera y dos la segunda), modificó el título -detalle por el que Paul Groussac (1908GROUSSAC, P. Noticia del P. José Guevara y estudio crítico de la Historia del Paraguay. Anales de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, Buenos Aires, t. 5, p. IX-LXXXVI, 1908., p. XXIII) criticó duramente al editor a principios del siglo XX- y no incorporó los índices (inexistentes en la pieza uruguaya), lo que daba a la obra una fisonomía distinta a la que proyectó Lozano para su Historia. Asimismo, descubren que la transcripción a partir del “manuscrito uruguayo” privó a los lectores de ciertas adiciones o modificaciones presentes en el códice chileno, cuestión que se sumó a evidentes y reiterados errores tipográficos que deslucieron, al menos parcialmente, la edición del trabajo.

El impacto de la obra en el mundo cultural rioplatense

La salida del primer tomo clausuró un largo proceso de fallidos intentos por divulgar la obra dentro del espacio publicitario regional. La aparición en el mercado editorial causó un hondo impacto que generó numerosas reacciones y opiniones acerca de las características materiales de la edición, la exegesis documental y la calidad de la Historia de Lozano, así como respecto a la figura de Lamas como editor de la obra y como autor del esbozo biográfico del padre jesuita.

Durante el proceso de edición del manuscrito, Juan María Gutiérrez, encargado de la corrección de los borradores y compañero de Lamas en los proyectos de la Colección y la Revista del Río de la Plata -ambos coincidentes en la conservación del patrimonio documental- había adelantado al prologuista las primeras opiniones sobre el texto. Según el corrector, el estudio preliminar destacaba por una “erudición oportuna y poco ajada; circunspección al esponer [sic] doctrinas y emitir juicios, y notable ordenamiento de las materias”, lo que facilitaba el acercamiento del lector “en una de las vastas escursiones que pueden hacerse en el teatro de las ciencias mas a la moda”28 28 Carta de Juan María Gutiérrez a Andrés Lamas. Buenos Aires, 1° de febrero de 1874. Archivo General de la Nación (Argentina), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2688, fols.306-306v. . Esta opinión positiva resultaba relevante por el ascendiente de Gutiérrez dentro de la comunidad letrada local y regional y por la oportunidad que brindaba para favorecer la circulación y venta del impreso, así como la continuidad de la “Biblioteca”.

Tras la salida del primer tomo, el naturalista y farmacéutico italiano Domingo Parodi envió una misiva compartiendo sus impresiones desde Montevideo. Conocedor de la historia natural de la región, Parodi felicitaba a Lamas por la calidad de su obra y por el esencial aporte que significaba visibilizar un trabajo importante para el conocimiento de la historia colonial americana. Con el fin de mejorar los sucesivos volúmenes, remitía un catálogo de plantas guaraníes, que había confeccionado durante su estancia en Paraguay y que creía podría completar las notas del padre Lozano29 29 Especialmente, sostenía que los apuntes que remitía permitirían subsanar algunos errores contenidos en el texto Materia Médica de los padres Pedro Montenegro y Segismundo Asperger (1702-1710) y reproducidos en la edición de Lamas. Carta de Domingo Parodi a Andrés Lamas y Apuntaciones de Fontana y Parodi para las notas del Padre Lozano. Montevideo, 24 de junio de 1874. Archivo General de la Nación (Argentina), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2642, s/f. .

La prensa local también se hizo eco ante la salida de la Historia y destacó la importancia de iniciar la publicación de volúmenes que intentaban salvaguardar el acervo documental sobre el pasado argentino y sudamericano. El periódico británico The Standard, editado en la capital argentina bajo la dirección de Edward y Michael Mulhall, dio cuenta de la obra en su número del 31 de marzo de 1874. En la noticia, los responsables del periódico, si bien destacaron el valor de la obra de Lozano, hicieron hincapié en el carácter erudito y bibliófilo de Lamas -quien, según los críticos, había comprometido en la empresa su tiempo y su capital- y en la trascendencia de inaugurar un proyecto útil y necesario como el de la “Biblioteca del Río de la Plata”30 30 The Standard, Buenos Aires, 31 de marzo de 1874, p. 3. .

En abril de 1875, se encuentra la primera referencia a la Historia fuera de fronteras. La pluma de Diego Barros Arana -quien conocía las versiones chilena y uruguaya del manuscrito- fue la encargada de ejecutar una crítica a la obra dentro del ámbito publicitario chileno. Esta se realizó en la sección bibliográfica de la Revista Chilena, publicación que dirigía junto a su amigo Miguel Luis Amunátegui. Al iniciar su exposición, Barros Arana celebró la aparición de los primeros tomos de la Colección, pues se constituían como piezas documentales relevantes para los actuales y futuros investigadores en la tarea de reconstrucción del pasado histórico.

A continuación, presentó una serie de comentarios respecto al primer volumen del trabajo editado por Lamas. En primer término, señaló la importancia de la lectura de esta obra inédita, de escasa circulación entre la intelectualidad letrada de la región, ya que “no era conocida mas que por uno que otro curioso, o solo por las referencias o indicaciones de otros historiadores que habían utilizado ese importante manuscrito” (BARROS ARANA, 1875BARROS ARANA, D. Revista bibliográfica. Revista Chilena, Santiago, v. 1, n. 4, p. 630-634, 1875., p. 724). Luego, centró su atención en la labor de Lamas como autor de la introducción. Al respecto, el crítico expuso conceptos ampliamente elogiosos que destacaron las sólidas credenciales del uruguayo para acometer esta tarea, dado que era uno de “los más ilustres eruditos de las repúblicas del Plata” (BARROS ARANA, 1875BARROS ARANA, D. Revista bibliográfica. Revista Chilena, Santiago, v. 1, n. 4, p. 630-634, 1875., p. 724). Esto redundaba en un profundo trabajo de investigación que había agotado las fuentes -muchas de ellas dispersas o desconocidas- para construir el recorrido biográfico de Lozano. Asimismo, sus reflexiones también se orientaron a valorar el trabajo del uruguayo a la luz de las dificultades para la edición e impresión de documentos antiguos en la región. Esto permitía exculpar al autor por los recurrentes errores tipográficos que se percibían en la obra y realzar aún más su “[…] verdadero servicio a la historia americana dando a la prensa la obra manuscrita del padre Lozano” (BARROS ARANA, 1875BARROS ARANA, D. Revista bibliográfica. Revista Chilena, Santiago, v. 1, n. 4, p. 630-634, 1875., p. 724-725).

Para culminar, el chileno recomendó la adquisición del impreso dentro del mercado local, pues “[…] el lector chileno encontrará en este libro no solo la historia de los orijenes de un pueblo hermano, sino noticias mui curiosas i casi desconocidas sobre las espediciones que algunos de los conquistadores de nuestro país hicieron al otro lado de los Andes” (BARROS ARANA, 1875BARROS ARANA, D. Revista bibliográfica. Revista Chilena, Santiago, v. 1, n. 4, p. 630-634, 1875., p. 724-725). Dada la circulación de la Revista Chilena a escala transnacional y el prestigio del crítico, su favorable parecer podía resultar otra eficaz herramienta para impulsar la publicidad y continuidad del proyecto de la Colección.

Atención especial merecen los conceptos vertidos por Bartolomé Mitre, no solo por lo que representó el expresidente como referente intelectual más allá del ámbito histórico-literario argentino, sino también por su implicación en los proyectos previos de edición del manuscrito y como responsable, al menos al inicio, de la empresa editorial que incluía la publicación de la Historia. En marzo de 1874, Mitre acusó recibo del primer tomo de la Colección y felicitó a Lamas por la concreción de este “verdadero acontecimiento literario” que implicaba un avance significativo para las letras americanas y rioplatenses. Era innegable la trascendencia que este “servicio” prestado por Lamas tenía para iniciar una serie de publicaciones relevantes, en tanto medios para la recuperación de fuentes del pasado31 31 Carta de Bartolomé Mitre a Andrés Lamas. [Buenos Aires], 18 de marzo de 1874 ( ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912 , p. 130-131). .

Respecto a la “Introducción”, Mitre destacó su calidad y su carácter erudito, lo que daba cuenta de un ejercicio escritural capaz de ejecutar un solvente balance sobre el contenido del escrito de Lozano. Incluso llegó a afirmar que la calidad interpretativa de Lamas era tan precisa que se podía evitar la lectura del texto de Lozano. Al respecto de la obra de su colega sostenía:

He admirado en ella, más que su plan lógico, más que la erudición y la meditación que la nutre, la naturalidad y la gracia, con que usted hace soportar á las telas de araña de Lozano, el peso de las cuestiones científicas, etnográficas, filológicas y sociales que usted les echa encima, manteniéndolas en equilibrio y haciéndolas atravesar los abismos que las separan sobre un hilo casi invisible32 32 Carta de Bartolomé Mitre a Andrés Lamas. [Buenos Aires], 18 de marzo de 1874 ( ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912 , p. 132). .

Las fallas que encontró eran menores y se centraban en cuestiones de práctica histórica. Advirtió, en primer término, la utilización de digresiones innecesarias, aunque declaró que dicho mecanismo “prolonga[ba] el placer con que se lee toda su introducción desde el principio hasta el fin”. Además, criticó la inexistencia de un análisis que determinara la condición de historiador del padre jesuita -a quien acusó de falta de criterio y novedad- y la relevancia de la Historia como fuente, así como la ausencia de una evaluación acerca del valor de la obra de Lozano dentro de la cronística colonial, en un examen que descubriera “su espíritu, ya que no su filosofía o por lo menos sus tendencias morales”33 33 Carta de Bartolomé Mitre a Andrés Lamas. [Buenos Aires], 18 de marzo de 1874 ( ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912 , p. 132). . Por último, Mitre cuestionó la calidad y representatividad de algunos mapas del naturalista francés Martín de Moussy intercalados en el trabajo. Empero, según el crítico, cada uno de estos defectos serían resueltos a partir de las “notas y ampliaciones” que Lamas prometía publicar al final de su obra.

Sin embargo, los elogios expuestos en el intercambio privado parecen mudar al observar otra comunicación del argentino. Se trata de una carta dirigida a su colega Diego Barros Arana (fechada el 20 de octubre de 1875), que este publicó en abril de 1876 en la Revista Chilena bajo el título “Algo sobre literatura americana. Carta del jeneral don Bartolomé Mitre”34 34 El texto apareció en abril de 1876, en el número 16 del formato de Barros Arana y Amunátegui. Asimismo, el material fue publicado como separata en Buenos Aires por la Imprenta de La Nación (de propiedad de Mitre). . En dicha comunicación, Mitre examinó distintos tomos de la publicación de Barros Arana y Amunátegui, en uno de los cuales se incluía la crítica bibliográfica del primero a la edición de Lamas. Según sostuvo el intelectual argentino, la exigua opinión que su colega chileno esgrimía sobre la “Introducción” a la Historia en dicho texto lo hacía pensar que opinaban igual respecto a la calidad del escrito y su autor. No obstante, antes de adelantar sus impresiones insistió a su interlocutor que había escrito a Lamas, respetando los protocolos de rigor, para hacer “los debidos cumplimientos á la erudición del escrito; pero salvando mi responsabilidad moral, y haciéndole en términos corteses algunas críticas explícitas ó implícitas”35 35 Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912b, p. 305). .

En primer término, fue tajante en su percepción general de la obra. Según su opinión, el texto de Lozano evidenciaba la necesidad de reelaborar la historia del Río de la Plata, dado su desconocimiento y su manipulación de los hechos. La crítica se hacía extensiva a muchos de los cronistas, a los que consideraba gobernados por concepciones pseudocientíficas que era preciso superar. A partir de ello, la propuesta era enérgica: “es indispensable para ello acudir á los documentos contemporáneos que no estudiaron los cronistas y fundar nuestro edificio sobre bases nuevas, para que no suceda lo que dice [Claudio] Gay: ‘que él cuenta la historia de la conquista de un modo (según los cronistas) y los documentos originales la cuentan de otro’”36 36 Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912b, p. 305). .

En segundo lugar, orientó buena parte de sus negativas críticas al estudio de la introducción y su autor, a través de una estrategia en que buscó, continuamente, la complicidad de Barros Arana. Así, calificó la erudición de Lamas “[…] de pacotilla y cosechada a gran prisa y á última hora, pues no estaba preparada para el trabajo”37 37 Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912b, p. 304). . Por su parte, retomó su crítica a las digresiones del prologuista y al respecto sostuvo que “algunas partes de la introducción exceden la medida episódica en que debieran encerrarse, como por ejemplo, lo relativo á la geología y á la etnografía, siendo la primera de éstas por demás elemental (más adecuada para niños que aprenden, que para hombres que saben lo que dicen y lo que leen)”38 38 Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912b, p. 304). . De igual forma, reiteró la escasa calidad del texto de Lozano, lo que provocaba que Lamas debiera en su escrito “hace soportar á las telas de araña de Lozano el peso de cuestiones científicas, etnográficas, filológicas y sociales, de que el autor ni idea tenía, manteniéndolas en un equilibrio artificial y haciéndolas atravesar como un acróbata los abismos que las separan sobre un hilo casi invisible, por no decir invisible”. Igualmente, volvió sobre su objeción respecto al uso de la cartografía de Martín de Moussy referente al Plata.

Por otra parte, sostuvo que en su estudio Lamas no proporcionaba una comparación, por demás necesaria, entre las obras de Lozano y Pedro Guevara -esta última ya publicada por De Ángelis en su famosa colección documental y que, tiempo después, sería la segunda y última obra de la Colección dirigida por Lamas39 39 La publicación de De Ángelis fue objeto de numerosas críticas debido a la defectuosa calidad de su método. En 1863, José Manuel Estrada acusó al italiano de realizar una interpretación -en lugar de una transcripción del manuscrito- plagado de fallas tipográficas y omisiones (ESTRADA, 1863, p. 304). Lamas, al publicar una nueva edición de la obra, coincidió con aquel crítico en la objetable utilidad del texto de De Ángelis, ya que destacaba por numerosas adulteraciones y tergiversaciones en que “no se ha respetado ni el texto ni aun el estilo del autor” (LAMAS, 1882, p. VII). No obstante, a principios del siglo XX, también la edición de Lamas sería sometida a la crítica. Paul Groussac, al publicar una serie de documentos relativos al Padre jesuita, cuestionó ambas ediciones, tanto por sus deficiencias de método (paleografía) como de edición (cuestiones ortográficas), aspectos que ponían en duda su utilidad como fuentes documentales para los futuros investigadores, función esencial que debían cumplir este tipo de compilaciones (GROUSSAC, 1908). - pues esto podría dimensionar, tal como pidió al propio Lamas, el lugar de Lozano dentro del concierto historiográfico, de la cronística colonial y la autoridad que poseía como estudio para reconstruir la historia regional. Por último, respecto a la organización de la obra, aseguró que la acción de Gutiérrez como corrector de las pruebas había salvado al impreso de muchísimos errores “que afean el primer volumen”40 40 Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912b, p. 305-306). . Sin embargo, y al contrario de lo manifestado a Lamas, estimaba que el volumen con las notas y correcciones que podían subsanar las numerosas fallas de la edición “es probable que no se publique nunca”41 41 Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912b, p. 305-306). .

La lectura de las primeras recepciones de la obra también incluye a otro de los implicados en el entramado de circulación de los manuscritos de la Historia: el chileno Benjamín Vicuña Mackenna. Sus críticas fueron expuestas muchos años después de la edición de Lamas y se efectuaron en el Estudio i catálogo completo y razonado de la Biblioteca Americana por el sr. Gregorio Beéche (1879). En este documento, Vicuña reveló una vez más el interés que despertaba el manuscrito de Lozano y, especialmente, la relevancia del códice chileno; pero fue punzante con su crítica a la obra de Lamas a la que bautizó como “mediocres volúmenes” y calificó como “hecha evidentemente con poco cuidado i sobre una copia deficiente i alterada”. Según su parecer, era necesaria una reedición del texto para corregir las numerosas “omisiones i errores que naturalmente han de afear esta obra monumental de historia arjentina” (VICUÑA MACKENNA, 1879VICUÑA MACKENNA, B. Estudio i catálogo completo y razonado de la Biblioteca Americana por el sr. Gregorio Beéche. Valparaíso: Imprenta del Mercurio, 1879., p. 7).

En suma, las opiniones referidas perciben el impacto que generó la obra en el universo letrado decimonónico y, particularmente, en algunos implicados en la búsqueda y los intentos previos de publicación de la Historia de Lozano. Cada una de las críticas bibliográficas legitiman el trabajo de recopilación documental, al mismo tiempo que advierten los méritos y reparos respecto al prologuista, al autor y a la obra, en comentarios que se orientan a cuestiones materiales y de contenido y que descubren las diversas concepciones existentes -en tensión y diálogo- en torno a la forma en que debía procesarse aquella recuperación de los materiales sobre el pasado americano.

Conclusiones

A partir de lo expuesto, se evidencia que, durante la segunda mitad del siglo XIX, el espacio americano estuvo signado por un aceitado comercio de libros y documentos y un trasiego constante de cajones que transportaban piezas sobre el pasado del continente que, no pocas veces, resultaron útiles en la tarea de re/escribir la historia. En esta compleja estructura, movilizada por el interés coleccionista -espoleado por cuestiones intelectuales y políticas-, participaron distintos agentes -escritores, editores, impresores, libreros, distribuidores, consumidores, lectores, etc.- que permitieron y facilitaron el intercambio transnacional de impresos y manuscritos sobre diversas materias.

El caso de la Historia de la Conquista de Pedro Lozano exterioriza las complejas y heterogéneas formas de relacionamiento entre los distintos actores que participaron en la obtención de cada uno de los manuscritos de la obra, su edición e impresión y sus primeras lecturas. A su vez, exhibe las dificultades materiales y logísticas que rodearon al recorrido transnacional de cada uno de los manuscritos y las rivalidades que se manifestaron entre los distintos participantes que tomaron contacto con ellos, asociadas a la “carrera bibliófila” y la cultura del coleccionismo a nivel regional.

Por otro lado, el artículo resume la relevancia del proyecto de la Colección, en tanto empresa que buscó conservar el patrimonio documental y revela el rol central de Lamas para lograr materializarlo a pesar de los numerosos obstáculos a los que se exponía el mundo de la edición decimonónica: la inestable situación político-económica, las deficiencias en las comunicaciones, el desamparo de la industria impresora americana, la falta constante de materiales (tipos, tinta, papel) y el desinterés del público lector por el consumo de este tipo de impresos.

Lamas concibió un plan editorial ambicioso que pretendía la publicación de más de medio centenar de obras relativas al pasado colonial, a partir de la activación de sus redes relacionales para la obtención de materiales y para el sostén económico de la “Biblioteca del Río de la Plata”. Si bien el ciclo publicitario se vio truncado en 1875 a causa de la fragilidad del campo editorial, el impulso del uruguayo permitió reiniciar la Colección en 1881, mediante un acuerdo con los empresarios tipográficos bonaerenses Simon Ostwald y Wenceslao Martínez. Aunque fracasó rápidamente, esta nueva empresa logró, al menos, la edición de los cinco tomos de la Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán del Padre José Guevara (ARENAS DELEÓN, 2021bARENAS DELEÓN, N. Moldear el bronce con la palabra. Andrés Lamas y la biografía de Bernardino Rivadavia. Confluenze. Rivista di Studi Iberoamericani, v. 13, n. 2, p. 337-360, 2021b. ).

Asimismo, el texto también ha permitido reconocer las formas de validación de la obra dentro del espacio intelectual regional, a la vez que comprender qué se esperaba de un trabajo de este tipo y, a partir de ello, valorar las principales críticas en torno a la edición de la Historia. Estas últimas, esgrimidas por muchos de los implicados en la trayectoria de los diversos manuscritos, se orientaron, principalmente, a cuestionar la jerarquía de la obra del jesuita como fuente documental y el rol de Lozano como historiador. De igual forma, se presentaron ciertos reparos respecto a la función editorial de Lamas, dados los numerosos problemas tipográficos que afectaron al texto. Y, por último, algunas opiniones -especialmente la de Mitre- objetaron la calidad del estudio preliminar del uruguayo.

No obstante, todas coincidieron en defender el proyecto de la “Biblioteca”, en tanto mecanismo útil para la conservación del patrimonio documental. La confección de un archivo impreso se transformó en condición necesaria para evitar la constante destrucción y desaparición de piezas y, por tanto, fue defendida por la comunidad letrada americana, a pesar de las diferencias existentes respecto a las formas y los medios para ejecutarla. Así, todos los intentos -exitosos o fallidos- de recuperación y puesta en valor de las fuentes del pasado americano estuvieron marcados por ese objetivo común, que se orientó a la ejecución de “estudios preparatorios” que permitieran a las futuras generaciones de historiadores la reescritura del pasado de estos países. En tal sentido, el afán bibliófilo y coleccionista constituyó una herramienta eficaz para el acopio y la conservación de los materiales que dieran sustento a esos nuevos relatos.

En resumen, la lectura completa del proceso editorial que se desarrolló alrededor de la Historia de Lozano exhibe las complejas y variadas formas de interacción de la comunidad letrada americana decimonona. Por un lado, permite comprender cómo se articulan las estructuras transnacionales de relacionamiento e intercambio que sirvieron para compartir las fuentes documentales y discutir sobre su valor e interés. A la vez, exterioriza los condicionamientos materiales (económicos, logísticos) y no materiales (ideológicos) que influyeron en el funcionamiento de estos entramados intelectuales responsables de la elaboración de la historia nacional y continental.

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  • WASSERMAN, F. Entre Clio y la Polis: conocimiento histórico y representaciones del pasado en el Río de la Plata (1830-1860). Buenos Aires: Teseo, 2008.

Notas

  • 1
    Es imposible soslayar el carácter probatorio que estos documentos tuvieron en los litigios limítrofes durante la segunda mitad del siglo XIX. La disputa patagónica entre Chile y Argentina, las desavenencias de esta última con Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia o el diferendo del Uruguay con el Gobierno Imperial, entre tantos otros, se sirvieron de estos materiales para defender, en las negociaciones diplomáticas o a través de la elaboración de obras históricas, las pretensiones territoriales de cada uno de los implicados. Por tanto, la motivación intelectual que perseguían estas acciones de recopilación y edición de fuentes documentales -cuyo análisis es central en este artículo- fue acompañada, en la mayor parte de los casos, por intereses políticos diversos.
  • 2
    Carta de Diego Barros Arana a Miguel Luis Amunátegui. París, 15 de marzo de 1860 (AMUNÁTEGUI REYES, 1958AMUNÁTEGUI REYES, M. L. Los hermanos Amunátegui y sus amigos, a través de la correspondencia epistolar. Cartas de Barros Arana. Anales de la Universidad de Chile, Santiago, n. 109-110, p. 47-89, 1958., p. 67).
  • 3
    Un ejemplo de esta puja bibliográfica se revela en una carta escrita por Diego Barros Arana a su colega Miguel Luis Amunátegui durante su misión diplomática en la capital trasandina. Allí sostiene: “Mitre posee una preciosa biblioteca americana, menos numerosa que la mía […]. Pero el gran coleccionista de estos países es don Andrés Lamas”. Carta de Diego Barros Arana a Miguel Luis Amunátegui. Buenos Aires, 23 de junio de 1876 (AMUNÁTEGUI REYES, 1958AMUNÁTEGUI REYES, M. L. Los hermanos Amunátegui y sus amigos, a través de la correspondencia epistolar. Cartas de Barros Arana. Anales de la Universidad de Chile, Santiago, n. 109-110, p. 47-89, 1958., p. 74).
  • 4
    Entre las obras del Padre Lozano destacan Descripción del Gran Chaco Gualamba (culminado en 1731 e impreso en 1733); Historia de las revoluciones del Paraguay (escrita entre 1721-1735 y publicada recién en 1905 por la Junta de Historia y Numismática Americana de Buenos Aires, en dos volúmenes); Historia de la Provincia Jesuítica del Paraguay; Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia del Paraguay (impresa en Madrid en 1754-1755); Relación de la vida y virtudes del V. Mártir P. Julián Lizardi SJ (Salamanca, 1741); Derroteros y viajes a la ciudad encantada o de los Césares; Observaciones sobre el manifiesto del padre fray Miguel de Vargas Machuca; y las traducciones del italiano de las Meditaciones sobre la vida de Nuestro Señor Jesucristo (Madrid, 1748) y los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola de Carlos Ambrosio Cattáneo (Madrid, 1748) (CARGNEL, 2007CARGNEL, J. Pedro Lozano S.J., un historiador oficial. Projeto História, São Paulo, n. 35, p. 315-323, 2007.; MAEDER, 2010MAEDER, E. Estudio preliminar. En: LOZANO, P.Historia de la conquista de las provincias del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 2010. p. 13-17. t. I.).
  • 5
    La información sobre cada uno de los manuscritos es dispar. Lo comprueba el examen de las fuentes, así como el estudio de la bibliografía que dedicó su atención a esta temática.
  • 6
    En cuanto a este manuscrito, se trata de una versión incompleta de la obra de Lozano, ya que solo incluye uno de los dos tomos en que el jesuita organizó su trabajo (MAGARIÑOS CERVANTES, 1859MAGARIÑOS CERVANTES, A. Juan María Gutiérrez. En: GUTIÉRREZ, J. M. (ed.). Pensamientos, máximas, sentencias, etc., de escritores, oradores y hombres de estado de la República Argentina, con notas y biografías: primera parte. Buenos Aires: Imprenta de Mayo, 1859. p. 1-14., p. 12).
  • 7
    El primero tenía un total de 709 páginas, mientras que el segundo, 400 páginas.
  • 8
    Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Bartolomé Mitre. Lima, 5 de noviembre de 1860 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912., p. 11).
  • 9
    Carta de Diego Barros Arana a Bartolomé Mitre. París, 7 de junio de 1860 (MUSEO MITRE, 1912aMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912a. t. I., p. 124).
  • 10
    Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Bartolomé Mitre. Lima, 5 de noviembre de 1860 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912., p. 11).
  • 11
    Dichas manifestaciones aparecen en copia de una comunicación de Beéche al argentino, la cual se reproduce en Carta de Juan María Gutiérrez a Bartolomé Mitre. Buenos Aires, 13 de noviembre de 1861 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912., p. 179).
  • 12
    La entidad chilena, gracias a las gestiones de Miguel Luis Amunátegui, logró hacerse con parte de la Biblioteca Americana de Vicuña Mackenna en diciembre de 1861, pero esta no incluyó el texto del padre jesuita. Para estas gestiones, de amplia discusión en el seno de la Facultad de Filosofía y Humanidades, fue decisivo el apoyo del Gobierno de José Joaquín Pérez.
  • 13
    Carta de Juan María Gutiérrez a Bartolomé Mitre. Buenos Aires, 13 de noviembre de 1861 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912., p. 180).
  • 14
    Carta de Juan María Gutiérrez a Bartolomé Mitre. Buenos Aires, 13 de noviembre de 1861 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912., p. 180).
  • 15
    Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Bartolomé Mitre. Santiago, 24 de marzo de 1862 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912., p. 12-13).
  • 16
    Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Bartolomé Mitre. Santiago, 24 de marzo de 1862 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912., p. 13).
  • 17
    Una acuciante situación económica del propietario y la necesidad de capital para la edición de la Historia de los diez años de la Administración de Manuel Montt (1862) fueron decisivas para la enajenación en favor de Beéche. Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Gregorio Beéche. Santiago, 11 de marzo de 1864 (MUSEO MITRE, 1912aMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912a. t. I., p. 326).
  • 18
    Carta de Bartolomé Mitre a Benjamín Vicuña Mackenna. Buenos Aires, 29 de octubre de 1863 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912., p. 15).
  • 19
    Carta de Gregorio Beéche a Bartolomé Mitre. Valparaíso, 21 de diciembre de 1863 (MUSEO MITRE, 1912aMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912a. t. I., p. 268-269). Ver también Carta de Benjamín Vicuña Mackenna a Bartolomé Mitre. Santiago, 28 de diciembre de 1863 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912., p. 19).
  • 20
    Carta de Bartolomé Mitre a Gregorio Beéche. Buenos Aires, 9 de enero de 1864 (MUSEO MITRE, 1912aMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912a. t. I., p. 296); y Carta de Bartolomé Mitre a Benjamín Vicuña Mackenna. Buenos Aires, 27 de enero de 1864 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912., p.21; MUSEO MITRE, 1912aMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912a. t. I., p. 304).
  • 21
    Carta de Gregorio Beéche a Benjamín Vicuña Mackenna. Valparaíso, 12 de marzo de 1864 (MUSEO MITRE, 1912aMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912a. t. I., p. 328).
  • 22
    Carta de Andrés Lamas a Bartolomé Mitre. Buenos Aires, 20 de enero de 1863 (ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912., p. 187) y Cartas de Juan María Gutiérrez a Bartolomé Mitre, 1862 y 6 de febrero de 1863 (MUSEO MITRE, 1912aMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912a. t. I., p. 194 y 178-179).
  • 23
    Carta de Carlos Casavalle a Andrés Lamas. Buenos Aires, 25 de enero de 1866. Archivo General de la NaciónARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN. Uruguay (AGNU), Fondo Ex Archivo y Museo Histórico Nacional, Archivo del doctor Andrés Lamas, Caja n. 92. 25 ene. 1866. (Uruguay), Fondo Ex Archivo y Museo Histórico Nacional, Fondo del doctor Andrés Lamas, Caja n.92, s/f.
  • 24
    Una segunda edición del material, bajo la responsabilidad de la Imprenta Popular, fue reeditado en 1878 con algunas modificaciones y ampliaciones.
  • 25
    La primera edición española de la Historia de los abipones de Martín Dobrizhoffer; documentos inéditos sobre la acción de diversos miembros de la Compañía de Jesús en los territorios del Paraguay, Paraná y Uruguay (1703-1767); materiales relacionados con la historia de Moxos y Chiquitos y la cuestión limítrofe e indígena en el Mato Grosso; obras sobre la región del Gran Chaco y el río Bermejo (1777-1801); estudios biográficos acerca de conquistadores y adelantados (algunos que se publicaron en la Revista del Río de la Plata, dirigida por Lamas junto a Juan María Gutiérrez y Vicente Fidel López entre 1871 y 1877): Juan Díaz de Solís, Sebastián Gaboto, Bruno Mauricio de Zavala, Miguel de Salcedo, Joaquín de Viana, Pedro de Cevallos, Jorge Pacheco; documentos relativos a las invasiones inglesas y la revolución; así como los trabajos y la correspondencia de Dámaso Antonio Larrañaga y Manuel Belgrano. Además, planificaban la aparición de una colección de “escritores, oradores y hombres de Estado del Río de la Plata” desde la época colonial a la de Juan Manuel Rosas. A ello se sumaba una serie de obras inéditas que se ofrecían a la biblioteca: obras de Filiberto de Mena, Félix de Azara y diversas memorias e informes acerca de la cuestión limítrofe hispanoportuguesa (todas examinadas por Bartolomé Mitre). También tendrían espacio los trabajos sobre jurisprudencia y lenguas de Vicente Fidel López [entre ellos la traducción al español de Las razas antiguas del Perú: su lengua, su religión, su organización política y su historia, ya publicado en francés em 1871]. Asimismo, la propuesta incluiría estudios sobre cuestiones literarias, religiosas y de geografía de autoría de Juan María Gutiérrez.
  • 26
    Carta de Juan María Gutiérrez a Andrés Lamas. Buenos Aires, 23 de enero de 1869. Archivo General de la NaciónARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN. Argentina (AGNA), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2642 (24 jun. 1874), Legajo 2688 (23 ene. 1869; 1° feb. 1874; 24 jun. 1874). (Argentina), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2688, fols.301-301v. Este primer Catálogo despertó el interés también fuera de fronteras. Por ejemplo, Jacobo de la Pezuela instó, desde el Boletín de la Real Academia de la Historia de Madrid, a la adquisición de todos los volúmenes derivados de esta empresa editorial.
  • 27
    Carta de Juan María Gutiérrez a Andrés Lamas. Buenos Aires, 1° de febrero de 1874. Archivo General de la NaciónARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN. Argentina (AGNA), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2642 (24 jun. 1874), Legajo 2688 (23 ene. 1869; 1° feb. 1874; 24 jun. 1874). (Argentina), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2688, fols.306-306v.
  • 28
    Carta de Juan María Gutiérrez a Andrés Lamas. Buenos Aires, 1° de febrero de 1874. Archivo General de la NaciónARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN. Argentina (AGNA), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2642 (24 jun. 1874), Legajo 2688 (23 ene. 1869; 1° feb. 1874; 24 jun. 1874). (Argentina), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2688, fols.306-306v.
  • 29
    Especialmente, sostenía que los apuntes que remitía permitirían subsanar algunos errores contenidos en el texto Materia Médica de los padres Pedro Montenegro y Segismundo Asperger (1702-1710) y reproducidos en la edición de Lamas. Carta de Domingo Parodi a Andrés Lamas y Apuntaciones de Fontana y Parodi para las notas del Padre Lozano. Montevideo, 24 de junio de 1874. Archivo General de la NaciónARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN. Argentina (AGNA), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2642 (24 jun. 1874), Legajo 2688 (23 ene. 1869; 1° feb. 1874; 24 jun. 1874). (Argentina), Fondo y Colección Andrés Lamas, Legajo 2642, s/f.
  • 30
    The Standard, Buenos Aires, 31 de marzo de 1874, p. 3.
  • 31
    Carta de Bartolomé Mitre a Andrés Lamas. [Buenos Aires], 18 de marzo de 1874 ( ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912 ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912. , p. 130-131).
  • 32
    Carta de Bartolomé Mitre a Andrés Lamas. [Buenos Aires], 18 de marzo de 1874 ( ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912 ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912. , p. 132).
  • 33
    Carta de Bartolomé Mitre a Andrés Lamas. [Buenos Aires], 18 de marzo de 1874 ( ARCHIVO DEL GENERAL MITRE, 1912 ARCHIVO DEL GENERAL MITRE. Correspondencia Literaria (Conclusión): años 1859-1881, tomo XXI. Buenos Aires: Biblioteca de La Nación, 1912. , p. 132).
  • 34
    El texto apareció en abril de 1876, en el número 16 del formato de Barros Arana y Amunátegui. Asimismo, el material fue publicado como separata en Buenos Aires por la Imprenta de La Nación (de propiedad de Mitre).
  • 35
    Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912bMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912b. t. II., p. 305).
  • 36
    Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912bMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912b. t. II., p. 305).
  • 37
    Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912bMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912b. t. II., p. 304).
  • 38
    Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912bMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912b. t. II., p. 304).
  • 39
    La publicación de De Ángelis fue objeto de numerosas críticas debido a la defectuosa calidad de su método. En 1863, José Manuel Estrada acusó al italiano de realizar una interpretación -en lugar de una transcripción del manuscrito- plagado de fallas tipográficas y omisiones (ESTRADA, 1863ESTRADA, J. «Historia del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán», por el P. José Guevara (Don Pedro de Ángelis y Don Félix de Azara). La Revista de Buenos Aires, Buenos Aires, t. 1, n. 3, p. 302-312, 1863. , p. 304). Lamas, al publicar una nueva edición de la obra, coincidió con aquel crítico en la objetable utilidad del texto de De Ángelis, ya que destacaba por numerosas adulteraciones y tergiversaciones en que “no se ha respetado ni el texto ni aun el estilo del autor” (LAMAS, 1882LAMAS, A. Introducción. En: GUEVARA, J. Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires: S. Ostwald editor, 1882. p. V-Xl. t. I., p. VII). No obstante, a principios del siglo XX, también la edición de Lamas sería sometida a la crítica. Paul Groussac, al publicar una serie de documentos relativos al Padre jesuita, cuestionó ambas ediciones, tanto por sus deficiencias de método (paleografía) como de edición (cuestiones ortográficas), aspectos que ponían en duda su utilidad como fuentes documentales para los futuros investigadores, función esencial que debían cumplir este tipo de compilaciones (GROUSSAC, 1908GROUSSAC, P. Noticia del P. José Guevara y estudio crítico de la Historia del Paraguay. Anales de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, Buenos Aires, t. 5, p. IX-LXXXVI, 1908.).
  • 40
    Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912bMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912b. t. II., p. 305-306).
  • 41
    Carta de Bartolomé Mitre a Diego Barros Arana. Buenos Aires, 20 de octubre de 1875 (MUSEO MITRE, 1912bMUSEO MITRE. Correspondencia literaria, histórica y política del general Bartolomé Mitre. Buenos Aires: Coni, 1912b. t. II., p. 305-306).

Editado por

Editores:

Karina Anhezini e Eduardo Romero de Oliveira

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    07 Jul 2023
  • Fecha del número
    2023

Histórico

  • Recibido
    19 Feb 2022
  • Acepto
    13 Mayo 2022
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