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La crisis civilizadora del capital, América Latina y el Trabajo Social

The civilizational crisis of capital, Latin America and Social Work

Resumen:

Este artículo ofrece elementos para el análisis de la sociedad del capital en la etapa actual de acumulación capitalista, así como debates sobre la crisis estructural y civilizatoria en curso y sus expresiones particulares en América Latina. A partir de los aportes ofrecidos por la tradición marxista, el texto destaca la importancia de las resistencias anticapitalistas, como crítica al capital y a la sociedad capitalista, y también la valoración del enfoque histórico-crítico en el Trabajo Social.

Palabras clave:
Crisis del capital; Resistencias; América Latina; Trabajo social

Abstract:

This article offers elements for the analysis of the society of capital in the current stage of capitalist accumulation, along with a debate on the ongoing structural and civilizational crisis and its particular expressions in Latin America. Supported by contributions offered by the Marxist tradition, the text emphasizes the importance of anti-capitalist resistance, as a critique of capital and capitalist society, as well as valuing the historical-critical approach in Social Work.

Keywords:
Capital crisis; Resistances; Latin America Social Work

Inaugurado por el ataque de Al-Qaeda contra el World Trade Center (complejo de edificios en el Bajo Manhattan, Nueva York, EE. UU., el 11 de septiembre de 2001) y al Pentágono (en Washington, DC., EE. UU.), el siglo XXI anunció el serio agravamiento de las contradicciones incorregibles del sistema sociometabólico en curso a escala planetaria. En poco más de 20 años del nuevo milenio, hemos vivido el colapso del sistema financiero global, expresado por la quiebra del imponente Lehman Brothers y la precipitación de la crisis de 2007-2008; poco más de una década después, surgió la pandemia del COVID-19, cuyas consecuencias económicas, políticas y sociales fueron y siguen siendo abrumadoras y de impacto global.

Para que se haga una idea, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en su informe sobre las perspectivas económicas para septiembre de 2023, pronosticó un crecimiento del PIB mundial por debajo de la media en 2023 y 2024, del 3 % para 2,7 %, debido al impacto -“necesario”, según la organización- de una política macroeconómica restrictiva para controlar la inflación. Estados Unidos, que sigue librando una peligrosa batalla competitiva por la hegemonía global con China (marcada por restricciones arancelarias, barreras comerciales, espionaje y el coqueteo con una posible escalada de la guerra que involucraría a Taiwán), deben tener un crecimiento del PIB más bajo, del 1,3 %, en comparación con la proyección del 2,2 % para 2024. Del mismo modo, se espera que China, que ya ha estado experimentando una caída en los niveles de crecimiento económico anual, registre algo alrededor del 4,6 % en 2024 (frente al 5,1 % en 2023), lo que afecta significativamente el crecimiento económico mundial (OCDE, 2023OECD. OECD economic outlook, interim report September 2023: confronting inflation and low growth. OECD Publishing, Paris, 2023. Disponible en: Disponible en: https://doi.org/10.1787/1f628002-en . Consultado el: 4 jul. 2024.
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).

Los datos publicados por el Fondo Monetario Internacional (REAL GDP GROWTH, [2020]REAL GDP GROWTH. International Monatary Fund, [2020]. Disponible en: Disponible en: https://www.imf.org/external/datamapper/NGDP_RPCH@WEO/OEMDC/ADVEC/WEOWORLD . Consultado el: 28 jul. 2024.
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) sobre el PIB en regiones esenciales para la economía capitalista, considerando el período 1980-2024, reafirman el informe más reciente de la OCDE. China, que alcanzó índices del 14,3 % en 1992, 14,2 % en 2007 y cifras no inferiores al 9,4 % hasta 2010, entró en un claro descenso hasta 2020 (2,2 % en el apogeo de la crisis pandémica), no superando el 8,4 % en 2021 con la recuperación económica posterior a la pandemia. Reinició un ciclo de declive e inestabilidades: 3 % en 2022, 5,2 % en 2023 y se prevé que vuelva a caer en 2024. Estados Unidos llegó a -2,6 % con la crisis de 2008, no superando el índice del 3 % hasta 2020 (año que llegó a -2,2 %). Alcanzó el 5,8 % en 2021, con la gestión de la crisis pandémica, cayendo al 1,9 % en 2022, con proyecciones que no superan el 2,7 % en 2024. La Unión Europea no presentó tasas superiores al 3,9 % entre 1980 y 2020 (mejor nivel en 2000). Con la crisis de 2008, fue del -4,2 %, no superó el 3 % entre 2009 y 2019, alcanzó el -5,5 % en 2020 y el 6,1% en 2021, con el control de la pandemia de COVID-19. Desde entonces, ha ido cayendo hasta alcanzar el 0,6 % en 2023 y perspectivas del 1,1 % en 2024. Los países caracterizados por el FMI como “emergentes y en desarrollo”, en Asia, siguen la misma tendencia, aunque con mejores índices (estimulados por la economía china): números inestables entre 1980 y 2007, con un pico de 10,7 % (2007). Aunque la crisis de 2008 no haya afectado de inmediato a la región, desde entonces los índices no han superado el 9,2 % (2010), en descenso permanente hasta 2020 (cuando alcanzó el -0,5), el 7,7 % en 2021, una nueva caída en 2022, seguida de un crecimiento más modesto (también sostenido en la economía china).

La inflación global, si bien registra una ligera caída, persiste en términos de inflación subyacente, apoyada en presiones de los costos y los elevados márgenes de algunos sectores, manteniéndose por encima de los objetivos fijados por los bancos centrales de los países del centro del sistema global del capital. En el caso de los países del G20, se espera que la caída sea del 6 % al 4,8 % entre 2023 y 2024. Sin embargo, el informe (OCDE, 2023OECD. OECD economic outlook, interim report September 2023: confronting inflation and low growth. OECD Publishing, Paris, 2023. Disponible en: Disponible en: https://doi.org/10.1787/1f628002-en . Consultado el: 4 jul. 2024.
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) advierte para la “necesidad” de un “endurecimiento adicional” de la política monetaria. Además, las crecientes presiones fiscales derivadas del aumento de la carga de la deuda requieren, según el informe, la “reconstrucción del espacio fiscal y de los planes fiscales” que aseguren la “sostenibilidad de la deuda”. En otras palabras, ante la incapacidad de sostener los patrones globales de acumulación, el capital en crisis requiere una restricción en la ya muy restringida política macroeconómica hegemonizada en prácticamente en todo el globo por la receta neoliberal (OCDE, 2023OECD. OECD economic outlook, interim report September 2023: confronting inflation and low growth. OECD Publishing, Paris, 2023. Disponible en: Disponible en: https://doi.org/10.1787/1f628002-en . Consultado el: 4 jul. 2024.
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).

De hecho, la vieja prescripción de la Sociedad Mont Pèlerin, que surgió como respuesta a la crisis desencadenada por el fin del auge del capital en la década de 1970, se ha convertido en la doctrina por excelencia de la “socialdemocracia” y los llamados “gobiernos progresistas” en casi todo el mundo -a pesar de haber sido adoptada inicialmente solo por la “derecha radical”, en Europa y los Estados Unidos- incluso cuando ya no es capaz de ofrecer respuestas ni siquiera a las crisis cíclicas del capital.

De hecho, el metabolismo del capital, constituido por una triple e irreparable ruptura interna, impulsado por la permanente necesidad de acumulación, se expande de manera extraordinaria, convirtiéndose, simultánea y contradictoriamente, en un sistema social global poderosamente dinámico e irremediablemente incontrolable. La expansión permanente de las fuerzas productivas, sin embargo, choca con la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, erosionando las mismas condiciones que engendran el proceso de autovaloración y reproducción expandida. Esta condición se ve agravada por su incapacidad para tratar las causas como “causas”, independientemente de la gravedad de sus implicaciones. Por lo tanto, los “límites absolutos” circunscritos a la expansión del sistema del capital son invariablemente tomados como “límites relativos” que deben ser transgredidos para proteger el proceso de acumulación, incluso cuando la sociabilidad está marcada -como en la fase actual del desarrollo de las fuerzas productivas- por una profunda retracción del patrón civilizatorio que el capital tuvo en el pasado, aunque de manera restringida (Mészáros, 2009MÉSZÁROS, I. Para além do capital: rumo a uma teoria da transição. Tradução: Paulo Castanheira e Sérgio Lessa. São Paulo: Boitempo, 2009.).

Una de las expresiones de la crisis del capital es la precarización social acelerada del trabajo a escala planetaria -proceso que está intrínsecamente conectado con el desempleo crónico o estructural (Antunes, 2020ANTUNES, R. (org.). Uberização, trabalho digital e indústria 4.0. São Paulo: Boitempo, 2020.; Mészáros, 2009MÉSZÁROS, I. Para além do capital: rumo a uma teoria da transição. Tradução: Paulo Castanheira e Sérgio Lessa. São Paulo: Boitempo, 2009.). El informe World employment and social outlook: actualización de mayo de 2024, de la International Labour Organization (ILOINTERNATIONAL LABOR ORGANIZATION. World employment and social outlook: May 2024 Update. Genebra: ILO, 2024. Disponible en: DOI: https://doi.org/10.54394/HZFD7984. Consultado el: 30 jul. 2024
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) indica una tasa de desempleo global del 4,9 %, y también apunta a una desaceleración en la creación de nuevos puestos de trabajo desde 2015. Este porcentaje de desempleados se refiere únicamente a las personas que buscan trabajo y están disponibles para empezarlo en un plazo de dos semanas, un contingente de unos 183 millones de personas en todo el mundo. Al considerar el grupo de personas que tienen al menos 15 años de edad y les gustaría tener un trabajo (independientemente si están buscando un trabajo o no), el número se duplica con creces, llegando a 402 millones de personas. Esto es lo que la ILO llama la “disparidad en el empleo” (OIT, 2024).

Además, entre los “empleados” se encuentran los llamados trabajadores informales que, en 2005, consistían en 1,7 mil millones de personas y, en 2024, representaban 2,03 mil millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo, o el 57,8 % de la población empleada (OIT, 2024). Es decir, no se trata solamente de la reducción del número global de empleos como resultado de la reestructuración productiva permanente del capital, aunque esta es una tendencia importante de la crisis civilizadora del capital; o la formación de un ejército de reserva, inherente al movimiento de acumulación de capital, sino también la constitución de una masa de trabajadores y trabajadoras extremadamente precaria, a menudo degradada, desprovista de cualquier derecho laboral o de cualquier forma de protección social. O, lo que podríamos llamar una generalización de la sobreexplotación del trabajo, a menudo marcada por el retorno de la plusvalía absoluta en países de “capitalismo avanzado” (Antunes, 2020ANTUNES, R. (org.). Uberização, trabalho digital e indústria 4.0. São Paulo: Boitempo, 2020.).

En este contexto, los países de la periferia del sistema, que en la fase del ascenso histórico del capital ya vivían con precariedad y con diferentes formas de sobreexplotación del trabajo, incluso en su modalidad más radical -trabajo análogo a la esclavitud-, se ven aún más afectados, volviéndose vulnerables a la tendencia a la igualación descendente de la tasa diferencial de explotación, evidenciada por la globalización del capital (Mészáros, 2009MÉSZÁROS, I. Para além do capital: rumo a uma teoria da transição. Tradução: Paulo Castanheira e Sérgio Lessa. São Paulo: Boitempo, 2009.). Se enfrentan a la intensificación de formas “flexibles” de gestión de la fuerza de trabajo y del agravamiento de todo tipo de expedientes que ya integran el modo normal de funcionamiento del capitalismo periférico o dependiente.

Pero no es solo el mundo del trabajo el que se ve profundamente impactado por la drástica reducción del margen de viabilidad productiva del capital, sino también su objeto de intervención, la naturaleza. Junto al desempleo estructural, surge otra contradicción igualmente explosiva, expresada por la eliminación de las condiciones elementales de reproducción social (Mészáros, 2009MÉSZÁROS, I. Para além do capital: rumo a uma teoria da transição. Tradução: Paulo Castanheira e Sérgio Lessa. São Paulo: Boitempo, 2009.). Si bien es cierto que el orden sociometabólico del capital violó el metabolismo terrestre, creando una disrupción metabólica irreparable de la que surgen problemas ambientales de todo tipo (Foster, 1999FOSTER, J. B. Marx’s theory of metabolic rift: classical foundations for environmental sociology. American Journal of Sociology, v. 105, n. 2, p. 366-405, 1999. Disponible en: https://doi.org/10.1086/210315. Consultado el: 22 mayo 2023.
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). Hoy en día, el proceso de reproducción ampliada del capital ha producido un colapso irreversible en la biodiversidad, destruyendo las condiciones de existencia de la vida (Clark; Foster; Longo, 2019CLARK, B.; FOSTER, J. B.; LONGO, S. B. Metabolic rifts and the ecological crisis. In: VIDAL, M. et al. (ed.). The Oxford Handbook of Karl Marx. Oxford: Oxford Handbooks, 2019. (On-line ed., Oxford Academic, 10 Sept. 2018.) Disponible en: Disponible en: https://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780190695545.013.38 . Consultado el: 3 jul. 2024.
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). El calentamiento global está causando tipping points o “puntos de no retorno” del sistema terrestre. Tollefson (2023TOLLEFSON, J. Catastrophic change looms as Earth nears climate ‘tipping points’, report says. Nature, v. 624, p. 233-234, dez. 2023. Disponible en: DOI: https://doi.org/10.1038/d41586-023-03849-y. Consultado el: 3 jul. 2024.
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) afirma que, según la evaluación de más de 200 científicos, estos “puntos de no retorno” significan la aparición de amenazas de una magnitud nunca antes enfrentada, sin que la humanidad cuente con sistemas de gobernanza adecuados para ello. Según el científico, los datos publicados durante la 28ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP), celebrada en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, muestran que, en 2023, las emisiones de dióxido de carbono de los combustibles fósiles superan los 37 millones de toneladas, un 1,1 % más que en 2022. Además, la Climate Action Tracker, un consorcio científico internacional que monitorea las políticas climáticas, estimó que incluso si cumplimos con el Acuerdo de París de 2015 (lo cual estamos muy lejos), las temperaturas globales podrían alcanzar 2.5 °C por encima de los niveles preindustriales hasta el año de 2100.

Entre los 26 tipping points destacados por Tollefson (2023TOLLEFSON, J. Catastrophic change looms as Earth nears climate ‘tipping points’, report says. Nature, v. 624, p. 233-234, dez. 2023. Disponible en: DOI: https://doi.org/10.1038/d41586-023-03849-y. Consultado el: 3 jul. 2024.
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), el peligro más inmediato son los arrecifes de coral en todo el planeta. Pero además de estos, las capas de hielo en Groenlandia y en Antártida Occidental también corren el riesgo de un colapso irreversible, lo que provocará el aumento del nivel del mar, cuyas consecuencias ya se conocen. Además, con solo 1,5 °C de calentamiento por encima de los niveles preindustriales, los bosques del Norte están en grave riesgo y parte de la selva amazónica puede ser reemplazada por sabanas cuando alcancemos los +2 °C, alterando la vida en toda América del Sur. Aún no se sabe lo qué ocurrirá como consecuencia de ello, aunque los “desastres ambientales” en todas partes del mundo ya muestran suficientes pruebas del violento impacto social

A pesar de su carácter totalizador, es a la periferia del sistema de capital global donde su metabolismo destructivo impone las consecuencias más severas, transformándolo en una plataforma de valorización financiera y territorio para la reproducción ampliada del capital transnacional gitano, particularmente en los llamados “sectores intensivos en naturaleza” (Firmiano; Teixeira, 2024FIRMIANO, F. D.; TEIXEIRA, P. M. R. Metabolic rift and structural crisis of capital: the productive specialization pattern based on commodities and the progressive elimination of ecological and natural resources in Brazil. Latin American Perspectives, 5 abr. 2024. Disponible en: Disponible en: https://doi.org/10.1177/0094582X231223960 . Consultado el: 30 jul. 2024.
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). Esto, no sin someterlo a patrones ineludibles de servidumbre económico-financiera, reorganizando y metamorfoseando la relación histórica de dependencia (Firmiano, 2022FIRMIANO, F. D. Desenvolvimento e questão agrária no Brasil: problemas do passado e dilemas para o futuro. Belo Horizonte: Editora UEMG, 2022.; Paulani, 2008PAULANI, L. Brasil delivery: servidão financeira e estado de emergência econômico. São Paulo: Boitempo, 2008. (Coleção Estado de sítio).).

El informe más reciente de Groundswell, parte 2, publicado por el Banco Mundial, advierte sobre los efectos del cambio climático en curso: para 2050, unos 216 millones de personas, solo en la periferia del mundo, podrán convertirse en “migrantes climáticos”, debido a las consecuencias directas asociadas con eventos extremos como tormentas; aumento significativo del nivel del mar y la consecuente pérdida de territorio terrestre; aumento drástico de las temperaturas o estrés térmico; escasez de agua; y una disminución sustancial de la productividad agrícola. Se prevé que el África subsahariana sea la región más afectada, concentrando 86 millones de “refugiados climáticos” -el término es nuestro- o el 40 % del total, seguida del Este Asiático y el Pacífico, con 49 millones o el 22,6 % del total. Las previsiones también muestran que el sur de Asia tendrá 40 millones de personas en esta condición y el norte de África, 19 millones; América Latina, 17 millones; y Europa del Este y Asia Central, 5 millones de personas (Clement et al., 2021CLEMENT, V. et al. Groundswell part 2: acting on internal climate migration. Washington, D. C.: World Bank, 2021. Disponible en: Disponible en: http://hdl.handle.net/10986/36248 . Consultado el: 1 jul. 2024.
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).

Vale la pena señalar que esta tendencia depredadora es una marca estructural de la sociedad del capital. El propio Marx (2013cMARX, K. O capital: crítica da economia política. São Paulo: Boitempo, 2013c. Livro I: O processo de produção do capital., p. 689-784), al analizar la explotación de la fuerza de trabajo en las condiciones históricas del siglo XIX, destaca la tendencia proporcional de más reinversiones de capital monetario destinado a la compra de los medios de producción (capital constante), en detrimento de la reproducción de la fuerza de trabajo en general (capital variable). Esta relación, que estructura la ley general de la acumulación capitalista, impacta en la composición material del capital: medios de producción y fuerza de trabajo. Esto amplió gradualmente, después de sucesivos ciclos de producción, las inversiones en tecnología, en la búsqueda de materias primas más baratas y en la reducción proporcional del gasto en la clase trabajadora. Proporcionó, al mismo tiempo, la concentración y centralización del capital en el proceso de competencia, en el que los capitales más pequeños se incorporan a los más grandes. Así que, ha pasado de la fase competitiva a la fase monopolística.

Por un lado, el capital adicional formado en el curso de la acumulación atrae, en proporción a su volumen, cada vez menos trabajadores. Por otro lado, el viejo capital, reproducido periódicamente en una nueva composición, repele cada vez a más trabajadores que antes él ocupaba (Marx, 2013bMARX, K. A lei geral da acumulação capitalista. In: MARX, K. O capital: crítica da economia política. São Paulo: Boitempo, 2013b. p. 689-784. Livro I: O processo de produção do capital., p. 704).

Hoy, como se sabe, este proceso se ha intensificado bajo el mando de grandes corporaciones globalizadas, complejizando la relación entre capital monetario, capital mercantil (productivo), capital comercial y capital financiero-ficticio (Marx, 2013cMARX, K. O capital: crítica da economia política. São Paulo: Boitempo, 2013c. Livro I: O processo de produção do capital.; 2014MARX, K. O capital: crítica da economia política. São Paulo: Boitempo, 2014. Livro II: O processo de circulação do capital.; 2017MARX, K. O capital: crítica da economia política. São Paulo: Boitempo, 2017. Livro III: O processo global de produção capitalista.), ampliamente articulados y dirigidos a maximizar las superganancias y la mercantilización continua de todas las esferas de la vida social. Las mismas condiciones que favorecen la voracidad y la expansión capitalista crean los contextos para sus crisis. Esta inestabilidad, a su vez, como se ha dicho anteriormente, encuentra hoy límites estructurales para un ciclo virtuoso de crecimiento (y esta es la novedad). Esto ha generado un crecimiento más modesto, a diferencia de las largas olas de crecimiento, seguidas de crisis constantes sostenidas por barreras inéditas para una expansión económica más continua (Mészáros, 1999, p. 983-1011): la destrucción ecológica, la intensificación de las guerras (en la imposibilidad de los métodos “normales” de expansión), el desempleo crónico (estructural-permanente) y la intensificación de la tasa de explotación estimulada por relaciones laborales flexibles, intensificadas y desreguladas. Esto en un escenario de crisis de dominación, y en la defensa liberal irrestricta de la represión, ampliamente presentada -al límite- como una “crisis de la democracia”.

América Latina y el Caribe, parte de la periferia del capital múltiple, no están desconectados del metabolismo del capital, de su reproducción ampliada y de sus crisis. En América Central y del Sur, la crisis civilizadora del capital se impuso con particularidades que necesitan ser decodificadas críticamente. Sin embargo, este empeño no puede llevarse a cabo como un movimiento propio, endógeno, sino como una expresión particular de la sociedad capitalista mundial, el imperialismo, como una fase superior del capitalismo, ciertamente monopolista y con sus determinaciones actuales (Lenin, 2012LENIN, V. I. O imperialismo: fase superior do capitalismo. São Paulo: Expressão Popular, 2012.). En esto, está el neocolonialismo, la tradición colonial que marca la formación social de esta particularidad histórica. En estas regiones, no de manera homogénea, las revoluciones burguesas se llevaron a cabo de “manera colonial” (Chasin, 2000CHASIN, J. A via colonial de entificação do capitalismo. A miséria brasileira - 1964-1994: do golpe militar à crise social. Santo André: Estudos e Edições AD Hominem, 2000.), bajo el mando del capitalismo monopolista-imperialista, como un cierto tipo de capitalismo dependiente (Fernandes, 2009FERNANDES, F. Capitalismo dependente e classes sociais na América Latina. São Paulo: Global, 2009.; Marini, 2008MARINI, R. M. América Latina, dependencia y globalización. Bogotá: Clacso; Siglo del Hombre Editores, 2008.; 2012MARINI, R. M. Dialética da dependência. 1º dez. 2012. Disponible en: Disponible en: https://edisciplinas.usp.br/pluginfile.php/6539551/mod_resource/content/2/7.%20Dial%C3%A9tica%20da%20Depend%C3%AAncia%20-%20Ruy%20Mauro%20Marini%20-%20exp.%20popular%20-%20At%C3%A9%20p.28.pdf . Consultado el: 15 jul. 2024.
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) siempre incomprensible, fuera del circuito mundial. Si bien esta dependencia no generó otra cosa que la propia dependencia (como insistió Ruy Mauro Marini), la revolución burguesa aquí se llevó a cabo como un desarrollo desigual combinado (Oliveira, 2003OLIVEIRA, F. de. Crítica à razão dualista: o ornitorrinco. São Paulo: Boitempo, 2003.), como una dictadura del gran capital monopolista, exportador de capital excedente (Ianni, 2019IANNI, O. A ditadura do grande capital. São Paulo: Expressão Popular, 2019.), imponiendo la modernización conservadora como modelo basado en lo que había sido transmitido durante generaciones por la tradición colonial (esclavista, genocida y sostenida, en cierto tipo, de extractivismo).

Es importante enfatizar que la génesis de la sociedad del capital, aún como acumulación comercial-original (Marx, 2013aMARX, K. A assim chamada acumulação primitiva. In: MARX, K. O capital: crítica da economia política. São Paulo: Boitempo, 2013a. p. 785-833. Livro I: O processo de produção do capital.), se basó en la esclavitud de personas negras, en el genocidio de los pueblos originarios, en la violencia explícita, en el robo disfrazado o no de “pacto colonial”. El capitalismo comercial (siglos XVI y XVII), la competencia (siglos XVIII y XIX) y el monopolio (a partir de la transición del siglo XIX al XX) se construyeron sobre este legado de sangre y de robo que se ha reeditado sin límites en nuestros días, no sin diferentes resistencias. En tales condiciones, la crisis estructural-civilizadora del capital se ha objetivado en esta parte de la economía capitalista periférica.

El análisis de la serie histórica de datos económicos de la economía sudamericana, formada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, indica profundas inestabilidades (Real GDP Growth, [2020]REAL GDP GROWTH. International Monatary Fund, [2020]. Disponible en: Disponible en: https://www.imf.org/external/datamapper/NGDP_RPCH@WEO/OEMDC/ADVEC/WEOWORLD . Consultado el: 28 jul. 2024.
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). Sostenida por una industrialización dependiente, inicialmente basada en la recepción de capital excedente de Europa (hasta la Primera Guerra Mundial), de los Estados Unidos (esencialmente desde la Segunda Guerra Mundial) y de China (en el pasado reciente), hoy impulsada por un extractivismo modernizado basado en la agro-minería (el sector de servicios), América del Sur ha probado formas de modernización conservadora que acentúan desarrollos desiguales combinados -marcados por momentos de expansión y crisis profundas- productores de grandes desigualdades sociales. Entre 1980 y 2020, la tasa de crecimiento más alta en esta parte de la periferia del capital no superó el 7,2 % (2004), presentando varias series históricas de crecimiento negativo o cercano al 0 % (sin tener en cuenta, aquí, las sucesivas bajas tasas de crecimiento): 1981, 1982, 1983, 1988, 1990, 1999, 2001, 2002, 2009 (que van del -2,8 % al 0,3 %), 2014-2020 (entre el 0,6 % al -6,4 %), recuperándose en 2021 con la gestión de la pandemia (7,5 %) y reanudando las tasas de caída en 2022 (4 %) y 2023 (1,5 %), con una previsión del 1,4 % en 2024. Llama la atención la fluctuación extrema de estos índices, su perfil decididamente extractivo (marca histórica de la región), así como el modesto crecimiento, seguido de crisis intensas y permanentes.

Centroamérica y el Caribe siguen el patrón, aunque no de manera idéntica: son esencialmente extractivistas, con un fuerte énfasis en la producción azucarera, frutícola y turística (con un crecimiento más puntual en el sector de servicios), pero también con fluctuaciones relevantes entre países. Entre 1980 y 2020, Centroamérica alcanzó su nivel de crecimiento más alto -en 1992 (7,2 %)-, fluctuando negativamente o cerca del 0 % en 1982, 1983, 1985, 1988, 2009, además de demostrar tasas de crecimiento inestables y bajas durante la serie histórica, mitigadas por brotes de mayor crecimiento en Panamá y República Dominicana en comparación con el promedio de la región. A partir de 2015, comenzó una disminución gradual, que culminó en -7,2 % en 2020 (en el apogeo de la pandemia), 11,3 % en 2021 (recuperación) y una nueva caída en 2022 (5,5 %), 2023 (4,2 %) y 2024 (previsión del 3,9 %). El Caribe, a su vez, entre 1980 y 2019, alcanzó su nivel más alto en 2006: 6,5 %. Mantuvo una serie histórica de crecimiento bajo o negativo entre 1983 y 1994 (oscilando entre el -1,9 % y el 2,5 %), una nueva caída permanente entre 2007 y 2009 y tasas modestas hasta 2020, cuando alcanzó el -5,5 %. Es interesante observar que desde entonces (ya en el período de pandemia), las tasas no han sido peores, ya que el descubrimiento de fuentes de petróleo en Guyana ha elevado dramáticamente el PIB de ese país con expectativas de una caída abrupta a partir de 2024. Esto no solo reafirma la tradición extractivista (la destrucción medioambiental que conlleva), sino que también expresa los profundos intereses económicos que han reeditado allí desde Europa, Estados Unidos y China.

Es precisamente bajo esas condiciones históricas objetivas que la crisis civilizadora del capital impacta en América Latina (América Central y del Sur) y el Caribe. Pensarlo como una totalidad social, compuesta por complejos sociales ricos en mediaciones (Marx, 1989MARX, K. O método da economia política. In: FERNANDES, F. (org.). Marx/Engels. História. São Paulo: Ática, 1989. p. 409-417.; Lukács, 2012LUKÁCS, G. Os princípios ontológicos fundamentais de Marx: para uma ontologia do ser social I. São Paulo: Boitempo, 2012. p. 281-422.), es una necesidad teórico-práctica para explicar la expansión capitalista, su diversidad en la unidad, así como para fomentar resistencias anticapitalistas (contra el capital y el capitalismo). La radicalidad analítica que revela la barbarie en curso impone la necesidad y la posibilidad histórica de establecer resistencia contra ella. Si bien es necesario reconocer la complejidad de este proceso, no es posible negar la autonomía relativa de los posibles sujetos históricos que hacen historia a partir del legado que les ha sido transmitido. Es decir, la lucha de clases se impone sin tentaciones idealistas basadas únicamente en buenas intenciones. Si, por un lado, la fragmentación del descontento social conspira contra la revolución necesaria, la unificación anticapitalista de estas debe ser la pauta de aquellos(as) que tensionan “más allá del capital”. En este nivel, es necesario considerar demandas genuinamente humanas que inciden en carencias y necesidades inmediatas, impactadas directamente por la crisis civilizatoria del capital, más o menos latente, unificándolas, en su diversidad, en la clase social: las pautas indígenas, la lucha antirracista, la defensa de la diversidad sexual y la igualdad de género, la defensa ecológica, las condiciones dignas de trabajo, entre otras demandas esenciales para la reproducción de la vida, necesariamente articuladas entre sí. Si la barbarie insiste en su fragmentación, la revolución lucha por su unidad en la diversidad. Este es el desafío de construir un pluralismo socialista. Y no hay lugar aquí para un camino intermedio basado en un sueño reformista que cree en otro capitalismo “no neoliberal”, “progresista” o “neodesarrollista”, “más humano” o “menos salvaje”. Capital, capitalismo y barbarie forman una unidad inseparable.

¿Qué decir sobre el trabajo social? ¿Es posible que esta profesión fortalezca las luchas y las resistencias contra la barbarie en curso?

Tratar el Trabajo Social como una profesión significa reconocerlo como parte de la especialización del trabajo colectivo, integrante de procesos de trabajo cuya demanda, por regla general, es mitigar las tensiones derivadas de la cuestión social (Iamamoto, 1998IAMAMOTO, M. V. O Serviço Social na contemporaneidade: trabalho e formação profissional. São Paulo: Cortez, 1998., p. 59). Tales conflictos se manifiestan en la vida cotidiana profesional como refracciones resultantes de la extrema desigualdad socioeconómica derivada de las relaciones sociales, de género y raciales perpetradas por el sistema capitalista. Una profesión que surge en la era del monopolio para hacer frente a las nuevas configuraciones que requiere esta fase del capitalismo mundial, hecho que exige un punto de vista social, político y económico sobre el mismo. Como afirma Netto (1996NETTO, J. P. Capitalismo monopolista e Serviço Social. 2. ed. São Paulo: Cortez. 1996., p. 15-16):

El capitalismo monopolista reemplaza, a un nivel superior, el sistema totalizador de contradicciones que da al orden burgués las estructuras básicas de explotación, alienación y transitoriedad histórica [...] al tiempo que potencia las contradicciones fundamentales del capitalismo ya explicadas en el capitalismo competitivo y las combina con nuevas contradicciones y antagonismos, desencadena procesos que juegan en el sentido de contrarrestar la ponderación de los vectores negativos y críticos que detona.

El Estado actúa para habilitar los superbeneficios de los monopolios, y asume funciones directas e indirectas, una de las cuales es precisamente asegurar la reproducción y el mantenimiento de la fuerza de trabajo, a través de la seguridad y asistencia social. Es precisamente en este contexto, según Netto (1996NETTO, J. P. Capitalismo monopolista e Serviço Social. 2. ed. São Paulo: Cortez. 1996.), que el Trabajo Social surge como una profesión orientada a operacionalizar las políticas necesarias para mantener el consenso social.

En América Latina, la profesión tiene su génesis a partir de la década de 1920. Sigue, en general, un perfil doctrinal-higienista con variaciones importantes, mezclando, eclécticamente, rasgos doctrinales (esencialmente neotomistas) y fragmentos del conocimiento de la sociología positivista y de la psicología del comportamiento. Predominantemente formada por mujeres blancas vinculadas a las élites locales, la profesión fue demandada en el proceso de gestión de las refracciones de la cuestión social, a pesar de que estas se identificaron inmediatamente como problemas socioindividuales, marcados por desvíos morales. En realidad, son expresiones complejas del pauperismo y de un conjunto de tragedias sociales e individuales constituidas en sociedades formadas a partir de un legado colonial, racista y patriarcal, que afectan principalmente a personas negras e indígenas. Tales sociedades han experimentado brotes de reorganización económica, cuya base principal fue -y sigue siendo- el extractivismo. En su mayor parte, los(las) trabajadores(as) sociales trabajaban vinculados a políticas sociales, contratados(as) directamente por el Estado o por entidades sociales (marca que se mantiene vigente). En los diferentes países, a lo largo de las décadas de 1940 y 1950, se enfrentaron a una vida cotidiana impactada por profundos niveles de desigualdad social y crisis que constituyen el proceso de modernización conservadora y de desarrollo desigual combinado, previamente mencionado, con brotes de industrialización o ausencia total de ellos. Fue en esta intensa caldera de contradicciones donde nació el Movimiento de Reconceptualización a partir de la segunda mitad de los años 1960, con importantes impactos en el trabajo y en la formación profesional hasta mediados de los años 1970. La génesis de este movimiento sacudió el Trabajo Social de historicidad latinoamericana, con ciertas críticas, aunque limitadas, al enfoque tradicional de la profesión. Es en este contexto de contradicciones y luchas ubicadas mucho más allá de las fronteras de la profesión, marcadas por dictaduras militares-empresariales-eclesiásticas, donde nace la fracción más crítica del Trabajo Social en América Latina.

En Brasil, este proceso se completó tardíamente, debido a la influencia de la dictadura militar-empresarial instaurada en el país en 1964 y que duró 21 años. Desde finales de los años 1970, las corrientes críticas del Trabajo Social construyeron “el giro”, un giro político-ideológico y teórico-metodológico que permitió a la profesión desarrollar lo que convencionalmente se ha denominado Proyecto Profesional Ético-Político (PEP) desde los años 1990; es decir, una dirección ideopolítica que tiene como principal aporte la teoría social de Marx y sus amplias interlocuciones expresadas en la diversa “tradición marxista”.

A lo largo de los últimos 40 años, el Trabajo Social brasileño ha acumulado conocimiento derivado de estudios e investigaciones sobre temas como: la formación sociohistórica brasileña; el racismo estructural y sus expresiones actuales; la estructura agraria brasileña; la propiedad y el uso de la tierra en el campo y en la ciudad; el modelo actual de desarrollo agrario y sus consecuencias socioambientales; las configuraciones del Estado en un país con una economía dependiente; las consecuencias de la radicalización del neoliberalismo ante el agravamiento de las desigualdades sociales; los profundos cambios en las relaciones laborales y su impacto en la heterogénea clase trabajadora. Con el fin de profundizar en los análisis sobre las particularidades que componen el universo singular del trabajo profesional, también han sido objeto de reflexión el vínculo ontológico entre clase, género, raza/etnia y cuestión social, la crisis estructural del capital y sus impactos en la sociedad y el Estado, la radicalización neoliberal y sus impactos en las políticas públicas, la apropiación de fondos públicos, entre otros temas. Los retos de la formación en un Estado mercantilizado y la configuración actual del trabajo profesional han evidenciado la inestabilidad de los vínculos laborales y la enfermedad de los profesionales, cuya inserción en el mercado es cada vez más precaria y con peores condiciones para la implementación del proyecto profesional comprometido con los derechos de ciudadanía y los derechos humanos (con la emancipación política, desde una perspectiva marxiana). Al mismo tiempo, la organización y resistencia de los sectores más progresistas de la categoría profesional han sido importantes en la defensa de esta tradición construida, al menos, durante las últimas cuatro décadas.

Es precisamente a partir de este legado que se ha podido analizar la realidad y criticar la configuración de las políticas sociales basadas en la radicalización neoliberal (Mustafa, 2018MUSTAFA, P. S. O neoliberalismo radicalizado no Brasil: fim dos direitos? In: ENCONTRO NACIONAL DE PESQUISADORES EM SERVIÇO SOCIAL, 16., 2018, Vitória. Anais [...]. Vitória, 2018. v. 1, n. 1. Disponible en: Disponible en: https://periodicos.ufes.br/abepss/article/view/22100 . Consultado el: 23 jul. 2024.
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); las respuestas del Estado en la gestión del pauperismo; y los mecanismos perversos que la sociedad del capital ha instituido para construir los abismos profundos entre las clases sociales, aprovechándose del racismo y del patriarcado como elementos fundamentales para consolidar este proceso.

Es evidente que esta acumulación teórica es efectiva y se extiende de manera diferente entre los(las) profesionales, pero la contribución de la teoría marxista y su tradición guían a la profesión hacia una lectura radical de la sociedad del capital. El hecho de actuar, por regla general, en lo que Silva (2024SILVA. J. F. S. Teoria social de Marx e Serviço Social: aportes para uma abordagem histórico-crítica. Libertas, v. 24, n. 1, jan./jun. 2024. Dossiê: Teoria social de Marx, desigualdades sociais e Serviço Social. Disponible en: Disponible en: https://periodicos.ufjf.br/index.php/libertas/issue/view/1823/658 . Consultado el: 7 ago. 2024.
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) llama “gestión del pauperismo” -con sus propias restricciones de inserciones subordinadas y precarias en diferentes espacios sociolaborales- no invalida la necesidad de esta lectura de los fundamentos de las desigualdades sociales, porque es precisamente esta capacidad de descifrar la realidad lo que los(las) profesionales pueden utilizar para evitar asumir posiciones mesiánicas o fatalistas. Como ha insistido Iamamoto desde la década de 1990, “[...] superar el fatalismo y el mesianismo [...] implica desvelar la propia sociedad que maneja estas concepciones y su crítica teórica radical, históricamente constituida” (Iamamoto, 1995IAMAMOTO, M. V. Renovação e conservadorismo no Serviço Social: ensaios críticos. 3. ed. São Paulo: Cortez, 1995., p. 113).

Silva (2024SILVA. J. F. S. Teoria social de Marx e Serviço Social: aportes para uma abordagem histórico-crítica. Libertas, v. 24, n. 1, jan./jun. 2024. Dossiê: Teoria social de Marx, desigualdades sociais e Serviço Social. Disponible en: Disponible en: https://periodicos.ufjf.br/index.php/libertas/issue/view/1823/658 . Consultado el: 7 ago. 2024.
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) destaca la importancia de lo que él llama trabajo profesional basado en aportes histórico-críticos, necesarios para la reconstrucción del movimiento de lo real, y su relevancia para aquellos sujetos que componen el público atendido por la profesión.

Trabajar la contradicción, a partir de lo que es inmediatamente presentado por las personas que buscan un servicio, escudriñarlo, negarlo y superarlo, revelarlo a partir de sus demandas genuinamente humanas, mediatamente presentes en una solicitud individual, es la clave para un trabajo profesional histórico-crítico. Esto no elimina los problemas, que son estructurales, sino que los perquire permanentemente desde el trabajo profesional (Silva, 2024SILVA. J. F. S. Teoria social de Marx e Serviço Social: aportes para uma abordagem histórico-crítica. Libertas, v. 24, n. 1, jan./jun. 2024. Dossiê: Teoria social de Marx, desigualdades sociais e Serviço Social. Disponible en: Disponible en: https://periodicos.ufjf.br/index.php/libertas/issue/view/1823/658 . Consultado el: 7 ago. 2024.
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, p. 181-182, énfasis en el original).

Es precisamente desde esta perspectiva histórico-crítica que se puede debatir y resistir a las diversas expresiones de la barbarie del capital, especialmente las que se presentan a la profesión en el proceso de precarización e intensificación del trabajo; en el desempleo; en el uso privado de la tierra urbana y rural; en la explotación intensiva de los recursos naturales y su uso depredador por parte de grandes grupos económicos. Estos complejos sociales han agudizado las condiciones de la diversa clase trabajadora: precaria, informal y desempleada, gente que vende su fuerza de trabajo en la actual etapa de acumulación capitalista, aquí objetivada desde el legado colonial latinoamericano.

Si los(las) profesionales no aprehenden la realidad y su movimiento contradictorio, al lidiar directamente con situaciones limítrofes, al convivir con la miseria y la enfermedad -a menudo con pocos o ningún recurso institucional-, pueden enfermarse y desvalorar acciones y procedimientos que establecen enfrentamientos necesarios para posibilitar mejores condiciones de vida. Intervenir en el pauperismo sin eliminarlo quizá no tenga sentido. De ahí la importancia de los aportes de una teoría histórico-crítica que permita recuperar elementos fundamentales para contrarrestar las desigualdades y las opresiones. Es importante que el(la) profesional se dé cuenta que, si los determinantes de la cuestión social están en las tensiones y en las luchas entre clases sociales, su resolución también será en este contexto. Una clase compuesta por diferentes individuos sociales (Iamamoto, 2001IAMAMOTO, M. V. Trabalho e indivíduo social: um estudo sobre a condição operária na agroindústria canavieira paulista. São Paulo: Cortez, 2001., p. 38) que, para seguir luchando, necesitan garantizar sus condiciones de reproducción social: comer, tener salud, niñez digna, educación, en fin, acceder a lo que convencionalmente se llama derechos políticos, como las necesidades genuinamente humanas. La lucha de la clase obrera por la supervivencia y por el acceso a los derechos forma parte de este movimiento tenso y contradictorio, a la vez que es el terreno sobre el que se forma la conciencia de clase y se construyen alternativas anticapitalistas que pueden, en determinadas condiciones, contribuir para la acumulación de fuerzas contra la sociedad capitalista.

No es posible que la profesión elimine la contradicción que determina su lugar en la división sociotécnica del trabajo (y mucho menos que reduzca las tensiones de la lucha de clases), pero sigue siendo importante el alivio inmediato del sufrimiento, de las carencias y de las necesidades de las personas. En este ámbito, el sentido exacto del trabajo profesional es tratar críticamente tales demandas, explicitar y visibilizar su potencialidad y sus límites, tensionar sus contradicciones por dentro y por fuera, sin ilusiones y mesianismos sobre las posibilidades reales de los derechos, de las políticas sociales y de la propia profesión (Silva, 2013SILVA, J. F. S. Serviço Social: resistência e emancipação? São Paulo: Cortez, 2013.). Además de esta demanda más inmediata, es evidente que para luchar es necesario que las personas tengan esperanza, construyan posibilidades y tomen conciencia de que son sujetos históricos. En esto, es necesario resaltar todo lo que pueda realzar y vigorizar estas alternativas para que, colectivamente, continúen estimulando la resistencia como un potente acto político. En otras palabras, fortalecer a los(las) sujetos(as) que pondrán freno al capital es una tarea profundamente importante si queremos superar la barbarie instaurada por la sociedad burguesa.

Los(las) profesionales pueden impulsar este proceso de resistencia de varias maneras: oponiéndose a las ideologías hegemónicas que fortalecen la meritocracia, el racismo, la supremacía blanca, masculina y heteronormativa, que legitiman la propiedad privada y criminalizan a quienes luchan por el acceso a condiciones de vida dignas, entre otras agendas. En los diferentes espacios socio-laborales, pueden promover acciones que fortalezcan el colectivo, la solidaridad frente a la competencia, el individualismo y la meritocracia. Cuando los(las) profesionales dialogan con la población sobre la relevancia de los movimientos sociales, de la política y de los derechos de ciudadanía, combaten la narrativa y pueden fomentar el vislumbre de alternativas más allá del discurso idealista construido por los medios de comunicación y por las religiones, en su mayoría alineadas con ideologías reaccionarias y de ultraderecha. Como afirma Sant’ Ana (2012SANT’ANA, R. S. Trabalho bruto no canavial: questão agrária, assistência e Serviço Social. São Paulo: Cortez, 2012., p. 211):

El trabajo directo con los segmentos más empobrecidos, puede ser un canal para el debate sobre las condiciones de trabajo, los determinantes y los números de la pobreza, la falta de ciudadanía de una gran parte de la población y más: puede ser un instrumento de experiencias colectivas, promoción de la lucha e incluso fortalecimiento de los movimientos sociales.

El trabajo profesional orientado por el abordaje histórico-crítico y su dimensión educativa puede buscar en el arte y en la cultura mediaciones importantes para la construcción de espacios que permitan el acceso a una conciencia crítica, necesaria para comprender las atrocidades practicadas por la sociedad del capital.

Por último, corresponde a los(las) profesionales alineados con esta dirección ideopolítica profesional promover acciones que puedan fortalecer a la clase trabajadora y sus luchas. Si eso no es posible, ¡defender derechos para que la gente pueda estar en condiciones de resistir y luchar, y así generar tensiones, contradicciones, enfrentamientos, que son elementos necesarios en la lucha por otra sociedad “más allá del capital”!

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Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    16 Set 2024
  • Fecha del número
    2024

Histórico

  • Recibido
    08 Ago 2024
  • Acepto
    22 Ago 2024
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